La Mazmorra del Snarry
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

La Mazmorra del Snarry


 
ÍndicePortalÚltimas imágenesRegistrarseConectarseFacebook
La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Dame tu mano. Capítulo 07.- Consecuencias.

Ir abajo 
AutorMensaje
MeiYua
Aprendiz de vuelo
Aprendiz de vuelo
MeiYua


[I Concurso Fanarts] 4to puesto Calendario Snarry 2015 No tienes logos aún.
Femenino Cantidad de envíos : 223
Fecha de nacimiento : 22/10/1991
Edad : 32
Localización : Mexico
Galeones Snarry : 55445
Fecha de inscripción : 08/02/2011

Dame tu mano. Capítulo 07.- Consecuencias. Empty
MensajeTema: Dame tu mano. Capítulo 07.- Consecuencias.   Dame tu mano. Capítulo 07.- Consecuencias. I_icon_minitimeMiér Nov 23, 2011 12:24 am

Dame tu mano
(Beta: Mishima Reika)
Capitulo 07.- Consecuencias.





Tantas cosas habían pasado que Harry terminó olvidado completamente la visita del ministro a la casa de los Weasley informándole, sin pedir en ningún instante su opinión, que tenía que ir al ministerio para presenciar lo que Harry creía seria el funeral de Voldemort. Aún seguía sin entender porque la insistencia en relacionarlo con el hombre que más odiaba. ¿Acaso no era suficiente el hecho de haberlo derrotado como para que continuaran involucrándolo en otros asuntos sólo ser por quien era? ¿No podían encargarse solos? ¿No podían o no querían entender lo mucho que le dolía verlo otra vez?, aunque estuviera muerto. Estaba empezando a odiar el mundo mágico y sus leyes, o más que estas, a sus ineptos ministros



Snape dejo la carta en el mueble más cercano sin despegar la mirada de Harry y se paro frente a él para hablar pausadamente.



—¿Cuál es exactamente el motivo por el que el ministerio te citó, Potter? ¿Que mas quieren con Voldemort?



—No lo se... no me dijeron nada solo... —Harry hizo una pausa para respirar profundamente y mirar al hombre a la cara— El ministro dijo que ya no les tenían confianza ya y que yo tenía que decirle al mundo que ellos de verdad habían hecho algo para asegurarse que Voldemort no regrese mas. No me dijo que es lo que iban a hacer, solo que tenía que estar en la sala de misterios a las tres y que podía llevar a quien juzgara pertinente. Ni siquiera pude negarme.



—Así que no es suficiente que hubiera terminado usted con él, ahora quieren que se involucre en cada cosa que tengan que arreglar —bufó Snape— ¿Acaso también lo piensa involucrar en el juicio de los aliados de Voldemort? estúpidos...



Harry soltó una ligera risilla, provocando que Snape frunciera notablemente el seño.



>>¿Que es tan gracioso, Potter?



—Jamás pensé que el profesor Snape se fuera a ofender por lo que el ministerio quisiera hacer conmigo... al contrario, creía que le alegraría. Se siente raro tenerlo de mi lado.



Snape desvió la mirada y Harry sonrió nuevamente al notar un ligero tono rojo en sus mejillas.



—Sí, bueno... mejor que se acostumbre de una vez, Potter. Ahora será mejor que se vista, tiene que desayunar y asearse. Espero que podamos irnos antes de las once del día.



—¿Desayunar? no me dirás que sabes cocinar, Snape... —comentó Harry poniéndose lentamente en pie— ¿A dónde iremos con todos esos reporteros afuera?



—Cocinar es igual a hacer pociones, señor Potter y le he sacado una cita en San Mungo. Ya es hora de que revisen a su bebe, así que dese prisa.



Harry se llevo las manos al vientre, desde el día anterior no sentía a su bebe nadar dentro de él. No estaba seguro si eso era normal o si las cosas que había hecho en su contra le hubieran afectado, así que no dijo nada con respecto a la ida al médico, es más, ya quería ver lo que hacia Snape para sacarlos de allí sin que los vieran.



—Vale, entonces vamos a desayunar. Espero que la comida que preparas tenga mejor sabor que tus pociones, de lo contrario sabrán asqueroso y... no me envenenes, ¿de acuerdo?



—Muy gracioso, Potter.



