Dos tríos de corazones enamorados
Harry caminaba por los pasillos arrastrando los pies y consigo llevaba una nube negra que hacía que todo aquel se estuviera cerca se alejara. Aquella semana había sido la peor de todas, lo deberes fueron muy duros y las clases espantosas. Pociones en especial.
Snape ya no le miraba siquiera, le ignoraba como ninguna otra vez y parecía ser invisible. Aunque así lo prefería, no quería verle a la cara y sentir esa furia nuevamente. Había logrado pasar la pre-prueba que le pusiera Hermione con un "aceptable" y eso le agradaba, ya que no había estudiado nada y estaba de un humor pésimo, se sentía peor que una sanguijuela.
Lo único quizá que lograba distraerle era jugar un poco de Quidditch, nada mejor para despejarse que montar en tu escoba y dejar que el viento te guíe. Pero ese día no podía.
Afuera el cielo estaba nublado, reflejando su estado de ánimo. Salió a los jardines y se dirigió a la orilla del lago, ignorando a su paso a los estudiantes que regresaban corriendo al castillo para estar bajo resguardo de la lluvia que se avecinaba. Pronto se halló frente a una gran roca, donde aventó su mochila y se deshizo de su túnica. Al quitársela, solo quedo con la blusa y la falda del uniforme, en su brazo había una marca rosácea donde hasta hace un tiempo había una herida dolorosa que ya había sanado en su totalidad. Miró el horizonte con lo que parecía ser melancolía. Al tiempo que el viento comenzaba azotarle la cara, estiró los brazos e inhalo fuertemente, sintiéndose inmaculadamente libre.
Una gota le golpeó el rostro en su descenso hacia el suelo y resbaló por su mejilla. En un segundo, muchas otras le imitaron. Lo frío del agua trapazó la tela de su ropa y mojó todo espacio en él. En lugar de sentirse incómodo, se sintió más vivo que nunca. Se olvidó de toda sensación que no fuera aquel intenso frío que le calaba los huesos.
Ya sentirse triste no tenía sentido, Snape le odiaba, se lo había dicho. Pero ni el frío podía evitar que doliera, que doliera el rechazo ¿Pero por qué? ¿Qué era diferente ahora?
El frío comenzó a hacer su labor y hacerle sentir mal, no había sido tan buena idea después todo.
Ah, cierto. Lo diferente era que ahora él no le odiaba. Pero ¿qué más da? Si las cosas eran así, tenía que resignarse y aceptarlas.
En ese momento el agua, que continuaba cayendo sobre él, dejó de penetrar con helada intención en su piel, ahora se sentía tibia y reconfortante, levantó la mano con la palma hacia arriba conteniendo las gotas que caían. Muy extraño.
—¿Acaso está demente?
La voz a su espalda le sorprendió más no lo demostró, se volvió para ver a su profesor de pociones mirándole enojado. Llevaba una capa que parecía repeler el agua y tenía la varita en ristre, lo cual explicaba el cambio repentino de temperatura a su alrededor. Regresó el rostro hacia el lago nuevamente y posó la vista en su mano.
—Sí, puede ser —Respondió en tono neutro.
—Regrese al castillo, ahora —Ordenó Snape—. No seré yo quien le diga a Dumbledore que pescó una pulmonía por su insensatez.
Harry se giró completamente a él con el ceño fruncido, no quería irse, quería quedarse allí y morir si era posible, morir libre. El hombre le miró de arriba abajo y Harry pudo ver un leve rubor teñirle las pálidas mejillas pero se desvaneció tan rápidamente que creyó haberlo imaginado. El hombre volteó la cara hacia otro lado.
—Cúbrase Potter.
El ojiverde enarcó una ceja y se miró, estaba totalmente empapado, su blanca blusa se había vuelto prácticamente transparente por la humedad y se pegaba a su cuerpo, evidenciándolo por completo. Bufó al entender porque evitaba mirarle, su ropa interior podía marcarse debajo pero él no tenía la culpa de eso, no había pensado en esa posibilidad, ni tendría porqué, ese cuerpo solo le traía problemas.
Se acercó a la roca, se colocó su túnica y tomó la mochila. Al verlo cubierto Snape desactivó el hechizo y el agua cayó sobre Harry como un balde de agua helada. Se abrazó a sí mismo y comenzó a tiritar, aunque no lo supiera, sus labios se había vuelto un poco azules.
