La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Retazos de vida. Capítulo 25

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alisevv

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Retazos de vida. Capítulo 25 Empty
MensajeTema: Retazos de vida. Capítulo 25   Retazos de vida. Capítulo 25 I_icon_minitimeMiér Ene 19, 2011 3:00 pm

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Un año más sin hablarte. Lo siento, pero no he tenido tiempo ni para respirar, y es que mi hija menor es realmente un torbellino que ocupa cada uno de mis segundos libres.

Está a punto de cumplir dos años y corre por todos lados con los ojos abiertos y la sonrisa constante en su pequeña carita. Su curiosidad es insaciable, y por más que se la regañe y se le diga que esto o aquello no se toca, no hay manera.

Hemos tenido que mover todos los adornos de la casa fuera del alcance de sus regordetas manos y poner barreras de protección delante de la chimenea. También hemos tenido que quitar de su vista zapatos, libros, ropa, cualquier cosa le sirve para jugar.

Luego de unos cuantos destrozos, incluido un libro de Pociones de edición limitada que a Severus le había costado un ojo de la cara, descubrimos que no hay castigo que valga ni armario que se salve ante su curiosidad innata, así que todos nos acostumbramos a mantener nuestras habitaciones bien cerradas y nuestras cosas a buen resguardo.

Y te preguntarás, ¿cómo es posible que la niña no haga caso ante los regaños y castigos?

Simple, porque el único que la regaña soy yo. A todos los demás, Sev incluido, les pone su carita de ‘yo no fui y les quiero un montón’ y listo, les tiene comiendo de su mano. Entonces, cuando yo la reprendo, sale gimiendo cual pequeña Magdalena y le da las quejas al primero que encuentra, quien viene entonces a reclamarme porque hice llorar a la diablilla.

Pero no creas, me hartaron y hace dos días les reuní. Les di un rapapolvo a todos, a los chicos y a los grandes, y les amenacé diciendo que si la seguían consintiendo de esa manera, me iba a ir un par de meses de vacaciones, SOLO, y les iba a dejar a ellos lidiando con Elizabeth.

Se aterraron. Se pusieron lívidos y rogaron que no hiciera esa locura, prometiendo ser más firmes con Eli de ahora en adelante. Espero de verdad haber logrado algo con eso, pero sinceramente lo dudo.

Y por si te lo preguntas, sí, Severus también rogó.


—Quien te escucha cree que yo la consentía demasiado —gruñó Severus.

—¿En serio quieres que te responda a eso? —Harry alzó una ceja estilo Severus mientras todos reían.

—De todas maneras, creo que exagerabas, no la teníamos tan mimada —comentó Remus, mientras Bill y Severus asentían.

—¿Debo recordarte aquella vez que dejaste de hablarme una semana porque no permití que tú y Bill la llevaran al parque pues estaba castigada?

—Es que fue un castigo muy severo —argumentó Remus—; la dejaste una semana sin salir de casa y sólo tenía seis años. Y Severus te apoyó. Eso fue cruel.

—¡Había desarmado el reloj de pie de la sala para ver cómo funcionaba por dentro! —exclamó Harry, ofendido por la insinuación de que había sido cruel—. ¡Una antigüedad que pertenecía a la familia de Severus!

—Desde ese día no logramos que volviera a funcionar como es debido —agregó su esposo.

—Pues yo también pienso que eso fue cruel —comentó Bill. Mientras los chicos reían, Harry hizo un gesto de exasperación y regresó a la lectura.



Esperanza y Richard ya se graduaron. Si vieras lo hermosa que estuvo la ceremonia y lo orgullosos que estábamos Severus y yo; bueno, y Hermione y Ron también, todo hay que decirlo.

Durante este año apenas les pudimos ver el pelo, no sólo porque estuvieron estudiando como descosidos, sino porque tanto Esperanza como Richard se pusieron a trabajar a tiempo parcial.

Richard está trabajando como ayudante de cardiología en un pequeño hospital ubicado en las afueras de Londres, en Nottingham, muy cerca de la casa de campo de Remus y Bill; de hecho, fueron ellos quienes le comentaron sobre la vacante. Y lo mejor es que luego de graduarse tiene la opción de quedarse como medímago de planta.

