Dame tu mano.
(Beta: Prince Katze)
Capitulo 04.- No hay otra manera.
Los latidos de sus corazones resonaban potentes en sus pechos, rompiendo el ensordecedor silencio que se había extendido por la pequeña habitación de la madriguera. A Harry le sudaban las manos, un gélido frío había invadido su cuerpo justo en el momento que escuchó aquella voz decir desde el umbral mal cerrado:
"¿Qué estas que, Harry?" Aquella corta y simple pregunta había hecho que el pánico lo inundara por completo, y sus amigos, lejos de brindarle aun apoyo, estaban en el mismo estado de shock que él. Los tres jóvenes mantenían la mirada fija en el par de hombres que se encontraban mirándolos. Éstos pasaban la vista de uno en uno, en espera de una respuesta que estaba tardando demasiado en llegar. Harry volteó a ver alarmado a sus amigos, no sabía que hacer ni como reaccionar. Se miró reflejado en los ojos de estos, justo al lado de la regordeta cara del señor Weasley y la intimidante del nuevo Ministro de Magia.
—Harry, hijo... ¿que fue lo que dijiste? —insistió el señor Weasley un poco nervioso ya, por el prolongado silencio.
—Ahh... nosotros, bueno... —balbuceó Harry como respuesta.
No sabía que decir y se sentía tonto por haber mantenido semejante conversación tan descuidadamente. ¿En qué estaba pensando? ¿Acaso creía que con la cantidad de gente que siempre había en la casa, nadie lo iba a escuchar? ¿Y ahora qué se suponía que iba a hacer? No sabia hasta que punto, el señor Weasley había escuchado la conversación ¿Había oído el nombre de Voldemort y que esperaba a su hijo? Tuvo entonces otra oleada de pánico cuando reparó en el otro hombre que se mantenía mirándolo fijamente. Allí estaba el Ministro de Magia también, perforándolo con la mirada y acrecentando mucho más sus nervios, ¿Habría oído este los comentarios que había hecho sobre el Ministerio? ¿Y qué era exactamente lo que alguien como el tenia que estar haciendo allí?
— ¿Pasa algo, señor Potter? —Preguntó el hombre al notar la expresión en la cara de Harry mientras lo observaba— Lo noto nervioso.
—Papá qué... ¿qué están haciendo aquí los dos? — preguntó Ron con la voz demasiado alta por los nervios— ¿V-Venías a decirnos algo?
—En realidad si, hijo. Pero primero me gustaría escuchar lo que Harry tiene que decir —contestó desviando la mirada de Ron a Harry y viceversa.
—Bueno pues... estábamos diciendo varias cosas en realidad —intervino Hermione con todo el aire de seguridad en su voz como fue capaz de lograr— Si nos dicen que fue lo que escucharon entonces podríamos contarles...
Harry sintió un arrebato de agradecimiento hacia sus amigos. Él estaba tan fuera de si mismo que no habría podido manejar la situación como ellos lo hacían ahora. Respiró profundamente, tratando de guardar sus emociones para si mismo, de cerrar su mente como le diría Snape. Miró a los hombre con un semblante inocente y se acomodo mejor en su lugar esperando que contestaran.
—Escuchamos que el señor Potter teme por el futuro de su relación con la señorita Weasley por que esta... esperando —contestó al fin el ministro, con el seño notablemente fruncido.
Harry abrió la boca a tiempo que intentaba pensar en algo convincente que decir sin tener que revelar la verdad, pero tuvo que volverla a cerrar al no encontrar nada bueno que contestar. No pudo pasarle desapercibida la mirada que dirigían los mayores a su abultado vientre y tuvo el inmediato reflejo de cubrirlo con sus manos. Estaba temiendo no poder salir de esta y sopesó por un instante la posibilidad de decir toda la verdad. Quizá así podría encontrar alguna solución con la opinión de unos magos más maduros y expertos que él.
—¡Oh! así que era eso —exclamó con toda tranquilidad Hermione— Pero me parece que escucharon mal, o al menos incompleto.
Los cuatro hombres presentes fijaron su vista en ella, apresurándola con esta a seguir hablando. Harry percibió como Ron, al igual que él, miraba suplicante a Hermione, rezando por que a su grandiosa mente se le allá ocurrido algo que a las suyas no para sacarlos de ese apuro.
— En realidad surgió el tema del embarazo masculino y yo solo les estaba diciendo a los chicos que eso no es imposible. Ya que, no me dejara mentir, señor ministro, Godric Griffyndor fue concebido gracias a uno ¿no es verdad?
