La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Una poción efectiva 16

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Neki Snape
Explota calderos
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Neki Snape


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MensajeTema: Una poción efectiva 16   Una poción efectiva 16 I_icon_minitimeLun Mar 21, 2016 8:15 pm

Volviendo a ser yo


Un rayo de sol se había colado por una ventana, dándole de lleno en los ojos. Los abrió pesadamente, esta vez no renegó de su suerte ni suspiró, solo sonrió. Ya había despertado de la misma forma antes y había soñado exactamente lo mismo que esa vez. Se cubrió con la manta, decidiendo dormir un poco más. ¿Cinco minutos no mataban a nadie, o sí?
Cerró los ojos y solo escuchó su respiración. De cierta forma extrañaba los ronquidos de sus compañeros, en especial la sinfonía que los de Ron formaban todo el tiempo. Quizá podría volver a su habitación después…

No, ya no podría.

Ese día era la ceremonia de graduación, se marcharía del castillo para no volver más, al menos no como estudiante. Se levantó, desperezándose. Ya no vería a sus compañeros cada día, ya no vería a sus profesores… ya no le vería a él.
Tocó con sus pies el piso de piedra, que no estaba tan frío como en invierno, y se puso de pie. Había dormido con uno de sus antiguos pijamas y se sentía tan cómodo como de costumbre. Caminó hacia el baño, pero se detuvo a medio camino… ayer se le caían los pantalones.



*  *  *


El Gran Comedor estaba vestido de los cuatro colores de las casas, que daban la despedida a sus polluelos, que al fin podrían dejar el nido y volar hacia el mundo, que les espera con los brazos abiertos. La ceremonia se llevaría a cabo a las diez de la mañana exactamente, y eran cinco para las diez, así que el vestíbulo tenía a demasiados alumnos pululando inquietos por allí.
Snape bufó, mirando desde dentro del salón como los alumnos a los que les diera clases durante siete años miraban ansiosos el interior y cuchicheaban entre sí. Él no quería asistir a la graduación de esos mocosos pero era su deber como catedrático, además de que Dumbledore le había amenazado con obligarle a estar en una habitación solo con Peeves y Filch durante un día completo. Una tortura total.

El reloj dio la campanada que indicaba que la hora había llegado, los alumnos comenzaron a entrar a montones en el lugar con sus túnicas negras de graduación y una gran sonrisa en el rostro. En la mesa, a su lado, ya estaban el director y los demás docentes, mirando con añoranza a sus niños grandes… a excepción de él, que prefería mil veces mirar una babosa. Las familias habían arribado unos minutos antes.
Visualizó una cabeza pelirroja que se movía entre la multitud y, casi seguidamente, pudo ver una rubia muy junto a él. Arrugó la nariz de solo imaginar que quizá estaban tomados de las manos. Si Lucius lo supiera…

—Mis muchachos —Comenzó Dumbledore, con el discurso—. Este día han de extender sus alas al gran cielo y salir en busca del triunfo, de la felicidad…

Su perorata de que debían seguir unidos a pesar de todo, recordar su amistad por muchos años venideros y sobre que todo el esfuerzo de esos años se vería recompensado a continuación, hacía a los alumnos llorar y chillar de la emoción.

—¿Dónde estará Harry? —Decía Hermione a Ron, sus respectivas parejas estaban a sus lados y se miraban con una ceja alzada—. ¡Se debió quedar dormido!
—Ya que más da —Desestimó Ron, él si se había quedado dormido y su cabello estaba un poco alborotado—. Vendrá pronto, ya verás.
—Espero le quites esa despreocupación, Malfoy —Suspiró Hermione—. Aunque ha sido imposible durante todos estos años.
—Yo no me quejo de nada Granger —Sonrió el rubio, ganándose una mirada molesta—. A mí me gusta tal y como es. Además, Potter ya está bastante grandecito.
—Yo solo espero que no le reprendan.
—Tranquila Hermione —Susurró Blaise, tomando su mano—. Ellos tienen razón, ya vendrá.
—Eso espero…


*  *  *


Corría escalones abajo, saltando el escalón traicionero que ya se había acostumbrado a evitar. Miró hacia abajo y vio sus piernas, llenando el pantalón como si realmente fuera suyo. Había tardado un momento en sopesarlo, en asimilarlo… sí, ya no había impedimento alguno para ver sus piernas. ¡Su pecho era plano!