Realmente, eso les quitó una preocupación de encima a los muchachos, pues las cosas no son como cuando me gradué; ahora es mucho más difícil conseguir un buen puesto en una institución, y en San Mungo, prácticamente imposible. El hospital donde trabaja Richard, aunque pequeño, es de primera línea, y en los poquitos años que tiene de fundado ha adquirido una sólida reputación. Además, está dedicado exclusivamente al área de cardiología, que es en lo que se quiere especializar mi yerno.

Pero no creas que conseguirlo le resultó muy fácil; había muchas solicitudes y apenas cinco puestos. Richard pasó tres meses que apenas comía ni dormía, sólo estudiando para poder superar con éxito las pruebas de ingreso sin descuidar su carrera.

Ron le insistía en que no se agobiara, que después de graduarse le podían financiar para que estudiara con calma y optara a una vacante el siguiente año, pero Richard se negó. Argumentó que él era un hombre casado, que tenía una familia por la que responder, y que no podía seguir dependiendo de la ayuda de sus padres eternamente. No te cuento cuán orgullosos nos sentimos todos; estoy seguro que Esperanza y mis nietos, cuando los tengan, siempre van a tener en él un pilar firme que les ame y les proteja.

Y mi Esperanza no se queda atrás, que va, es una brujita moderna muy capaz e independiente. Cuando Richard fue aceptado en el hospital, le pidió trabajo a Severus. Sev, ya le conoces, no hizo concesiones. La aceptó como empleada pero con la condición de que iba a ser tratada como otra bruja cualquiera y que su puesto definitivo dentro del laboratorio debería ganárselo a pulso. Ella sonrió, le dijo que no esperaba menos de él, y empezó a trabajar tanto o más que cualquiera de los empleados. Y te puedo asegurar que a estas alturas tiene bien ganado su puesto en la empresa.

Nos pusimos de acuerdo con Ron y Hermione y como regalo de graduación les obsequiamos un viaje en el crucero al que fuimos Sev y yo, ¿recuerdas? También reunimos una buena cantidad y se la depositamos en un banco, de forma que pudieran cubrir cualquier contingencia que tuvieran los primeros meses de graduados sin tener que acudir a nosotros. Ni veas lo que nos costó convencerles que lo aceptaran, pero insistimos en que era un obsequio y que no podían quitarnos el derecho que teníamos como padres para dárselo.

—Vaya que eran orgullosos los tíos —comentó Frank.

Draco estaba a punto de replicar pero Severus se le adelantó.

—No era orgullo sino pundonor —comentó con una sonrisa—. Sabían que, pese a llevar cuatro años de casados, nosotros les seguíamos viendo como nuestros pequeños. Querían demostrarnos que no era así, que eran más que capaces de valerse por sí mismos y asumir su vida. Eso es loable.

—Lo que no sabían entonces es que para nosotros, como para todos los padres, ellos siempre serían nuestros niños —Harry miró a Draco y sonrió—. Sólo hasta después que naciste pudieron entenderlo.

—Pues por mí, papá puede seguir manteniéndome hasta que sea abuelito —comentó Mark—. Que no le voy a hacer un desprecio, faltaba más.

En medio de las carcajadas, Harry retomó la lectura.


Adam está a punto de cumplir dieciséis y está guapísimo. Como siempre, sigue siendo un excelente estudiante, y continúa con su afición por el dibujo y las chicas. Gracias a Merlín, sigue teniendo una gran confianza con nosotros y contándonos sus peripecias amorosas. Ni veas la cara que puso el otro día Severus cuando nos sentó y nos comentó que últimamente estaba saliendo con una chica que le gustaba más que las demás y estaba pensando seriamente profundizar su relación, ya sabes a qué me refiero.

El pobre se puso lívido, masculló algo que sonó como ‘¿por qué demonios tenía que empezar tan temprano, no podía haber esperado a los diecisiete como Harry?’ , tragó en seco y luego comenzó a recordarle la responsabilidad que implicaba que empezara a ser sexualmente activo. Pero supongo que mi cara no era muy diferente; a mí tampoco me hizo mucha gracia la situación, así que puse mi granito de arena para que tomara conciencia del paso que quería dar. Creo que al fin comprendió nuestro planteamiento y va a reflexionar en el asunto.

Sin embargo, ni Sev ni yo nos engañamos. Adam está creciendo, y más pronto que tarde va a suceder; sólo espero que lo haga con alguien por quien al menos sienta genuino afecto y que su primera vez sea algo hermoso para recordar. Tan hermoso como lo fue la mía.

