La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Una poción efectiva 5

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Neki Snape
Explota calderos
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Neki Snape


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MensajeTema: Una poción efectiva 5   Una poción efectiva 5 I_icon_minitimeDom Mar 20, 2016 11:03 pm

Una charla de chicas


Harry tropezó con sus propios pies y cayó de rodillas al suelo dolorosamente, pero eso no le importó. Se sentó en el suelo, quedando con la cabeza gacha. Había sucedido lo inimaginable, lo que nunca pensó que podría ocurrir.

Severus Snape le había besado.

No había sido un beso propiamente dicho, ya que solo había pegado sus labios a los de él. Sin embargo, lo había hecho. Había unido sus labios.

Aquello no podía estarle pasando, no a él.

Lo peor de todo es que no le había parecido asqueroso, al contrario, le había dejado totalmente desarmado. Aquella caricia había sido tan suave y tan delicada…
Pero aquello no podía ser, era Snape, el murciélago grasiento, el insufrible profesor de pociones, la persona que más odiaba y viceversa.

¿Por qué le había besado? ¿Por qué?


* * *


—Vaya, vaya… Si es Potter ¿Qué haces tan tarde por aquí?
—Voy de regreso a mi torre, tengo un permiso del profesor Dumbledore.
—Ya, será mejor que no te desvíes. Filch anda rondando por ahí.

Blaise Zabini le guiñó un ojo, le sonrió de forma divertida y se marchó pero no le contesto, si bien el moreno nunca le había hecho algo malo, tampoco se fiaba de él, después de todo era un Slytherin. Dobló en la esquina y suspiró al llegar a las escaleras.

Unos escalones más arriba estaba sentada Hermione, tenía el mentón apoyado en las rodillas y la mirada fija en el vacío, parecía estar ausente pero una pequeña sonrisa le iluminaba el rostro. Subió los escalones hasta que quedó frente a ella y fue cuando la castaña pareció notarle.

—Hola Harry —Le saludó—. ¿Cómo te fue?
—Bien… —Se obligó a sonreír, había prometido no hablarle a sus amigos de lo que había sucedido. Estaba todavía muy aturdido sobre todo eso—. Ya saben que fue lo que Malfoy lanzó a la poción.
—Oh, qué alegría ¿Qué ha sido?
—Cuerno de bicornio —Musitó sin mucho ánimo.
—¿Te sientes bien? —Preguntó algo preocupada—. No tienes buen aspecto.
—Sí, solo necesito dormir.
—Vale, nos vemos después. Esperaré a que Ronald regrese de su ronda.
—Buenas noches.

Subió hasta la torre, arrastrando tras él un aura de depresión muy grande y al llegar a su habitación se tiró boca arriba en la cama. En su mente se repetía la escena en el despacho de Snape una y otra vez, como una película de terror mal filmada.
El solo recordar la caricia hacía que su corazón se acelerara y sentía una punzada dolorosa en el pecho. Era cierto que ya no podía mirar a Snape cómo el tempano de hielo que creía que era en los años anteriores, después de ver sus recuerdos en el pensadero, su opinión sobre él había cambiado radicalmente. Y es que ¿quién iba a decir que Snape amara a su madre de esa forma? ¿Qué todo ese tiempo estuvo protegiéndole? ¿Qué el hombre tenía un corazón?

Para él había sido muy difícil. Mucho más verle a la cara cuando supo que había sobrevivido contra cualquier pronóstico, por supuesto que le había dado las gracias formalmente frente a todo el mundo pero el hombre solo le despreció el gesto. Severus Snape nunca cambiaría.
Y ahora estaba allí, con una sensación extraña después de haber sido besado por ese hombre. No sabía que le intrigaba más, el hecho de que lo hubiera hecho o el hecho de no saber por qué lo había hecho. Sinceramente, prefería no saberlo.

Se abrazó a su almohada y sin siquiera quitarse la ropa, se hundió en un profundo sueño. Intranquilo y donde todo era oscuridad.