—Pues si, si... eso parece —aceptó el aludido a regañadientes
— ¿Lo ven? os lo dije. Y con respecto a lo de Ginny y el... embarazo de Harry, eso fue cosa Ron, una suposición solamente, ya saben… como todo le pasa a él.
Hermione rió por lo bajo y miro a sus amigos incitándolos a hacer lo mismo. Tardaron un poco en reaccionar, sin embargo, los tres se pusieron a reír esperando con esto poder zanjar el asunto.
—Niños, ese es un tema que a su edad no deberían estar hablando. Son muy jóvenes aun para tener hijos… pero algún día llegaran, cuando estén… grandes —comentó el señor Weasley.
Harry creyó mirar en el rostro del hombre una peculiar expresión, quizá era por que este había notado al fin que no debió indagar más de lo debido en el asunto con el Ministro presente o probablemente era el hecho de haber comprendido que golpe que Harry podría embarazar a Ginny en cualquier momento. Fuera lo que fuese, desvió melancólico la mirada y acaricio un poco su vientre. Era verdad, un chico como él no debería estar hablando de hijos en ese momento de su vida, menos aun estar esperando uno.
— Bueno, Harry, a lo que veníamos —continuó hablando el padre de Ron —El señor ministro quiere hablar contigo.
— ¿Conmigo? —preguntó Harry desconcertado.
—Efectivamente, señor Potter —asintió el ministro dando un paso mas al frente— Tengo algunos temas que tratar con usted y no se si quiera que sea en… privado.
Dirigió una mirada despectiva a Ron y Hermione que se habían puesto más atentos a la conversación. Harry frunció el entrecejo algo enojado, ¿es que la gente no terminaba de entender que podían tratar cualquier asunto frente a ellos?
—Cualquiera que sea el asunto que tiene que decir, estoy seguro que puede tratarlo en frente de ellos, ya que si no están presentes no lo escuchare, señor —contestó Harry alzando un poco la voz.
El hombre soltó un resoplido molesto, mientras asentía y contestaba con una sonrisa forzada:
—Entiendo, entonces será mejor que vaya directo al punto —hizo una pausa para acomodar mejor su ropa. Se notaba que el tema le incomodaba bastante— No se si estará informado, señor Potter, pero el ministerio confiscó, por así decirlo, el cadáver de V-Voldemort hace casi cuatro meses si no me equivoco.
—Si, ya lo sabía. Estábamos todos allí cuando se lo llevaron, por si no lo recuerda —respondió Harry con profundo desdén. ¿Es que toda su vida tenía que girar siempre alrededor de ese tipo?
—Pues bien, el Ministerio estuvo tratando el cuerpo del hombre en cuestión. Nos llevo bastante tiempo, pero logramos drenarle toda la magia que quedaba en su sistema. Esto como medida de seguridad, ya que, como ustedes sabrán, los magos fallecidos siguen teniendo magia en su cuerpo, lo que hace que se descompongan más lentamente. Pero ese no es el tema por el que vine hasta aquí. La próxima semana le daremos fin a los restos y necesitamos que este presente, Señor Potter.
Harry abrió mucho más los ojos, atónito.
— ¿Por qué debería estar yo presente? Y que… ¿Qué es eso de “le daremos fin a los restos” —preguntó con hilo de voz.
—Tómelo como en las cárceles muggle, Señor Potter. El Ministerio lo puede mandar algunos años o ha prisión cadena perpetua. La pena de muerte seria el beso del dementor. Ahora bien, según haya sido el grado de sus crímenes, el ministerio reimplanto una norma para asegurarse que no se este engañando al sistema. Por ahora no puedo decirle de que se trata pero piense que vamos a… cremar los restos. Y con respecto a por que tiene que estar usted presente… Sencillamente es para que la gente quede satisfecha. Hemos perdido credibilidad y necesitamos que usted asegure que estamos tomando las medidas necesarias para que no regrese más.
El hombre termino de hablar y el silencio se prolongo de nueva cuenta por la habitación. Habían pensado que con su muerte el asunto se terminaba, pero al parecer el Ministerio no se iba a arriesgar a un tercer resurgimiento del Señor Tenebroso. Harry no sabía como reaccionar, lo cierto era que no quería volver a mirar en su vida al hombre que le había hechado a perder su vida de todas las formas posibles y ahora le estaban diciendo que tenia que estar presente en… ¿el funeral de Voldemort? Pensaba que tenia que haber entendido mal, eso no podía ser verdad.