Severus le estrecho contra sí y le dio un beso en la sien.

Nathan está que no le calienta ni el sol, y todo su enojo se resume en una palabra: Evan. Resulta que este año sus abuelos le llevaron a América, a casa del tío Pietro, y no se han podido ver en todas las vacaciones.

Pobrecito mío, se pasa el día vagando por la casa con el rostro desolado. Si no fuera apresurarme demasiado, diría que esos dos… Pero mejor dejo que pase el tiempo antes de presumir nada, no sea que termine estrellándome.

Se han estado comunicando por medio de lechuza, y por lo que nos ha contado Nathan, Evan no la está pasando muy bien. El famoso tío parece que tiene un carácter de mil demonios y vive peleando tanto con Evan como con sus abuelos. Además, no se puede ni mencionar la palabra magia en su presencia; por lo visto, odia a los magos tanto como los Dursley, y eso que él mismo es mago.

En todo caso, según juró su abuelo por lo más sagrado, son las últimas vacaciones que van a pasar en América. Ojala sea verdad o mi niño va a morir de un disgusto a causa de su ausencia.

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—¿Cuántos años tenía entonces el tío Nathan? —preguntó Nicole, intrigada—. ¿Trece?

—Doce —contestó Harry con una sonrisa.

—¿Y ya estaba penando por el tío Evan? —la voz de Mark sonaba divertida.

—Luego dicen que papá era acelerado —comentó Frank—. Lo repito, tío Nathan es mi héroe.

—No sean malos —la voz de Harry estaba impregnada de ternura—. Mi pobre niño todavía no entendía lo que pasaba, sólo que extrañaba mucho la compañía de su amigo. Aún recuerdo cuando, tres años más tarde, al fin comprendió que lo que realmente sentía era amor.

Al ver que todos le miraban expectantes, claramente esperando a que lo contara, Harry se echó a reír, pero eso no lo había escrito en el diario así que escudriñando entre sus recuerdos empezó a hablar:



Era una soleada tarde de mediados de julio y Harry estaba en la terraza de la Mansión de Escocia, la vista fija en el manso lago donde en ese momento chapoteaba una buena parte de su tropa.

Los últimos meses, entre el hospital y la casa, había tenido una cantidad de trabajo realmente agobiante. Apenas el día anterior había logrado escapar de vacaciones, por lo que sólo le apetecía estar tirado al sol y perecear. Su gente, conscientes de lo agotado que estaba en realidad, habían tratado de molestarle lo menos posible, haciéndose cargo de Eli y de las cosas de la casa, y dejando a Harry y a Severus disfrutar un rato de su mutua compañía.

En ese momento, Severus había entrado a la casa pues tenía que comunicarse con urgencia con los laboratorios; sin embargo, había prometido regresar pronto con un par de bebidas refrescantes.

Por el rabillo del ojo, Harry vio que su hijo menor le miraba preocupado, como dudando si aproximarse o no. Se quitó los lentes de sol y, sonriendo, le hizo una seña para que se acercara.

—Papi, sé que estás cansado, si quieres podemos hablar después —se disculpó casi antes de llegar.

—Sabes que nunca estoy cansado para ustedes —hizo una seña hacia la tumbona a su lado, invitándole a sentarse. Al ver que Nathan se sentaba rígido, frotando una mano contra otra, se preocupó. En sus quince años de vida, jamás había visto a su hijo en tal estado de nerviosismo. Alargó una mano y aferró la del muchacho—. Sabes que puedes confiar en mí, ¿qué ocurre?

—Papi —Nathan le miró con el corazón en los ojos—, ¿cómo supiste que te gustaba papá?

Harry sonrió internamente, ahora sabía por dónde venía su hijo.

—Es difícil decirlo —comentó Harry—. Yo conocí a tu papá cuando tenía once años, y la verdad, por aquel entonces no me caía muy bien que se diga —inconscientemente, sonrió ante el recuerdo—. De hecho, pasamos los siguientes seis años enseñándonos los dientes, supongo que tanto él como yo estábamos muy prevenidos y no nos permitíamos dar una oportunidad al otro.

>>Después, nos vimos obligados a trabajar juntos para derrocar a Voldemort —continuó, notando que su hijo le escuchaba atentamente, mucho más relajado—. Empecé a depender de él, de lo que me enseñaba. Por aquel entonces sentía mucha desconfianza, de todo y de todos, pero algo en mi interior me decía que en Severus podía confiar, que él me protegería aún a costa de su vida.