* * *


Caminaba por los pasillos como era su costumbre, llevaba las manos en los bolsillos de la túnica y su paso era tranquilo. Aquella vez no se había encontrado con nadie y solo le faltaba aquel pasillo para terminar y poder irse a dormir. La brillante insignia de prefecto en su pecho lanzaba destellos al pasar cerca de las antorchas que iluminaban el lugar. Esa noche estaba siendo apacible.

Fue entonces que escuchó unos pasos que se acercaban rápidamente, al fijar la vista al frente, un rubio le sonrió de forma arrogante. Supo que desgraciadamente su suerte se había terminado, nada dura para siempre o al menos eso dicen.

—Comadreja —Dijo Malfoy con su peculiar forma de arrastrar las palabras. Ronald pasó de largo, ignorándole. La sonrisa que adornaba sus labios se borró instantáneamente para dejar paso a un gesto de dolor. Se volteó para comenzar a seguirle y, cuando le alcanzó, compuso su mejor expresión de suficiencia.

—No me ignores, zanahoria.
—No lo hago, solo no me interesa tomarte en cuenta, hurón.
—¿Y la sangre sucia? —Inquirió malicioso—. ¿Dónde la has dejado?
—No le llames así —Ron se volvió a él de forma brusca y amenazante, el rubio enarcó las cejas pero no se apartó. Ambos quedaron tan cerca que el aliento resoplante del pelirrojo, chocaba con la cara del Slytherin.
—¿O qué? —Siseó Malfoy de forma altanera.
—O te romperé todos los huesos de tu asqueroso cuerpo.
—¿Asqueroso? ¿Me has mirado bien, Weasley?

Una sonrisa burlona se hizo presente en Ron. Bufó y se volvió para seguir su camino. El rubio se quedó allí, contemplándolo. Tarde o temprano iría a él.



* * *



—¿¡Donde está!? ¡Exijo verlo! —Gritó apenas saliendo de la chimenea en la oficina de Dumbledore, se acercó rápidamente al escritorio donde el anciano director le miraba y estrelló las manos contra la mesa.
—Ten calma Sirius —Le dijo Remus con cansancio, que había arribado justo después de él, se notaba que llevaba un buen rato diciéndole lo mismo. El director le miro con expresión amable.
—Está descansando ahora, Sirius.
—¡No me interesa, viejo, quiero verlo!
—¡Sirius Black! ¡Ten más respeto por tus mayores! —Le riñó el ojimiel exasperado.
—¡Pero Remus!

La mirada enfurecida que le lanzó el castaño no daba lugar a más palabras. Sirius suspiró y bajó la mirada resignado. Miró a Dumbledore disculpándose mudamente, el otro solo asintió.

—Director, solo queremos saber cómo esta.
—Él está bien, Remus.
—¿Esta seguro? —Interrumpió Sirius.
—Sí mi muchacho, estoy completa y absolutamente seguro de que está bien.


* * *


—¡No, no lo estoy!
—Vamos Harry, deja de comportarte como un berrinchudo ¿Verdad que se ve bien, Parvati?
—¡Ginny!

La morena asintió con una sonrisa, todas las chicas se arremolinaban en torno a un espejo, en el cual Harry se encontraba parado de frente. Estaba ataviado en una ropa muy casual, llevaba un vestido rojo y corto, con unas medias de color purpura; su cabello estaba sujeto de un lado por una cinta también purpura. Sus mejillas estaban rojas, acentuando muy bien su aspecto.

Harry realmente parecía una chica de verdad, una muy atractiva si era sincero, solo que su ego no soportaba tal cosa. Él, actual héroe del mundo mágico, galán rompe corazones, acosado por la prensa, deseable-mega-rico-buen-partido, Dios omnipresente y demás ridiculeces que escribiera el Profeta en sus páginas —pero que no significaba que él mismo no creyera que así era—, usando un vestido. No, aquello no era para nada aceptable.