Harry se acomodo los anteojos. Se había olvidado de quitárselos, así que ahora estaban bastantes torcidos y no se acomodaban bien, sin contar que le dolía un poco el puente de la nariz. Había dormido bastante bien en esa pequeña casa, mejor de lo que abría esperado, incluso se hubiera gustado quedarse en la cama hasta más tarde. Se rasco la cabeza, resignado y salió seguido de Snape. No tardo mucho en emparejársele y Harry noto entonces un ligero olor a jabón de tocador. Harry comenzó a olfatear al rededor, buscando de donde procedía la fragancia y de pronto se encontraba de puntillas oliéndole el pelo a Snape.



—¿Por qué hueles a jabón? —preguntó notablemente curioso.



—¿Cree que sea porque me acabo de salir de la ducha, Potter?



—¿Te bañas? —soltó Harry sorprendido, aunque en seguida se ruborizo ante su comentario— Digo... bueno, no quiere decir eso...



—Sé lo que se dice de mí en los pasillos del colegio, Potter, no tiene por que tratar de ocultarlo. Con más de quince años trabajando allí es imposible que no me enterara. Y no, Potter, no cabello no es grasoso porque falta de higiene, si no por precaución.



—¿Precaución? —repitió Harry entornando los ojos.



—Con el pasar de los años los gases de las pociones, estén bien o mal hechas, junto con algunos ingredientes peligrosos, el cabello se va cayendo y no me interesa ser calvo en ninguna etapa de mi vida. ¿Se imagina como me vería con cabeza de rodilla?



Harry trato de contener una carcajada mordiéndose los labios pero sencillamente no pudo más cuando Snape lo adelanto al bajar las escaleras y se imagino reflejado en su nuca. La alegre risa hizo eco en las paredes, tan melodiosa y cálida que hacía que la casa no pareciera tan lúgubre. Pudo mirar de reojo que Snape sonreía también de lado, aunque parecía que intentaba ocultárselo.



—Vale, tener pelo graso es mejor que no tenerlo.



Caminaron juntos hasta la pequeña cocina. Harry se había relajado un poco pensando que si nunca se había interesado por agradar a Snape y aun así lo había enamorado entonces daría lo mismo como se comportara en su casa. Sería solamente como siempre era y si no le gustaba entonces vería que hacer. Le quito el polvo a una silla con un movimiento de su varita y tomo asiento mientras Snape servía un par de platos. No era el gran banquete que siempre servían en el comedor de Hogwarts, pero tampoco se podría decir que era pequeño. Había huevo con bacón, gachas de avena, tostadas, mermelada y bastante pan dulce. Un par de jarras se acomodaron entonces en el borde de la mesa, una con jugo de naranja y otra con leche. Harry miro que Snape se servía de la estufa una taza de humeante café y se sentaba frente a él.



—Coma, Potter, el bebe necesita nutrirse y usted también —dijo e hizo una pausa para tomar un sorbo de café antes de agregar—: No se preocupe, no está envenenado.



Harry asintió ligeramente y se sirvió un vaso de jugo. Se sentía raro al comer junto a Snape, pero el olor de la comida seguía danzando en su nariz, haciéndole agua la boca, así que simplemente se dedico a comer, sorprendiéndose de que los alimentos resultaran extrañamente sabrosos para a ver sido preparados por Snape, aunque cuando lo pensó bien entendió que si Snape era bueno preparando las pociones, era lógico que también fuera bien preparando comida y por tanto esta supiera bien. Alzo los hombros imperceptiblemente, restándole importancia y desayunó junto a Snape con el bullicio de reporteros intentando inútilmente entrar en la propiedad.



***



Después del desayuno Harry había subido nuevamente a su nueva habitación. Sus maletas ya estaban allí, apiladas ordenadamente en un rincón. Fue esta ellas y tomo un cambio completo de ropa. Se encamino hasta el baño de Snape y luego de cerrar con magia la puerta, solo por si acaso, se dio una larga ducha con agua caliente. Se miro reflejado en un espejo de cuerpo completo que había al lado de la puerta, estaba algo empañado, pero alcanzaba a mirar perfectamente su silueta. Su vientre había crecido un poco más, en un par de meses ya no le quedaría su ropa.



