Notas del autor:¡Hola! Aquí yo, con una nueva historia... y Snarry, como debe ser
Va dedicado principalmente a Lizie CoBlack, joannysnape (Sonia Romero) y una gran amiga, Ritsuka Taiga, por ser mis grandes amigas de shipp xD.
Disclairmer: Todo escenario, nombre y el mundo de Harry Potter, pertenece al intelecto de nuestra amada reina, J.K. Rowling. La historia está basada en el Film Wolf Children x3 porque me enamoró <3
Advertencias: Slash/Yaoi (Relación Hombre/Hombre). MPreg (Embarazo Masculino).
Espero de todo corazón que les agrade la historia
la verdad es que sería un cuento ilustrado, pero aún no está terminado xD cuando lo esté, les dejaré el link por aquí.
«Plenilunium»
Parte uno
El príncipe de la Luna
Muchos no creerían lo que estoy a punto de contarles… y no es para más, parece tan absurdo pensarlo, pero les doy mi palabra de que es la verdad, nuestra verdad. Esta es la historia de mi padre, de cómo pudo ver el largo hilo rojo que le conectaba a un hombre lobo.
Papá suele decir que jamás se imaginó que encontraría un mundo más allá de la realidad muggle, aunque haberlo hecho fue lo mejor que le pudo pasar en su vida. Yo concuerdo con él.
Nos contó que la primera vez que hizo magia fue terrible, él vivía con sus tíos muggles en Londres —ya que los abuelos murieron en un trágico accidente cuando él era un bebé—, y estos, además de ser de los muggles más idiotas que habitan el planeta, eran tan aprensivos a lo diferente que cuando sucedió reaccionaron muy mal. Aún puedo ver la sombra de una cicatriz en su frente.
A sus once años fue admitido en Hogwarts, la escuela de magia y hechicería más famosa, al menos en el mundo mágico. Al principio papá no sabía que hacer o a donde ir, la carta había llegado tan repentina e inesperadamente que se sintió abrumado. Conoció al tío Hagrid noches después, cuando apareció en el umbral de su puerta, su sola presencia amenazando con llevarse la cordura de los tíos Dursley. Aunque claro, su gran altura puede que no sea tan normal, es un semi gigante después de todo.
Compraron sus útiles escolares en el Callejón Diagon, que fue el primer contacto que él tuvo con este otro mundo, nos contó que no había visto nada igual, que comparado con el mundo muggle en el que todo era aburrido, era como abrir un cofre del tesoro. Este cofre siempre ha estado abierto para nosotros, pues mi hermana y yo nacimos dentro de él, así que no podemos imaginarnos del todo lo que pudo haber sentido en ese momento. Papá siempre sonríe al recordar especialmente la compra de su varita, entiendo que siempre había sido como si le faltara una mano, sin una varita, nosotros los magos y brujas jamás podríamos ser lo que somos, al sostenerla te sientes casi completo.
En Hogwarts papá se sintió por primera vez en casa y la forma en que sus ojos brillan cuando lo cuenta es tal que puedo ver reflejado el castillo en sus orbes verdes.
Comenzó sus estudios como todos los demás, demostrando ser muy bueno en todo lo que hacía, los hijos de muggles o, como en su caso, los que jamás habían vivido con magia, eran mucho más consistentes ya que deseaban saber más sobre ese, su nuevo mundo. Su primera amiga fue Hermione Granger, una chica con la cabeza llena de bucles despeinados, «Su melena sí que era rebelde» suele exclamar al recordarla. Era una come libros y una sabelotodo, tenía la misma hambre voraz que papá por la magia y compaginaron al instante.
Conoció a Ron Weasley tiempo después, cuando ambos audicionaron para el equipo de Quidditch de Gryffindor, su casa. Papá fue el primero en ser seleccionado como buscador y el pelirrojo pecoso se convirtió en guardián, ambos en segundo año. Desde los vestidores se dedicaron una sonrisa, se habían visto en los pasillos y las clases pero su círculo de amigos era distinto.
Después de eso, ambos empezaron a charlar, Ron le contó que su familia era numerosa, que casi todos los pelirrojos que había en el castillo eran parientes suyos y que, aquellos gemelos alborotadores y el prefecto gruñón con los que siempre estaba eran, de hecho, sus hermanos mayores. Papá vivía a la sombra del gran buscador James Potter, su propio padre y Ron encontraba algo a lo que identificarse con esa situación, siendo sus hermanos mayores, Bill y Charlie, grandes guardianes. Papá y Ron se hicieron amigos progresivamente y así los tres, Hermione incluida, se volvieron inseparables. Lo que fue muy malo para alguien más, puesto Ron tenía una relación amistad-odio con Draco Malfoy, un rubio petulante con aires de grandeza que destilaban desde sus ojos grisáceos. Draco no le tenía buena fe a papá y Hermione, porque no eran magos de sangre pura. Este se puso celoso de ese nuevo círculo y, por consecuente, empezó a molestarlos. Sin embargo la vida siguió siendo caramelo, exceptuando cuando tenía que volver al número 4 de Privet Drive, donde sus días se volvían cada vez más un infierno.
Papá buscó una solución rápida acudiendo al director de Hogwarts, el gran Albus Percival Wulfric… algún otro nombre que no recuerdo en este momento… Dumbledore.
«Él es Harry Potter y será su nuevo asistente a partir de ahora», fue la frase que el anciano director le dijo una tarde a Madame Pince, la particular bibliotecaria del colegio. Ella no estaba para nada feliz y se lo hizo saber dejándole las tareas más difíciles. Pero a papá nada le importaba, aquel empleo de medio tiempo pagaría su estancia en el castillo durante las vacaciones y estaba feliz de no tener que volver con los Dursley.
