Luna Llena de la Cosecha—No lo entiendo… ¿No era usted un licántropo también?
El profesor miró con hilaridad a papá, su inocencia parecía causarle mucha gracia a sus ojos.
—Empezaba a creer que jamás lo preguntarías.
—¿Entonces…?
—Sí… y no —Papá hizo una mueca de fastidio, su profesor parecía estar disfrutando con confundirlo—. Soy un hombre lobo pero no como los normales.
—¿Existe otro tipo?
El hombre se encogió de hombros.
—Supongo. Verás, soy descendiente de lobos, nadie me mordió para convertirme. Mi madre conoció a mi padre en uno de sus muchos viajes, era una investigadora de criaturas mágicas. Lo atrapó una noche, mientras esperaba estudiar a un tipo particular de lobo y su sorpresa fue que atrapó a un hombre. Nací tiempo después y él me contó que somos hijos de la Luna, protectores. Nuestro olor repele a los hombres lobo ordinarios.
Por eso el profesor Dumbledore le había pedido que fuera a Hogwarts, había un incremento en los ataques de hombre lobo en los alrededores. El profesor Snape no sabía cuántos protectores lunares quedaban en el mundo, pero aseguraba que los magos ignoraban este hecho y los tachaban de criaturas peligrosas, dándoles caza. Papá vio los ojos negros con fascinación; el profesor le contó cuanto sabía de él mismo, que podía cambiar de forma cuando lo deseara y no con la luna llena, que él no podía convertir a otros a menos que fuera su descendencia y que, desde que sus padres habían muerto, había guardado el secreto, había sido cauteloso y se escondía detrás de sus logros.
Papá pareció entender un poco mal la confianza que el profesor había depositado en él, comenzó a seguirle y hablarle con afán. En clases, los demás no podían más que asustarse de su atrevimiento. El profesor, asombrado, hacía simples muecas y se limitaba a responder a sus comentarios lo más neutral que podía. Cada vez que papá ríe, algo en mi corazón salta y se siente reconfortado. Así sé que aún lo recuerda como si fuera ayer y que aún le ama.
Se esforzó tanto por conseguir que los demás vieran la luz del profesor que la tía Hermione dice que rayaba en lo absurdo. Lo asaltaba en los pasillos con pretextos tan tontos como no entender una línea del libro de texto o el porqué de ese ingrediente en específico. Dice que no entendía que el profesor no deseaba la atención de los demás. Sin embargo, los estudiantes, animados por el ímpetu de papá, comenzaron a acercarse a él y al final, el profesor terminó cediendo. Dejó de temer que papá revelara su verdad y se encontró reconfortado por la aceptación que el joven Harry Potter traía a su vida.
En ese entonces también, papá dice que no veía mucho al tío Ron. Él y Draco Malfoy se volvieron inseparables, unidos por el sacrificio. El heredero Malfoy se convirtió en un hombre lobo y eso pareció destrozar su vida al inicio. Pero el tío Ron, después de haber escuchado sus reniegos y quejas, frunció el ceño y dijo:
“Jamás voy a abandonarte. Tendrás que acostumbrarte a mí, hurón de pacotilla”.
Al ver la mirada de Draco, papá comprendió que este siempre estuvo enamorado de su mejor amigo, y entonces entendió los motivos de sus celos pasados. El profesor Snape se ofreció a ayudarle a adaptarse, puesto que él tenía cierta influencia en los transformados. También se ofreció a proporcionarle la poción matalobos cada mes.
Por unos instantes, todo encajó y fue como debía ser.
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