Su corazón dio un vuelco como el que jamás había dado y había corrido hacia el espejo de cuerpo completo que estaba apoyado en la pared. ¡Era él!
No se había reconocido por completo, después de tanto tiempo de verse tan diferente, pero era él como se recordaba. Su cabello estaba corto de nuevo, sus piernas eran más gruesas y sus brazos musculosos.  Su espalda y tórax estaban bien formados gracias Quidditch y sus hombros eran anchos, como debían ser. No había manos delicadas ni silueta fina. Era un chico, realmente era un chico. Aunque solo para comprobarlo, había mirado dentro de sus pantalones.

—¡Sí! —Exclamó con su voz más gruesa y varonil, dando un salto mientras entraba corriendo vestíbulo y casi derrapaba en la entrada del comedor. Ya no tendría que salir en la foto como una mujer, sino como él, como el verdadero Harry Potter.


*  *  *


Dumbledore siguió hablando por espacio de quince minutos más, sonriendo feliz a sus alumnos, más su cantaleta fue interrumpida cuando la puerta se abrió. El silencio se hizo presente, y Severus, que ya intuía de quien se trataba, sonrió de medio lado.

Más su sonrisa se borró cuando la cabeza de Harry se asomó por el hueco.

Muchos tardaron en entender que había de raro en que Harry Potter entrara al comedor, interrumpiendo la ceremonia, eso debía ser normal. Más luego de unos minutos de trabajo cerebral ininterrumpido, las exclamaciones no se hicieron esperar, al igual que los cuchicheos.
Harry sonrió ampliamente y entró con un poco de timidez al salón, buscando a sus amigos con la mirada.

—¿Harry? —Dijo entonces el director.
—Lo siento profesor, no quise interrumpir.
—¿Pero qué te ha pasado muchacho?
—No lo sé —Respondió encogiéndose de hombros—. Supongo que el efecto de la poción debe haberse terminado.

El anciano ya no supo que más decir, miró a Snape se mantenía impávido en su lugar, tieso como una piedra y luego volvió la vista a los estudiantes, que a su vez miraban a Harry.

—Eh… cómo decía…


*  *  *


Cuando el discurso terminó, todos lanzaron un grito de victoria al saberse triunfadores en sus estudios en Hogwarts con honores. Harry, que se mantuvo detrás, corrió hacia sus amigos con emoción.

—¡Soy yo de nuevo! —Exclamó con alegría—. ¡¿Pueden creerlo?!
—¡Sí! —Chilló Hermione—. ¡Y te ves tan bien con la túnica! ¿Cómo la has arreglado?
—Por eso llegue tarde —Torció el gesto el ojiverde—. Fue un lío agrandarla para que me entrara.
—Lamento que la hayan pedido de la medida incorrecta, creo que pensaron que seguirías convertido en chica hasta hoy.
—Debo decir que también lo pensaba, pero me alegra estar equivocado —Miró a sus dos amigos con emoción y luego exclamó—. ¡Estamos graduados!

Harry alzó a Hermione en sus brazos, tan fácilmente como recordaba hacerlo con Ginny, y giró con ella, celebrando como los demás lo hacían.