—Venga.
Harry comenzó a caminar hacia el castillo pero Snape, cuando lo tuvo cerca, alargó el brazo y lo pasó por sus hombros, atrayéndole hacia él y le cubrió con la capa. Al estar debajo Harry sintió la calidez de un hechizo de calefacción, el hombre le apegó a su cuerpo cubriéndole hasta la cabeza con la capa. Comenzó a caminar y el ojiverde le imitó automáticamente.
Sentía sus mejillas ardiendo y su corazón golpearle las paredes torácicas con gran fuerza. Snape le estaba abrazando y protegiendo, algo en su interior se hinchó de felicidad pero se sintió muy aturdido. Snape le odiaba ¿Verdad? Él se lo había dicho. Entonces ¿Por qué le protegía?
El frío se esfumó casi de inmediato y sintió el calor que emanaba, no el hechizo, sino el hombre a su lado. Se apegó más a él en busca de más contacto y recargó la cabeza en su torso, se sentía muy bien allí. Ya no le importaba nada pues Severus no le había apartado. Suspiró quedamente.
Entonces lo supo.
Lo que más deseaba era quedarse allí para siempre, quedarse con él. Ese era su lugar, a su lado, sintiendo los latidos acelerados y ese calorcillo que recorría cada rincón de su cuerpo, sí, ahora estaba seguro, lo que él más deseaba era a Severus Snape.
En cambio para éste, todo era más confuso aún y parecía no aclararse con nada. Sentía el menudo cuerpo de Harry junto a él, acoplándose perfectamente al suyo. Ya no le calentaba el hechizo, sino Harry. Y no le importaba que estuviera mojado, empapándole a él de igual forma. Un hormigueo se situaba en la palma de su mano que apresaba el hombro de su alumno.
No entendía porque estaba haciendo aquello; iba camino al comedor cuando le vio por una ventana y, sintiéndose responsable de si enfermaba, se dirigió a él. Al verle tiritar, tan frágil, algo en él se movió, recordando cuanto le hizo enojar aquella vez que hasta se lastimo a sí mismo y todos sus intentos por alejarse definitivamente de Harry Potter se fueron por el caño.
Y eso fue peor, porque ya había sentido una mejora en cuanto a los efectos de la poción. Ya no tenía esa desesperación por verlo, seguía pensándole sí, pero con menos fuerza. Era como si la poción estuviera perdiendo su efecto, sin embargo, ahora estaba allí, con él. Todo era una maraña de sensaciones.
Ambos caminaron hacia la entrada y subieron la escalinata, al estar bajo resguardo del techo, Snape le soltó y él salió de debajo de la capa, separándose. Los dos sintieron un repentino y frío vacío. Harry volvió a tiritar pero en un movimiento de varita del pocionista estuvo completamente seco. Levantó la mirada que había bajado y le miró intentando sonreír, aunque no lo consiguió.
—Se lo agradezco, Señor.
Snape solo asintió en respuesta y ambos se sumieron en un silencio en el que solo se miraban fijamente.
* * *
—Hola Granger, veo que si recibiste mi nota —Le saludó Pansy cuando llegó a los invernaderos, donde le había citado.
—Sí, hola —Respondió insegura—. ¿Para que querías verme?
—Pues para hablar ¿Para qué más?
—¿Hablar de qué?
—Bueno es algo obvio ¿no crees?
Hermione suspiró armándose de paciencia y tomó asiento en una banca, Pansy le imitó y se sentó cruzando una pierna con aire casual, la pelinegra le sonrió esperando alguna respuesta. Pero Hermione no quería hablar de nada, al menos no con ella. Aún no sabía si la pelinegra estaba de broma con hablarle, el hecho de haberle dicho que eran rivales no hacía más que ponerle inquieta, ya que eso quería decir que buscaba ganarle aquel corazón.
—¿No dirás nada?
—No tengo nada que decir.
—Ah, vamos —Bufó—. Quiero saberlo todo. Desde cuando te gusta y porqué, para empezar.
La castaña bajó la mirada ceñuda y se mordió el labio, no quería decirle alguna palabrota a su compañera a pesar de que Pansy le había dicho muchas a ella. Pero ella no era así.
—No creo que eso sea de tu incumbencia.
