Luna Llena de las FloresPapá no deseaba despedirse de Hogwarts.
Todas las semanas anteriores a aquella, se había pasado vagando por los pasillos, suspirando y retozando con cada columna que viera por allí. Iba a extrañar cada recoveco, cada centímetro del castillo. La última noche se dejó caer en su cama y el tío Ron se acercó a él.
—¿Qué sucede, hermano?
Papá le miró de reojo y desde esa distancia pudo ver la marquita roja que se asomaba en su cuello, sintió un escalofrío al imaginar cómo habría sido hecha y saco la lengua con desagrado. No podía imaginarse a Ron besando a Draco.
—No quiero irme —Respondió con simpleza—. No tengo a donde ir. Tendré que empezar desde cero.
No esperó a que le dijera que podía contar con él para tener un lugar, porque sabía que su mejor amigo ya tenía planes con Draco y él no quería ser el tercero en discordia. Estar en una casa llena de los arrumacos de ambos le censuro la mente por un momento.
Y cuando el momento de partir llegó, papá se mostró aprehensivo. El profesor Snape lo vio en el Gran Comedor y supo al instante que no estaba bien.
—Algo le molesta —Le dijo al acercarse. Papá gruñó en respuesta—. ¿Qué le sucede?
—Nada en absoluto —Murmuró desanimado, su baúl descansaba a un lado—. Solo no quiero marcharme. Este es mi hogar…
El mayor lo meditó un momento y asintió.
—Siempre he querido tener una casa… un lugar al que llegar, tener mis propias cosas —Mi papá dice que tembló en ese momento, asustado del exterior y del futuro—. No estar solo…
—Si no tienes un lugar en el cual quedarte… —Soltó el profesor, tomándolo por sorpresa pero se quedó callado. Papá le miró, con los ojos bien abiertos—. Comprenderé si no quieres. Vivir con alguien como yo puede ser…
—¡Perfecto!
Papá saltó, asustando al profesor.
—Conseguiré un empleo lo más rápido que pueda —Dijo, tomando su baúl, quizá con demasiada emoción—. Le pagaré renta. Prometo no molestarle, será como si no estuviera allí.
El profesor no emitió palabra alguna, pero sus ojos brillaron de una manera que yo solo puedo reconocer como felicidad. Puedo saberlo porque lo vi en un recuerdo sin querer. Papá lo dejó en el pensadero, flotando tentadoramente para mí. Aún no sabe que lo he visto.
Papá se tomó muy enserio sus palabras y ni había pisado la casa cuando dejó sus cosas y salió directamente al ministerio por la solicitud de ingreso al entrenamiento de Aurores. Sus EXTASIS habían sido muy buenos y estaba seguro de que sería admitido. Consiguió un empleo de medio tiempo durante las vacaciones en Flourish and Blotts, demostrando ser bastante sociable y encantador a la gente.
Durante el tiempo libre se dedicó a desempolvar la vieja casa que el profesor Snape había adquirido, dejándola lista para cuando él subiera del sótano, donde pasaba la mayor parte del tiempo. Iluminó su habitación agrandando la ventana y arregló los viejos muebles, dándoles otra oportunidad.
Preparaba el desayuno y la cena para ambos, lavaba la ropa y aseaba la casa, jamás molestaba al profesor y para mediados de las vacaciones, estaba tan cansado que se quedaba dormido mientras leía en la sala de estar.
El profesor jamás parecía pasar tiempo por la casa, pues siempre encontraba todo en su lugar. A excepción del desayuno y la cena, que quedaban tibias sobre la mesa y al día siguiente los platos estaban limpios. Papá empezó a sentirse solo, como siempre. Y fue desanimándose día con día. Se había planteado ser quien esperara ansioso el regreso del profesor a casa, ser como una especie de… algo.
Pero a como las flores crecen, también se marchitan.
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