—Solo estamos dándote un poco de estilo —Terció Ginny con orgullo—. Al menos no nos dejarás en ridículo a nosotras las chicas.
—Sí piensas que saldré vestido así, Ginevra, estás muy equivocada ¡Primero me postulo para mago tenebroso!
—No exageres, Potter.

Las chicas seguían en su labor de "arreglarle" para la salida a Hogsmeade, le habían atrapado cuando pasaba por la puerta de sus dormitorios y no tuvo forma de escapar. Le obligaron a probarse cuanta ropa tenían en sus baúles y, después de sentirse gordo por no entrar en algunas, había acabado de aquella forma.

La menor de los Weasley encabezaba el "comité" de señoritas que parecían estar jugando con una muñeca y se divertían a sus costillas. Harry no pudo negarle la petición a aquella cara pecosa que le había gustado tanto hace algún tiempo. Si bien las cosas no habían funcionado exactamente como todos esperaban, seguían siendo los mejores amigos. Cuando la pelirroja se acercó con maquillaje, todo el cariño que profesaba a su pequeña amiga se fue por el caño.

—¡No! ¡Eso sí que no!
—Solo es labial, Harry —Rio Ginny.
—¡Primero muerto, me oíste! ¡Primero muerto!
—Vale, quizá será mejor dejarte al natural.
—Agh, no entiendo por qué les gusta tanto esto a las chicas —Bufó, mirándose el vestido. Ginny se encogió de hombros, bien era cierto que ella no se vestía tan femenina pero era inevitable.
—Es como ustedes con el Quidditch —Dijo Lavender que cepillaba su cabello—. Te hace sentir bien contigo mismo. A una chica le gusta estar linda para la persona que le gusta y para que le miren.
—Eso es ridículo —Exclamó Harry con una mueca.
—¿No quisieras que la persona que te gusta te mirara solo a ti? —Terció la rubia—. ¿No solías tú mirar a las chicas que te parecían guapas?
—Eh, pues… sí, supongo que sí —Aceptó un tanto avergonzado—. Pero no creo que sea necesario todo esto.
—Bueno, pues nosotras queremos ser guapas y que alguien nos mire, así de simple.
—Pero ustedes ya son guapas así como son, no necesitan estas cosas —Dijo cruzándose de brazos.
—Todo tiene un costo, querido —Respondió Lavender guiñándole un ojo—. Ahora tú también luces bien.
—¡Pero yo no soy una chica! ¡Yo no quiero gustarle a nadie!
—¿Seguro?

Harry enrojeció negando con vehemencia. Claro que no, él era un chico y quería gustarle a una chica, sin embargo, una escena le llegó rápidamente a la mente ¿Snape le habría besado porque le consideraba "guapa"?

Ensombreció el semblante y bajo la mirada, no podía ser posible que eso le estuviera pasando. Había notado en las últimas horas que no solo se preocupaba por cosas que antes no pasaban por su cabeza, si no que empezaba a ver las cosas desde otro punto. El punto de las chicas.

—¿Te gusta alguien, Harry? —Preguntó Romilda Vane. La chica había crecido mucho y ahora se notaba más madura pero no por eso menos cotilla. Harry se lo pensó y negó con la cabeza—. ¿No hay nadie que llame tu atención?
—No realmente —Dijo y se sentó junto a Ginny, cerrando el círculo de chicas que había en la estancia y abrazó sus piernas.
—¿Y qué tipo de personas te gustan? —Continuó la pelinegra.
—¿Tendría que tener un tipo?
—Supongo.
—No necesariamente —Respondió Hermione, había estado muy callada mientras las demás hacían alboroto con Harry—. Solo tiene que agradarte la persona.
—Si es así, hay ciertas personas que comparten "características" que te agradan —Comentó Romilda como si fuera lo más obvio—. Así que por lo tanto es un "tipo". Por ejemplo, si a ti te gustan los chicos agradables, no te gustará alguien como Snape.
—Pero yo creo que toda persona es agradable cuando quiere, incluso Snape. No lo conocemos bien para hablar de él así, la última vez nos dio una sorpresa.
—Hermy tiene razón —Concordó Ginny—. Nunca terminamos de conocer a las personas.