Había terminado de secarse el cuerpo y se estaba poniendo la ropa cuando se pregunto lo que sería en verdad estar esperando de Snape. Las cosas no serian tan difíciles ni tendría tanto temor ya que el hombre estaba a su lado, cuidando de ambos aun sin ser el padre del bebe, pero justamente este era el problema. Por más que se lo imaginara, Voldemort lo era y él seguía temiendo lo que el pequeño podría llegar a ser una vez que naciera.



Salió de la ducha sacudiendo su cabello del exceso del agua y escucho en la planta baja un fuerte chasquido, seguido de un golpe sordo y lo que parecían ser libros callando de sus estantes. Extrañado se apresuro a bajar por las escaleras lo más discreto que pudo y escucho como un par de personas se quejan por lo bajo.



—Ay, Kreacher, será mejor que practiques tus aterrizajes.



—Lo siento señor, Kreacher no suele llevar a personas consigo, señor.



—El profesor Snape nos matara, mira como le dejamos sus estantes.



Harry abrió mucho más los ojos, sorprendido. Esas voces eran de Kreacher, Ron y Hermione. Empujo la puerta, abriéndola de golpe. Escucho el grito ahogado de Hermione cuando uno de los estantes de libros, en el que estaba oculta la puerta se abrió. Harry pasó sin hacerle mayor caso y los miro. Efectivamente, eran ellos. Estaban con un montón de libros levitados en el aire y las manos cogidas por el susto. Kreacher había desaparecido tan pronto había habido movimiento en la casa y Harry solo alcanzó a mirar una de sus orejas.



—Tranquilos, chicos, soy yo —les dijo Harry sonriendo— Aunque será mejor que acomoden eso antes de que Snape baje. De él si tienen que tener miedo.



—Oh, por dios Harry, casi nos das un infarto —se quejo Ron exhalando aliviado— Creí que este sería mi fin o que me mandarían a prisión por allanamiento.



—Lo que Snape haga no creo que podría ser peor que los castigos que nos daba —dijo Harry acercándose a ellos— ¿Cómo es que llegaron aquí? Snape dijo que no se podían aparecer dentro de la casa y tampoco por la chimenea.



—En realidad si nos aparecimos. Kreacher fue muy amable y nos trajo hasta dónde estabas cuando se lo pedimos. Ya sabes, los elfos se aparecen donde quieren y el ya sabía que estabas aquí, Snape le mando una lechuza —comentó Hermione mientras ponía de nuevo los libros— ¿Crees que los tenga organizados de alguna manera?



—Da igual, ponlos como sea —dijo Ron.



Harry se sentó en una silla, aun observándolos. No sabía porque era que estaba cansado si no había hecho nada, pero lo estaba, deseaba volver a la cama y dormir hasta la hora de la comida. Ron y Hermione tomaron asiento en donde pudieron, suspirando aliviados por qué Harry estuviera bien. Snape no tardo mucho en asomarse buscando con la mirada afilada el desastre que esperaba encontrar en el lugar por el ruido anterior. Sin embargo, lo único que encontró fueron dos invitados que no sabía que vendrían.



—¿Por qué no me sorprende que pudieran entrar? —preguntó por lo bajo.



—H-Hola, profesor —saludó Hermione un tanto nerviosa.



—No empieces a gruñir, Snape, son visita, trátalos bien —se adelanto a decir Harry en medio de un gran bostezo.



—No se preocupe, Potter, no planeaba hacerlo y casi es hora de irnos.



—¿A dónde van? —Preguntó Ron extrañado— Acabamos de llegar, es descortés, aparte ¿ya miraron como esta allá afuera? los lincharan si se asoman.



—No saldremos por la puerta, Señor Weasley —dijo Snape por lo bajo— Para su información el dueño de la casa puede ir y venir a su antojo. Y aunque no fuera así, el señor Potter tiene una cita en san Mungo que no planeo dejar que pierda, así que aunque tuviera que mandar a volar a todos los reporteros, saldríamos de aquí.



Ron se escalofrió un poco mientras Hermione profería un gritito, extasiada comentando:



—¿Van a revisarte el bebe? siempre quise ver un eco. Harry, ¿puedo ir con ustedes? prometo no molestar.