Así pues, lo conoció cuando tenía dieciséis.
Fue una noche de verano cuando Madame Pince le pidió, no muy cortésmente, que fuera a recoger los libros al despacho de uno de los profesores, ubicado en las mazmorras. Papá se preguntó porque habría un despacho precisamente en ese lugar, él lo consideraba frío y lúgubre, además no sabía que hubiera profesores viviendo en esa parte del castillo. Sin embargo, recordaba que el profesor Dumbledore había dicho que en el año que comenzaría en septiembre tendrían un nuevo profesor de pociones que dejaría a Slughorn retirarse al fin.
Tocó la puerta educadamente pero nadie respondió, insistió un par de veces más obteniendo el mismo resultado. Resopló por el viaje en vano y dio media vuelta para regresar a la biblioteca, entonces, por el rabillo del ojo, algo parpadeó.
Papá lo describe como un retazo rojizo, algo que llamaba poderosamente su atención. Volteó y por el suelo lo vio regado, un finísimo hilo rojo que salía de la puerta. Se preguntó de dónde provenía y siguió el caminito, dándose cuenta que estaba desparramado por debajo de sus pies y subía hasta él. El hilo se movió tan repentinamente, jalado hacía debajo de la puerta y esta se abrió.
Se miró la mano confundido pero el hilo había desaparecido, como si hubiera sido solo el fragmento de una alucinación.
—¿Sí? —Preguntó una voz grave y papá levanto la mirada. Lo primero que pensó era que aquel hombre encajaba perfectamente en aquel lugar. Estaba vestido de negro por completo, sus ojos y cabello mismos también lo eran. Negro, negro—. ¿Necesitaba algo?
Con vergüenza se dio cuenta que se había quedado mirándolo descaradamente de arriba abajo y se puso rojo de las mejillas.
—¡Ah! —Balbuceó, imagino lo linda que debió haber sido esa escena, el hombre enarcando una ceja—. Yo… yo soy… Madame Pince me ha enviado por libros.
—Ah, sí. Espere aquí, iré por ellos.
—Vale…
Esperó por algunos minutos, balanceándose en sus pies. El hombre volvió con los libros levitando delante de él, eran bastante gruesos y papá se mordió el interior de la mejilla, pensando en que sus brazos dolerían ya que a Madame Pince no le gustaba que usara su varita para llevarlos, tenía una extraña fobia a que sufrieran algún rasguño y aún no confiaba en él. Quizá jamás lo haría.
Extendió sus brazos y el otro los depositó suavemente.
—¿No los levitará?
—No, no… Puedo con ellos, está bien.
Papá los cargó con valor y caminó de vuelta. Miró el lomo de los libros y vio que eran tomos relativamente nuevos sobre pociones avanzadas, el autor era alguien llamado Severus Snape, no lo conocía pero le interesaba leer aquellos libros, si quería ser un auror debía ser diestro en pociones también.
Al regresar a la torre de Gryffindor aquella noche, papá miró su mano, preguntándose qué habría sido aquel hilo que imaginó y se quedó dormido, soñando con bruma. Después de eso, el asunto se esfumó de su mente, no volvió a recordarlo en todas las vacaciones.
Volvió a ver a aquel hombre solo hasta que el primero de septiembre llegó, la ceremonia de bienvenida para los nuevos alumnos dio paso a otra presentación, el célebre pocionista Severus Snape, quien había escrito innumerables libros, resuelto diversos enigmas y creado nuevas pociones, sería el nuevo profesor de pociones avanzadas, clase a la que papá estaba más que apuntado. Le sorprendió que ese hombre, habiendo hecho tantas cosas, se viese tan joven. No es que fuera extremadamente joven, como un veinteañero, pero tampoco era ni mucho menos viejo. Escuchó los cuchicheos de las jovencillas a su alrededor, inquietas por el aura misteriosa que lo rodeaba. Papá también la sintió en ese momento, la sensación de que algo ocultaba.
La primera clase fue de lo más resaltable que papá había escuchado en su vida, la voz aterciopelada le acariciaba los oídos como si fuera un encantador de serpientes, solo que encantaba alumnos. Era tan interesante que Ron no despegó los labios en ningún momento, más bien, nadie lo hizo y papá estaba fascinado, jamás las pociones le parecieron tan amenazadoras.
Pero a papá lo que más le gustaba era el profesor y a veces le parecía notar la misma ráfaga rojiza que vio aquella vez frente a su puerta.
Tan rápido como había llegado el año escolar, las vacaciones de invierno dieron paso a un manto de nieve que cubría cada recoveco del exterior, papá, que solía enfermarse en invierno, pasó algunos días en la torre, mirando por su ventana y extrañando el sol. Ron y Hermione se habían ido a casa para estar con sus familias y, para ese punto, papá se sintió más solo que nunca. No podía ir a la biblioteca, no tenía a nadie con quien charlar. Cuando se hubo mejorado un poco, salió a los jardines, aunque no pasó del umbral de la puerta, temiendo enfermarse de nuevo.
Vio una mancha oscura caminar por el terso blanco helado y se dio cuenta de que era el profesor Snape, que acunaba entre sus manos enguantadas un pequeño saco y se ponía en cuclillas aquí y allá.
Se sentó en la escalinata para mirarlo un poco más y de la nada, entre su capa el hilo rojo apareció, como si siempre hubiera estado allí. Una ventisca azoto su cara y despegó la mirada para cubrirse, el profesor hizo lo mismo y caminó de vuelta al castillo.
—Potter —Le saludó cuando pasó a su lado.
Papá se quedó allí, mirando sin mirar y considerando estarse volviendo loco.
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