—Eh, eh, eh, Potter —Le advirtió Blaise después carraspear.
—Tranquilo Zabini, solo quería mimar a mi hermanita —Sonrió divertido y poniendo una mano en la cabeza de la castaña.
—Sí, pero aún no se me olvida lo que estuviste a punto de hacer.
—Ah, pero no iba a hacer nada —Rió—. Yo solo quería que te dieras cuenta de lo que ibas a perder.
—¿Así que era un plan macabro creado por tu mente? —Inquirió, enarcando una ceja.
—Algo así.
—Entonces ya entiendo —Sonrió Blaise—. Aunque no sé si agradecerte o no.
—Dejémoslo así, solo cuida bien de ella ¿vale?
—Eso no tienes ni que mencionarlo —Dijo el moreno, tomando la mano de Hermione y mirándola con mucho cariño. Ella correspondió la mirada y se apegó a su hombro.
—Gracias Harry —Dijo ella—. Eres grandioso.
—Lo sé —Sonrió él.
—Marrullero.
—Y a mucho orgullo.

Ambos rieron y Harry se volvió a Ron. El pelirrojo le extendió la mano con una sonrisa pero Harry no quería solo un apretón de manos. Lo jaló de esa mano y lo atrajo hacía sí, abrazándolo calurosamente. Hermione también se unió al abrazo, dejando a Draco y Blaise con una sonrisa divertida.

—Me alegra que sean tan felices —Les susurró Harry sin separarse—. Soy tan feliz por ustedes.
—Me gustaría que fueras feliz por ti —Dijo Hermione en un susurro también—. Deberías hablar con él Harry.
—¿Hablar con quién? —Inquirió entonces Ron, separándose para verlo con el ceño fruncido—. ¿Por qué a mí no me cuentan?
—Porque no sucede nada —Aseguró Harry—. Hermione está equivocada.
—Pero Harry…
—Eh, eh —Advirtió Harry, como lo hiciera Blaise, moviendo su dedo como un padre sermoneador. Hermione sonrió divertida al escuchar el bufido del moreno.
—Vale, como tú digas —Aceptó—. Solo espero que también seas feliz.
—Ya lo soy —Aseguró sonriente.
—¡Hey! ¡Sigo aquí! —Les recordó Ron—. ¡Me excluyen!
—Ah, tu cállate que tardaste años en decirnos lo de Malfoy —Le golpeó amistosamente el hombro Harry—. Hablando de eso…

Harry se acercó a ambas serpientes y les miró, ellos seguían siendo más altos que él pero igual no era mucha la diferencia a cuando era chica.

—Les deseo lo mejor —Les dijo con una sonrisa afable, que los otros correspondieron—. Aunque lo mejor ya se los he entregado… No me defrauden.
—Pareces un padre, Potter —Se burló Malfoy, estrechando su mano—. Ah, lamento lo de la poción.
—No hay problema —Sonrió—. Todo olvidado.
—Felicidades a ti también Potter —Le dijo Blaise, estrechando también su mano.
—Gracias, igualmente Zabini ¿Sin rencores?
—Cómo la otra vez —Respondió el otro—. Sin rencores.
—¡Hey, hurracas! —Todos se voltearon a ver a Pansy, que sonaba enojada pero llevaba una sonrisa demasiado hermosa en el rostro—. ¡Cállense que van a entregar los diplomas!

Y, efectivamente, en ese momento Dumbledore comenzó a nombrar a cada alumno graduado para hacerle entrega de su diploma. Sin embargo, todos se quedaron mirando a la pelinegra, bueno, no solo a ella, sino al chico que venía de su mano.
Neville les sonrió tímidamente y les saludo con su mano libre.

—Hola chicos.
—¿Neville…? ¿Parkinson? —Inquirió Harry.
—¿Qué haces con Longbottom? —Preguntó Blaise a su amiga, tan asombrado como los demás.
—Pues estamos en nuestra graduación —Respondió ella con su porte altivo y su tono despectivo—. ¿No es obvio?
—Pero… ¿Desde cuándo?
—Desde que te importa, Blaise.
—No seas así Pansy —Susurró Neville, apenado—. Solo somos amigos.
—Ah ¿Solo quieres ser mi amigo? —Inquirió ella—. Vale, Longbottom, si así lo quieres…
—¡No! —Exclamó alarmado—. No… yo, es que tú dijiste… y bueno… yo quiero… pero…
—Ya, ya… mira que tenemos que poner atención —Le dijo, moviendo su mano para desestimar el asunto. Más luego le sonrió.

