La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Una poción efectiva 6

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Neki Snape
Explota calderos
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Neki Snape


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MensajeTema: Una poción efectiva 6   Una poción efectiva 6 I_icon_minitimeDom Mar 20, 2016 11:33 pm

Sentimientos encontrados


Esa mañana el alba despuntaba hermosa; el naranja se fundía con el azul, formando un degradado digno de pintarse. Las nubes hacían pequeñas manchas en el horizonte, asemejando a motas de un denso humo oscuro, los árboles se mecían por una suave ventisca que les acariciaba con sutileza. Cuando el sol, rojo como el fuego del infierno, comenzó a asomarse por el lejano linde, todo se fue iluminando.

Oh sí, era una mañana preciosa.

Todo se encontraba en una inusitada calma, ni los animales ni las personas habían despertado aún. En el castillo, más específicamente en la torre de Gryffindor, en una habitación solitaria, un bulto se movía con una respiración rítmica, suave. Los cabellos, de un bello azabache, estaban esparcidos por el colchón. La menuda figura, estaba cubierta con la manta solamente por el abdomen, los pies y todo lo demás estaba descubierto.
Estaba en posición fetal y su pulgar rozaba con delicadeza sus labios; su faz casi angelical se encontraba en total relajación. Sus ojos, adornados con tupidas pestañas, estaban cerrados, escondiendo el tesoro esmeralda y tenía un leve rubor en las mejillas, muy sutil.

Dulce ensoñación.

Soñaba con una grave voz aterciopelada, el candor de un suave roce, una sonrisa hermosa y unas orbes tan profundas cómo el infinito, tanto que casi se podía admirar una galaxia en ellas. Solo aparecían fragmentos del dueño de aquellas características pero no necesitaba más, su corazón se sentía dichoso.

De su boca brotó un tenue susurro, un nombre, tan pronto, tanto que no lo notó, un dolor le embargó el pecho. Una solitaria lágrima resbaló de sus ojos, por el puente de su nariz y se perdió al caer. Poco a poco la parte frágil de su corazón, esa escondía muy dentro de él… comenzó a morir lentamente.

"No te vayas."

"No te alejes."

Abrió los ojos, cristalinos cual superficie acuosa. Todo había sido un sueño…

Se quedó mirando a la nada por un rato, aun sintiendo esa calidez junto a su cuerpo, aun recordando sus palabras, su aliento. Un rayo de sol pego justo frente a su cara, venía de la única ventana que había en la habitación. Observó las diminutas partículas que danzaban en el rayo de luz y sopló para alborotarlas.

Se sentó en la cama, tallando su ojo suavemente para retirar la humedad y luego quitó sus largos cabellos de la cara. Miró la habitación con renuencia, se sentía extrañamente abandonado. Suspiró.

"Quiero dormir una vez más junto a ti."

Ese vacío en todo el lugar, en su cama, en su cuerpo, se sentía muy mal. Se estiró y movió los dedos de sus pies graciosamente. Se levantó para comenzar el día, antes de quitarse el pijama miró por la ventana el paisaje y luego siguió la rutina.

"Solo una vez más."


* * *

—¿Pero qué…?

A los pies de su cama había una nota, simple y sencilla, un cuadrito de papel con una fina letra redactando un par de líneas simples. Ron la tomó y enarcó una ceja con incredulidad.

"¿Me darías el honor de mirarte una vez más?
Veme en el quiosco a las afueras de Hogsmeade.
D."


Cuando bajó a la sala común, sus compañeros de casa ya estaban parloteando y en cuanto visualizó a la persona que buscaba, se acercó.

—¡Hey Dean! —Le llamó. El aludido volteó con curiosidad mientras el pelirrojo le mostraba el papel—. ¿Tú dejaste esto en mi cama?
—No ¿qué es? —Inquirió curioso.
—Nada importante, es que firmaron con la letra "D" así que, bueno…
—Ah, ya —Sonrió el moreno—. Pero no he sido yo.
—Bueno, gracias de todos modos.

Ron se dejó caer en una butaca, mirando el papel ¿Quién rayos le había enviado aquella nota? Se secó el cerebro pensando en alguna chica que pudiera haberlo hecho, había sido extraño pensar en Dean, pero fue el primer nombre con D que se le había ocurrido. Recorrió la lista de chicas que conocía pero ninguna tenía la letra D de nombre.

Se mantuvo pensativo un tiempo, aún no habían bajado Harry y Hermione, así que eso le ayudó a esperar. Unos ruidos provenientes de la escalera le hicieron voltear, al igual que a los demás presentes en la sala. Alguien salió de la escalera y le vio intentar volver a subir, cuando se volteó. Una exclamación general inundó el lugar.