>>Entonces supe que estaba enamorado, definitiva e irremisiblemente enamorado de mi maestro de Pociones.

—¿Y no te importó que…er, que fuera un hombre?

—Pues por aquel entonces yo ya estaba claro en mis inclinaciones sexuales —confesó Harry—. Había tenido una breve relación con una chica pero me había dado cuenta que aquello no me decía nada, que me sentía mucho más a gusto entre los chicos… más cómodo —miró a Nathan y sonrió—. Tuve un par de relaciones con chicos antes de Severus, nada demasiado importante pero definitivamente fueron mucho más agradables que lo que tuve con Cho. Luego, mi corazón se fijó en tu papá y ya no volví a pensar en nadie más.

—¿Y… qué sentías cuando veías a papá?

—Sentía que se me iba el aire —con cariño, Harry acarició el cabello revuelto de su hijo—, y como si millones de mariposas revolotearan en mi estómago.

—Como yo —el murmullo de Nathan fue apenas entendible, su cabeza gacha y la vista fija en la punta de sus zapatos.

—Como tú… cuando ves a Evan, ¿verdad?

Nathan levantó la cabeza, sorprendido, y miró a su padre con recelo.

—¿Tú sabes? —Harry le miró, enternecido—. ¿Todos lo saben? ¿Papá sabe?

—Amor, tranquilo —Harry le hablo con el tono que empleaba cuando era un niño pequeño; su hijo era un diablo avispado para algunas cosas pero extremadamente ingenuo para otras—. Yo lo sospechaba, y aunque no he hablado con tu padre sobre eso, supongo que él también. Pero no debe extrañarte, eres nuestro hijo, una pequeña parte de nosotros, y te conocemos profundamente —puso una mano en su hombro y lo apretó con firmeza—. Pero no te preocupes, estoy seguro que nadie más lo ha notado.

Viendo que su hijo no contestaba y se quedaba pensativo y con la cabeza gacha, se animó a preguntar:

>>¿Ya hablaste con Evan sobre esto? —Nathan fijó nuevamente sus negros ojos en los verdes de su padre, antes de negar con la cabeza—. ¿Por qué?

—Tengo miedo —confesó el adolescente después de un rato—. ¿Y si él no me quiere? ¿Y si después que se lo diga ya no quiere ser mi amigo?

—Entiendo tus dudas porque ya sentía prácticamente lo mismo respecto a Severus, con la diferencia de que él no era mi amigo —sonrió a su hijo tratando de infundirle ánimos—. No sé si Evan te corresponde, pero si no le preguntas, tú tampoco lo vas a saber. No tengas miedo de perder su amistad, estoy seguro que eso no sucederá jamás.

—¿Y si él no me quiere? —repitió Nathan.

—Entonces tendrás que apartar ese sentimiento y seguir adelante —acarició la mejilla de su hijo con cariño—. Pero si no averiguas, no vas a poder avanzar. Tú eres muy valiente para todo, ¿te vas a acobardar ahora?

—No, creo que no —declaró Nathan con una amplia sonrisa, antes de abrazar a Harry—. Gracias, papá. Gracias



—¡Qué lindo, abuelito! —exclamó Lisa—. Papá nunca me había contado eso.

—Pues no le digas que te lo conté o me va a desollar vivo —rió Harry, antes de mirar al resto de los nietos—. Y eso va para ustedes también. A Nathan no le gusta que muestren su ‘capa de debilidad’ como él la llama.

—Y ya vemos que tío Nathan habló con tío Evan —Nicole le sonrió a Lisa.

—Se hicieron novios ese verano —contestó Harry—. De hecho, creo que ese mismo día.

—La verdad es que si lo que dicen sobre la existencia de almas gemelas es verdad —comentó Bill—, Nathan y Evan definitivamente lo son.

—Sí, han estado juntos desde los ocho años, que bárbaros —agregó Frank.

—Excepto los meses que estuvieron separados, cuando Pietro le obligó a irse a Estados Unidos.

—¿En aquellas vacaciones? —preguntó Nicole.

—No, fue después —contestó Harry. Al ver que ella le miraba interrogante, explicó—: Cuando Evan y Nathan estaban en su séptimo año en la academia, el abuelo de Evan murió. Pietro, como único familiar vivo, presionó a la nona Giusseppina y a Evan para que se fueran con él a América.