Harry se preguntó cómo rayos fue que la conversación tomo ese camino y acabaron hablando de Snape, precisamente la persona de la que no quería saber nada.

—¿Qué clase de personas te gustan Harry? —Volvió a preguntar Romilda, todas las demás le miraron y ella solo se encogió de hombros.
—Eh —Balbuceó—. No lo sé, no lo había pensado antes.
—Tenemos entendido que lo complejo y enigmático es lo que te seduce —Bromeó Ginny—. También lo oscuro y escabroso.
—¿Te gusta lo Slytherin? —Preguntó confundida Lavender.
—Vaya, imaginen eso… un león y una serpiente —Exclamó Parvati.
—¿Eso sería tan malo?

Todas las miradas se dirigieron a Hermione, que había adoptado una posición idéntica a la de Harry y un leve rubor teñía sus mejillas. El ojiverde tomó eso como una señal ¿A Hermione le gustaba un Slytherin?

—Supongo que no —Repuso Ginny—. Después de todo los opuestos se atraen.
—Además a los Gryffindor nos atrae el peligro —Ronroneó Lavender—. Imagínense con un hombre misterioso y lleno de secretos.
—¿Eso que tiene de bueno? —Preguntó Harry sin poderlo evitar—. ¿Qué tiene de bueno una persona fría y que nunca sabes realmente lo que está pensando?
—Las personas frías son las que tienen los sentimientos más reales —Dijo Hermione—. A veces las personas que son así, guardan mucho más de lo que aparentan y son así porque han sufrido demasiado, se resguardan en su fachada.

Harry no pudo evitar pensar en él mismo, sufriendo todo lo que paso y no queriendo que nadie más se enterara de sus verdaderos sentimientos. Guardándoselos solo para él.  

—Sí, entiendo —Musitó.
—Entonces ¿qué? —Soltó Ginny, interrumpiendo el repentino silencio—. ¿Aceptaras el maquillaje?
—¡No! —Exclamó Harry alarmado. Todas comenzaron a reír y no puedo evitar sonreír—. Vaya, quien diría que las chicas tienen charlas tan profundas.
—Oh, hay muchas cosas de las chicas que ustedes no saben —Respondió Lavender—. Somos toda una caja de monerías.
—Ya, pero me parece que de lo único que hablan es de nosotros —Bromeó Harry. Todas parecieron indignarse.
—Tampoco te creas tan importante, Potter —Inquirió Ginny sonriente.


* * *


—¡Paddy¡

Exclamó Harry caminando por el largo pasillo hacia el hombre. Junto a él iban Ron y Hermione, el primero le había ido a buscar con la noticia de su llegada. La cara del hombre era sinceramente un poema. Tenía la mandíbula caída y parecía una estatua; a su lado, Remus también lucia muy asombrado. Sirius dio pasos torpes cuando Harry llegó corriendo para abrazarle. Correspondió el gesto cariñoso y luego dio una pequeña vuelta con su amado ahijado envuelto en sus brazos.

—¡¿Pero que te han hecho?! —Exclamó cuando lo depositó en el suelo. Adoptó una pose dramática muy graciosa, estaba tan pálido que parecía un fantasma.
—¡Me han hechizado! —Bromeó Harry.
—¡Por la tanga rosa de Salazar! —Los tres chicos y Remus rieron ante la peculiar expresión, Harry se giró hacia el ojimiel y le abrazó de igual manera.
—Qué gusto verte, Moony —Le saludó.
—Igualmente cachorro —Respondió sonriente—. ¿Cómo has estado?
—¡¿Qué clase de pregunta es esa Remus?! —Espetó Sirius—. ¡No lo estás viendo! ¡Es una pesadilla!
—Bueno Sirius, yo le veo muy bien —Respondió encogiéndose de hombros—. Si estuviera en cama tal vez me preocuparía.
—Me siento bien, Paddy —Corroboró Harry—. Aun no me acostumbro del todo pero…
—¡¿Acostumbrarte?! ¡No eso sí que no! ¡Ahorita mismo iré con Snivellus a preguntarle porque demonios no utiliza sus artes oscuras para volverte a la normalidad!
—Sirius no creo que…

Pero el animago ni le escuchó y avanzó como rayo por el corredor, Harry se apresuró tras él y le sostuvo del brazo.