Harry llevaba el vestido rojo y las medias purpuras, con unas botas cafés, en su cabello estaba la cinta igual purpura, solo que ahora ataba una elaborada trenza. Se veía aterrorizado e intentaba volver a subir pero algo se lo impedía.

—¡Vaya, Harry, te ves muy bien! —Exclamó Seamus con una gran sonrisa.

La chica/chico se puso de un rojo escarlata, parecía un tomate.

—¡Ginny! ¡Déjame subir! ¡No quiero ir así! —Chilló.
—¡Vamos Harry, todos creen que luces fabulosa!
—¡Por décimo milésima vez, no soy una chica!
—Pero wow…

Harry se volvió a Ron asustado, el chico le sonrió apenado y se rascó la nuca.

—Te ves bien hermano —Le animó.
—¡Pero no quiero!
—¡Yo tampoco!

Esta vez otra figura fue lanzada escaleras abajo. Iba vestida con un vestido color amarillo y unas medias de encaje azul que tenían un tramado de flores y unas botas negras. Su cabello castaño estaba sedoso y atado en una cola de caballo. Hermione.

—¡Dejen de lloriquear! ¡Se ven bien! —Les riñó Ginny, que también iba muy bien arreglada, igual que las demás chicas que bajaron.

La pelirroja usaba un short de mezclilla con tirantes y una blusa purpura, así como unas bailarinas del mismo color.

—¿A que sí, chicos? —Inquirió viendo las mandíbulas caídas de los jóvenes.
—Por Merlín, Morgana y todos los magos poderosos… —Balbuceó Seamus.
—Te ves muy guapa, Hermione —Le dijo Ron con una sonrisita a su amiga. La chica se sonrosó y le sonrió. Se escuchó un garullo por parte de los chicos.

Aunque ya todos sabían que no tenían nada y habían quedado cómo los mejores amigos, solo que aún no sabían la razón. Todos pensaban que se gustaban, pero no era así.

—Ya, ya… es momento de ir a desayunar para partir a Hogsmeade —Intervino Ginny muy animada.
—¡NOOOO! —Gritó dramáticamente Harry mientras su amiga le jalaba por el hueco del retrato.


* * *

"Ay Dios" —Pensó Snape al ver entrar a Harry empujado por la menor de los Weasley. Sus pupilas se habían dilatado y sentía el corazón agolparse en su pecho—. "Madre mía."

Se aferró a su asiento, luchando por no correr hacia él y tomarlo en brazos. Estaba casi seguro de que si se soltaba podría incluso tomarlo frente a todo el colegio encima de ese mismo comedor. Aquel pensamiento solo le perturbó y siguió reprimiéndose. Si podía resistirse a un Imperius, tenía que poder resistirse a esa estúpida poción.

Se echó un buen taco de ojo, mirándole de arriba abajo; inconscientemente se lamió los labios como si observara al más exquisito de los manjares. Aunque para ser sinceros así era, Harry era un ángel.

Todo aquel sentimiento de bienestar se esfumó cuando todos los alumnos posaron su vista en Harry y Hermione, les miraban casi de la misma forma que él a Harry y los maldijo. Estrelló su taza de café contra la mesa, haciendo un ruido lo suficientemente fuerte para llamar la atención y los fulminó con su mirada. Muchos temblaron, pero nadie cómo Harry.

Se había parado en seco antes de llegar a su lugar y le miró con un rubor en sus mejillas. Snape hizo contacto con la mirada esmeralda y se quedó prendado. Todos les miraban.

Ron carraspeó y jaló a Harry para empezar a desayunar, pero éste apenas y toco la comida, solo lanzaba miradas a la mesa de profesores.

—No dejes que te afecte lo que dijo Dumbledore —Le susurró su amigo al oído. Snape lo mató de mil formas por la cercanía.

Pero no podía estar más herrado, Harry no le miraba por lo que había dicho Dumbledore, lo miraba porque le gustaba hacerlo. Asintió distraídamente y sonrió.

—No sé porque tengo que vestir así —Suspiró Hermione que se agazapaba en su lugar, nerviosa por las miradas. Solo deseaba una, pero esa no se encontraba allí.
—Tú más que nadie tienes que lucir increíble —Le dijo Ginny con una sonrisa y le guiñó un ojo. Hermione solo se coloreó.
—¿Por qué? —Preguntó Ron.
—Por nada que debas saber hermanito.
—No, yo quiero saber.
—No lo entenderías.

El pelirrojo se molestó y ciñó los ojos, no le gustaba nada que le ocultaran cosas. En eso volvió a recordar la nota y su semblante se volvió serio.

No notó a la persona que le miraba como si la vida se le fuera en ello.