—Claro que lo es —Respondió con una sonrisa—. Bien empezaré yo.
Hermione rodó los ojos sin entender el punto de todo eso. Pansy apoyó las manos en la banca y miró al techo del invernadero.
»Me gusta desde cuarto, durante el baile de navidad. Draco había ido conmigo pero a media velada una Beauxbatons se acercó a nosotros y él ni siquiera me miró para hacerme saber que se iba con ella, me dejó a medio camino de la pista para ir a bailar.
—Vaya, que caballero —Ironizó—. Yo pensaba que eran novios desde siempre y seguían siéndolo.
—Solo somos amigos, siempre ha sido así. Draco me gustaba mucho antes de eso pero me di cuenta que es un idiota —Se burló—. Y que le gustan los hombres.
—¿Qué? —Preguntó asombrada—. ¿A Malfoy le gustan los hombres?
—Claro, nadie más lo sabe, lo oculta muy bien. Pero para mí que soy su mejor amiga es cómo intentar ocultar que tienes un barro en la nariz.
Hermione sonrió ante la comparación y se preguntó qué clase de "mejores amigos" eran si ella andaba ventilando sus secretos, ella no haría lo mismo con sus amigos.
—Entonces ¿tú eres su mejor amiga?
—Sí y Blaise su mejor amigo —Afirmó—. Somos algo así como ustedes pero en versión Slytherin y sobre todo en versión mejorada.
—Sí, ya lo veo —Sonrió. La Gryffindor no encontraba parecido, solo en el hecho de que eran dos chicos y una chica.
—Bueno, me he desviado del tema —Musitó Pansy—. Cuando Draco me dejo sola me sentí muy humillada, no sabía hacia dónde mirar y simplemente decidí irme. Sin embargo, él llegó antes de que lo hiciera y me sacó a bailar. Fue muy atento conmigo y trató de animarme. Su pareja también se había ido con un búlgaro así que nos hicimos compañía.
—Vaya, los Slytherin sí que saben de fidelidad.
—¡Agh! Todos a excepción de él y yo son idiotas allí. Los leales son los Hufflepuff así que supongo que allí andan todos los buenos.
—Sí, quizá.
—Pero él es la excepción ¿verdad? —La leona asintió con una pequeña sonrisa—. Vale, ahora es tu turno.
Tomó aire, no tenía inconveniente en contárselo a decir verdad.
—Fue en sexto.
—Oh vaya, te llevo ventaja.
—Sí, creo que sí —Hermione se encogió de hombros—. En ese tiempo me gustaba Ron pero él estaba con la tontaina de Lavender.
—Cierto, la niña cursi.
—Sí, es odiosa —Bufó—. Bueno, estaba en la biblioteca intentando distraerme, estaba todo muy solitario. Entonces reparé en que él también estaba allí —Sonrió, recordando aquel momento en que sus miradas se cruzaron, había sido la primera vez en que reparaba en él realmente—. En ese momento no le di importancia pero él se acercó y me preguntó si estudiaba para Defensa. Le dije que sí y me preguntó si podría hacerle algunas preguntas a modo de forma de estudio.
Pansy le miraba en silencio, reconociendo que la castaña sonaba muy dulce al hablar de él. La expresión de su rostro denotaba lo mucho que le gustaba y el rubor solo afirmaba lo que ya sabía.
»Para serte sincera le miré mal pero él siguió sonriente y se sentó. Comenzó con el ejercicio para mostrarme como era —aunque yo ya lo sabía— y lo encontré divertido. Al poco rato estábamos haciendo una trivia de DCAO y nos reíamos mucho cuando fallábamos. Madame Pince nos regañó por el ruido y nos echó de la biblioteca, oh, fue tan vergonzoso ¡Era la primera vez que me echaban de allí!
—Qué desgracia —Se burló sin ánimo. Hermione no lo notó.
—Sí, a partir de allí nos reuníamos en un aula para estudiar juntos durante algún rato —Confesó apenada—. Era muy gracioso y me divertía con él. Creo que fue allí donde me comenzó a gustar, no había tenido a alguien con quien estudiar y tontear al mismo tiempo. Ron y Harry son muy diferentes.
—¡Aja! Así que eso es lo que hacía cuando se desaparecía y luego regresaba sacando Supera las Expectativas en todo.