— Muy bien, lo espero el Viernes a las tres de la tarde en punto en la sala de misterios —continuó diciendo el hombre a manera de despedida— Puede llevar a las personas que crea oportunas. De momento me retiro. Con su permiso, señor Weasley.
El Ministro salió de la pequeña habitación, seguido torpemente por el señor Weasley que parecía tan atónito como los chicos. Harry estaba con la boca medio abierta y la mirada perdida en la nada. Pestañeaba torpemente, ni siquiera había tenido la oportunidad de rechazar nada. Simplemente habían dado por hecho que quería ir y ahora estaba obligado a hacerlo.
Tomo aire entrecortadamente, sintiendo unos ligeros temblores recorrer su cuerpo. No quería verle, estaba seguro que con todo lo que estaba pasando no resistiría estar frente a él, estuviera vivo o muerto. Cerró los ojos cuando casi le pareció mirar la cara sonriente de Voldemort burlándose de él y reprimió como pudo un escalofrió y volteó a mirar lentamente a sus amigos. Ron parecía seguir analizando las cosas mientras abría y cerraba la boca, en cambio Hermione miraba abatida a Harry, de una forma que le dio la impresión de que lo compadecía.
—Oh, Harry, yo… —comenzó a decir la chica.
— ¡No, Hermione! —lo interrumpió alzando la voz para dejarse escuchar claramente— Ya se que mi vida es miserable, no me interesa escucharlo de la boca de alguien mas. Ya se que los dos me compadecen, chicos, y sinceramente no quiero que me lo digan.
—Nosotros solo queremos que sepas que estamos a tu lado, ¿sabes? —alegó ofendido Ron— Y ya veras como luego se soluciona todo.
Harry soltó una risotada despectiva y dijo:
— ¿Solucionarse? Ron, por favor, dices eso por que tu no eres el que lo esta viviendo. Estoy seguro de que si fueras tu el que estuviera esperando, si tú lo hubieras sentido dentro, partiéndote las entrañas, clavando sus uñas en todos los lugares sin que pudieras hacer nada, y si fueras tú el que lo va a mirar después de enterarte que vas a tener a su heredero, no estarías actuando de esa manera, Ron. ¡Estoy completamente seguro de que no estarías tan tranquilo! —gritó Harry plantado frente al muchacho.
No estaba seguro de en que momento exactamente se había puesto en pie o cuando fue que se rompió el delgado lilo que lo mantenía relativamente en paz, pero ahora lo único que quería era hacerles entender de una vez por todas el dolor que estaba pasando. Odiaba que le repitieran una y otra vez que todo iba a estar bien, le parecía que no les importaba en lo mas mínimo sus sentimientos, como si le dijeran “Ya paso, Harry, déjate de dramas y sigue adelante” o algo parecido.
—Harry, cálmate… —susurró Hermione, aterrada por su repentino cambio de animo.
— ¡¿Cómo quieres que calme?! Lo único que saben decirme es que me calme, una y otra y otra vez. Ustedes solo están pensando en el bebé, ¿pero en mí quién piensa? — preguntó colérico, le temblaban ya las manos y sin poder contenerse siguió cuestionando a viva voz—: ¿Se han puesto a pensar como me siento? No solo por lo que Voldemort me hizo o lo que esta pasando ahora, si no por todo en general. Maldita sea… ¿creen que me gusta culpar de todo a un simple bebé? ¡Lo detesto, pero no puedo evitarlo y ustedes solo hacen que me sienta peor!
—H-Harry… —comenzó a decir Hermione tímidamente— Lo sentimos mucho, no sabíamos que hacer exactamente y creímos que al menos si te apoyábamos…
—Pero en que si no podemos hacer eso, entonces no sabemos como hacerte ver que estamos contigo —completó Ron.
Harry sintió de repente una oleada de arrepentimiento inundarlo. Las miradas abatidas de sus amigos le dejaban claro que no había estado bien gritarles o echarles en cara cosas que ni siquiera estaba seguro de sentir completamente. Pero pensaba que si no lo sacaba de su pecho no podría soportarlo mucho mas tiempo y menos aún, llevarlo de la manera que lo había hecho hasta ese momento. Era cierto que había dejado por imposible la idea de suicidarse, pero no quería decir que no le siguiera tentando.