Harry volteo a ver a Snape, interrogándolo con la mirada y dijo al ver el asentimiento del mayor:



—Claro que si, Hermione, ambos pueden —sonrió Harry tranquilo, pasando la mirada de uno a otro.



Ron agacho la cabeza y Harry noto que estaba un poco sonrojado, como apenado por lo que iba a decir y al mismo tiempo cabreado.



—Compañero... Yo, bueno... perdón —balbuceó subiendo la mirada hasta toparse con sus ojos— De verdad no creí que ellos fueran a reaccionar de esa forma. Son tan tontos y que decir que Ginny, esa niña va a pagar después por tanta tontería que hace... mira que informar al profeta… es una…



Harry y Snape se voltearon a ver al escuchar las palabras de Ron. No les sorprendía mucho que fuera justamente la chica quien hubiera contado todo eso al profeta, ni tampoco que inventara tanta cosa que Harry no había dicho, quizá alguna que otra las había puesto la misma escritora. Les parecía que era normal que hubiera querido desquitarse de aquella forma luego de sentirse despechada al entender con las palabras que Harry había dicho que no la había querido nunca. Era verdad que Harry se había sentido un poco mal por eso, el si la había querido, pero los comentarios de la chica le habían calado en lo más profundo de su ser que había querido desquitarse de alguna forma y no se arrepentía por su decisión.



—Así que Fue Ginny, ¿hasta donde será capaz de llegar? —Murmuró Harry mirando melancólico a Ron— Jamás creí que ella fuera así, jamás lo imagina… nunca.



—Yo tampoco sabía que era si —dijo el pelirrojo— Pero lo que más me sorprende es que Mamá, Papá, que todos se hayan puesto en ese plan. Primero diciéndote que eres parte de la familia y luego dándote la espalda cuando ofendes a uno… aunque no fuiste tú, pero da igual. George te dice Harry el Putter… lo entiendes, ¿no?



—Ya… no hace falta que lo expliques.



Harry bajo la mirada al piso. Realmente le dolía no tener a los Weasley de su lado, en todo ese tiempo los había llegado a considerar su familia, la única que tenia luego de que Sirius falleciera, y ahora no le quedaba otra más. Lo único que tenia era un bebe creciendo en su interior, quizá podría formar una nueva familia, con Ron, Hermione… ellos serian los padrinos del bebe, y también, de alguna forma, con Snape. Sin embargo, el temor de cómo fuera a ser el bebe seguía latente en su interior.



—Mama corrió a Fleur y Bill se separo de ella, ¿sabes? —masculló Ron



—¿Y eso por qué?



—Pues porque le dijo que una vez Ginny había entrado a su baño y que cuando ella había ido a limpiarlo, una de las probetas de embarazo mágico tirada en la basura, usada… y que marcaba positivo.



—¿Probetas mágicas? —preguntó Harry confundido.



—Si… te las dan en San Mundo si las pides. Vienen encantadas para que la pasión que traen nunca de derramen. Solamente les pones un poco de orina y el color de marca si positivo o no… aunque no se los colores. Pero solo las dan si estas casado… En fin, Fleur las tenía… y ya sabes que ella no ha salido esperando… Bueno, mama no lo entendió y la corrió, la hizo regresar a Francia.



—Ginny es una hipócrita —saltó Hermione furiosa— Mira que hacerse la ofendida cuando ella se estaba revolcando con quien sabe quien mientras tu arriesgabas tu vida. Al principio sí, lo confieso, yo dudaba de lo que había dicho Profesor —miró a Snape— sobre los constantes dolores de vientre… creía que le tenía celos o algo así, ya sabe… por Harry, pero ahora sé que no mentía.



—¿Por lo de Harry? —Repitió Snape pasando la mirada de la chica a Harry sin mover la cabeza— ¿Qué quiere decir con ellos la señorita Granger, Potter? ¿Acaso dijo algo de nuestra conversación?



—Ahh… bueno… —Harry se rasco la cabeza un tanto cohibido— Pues veras, Snape, les conté lo que me habías dicho… tu confesión, así que pues… a eso se refiere. Lo saben



Snape se paso una mano por el rostro, tratando de controlar tanto su temperamento como los colores que amenazaban con subírsele al rostro.



—Es sorprendente lo abierto que es, Potter. Primero dando detalles que las falsas noches de pasión y ahora hasta de lo que le digo. De verdad, sorprendente.