Al terminar de desayunar, que no transcurrió mucho tiempo a decir verdad, todos se levantaron listos para ir al pueblo, ansiaban esa salida desde que empezó el curso. Cuando estuvieron en un carruaje que les llevaría, Ron, Harry y Hermione estaba distraídos, cada uno mirando por su propia ventana. Los tres suspiraron al mismo tiempo.

El trío se tensó y luego se miraron cautelosamente, al conectar miradas comenzaron a reír suavemente. Cuanto habían cambiado en todo ese tiempo, la guerra les había hecho madurar pero no les había dejado un buen sabor de boca. Y ahora más que nunca diferían, ya que ya no eran dos chicos en apariencia, ahora solo era Ron y dos chicas.

El pelirrojo les miró, estaban "hermosas" —aunque Harry le mataría al saber que ya le trataba como chica, ya que no podía coordinar bien lo que pensaba y lo que veía—, se sentía afortunado de tenerlos, sus dos mejores amigos.

—¿Creen que nuestra vida cambie cuando terminemos el colegio? —Se aventuró a preguntar.
—¿Cómo así? —Respondió Hermione.
—Ya saben… ¿Será que nos separemos?
—Espero que no —Se adelantó Harry—. No imagino la vida sin mis hermanos.

Hermione y Ron sonrieron cariñosos al escucharle, la castaña puso su mano sobre la de Harry dándole un apretoncito, luego estiró la otra a Ron que la tomó gustoso.

—Nunca nos separaremos. Es una promesa ¿Verdad?
—Lo es —Respondieron sus dos amigos a la par. Sonrió orgullosa.
—Seremos hermanos para siempre, pase lo que pase.


* * *


Llegó al quiosco donde le habían citado y se sorprendió al ver que no había nadie. Era primavera y la enredadera que cubría parte de la estructura tenía unas pequeñas flores que daban un toque especial. Se sentó en la barandilla dispuesto a esperar, ya había pasado por su cabeza que fuera una broma pero se arriesgaría.

El lugar estaba un poco aislado, por unos setos que le ocultaban a la vista de curiosos. El viento sopló, acariciando su rostro y removiendo toda la naturaleza alrededor. Dejó que removiera sus cabellos y se apoyó en la columna cerrando los ojos.

Con un paso altivo y silencioso, alguien se postró frente a él, mirándole dulcemente. Pensaba que el pelirrojo se veía muy bien así de tranquilo. Sin odio en su mirada, sin nadie alrededor. Solo él.

Aquella era su oportunidad, la única. Así que tomó aire y carraspeó levemente para llamar su atención. Ron abrió los ojos de repente.

Casi se fue de espaldas.

—¿T-Tú?
—Eso creo —Dijo con una sonrisa—. ¿Sorprendido?
—¿Es una broma? Porque si lo es, no es de buen gusto.
—Hey, los Malfoy tenemos muy buen gusto.
—Ya, pero no entiendo que sucede, se supone que me odias.

Draco se encogió de hombros, estaba preparado para eso pero para ser sincero esperaba una reacción diferente. Insultos, injurias, golpes, maldiciones quizá.

—Sucede que no es así.
—¿Ah no?
—No.

Ron hizo una mueca, no se creía nada de aquello, quizá era uno de los escabrosos planes de Malfoy para molestarle a él y a sus amigos. Quizá una forma de humillarlo. Le miró escrutadoramente, el chico iba bien vestido, como para una cita, y tenía las manos en el bolsillo mientras sonreía con un aire de soltura.

Claro que si fuera más inquisitivo notaría el temblor en las manos del rubio.

—Ya ¿Qué es lo que tramas?
—Primero, hacer las paces.
—Haré cómo que te creo —Bufó—. ¿Después qué?
—Lo que quieras.
—¿Te ha golpeado alguna bludger loca últimamente?

El rubio rio divertido, fuera risa suave y no burlona, lo que le intrigó.

—Weasley, me creas o no. Me gustas.

Ron ya no pudo decir nada más, se quedó mudo y palideció visiblemente. De un momento a otro estaba cayendo de espaldas entre unos arbustos.



* * *


—Deme otra.

Madame Rosmerta le sirvió otra cerveza de mantequilla y Hermione la apuró por su garganta rápidamente. Harry le miraba asombrado.

—¿No crees que ya es demasiada, Hermy?
—No, aún no.

Pidió otra más y esta vez la mujer le negó. Hermione le miró suplicante pero ni así cedió, luego la castaña dejó caer la cabeza sobre la barra. Harry acarició su espalda, su amiga llevaba ya cuatro cervezas y parecía estar triste.

—¿Qué sucede?
—¡El amor es una porquería, Harry! —Exclamó—. ¡Quiero casarme con un libro!
—¿Por qué dices eso? —Preguntó evitando sonreír ante la ocurrencia de la chica.
—¡Por qué es cierto!

La castaña resopló un mechón rebelde que había caído delante de sus ojos y lo hizo volar un momento para que volviera al mismo lugar, el ojivere lo retiró mirándole compresivo. Hermione miró una mesa del fondo, donde unos Slytherin reían a pulmón batiente. Harry les miró discretamente, allí estaban a los que reconocía como Astoria Greengrass, Theodore Nott y Blaise Zabini junto a Pansy Parkinson, había otros más pero no sabía quiénes eran, ni le importaba.

Hermione se levantó, se acomodó el cabello y la ropa y se dispuso a salir. Al levantarse, los chicos de Slytherin le miraron.

—¡Eh Granger! —Gritó Pansy—. ¡Aunque la mona se vista de seda!

Harry le miró enojado, igual que su amiga, pero la chica sonrió y les hizo una seña.

—¿Quieren sentarse con nosotros?

Ambos no podían creer lo que escuchaban, estaban en shock, los otros chicos secundaron a Pansy y les hicieron lugar.

—Eh —Balbuceó Harry—. N…
—Vale.

Hermione caminó hacia ellos y se sentó, Harry tuvo que seguirle. Cuando estuvieron en la mesa todos les miraban.

—Luces mejor así, Potter —Sonrió Zabini. Harry gruñó en respuesta—. Vale, no va con mala intención.
—¿Por qué están siendo tan amables?
—Bueno, ya no vale la pena pensar en viejas rencillas ¿verdad?
—Sí, supongo que tienes razón.
—Así que… ¿sin rencores?

El moreno extendió su mano y Harry la aceptó, luego se la extendió a Hermione, quien sonreía bobamente.

—Vaya, estas bien subida de tono, Granger —Rio Pansy al ver que no atinaba a dársela—. Quien te viera.
—No yo no… —Hipó—. No tengo nada.
—¿Cómo que nada? ¡Estas completamente ebria!

Hermione rio infantilmente pero se escuchó algo tierna, Harry le miró extrañado ¿Qué rayos le sucedía?

—Quien diría que alguien tan fea se pudiera ver bien —Siseó Pansy con malicia—. Hasta te ves decente.

Cuando la castaña se paró abruptamente para abandonar la mesa, su mirada era herida y se apresuró a la salida. Harry no tuvo tiempo de detenerle.

—Perfecto, Pansy —Le riñó Blaise.
—¿Ahora que hice?
—¿Es que no puedes cerrar la bocaza ni un minuto? ¡Solo escupes ponzoña!

El moreno se levantó enojado a seguir a Hermione para disculparse por su amiga y Harry le siguió. Caminó detrás de él casi sin hacer ruido. Cuando llegaron donde Hermione estaba sentada con la cara en las rodillas, que era en una escalinata de una callejuela desierta, Blaise se acercó y se acuclilló ante ella.

—Perdona a Pansy, Granger, tiene muy grande la boca y muy pequeño el cerebro. Creo que tantos años de cotilla le consumieron las neuronas… pero no es mala a pesar de lo que parece.
—No… tiene razón. Es cierto lo que dijo.
—¡Ah! ¡Claro que no! ¡Pansy está loca! —Exclamó sorprendiendo tanto a Harry, que les observaba desde detrás de un muro, como a Hermione que levantó la mirada algo llorosa para verle a la cara.

Harry vio al chico sonreír y levantarse, ofreciendo su mano a Hermione.



*  **


Cuando Harry se marchó mientras Hermione se juntaba con Ginny en una tienda para chicas a la que no quería asistir, se encontró con que no quería subir al carruaje, iba por el camino hacia el castillo, aspirando el aire fresco.

Se sentía extrañamente libre pero a la vez enjaulado.

Ahora podía estar solo sin temor a que algo ocurriera, el mundo mágico estaba en paz al fin, pero él no. Algo le inquietaba, algo que le había molestado en sueños los últimos días. No, no era algo… era alguien.

Durante esa semana Snape no se había despegado de él, en clases le ponía especial atención, disimulada claro está, y en las comidas solía mirarle. En los pasillos le saludaba como si fuera la persona más importante de su vida y en las sesiones de ayuda charlaban amenamente, a veces le ofendía como normalmente lo hacía pero ya no le afectaba.
Le gustaba esa sensación, ese calorcillo en su pecho cuando le miraba. Era algo nuevo el saber que alguien como Snape se preocupara por él. Qué le quisiera.

El dolor en su pecho volvió a aparecer nuevamente al recordarse que no le quería, solo era la poción quien le hacía actuar así, no más. No tenía ningún sentimiento por él. Oh, dulce desdicha. Harry no entendía que le sucedía. Ahora le devolvía las miradas al pocionista con el mismo afán, le sonreía… le agradaba.

Sí, Snape le agradaba… ahora se daba cuenta.


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