Rechazo
—¿Weasley?
Susurró el rubio a un desmayado pelirrojo que descansaba la cabeza en su regazo. Sonrió y acarició su cabello como desde hace mucho deseaba hacerlo. Era suave. Ron se removió, despertando y lo primero que visualizó fueron esas irises grises que le miraban de una forma extraña. Se levantó como impulsado por un resorte.
—¡¿Qué haces Malfoy?!
—Nada en realidad.
—E..E..Eso de hace un momento… ¿Vas de broma de verdad?
—No. Me gustas.
Ron volvió a palidecer y Draco sonrió.
—No te vuelvas a desmayar.
—¡Claro que no!
—Sé que soy muy, muy guapo pero no es para tanto.
—¡Ja! No eres la gran cosa.
—Soy hermoso.
El pelirrojo puso los ojos en blanco y bufó con burla.
—Tanto como el calamar gigante.
—Sé que me deseas Weasley —Bromeó. Ron compuso una mueca de asco y se alejó.
—Ni en tus mejores sueños, hurón.
Draco rio a carcajada suelta.
—No, en mis mejores sueños soy yo quien te desea.
—Deja de ser asqueroso, Malfoy —Gruñó.
Draco no abandonó su sonrisa y acarició nuevamente un mechón de cabello de Ron. Éste se sonrojó por el cariño con que lo hizo pero solo se incomodó. El rubio podría atraerle un poco, solo un poco quizá. Aunque no podía olvidar fácilmente lo años de humillación y odio.
—Aun no olvido lo que le hiciste a Harry —Le advirtió quitando su mano con brusquedad.
—Eso fue un accidente.
—Ajá.
—Sí, el objeto era para tu caldero no para él.
Ron le miró sorprendido y con el ceño tan fruncido que parecía juntar sus cejas. El rubio se encogió de hombros, apenado.
—No me gustó que estuvieran cariñosos mientras hacían filtros de amor —Confesó—. Potter es molesto.
—¡Estábamos burlándonos de Snape! —Gritó—. Aunque no sé por qué carajos te estoy dando una explicación.
—Ya te lo dije, me deseas.
—Púdrete Malfoy.
Se levantó y comenzó a caminar, Draco le siguió.
—Tranquilo Weasley, el efecto pasará tarde o temprano —Dijo intentando tranquilizarlo—. Las pociones no duran para siempre.
—Sí, pero no sabes por lo que está pasando.
—Me disculparé si así lo quieres —Ron se volvió hacia él.
—Una disculpa se pide solo si la sientes —Siseó—. Ni Harry ni yo necesitamos las tuyas, gracias.
—Te gusta Potter ¿no es así?
—Estas demente Malfoy, Harry es mi mejor amigo, mi hermano. Lo amo como si fuera de mi familia pero nada más.
Draco bufó.
—Agh, no me salgas con que estas celoso.
—No, yo soy todo lo que cualquiera puede desear.
—Cualquiera menos yo, claro está.
—Imbécil —Exclamó para, ahora él, caminar indignado.
Ron se quedó parado mirando como el otro se iba, pero luego le vio volver sobre sus pasos y le tomó del cuello de la camisa levantando el puño.
Y le besó.
* * *
—Potter —Saludó Snape con una inclinación de cabeza.
—Profesor —Devolvió Harry.
—¿Qué hace aquí?
—Bueno, tenía tiempo libre y quería saber si puedo ayudar en algo con lo del antídoto.
Harry se encogió de hombros y sonrió tímidamente, ya se había cambiado de ropa —para disgusto de Snape— y ahora lucía una sudadera algo grande y pantalones normales, su cabello estaba suelto. Vestía como chico en pocas palabras. El hombre se hizo a un lado para dejarle pasar y entró.
—¿Hay algún avance?
—No desde la última vez —Respondió Severus con familiaridad—. Solo sé que el cuerno de bicornio provocó la transformación, pero no entiendo cómo llegó a ese efecto. Según dijo usted el filtro estaba a un poco más de la mitad de cocción. Ahora bien, revertirlo es otra cuestión.
—Quizá haya algo que lo alimente —Musitó Harry repentinamente iluminado.
—¿A qué se refiere?
—Es decir, el enamoramiento por filtro se mantiene ya que se administra paulatinamente, en este caso debe haber algo que administre la poción de la misma forma.
—Pero eso no podría ser, no hay más poción.
—Bueno es una teoría…
—Me asombra Potter —Sonrió Severus con burla—. Creo que la poción le ha dado más cerebro.
Harry sonrió ante el comentario, era cierto que ahora pensaba más claramente y le interesaba más el tema, quizá era porque ya no se preocupaba por trivialidades como su odio por Snape, ahora solo le ponía atención.
—No, más bien creo que es gracias a usted.
Snape enarcó una ceja y luego sonrió, acercándose a él y posando una mano en su mejilla. Harry sintió que el corazón se le saldría del pecho ante la perspectiva de un nuevo beso. Esa idea le agradaba. Cerró los ojos y se acercó un poco más. Sin embargo, el hombre se apartó bruscamente.
—¡No haga eso! —Exclamó.
—Pero yo…
—Es vil, burlarse de mí de esa forma.
—Yo no…
—¡Estúpida poción!
Harry sintió como si Snape le hubiera dado un golpe. Aquello había dolido sin saber por qué.
—Lo siento, no volverá a ocurrir.
—Es que eres tan… adorable… pero no… ¡Qué carajos estoy diciendo! ¡Yo lo odio Potter! ¡Siempre lo he odiado y siempre lo odiaré!
Eso fue peor que un golpe, lo apuñaló.
—Será mejor que se aleje de mí, no quiero volver a verlo —Dijo con desesperación. Harry había bajado la mirada y sentía lágrimas avecinarse—. Usted solo me provoca problemas.
—Vale, ya no me acercaré.
La voz de Harry sonó desesperanzada y Snape se sintió mal por sus palabras, pero sabía que era lo correcto, aquel chico merecía algo mejor, algo mejor que él. Un hombre huraño y tan encerrado en su odio al mundo, arisco y sobre todo… viejo.
—Espere —Musitó antes de que saliera. Harry se volvió a verlo con una pequeña esperanza de que no le alejara. No sabía por qué pero quería mantenerse cerca de él—. Déjeme un poco de su cabello.
El alma se le fue a los pies, el hombre volvía a mirarle con desprecio y eso dolía mucho. Pero más que sentirse triste, se enojó. No sabía con qué o con quien pero lo hizo. Apretó los puños sintiendo una furia desbordante en su interior, quería golpear con fuerza algo, quería destrozar.
Un temblor sacudió el lugar tan de repente que Snape se tambaleó. Harry parecía echar llamas por los ojos.
—Vale —Escupió. Su cabello se levantó como si tuviera vida propia y se cortó en el aire con una navaja invisible—. Tome el que desee, profesor.
Salió del despacho y la puerta se azotó sola detrás de él. El temblor se detuvo y Snape miró sorprendido cómo las hebras del cabello de Harry caían al suelo con suavidad.
* * *
—¿Harry que sucede? —Preguntaba Hermione preocupada.
El azabache había entrado en la sala común con los gritos de la dama gorda y algunos otros retratos a su espalda, llevaba en cabello hasta los hombros, cuando antes estaba a la mitad de su espalda. Parecía enojado y contenía las lágrimas. Se había encerrado en su habitación y ésta no le permitía entrar, Harry no lo deseaba.
Dentro se escuchaban objetos que se estrellaban contra la pared y cosas romperse, aquello le hacía sentir más miedo ¿Qué había desatado la furia de Harry?
—¡Harry! —Intentó Ron.
—¡Déjenme solo!
—Pero Harry…
—¡He dicho que se vayan, carajo!