—Por nosotros no se preocupe, Profesor —murmuró Hermione— No le diremos a nadie….



—Aunque ya se dice mucho más que eso —agregó Ron.



Los cuatro voltearon hacia la ventana. Atrás de la gastada cortina se alcanzaban a ver los flashes de las cámaras al fotografiar la casa. Una verduzca luz se extendía como barrera al rededor de la finca, impidiéndole el paso a cualquiera. Harry ya podía imaginarse los titulares los titulares del día siguiente: "Harry Potter exiliado del mundo por su nuevo amante" Si, estaba seguro de que pondrían una cosa así, aunque no le molestaba tanto. Suficiente experiencia tenía ya con ellos como para tomarse a pecho cualquier cosa que escribieran.



>>Creo que mañana Ginny tiene una entrevista con la revista corazón de bruja. Le pagaran por relatar lo que pueda... ya sabes, como es tu ex está un poco cotizada.



—Me da lo mismo lo que haga, Ron —espetó Harry— Ya se pasara la novedad y dejaran de molestar tanto, solo hay que esperar.



—Es bueno que no dejes que te afecte, Harry, pero ¿no crees que nos debes una pequeña explicación? —preguntó Hermione y continuo hablando al mirar la cara de ignorancia de Harry— Sobre lo de que Snape... digo, el profesor Snape es el padre del bebe, lo de que tu y el... bueno, ya sabes, no me hagas repetirlo.



Hermione se puso un poco roja, Harry volteo a ver de inmediato a Snape y luego de nuevo a sus amigos.



—¡No! —Chilló acalorado— Eso era una mentira. Snape y yo no... Ustedes saben que no... Digo, el quisiera, pero yo no... Cocina bien, me cuida, ya no parece tan idiota y quiere al bebe, pero... pero no hemos, ni siquiera lo he besado, mucho menos visto desnudo. Así que no se si se sienta rico... pero me lo imagino y...



—Cállese mejor, Potter —lo invitó Snape— Solo esta enredando más las cosas.



Ron y Hermione sonrieron discretos al mirar a Snape frotando su sien y a Harry bajar la mirada abochornado.



—Yo solo dije aquello por despecho, aprovechando lo que Snape había dicho antes, que por cierto no me preguntó. Sé que lo mío no estuvo muy bien, pero creo que él lo hizo para ayudarnos, porque no sabemos cómo reaccionarían si saben la verdad y tomando en cuenta lo que ayer no creo que sea muy bien que digamos.



—Vale, Harry, pero ¿Qué piensan hacer ahora? —Preguntó Hermione— ¿Seguirán con la farsa?



—Creo que para como están las cosas no nos queda de otra —contestó Harry



—¿Y que pasara cuando nazca? —intervino Ron



Harry abrió la boca para contestar, pero la cerro de nuevo sin decir nada. Las palabras que Snape le había chico antes sobre adoptar a su hijo y ser su padre rondaron de nuevo sus oídos, ¿debería aceptar?



—Eso lo veremos el señor Potter y yo cuando llegue el momento —dijo Snape con calma— Ahora bien, cualquier otra cosa que quieran preguntar háganlo por el camino. Ya es hora de irnos.



Los chicos asintieron y se pusieron en pie sin protestar. Snape hizo un movimiento de cabeza, invitándolos a que se sostuvieran de él. Ron dudo por un segundo, pero al final termino sediento y, al igual que Hermione, se aferro a la capa del Hombre. Harry iba a imitarlos, pero, cuando estaba estirando la mano, sintió que Snape lo atraía hacia él, lo abrazaba de tal forma que su vientre quedara protegido entre ambos y los desapareció de allí sin más. Aparecieron al instante en un callejón de Londres. Hermione y Ron terminaron aterrizando de sentón en el asfalto al zafarse la tela de sus dedos y Harry entendió entonces por que Snape le había impedido que él también se sujetara de allí.



Caminaron pues hacia la olvidada tienda de fea ropa que era la entrada a San Mungo. Snape llamo un poco la atención con su vestimenta, pero al cabo de un minuto ya estaban dentro del hospital mágico, atrayendo todas las miradas. El mayor había tomado a Harry de la mano, exactamente igual que como habían salido de la madriguera, y lo guio, junto con Ron y Hermione por pasillos y escaleras, haciendo como si no notara ni una sola mirada puesta en él o sus acompañantes.