—Paddy, no vayas, no quiero ver a Snape… —Musitó con una expresión tan tierna que Sirius se olvidó de sus planes y le abrazo, estrujándolo entusiasmado.
—¡Dios, eres adorableeee!
—No… puedo… respirar...
—Oh, lo siento —Sonrió soltándole—. ¡Es que te ves tan linda!
—¡No me trates en género femenino! —Soltó Harry indignado.
—Aunque ahora ya no te pareces mucho a James, aún tienes rasgos pero pareces más Lily… ¡Aww! ¡Me pregunto cómo reaccionaría Prongs al verte! ¡Seguro Lily estaría encantada! y…

Sirius siguió parloteando sin tomar en cuenta a su ahijado, pronto había planeado comprarle cuanta chuchería para el cabello viera y las ropas más lindas que encontrara, aseguraba que le tomaría fotos y le sacaría a comer un helado. Harry se enfurruñó tanto que sus cejas casi parecían unirse y sus brazos se habían enredado como si no fuera a volverlos a estirar nunca. Remus, Ron y Hermione veían la escena, entre divertidos por las reacciones de Sirius y sintiendo un poco de pena por el pobre Harry.

—¡Ya va! ¡No puedo soportarlo más! —Gruñó Harry, comenzando a caminar y alejarse del pasillo.
—¡Eh, Harry! —Le grito Sirius sin saber por qué se iba.

El azabache aumentó el paso y antes de salir del pasillo, una pared negra se interpuso en su camino y volvió a chocar contra ella. Harry no necesitó nada para saber que era Snape el que le sujetaba nuevamente ¿es que no podía ser más inoportuno?

El hombre apenas y soportó el equilibrio cuando Harry intentó alejarse bruscamente, provocando que cayeran ambos al suelo, Snape giro antes de tocar el suelo, por eso quien recibió el golpe fue él. Un tenue gemido brotó de su garganta, el ojiverde, rezagado en su pecho, se erizó al escucharlo.

—¿Está bien? —Preguntó de forma suave y preocupada. Harry levantó la mirada y se encontró con una expresión que jamás en su corta y difícil vida pensó llegar a ver.

Sintió como si viera estrellitas.

—¡Suelta a mi cachorro, Snape! —Gritó Sirius mientras se acercaba, con los demás detrás.

El pocionista gruñó y se enderezó, dejando a Harry —que aún estaba atontado—, sentado en el suelo con delicadeza. Se levantó y miró a Sirius con desprecio.

—Ah, Black —Siseó—. ¿Qué haces aquí, sarnoso?
—Eso no te importa, Snivellus ¡Aléjate de mi Harry!
—¿Tu Harry? —Inquirió el ojinegro mientras fruncía el ceño.
—¡Sí, MI Harry! —Respondió haciendo ademán de acercarse a Harry, que ya estaba de pie.
—¡No! —Espetó interponiéndose entre ellos—. ¡No te le acercarás!
—¿Y quién te crees tú para impedírmelo?
—¡Potter es mío! ¿Entiendes? ¡Mío!

La expresión de todos los presentes, excepto la de Snape claro está, se desencajaron al escuchar aquellas palabras. Harry pareció tener un ataque en ese momento, se puso tan blanco como el papel, respiró dificultosamente y las piernas le temblaron. ¡Pero que carajos!

—¡Harry! —Exclamó Lupin al verle palidecer de esa manera. Snape volteó justo a tiempo para sostenerlo.