Ya no intentaron más, ambos se resignaron a esperar que terminara su rabieta y simplemente se alejaron para darle espacio, esperando que luego quisiera hablar.
Harry por su parte estaba hecho un ovillo en una esquina, no entendía lo que le pasaba, las palabras de Snape resonaban en su cabeza dolorosamente y todo a su alrededor era un caos. Los objetos se arremolinaban en un círculo en el centro de la habitación y cada que un "yo lo odio Potter" surgía en su mente uno se estrellaba contra la pared. Estaba asustado, dolido y sobre todo descontrolado. Aquella furia no era normal, menos porque Snape le odiara… Después de todo el hombre lo había odiado durante seis años, quizá más.
¡Pero maldita sea!
Apenas estaba asimilando que el hombre parecía gustarle, apenas estaba empezando a acostumbrarse a ello y tenía que venir él a arruinar todo ¡Por Merlín! ¡Cuánto quería arrancarle la cabeza!
—¡Te odio, Severus Snape! —Sollozó y luego se cubrió la boca—. No… no es verdad…
No lo odiaba, no, no lo hacía. Era peor…
—¡No!
El grito desató otra onda que se sintió por toda la torre y en los ojos verdes se reflejaron los cristales del espejo roto que Sirius le había dado en su cumpleaños, así como otras cosas puntiagudas… cosas que se dirigían directo a él.
* * *
—¿Ha usado magia sin varita? —Preguntó asombrado.
—Sí, ha sido espontaneo… como aquella alteración en la enfermería.
—Pero… ¿Por qué? ¿Qué le ha alterado?
Snape no respondió, se sentía culpable pero sabía que era necesario. Un mal necesario.
Muchas veces se tenían que hacer sacrificios dolorosos por el bien de la persona apreciada, y el apreciaba a Harry, al menos ahora mucho más, siempre lo había hecho… por eso lo había protegido con su vida. Pero ahora era diferente.
—¡Director!
Ambos se giraron a la jadeante profesora McGonagall que estaba pálida y muy asustada. Aquello no podía presagiar nada bueno.
—¿Qué sucede Minerva? —Preguntó Dumbledore intrigado.
—¡Es Potter! ¡Él… Él!
* * *
—¡Bombarda!
Hermione fue cubierta por el cuerpo de Ron para no ser golpeada por algún proyectil y cuando hubo pasado la explosión, se adentraron en la habitación. Harry estaba pálido en el rincón, el vidrio filoso estaba a unos centímetros de su rostro y él lo miraba con los ojos bien abiertos. La castaña jadeó al ver los demás objetos clavados en la pared a los costados de Harry y lo que parecía ser un tubo que sujetaba la cortina de la cama endoselada se había hecho espacio dentro en su brazo izquierdo.
—¡Harry!
Exclamaron ambos y se acercaron apresuradamente, el vidrio no se movía, ni tampoco Harry.
—Harry, tranquilo… debes calmarte —Dijo el profesor Dumbledore acercándose con McGonagall detrás. El anciano sujetó el vidrio pero éste parecía estar sujeto por una mano que no podía ver—. Ya Harry, tranquilo… relájate.
El ojiverde obedeció y cerró los ojos, el vidrió al fin quedó en la mano del director y este se lo paso a la profesora. Harry gimió ante el dolor en su brazo, el hombre detuvo el movimiento que el chico pretendía hacer y examino preocupado la herida.
Snape entró en ese momento, había estado fuera pero no pudo con la angustia. Vio como Harry se desplomaba en los brazos de Dumbledore y sintió como si el alma se saliera de su cuerpo.
* * *
Sirius entró en la enfermería con paso veloz. Se dirigió a una cama en específico y se postró a su lado. Harry yacía en ella y estaba bien despierto, miraba al techo fijamente y apenas parpadeaba. El hombre acarició su frente con suavidad, pasando la yema de los dedos sin querer por la cicatriz en forma de rayo.