No paso mucho tiempo antes de que Harry estuviera sentado en la cama del consultorio con una medimago rubia y de pulcra bata blanca que estaba parada frente a él. Sus amigos se mantenían a los costados de Snape observando y escuchando atentos cada palabra de la mujer.



—Muy bien, señor Potter, olvidémonos un poco de todo el jaleo de allá afuera y centrémonos en su bebito —comenzó a decir la mujer con una dulce sonrisa en el rostro— Su esposo me dijo que esta por la semana 18, nos hemos atrasado un poco en los exámenes, pero no pasa nada.



Harry abrió de mas los ojos y volteo a ver aterrado a Snape.



—¿M-Mi esposo?



—Oh, bueno, se que técnicamente no lo son aun, pero son una pareja y están enamorados, ¿no es así? Seguro no falta mucho para que quieran serlo de verdad y yo los estoy animando para que se den prisa -dijo la mujer restándole importancia con una mano— No todos estamos en su contra, señor Potter, ya esta se formo un club de fans... se llaman Snarryanas... o algo así.



Harry se limito a forzar una sonrisa como respuesta mirando de reojo como parecía que Ron había comenzado a divertirse al fin y de lo lindo por la sonrisa que iluminaba su rostro. La medimago se giro, sonrió a Snape y se fue a una repisa de cristal. Allí habían varias filas de coloridas pociones, agujas, vendas, gasas y una caja de benditas enormes. La mujer tomó uno de los viales con liquido purpura, un paquete de algodón esterilizado y una guja. Se volvió a acercas a Harry, tomando en el transcurso una botella de alcohol.



>>Voy a necesitar un poco de su sangre. Tengo que revisar si tiene alguna enfermedad venérea que pudiera transmitir a su bebe, sus niveles de glucosa, si es anémico, medir unos marcadores bioquímicos para ver si el bebe tiene índices de riesgo de estar afectado con síndrome de Down, anencefalia o espina bífida, y cosas por el estilo. Le dolerá un poquito pero no por mucho.



Saco de su bata una gruesa liga y amarro el brazo de Harry. Él cerró los ojos cuando sintió el pinchazo de la aguja y los abrió solo un poco cuando su sangre caía al vial, terminando de llenarlo. Basto luego con un simple pase de varita para que estuviera sanado su brazo. La medimago tapo la botellita y la agito un par de veces para luego dejarla en la mesita de al lado.



—¿Que salió? —preguntó Harry curioso.



—Tendremos que esperar un momento para saberlo —le contestó amable la mujer— Por ahora recuéstate y descúbrete el vientre, vamos a ver cómo va el pequeño. Tengo que verificar que para identificar no allá amenazas de aborto y embarazos extrauterinos o múltiples.



Harry se recostó y descubrió su vientre, mirando de reojo como Snape, Ron y Hermione se acercaban más para ver mejor. Sintió enseguida el frio de un liquido viscoso que la mujer le había puesto en el vientre y la miro trazar complicadas figuras en el aire apenas momento los labios al recitar hechizos. Una brillante nube salió entonces proyectada desde su vientre, dejando ver una imagen mucho más clara que la que Snape le había mostrado. Casi le parecía que podría tocarlo si alzaba la mano, era como si estuviera dormido, tranquilo. El ruido de una pluma al rasgando el pergamino hizo que Harry desviara la mirada. Había una vuela pluma escribiendo apresuradamente y Harry intuyo que estaba hechizada para tomar los datos de vientre, ya que la medimago estaba atenta a lo que esta ponía. Se notaba que un poco seria por más que tratara de ocultarlo. Era evidente.



—¿Algo anda mal? —preguntó Snape en un tono demandante.



La mujer volteo a verlo y sonrió un poco.



—Dejemos eso para cuando tenga los demás resultados. Por ahora será mejor que les explique esta imagen y también escucharemos el corazón.



Hermione reprimió un grito extasiado y Harry sonrió asintiendo.



—Vale, adelante.



—Bueno, esto que vemos aquí es su cabecita, ya tiene algunas facciones marcadas aunque aún le falta para que se noten mejor. Esta otra es su columna, los brazos, las piernas...