El estupor de los demás, solo se vio interrumpido cuando el apellido "Granger" salió de la boca del director. Hermione dio un salto en su lugar y luego salió disparada para recibir sus honorarios y premios a mejor alumna junto a su diploma. Blaise aplaudía orgulloso a su novia, al igual que Harry y Ron.
Cada uno fue pasando por el mismo proceso cuando eran llamados, al llegar el turno de Harry, el avanzó hacia Dumbledore, que le sonreía solemnemente y con orgullo. Lo abrazó como ningún otro estudiante se había atrevido y el anciano le palpó la espalda con cariño. Se dirigió hacia los profesores que saludó con un apretón de manos.

Al llegar al último, Snape, su sonrisa titubeó un poco, más luego extendió su mano al profesor. Severus arqueó las cejas sin esperárselo y miró la palma de Harry.

—Gracias por compartir sus conocimientos conmigo, profesor —Le dijo logrando disimular la tristeza que le provocaba renunciar a él.
—Ha sido un placer, Potter —Susurró el pocionista, estrechando su mano—. Qué le vaya muy bien allá afuera…
—Si de algo sirve —Agregó Harry antes de alejarse—. No le odio…

Severus inclinó la cabeza y miró como se marchaba en dirección a Sirius y Remus, que le esperaban con los brazos abiertos. Por un momento efímero, deseó que nada cambiara, que Harry sonriera, justo como en ese momento, por siempre.


*  *  *


—¡Felicidades cachorro! —Exclamó Remus, abrazándole—. ¡Si tus padres te vieran este día!
—¡James estaría orgulloso! —Secundó Sirius—. ¡Lily también!
—Gracias —Sonrió Harry, devolviendo los abrazos—. Me alegra que estén aquí.
—Cómo no íbamos a estar aquí, somos tu familia —Aseveró Sirius—. Además, hay una noticia que debemos darte.
—¿Noticia? ¿Cúal?
—¡Nos casaremos! —Expresó su padrino con júbilo. Remus le tapó la boca, abochornado.
—¿Eh? —Balbuceó—. ¿Qué?
—¡Seremos una familia de verdad! —Siguió Sirius, quitando las manos de Remus que se esforzaba por hacerlo hablar más bajo—. ¡Yo seré el papá y Moony la mamá!
—¡Sirius! —Le reprendió Lupin.

Harry comenzó a reír, feliz por los que consideraba como sus padres y divertido, por la expresión de Sirius.

—Se tardaron un poco ¿No creen? —Comentó—. Siempre creí que estaban juntos.
—¿Eh? ¿Por qué? —Preguntó Remus.
—No sé, siempre estaban juntos y… bueno… siempre creí que… todos nos dimos cuenta que ambos se adoraban y…
—¡Merlín, santo! —Dijo el licántropo dramáticamente—. ¡Todos!
—¡Genial! —Agregó Black, sarcástico—. ¡Éramos los únicos sin saberlo!



*  *  *



En medio del bullicio, que era la celebración al final de la ceremonia. Un escandaloso "Ohhhhhh" se produjo en el comedor. Muchos se pusieron de puntitas para ver lo que los demás venían en casi un semi-circulo que había en un lado del lugar.
Theodore Nott se había acercado a donde estaban Ginny, Dean y Seamus, y había tomado a éste último de la mano y confesado, prácticamente gritado en verdad, su amor por él.

Seamus se quedó estupefacto en su lugar, mirando con espanto al joven de cabellos castaños que le miraba, a su vez, con una decisión casi abrumadora.