—Es muy inteligente.
—No tienes que decírmelo —Bufó—. Siempre me dice que debería estudiar más. Es un cerebrito.
Ambas sonrieron al encontrar una cosa en común que les gustaba de él. Pansy suspiró y miró a la nada, debía aceptarlo… Hermione estaba en piso seguro.
—¿Y porque no le has dicho? —Quiso saber Hermione.
—¿El qué?
—Que te gusta.
Pansy se encogió de hombros y una tristeza inmensa se reflejó en sus ojos, Hermione no estaba consciente de que aquello fuera posible.
—Ya lo sabe.
—¡¿Lo sabe?!
—Sí.
—¿Y porque no salen juntos?
—¿Por qué no se lo preguntas a él Granger, y ya de paso le dices lo que sientes? —Propuso, volteando la mirada hacia el lado contrario.
Se mordió el labio al sentirse tan frágil por esas palabras. Entonces reparó en la alta figura de un joven que estaba con unas tijeras de jardinería en la mano, quizá había estado recortando los brotes de una planta muy rara que estaba a poca distancia de allí y dejó de hacerlo cuando llegaron ellas. Su mirada se conectó con la suya y él se sonrojó para luego esconderse detrás de la mesa, un mechón de cabello aún se veía por sobre esta.
—Bueno… yo no…
—Granger —Suspiró Pansy y alzó la voz para que el chico le oyese—. Hay un fisgón aquí y todos nuestros secretos han sido escuchados.
—¿Qué? ¿Quién?
Hermione se alarmó ante lo que la Slytherin decía y volteó a todos lados buscando a alguien pero no vio ni un alma. Detrás de la mesa, el chico se había hundido mucho más en el lugar al verse descubierto. Pansy sonrió ladinamente y se levantó.
—Nos vemos luego Granger, recordé que deje algo pendiente.
Pansy salió con su paso elegante y altivo del invernadero. Su mirada estaba apagada, ahora sabía que la lucha estaba perdida, pero a pesar de eso no pensaba darse por vencida. No aún.
* * *
Al llegar a la sala común, Harry se tiró en una butaca con pesadez. Ron estaba sentado ya en otra, leyendo un ejemplar de El Profeta, lucía muy concentrado y Hermione no estaba. Se quedó mirando al techo sin querer siquiera moverse. Ron se acercó a él cuando notó su presencia.
—¿Estás bien? —Preguntó preocupado. Harry le miró de reojo y asintió—. ¿Quieres hablar?
Harry no respondió de inmediato, meditó sobre si debería o no contarle a su amigo lo que le sucedía, no estaba seguro de si lo tomaría bien. Ron esperó paciente, pero miro hacia el suelo, el también estaba en la misma interrogante, contar o no contar a Harry su situación.
—Hay alguien—Dijeron al unísono. Ambos se miraron sorprendidos de su similar reacción. Fue un momento tan único, los dos se colorearon al mismo tiempo y contuvieron la respiración si saber si debían continuar o esperar a que el otro lo hiciera.
—Es decir —Volvieron a decir a la par—. Tú primero… no, tú…
Se sonrieron divertidos y Ron se rasco la nuca apenado, Harry se levantó y jugó con sus manos un poco.
—Tú primero —Le animó Harry.
—Vale —Aceptó Ron, inspiró hondo y se armó de valor—. Alguien se me ha confesado.
Harry abrió los ojos sorprendido, a su amigo se le colorearon las orejas y le animó a seguir con gesto de las manos.
—¿Quién? —Preguntó al no recibir respuesta.
—Eh… bueno… ese es el problema.
—¿Hermy?
—No, es…
Se volvió a quedar callado no sabiendo cómo sacar a relucir ese nombre de su garganta.
—Tranquilo, puedes tomarte el tiempo necesario —Dijo Harry entendiéndole a la perfección.
—Mejor no te diré el nombre —Musitó Ron realmente avergonzado, no podía darle ese disgusto a su amigo—. Digámosle "el innombrable".
—Epa que tampoco es Voldemort ¿O sí? —Bromeó Harry.
—Bueno, que tal "él" —Sonrió.
—Vale, será "él"… Ahora ¿Por qué es un problema que "él" se te haya declarado?
—Porque es un idiota.
Ron frunció el ceño e hizo una mueca, Harry sonrió y puso su mano sobre las de él.