Fue señalando cosa por cosa y Harry tuvo que esforzarse un poco para encontrarle la forma de lo que decía que eran. Un segundo más tarde los latidos de un corazón resonaron por la habitación. Harry sintió un vuelco en el corazón y sonrió dulcemente mirando a Snape, sorprendiéndose de ver que este le regresaba el gesto.



—Oh, Harry... mira que cosita tan linda —chilló Hermione emocionada— Yo quiero uno también.



—Te hablan, Ron —dijo Harry sonriendo.



El chico solo atino a sonrojarse y mirar a la medimago tomar anotaciones mientras observaba el vial detenidamente. Esta vez no cabía ninguna duda de que algo estaba pasando pues la mujer se notaba bastante seria. Sin embargo, ni Harry ni Snape alcanzaron a preguntar nada ya que la medimago se les adelanto y comenzó a hablar severa.



—Bueno, Señor Potter, de salud se encuentra considerablemente bien, pero tan parece que no se ha estado cuidando como es debido. Esta falto de nutrientes lo cual deja ver que no se ha estado alimentando nada bien y eso se refleja en su bebe. Este está un poco más pequeño de lo que debería para el tiempo que tiene, aunque no tiene ni rubeola toxoplasmosis o hemofilia. Pero tiene que alimentarse, señor Potter. Preocúpese por usted y su hijo.



Harry desvió la mirada, ya sabía que algo malo tendría que haber surgido de las tonterías que había hecho antes por el miedo que le causaba esperar un bebe de un ser tan... repugnante y luego de que lo tomara de tal manera.



>>Me preocupa que pueda desarrollar Pregnorexia sin darse cuenta, señor Potter, será mejor que comience a alimentarse como se debe, saludable, a sus horas y tendrá que tomar cuidados necesarios para cualquier persona en cinta. No le recomiendo que se ejercite demasiado pero camine, no levante cosas pesadas, no se exponga a los gases de pociones ni tome ninguna que esté contra indicada en el embarazo. Su esposo podrá cuidar ese punto.



—¿Q-Que es Pregnorexia? —preguntó Harry por lo bajo, alarmado.



—La Pregnorexia es el trastorno alimentario que caracteriza a las personas embarazadas con anorexia, las que intentar perder peso, bajo todas las formas posibles, aún estando embarazadas y teniendo dentro, una vida que necesita alimentarse para vivir saludablemente. La alimentación durante el embarazo debe ser completa y adecuada, ya que influye grandemente en el desarrollo intrauterino del bebé, como así también en su vida futura. Pondría riesgo su vida y la de su hijo, señor Potter



Harry sintió como si una cubeta de agua fría le cayera encima. Justo ahora que no buscaba esa "salida" que tiempo antes añoraba esta parecía estar al fin cerca. No quería morir, mucho menos que lo hiciera su bebe. Era cierto que no sabía lo que pasaría más adelante, pero como decía Snape, ya se ocuparían de eso después.



—¿Que más tenemos que hacer para que eso no suceda? —preguntó Snape tomando la mano de Harry



—Aparte de lo que ya le dije tendrá que tomar algunos medicamentos que yo le daré. No lo olvide señor Snape, que se cuide mucho. Les daré la próxima cita para el mes que viene, pero si algo va mal, no duden en venir de inmediato.



Harry no se dio cuenta de lo que paso después. Se había sumergido por completo en sus pensamientos, desarrollando culpas internas y maldiciéndose por el cómo había actuado en aquel momento, por lo que no se dio cuenta en que momento habían dejado San Mungo. Cuando la voz de Snape lo trajo a la realidad estaban caminando como una desértica calle.



—Tranquilo, Potter, si te cuidas todo va a estar bien, y créeme que yo me asegurare de que así sea.



Harry volteo a mirarlo melancólico, sus amigos estaban caminando a su lado, asintiendo en señal de apoyo y pensó encantes que quizá no todo estuviera perdido aun. Sin embargo aun faltaba algo.