—¡Uhhh, ya se supo, ya se supo! —Bromeó Dean, sonriendo con Ginny a su lado. En realidad no se burlaba, solo intentaba que su amigo reaccionara y respondiera algo. Para su mala suerte, Seamus se lo tomó a mal y se alejó bruscamente de Nott, rojo como un tomate.
—¿¡Estas demente!?
—No, yo solo…
—Ah, vamos Seamus —Rodó los ojos Dean—. Bien que te gusta Nott.
—¡Claro que no!
—Claro que sí, tú me lo dijiste.
—¡Que no!
—¡Que sí!
—¡No!
—¡Sí!
—¡Ya, cállense! —Gritó Ginny—. Parecen unos niños, Dean, vamos, esto no es tu problema. Seamus, si lo dijiste y tienes que aceptarlo.

La pelirroja se alejó con su novio del lugar, los ojillos curiosos seguían sobre las dos personas que evitaban mirarse.

—El que me agrades no significa que estoy aceptando algo —Murmuró Seamus, mirando de reojo a sus padres que miraban la escena, asombrados—. Ni siquiera te conozco bien.
—Vale —Sonrió Theo, más aliviado. Su padre, recién salido de Askaban, le miraba con el ceño fruncido hasta niveles inimaginables—. Solo quería que lo supieras antes de irme.
—¿Te vas? —Inquirió casi preocupado Seamus, aunque luego volvió a esquivar la mirada.
—Sí, aunque no ahora, estudiaré medimagia en América, he conseguido una beca completa… Me voy después de vacaciones.
—Ah —Respondió, su voz sonó un poco desilusionada—. Qué suerte, felicidades.
—¿Puedo escribirte? —Pidió Theo con afán—. Lo haré el tiempo que tú decidas. Una vez a la semana, una vez al mes…
—Claro —Aceptó con una sonrisita nerviosa—. Hazlo cuanto quieras y cuando desees… te responderé.
—Muchas gracias —Sonrió el Slytherin—. Nos veremos después, Seamus.
—Claro… Theo —Suspiró el león, mirándolo irse.

Su madre le dio alcance y pasó una mano por su hombro.

—Es un buen chico —Le dijo la señora Finnigan—. Deberías darle una oportunidad…
—¿Eso crees? —Preguntó asombrado, los colores se habían subido a su cara—. Eh… bueno…
—Pero espera… ¿Por qué tú no tienes una beca en América?
—¡Qué! Eh, lo siento madre… Dean me está llamando ¡Ya voy Dean!



*  *  *




Desde su perspectiva, no había persona que luciera más perfecta en ese momento. No había chico y chica en ningún otro lugar que tuviera unos ojos tan brillantes, ni una sonrisa más cautivadora. Los cabellos no importaban… daban un toque de rebeldía y frescura a su imagen.
Tampoco importaba el que ya no fuera una chica, nunca fue la razón por la que se había fijado en él. Todo se había dado de una manera un tanto extraña, originado por un cambio de apariencia y un filtro amoroso no muy poderoso que digamos.

Harry se iba, se le escapaba de las manos. Lo único bueno que se podría sacar de todo eso era que ya no sería su profesor, ya era mayor de edad y ya era un hombre, más no sabía lo que le detenía a correr y pedirle que se quedara a su lado.
Estaba inseguro, estaba indeciso… Potter era un joven radiante de vida, de esperanzas y sueños… él no podría arrebatarle su juventud, no podría atarlo a alguien veinte años mayor, mucho menos como él, oscuro y huraño.

—¿Estás bien, Severus?

Se volvió hacia Dumbledore, que se había percatado de que su mirada estaba clavada en Harry y le miraba de forma preocupada.

"No." —Pensó. Eso era lo que quería decir, más solo dijo—: Sí.
—¿Seguro?
"Claro, estoy dejando ir lo único que cuenta como importante en mi vida… ¿Por qué no habría de estarlo?" —Su mirada se había tornado fría nuevamente, pensando en lo vacías que estarían las horas de allí en adelante. No más sonrisas de Potter, no más miradas de Potter, no más Potter en clases, no más pociones desastrosas de Potter. No más Potter—. Por supuesto.
—Severus…

Se quedó paralizado… ¿No más Potter?



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