Dame tu mano.
Capitulo 10.- No lo dudes más.
Después de que Harry se enterara que había un retrato de Sirius esperándole en Grimmauld Place, los días a la espera de poder al fin ir a la casa se le habían hecho interminables. El había querido salir corriendo inmediatamente después de enterarse, sin embargo, Snape lo había frenado. El hombre decir que Harry no iría tan embarazado a esa casa sin antes haber revisado él de cabo a rabo la propiedad, asegurándose que no hubiera ningún peligro potencial ni para Harry, ni para el bebe. Kreacher les había dicho que no había ningún problema que el amo Harry Potter estaría bien, pero Snape simplemente no había querido entender razones.
Así pues, Harry tubo mucho tiempo disponible para buscar por la casa y empacar las cosas que se habían esparcido con el pasar de tiempo. Tanto era su entusiasmo, pensando que entra más pronto empacaran, mas pronto se marcharían, que incluso se había ocupado de organizar las pertenecías de Snape. Hubiera querido meterlas también en maletas, pero no sabía a ciencia cierta lo que el mayor iría a llevar, así que simplemente las dejo listas para ser empacadas con un sencillo pase de varita.
El día que Snape al fin le dijo que se irían a Grimmauld place por la mañana siguiente, Harry no pudo dormir en toda la noche por estar pensando en su querido padrino y lo que le iría a decir. Incluso le parecía que su bebe también se encontraba ilusionado por la idea y pateaba como loco todo lo que se le ponía enfrente por la emoción. Era eso o que todo el día había tenido antojo de fresas con crema y en la nevera no había.
En momentos se ponía a pensar que diría Sirius si se enterara de verdad y no solo un cuadro suyo que planeaba vivir con su querido amigo Snape en su vieja casa. Aunque poco después recordaba que tanto a Snape como a la propiedad, su padrino les tenía un afecto nulo y se convencía de que le vendría valiendo cacahuate mientras no tuviera que convivir con Snape o si pudiera humillarlo ilimitadamente.
La mañana de la partida, Harry se levanto muy temprano, dispuesto a hacer el desayuno por Snape. Abrió las ventanas de la cocina, encendió la vieja radio que había en el lugar y se puso a tararear la canción que salió a todo pulmón a un ritmo totalmente diferente, sin darse cuenta que snape ya había bajado de su dormitorio desde hace rato y ahora se encontraba observándolo.
—Vamos, bebé, baila con mama —Le dijo Harry a su pancita que se movía grácilmente a su ritmo.
Snape se recargo en el marco de la puerta y sonrió ampliamente al mirar como Harry se enfrascaba en un apasionado vals con un plato de tostadas recién hechas entre las manos, mientras escuchaba de fondo Nocturne de Chopin.
Hizo un esfuerzo por desaparecer su sonrisa y se aclaro sonoramente la garganta antes de hablar.
—Magnifico, Potter, cáigase, adelante.
Harry sintió se le salía el corazón del pecho y pego un salto, haciendo volar las tortadas que sostenía por los aires.
—¡Me rindo! —Alzo las manos— Bebe a bordo…
—¿Qué ridiculeces dices? —preguntó Snape, aguantando la risa.
Harry se giro para mirarlo, llevándose una mano al pecho y frunciendo notoriamente el entrecejo.
—¿Pero tú que estas pensando? ¡Me causaras un infarto!
—Y usted a mi sordera, Potter. Bájele a su radio.
Harry hizo un infantil mohín y luego de amenazar a Snape con el puño se giro y apagó la música mientras murmuraba:
—Anciano quejica… Ahora no podemos divertirnos, bebito.
A Snape se le curvaron levemente los labios al mirar como Harry se acariciaba el vientre, platicando de lo lindo con su bebe. Le parecía increíble cual infantil podía llegar a ser el chico cuando se lo proponía. Harry al volteó a verlo nuevamente, solo para fulminarlo con la mirada por haberlos asustado y después de sentó a la mesa. Snape resopló y se acerco un poco a él.
—Veo que Hoy amaneciste de buenas, Harry —dijo tranquilo Snape.
—Y yo veo que por tu culpa no voy a comer tostadas —reprochó Harry seco.
Snape rodó los ojos y dijo:
—Por el amor de dios. Estaban quemadas, incluso le hice un favor al causar que se le cayeran.
A Harry se le formo un nudo en la garganta y miró a Snape ofendido, cruzándose de brazos, notablemente resentido por las palabras y por el poco agradecimiento que Snape mostraba luego de que Harry había hecho el desayuno para él.
—¡Oh! Perdóneme por ser tan zopenco preparando cosas, Profesor. Y perdóname también por haber tenido ganas de ir al baño mientras se preparaban las tostadas que le estaba haciendo a usted pensando que le gustaría desayunarlas, pero no tengo la pulpa de estar tan obeso y caminar tan lento por mis pies hinchados por estas esperando a nuestro hijo.
Snape se pasó una mano por la cara, consiente del enorme error que había cometido a decirle aquello al sentimental Harry y murmuró tratando de arreglarlo:
—Vamos, Harry, no lo tome de esa forma.
—¡¿Y cómo quieres que lo tome?! —estalló el chico— Yo preparándote todo este desayuno lo mejor que puedo y tu echándome en cara que se me quemaron las jodidas tostadas.
—De acuerdo, no te enojes. Me las voy a comer así como están, después de todo son para mí —dijo agachándose a recoger una.
—Pues ahora no te comes nada —Se la arrebato de la mano— Ni tostadas quemadas, ni jugo recién exprimido, ni café cargado como te gusta, ni beicon, ni pan dulce, ni huevo, ni nada de nada. Para que se te quite —termino de sentenciarle Harry, orgulloso.
—Pues vale, no me lo como entonces —aceptó Snape sencillamente.
—¡Entonces te da lo mismo! ¿Lo prepare en vano? ¿Todo mi esfuerzo para nada?
—Está bien, Harry, entonces lo comeré, dame la tostada… —susurró Snape comenzando a perder la paciencia mientras extendía la mano hacia Harry.
—Ya te dijo que no te comes nada.
—Con un demonio… ¡Decídete de una maldita vez, Potter! ¿Me como o no tu estúpido desayuno? ¡¿Qué diablos quieres de mí?! —grito Snape a Harry como de antaño, arrepintiéndose al instante.
Harry se enrosco en la silla, abrazándose el vientre, con los ojos cristalinos, apunto de soltar el llanto.
—Perfecto, grítame. Solo eso te faltaba…
—Oh, Harry… no quise decirlo de esa forma…
—No, No… Ya sé que soy una molestia para ti —susurró Harry poniéndose torpemente en pie— Lo sé muy bien y sé que merezco que me grites todo lo que quieras… pero no por eso tenía que hacerlo delante del bebe.
Snape resoplo frustrado, mirando como Harry caminaba alejándose de él y se apresuró a alcanzarlo, pensando en lo jodidamente difícil que era tratar con el chico en esos días.
—Vamos, Harry, hay que desayunar tranquilos. Mira, después de eso te llevare a Grimmauld place y podrás echarme toda la bronca que quieras junto con el cuadro de ese padrino tuyo, todo el tiempo que quieras, viviremos allí, ¿recuerdas? Vamos, Harry… ¿Qué dices?
Harry se detuvo y miro de reojo al mayor.
—¿Lo dices en serio? —preguntó por lo bajo.
—Completamente.
Harry sonrió un poco, girándose y, tomando la mano de Snape, regreso a la mesa.
—Vamos, ¿Qué estamos esperando? Tenemos que desayunar de una buena vez. Mita, solo se me quemaron las tostadas, el resto esta rico… menos el huevo, ese me quedo salado, pero con algo de cátsup o mayonesa de soluciona.
—Estoy comenzando a pensar seriamente que eres bipolar, Harry Potter —murmuró Snape abatido.
El chico solo sonrió como respuesta, metiéndole un trozo de beicon a la boca.
***
Harry se acariciaba rítmicamente el vientre, mientras él y Snape viajaban por las calles de Londres. La medimaga les había dicho que lo mejor era desaparecerse lo menos posible, así que ahora iban a todos lados de la forma Muggle,.. No era que esto le molestara mucho a Harry, tampoco le importaba que se le quedaran mirando fijamente al vientre, solo era que ere día precisamente hubiera deseado haberse podido desaparecer con toda libertad. Deseaba llegar lo más pronto posible a Grimmauld Place, pero Snape lo había casi arrastrado para que se subiera a un coche y no a su escoba como había estado a punto de hacer el chico.
Kreacher había ido por sus maletas así que lo único que ellos tenían que hacer era ocuparse de llegar a salvo y con discreción. Snape se estaciono al fin frente al número once de Grimmauld Place y, junto con Harry, bajo para entrar en su nuevo hogar. Harry podía notar perfectamente la casa de fastidio que portaba Snape. Era claro que no le hacía ni pisca de gracia ir allí.
—Quien diría que sabes conducir —murmuró Harry al bajar.
—¿Qué quieres decir exactamente con eso? —preguntó Snape entrecerrando los ojos.
—Oh, nada malo -rió Harry por lo bajo.
Snape negó discretamente, observando como el par de casas se separaban, dejando a la vista la número doce. Le dio una despectiva mirada a la puerta y se dirigió a ella de tras de Harry. El chico se encontraba realmente feliz por la ilusión que le había eso de ir a ver de nueva cuenta a su padrino. Había deseado tanto verlo… pensaba en que ojala fuera posible darle las gracias a Remus por aquel regalo. Después le mandaría un presente al pequeño Teddy. Lo cierto era que Harry se aferraba con todo lo que podía a ese hecho, ya que esto hacia que no pensara tanto en Snape.
Era consciente que cuando tenía al hombre frente a él no podía apartar la mirada. Se quedaba observando cada detalle, cada extraña manía del hombre, como el hecho de que sostenía la pluma entre sus dedos medio e índice cuando no estaba escribiendo nada, o que solía pasarse los dedos por los labios cuando estaba analizando algo. Harry estaba comenzando a odiarse a sí mismo por haber notado esas cosas, y más aun por el hecho de que últimamente no podía encontrar grandes defectos en el mayor, cuando antes los notaba a kilómetros de distancia.
—¡Potter!
La potente voz de Snape lo trajo de vuelta a la realidad. Ya había entrado en la casa y caminaba inconscientemente por ella. Volteó entonces a mirar al mayor, sacudiéndose los extraños pensamientos de la cabeza.
—¿Qué pasa? —preguntó tratando de sonar normal.
—Supongo que no pasa nada. Solo que te quedaste callado de golpe.
—Oh, eso… es que tengo algo de sueño —mintió sonriendo.
Snape se limitó a asentir sin creerle ni una sola palabra de lo que decía. Alzo los hombros restándole importancia y dijo:
—Tus cosas están en la habitación donde siempre te quedabas cuando venias aquí. La mía está al lado, por si necesitas algo. He quitado la mayor parte de los artilugios oscuros que aun habían por aquí, pero igual ten mucho cuidado.
Harry asintió, pasándose una mano por el pelo y esquivando la mirada de Snape.
—Vale, gracias. ¿Dónde está el cuadro de Sirius?
—En la estancia —siseó Snape con algo de rencor en la voz y agregó, tratando de zafarse a ir también allí— Vaya, adelante. Yo iré a dar una vuelta y…
—Tu vendrás conmigo, Severus —Lo interrumpió Harry.
—No, gracias—contestó de inmediato Snape.
—Nada de eso. Si vivirás aquí, con nosotros, tendrás que saludarlo como se debe. Ahora vamos de una vez.
Harry termino de hablar y, sin decir nada mas, tiro de Snape por una muñeca, apresurándolo a aminar y se resistió a sonreír por las quejas del mayor. Anduvieron un poco en un completo silencio. Harry se había soltado de Snape de golpe cuando su mano se hubo entrelazado por si sola con la de él. Este hecho no le paso desapercibido al mayor, aunque se limitó a mirar a otro lado mientras alejada también las manos.
Harry miro al fin el cuadro de Sirius y sonrió ampliamente. El hombre estaba fingiendo dormir. Harry se paso una mano por el vientre y se abalanzó a la pared.
—¡Sirius! —gritó el chico feliz de la vida.
El hombre del cuadro profirió un profundo bostezo y se tallo los ojos para luego mirar a Harry y sonreír paternal.
—Hola, Harry. Mírate, te vez tan... tan... tan gordo. ¿Por qué estas gordo?
Harry se cruzo de brazos, ofendido, y contestó:
—No estoy gordo. Solo es que estoy esperando un bebito y creí que te había dicho Hermione y Ron.
El hombre se rasco el cabeza, melancólico.
—Sí, bueno… tenía la esperanza de que me hubieran mentido.
—¿Acaso no te alegras? —preguntó Harry entornando los ojos— Seré papa… bueno, técnicamente voy a ser mama, pero es lo mismo… ¿No te gusta la idea?
—Claro que me gusta, Harry. Pero…
El cuadro de Sirius miro fijamente a Snape, con una mirada envenenada, que era bien correspondida por parte del porcionista.
>>Snivellius… aparte de idiota, engreído, gilipollas y grasiento eres pedófilo, que bien.
—Cierra la boca, Black. Lo que haga o no, no es asunto tuyo —siseó Snape.
—Harry es asunto mío, aunque no te guste.
—Era. Desde que moriste y el es mayor dejo de serlo, Black, recuérdalo.
Sirius apuño las manos, queriendo salir del marco.
—¿Y por eso te lo llevaste a la cama? Era para darle consuelo tras mi muerte, ¿no? Tan bueno tu… maldito hijo de…
—Sirius… —murmuró Harry, siendo ignorado completamente.
—Como siempre solo dices estupideces. Pero es de esperarse… las palabras reflejan a la persona que las dice —se burló Snape.
—¡¿Estupideces?! Te lo llevaste a la cama… es solo un crio y tu…
—No tienes ni idea de lo que paso —gruñó Snape— Mejor no hables sin saber, Black.
—¿Qué no lo sé? ¡¿Qué es lo que no se?! —gritó Sirius, enfurecido en su lienzo.
Harry apuñó las manos, cabreado por la estúpida discusión, y gritó con todo lo que sus pulmones dieron de sí:
—¡Que Voldemort me violo!
El silencio se extendió por toda la habitación. Sirius miraba fijamente a Harry, negando lentamente, mientras el chico solo lo observaba, seguro de sus palabras.
>>Snape y yo nunca nos hemos acostado Lo más que ha pasado es un beso, Sirius —le dijo suave— Voldemort es el papa del bebe que espero… el me... me tomo contra mi voluntad y Snape está dando la cara por mi bebe. Dice que me ama y yo le creo. Me gusta que lo haga, me siento seguro con él. No espero que lo comprendas, Sirius, pero estoy seguro que será un buen papa y yo lo…
Harry se quedo callado de golpe y clavó la mirada en el piso, sintiendo a su bebe pateándolo mientras se movía los labios.
—T-Tu… ¿Tu también lo amas, Harry? —preguntó Sirius mirándolo fijamente.
Harry cerró fuerte los ojos, sintiendo la mirada de Snape clavada en él, apremiándolo para que continuara. No pudo evitar temblar ligeramente, sin saber que contestar y, cuando al fin hablo, lo hizo en un susurro evasivo.
—Dejen de pelearse, ¿vale? No quiero que el bebe los escuche hacerlo aun antes de nacer.
—Harry… —susurro, Snape.
—Quiero chocolate, iré a pedirle un poco a Kreacher —interrumpió el chico huyendo de la escena.
Harry caminó lo más rápido que puso, mirando de reojo como Snape le seguía los pasos con la mirada. No podía, no quería contestar esta pregunta. No sabía cómo hacerlo. Él no quería a Snape, no podía pensar en él de esa forma, ¿verdad? Era cierto que lo consideraba diferente ahora, y también era cierto que el hombre lo venia cuidando desde siempre, como nadie más lo había hecho, y eso lo hacía sentir bien, sentirse especial… pero no por eso… solo por eso no podía amarle. No era posible, definitivamente, no.
Harry se sentó en una silla de la cocina y se aferro con lo que pudo a esos pensamientos.
***
Todas las esperanzas que Harry había tenido de encontrar una distracción con el cuadro de Sirius se habían venido abajo. Lo único que había conseguido era encontrar a alguien más que le recordara que estaba confundido, y el hecho de que Snape ahora podía acercarse más a él por llegar a esa casa solo empeoraba las cosas. Allí le era casi imposible evadirlo y solo lograba pensar cada vez más en él.
Había momentos en que le gustaba tanto observarlo que se quedaba mirándolo detenidamente por horas, acariciando distraídamente lo vientre mientras observaba su cabello, mirando las figuras formadas con su cabello o las oscuras sobras de sus ojos. Era increíble lo atrayente que el hombre podía llegar a ser algunas veces, con ese aire misterioso a su alrededor, infundiendo tan respeto… tanto temor. Harry se preguntaba en ocasiones que se sentiría ser él, estar en sus zapatos, ¿sería difícil? Después de todo Snape no gozaba con la mejor reputación que se podría esperar para liguen que ha hecho tantas cosas solo por amor. ¿Sería divertido intimidar gente? Estaba seguro que si estuviera en los zapatos de Snape le gustaría sentirse superior y humillar al pequeño Potter en turno solo para ver las inocentes cosas que los niños hacen al estar enojados… aunque si lo consideraba mejor, no le atraía ser tan gilipollas.
¿Qué estaría pensando Snape en esos momentos? No debería ser fácil para el tener que fingir ser pareja de la persona que amas y decir que vas a tener un hijo con él. No debería ser fácil imaginarse cuidando al primogénito del hombre que alguna vez fue tu amo y el hijo del hombre que te quito a la única mujer que amaste en la vida, A Harry le aprecia increíble, ¿de verdad Snape lo estaba haciendo todo por él? ¿Merecía tanto la pena para estar haciendo todo eso por alguien y sin esperar nada a cambio? No… sabía que seguramente, aunque no lo fuera a aceptar, Snape estaba esperando algo, seguramente aguardaba inconscientemente por ese sentimiento que iría surgiendo lentamente en Harry con el pasar del tiempo. Y lo que más le molestaba al chico era que, como siempre, tenía razón. Algo cálido palpitaba en su pecho con más potencia a cada día que le era más y más imposible negarlo.
Hubiera querido tener siempre la escusa de los preparativos para el bebé, pero al cabo de dos semanas en Grimmauld Place, moviendo cosas, desempolvando y volviendo a sepultar recuerdos, los quehaceres que habían terminado y Harry había tenido que enfrentar cara a cara la verdad. Viviría con Snape en esa casa, solo ellos dos y un bebe que solo llegaría a unirlos más. ¿Realmente había pensando las cosas cuando había decidido su destino? ¿Se había equivocado o solo dado un paso había la vereda correcta del camino? ¿Tenía que seguirse resistiendo? ¿Podría ser capaz de seguir pensando solo en él y su bebé solamente, cuando Snape estaba también allí, demostrándole siempre que era una buena persona que daría todo por amor? Se sentía tan mal consigo mismo, queriendo acaparar toda la vida del Mayor para él, pero sin querer dar nada a cambio. ¿Desde cuándo se había hecho tan egoísta?
Harry profirió un profundo suspiro, meneando la cucharilla de su frio té de manzanilla, acurrucado en el viejo sofá de Sirius mientras escuchaba el crepitar de las brazas en la chimenea y el rasgar de la pluma de Severus sobre el largo pergamino.
—Ahhh… soy un idiota —murmuró al viento.
—Al fin el cielo de ilumina, Potter.
—Calla, Severus, estoy hablando en serio —se quejo Harry lanzándole la cucharilla a la cabeza y fallando olímpicamente.
—¿Qué te hace pensar que yo no? —sonrió Snape dejando la pluma en el tintero y volteándolo a ver
Harry se acomodo sobre el sillón, para poderlo mirar mejor y comenzó a hablar.
—No se qué hago en la misma habitación que tu. Solo estoy consumiendo mis energías en algo que no va a llegar a ningún lado. Deberíamos dejar esta farsa por las buenas y decir toda la verdad, tengo que afrontar las consecuencias de mis actos y creo que ese momento ha llegado. Tu podrás tener una vida tranquila, sin mi o mi bebe, podrás enamorarte de alguien más, follar a tus anchas ahora que puedes y yo… bueno, yo me las arreglare con mi pequeño. No dejare que le toquen un pelo así tenga que huir eternamente.
Snape se quedo mirando fijamente a Harry, sin mover un solo musculo y con las manos firmemente aferradas al borde de la mesa.
>>Digamos la verdad y dejémonos de cosas, Snape. Tú y yo no tenemos que estar juntos… es imposible, absurdo…
—No juegue conmigo, Potter. Sabe que no soy la persona más paciente del mundo cuando se trata de usted —Habló Snape mas frio de lo que Harry hubiera esperado.
—No estoy jugando. Tú me amas y yo a ti… no quiero más esto.
—¿Me utiliza y luego me desecha cuando ya no le sirvo más? —preguntó el mayor poniéndose en pie de un salto.
Harry lo miro acercarse a él con paso decidido y se puso en pie para encararlo, para dejar en claro sus pensamientos.
—Sabes muy bien que no jugué contigo en ningún momento, Severus Snape.
—¿Entonces que es todo eso de marcharse? ¿Y mi hijo? ¿Y todo lo que hemos planeado para cuidar de nuestro pequeño donde quedaría, Potter?
—El no es tu hijo —susurró Harry bajando la mirada.
—¡Por que ahora ya no lo quiere así! —Le gritó Snape a nada de Harry— ¿No le conviene ya que lo sea? ¿No soy lo suficientemente bueno para eso, Potter?
—¡Sabes que Voldemort es el padre! —Harry apretó los puños, temblando ligeramente— No sabes… cuanto me gustaría… cuanto quisiera que tú lo fueras… que tú y yo hubiéramos hecho el amor ese día, aunque Hermione y Ron estuvieran presentes. ¡No sabes lo feliz que sería de saber que voy a tener un hijo con el hombre que amo! Pero ahora no puedo… no puedo alegrarme pensando… sabiendo por lo que tu pasas a cada segundo conmigo. Sé que te duele que este cerca y que solo te utilice para mi propio beneficio sin darte nada a cambio. Sé que te lastima tener a la persona que amas a centímetros de ti, al otro lado de una pared y no poder ir a su cuarto… meterte en su cama y dejarle claro todos tus sentimientos. Y no sabes cómo sufro de… de esperar... y esperar… sabiendo que alguien tan bueno como tú no lo hará.
Snape se quedo mirándolo, con una expresión indescifrable en la cara, mientras a Harry se le deslizaban las lagrimas por las mejillas y lo golpeaba en el pecho con el puño, tratando de desahogar sus sentimientos.
>>Ya no quiero usarte sin darte nada… Por eso mejor digamos la verdad…
—Tu si me das a algo Harry —dijo Snape en un ronco susurró— Me das tu cariño, me haces sentir humano cuando estas cerca mío, aunque te burles… o te pelees conmigo. Y más que nada, me vas a dar un hijo… no importa de quien tenga la sangre o a quien se parezca, será mi hijo, mío y tuyo. Así que no me digas que doy sin recibir nada, porque eso no es verdad.
Harry sintió el cuerpo de Snape muy cerca suyo, lo sintió abrazarlo y suspirar sobre su cabello. Cerró un momento los ojos, percibiendo el calor del cuerpo ajeno.
—Pero… podría darte algo mas, y me duele querer hacerlo y al mismo tiempo no quererlo. Sé que te defraudaría alguien como yo. Soy un crio.
Snape tomo el rostro de Harry entre sus manos y lo hizo mirarlo mientras le limpiaba con los dedos la humedad de las mejillas.
—Harry, mírame. En el momento que quieras algo más yo estaré allí, a tu lado. Seré tu profesor en todos los aspectos que sean necesarios y estaré encantado de enseñarte de ahora en adelante algo más que pociones y hechizos.
Harry sintió el aliento del mayor rozándole los labios, haciéndolo estremecer- Le cogió por la camisa y cerró un momento los ojos.
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