* * *


—¡¿Pero qué demonios le sucede?! Entró como Juan por su casa a decir que Harry era suyo ¡Esta demente! ¡Perdió la cabeza! ¡Casi lo mata de un infarto! —Decía Sirius mientras daba vueltas cual perro enjaulado en la enfermería. Su ahijado ya había despertado de aquella fuerte impresión y ahora le pedía explicaciones a Dumbledore, ignorando el hecho de que Severus estaba ahí también. Éste había permanecido al pie de la cama de Harry sin importarle nada.

—¡Si le sucede algo, su muerte quedará en tu conciencia Snivellus!
—Estás siendo algo dramático Paddy, estoy bien —Intervino Harry, aún estaba algo nervioso.
—¡No y mil veces no! ¡Este cretino no está bien de la cabeza!
—Sirius —Dijo con calma el director—. Por favor toma asiento, ya que estamos todos aquí, necesito explicarles algo.

El animago mató otras cien veces a Snape con la mirada antes de obedecer y sentarse en la cama junto a Harry. El pocionista le miró de la misma forma al verle tomarle de las manos. Ambos estaban muy recelosos. En la cama de al lado, los otros tres estaban ya sentados y veían la escena con curiosidad.

—Muy bien. Lo que sucede con Severus tiene que ver directamente con la situación que afecta a Harry. Ambas cosas tienen el mismo motivo, la poción que exploto.
—¿Eh? Pero, profesor —Dijo Harry sin comprender—. La poción solo me tocó a mí.
—Bueno Harry, eso no es del todo cierto.
—En todo caso, el que estaba a su lado era yo —Esta vez habló Ron—. No el profesor Snape, que estaba muy lejos.
—Tranquilo señor Weasley, a eso voy. ¿Quién fue la primera persona que viste al despertar, Harry?

El ojiverde puso expresión pensativa y rememoró aquel día. Todos se mantuvieron expectantes, excepto Snape que seguía mirando a Sirius de forma asesina. En su mente le había matado ya unas mil veces, estaba seguro de haber inventado ya una nueva maldición, "calzones corrosivos Black" le llamaría.

—Al profesor Snape —Musitó Harry, el hombre le miró como si hubiera escuchado el canto de los ángeles y el chico —ahora chica—, intentó esconderse todo lo posible tras Sirius.
—¿Y quién tuvo contacto contigo?
—El profesor, también.
—Entonces está más que claro.
—¿Para quién? —Preguntó Sirius exasperado, aun no entendía nada. El anciano se armó de paciencia y aspiro todo el aire que pudo.
—Lo que el director quiere decir es que, al ser el profesor Snape la primera persona que tuvo contacto directo con Harry, él fue el afectado por la poción.
—¿Y por qué él no es una mujer?... Aunque eso sería muy perturbador, un insulto a la naturaleza.

La mueca que Sirius compuso al imaginarse tan escabrosa imagen hizo que los demás quisieran reír pero se reprimieron por la presencia del imponente hombre del que hablaban.

—Bueno, tú no serías un tributo a la belleza Black —Dijo Snape arrastrando las palabras.
—Su apariencia no fue transfigurada porque Harry fue el que recibió toda la poción, en cambio, Severus recibió el efecto que causa. Al ser un filtro de amor el efecto que causa es el mismo, solo que a la inversa.
—Quién ingiere la poción es el objeto de obsesión de la primera persona con quien entra en contacto —Terminó Hermione.
—¿Entonces el profesor Snape está "enamorado" de Harry? —Preguntó Ron con una mueca de asco.
—Exactamente, señor Weasley.

Un minuto de silencio se apoderó de la atmósfera opresiva mientras miraban de Snape a Harry y de Harry a Snape. El ojinegro le miraba intensamente, mientras el ojiverde palidecía nuevamente.

—¡Juro por Salazar que llegas a mancillar a mi ahijado, Snape, y te corto los…!


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