—Estoy cambiando —Musitó Harry—. Realmente estoy cambiando. Estoy sufriendo de dolores que jamás creí sufrir, cosas que jamás pensé sentir ni notar. Y ahora… puede que me esté enamorando…
El hombre levantó las cejas con asombro, aquello no se lo esperaba.
—De un hombre —Concluyó con amargura.
—Tranquilo pequeño —Susurró—. Todo es por la poción, todo se irá cuando vuelvas a la normalidad.
Sirius atrajo a su ahijado hacia él, que ahora era mucho más menudo y pequeño, abrazándole con cariño. Harry le rodeó con sus brazos y enterró la cara en su abdomen. El mayor le acarició el cabello.
—¿Y si no vuelvo a la normalidad? —Preguntó, vislumbrado el miedo que sentía ante eso—. ¿Y sí me quedo así para siempre?
—Te prometo que Remus y yo encontraremos una cura —Le aseguró con dulzura. Harry asintió y ambos se quedaron en silencio, abrazados.
Después de un momento, Harry pareció empezar a dormirse. Sirius se sentía impotente ante aquello, no podía hacer mucho por quien representaba su vida —además de Rem—, el hijo de su mejor amigo, el pequeño amor de su vida, sí, ese era Harry. Su familia.
—¿Y si él no me quiere cuando vuelva a la normalidad? —Preguntó adormilado. En este punto ya no distinguía entre lo que decía y lo que pensaba.
—Pues es un idiota —Dijo, Harry sonrió apenas.
—Estoy tan confundido, no sé qué hacer Paddy…
El animago se acercó hasta él y beso su cabeza cariñosamente.
—Encuentra lo que más deseas Harry. Y cuando lo hagas, lucha por ello —Le susurró aunque sabía que su pequeño ya había caído en los brazos de Morfeo.
* * *
Ron miraba a la mesa de Slytherin con cara de pocos amigos, en ella, un rubio le devolvía la mirada. A su lado, Pansy tocaba con suavidad el gran moratón que había en su mejilla, Draco lucía ese golpe, además de su labio lastimado por una mordida de Ron, con mucho orgullo. Alzaba el mentón dándole a entender al pelirrojo que no le importaba mostrarlos porque eran la viva prueba de que había conseguido su objetivo. El mayor de los premios y recompensas, un beso.
Ron le había dado un fuerte puñetazo después de haberle mordido para que le soltase, le había dejado en el suelo y se había ido como alma que lleva el diablo. Pero lejos de molestarse, Malfoy sabía muy bien que había salido victorioso y no había querido curarse los golpes por esa razón. Se ufanaba de su gloria.
En cambio Ron, se sentía insultado pero más que nada, confundido. Sus piernas habían flaqueado cuando sintió la calidez de los labios del rubio sobre los suyos pero logró recomponerse para lograr alejarle. Se sentía mancillado, profanado y muchas cosas más, aunque no era su primer beso, ese había sido con Lavender. Pero no estaba seguro de cuanto le desagradaba, a él le gustaban las chicas, estaba más que seguro. Sin embargo, no podía lanzar al averno todo aquello que Malfoy le hacía sentir, algo se resistía.
Era una sensación nueva, desconocida, algo que se moría por explorar.
"Lo prohibido atrae."
* * *
Aquellos días podían contar cómo los peores, estaba a tres meses de graduarse y no había logrado ningún avance. Hermione se debatía entre estudiar para los exámenes o pensar en aquella persona.
"Te has vuelto loca" —Se dijo mientras movía la pluma entre sus dedos. Sabía que él no le quería, que él quería a otra, a alguien de su mismo estatus.
Ella era una sangre sucia y él un sangre pura, había mucha diferencia, mucho en juego.
Cerró el libro al darse cuenta que no lograría avanzar nada tampoco ese día y decidió relajarse, ella era la única que parecía preocuparse por los próximos exámenes. Harry estaba en la enfermería, con una fuerte crisis nerviosa y Ron, bueno… él estaba siendo Ron, aunque lo había notado extraño al volver de Hogsmeade.
Se levantó para regresar un ejemplar de runas antiguas a un estante, caminó casi al fondo, donde no había absolutamente nadie y se estiró para subirlo a su lugar.
—Vamos, sabes que quieres —Escuchó en una voz suave y coqueta.
—No, alguien podría vernos.
Se tensó al escuchar aquella segunda voz, conocía muy bien ese timbre y sintió una bola de fuego en el estómago que le quemaba.
—Eso lo hace más excitante ¿no crees? —Ronroneó la pelinegra—. Solo será un insignificante polvo.
—Ese es el problema Pansy, para ti todo es insignificante ¿mis sentimientos no cuentan?
—¿Ahora me saldrás con que te sientes culpable?
—No, no me siento culpable pero debes entender que no todo es juego. Hay un límite que…
Lo siguiente que pudo escuchar fue un jadeo por parte de aquella voz que anhelaba su corazón y las suaves succiones que la chica debía estar haciendo a sus labios para callarle.
—Basta Pansy, no quiero.
—Ahora me dirás que te has enamorado y quieres hacer las cosas bien ¿No? —Siseó Parkinson irónica—. Te has vuelto aburrido.
—Cuando sea tu turno, seré yo quien me burle.
Escuchó pasos que sonaban apresurados y le vio de reojo cuando pasó por ese pasillo sin notar que ella estaba ahí. Se quedó quieta en el lugar, no había notado cuando se aferró al librero cómo si fuera su único soporte, sus dedos estaban blancos por apretarlo. Miraba la madera sin mirarla realmente.
—Hola Granger —Saludó Pansy.
Hermione se sobresaltó y entornó la mirada como si buscara un título en los libros, forzándose a tranquilizarse y sonar normal.
—Hola Parkinson.
—¿Qué hacías?
—Busco un libro —Se negaba a mirarla.
—¿Escuchaste?
—¿Qué cosa? —Compuso su mejor expresión inocente y fingió no saber de qué hablaba pero Pansy no era nada tonta.
—Parece que sí.
—No sé de qué me hablas.
La chica se encogió de hombros y miró al suelo como buscando las palabras correctas para decir, parecía tener una lucha interna ante lo que pretendía salir de su boca.
—Eh… ¿Granger?
—Dime.
—Siento lo del otro día en Hogsmeade, no quería ofenderte, al menos ya no. Supongo que fue la costumbre.
La castaña arqueó las cejas sinceramente asombrada, Pansy había bajado la mirada, que mostraba renuencia, y tenía un rubor en las mejillas junto a un ceño fruncido.
—Ah, ya no importa —Respondió sintiendo que sus mejillas también se coloreaban—. Esta bien.
—No malentiendas —Dijo atropelladamente—. Blaise me ha dicho que eres una llorona, solo quería ganarme mi estrella allá arriba, no es que me importes.
Hermione sonrió e hizo un gesto con la mano, restándole importancia. Pansy también se relajó y sonriendo dio un saltito para sentarse en un estante.
—¿Te gusta alguien Granger?
—¿A qué viene eso?
—Simple curiosidad —Se encogió de hombros—. Aunque no me sorprendería si me dijeras que es el personaje de uno de tus amados libros.
—No, no es un personaje —Sonrió—. Sí, me gusta alguien... ¿A ti?
—También.
Ambas se miraron fijamente, leyendo el pensamiento de la otra sin hacerlo en verdad. Hermione suspiró y se dispuso a marcharse.
—¿No que buscabas un libro?
—He cambiado de idea.
—Mientes muy mal, amiga.
—¿Ahora somos amigas?
La ironía en su voz provocó que la Slytherin sonriera divertida, luego negó con la cabeza.
—Somos rivales.
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