—¿Y por qué no permitió que Evan se quedara a terminar la academia? —Nicole estaba realmente intrigada.

—Pietro se enteró de la relación que Evan tenía con Nathan y se puso furioso —le explicó Severus—. Además de odiar a los magos, era altamente homofóbico.

—Luego nos enteramos que todo su odio provenía de un rencor de juventud —explicó Harry—. Al parecer, Pietro tenía una novia a la que amaba muchísimo y ella se enamoró de una chica y le dejó. A partir de ahí creció en su corazón un terrible odio a todo lo que tuviera la más mínima relación con el mundo gay. Incluso renunció al mundo mágico porque decía que eran estúpidamente permisivos con los homosexuales.

—Nathan la pasó muy mal —Severus siguió la narración—. Pasó meses sin recibir noticias de Evan y estaba desesperado. Al fin, cuando faltaban un par de meses para terminar la escuela, Evan se presentó en Viena. Después de muchas discusiones, entre él y su abuela habían logrado que Pietro recapacitara y le dejara regresar. La nona también volvió a su casa de Florencia, pero Pietro se negó a regresar al mundo mágico hasta unos años más tarde, luego del nacimiento de Lisa.

—¿Y cómo fue que decidió regresar?

—Nathan y Evan sabían cuanto le dolía a la nona estar separada de su hijo, así que cuando Lisa tenía un mes, viajaron a casa de Pietro —contestó Harry—. Le pidieron que regresara y fuera el padrino de la pequeña. Al verla, se conmovió y decidió volver. Dos años después encontró una dama italiana, viuda de un diplomático inglés, y se volvió a casar. Ahora viven felices en Florencia, con la nona Giusseppina. En las próximas fiestas navideñas les conocerás.

—Bueno —gruñó Mark desde su habitual sitio en la alfombra—. No es por ser mal educado, así que no frunzas el ceño —miró a Severus con una sonrisa de disculpa— pero, no se ustedes, yo quiero que el abuelo siga leyendo el diario.

Ante el asentimiento generalizado, Harry empezó a leer.



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Ahora sí que es seguro, seguro: ¡voy a ser abuelo! Mi Esperanza está embarazada y yo aún no reacciono. Esta noche nos invitaron a comer y nos lo contaron. Escucha.

—No sé, pero algo me dice que esos dos no nos invitaron de gratis —decía Severus, mientras entraban al portal del bonito edificio donde vivían Esperanza y Richard—. Algo se traen entre manos.

—No seas mal pensado.

—De mal pensado nada. Es la primera vez que nos invitan en cuatro años —tocó con firmeza la puerta del apartamento— y también incluyeron a Ron y Hermione —se escucharon pasos presurosos acercarse—. Les conozco, algo se traen.

—Papi, papá —saludó Esperanza, abrazándoles y besándoles—, al fin llegan.

—Lo siento, fue mi culpa —se disculpó Harry—; me retrasé en el hospital.

—Ni lo menciones, yo también llegué recién —saludó Richard, abrazándoles también—. Vamos, nos esperan en la salita.

Mientras los anfitriones se adelantaban, Severus retuvo a su esposo por un segundo y susurró en su oído.

—Están muy sonrientes y afectuosos, te digo que algo se traen entre manos.

Riendo sin poderlo evitar, Harry tomó a Severus por un brazo y le jaló en pos de sus hijos.




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La velada había resultado perfecta; los jóvenes habían mostrado las fotos y contado las anécdotas del viaje y los mayores les habían escuchado embelesados. Cuando todos estaban en el saloncito tomando una copa, Severus miró fijamente a su hija y su yerno, y declaro:

—Bien, la comida ha estado estupenda, las anécdotas encantadoras, y debo agradecerles este estupendo coñac, pero la curiosidad me está matando. ¿Por qué estamos aquí?

—Te faltó el ‘por qué demonios’ para ser un perfecto Slytherin —se burló Esperanza, sonriendo ampliamente.

—¿Por qué piensas que están aquí para algo en particular? —preguntó Richard con una sonrisa similar.

—A ver, déjenme pensar —enumeró Severus, burlón—. ¿Será porque hoy ustedes dos se han reído más que en todo el año pasado junto? ¿O porque Richard ha estado de un afectuoso que empalaga? —el aludido sonrió ampliamente—. ¿O será porque se la han pasado toda la noche cuchicheando sin que nosotros hayamos podido escuchar ni media palabra?

—Sin mencionar que es la segunda vez en su larga vida que cocinan para nosotros —señaló Hermione

—Y no te olvides de la botella de champagne y las copas que están preparadas en aquella esquina —agregó Harry, que tenía que dar la razón a su pareja, allí había gato encerrado.

—Vamos, desembuchen —pidió Ron, con una sonrisa.

—Vale, nos descubrieron —rió Richard, mientras abrazaba a Esperanza y se volteaba hacia Ron y Hermione—. Mamá, papá —luego se giró a Harry y Severus—, y papá y papá, dentro de unos meses van a ser abuelos.

Por unos minutos nadie habló, hasta que se escuchó la voz sorprendida de Ron.

—¿Van a tener un bebé? —al ver que los jóvenes asentían, se giró hacia Severus, burlón—. Y tú que decías que tu poción era infalible, ¿equivocaste los ingredientes?

—La poción estaba perfecta —se defendió Severus, antes de girarse hacia Esperanza—. ¿Estás segura que la tomaste todos los días?

—Ahh, ustedes son imposibles —Hermione miró exasperada a su esposo y a Severus, y luego fue a felicitar a sus hijos, quienes ya eran abrazados por Harry.

—Es broma, es broma —confesó Severus, buscando la botella de champagne y descorchándola. Luego que todos tuvieron su copa en la mano, la levantó y brindó—. ¡Por mi futuro nieto!

—O nieta —le corrigió Hermione con una sonrisa.

—Vale, vale —Severus alzó nuevamente la copa—. ¡Por mi futuro nieto… o nieta!


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—Abuelito, ¿tú preferías un nieto? —preguntó Lisa, mirando a Severus ligeramente sentida—. ¿No te gustan las nietas?

—No, princesa —musitó Severus, mientras abría los brazos en una muda invitación. Cuando la niña se acurrucó en su regazo, agregó—. Yo adoro a mis dos princesitas, a ti y a Megan, y no las cambiaría por nada del mundo —beso a la niña y acomodándola mejor en su regazo, se dispuso a seguir escuchando a su pareja.



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¡Ya soy abuelo! Draco Weasley Snape nació el veintitrés de marzo. Es un niño precioso, y según Sev, es la viva imagen de Draco cuando bebé. Tiene una pelusita rubia en la cabeza y unos ojos gris plata idénticos a los de mi amigo. Ni veas la de bromas que se han hecho; parece que es el primer Weasley no pelirrojo en diez generaciones.

Cuando lo vi por primera vez, arropado en los brazos de Esperanza, no te puedo ni explicar lo que sentí, sólo puedo decir que sentí como si todo el amor del mundo inundara mi corazón. Y me acorde de ti, hermano; toda esta felicidad también había sido posible gracias a tu sacrificio. Y en ese momento, miré al cielo y sonreí. Y supe que, desde dondequiera que estuvieras, tú también sonreías.

Draco es muy dulce y se la pasa de buen humor, sólo llora cuando tiene hambre o está mojado. Además, acostumbrado a ir de brazo en brazo —consecuencia directa de tener una familia tan grande— es muy adaptable, y cuando le da sueño o hambre, duerme o come sin importar el lugar o la circunstancia.

Todos estamos locos por él, desde Eli hasta Molly. Acostumbrada a ser la receptora de todas las carantoñas de la familia, Eli pasó unos días enfurruñada, pero ahora ya está encantada, especialmente porque le hemos dicho que Draco es su sobrino; como en la escuela de Ginny no hay ningún niño que tenga sobrinos, se ha hecho muy popular entre los chiquillos del parvulario.

Los chicos están todos bien, estudiando mucho e incordiando más, pero felices y contentos. Sev sigue con sus investigaciones y yo con mis niños del hospital. Remus y Bill siguen felices con Vincent, y el orfanato de Pansy y la escuela de Ginny van a toda vela.

He llegado a un punto en mi vida en que miro a mi alrededor y veo que todo está definitivamente bien, y lo que es más importante, sé que aunque todavía queden altibajos en el porvenir, somos tan fuertes y unidos que vamos a poder superarlos, sin importar cuán graves sean.

Ahora estoy escribiendo en la última página en blanco que te queda, y pienso que es curioso que te acabes justo cuando empieza la vida de mi primer nieto.

Gracias. Gracias por haberme acompañado a lo largo del camino, por haber escuchado mis tristezas y alegrías. Aunque no lo creas, tenerte a ti y escribir en tus páginas me ayudó a conseguir fuerzas para continuar en los peores momentos. Mil gracias por haber sido mi amigo y mi confidente todos estos años, por escuchar cuando sentí que la angustia me ahogaba o la alegría me sobrepasada. Gracias simplemente por estar ahí.

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Harry cerró el diario y acarició suavemente sus tapas. Luego tomó el candado que estaba en una mesita cercana y lo cerró. Por último, tomó su varita y musitando unas palabras en voz muy baja, lo selló. Sus nietos le observaban, perplejos.

—¿Se terminó? —preguntó Frank sin poderlo creer.

—Sí —contestó Harry, sonriendo—. Esa misma tarde lo enterré en el árbol del jardín.

—Pero… —por una vez en la vida, Mark no supo que decir; sentía que de pronto había perdido algo muy querido, una sensación que compartían todo los presentes.

—Yo quería saber más —murmurí Lisa con voz compungida

—Lisa tiene razón, la verdad es que nos dejaste con las ganas de seguir escuchando —se quejó Remus.

—De hecho —convino Severus.

—¿Estás seguro que no tienes otro diario escondido por ahí? —preguntó Draco.

—No —Harry soltó la carcajada.

—Pues yo me siento estafado —protestó Mark—. Frank y yo ni siquiera habíamos nacido cuando dejaste de escribir.

—Ni yo —agregó Lisa.

—Lo dicho, tienes que tener un diario con la vida de todos nosotros.

—Eso mejor se lo dicen a sus padres —replicó Harry, risueño.

—Pues si no queda más diario, ahora podrías leer las escenas escabrosas, ¿no crees? —sugirió Frank.

—Ni muerto —casi gritaron Harry y Severus a un tiempo.

—Ahora los que parecen gemelos son ustedes dos —se burló Remus, mirando a sus amigos.

—Bueno, creo que es hora de comer y ustedes tienen que preparar sus maletas —declaró Harry, levantándose—. Recuerden que ya se acaban las vacaciones. Al atardecer iremos al pueblo para que se despidan.

—Hay tiempo, abuelo —desestimó Mark, sin moverse de su sitio—. Aún tenemos todo el fin de semana.

—Sí, pero mañana tenemos que ir al callejón Diagon para que compren las cosas que les faltan y seguro se nos va todo el día allí, que les conozco, y el domingo es el partido de Eli —recordó Severus—, así que es mejor que hagan caso a su abuelo. Vamos a comer y luego podrán arreglar sus cosas.

—Vale —los jóvenes se pararon a regañadientes, pero antes que desaparecieran por la puerta del estudio, Frank se dio la vuelta e hizo un último intento.

—¿Están seguros que no podemos leer las partes escabrosas?




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Severus despertó a la mañana siguiente con una sensación de frialdad. Automáticamente, estiro el brazo para buscar el cuerpo tibio de su esposo, pero sólo encontró las sábanas vacías. Pensando que Harry debía estar en el baño y pronto regresaría, se arrebujó mejor bajo la manta y se dispuso a esperarlo.

Diez minutos después, viendo que Harry no regresaba, y pensando que tal vez se sintiera mal, se levantó con pereza y caminó hasta el baño. Ni rastros.

Verdaderamente intrigado, terminó de espantar la somnolencia, se puso su bata y las pantuflas, y salió a la salita de sus dormitorios. Nada.

Pensando que quizás habría bajado a la cocina a buscar algo de beber y sabiendo que sería incapaz de volver a conciliar el sueño hasta que su pareja regresara, se dirigió a las puertas dobles de cristales y salió al balcón. La mañana era fría pero hermosa, perdida en esa bruma lechosa que acompaña al amanecer. Respiró profundamente y dejó que el aire puro de las montañas llenara sus pulmones de savia nueva. Observó la belleza del bosque y la quietud de las aguas del lago y pensó, no por vez primera, que ése era definitivamente el mejor lugar para vivir.

Bajó la mirada hacia el jardín y entonces le vio. Agachado junto al viejo castaño, Harry estaba escarbando en la tierra húmeda; a su lado, una mancha marrón destacaba sobre el verde césped.

Sonriendo con ternura, abandonó el balcón y salió de la habitación, rumbo al jardín de su casa.

—¿No te parece que ese es un lugar demasiado obvio para volver a ocultarlo? —preguntó en cuanto llegó a la altura de su pareja, quien ya estaba terminando de tapar el hoyo.

Harry se giró con una sonrisa radiante y los ojos brillantes.

—Qué quieres que te diga, le tengo cariño al viejo castaño. Además, esta vez le lancé un hechizo contra perros curiosos —Severus se sentó a su lado y Harry le dio un suave beso en los labios—. ¿Por qué te levantaste tan temprano?

—Me desperté con frío porque mi querido esposo me había abandonado para venir a cavar huecos en el jardín —Severus lo tomó por la cintura y lo apretó contra sí—. Como no pude volver a dormirme sin ti, decidí salir a buscarte —le dio un nuevo beso en los labios—. ¿Y por qué lo estás enterrando nuevamente? Sería lindo tenerlo en casa y poder leerlo de vez en cuando.

—A mí también me gustaría pero no me fío de los gemelos. Heredaron tu perseverancia, estoy seguro que no pararían hasta lograr romper el hechizo que puse sobre el diario para que no pudiera ser leído. Y ya sabes cuál sería el siguiente paso.

—Sacarían copias y las repartirían entre toda la familia —Severus no pudo evitar sonreír; sus nietos eran terribles, pero había que aceptar que tenían recursos insospechados.

—Exacto —afirmó Harry—. Así que es mejor enterrarlo aquí y echarle unas cuantas protecciones, tal vez con suerte podamos evitar que lo recuperen.

Severus miró a Harry y no pudo evitar echarse a reír.

—¿Qué?

—Es que hablas de tus nietos como si fueran un grupo de Mortífagos.

—Son peores —rió Harry a su vez, mientras se levantaba y ayudaba a Severus a incorporarse—. Venga, ¿me ayudas a echar unos cuantos maleficios de protección?

—Tal vez si me consiguieras mi varita, esta vez salí desarmado.

—Sin problema —Harry alzó su varita y en segundos tenía la de Severus en su mano—. Toma.

—¿Qué hechizo quieres lanzar? —preguntó Severus.

—Todos —contestó Harry—. Los quiero todos.

Lanzando una carcajada, Severus alzó la varita y empezó a trabajar. Un buen rato después, Harry sonrió, satisfecho.

—Bueno, creo que eso es suficiente.

—¿Suficiente? —repitió Severus, burlón—. Ni Hogwarts en época de Vondemort llegó a tener protecciones tan fuertes.

—Exagerado —tendió una mano a su esposo, que éste aferró al instante—. Tenemos una hermosa familia, un bello grupo de amigos, y nos tenemos a nosotros dos. ¿Ha sido una buena vida, verdad?

—La mejor —afirmó el mago mayor, inclinándose para tomar los labios de su pareja en un beso ansioso—. Y teniéndote conmigo, lo será hasta el final.

—Hasta el final —musitó Harry, y sin otra palabra, caminaron abrazados de regreso a su casa y a su hermosa familia.






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harryRetazos de vida. Capítulo 25 Epilogo_zps4c22cxwlsev


Última edición por alisevv el Miér Feb 03, 2016 7:36 pm, editado 4 veces
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MensajeTema: Re: Retazos de vida. Capítulo 25   Retazos de vida. Capítulo 25 I_icon_minitimeJue Jun 12, 2014 4:23 pm

hahahahah ahora que lea las escenas escabrosas hahahahahah eso gemelos no tienen remedio.XD hahahah
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MensajeTema: Re: Retazos de vida. Capítulo 25   Retazos de vida. Capítulo 25 I_icon_minitimeVie Jun 13, 2014 7:10 pm

me quede en las mismas que los gemelos, siento que faltaron muchas cosas aun de sus vidas, pero es entendible que el diario no era eterno así que había que llegar al final una lastima
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MensajeTema: Re: Retazos de vida. Capítulo 25   Retazos de vida. Capítulo 25 I_icon_minitimeVie Jun 13, 2014 7:18 pm

Chicas, millones de gracias por llegar hasta el final de la historia, espero de corazón que les haya gustado tanto leerla como a mí me gustó escribirla

Miles de besitos
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MensajeTema: Re: Retazos de vida. Capítulo 25   Retazos de vida. Capítulo 25 I_icon_minitime

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