—Escuchen, yo… —susurró tratando de tranquilizarse— Tengo demasiadas cosas en la cabeza ahora. No sé que voy a hacer con un infante no-nato, cómo voy a decirle a todo el mundo que lo espero o quién es el papá cuando lo pregunten. La verdad es que no me siento capaz de soportar todo lo que se va a venir y tengo miedo, temo cómo voy a reaccionar.
—No estas solo, Harry —afirmó Hermione.
—Lo se. Sé que los tengo a ustedes pero no es lo mismo. Ustedes son pareja chicos y yo sobro allí. Es incomodo porque yo no tengo a ese alguien apoyándome. Estoy solo.
Harry desvió la mirada y escucho la voz de Ron esta vez decir:
—Claro que tienes pareja, es Ginny. Ella seguramente lo entenderá si se lo explicas.
— ¿D-De verdad crees eso, Ron? —preguntó Harry como no queriendo.
—Pues claro.
Ron le sonrió ampliamente a Harry, y Hermione asintió un poco animándolo a ir y hablar con ella. Ginny era lo único que Harry miraba seguro en su futuro y pensaba que lo menos que se merecía la chica era enterarse de las cosas por él mismo y no por boca de alguien más. Era cierto que en el fondo seguía pensando que Ginny no querría a su lado a un hijo que no fuera suyo y mucho menos aún si se enteraba quien era el padre. Por tanto pensaba que lo mejor era omitir ese detalle hasta estar seguro de su reacción.
-D-De acuerdo. Hablaré con ella.
***
El sol brillaba en lo más alto del cielo y un reconfortante calor se extendía a manera de un cálido manto. Había pasado un día desde que Harry decidiera decirle la verdad a Ginny y ahora se encontraba sentado a la sombra de un árbol en el lado mas alejado del jardín de la madriguera justo al lado de Ginny. Ella parecía encontrar fascinante la lucha que estaban manteniendo un par de pajarillos en una de las ramas del árbol frente a ella. Había accedido considerablemente fácil cuando Harry fue a buscarla, diciendo que tenía algo que hablar con ella y que era mejor que fuera a solas. Así que ahora solo esperaba pacientemente por que el chico terminara de decidir cual era el momento más oportuno para comenzar a hablar.
— Ginny… — comenzó Harry a decir al fin— La verdad es que no sé como empezar, por que es… es algo difícil lo que te tengo que contar y te voy a pedir que me digas sinceramente lo que piensas.
— Muy bien, Harry. Prometo que diré la verdad, así que…. Te escucho.
Harry volteó a mirarla y tomó un profundo respiro para terminar de animarse a hablar. En su mente había sido más fácil decirle todo aquello a la chica y ahora le parecía imposible lograr expresarse como quisiera.
— Bueno, yo… Tu sabes perfectamente que no me gusta quedarme con los brazos cruzados cuando alguien esta en peligro y se que puedo ayudar. Es que simplemente me es imposible quedarme mirando y mucho menos si mi instinto me dice que estoy en lo correcto con querer actuar de aquella manera.
Ginny se limitó a asentir ligeramente y lo apremio para que continuara su relato.
— Eso lo se, Harry, ¿pero a donde quieres llegar?
— Es que Ginny… Hay una cosa que tuve que hacer. Hice algo por que mi instinto me decía que era lo correcto y no es que me arrepienta, pero es que con eso solo logre que me hicieran…. Otras cosas como efecto a mi acción — susurró Harry y se interrumpió para aclararse la garganta cuando esta comenzó a jugarle en contra— Recuerdas la casa de los gritos, ¿verdad? Pues allí es donde sucedió, cuando iban a matar a Snape, sabes que yo intervine por el y…. Ginny de verdad, no creí que fuera a pasar, solo sucedió.
Harry estrujaba inquieto su ropa mientras Ginny se acomodaba para poder mirarlo mejor y preguntaba un tanto desconfiada:
— ¿Qué fue lo que paso en la casa de los gritos, Harry?
— No me hagas dar los detalles, por favor. Eso es algo que me gustaría olvidar lo mas pronto posible — pidió Harry mirando el pasto detenidamente— Aparte, lo importante es lo sucedió después… las consecuencias.
— Harry, estas comenzando a asustarme.
— Sé que con lo que te voy a decir quizá no quieras volver a saber de mi, pero es mejor que lo sepas ahora — su voz temblaba un poco, dejando en evidencia su nerviosismo. Sin embargo, se esforzó lo más que pudo para continuar hablando antes de que la chica dijera algo— Un mes después de que la guerra terminara comencé a sentirme un poco raro, no se como explicártelo... me sentía terrible todo el tiempo, cualquier cosa me daba asco y vomitaba constantemente. Primero no hice mucho caso, pero después Hermione me dijo algo que me aterró.
