Cupido Potter
Ese día, Harry despertó feliz. Se preguntaran… ¿Por qué feliz? ¿Por qué no estaba triste cuando el día anterior estaba llorando como una magdalena? Bueno, él tampoco lo sabía.
Era uno de esos días en el que despiertas feliz como una lombriz sin explicación o motivo alguno, donde la suerte parece ir a tu favor y sientes que todo saldrá bien. Lo comprobó, cuando al bajar a la sala común, pasó a lado de un chico que practicaba un hechizo para encantamientos, desastrosamente a decir verdad. Bueno, el caso era que, si se hubiera levantado un minuto más tarde, o no se hubiera tardado tanto a la hora de ponerse los calcetines, o no hubiese saludado a Romilda Vane al salir del dormitorio, ese hechizo le habría dado de lleno a él.
Pero no, le había dado a un alumno de cuarto que pasaba justo después y ahora, unas bellas y dolorosas pústulas adornaban la mitad de su cara. Sí, había tenido suerte.
Se había enfundado en su ropa antigua, esa que no tenía nada que ver con chicas y sí mucho con chicos. El pantalón le quedaba un poco holgado, dándole un aspecto rebelde. Una camiseta roja y su chaqueta azul oscuro, que también le quedaban algo grandes, ocultaban perfectamente su cuerpo ahora menudo y esbelto. Extrañaba llenar los pantalones casi en su totalidad y también que sus músculos se visualizaran sobre la tela, pero no se quejaba, al menos ya no. Para completar su vestimenta se había colocado un gorro, ocultando su cabello debajo de éste.
Salió andando a paso ligero, por el hueco del retrato y saltó los últimos escalones de la escalera, como un niño pequeño en su día de navidad. Saludó a Luna que bajaba de la torre de Ravenclaw y también a Neville que caminaba por un pasillo de forma habitual. Al llegar al Gran Comedor, entró con una gran sonrisa y la frente en alto. Visualizó a Ron y Hermione, que ya estaba despiertos y desayunando. Bueno, Ron se atascaba con las tostadas mientras Hermione comía cereales en un tazón.
Ambos chicos le miraron cuando se sentó a lado de Ron, tomando la última tostada con mantequilla y mermelada del plato del pelirrojo, éste le miró ceñudo.
—¡Hey! ¡Era mía!
—Tú lo has dicho, "era". —Sonrió él, dando una mordida al pan.
—Ladrón —Masculló Ron, mirando a su alrededor en busca de otro plato que tuviera una.
—¿Cómo va todo? —Preguntó a sus amigos, mirándoles mientras se servía un poco de tocino—. ¿Han estudiado para los exámenes?
—Bien —Respondió Hermione, que había estado mirando a algún lado—. Sí, he hecho un programa muy bueno, deberían intentarlo.
—No lo necesito —Dijo Ron casi con orgullo—. Estoy en algo así como un grupo de estudios.
—¿Grupo de estudios? —Inquirió Harry burlón—. ¿De cuantas personas, dos?
Ron se sonrojó levemente.
—No, somos… varios.
—Vale. Quizá yo si utilice tu sistema Hermione —Le dijo a la castaña, ella sacó la cuchara de su boca y sonrió.
—¿Enserio? —Le preguntó—. ¿Lo harás?
—Ajá —Asintió—. ¿Te parece que empecemos hoy?
—¡Sí! —Casi chilló ella—. ¿Qué te parece en la biblioteca?
—Me parece bien —Aceptó él.
—Lleva tus libros de las materias que más se te dificulten.
—Vale, entonces… ¿En una hora? —Hermione asintió feliz, más de pronto entornó los ojos—. ¿Qué?
—¿Por qué estás tan feliz?
—¿Debe haber un motivo? —Sonrió radiante.
—Supongo que no… pero ayer…
—¿Qué ha pasado ayer? —Inquirió Ron.
—Lo sabrías si hubieras estado en la sala común —Le respondió Hermione, riñéndole dulcemente.
—Eh… tenía, cosas que hacer y…
—Lo sabemos —Atajó Harry—. Sabemos todo.
Hermione le miró con los ojos abiertos ante la indirecta tan directa que le envió. Harry ya no parecía molesto por lo de Malfoy ni siquiera parecía decirlo con malicia, solo le sonrió a Ron tan sinceramente que no pudo evitar asombrarse. En cambio, el pelirrojo palideció deseando que realmente no supiera todo. Su "grupo" de estudios constaba solo de Draco… y él… estando muy juntos, mientras leían. La noche anterior había alargado su ronda de prefecto, tiempo que aprovechó para estar con el rubio.
La castaña se preguntó qué era lo que tenía a Harry de tan buen humor, aunque sus cambios de humor eran muy notorios… primero había estado triste, luego decidido a terminar todo rastro de sentimientos por Snape, y ahora estaba… radiante.