—¿Alguna otra razón?
—Ah sí, lo detesto.
—¿Lo detestas? —Inquirió perspicaz—. Yo creo que no.
El pelirrojo titubeó y un rubor se asomó en sus mejillas. Harry sonrió satisfecho.
—Bueno… es que, ahora no puedo mirarlo de la misma forma…
—Sí, te comprendo.
—¿Qué debo hacer?
—Dejar que todo fluya —Sonrió—. Si te agrada, dale una oportunidad para que demuestre que vale la pena.
—Pero es que ha cometido muchos errores…
—Es la primera oportunidad que le das —Harry se encogió de hombros—. Supongo que es válido.
"Si supieras quien es no dirías lo mismo" —Pensó Ron con ironía—. Vale… creo que tienes razón
Ron le sonrió y Harry se emocionó de haber sido de ayuda a su hermano.
—Vaya Harry, no pensé que me dieras un consejo tan bueno.
—Supongo que esta condición debe tener sus ventajas —Dijo—. Es algo odioso pero las chicas saben más de estas cosas. Siendo una he observado todo de otra manera.
—Eso suena escabroso —Respondió Ron conteniendo un escalofrío.
—Lo es, créeme.
—Ahora dime tú lo que ibas a decir —Harry se coloreó nuevamente y sintió un nudo en la garganta.
—Bueno, es algo parecido. También le dejaremos en "el otro" ¿Vale?
—Espera… ¿Se te ha declarado un hombre también?
—No.
—¿Te has declarado a un hombre?... Espera… ¡¿Te gustan los hombres?!
—¡Baja la voz!
Harry le tapó la boca antes de dijera algo más.
—Déjame terminar —Pidió—. No, no me gustan los hombres.
Ron se relajó visiblemente y Harry le soltó.
—¿Entonces?
—Solo me gusta él —Respondió Harry haciéndose pequeño en el sofá—. Bueno, antes no pero ahora sí y no sé qué hacer tampoco. Sirius ha dicho que es por la poción pero no estoy tan seguro.
—Yo también creo que es por la poción —Terció Ron—. Si dices que no te gustan los hombres.
—Bueno pero, lo difícil es saber si él siente algo por mí.
—¿Por qué no le preguntas?
—No es necesario —Respondió bajando la mirada—. Me ha dicho que me odia.
—Lo siento Harry —Esta vez fue Ron quien tomó sus manos—. Seguro es un idiota o no le gustan los hombres.
—No lo sé Ron, sus acciones me demuestran que me quiere… pero creo que lo hace obligado.
—¿Obligado? ¿A qué te refieres?
Ahora sí no supo que responder, si lo hacía la identidad de Snape sería revelada a su amigo y aun no quería que eso pasara. Entonces ¿Cómo expondría su caso a Ron?
—Eh, ya sabes, porque yo siento algo por él… quizá lo hace por lastima.
—Esto es complicado.
—Sí, mucho —Concordó.
—¿Y si le provocas celos? —Exclamó Ron con un nuevo brillo en los ojos—. Para que entienda lo que siente por ti.
"Eso no sería nada difícil" —Pensó Harry. Después de todo, la poción le hacía actuar posesivo y sería algo fácil con solo acercarse a otra persona, tal como fue con Sirius. Ese plan no funcionaria.
—Creo que será mejor que me olvide de él.
—¿Te rendirás? ¿Así de fácil? Así no eres tú Harry.
—Pero sé reconocer cuando un caso está perdido.
—Bueno, sea cual sea tu decisión. Yo te apoyaré.
Harry le sonrió agradecido, pero en su interior sentía una gran pena ¿Qué haría con ese sentimiento desbordante que crecía más y más dentro de él?
—Jamás pensé vivir para ver este momento.
Ambos chicos se sobresaltaron al escuchar aquella voz a sus espaldas, Hermione sonrió divertida y se sentó frente a ellos. No le habían oído llegar y había escuchado la mayoría de la conversación, ante tal cosa se sentía orgullosa de ver que se apoyaban entre sí. Y mucho más que se confesaran sus secretos.
—Ustedes dos hablando sabia y cuerdamente ¡Debe ser el apocalipsis! —Bromeó—. ¿Qué sigue? ¿Los cuatro jinetes de la Biblia?