— ¿Qué cosa?
— Me dijo que… que algunos magos pueden quedar esperando de sus parejas sexuales, hablo de hombres, de magos homosexuales. Dijo que no se dan muchos casos pero no por eso es imposible y yo… Ginny yo sentí que todo mi mundo se venia abajo, por que yo…. Había estado con alguien y…
— ¿Qué quieres decir exactamente con que estuviese con alguien, Harry? — preguntó sin emoción en la voz— ¿Acaso te acostaste con un hombre? Harry no me digas que tu...
— ¡No es algo que hubiera querido que pasara! — la interrumpió — Ya ni siquiera sé cómo terminé en esa situación, pero sucedió y ahora yo…
Harry se llevó ambas manos al vientre y, luego de enderezarse un poco, pegó su holgada camisa a su cuerpo, revelando con esto un bulto al nivel de su vientre.
— Si engordé, no fue exactamente por haber comido mucho — murmuró sin atreverse a mirar a la chica y declaró: — Estoy esperando un bebé, de un hombre que me hizo mucho daño en el pasado. Demasiado en realidad y ahora tengo miedo… no sé que es lo que voy a hacer, Ginny.
Harry se quedó callado y se dedicó tan sólo a escuchar el suave ruido que hacían las hojas de los árboles con el soplo del viento y el trinar de las aves a lo lejos. Tardó varios minutos para armarse de valor y, cuando no pudo resistir más la tentación, volteó a mirar a Ginny muy lentamente. Muy en el fondo esperaba verla sonriendo de una forma al menos algo parecido a la de Hermione o Ron. Sin embargo, cuando al fin miro a la chica, se le heló la sangre, la mente le quedo completamente en blando y un nudo se llanto se apodero de su garganta.
Ginny lo miraba fijamente, con una mano cubriendo su cosa, como para contener un grito, y la otra apoyada en el piso, preparada para correr si era preciso. Se había alejado un poco de Harry y la mirada que le dedicaba era muy similar a la que haría al haber pisado suciedad o como si de repente Harry tuviera lepra.
— ¿G-Ginny? — le habló con un hilo de voz.
— ¿Estás con ese hombre, Harry? Tú eres… ¿Eres Gay, Harry? ¿Ustedes son pareja? — preguntó apresuradamente y continuo sin esperar una respuesta —Por favor Harry, por lo que mas quieras dime que tu no eres uno de esos. Dime que tú no eres marica, Harry.
La voz de la chica dejaba claro el asco que le producía la sola idea de imaginar que dos hombres pudieran estar juntos, hasta su cara reflejaba el odio y la repulsión que le tenía a éstos.
— ¡No! Claro que no, yo no…no estoy con ese hombre —se apresuró Harry a negar, aunque de repente comenzó a sentirse mucho mas sucio que antes, como un fenómeno.
— ¿Lo dices en serio?
— Por supuesto que hablo en serio, Ginny.
— Bueno, eso me alegra muchísimo pero ¿entones por que estas embarazado? ¿Cómo pudiste meterte con un hombre? Harry eso es… asqueroso.
— Te dije que no es que yo lo planeara, si supieras quien es el padre lo comprenderías pero no... No quiero ni recordar su nombre. Y, por favor, no lo hagas sonar como si lo hubiera disfrutado por que eso es lo más repulsivo que me ha pasado.
— Entonces deshazte de él — dijo Ginny más seria que nunca.
— ¿Qué quieres decir con “deshacerme”?
— Pues eso, Harry, que te deshagas del bebé. Abórtalo.
Harry se quedo mirándola fijamente, esperando que dijera que estaba bromeando, pero tal parecía que no era así. Ginny hablaba en serio y Harry no sabía que decir, en todas las ideas que habían pasado por su mente abortar al bebe no estaba entre ellas y ahora solo podía acariciarse rítmicamente el vientre.
— Escúchame, Harry, esa cosa solo va a venir a joderte la vida. Eres demasiado joven para tener un niño de quién sabe quién y que aparte de todo ni siquiera quieres. Es estúpido, tu no eres una mujer, no tienes derecho a tener bebes, es completamente absurda la idea y… será un hijo de dos hombres, ¡por dios, Harry, no puedes tener a ese engendro!