El sonido de las lechuzas al llegar les distrajo de sus pensamientos, una de ellas, parda y rechoncha, derrapó por la mesa hasta Hermione, que pegó un brinco. El ave casi hubiera mojado a la chica de no ser por Harry, que tomó ambos vasos de jugo con una mano antes de que se volcaran y tomó el periódico, que la lechuza había dejado caer, con la otra. La chica le miró asombrada.
—¡Dios, parece que has tomado Felix Felicis! —Le dijo con resuello. Él solo se encogió de hombros.
Le extendió el ejemplar de El Profeta, que ella tomó un poco temblorosa por el susto.
Del otro lado del salón, en la mesa de profesores. Snape miraba a Harry desde que había entrado. En cuanto la linda sonrisa se había hecho presente, fue como si todo el lugar se iluminara y una calidez se extendiera alrededor.
Reconoció esa misma calidez de cuando había sentido su magia en la enfermería. Quizá Harry tenía la habilidad de proyectar su magia al aire, dando a conocer sus cambios de humor. Sonrió casi imperceptiblemente de solo verlo, su felicidad era contagiosa. Sin embargo, las comisuras de sus labios volvieron a su habitual posición al recordar la noche anterior; bajando la mirada de nuevo a su café, que le sabía ciertamente insípido, se preguntó cuál sería el motivo de tanta felicidad en el chico. Le miró de reojo y pensó que, fuera cual fuera, debía estar feliz por él. La felicidad de Harry sería la suya.
* * *
Los tres se habían separado, Ron se había excusado con tener que adelantar una tarea, cosa que no creyó por las miradas que se lanzó con Malfoy en el comedor mientras creían que nadie los miraba, y Hermione había ido a la biblioteca, ella ya tenía su mochila abajo desde antes. Él había subido por sus libros y vuelto a bajar rumbo a la biblioteca.
Entró mirando a su alrededor, hacía mucho que no lo hacía para estudiar. En el lugar no había muchas personas, los demás quizá preferían pasar su fin de semana en el ocio. Se apresuró hacia las mesas, buscando a Hermione pero no la veía.
Cuál fue su sorpresa al encontrarla en un rincón alejado, charlando con Blaise Zabini.
Automáticamente se subió la capucha de la chaqueta y se escondió detrás de un estante, haciendo como que miraba un libro pero en realidad veía a la pareja. Hermione tenía un rubor en las mejillas, que pasaría desapercibido si él no la conociera desde hacía siete años, y sonreía de una forma que no le había visto nunca. Su amiga miraba al moreno cómo si fuera la luz de sus ojos.
Enarcó una ceja al ver cómo le daba un golpecito amistoso en el hombro. ¿De qué se había perdido? ¿Desde cuándo se llevaban tan bien? Y más extraño aún… ¿Desde cuándo Hermione estaba enamorada de Zabini?
Porque lo estaba, reconocía esos síntomas. Era la misma cara que ella hacía cuando en sexto, miraba a Ron jugando Quidditch en el equipo de Gryffindor. Sabía que Hermione había estado enamorada de Ron desde tercer año, y que esa ilusión se había ido por el drenaje cuando el colorín comenzó a salir con Lavender Brown. No que Ron hubiera cambiado, más bien ella se dio cuenta de que, quizá, él nunca le miraría de esa forma. Y extrañamente, así fue, Ron no la veía más que como su amiga. En fin. Sí, a Hermione le gustaba Zabini.
El Slytherin también reía, mientras comentaba algo y señalaba la página de un libro, como si comentara algo que decía allí. Y entonces supo que él tampoco le era indiferente. Blaise mostraba todos los indicios de un chico coqueteando, si lo sabía él.
Pasaba su mano por su oscuro cabello, alborotándolo un poco. Sonreía de medio lado mientras miraba el libro y luego, cuando ella no le miraba, levantaba la vista para verla a escondidas. Hermione estaba inclinada hacia él, leyendo algo en el libro. A Blaise le temblaban las manos por su cercanía y sus mejillas estaban rojas. Harry aguzó los ojos, hasta casi convertirlos en una fina rendija.
Esos dos se gustaban… pero no estaba seguro de que cada uno lo supiera.
De un momento a otro, apareció Pansy, la pelinegra llevaba libros en los brazos y, con su habitual indiferencia, se había acercado a decirle algo a Blaise, después siguió su camino. El moreno miró a Hermione y pareció disculparse. Se levantó, llevándose su libro y luego caminó a paso lento, demasiado lento diría Harry, era como si no quisiera irse.
Hermione le miró y luego suspiro, volviendo la vista a su libro. En ese momento, Blaise volteó a verla y también suspiró. Cuando el Slytherin salió de la biblioteca, Hermione se quedó viendo a la nada.
Entonces se acercó.
—¿Lista para estudiar? —Le dijo, haciendo que ella diera un respingo.
—Sí ¿Has traído tus libros? —Le preguntó un poco atontada.
—Sí.
—Entonces empecemos —Agregó, volviendo a sonreír.
Mientras su amiga le explicaba en plan de estudios, que consistía en partir de lo más fácil a los más difícil, o lo más interesante a lo más aburrido y técnicas para hacerlo no tan soso, Harry se dedicó a observarla. Durante toda la hora y media de estudios en la que estuvo sentado frente a ella, notó cosas a las que nunca había prestado atención.
Su amiga miraba hacia la puerta algunas veces, cómo esperando a que Zabini volviera. Lanzaba suspiros pequeños, casi inaudibles mientras estudiaba y, a veces, paraba su pluma y se quedaba mirando la hoja.
"Es peor de lo que imaginé" —Pensó Harry sin dejar de escribir—. "Ella realmente está enamorada y yo no tenía idea… ¿Qué clase de amigo soy?".
Al terminar de estudiar, se dio cuenta de que el sistema de Hermione si funcionaba, puesto que había aprendido mucho. Cuando salieron al pasillo, ambos se separaron. Harry hizo como que volvía a la torre, mientras Hermione argumentó tener algo que hacer. Pero el azabache solo se había escondido en otro pasillo y sacado su capa de invisibilidad (que siempre llevaba en la mochila) para después echarse encima y seguirla.
Ahora podía verlo. Hermione siempre estaba tratando de ayudar a los demás, a Ron con Malfoy, a él con sus problemas y sus estudios, incluso sabía que había ayudado a Ginny a volver con Dean… pero lo que su amiga no podía hacer, era ayudarse a sí misma. Y nadie le ayudaba tampoco.
Ella se preocupaba más por sus amigos que por lo que sentía, y eso le causaba mucha ternura. Hermione era muy dulce a pesar de su actitud fuerte y avasalladora. Más ahora que la veía abrazando sus rodillas con ese rubor en sus mejillas mientras veía a Blaise hablando con Theodore Nott bajo un árbol, desde una ventana en un pasillo solitario. Suspiro.
No, no podía quedarse sentado y observando. Él tenía que hacer algo por ella, devolverle el favor de todas las veces que le sacó adelante (incluyendo la noche anterior) y ayudarle. Quería hacerla feliz, que el brillo en su mirada se expandiera y que su rostro irradiara luz.
Era lo menos que su hermanita merecía.
Sonrió, estaba decidido, él la ayudaría. Asintió con firmeza y se alejó con su misión en mente. Ahora el sería cupido.
—"Mi nombre es Cupido y mi apellido Potter" —Pensó divertido.
* * *
El plan infalible para unir parejas, por Harry Potter.
Paso uno: Observar.
Con su capa de invisibilidad sobre él, caminaba detrás de Blaise, que a su vez se dirigía a su sala común con Nott a su lado. Ambos, moreno y castaño, charlaban sobre algo relacionado a pociones. Harry casi iba a pegado a ellos, cuidando de no ser descubierto.
—El profesor Snape me ha dicho que tengo talento —Dijo Theo a Blaise—. Pero la verdad es que no le creo, todo lo que sé lo he aprendido de él. Es un gran maestro.
—Sí, lo es —Concordó Zabini—. Pero deberías aprovechar y sentirte halagado, el profesor Snape no le dice eso a cualquiera… quizá le agradas.
Harry se mordió la lengua, intentando no enojarse por eso. La noche anterior había decidido olvidarse de Snape como persona y solo mirarlo como lo que era, su profesor. Ahora la espinita de los celos le atacaba, pero debía sacarla de tirón y pensar en Hermione, ella era su prioridad en ese momento.
—Él… me agrada mucho —Comentó Nott con timidez—. Cuando mi padre entró en Azkaban, me ayudó a superarlo y sentirme mejor… no entiendo que ven de malo en él… es una persona complicada, sí, pero intenta ayudar a su manera.
—Entonces ¿te gusta? —Casi susurró Blaise. A Theo se le colorearon las mejillas.
—No —Se apresuró a decir—. A mí me gusta…
—¿Quién? ¿Quién? —Indagó Zabini, lleno de curiosidad.
—Un chico de Gryffindor —Masculló el otro, Harry tuvo que esforzarse para escucharlo.
—¿Un Gryffindor? —Inquirió Blaise, el otro le cubrió la loca con sus manos.
—¡No hables tan alto!
—Ok, lo siento —Se disculpó—. ¿Y quién es?
—¿Prometes no decir nada?
—Palabra de mago —Sonrió Blaise—. Y de Slytherin.
—Es ese chico… Seamus.