Ambos chicos le miraban avergonzados por haber sido escuchados.
—Vale, ya entendemos —Comenzó Ron—. Pero el papel de bromista no te queda Hermy, tienes que aceptarlo. Sí vas de comediante te mueres de hambre.
—Ya va, ya va. Me calmo —Sonrió—. Entonces a ambos les gusta alguien.
Hermione sonrió burlonamente. Ella creía saber quiénes eran aquellas personas.
—¿Algún consejo? —Preguntó Harry.
—Hmm, no —Respondió—. Con los que han dicho es más que suficiente.
—¿Y tú? —Inquirió Ron perspicaz.
—¿Yo qué?
—¿Te gusta alguien?
La castaña suspiró, esa pregunta ya la había respondido más veces de las que hubiera querido hacerlo.
* * *
—¿Draco?
El rubio reaccionó al escuchar a su amiga tan cerca, estaba sentado en un sofá de la sala común de Slytherin y la pelinegra pasaba una mano por su cara.
—¿Qué pasa, Pansy?
—Llevo horas llamándote y me ignoras —Bufó—. El enamoramiento te cae mal, Draqui.
La cara de Malfoy se coloreó y se cruzó de brazos ceñudo, le volteó la cara.
—Ya deja de viborear, Pansy.
La chica volteó para ver a Blaise que se había acercado y sentado en el mismo sofá que ella. Tenía una sonrisa por lo hilarante de la situación. Ella no le respondió y se reclinó al otro lado recargando la cabeza en su mano que a su vez se apoyaba en el reposa brazos y subiendo las piernas al mueble. Se fingió indignada.
—¿Aun estás molesta? —Preguntó el moreno recargándose del otro lado y estirándose.
—¿Molesta? —Inquirió Draco—. ¿Pelearon?
—No exactamente —Respondió Blaise—. Es solo que a Pansy se le ha soltado la lengua y no me ha gustado para nada, así que la reprendí.
—¿Qué hiciste Pansy? —Quiso saber Draco con interés. No era la primera vez que los veía así pero eran pocas las cosas que a Blaise le molestaban.
—Nada que te importe, Malfoy —Siseó ella ahora sí molesta—. Además ya me he disculpado.
—Conmigo no cuenta Pansy, tienes que disculparte con ella.
—Que ya lo he hecho —Espetó y se levantó para irse a su habitación.
Blaise arqueó ambas cejas asombrado, no pensaba que Pansy lo hiciera y la chica le sorprendía nuevamente.
—¿Ella? —Repitió el rubio sin entender.
—Ah, es que insultó a Granger.
—¿A Granger? ¿Y eso que tiene de malo?
—No tenía porqué hacerlo.
Draco enarcó una ceja y sonrió burlonamente, el moreno se mostró indiferente ante aquello.
—¿Qué te traes, Blaise?
—¿Qué te traes tú?
Los ojos ambarinos del chico se posaron en los grises y se sumieron en una lucha de miradas. Draco parpadeó, declarándose perdedor.
—Vale, vale. Dejemos todo en paz. ¿Ya has estudiado para los EXTASIS?
—Aún no pero no los considero un reto.
—Así que estás preparado.
—Sí, mucho… ¿Tú?
—Supongo que sí —Suspiró, había intentado estudiar pero simplemente no podía.
Lo que no sabía es que su amigo estaba en las mismas.
—¿Ya no te duele? —Preguntó de repente el moreno.
—Solo un poco, pero ha valido la pena.
—¿Aun no me dirás cómo te hiciste eso?
—Ya les dije, me tropecé.
—¿Y cómo es que un tropiezo vale la pena? —Inquirió. Draco se encogió de hombros.
—La piedra era sexy.
* * *
La luz se prendió, iluminándole completamente. Estaba en un lugar parecido a un salón de baile antiguo, lleno de cortinas rojas y verdes, predominando el dorado a color complementario. Alrededor se veían sombras de lo que parecían ser personas, aunque más maniquíes, ya que ninguno de movía. Estaba en su cuerpo femenino, ataviado en un vestido rojo escarlata y dorado, con un moño algo suelto y su cabello caía primoroso por su espalda.
Otra luz se encendió y se vio a sí mismo, en su cuerpo masculino, del otro lado del salón. Llevaba su túnica de gala y lucía muy bien para ser sincero, se sintió orgulloso de ser apuesto, aunque su cabello seguía tan rebelde como siempre.
Cuando el salón se iluminó completamente, la melodía de un vals comenzó a sonar y las personas cobraron vida para empezar a bailar. Se sentía en uno de aquellos cuentos de época antigua, cada hombre y mujer en aquel lugar estaban vestidos para un baile. Todos llevaban antifaz.
Se vio arrastrado a la pista por un desconocido que le tomó de la mano y de la cintura, no tuvo más remedio que poner su mano en el hombro del extraño enmascarado y seguirle. Giró por la pista cómo si fuera un experto, llevado de la mano del extraño. Luego alguien más le reclamó.
Comenzó a bailar con un pelirrojo, pero aquel cabello lo reconocería en cualquier lugar. Debajo del antifaz, los ojos azules de Ron le miraban como siempre mientras bailaban. Se sintió incómodo ante tal cosa, Ron le sonrió y le soltó. Esta vez un castaño que también reconocería como Neville le llevaba.
1, 2 ,3…
Paso de brazo en brazo con sus propios compañeros, aquello le intrigaba. No sabía si él llevaba o se dejaba llevar, puesto que, en el otro extremo se vio a sí mismo, bailando con una muchacha de cabellera castaña, la cabellera de Hermione. La chica iba ataviada en un vestido color salmón y su antifaz era color vino, estaba realmente hermosa. Su persona masculina cambiaba de igual manera y le vio danzar a un ritmo animado con Ginny, Luna e incluso con Cho. Se veía realmente bien bailando. Muy varonil.
1,2,3…
Se dio cuenta que otros brazos le llevaban. Volteó para encontrarse con las irises grisáceas y el cabello engominado de Draco Malfoy, pero no le apartó. Cuando Draco le soltó, se asombró de verle tomar a Ron tanta dulzura, ambos se veían tan bien bailando y destilaban miel, se veían muy enamorados. ¡Aquello era una locura!
1,2,3…
A su lado Hermione paso elegantemente en los brazos de un moreno de cabello atado en una coleta y de ojos ambarinos que parecían salvajes pero dulces. Volteó a ver su pareja actual y se encontró con unos ojos grises muy familiares. Sirius le hizo girar una y otra vez, el rio ante la sonrisa juguetona de su padrino y vio a Remus exigirle su pareja. Hizo una reverencia y le dejó ir.
Se quedó solo nuevamente.
1, 2 ,3…
Su yo masculino se inclinó para pedir su mano y aceptó sin dudar. Era algo extraño bailar con él mismo pero era divertido. Se vio a si mismo como lo miraría una chica. Su sonrisa estaba radiante y su mirada encendida. ¿Así se veía realmente? Lo dudaba un poco pero le gustaba pensar que sí.
La pista se despejó dejándoles solos, la luz les iluminaba por donde fueran y de repente se detuvieron. Otra luz iluminó a una persona más.
La alta y elegante figura de un hombre, ataviado en una túnica negra y una capa que ondeaba a su paso se hizo presente. Llevaba un antifaz blanco y el cabello atado en una coleta de lado. Se sonrojó cuando se inclinó para pedir su mano. Ambos, su yo masculino y su yo femenino le miraron de la misma forma.
Y ambos se miraron sin saber quién debía aceptar, el hombre tomo a la chica y le hizo girar por la pista alrededor del chico, que les miraba. Luego le dejo girando para tomar al chico y hacer lo mismo, luego tomó ambas manos para girar lentamente. Los ojos negros pasaban verde en verde.
Bailó con ambos, que se peleaban entre sí para capturar la atención del mayor y los demás presentes danzaban alrededor de ellos, dejándoles en un círculo. Aquella melodía parecía no terminar jamás, era tan suave e hipnotizante. El tiempo giraba en espiral.
Con un espectacular final, un sonar de platillos marcó el fin del baile. La chica se dejó caer sentada, desparramando su vestido en el suelo y sus manos entrelazadas en el pecho cómo si ofreciera una plegaria. El chico cayó sobre una de sus rodillas y, al igual que la chica, sus manos en el pecho. El mayor hizo una reverencia a ambos, quedando los tres en una pose dramática.
Las luces se apagaron y todo se sumió en una completa oscuridad nuevamente.
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