— Pero, Ginny…
— ¿No dices que ese tipo te hizo mucho daño? Pues su hijo será igual que él, te causara el mismo o el doble de dolor, es algo obvio, Harry. Si lo tienes solo vas a sufrir más, viviendo con ese recuerdo del día que lo concebiste por el resto de tu vida y lamentándote por no haberte deshecho de el. ¿De verdad quieres que ese “bebé” venga a recordarte a cada instante lo que pasó?
— Yo solo… Sólo quiero una vida tranquila. Si me gustaría que no quedara nada de ese ser, pero…
— Lo mejor que puedes hacer es abortarlo. Verás que cuando lo hagas tu vida va a mejorará. Serás más feliz cuando ese crío se allá salido de tí.
Harry se miró el vientre, sopesando las palabras de Ginny. Estaba seguro de que si ella había reaccionado de aquella forma lo mas seguro era que el resto de las personas pensaran igual, y todos no podían estar equivocados, ¿verdad? Le daba algo de miedo la sola idea, pero quería ser feliz de nuevo, sin preocupaciones y si Ginny decía que con eso lo iba a estar podía al menos intentarlo.
Miro una vez mas a la chica mientras esta declaraba seria:
— Si me quieres a mí en tu vida, Harry, tendrás que sacar de ella a lo que llevas dentro del vientre. Así que elige, ¿eso o yo?
—V-Vale… creo que lo mejor es que lo haga pero… ¿Dónde seria? Los médicos muggle querrán hacerme análisis y experimentar conmigo si llego pidiendo un aborto siendo hombre… y creo que en San Mungo causare algo de alboroto.
Harry miro a Ginny interrogante mientras esta se ponía en pie notablemente satisfecha por su decisión.
— Tranquilo, unas amigas mías me hablaron de un medimago que atiende clandestinamente. Si no le dices a nadie puedo pedirles su dirección y dártela.
El chico solamente atinó a asentir ligeramente. ¿Ésa esa la solución que estaba buscando? Librarse del bebé era lo mejor, tenía que convencerse de ello ahora que había decidido que lo haría.
***
Sus pasos resonaban en la fría acera de la calle. Sostenía el pergamino mal doblado que había encontrado pegado a los cristales de sus gafas y en el cual unas cuantas letras borrosas daban a conocer a Harry la dirección a la que tenia que ir, al igual que le decía la cantidad exacta de dinero que tenía que llevar.
El sol acababa de salir y apenas calentaba un poco. Llevaba una capa de viaje dos tallas más grandes que la suya y se había aplicado algunos hechizos para cambiar ligeramente su apariencia. Al menos había borrado la cicatriz de su frente. Sin embargo, su apariencia no le importaba mucho en ese momento. Desde el momento que había decidido no tener al bebe había sido mas consiente de la presencia de este en su cuerpo. Sentía un cosquilleo en la boca del estómago, como si un pececito nadara en su vientre y por más que se había esforzado en ignorar este hecho, lo cierto era que le estaba comenzando a agarrar el gusto a los movimientos de su inquilino.
Estaba sintiendo justamente eso cuando sus ojos se fijaron al fin en el número que estaba buscando de aquella calle por la que andaba. Parecía una casita abandonada y a punto de caerse por el desgaste de los años. La madera estaba corroída, aunque en el extremo superior izquierdo se mantenía perfectamente claro ante los ojos de un mago una pulcra letra M, la cual del lado por la que la miraras parecía servir de timbre y altavoz.
Llevo una mano hasta allí y susurró entrecortadamente cuando una voz de ultratumba le preguntó el motivo de su visita.
—He venido por los servicios del medimago.
La puerta se abrió, Harry tardó un rato en animarse a entrar por ella y cuando lo hizo, ésta se cerró a sus espaldas, y un camino de titilantes luces formó un camino frente a él. Caminó lentamente por éste, aferrando las manos a su ropa y se quedo estático cuando sus ojos miraron de golpe unos instrumentos con aspecto mortífero, algo manchados de un producto viscoso. Harry estaba pensando que no parecían mágicos en lo mas mínimo cuando una voz le habló desde atrás.
— Eres el jovencito que ha venido por un aborto, ¿Verdad? — susurró un hombre moreno, alto y anormalmente delgado— Quítate la ropa y ponte aquella bata. Comenzaremos de una vez, no hay necesitad de prolongar las cosas.
Harry asintió y se encamino al banquillo donde se encontraba la sucia bata de hospital, repitiéndose mentalmente que era lo mejor mientras su bebé continuaba dejándose sentir.
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