—Vale, me cuidare, pero ahora tenemos que ir al ministerio por el asunto de Voldemort



***



Harry se encontraba en el ascensor del ministerio, resguardado entre los brazos de Snape de las bruscas sacudidas que de repente daba la maquina- Le parecía sorprendente lo sobre protector que podría llegar a ser Snape cuando se lo proponía, mas cuando antes no parecía sentir afecto alguno por alguien que no fuera el mismo. Se sentía un poco incomodo por los tratos, pero no podría negar que después de haber escuchado a la medimago le agradecía que estuviera cuidando de él, no quería caer y provocar algo irreversible. Para Ron y Hermione también era incomodo mirar al antiguo y frio profesor tan apegado a Harry, cuidando de él a cada momento cuando antes lo trataba mal, pero sabían que las personas cambiaban y mas a un Snape. Además no podían negar que el que él hombre estuviera presente resaltaba bastante útil. Snape seguía teniendo esa aura intimidante y aquella mirada que hacía que cualquiera saliera corriendo cuando el pasaba temiendo por su vida. Por tanto nadie se había acercado a atosigarlos con molestas preguntas sobre su vida intima y se habían limitado a cuchichear desde lejos.



Al bajar del ascensor en la sala de misterios se encontraron esperándolos al ministro, un par de aurores y algunos asistentes que parecían iban a registrar todo lo que se hiciera a continuación.



—Señor Potter, veo que trajo compañía —hablo el ministro pasando la vista despectivo por los cuatro.



—Dijo que podría traer a quien quisiera y los traje a ellos, aunque si no le parece me marcho, no hay problema.



—No, no. Todo está bien —sonrió hipócrita el hombre— Comencemos entonces, esto no tardara mucho pero entre más pronto mejor.



El ministro paso la mirada de Harry a Snape y de regreso, para luego mirar el vientre del chico y la entrepierna del mayor. Harry resoplo enojado y miro de reojo como el ex-profesor afilaba la mirada hacia el ministro, haciendo que se girara sobre sus talones de golpe, cohibido.



—S-Sígame por favor —pidió comenzando a caminar— Tenemos el cuerpo protegido por cualquier cosa que pudiera pasas y hemos rastreado la magia del hombre por cada rincón...



Emprendieron camino guiados por el ministro que no paraba de dar explicaciones de lo que habían hecho desde que recogieron el cuerpo. Parece que trataba de convencer a Harry de que estaban haciendo las cosas bien en esa ocasión. Llegaron hasta una enorme puerta de madera negra. Tenía grabados en cada centímetro símbolos antiguos raros y runas. En la parte superior tenia pegados varios pergaminos mágicos. Los aurores sacaron sus varitas y las incrustaron en los orificios que había como cerrojo. Saltaron de inmediato chispas rojas y Harry pudo ver como la puerta comenzaba a moverse lentamente.



Sintió de golpe un desesperante miedo. No quería entrar, no quería ver a ese maldito, no le importaba cual fuera la razón, simplemente no quería mirarle. No deseaba que su bebe estuviera siquiera en la misma habitación que ese ser y se rehusó a caminar cuando la puerta se hubo abierto del todo.



—¿Pasa algo, señor Potter? —Preguntó el ministro— Tenemos que comenzar y pasa eso necesitamos entrar en esa habitación.



Harry no dijo nada, continuó con la mirada fija en la nada los pies bien plantados sobre el piso. Quería asegurarse de que Voldemort jamás fuera a regresar pero le aterraba dar tan siquiera un paso a aquella habitación y tenerlo de nuevo en frente.



Sintió la mano de Snape aferrarse a su brazo y escucho sus voz por lo bajo.



—No lo dejare solo, Potter.



Harry lo miro, ¿lo podría proteger Snape de lo que pasará al cruzar el umbral?


Anterior
Volver arriba Ir abajo
 
Dame tu mano. Capítulo 07.- Consecuencias.
Volver arriba 
Página 1 de 1.
 Temas similares
-
» Dame tu mano. Capitulo 12.- Dame tu mano.
» Dame tu mano. Capítulo 09.- Pensando en ti.
» Dame tu mano. Capítulo 10.- No lo dudes más.
» Dame tu mano. Capítulo 11.- No se que pasó.
» Dame tu mano. Capítulo 03.- Tú no sabes.

Permisos de este foro:No puedes responder a temas en este foro.
La Mazmorra del Snarry :: Biblioteca de la Mazmorra :: Club de Duelo :: Archivo Dia Internacional del Snarry-
Cambiar a: