Dame tu mano.
(Beta: Prince Katze)
Capitulo 05.- Loco testarudo.
Harry se mantenía de pie en un rincón del pequeño consultorio. Trataba de alejarse lo más que le era posible de las paredes y sus extraños adornos sin tener que moverse demasiado y terminar pasando al frente. No podía evitar percibir el extraño aroma en el aire; era una mezcla entre algo putrefacto, barro y medicina de hospital. No tenía claro de donde era que procedía el olor, pero fuera lo que fuese no le daba buena espina.
Miró detenidamente al medimago caminar hacia el fondo, a un armario que yacía colgado de una de las paredes. Abrió una de las mullidas puertas de éste y tomó entre sus manos algunos frascos. Parecía que nadie se había preocupado de taparlos. Estaban cubiertos de polvo y tenían flotando insectos muertos en la pociones que contenían. Un escalofrió le recorrió entonces la espalda. El hombre había volteado a mirarlo y ahora daba cancinas zancadas, acercándose a él.
Lo observo verter el contenido de todos los frascos a uno y agitarlo descuidadamente. Miró cómo se mezclaban las pociones para hacer una sola y se preguntó, mientras el humo café que despedían hacia figuras en el aire, si aquello realmente se podía hacer sin traer mortales consecuencias.
El medimago volteo entonces a mirarlo de pies a cabeza. Harry se removía incómodo en su lugar, tirando de la tela de su diminuta bata de hospital. Presentía que el tipo le pensaba meter mano o de lo contrario no habría tenido que ponerse esa vergonzosa y diminuta ropa.
—Tome esto. Hasta el fondo. Ayudará para que su cuerpo rechace naturalmente el fruto de su vientre —Dicho esto, el hombre se giró y agregó mientras caminaba: — Si llega a vomitar, tendrá que pagarme un cuarto de la cifra de más.
Harry observaba dudoso el viscoso líquido de la botella que no estaba seguro desde que momento estaba sosteniendo entre sus manos. Por sí solo, el olor ya era repugnante que hacía se le erizara la piel la sola idea de probar aquello. ¿De verdad eso le ayudaría a sacar el bebé de su vientre? ¿Tendría que confiar en las palabras que le daba aquel hombre que parecía interesarle más que nada el dinero y tomarlo? No le pasaba desapercibido el hecho de que el medimago no le había hecho ni una sola pregunta. No le había preguntado su nombre, ni cuantas semanas tenia de gestación, si tenía algún problema de salud o los motivos que tenia para hacer aquello.
Era verdad que luego de haber intentado suicidarse no le tendría que importar en lo más mínimo el destino que tendría al tomar aquello, y no le habría sido difícil seguir aferrándose a esa creencia si el bebé no continuara moviéndose y provocándole extrañas sensaciones desde el vientre. Era como si fuera consiente de lo que estaba apunto de suceder y le estuviera tratando de decir de la mera que podía que no quería irse. Harry no sabía que pensar o que hacer. Pensaba que a esas alturas no tendría que estar dudando, ya había tomado una decisión, ¿Qué era entonces lo que había cambiado para que dudara? Absolutamente nada, así que, aprovechando ese arrebato de seguridad que había tenido, se llevo el cristal hasta los labios y tomo el contenido de tres grandes tragos.
La botella se le soltó y termino hecha mil pedazos. Había tenido que llevarse una mano a la boca, tratando con esto de contener la inmediata arcada que tuvo y la otra al vientre. Aquella poción había sido lo más asqueroso que había tenido que tomar nunca, incluso más que la poción multijugos de su segundo año. Creyó escuchar mientras contenía el vomito un sonido muy parecido al que producía una aspiradora en uso, seguido de un ligero chasquido. Miraba como podía alrededor mientras encorvaba el cuerpo, nada parecía haber cambiado, ¿lo había alucinado? ¿Era algún efecto secundario de lo que tontamente se había tomado?
Reparó como pudo entonces en la extraña camilla que el medimago había aparecido en el centro de la habitación y la cual estaba cubierta de unas extrañas manchas, las cuales sospecho que se trataban de residuos de sangre seca. En un extremo de la camilla, yacía una pequeña y sucia cubeta llena de lo que parecía ser agua, y Harry imaginó que allí era donde el hombre esperaba que cayera el feto.
Tuvo una oleada de arrepentimiento cuando escucho al hombre llamarlo y se resistió a caminar hacia él, ¿Qué era lo que estaba haciendo allí? ¿Cómo era que había accedido a ir a ese lugar? Quiso tomar su ropa y salir corriendo de la habitación, pero sintió como el medimago lo tomaba por una de sus muñecas y lo jalaba había la camilla antes de que pudiera siquiera mover un músculo en busca de sus prendas. El tipo lo empujó obligando a Harry a sentarse al borde de la plancha y escucho hablar aun hombre con tono de voz que denotaba un profundo sadismo.
—Si me ha hecho trabajar hasta este punto, no voy a detenerme ya por dudas de niñitos pervertidos —comenzó a decir— Tampoco le voy a mentir. Lo que le voy a hacer le dolerá bastante, pero no se preocupe, trataré de hacer que las cosas pasen lo más rápido posible, aunque esto sólo lo lastimará más. Así que, joven, recuéstese por las buenas y ponga las piernas en los separadores. Pude aferrarse a la estructura todo lo que quiera, aunque sepa que le cobrare los daños.
No sabia que hacer, un extraño sentimiento se estaba apoderando de su pecho, haciéndolo dudar mucho más en su decisión. Odiaba que sus amigos no hubieran sospechado nada para que lo detuvieran, aunque sabía que ellos no tenían la culpa de nada. Miraba como el mayor parecía estar perdiendo la paciencia y no le quedo de otra más que obedecer sus órdenes. Se dispuso a acomodarse como el hombre pedía y sintió de golpe un extremo dolor. Era como si un fierro ardiente le estuviera quemado la carne por dentro, haciéndole hervir la piel. Sin embargo, percibió como si el sentimiento rebotara de golpe a sus piernas cuando alcanzaba la altura de su vientre.
— ¿No le dije que se apresurara? Dese pri…
Harry escucho como el hombre se interrumpía y en medio de su dolor y desconcierto volteó a mirarlo. Sin embargo, lo siguiente que sucedió fue demasiado rápido. Escucho el crujir de madera, desde el fondo del pasillo por el que había llegado, seguido de una ligera explosión y, después, una lluvia de astillas le dio paso a las sonoras pisadas que se escucharon enseguida. Apenas y logró acomodarse mejor en su lugar cuando miró al medimago salir despedido por los aires y estrellarse dolorosamente contra una de las paredes.
—Haré que pague muy caro por haberle puesto la mano encima —siseó una voz antes de lanzar un hechizo más y dejar inconsciente a su victima, con un hilo de sangre bajando por su sien.
Harry ni siquiera había tenido tiempo de sorprenderse y preguntarse que era lo que sucedía, ya que enseguida supo quien había sido el causante de todo aquello.
—No creí que su estupidez podía llegar hasta tal grado, Potter —gruñó Snape colérico— ¿En qué estaba pensando? ¿Jamás aprenderá a medir las consecuencias de sus actos? A usted simplemente sigue importándole poco todo lo demás y deja que se resbalen las consecuencias de sus acciones hacia personas que no tienen nada que ver.
Harry no podía hacer otra cosa mas que mirarlo pasmado ¿En qué momento había llegado Snape a ese lugar? ¿Qué era lo que estaba haciendo allí? ¿Era acaso que se había enterado de lo que planeaba hacer? Y si era así ¿Cómo había podido ser? Lo que mas desconcertaba a Harry era el hecho de estar molesto por que hubiera irrumpido justamente él ¿Si quería salir de ese lugar que mas daba que Snape hubiera sido el que interrumpiera?
— ¿Snape? —susurró Harry
—No, Potter, soy su ángel de la guarda, ¿acaso no alcanza a ver mis alas? — Preguntó Snape fulminándolo con la mirada mientras se le acercaba— ¡Claro que soy Snape! ¿Quién mas podría estar al tanto de lo que le sucede?
Harry frunció el entrecejo y cerró inmediatamente las piernas cuando noto la mirada de Snape sobre su persona. Se acomodó como podía la diminuta prenda que vestía consiente de que la mirada de Snape había llegado mas allá de donde debía.
— ¿Cómo es que siempre sabe donde estoy? —preguntó abochornado.
—Tengo mis métodos para estar al tanto de sus sabias decisiones, Potter. Esta vez sirvió de mucho el hecho de que le haya puesto un hechizo protector a su bebé. Y en el momento que se rompió por cumplir su cometido supe que alguna tontería habría hecho. Después lo único que tuve que hacer fue seguir el rastro de su magia y llegue aquí en segundos.
— ¡Eso quiere decir que si me estuviste espiando a escondidas y que aparte de todo me pusiste un rastreador! — Gritó Harry acusador— Eso definitivamente cuenta como acoso.
—Eso me importa muy poco ahora, Potter —atajó Snape— ¿Cómo es que tomó la fantástica decisión de venir a un lugar como este y con un mago que no sabe ni una pisca de medicina? Me decepciona, Potter, jamás creí que precisamente usted conociera a personas de esa categoría y menos aun que fuera a recurrir a sus servicios.
— ¡Yo no lo conocía! —se defendió Harry sin pensarlo—. Si llegue hasta aquí fue por que Ginny…
Harry guardo silencio inmediatamente comprendió que había hablado de más y Snape arqueó una ceja mientras preguntaba:
— ¿Fue Ginny Weasley la que le dio la dirección de este lugar? Así que ese es el motivo de los constantes dolores de vientre de ella y sus compañeras —Snape soltó un resoplido desdeñoso y continuo—: Realmente esperaba que esa jovencita lo quisiera al menos un poco.
— ¡¿Qué quiere decir con eso?! Y estoy seguro que mucho más de lo que usted presume hacer.
— ¡Si lo quisiera no le hubiera dado esta dirección para que viniera a arriesgar su vida! — Contestó Snape alzando bastante la voz— Usted tiene cuatro meses de embarazo, señor Potter, el aborto es peligroso incluso teniendo uno ¿qué será cuando ya está tan avanzado? Aunque seguramente eso le da lo mismo a usted, ¿dos pájaros de un tiro, Potter?
Harry se quedó mirando fijamente a Snape. Trataba de encontrar el argumento perfecto para contradecir lo que había dicho el hombre, pero lo cierto era que muy a su pesar sabia que tenia razón. Sabía que en otras circunstancias él jamás habría considerado como una opción válida el abortar, pero simplemente era que la desesperación, el miedo por lo que fuera a pasar y la impotencia que sentía lo habían orillado a tales extremos. Aunque una parte de él seguía resistiéndose a aceptar lo que Snape le decía.
—Yo... Tú no sabes lo que siento, Snape. No tienes una idea de la cantidad de cosas que me pasan por la cabeza —susurró Harry aferrando las manos a sus costados— Algunas veces... por las noches lo sueño, sueño que doy a luz a Voldemort y que él me sonríe mientras sujeta en la mano las cabezas cercenadas de todos los que murieron protegiéndole... Los miro observarme, mirarme con rencor. ¡Me da miedo que eso pase!
—Es cierto, Potter, no tengo idea de lo que es estar pasando por lo que usted ahora —aceptó con voz comprensiva— Lo más que puedo hacer es imaginar el dolor que eso tiene que producir. Pero usted tampoco tiene idea de como me ciento yo.
— ¿Qué? —Harry levanto la vista toparse con la de Snape.
—No sé como actuar, como manejar esta clase de sentimientos que tengo por usted y tampoco se como lograr que parezcan reales. Comprendo que después de cómo lo he tratado le parezca una tontería la sola idea, pero lo cierto es que jamás he hablado más en serio en mi vida. Quiero que comprenda mis sentimientos pero me es imposible ahora ya que lo que es mas importante para mi es que usted se encuentre bien, protegerlo. Y aunque esto no le guste, Potter, lo seguiré haciendo. No lo voy a dejar solo, no importa qué, y no voy a permitir que haga una tontería por la desesperación y el dolor que siente en este momento.
Harry volvió a clavar la mirada en el piso y replicó:
—No tienes porqué protegerme más, Snape. Estoy seguro que mi madre te perdonó hace mucho tiempo y lo que sientes... tiene que ser lastima. Es lo único que causo.
— ¿Hasta cuando entenderá que ya no lo hago por su madre si no por usted, Potter? —Cuestionó suave Snape— Yo soy el que no me podría perdonar dejarlo hacer algo que por su manera de ser terminaría arrepintiéndose de haber hecho, cuando lo recuerde con la cabeza fría. Y yo no siento lastima por usted, que le quede claro.
Harry no pudo debatir ese comentario, ya se había arrepentido antes por haber ido a ese lugar y quería agradecer a Snape por haber parado todo el asunto, pero su orgullo no lo dejaba hacer semejante cosa.
— Por ahora olvidemos esto y aprovechemos que estamos aquí, Potter —continuó hablando Snape— Le mostrare de una vez por todas al pequeño ser del que planeaba deshacerse.
Harry levantó la vista de inmediato, desconcertado:
— ¿Mostrarme? ¿Como en un eco?
—Así es —confirmó Snape— Será uno bastante simple, ya que no estoy capacitado para eso, pero al fin y al cabo será uno. Ya después, cuando atienda su embarazo un medimago plenamente calificado, seguramente le dará una mejor imagen.
Harry prefirió no decir nada, aunque su rostro reflejaba a la perfección lo que pensaba. ¿Que pensaba Snape? ¿Acaso creía que iba a llegar a San Mungo con un camisón de maternidad, diciendo: "Hola, soy Harry Potter y estoy embarazado de Lord Voldemort, ¿podría revisar que su heredero vaya bien de salud?" o algo parecido?
— Se lo que piensa, Potter, y créame que se va a atender. Ahora recuéstese en ese lugar y descúbrase el vientre.
Harry se sonrojó de golpe y se llevo ambas manos hacia la entrepierna con el entrecejo fruncido.
— ¿No prefieres que me quite toda la bata mejor? Seguramente será más fácil para ti si me quedo totalmente desnudo.
—Particularmente no creo que sea el mejor momento para se desnude y recueste para mi, Potter, pero si insiste no me voy a quejar.
El sonrojo de Harry se acentúo más en sus mejillas y grito abochornado:
— ¡Murciélago pervertido!
—Por el amor de dios, Potter, no le saltare encima. No soy tan vil como para hacer tal cosa ni estoy tan desesperado como para no controlarme.
— ¿Controlarse? —repitió Harry entornando los ojos.
—Bueno, usted me gusta y su cuerpo no esta nada mal.
— ¡S-Solo levita mi ropa hasta aquí y date la vuelta! —gritó totalmente rojo.
Snape resoplo sacando su varita de la manga de su ropa y levito las prendas de Harry hasta las piernas de este mientras murmuraba:
—Que infantil.
Harry espero hasta que Snape estuviera de espaldas para levantarse y comenzar a vestirse en silencio. Recordó entonces un sueño que había tenido, cuando aun era un alumno de Hogwarts, donde llegaba totalmente desnudo a la clase de pociones y sus compañeros se burlaban de él mientras Snape dejaba aun mas en evidencia lo pequeña que se le ponía una cosa por el frio que hacía en las mazmorras.
—Estúpido Snape y sus malditos comentarios —murmuró Harry.
—Lo estoy escuchando, Potter —le recordó el aludido.
—Yo sólo estoy diciendo la verdad —se defendió Harry volviéndose a sentar en la camilla— Puedes girarte ya.
Harry se terminó de acomodar como Snape le había dicho mientras este se giraba y sacaba nuevamente su varita.
—Comencemos entonces.
El chico se quedó mirándolo, con el abultado vientre al descubierto. El ardor que había sentido antes se había ido por completo igual de pronto que cómo le había dado y comprendió entonces que en aquel justo momento el hechizo de Snape se había encargado de eliminar de su cuerpo aquella poción que tontamente se había tomado, ya que a Snape no le parecía importar mucho lo que hubiera hecho antes de su llegada.
Sintió entonces como Snape le tocaba el vientre con la varita, provocándole un ligero cosquilleo mientras éste le iba haciendo círculos en la piel, dejándole poco a poco una sensación fría en el estomago. El mayor levanto entonces la varita arrastrando con era una franja platinada que se suspendió en el aire, formando, como entre nubes, la imagen de un pequeño feto. Le llevo un momento encontrarle forma, pero después de unos instantes logro mirar lo que parecían un par de piernitas flexionadas, formando un pequeño cuerpo donde lo que Harry miró, era la cabeza.
—Mira, Snape, esta cabezón —comento Harry apuntando al bebe con el dedo.
Snape soltó un resoplido disimulando una risa.
—Las primeras palabras de una madre por su hijo, que conmovedoras resultaron.
—Bueno.... si lo esta —murmuro Harry haciendo un mohín
—Eso es por que aún se está desarrollando, Potter, después tomara mas forma, o eso supongo.
— ¿Se alcanza a ver que es? —preguntó Harry curioso.
—Creo que aun no, en unos meses seguramente. Y no me pregunte a mi como si fuera el medimago, yo no le encuentro mas forma que usted.
La imagen se fue desvaneciendo lentamente y Harry no pudo evitar poner un gesto de desilusión, le hubiera gusto tomar una foto.
— ¿Ahora entiende lo que quería hacer, Potter? —le dijo Snape guardándose la varita— No me he olvidado del motivo por el que se encontraba aquí, sin embargo, no pienso reñirlo aún. Eso lo haré en un momento más, cuando tenga en frente también a la... señorita... Weasley.
— ¿A Ginny? — Preguntó Harry sentándose de golpe— ¿No irá a decir que ella me dio la dirección, verdad?
—Yo no pienso encubrirla, entienda eso. Y me parece que es mejor que deje de hacerlo usted también.
—P-Pero...
—Ya le dije que aquí no, Potter, hablaremos al llegar al hogar de los Weasley.
Harry se puso en die mirando nervioso a Snape. Ahora que había visto al bebe que estaba esperando, se sentía mal por lo que había pensado hacer y un tanto receloso con Ginny por haber alimentado más esa idea suya. Sin embargo, en el fondo seguía sin quererle causar problemas a la chica.
Snape había notado a la perfección la mirada dubitativa que Harry le dedicaba al piso de aquel sucio lugar, y tuvo que contenerse bastante para no terminar reprendiéndolo en ese lugar de una forma que no sería nada agradable ni tampoco le beneficiaría mucho si quería que Harry comenzara a confiar en él. Así que simplemente rodó los ojos y esperó por que el chico terminara de acercársele. Harry se puso al lado del mayor y, sin atreverse a mirarlo a la cara, le puso la mano en el brazo, aferrándose a la tela.
En esa ocasión sintió como si el gancho lo jalara por el pecho y no del ombligo como estaba acostumbrado. Estaba seguro que eso también lo había cambiado Snape para que el bebé no se lastimara y se preguntó que cosas no podría hacer el hombre. Aunque si lo pensaba bien, varias cosas tenia que haber aprendido en tantos años al lado de magos oscuros, mucho más con el gusto que le tenía a la materia. Cerró pues los ojos, preparándose mentalmente para lo que se iba a venir en cuanto estuvieran en el interior de la madriguera. Seguramente Ginny le echaría en cara el que le hubiera dicho a Snape que ella le había dado la dirección y Hermione, junto con Ron, lo mirarían de aquella forma que lo harían sentir más insignificante que una cucaracha apastada.
Estaba pensando en que no se merecía menos por lo que había intentando hacerle a un ser que dependía totalmente de él, de sus cuidados, cuando aparecieron frente a la verja de los Weasley. Harry abrió los ojos, soltándose de Snape, y le dio una mirada a todo el lugar. Snape hacia lo mismo que él, observaba a Charley y Bill cazando gnomos, a la señora Weasley al lado de su esposo en la entrada principal. Parecían estar planeando cambiarle el color a la fachada. Harry no pudo hacer mas que lamentarse por que estuvieran allí y deseaba con todo el corazón que Snape fura mínimamente discreto al momento de hablar con él y Ginny. Aunque tratándose justamente de él, lo dudaba mucho.
Caminó de tras suyo cuando al fin comenzaron a moverse y se dedicó en cuerpo y alma a mirar el ondular de la capa de Snape tras su apresurado paso, tratando con esto de que las cosas pasaran mucho mas rápido. Se detuvo al mismo tiempo que el hombre lo hacía y suspiro profundamente antes de levantar la mirada.
—Buenas tardes, Molly, Arthur —saludó cortésmente Snape— Necesito hablar con su hija, ¿me permitirían pasar?
La pareja se miraron entre si, un tanto asombrados. Habían notado las constantes idas de Snape a los límites de su propiedad y les parecía demasiado raro que solo llegara hasta allí. Por tanto tardaron un minuto antes de poder contestar, y cuando al fin lo hicieron, fue la señora Weasley la que hablo.
—Por supuesto que puedes, Severus. ¿Para que la necesitas?
—El señor Potter y yo tenemos un asunto pendiente con ella. Ahora, con su permiso.
Harry solo atinó a sonreír torpemente antes de caminar de tras de Snape. El mayor no había dudado ni un segundo para entrar y buscar a la chica una vez había tenido el permiso de los dueños de la casa. Sus pasos resonaban firmes en el piso, acallando los de Harry, al cual le estaban empezando a sudar las manos. Los señores Weasley se habían ido tras de ellos, curiosos de la actitud del antiguo profesor, incluso Charley y Bill habían dejado su tarea.
La chica estaba en la sala, con un vaso de zumo de calabaza entre las manos. Estaba sentada entre George y su cuñada Fleur. Hermione y Ron están frente a ellos y parecían estar discutiendo, aunque Harry no estuvo seguro, porque en cuanto llegaron a la habitación se levantaron y caminaron hacía él, mirando alternamente a Snape y el resto de los Weasley.
— ¿Harry que pasa? — Preguntó Hermione— ¿A dónde fuiste?
Harry apenas había abierto la boca cuando Snape se le adelanto y contestó:
—Estoy seguro que la señorita Weasley podría responderle a esa pregunta, Granger —Snape miraba fijamente a la pequeña, con el enojo a flor de piel— ¿Por qué no nos dice a donde mando al señor Potter? Vamos, no se apene, después de todo usted le brindo una magnifica ayuda. Hay que darle el crédito.
Harry se tronaba nerviosamente los nudillos, no se atrevía a mirar a Ginny, pero estaba seguro que la chica que estaba dedicando su mejor mirada de desprecio y rencor.
—No sé de lo que esta hablando, Profesor —contestó la chica haciendo gala de una fingida inocencia en su tono de voz.
— ¡No mienta! —gritó Snape, haciendo que la chica saltara en su asiento y se resguardara de tras de George— ¿Cree que están hábil como para mentirme a mi, señorita Weasley? Por que si es así voy a sacarla de su tonta idea. Haré que diga la verdad. Si no es por las buenas, será por las malas.
— ¿Cómo te atreves a amenazar a mi hija? —Chilló la señora Weasley, plantándose en el medio— ¡Ella no ha hecho nada malo!
— ¿No es malo para ti el hecho de alentar un asesinato? ¡¿No es malo meterle, alimentarle ideas a un chico vulnerable, en vez de brindarle su apoyo?!
Hermione y Ron se habían ido a parar al lado de Harry y ahora lo miraban interrogantes. Harry solamente desvió la mirada y se mordió los labios, avergonzado de su propia estupidez y temeroso por a donde podía ir a terminar esa discusión.
— ¡No tienes ningún derecho a venir e insultarnos en nuestra propia casa! —siguió diciendo la señora Weasley.
—Tengo todo el derecho del mundo en esta ocasión. Pero si no me crees a mí, entonces pregúntale a tu amada hija o al señor Potter. Cualquiera de ellos te puede decir la verdad.
Tanto Snape como Molly parecían estar a punto de sacar sus varitas. Ninguno planeaba echarse para atrás, ambos estaban seguros de que tenían la razón e iban a defender sus creencias no importaba hasta que grado.
—Harry, explícate —ordenó descomunalmente serio el señor Weasley— ¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Por qué Snape esta acusando de tal atrocidad a mi hija?
—Sí, dilo de una vez —apoyó uno de los chicos Weasley, aunque Harry no estuvo seguro de cual— ¿De donde venías con Snape?
Harry alzó lentamente la vista, hasta toparse con la de Ginny, la chica lo miraba furiosa detrás de George que parecía quererla proteger de Snape con su cuerpo si era necesario. Sintió la mirada apremiante de todos los presentes y no le quedo de otra más que hablar.
—Y-Yo… le conté a Ginny que estaba esperando un hijo y ella me dijo que lo mejor que podía hacer era abortarlo —confeso apresuradamente.
Harry miro por un segundo las miradas asombradas y, antes de que lograra decir otra cosa, sintió el fuerte golpe de Hermione en su mejilla.
— ¡Harry James Potter! ¡¿Cómo diablos pudiste pensar hacer tal estupidez?! — Le grito furiosa, al lado de Ron que lo miraba reprobatoriamente— Eres tan… tan... ¡Idiota! Y tu Ginny… ¿Cómo pudiste decirle eso?
— ¡Aún pienso que es lo mejor que podría haber hecho! — Saltó la chica enojada por que le echaran toda la culpa— Es asqueroso el hecho de que vaya a tener un hijo de un hombre… Me da asco tan solo pensar que Harry estuvo con un... un… ¡marica! Está esperando una aberración, un engendro.
— ¿Estás loca? — Saltó Hermione fuera de si— No sólo el bebé podría haber muerto, también Harry. Habría dañado su magia, podría haberla perdido… ¿Es que nunca has leído del asunto?
— ¡Él va a estar bien! El medimago con quien lo mande nunca ha matado a nadie.
Las miradas se centraron ahora en la chica. Estaban sorprendidos de la abierta declaración que había hecho. Su madre la miró, entre furiosa y aterrada, y le preguntó con un hilo de voz:
—Así que es cierto que estabas alimentándole esta tonta idea a Harry. ¿En qué estabas pensando? ¿Cómo puedes tu conocer a magos de esa calaña, Ginny?
—A mi no me echen la culpa. Harry fue quien acepto y deberías estar más enojada del hecho de que se haya metido con un hombre.
Harry no se atrevía a decir nada. Estaba consiente de que ambos eran culpables, incluso sabia que él lo era mucho más, ya que había intentado no una, sino varias veces antes acabar con la vida, no solo del bebé, si no de ambos.
— ¿Cree que ese es el ánimo que tendría que darle a la persona que ama, señorita Weasley? —pregunto Snape en un siseo amenazante.
— ¿Amarlo? ¡Me da asco! — Gritó Ginny— ¿Dónde quedo el amor que me juraba mientras se dejaba poseer en la casa de los gritos?
Harry sintió perfectamente como la destructiva flecha de las palabras se impactaba en su corazón, reduciéndolo mil pedazos causándole una dolorosa agonía con cada trozo que caía. Él pensaba que Ginny lo quería, que todo estaría bien entre ellos si volvía a ser el de antes. Quería gritarle toda la verdad a la chica, quería decirle quién era el que le había hecho todo aquello, pero su boca simplemente no se abría, y las lágrimas se rehusaban a rodar por sus mejillas, sólo por orgullo. No la dejaría mirarlo llorar.
—No hable como si lo conociera todo. ¿Qué sabe usted de lo que Harry vivió en ese lugar? ¡No tiene ni la menor idea de lo mucho que esta sufriendo ahora! —La voz de Snape resonaba potente en las paredes de la pequeña casa, haciendo que se les helara la sangre a los presentes— ¡¿Hasta allí llega su amor por él?! ¡Le dio la espalda cuando más lo necesitaba! Él necesita su apoyo y solo recibe su desprecio. Así que no culpo a él por lo que quiso hacer ¡si no a usted que lo alentó!
— ¿M-Mi apoyo? — Preguntó Ginny tan agriamente como pudo por el miedo que Snape le infundía— Si tanto se preocupa por Harry no le hubiera hecho aquello. ¡Usted es el culpable de que sufra!
Snape entornó la mirada. Harry, Ron y Hermione se miraron entre sí, extrañados por las palabras de la chica ¿Qué era lo que estaba pensado? ¿Por qué acosaba a Snape si esta vez no había tenido nada que ver?
—Ginny, ¿Qué quieres decir con eso? —preguntó el señor Weasley, al lado de sus hijos mayores.
—Deberían preguntarle a Harry —sonrió socarronamente la chica— Vamos, Harry, diles quien es padre de tu hijo. Diles que Snape fue con el que te acostaste después de que lo salvaras. ¡Díselos!
Harry se quedo sin palabras, con la boca entre abierta. ¿Realmente pensaba Ginny que Snape era el que le había hecho tal atrocidad? ¿Estaba hablando en serio?
—Ahh… Ginny, yo no… él no… —tartamudeó por lo bajo.
— ¡No mientas, Harry! Snape es el hombre que te ha hecho mucho mal antes. Es al que salvabas en la casa de los gritos y es con el que terminaste haciendo algo que “no tenias planeado” ¿De verdad crees que te voy a creer una mentira ahora que lo sé todo?
—Pero es que… él no… —intentó nuevamente decir Harry, aunque los nervios y la sorpresa no lo dejaban.
Miró alrededor. Todos lo estaban mirando fijamente, esperando su respuesta.
—Harry, ¿Quién es el padre de tu hijo? —preguntó seria la señora Weasley.
Harry agacho la mirada. Había llegado al fin el momento que tanto temía, les diría a todos que Voldemort era el padre del pequeño que esperaba y se atendría a las consecuencias, a las cosas que el mundo mágico pudiera hacer al saberlo.
Abrió la boca dispuesto a declarar la verdad, pero no alcanzo a decir ni una sola palabra, ya que Snape le había tomado la delantera y había dicho totalmente seguro:
—Es verdad. Yo soy el padre del hijo que espera Potter.
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