El moreno abrió mucho los ojos, mientras detenía su paso abruptamente, tanto que Harry casi choca con él. Nott estaba rojo y tenía una sonrisita boba en el rostro.
—¿Finnigan? —Exclamó Blaise en voz baja y a Harry se le erizaron los pelos de la nuca. Saco la lengua, intentando sacar la imagen mental que se había formado de Seamus y Nott en una cita a la luz de las velas—. ¿Hablas enserio?
—Sí… me parece, muy ¿lindo?
—¡Asco! —Exclamó el moreno—. ¡Theo, no lo puedo creer!
—No digas eso —Se quejó Nott—. Bah, no lo entenderías, no me importa que sea Gryffindor.
—¿Y quién dijo que el que sea Gryffindor es el problema? ¡Es él, no su casa! ¡Finnigan es un desastre!
—No me importa —Terció el castaño, caminando indignado—. Es mi problema.
—Y vaya problema el tuyo —Ironizó.
—La magia es poder —Le ignoró, diciendo la contraseña para entrar.
La sala común de Slytherin estaba igual a como la viera en segundo año, cuando entró a interrogar a Malfoy sobre el heredero de Slytherin. Los estudiantes estaban algunos sentados en las butacas de cuero negro, mientras otros estaban en las mesas dispuestas para estudiar. El rubio príncipe de las serpientes no estaba allí, naturalmente. Seguramente estaría con Ron en esos momentos. Harry bloqueó de su mente cualquier pensamiento que llevara las palabras "Malfoy y Ron, solos en algún rincón" y se dedicó a seguir a Zabini hasta su habitación.
El Slytherin tenía una habitación pequeña para él solo, no era muy espaciosa pero si muy elegante, como todo lo concerniente a su casa. Zabini aventó los zapatos al azar, dándole a Harry en la pierna con uno, cosa que se disimuló al estar cerca de la pared. El ojiverde lo maldijo en su mente y evitó gritar, como quería hacerlo. Le observó tirarse en la cama, abrazando su almohada.
—¿Qué estarás haciendo ahora, Hermione? —Le escuchó susurrar. No entendía como hacía sido que esos dos terminaran de aquella forma, pero ya lo averiguaría después. Blaise sacó su libro y comenzó a leer, luego se quedó dormido poco a poco con la cara apoyada en las hojas.
Harry bufó, con él no se podría hacer mucho.
Salió de la habitación, cuidando que nadie le viera y atravesó nuevamente la sala común. Salió al mismo tiempo que un par de niñas.
Bien… ya había observado lo suficiente para saber que ambos si estaban enamorados y lo suficientemente ciegos para no darse cuenta.
* * *
El espejo jamás le había mentido. Sí, había algo diferente en él.
¿Qué era? No lo sabía, quizá estaba siendo algo paranoico. Pero no, no era eso… era esa pequeña sonrisa en su rostro al recordar a Harry sonreír. Sí, Harry. Ahora, en su mente claro, lo llamaba así. Era una dicha poder decir su nombre a solas, susurrarlo… Harry.
Su rostro volvió a cambiar, esta vez por una expresión de roca. La noche anterior había besado voluntariamente a la persona de la que se había enamorado. Y la noche anterior a la anterior, se había descubierto gay, lo que era peor.
Quizá era un desorden genético, quizá herencia de su padre y su sangre asquerosamente muggle, no es que detestara a los muggles, detestaba a su muggle padre y su desgraciada persona que le había arruinado la vida. Sí, quizá era culpa de su padre.
Nunca antes se había planteado que le atrajera el género masculino, es decir, su mismo género. Siempre había estado enamorado de Lily Evans. Y quizá, eran esos ojos verdes lo que le hacían sentirse tan extraño al mirar los de Harry. Pero a quien engañaba, al pensar en "los ojos verdes" no pensaba en los de "los ojos verdes de Lily", no, él pensaba en "los ojos hermosos y verdes de Harry", ya lo sabía, estaba irremediablemente enamorado de él.
Podría atribuirle el crédito a la poción "transfigurativa/filtro-amoroso" que el chico inventara con ayuda de su "altruista" ahijado, celoso de él por estar cerca del "pelos-de-zanahoria" Weasley. Sin embargo, ese solo había sido el detonante.
Había descubierto que la poción funcionaba con la cercanía que tuviera con Harry, es decir, entre más lejos, menos proliferación de los efectos del filtro. Y se habían anulado en el momento en que decidiera poner espacio entre los dos. Más, después de que la poción le "obligara" a ver las cualidades y defectos del ojiverde, éstos últimos ya no le parecían desagradables, es más, ahora eran adorables.
Tirarle al otro equipo, bueno, tampoco era malo. O sea, tampoco es que esperara conocer a una mujer y terminara casándose con ella. Sí claro, casarse. Eso era ridículo.
Se alejó del cristal que reflejaba, por primera vez en años, algo más que su miseria y se dispuso a hacer algo más productivo, quizá dar una ronda y bajar puntos le haría bien. Sí, eso era "productivo"… para su casa, al menos.
* * *
Paso dos: Tomar cartas en el asunto.
Severus no había terminado de salir de su despacho, cuando la silueta de Harry pasó por un pasillo contiguo, camino hacia las escaleras. ¿Qué hacía Harry en la sala común de Slytherin? Porque de allí era que venía ¿Verdad?
Se apresuró a ir tras él, total, iban hacia el mismo lugar así que no era "seguirle". Harry iba absorto en sus pensamientos y murmuraba cosas, al parecer estaba muy concentrado. Tanto que no se dio cuenta que su profesor iba detrás de él.
—¿Y sí le digo que lo sé? —Susurró entonces, Snape enarcó una ceja sin entender. Harry negó con la cabeza—. No, es algo muy agresivo… Y qué tal… ¿Enviarle una nota para una cita en el lago? Hmm… eso no suena nada mal… ¿y si le agrego "de quien te quiere en secreto"?
El pocionista frunció el ceño. O Harry planeaba una broma, o quería salir con alguien… esa última idea le desagradaba mucho.
—¡Ya sé! —Exclamó el azabache, alzando el puño en alto—. ¡Admirador secreto! —Volvió a bajar el volumen de su voz—. Sí, sí… es perfecto. Le escribiré algo bonito y firmaré como su admirador secreto… ella no ha tenido nunca uno ¿verdad? ¿Y sí… hago un juego o algo parecido? ¿Enviar detalles con notas y al final del día encontrarse? ¡Sí, eso haré!
Harry aumentó la velocidad de su paso, hasta casi correr. Se le había prendido la antorcha y era la idea más genial que se le había ocurrido, después de todo, solo tenía un fin de semana para poder reunirlos. Snape también aumento la velocidad, su ceño más fruncido que nunca. En su estómago parecía haber una multitud de dragones echando fuego y rugiendo como nunca antes… ¡Potter estaba intentando conquistar una chica!
Jamás en su vida se había sentido tan engañado, tan ultrajado. ¡Potter era un mentiroso! Apenas la noche anterior le había dicho que lo quería (y que lo odiaba, dijo una vocecita en su interior. Vocecita que decidió ignorar) y ahora resultaba que se haría admirador secreto de una niña boba que no…
Se detuvo en seco.
¿Celos? ¿Estaba celoso de una chica? ¿Por Harry Potter? Los dragones en su interior decidieron confirmar la respuesta. No, eso sí que no… Sobre su cadáver.
Mientras miraba a Harry desaparecer en las escaleras, pensaba que quizá era lo mejor, Harry estaba feliz (a pesar de que él no) y así todo estaría bien. Suspiró, si ese era el deseo del pequeño león, bien… él le ayudaría a lograr conquistar a la chiquilla. Con una mueca de asco, se apresuró a alcanzarle y, antes de llegar al vestíbulo, se aplicó un hechizo desilusionador para que nadie le viera seguir "al salvador del mundo mágico". Por lo menos debía mantener su dignidad intacta.
Harry salió disparado por la puerta, hacia la lechucería. Cuando llegó allí, se sentó en un lugar limpio, o que al menos se veía así y sacó pluma, tinta y un pergamino que dividió en varías partes y se dispuso a escribir ambas notas. La primera decía algo parecido a:
"Chica de ojos caramelo, me tienes esperando por ti. Apenas puedo creer el encanto que es amarte, de lo maravilloso que es este sentimiento y apenas puedo creer que eres real.
Tu admirador secreto"
Bueno, no estaba nada mal… nada mal para ser pensado por el-casanova-Zabini, quería decir. Quizá Hermione lo conociera bien, pero él no, así que no sabía que escribir. Había pensado en algo cursi, pero la última vez que había leído algo "cursi" había sido cuando esa nota le llego al gran comedor, diciendo que sus ojos eran verdes como un sapo verrugoso, quizá las notas de Rita Skeeter también entraran en esa categoría, pero no escribiría ni muerto algo así.
Había apelado a su lado sentimental, o el de chica que poseía en ese momento, para escribir una serie de notitas que le haría llegar a lo largo del día hasta que le pidiera que se vieran. Lo mismo para Zabini. Solo que estas notas no eran tan cursis, Hermione no lo era ¿verdad?
Orgulloso de su trabajo, se levantó y miró cada una de las lechuzas que había en el lugar, eligió una, café en su totalidad, con unos ojos inmensamente ambarinos como los de Hedwig, oh, cuanto extrañaba a Hedwig. La llamó y ató la nota a su patita, acariciándola en el pico antes de dejarla ir con Hermione. Eligió otra, atando la de Zabini a ella y salió de la lechucería con una sonrisa enorme en el rostro.
Jamás se enteró que Severus Snape le había observado mientras escribía la de Hermione, fulminando el trocito de papel con su negra mirada.
* * *
—¿Qué tienes ahí? —Le preguntó de forma inocente.
—N-Nada —Se asustó ella, que no le había escuchado llegar—. Es… una nota de Madame Pince, me he dejado un libro olvidado.
—Ya veo —Respondió, intentando no sonreír.
—¿Has visto a Ron?
—No, sigue con Malfoy, lo he visto en el mapa… pero es escabroso pensar en que estarán haciendo para que sus puntitos sean uno solo —Comentó, haciendo una mueca—. Es extraño… que tu mejor amigo no te diga que le gusta alguien por temor a que no lo acepte ¿Verdad?
Hermione asintió vacilante, Harry puso los ojos en blanco al ver que no había captado la idea.
—Malfoy sabe que lo sé —Dijo de pronto.
—¿Qué? ¿Cómo?
—Yo se lo dije, le he amenazado de que no le hiciera nada. Lo ha tomado muy bien.
—¡Se lo has dicho! ¡Tú! ¡Sin que se agarraran a golpes! —Exclamó asombrada.
—Bueno, no es tan malo como pensaba —Dijo, recordando cómo le había tratado de animar—. Creo que en el fondo es bueno…
—Sí, lo es —Afirmó Hermione sin titubear—. Pansy me lo ha dicho.
—¿Desde cuando eres amiga de Parkinson?
—No lo sé —Respondió con sinceridad—. Un día me hablo para disculparse por lo de las tres escobas, creo que de allí todo se olvidó.
—¿Y con Zabini?
—¿Qué? —Musitó alarmada.
—¿Desde cuándo te llevas con Zabini? Ese día en la tres escobas él fue por ti ¿recuerdas?
—Ah, sí —Respondió como quien no quiere la cosa—. Solo hemos hablado un par de veces en la biblioteca, es agradable.
—Querrás decir que te gusta —Murmuró por lo bajo.
—¿Qué dices?
—No, nada —Sonrió—. Entonces…
—Espera… has dicho que Malfoy lo sabe ¿verdad?
—Sí.
—¿Y si se lo dice a Ron?
—No lo hará, le hice prometerlo. Esperará a que Ron decida decírnoslo.
—Ah… vale.
* * *
—¿Qué es eso? —Preguntó Pansy, asomándose por su hombro—. ¿Una nota?
—Eso parece —Respondió Blaise, retirándola de la vista de la chica—. ¿Qué haces aquí?
—¿Ahora es un delito estar en la sala común? —Inquirió ella, sentándose en el sofá frente a él con mucha soltura.
—Creí que no querías hablarme.
—Nunca dije tal cosa, yo solo quería que me dejaras estudiar.
—Eres demasiado bipolar Pansy —Gruñó él—. Vienes cuando quieres.
—Igual que tú —Suspiró ella—. Solo estoy cansada…
—¿De qué?
—De ser la segunda opción —Susurró ella, desviando la mirada hacia una pareja de tercer año que retozaba en una butaca del otro lado. A excepción de esos dos, eran los únicos en la sala.
Blaise la miró, comprendiendo lo que quería decir. Repentinamente se sintió mal. Se levantó de su asiento, guardando la nota en el bolsillo de su túnica y acuclillándose frente a ella.
—Perdóname.
—No hay porque —Respondió ella sin mirarle—. Ya me lo habías dicho.
—Porque no he tomado en cuenta tus sentimientos. Lo lamento, eres mi mejor amiga.
—Lo sé —Suspiró ella—. Siempre seré la mejor amiga.
—Me gustabas —Confesó él, Pansy le miró con una ceja arqueada—. Desde que te vi en primer año… hasta tercero, donde comprendí que yo no te gustaba.
—Vaya… me atrase un año entonces.
—¿Qué quieres decir?
—Me empezaste a gustar en cuarto, desde el baile de navidad —Confesó esta vez ella.
—Merlín santo —Sonrió él—. Cuando Draco te dejó.
—Ah, Draco es un idiota —Sonrió también—. ¿Sabes que anda con Weasley?
—¿Con Weasley? —Inquirió—. ¿Cómo? ¿Desde cuándo? ¿De qué me he perdido?
—Desde… el viernes creo. No lo sé realmente.
—¿Cómo lo supiste?
—Por Granger —Se encogió de hombros—. Ella me lo ha dicho y ambas hemos intervenido en la gran estupidez que son sus vidas para que se declararan mutuamente… no, te miento. Draco ya se le había declarado, solo ayudamos a que Weasley lo aceptara.
—¿Tú y Hermione?
—Vaya, hasta que la llamas por su nombre —Se burló—. ¿Cuándo se lo dirás?
Blaise cambió su semblante y se levantó, yendo a sentarse en el sofá de nuevo con los hombros caídos.
—Nunca —Suspiró.
—¿Nunca? —Replicó—. ¿Por qué?
—Yo no le gusto.
—¿Cómo lo sabes? —Rodó los ojos, pensando "Ah, pero que cabezota" —. ¿Te lo ha dicho?
—No pero, solo lo sé —Respondió de forma un poco brusca—. Quizá deba… mirar hacia otro lado.
—Bah, hombres —Gruñó Pansy levantándose y yendo a su habitación—. ¿Bajaremos a comer?
El moreno asintió, una vez su amiga desapareció, sacó la nota de su bolsillo, leyéndola de nuevo.
"No puedo explicarte lo que siento, eres cómo algo inalcanzable, tampoco es que sea buena haciéndolo, para ser sincera. A veces pienso que no eres real, que te desvanecerás de un momento a otro… Solo puedo decirte que me gustas, Blaise Zabini.
Tu admiradora secreta"
Eso era una broma ¿Verdad? Un momento… ¿Weasley estaba con Draco? ¿No estaba con Hermione?
—¡Oye, Pansy!
* * *
Para enviar la siguiente nota para Hermione, era necesaria la ayuda de alguien más. Harry bajó a las cocinas, donde se encontró con su viejo amigo Dobby. El elfo estaría feliz y contento de poder ayudarle, así que le encomendó la tarea a él.
Llegó al Gran Comedor a la hora del almuerzo, donde se sentó con sus amigos en la mesa de Gryffindor. Ron ya estaba allí, lucía feliz mientras devoraba muslos de pollo. Él se sirvió un poco de pastel de carne con salsa al igual que Hermione. Comieron mientras charlaban sobre lo que harían al salir de Hogwarts, animadamente.
Al terminar, Hermione alejó su plato, satisfecha. Más en ese lugar, apareció un pequeño pastelillo de crema, que tenía una flor de azúcar de color rosa encima. Junto al pastelillo venía una nota:
"Sé que cuando te bese, podré saber que tan dulce puede un beso ser. Eres como el sol de verano, tu cálida luz siempre llega a mí.
Tu admirado secreto"
—¿Qué es eso? —Preguntó Ron con la boca llena, mirando el pastelillo con ojos iluminados.
—U-Un pastelillo —Respondió Hermione.
—¿Por qué te han dado un pastelillo y a mí no? —Se quejó el colorín.
—Es de su admirado secreto —Respondió Harry, haciendo como si se alejara del hombro de Hermione.
—¡Harry! ¡Es privado! —Le riñó la castaña, roja hasta las orejas.
—Somos tus mejores amigos, no es que puedas guardarnos secretos —Sonrió él—. ¿O sí?
—C-Claro que no…
—Vale, vale.
—¿Quién es tu admirado secreto? —Harry rodó los ojos.
—Es obvio que no sabe Ron, por eso es "se-cre-to".
—Bueno… solo decía.
En ese momento… Blaise entró con Pansy en el comedor, y buscó con la mirada a Hermione para luego volverla al frente. Harry sonrió de medio lado.
—¿Me das un pedacito del pastelillo que te dio tu admirador, Hermione? —Dijo en voz alta, el moreno se detuvo, tenso hasta el último músculo.
—No —Respondió ella—. Es para mí. Además es muy bonito para que lo coma.
—Oh, es que se ve tan rico —Hizo un puchero.
Zabini continuó su camino, tieso como nunca. Pero no era el único, Snape también se había tensado en su silla al escucharle. ¿Así que era Granger?
* * *
Paso tres: Hacer el baile de la victoria.
Harry apenas y había salido del comedor, cuando volvió a la lechucería, corriendo como un rayo. Escribió otro par de cartas y regresó al castillo.
Cada nota decía
"¿Quieres conocerme? Te espero en veinte minutos en la biblioteca, cerca de la sección prohibida."Sí, era un poco precipitado citarlos tan pronto, pero ya no tenía ideas y quería que lo supieran ya. Se dirigió al lugar de encuentro y se escondió detrás de un estante. A su lado, Snape también se había escondido; le había seguido todo el tiempo, esperando poder despellej… es decir, ayudarle a conquistar a Granger.
La chica apareció, puntual y se recargó en un estante, nerviosa. Esperó por alrededor de diez minutos… pero Blaise no llegaba.
"Demonios Zabini" —Pensaba Harry, viendo como su amiga miraba desilusionada el lugar—. "Ni se te vaya a ocurrir dejarla plantada que te mato"
Pero su amenaza no podía ser escuchada, cinco minutos después, Hermione suspiró, resignada a que había sido una broma.
"No, no. ¡No te vayas!" —Gritó en su mente. Detrás de él, Snape se preguntaba porque rayos no saldría a hablar con ella… además de que se sentía un acosador de primera.
Desesperado, salió de su escondite.
—¡Espera, Hermione! —Exclamó, alcanzándola unos pasillos más adelante. Ella se volteó hacia él.
—¿Harry? —Preguntó—. ¿Qué haces aquí?
—Ah… yo… —Balbuceó—. Yo… es por… lo de tu admirador.
—¿Mi admirador? ¿Cómo sabías que…?
Harry se mordió el labio, sin saber que más hacer. Ya se había delatado, así que… bueno, no había muchas opciones. Suspiró. Y entonces… vio su oportunidad.
—Yo… yo soy tu admirado secreto.
Hermione palideció e inmediatamente volvió a enrojecer. Snape apretó la mandíbula al verla, esperando no tener que lanzarle una maldición si se atrevía a rechazar a Harry. El ojiverde, se acercó a ella y le tomó las manos.
—H-Harry… yo…
—Lo sé —Le atajó en un susurro—. Solo intento ayudarte…
La castaña le miró sin entender, Harry comenzó a acercar su rostro al suyo con mucha, demasiada, lentitud. Más lo siguiente que supo fue que su amigo estaba en el suelo, con una mueca de dolor en su femenino rostro.
—¡Eso sí que no, Potter! —Rugió Blaise—. ¡Ella es mía!
Miró al moreno, que se alzaba amenazante frente a Harry. Su corazón latió desbocado por sus palabras.
—Tranquilo Zabini —Dijo Harry, poniéndose de pie—. No es lo que…
—¡Cierra el pico! —Bramó el otro—. ¡Y no vayas a decir que no es lo que parece! ¡No estoy ciego!
—Está bien, está bien —Dijo, levantando las manos en son de paz—. Toda tuya, yo ya me voy…
Se alejó por el pasillo, en el que al final Madame Pince les miraba enojada, bajo la mirada furiosa de Blaise. Atrás de él, Snape miró a su serpiente con una rara mezcla de ganas de matarlo y ganas de abrazarlo, había arruinado la oportunidad de su pequeño león con la sabelotodo. Harry hizo como que se iba, pero se escondió detrás de un estante, jalando a la cacatúa de la bibliotecaria con él y pidiéndole silencio cuando el moreno dejo de verlo, estaba sonriendo.
Y a Snape le cayó el veinte.
Zabini se volteó a Hermione, mirándola ceñudo. Ella tenía una expresión entre asustada y llorosa, con un sonrojo en sus mejillas.
—Yo… —Musitó, temblorosa. Blaise relajó sus facciones.
—Lo siento —Exclamó, culpable—. Yo no quise… interrumpir, es solo que… Iré por Potter, lo siento de verdad.
—¡No! —Le interrumpió ella—. No… te lo agradezco, yo no sabía que Harry… él no, me gusta de esa forma.
—¿Ah, no?
—No… a mi… me gusta otra persona.
—¿Weasley? —Preguntó con amargura.
—No… él y yo… somos amigos solamente.
—Oh..
—Sobre lo que dijiste…
—¿Eh?... No, o-olvidalo… yo
—¿Es verdad? —Preguntó ella, ignorándole—. ¿O bromeabas?
—No… yo… de verdad me gustas.
Hubo un silencio algo incómodo en el que no se miraban, hasta que Hermione tomó aire y le miró.
—También m-me… gustas —Soltó ella, mirando hacia abajo con las mejillas coloradas.
—¿H-Hablas enserio? —Hermione asintió.
—Me has gustado… desde hace mucho tiempo. Pero siempre creí que te gustaba Pansy…
—No… solo somos amigos.
—Parece que hemos sido un par de tontos —Rió Hermione.
—Eso parece —Sonrió el también.
Exasperado porque ninguno de los dos parecía querer hacer otra cosa más que sonrojarse y mirar a otro lado, Harry bufó. Snape sonrió, enternecido por su intento de querer hacer de celestina. Sacó su varita de la túnica y de un movimiento, empujó a Blaise sobre la chica. El moreno se acercó a ella tímidamente, besándola.
Bueno… había dicho que ayudaría a Harry ¿verdad?
Y hablando de él, había saltado, tomando a Madame Pince haciéndola girar en un ridículo baile, feliz por su victoria.
—¡Siiiií! ¡Se han besado! —Canturreaba el ojiverde, moviendo las piernas de una forma extraña.
—¡Silencio! —Ordenó la mujer, dándole en la cabeza con un pergamino, que tenía en la mano.
Severus se contuvo de reír. No cabía duda, Harry se moriría de hambre si trabajara de cupido.
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