alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Retazos de vida. Capítulo 20 Miér Jul 28, 2010 6:17 pm | |
| Harry se quedó paralizado por la impresión. De pronto, inundó su mente la tristeza de lo que acababa de ver, la sensación de sentirse solo y despreciado, el anhelo de sentirse amado y deseado de nuevo… entonces abrió los labios y también lo besó….
Entonces, cuando Harry sintió como las manos de Jarson subían por su espalda de manera acariciadora y empujaban para acercarlo más a él, reaccionó. Con extrema suavidad, puso una mano en el pecho de Jarson y empujó para alejarle de él, separando sus labios en la acción. El otro mago le miró con el alma en los ojos y empezó a hablar.
—Harry, vente conmigo —hablaba precipitadamente, como si necesitara convencerle antes de recibir el temido no por respuesta—. Prometo que te voy a hacer feliz. Viajaremos y te enseñaré el mundo y en vacaciones podríamos llevar con nosotros a los niños, les encantaría.
Harry sólo le miró con una sonrisa triste en sus labios y Jarson entendió, cómo no entender si el joven a su lado era un libro abierto, todo lo que sentía se reflejaba en su límpida mirada.
>>¿No puedo aspirar tan siquiera a una oportunidad? —insistió, en un último intento.
—No, lo siento.
—¿Vas a seguir con él?
—Jarson, escucha —tomó sus manos y se las apretó con firmeza—. No sé lo que vaya a ser de mi vida a partir de ahora, ni siquiera sé si Severus quiera en verdad seguir conmigo —soltó una mano que fue a posarse con afecto en la mejilla del mago frente a él—. Pero aún cuando yo me separara de él, no me acercaría a nadie, al menos no por el momento, y mucho menos a ti, te quiero y te respeto demasiado como para unirme a ti sin amarte.
—Pero yo acept…
Una mano suave sobre sus labios interrumpió su protesta.
—Pero yo no. Tú eres un hombre bueno y honesto, mereces alguien que te ame con todo su corazón, y yo merezco estar con alguien a quien ame con todo mi corazón, no me puedo conformar con algo menos que eso y te ruego que tampoco te conformes. Sé que algún día vas a encontrar a la persona adecuada.
—Encontré a la persona adecuada hace diecisiete años en un bar muggle —musitó Jarson con tristeza, bajando la mirada hacia la mano que aún sostenía entre las suyas—. Lo malo es que esa persona ya estaba enamorado de otro —se detuvo unos segundos antes de continuar—: Entonces, vas a seguir con él —más que una pregunta era una afirmación.
—En este momento no sé nada, estoy demasiado aturdido —la voz de Harry era ronca, a duras penas podía contener las lágrimas que pugnaban por escapar una vez más de sus ojos—. Necesito serenarme y pensar, antes de enfrentarme a Severus. Después de eso, decidiré qué hacer con mi vida —miró nuevamente a los ojos de Jarson—. Sólo te pido que, pase lo que pase, sigas siendo mi amigo. No quisiera perderte ahora que te reencontré.
—Siempre seré tu amigo —prometió con sinceridad—. Ni aunque quieras vas a poder deshacerte de mí, soy más fuerte que el odio.
Harry rió sinceramente por primera vez desde que habían llegado al maldito cóctel.
— Ahora es mejor que nos vayamos —musitó, levantándose de la banca y echando a andar.
—Te acompaño a Hogsmeade —propuso Jarson.
—No, mejor vamos a San Mungo —pidió Harry—. No quiero ir a casa. Severus podría llegar y en estos momentos soy incapaz de verle a la cara, me derrumbaría.
Así que Jarson me acompañó a San Mungo y pasé la noche allí, llorando encerrado en mi despacho, sintiéndome el hombre más miserable del mundo.
¿Por qué Severus había buscado otra persona, especialmente alguien tan despreciable como Víktor Kistler? ¿Qué había hecho yo mal para que eso pasara? ¿En qué me había confundido? ¿Cuándo había empezado todo aquello? ¿Severus realmente amaría a ese hombre? ¿Y si era así, podría yo soportar alejarme definitivamente de él? Porque algo tenía claro: si Severus aún me amaba, si todo no había sido más que un estúpido error, lucharía por recuperarle; no iba a permitir que un imbécil destruyera lo que me había costado diecisiete años construir. Pero si Severus realmente amaba a ese hombre, ¿qué iba a ser de mi vida? Porque no habría nada que lograra que siguiera con él si su amor por mí estaba extinto. Ni hijos, ni años de relación, ni recuerdos, ni mi inmenso amor. Nada.
Esa tarde regresé a casa agobiado, dispuesto a enfrentar a Severus de una vez por todas, y sólo encontré una nota con un par de líneas.
Llegué a casa y no te encontré, supongo que tienes guardia en San Mungo. Debo viajar con urgencia a Ucrania pero a mi regreso tenemos mucho de que hablar. Trataré de regresar lo antes posible.
Severus.
Por lo visto ésa sería la respuesta a mi incertidumbre; una respuesta que estaba seguro no me iba a gustar y que, al menos por el momento, no me sentía capaz de oír.
Cuando Harry levantó la mirada del diario, cinco pares de ojos le observaban, atónitos, como si no pudieran creer lo que acababan de escuchar.
Después, como si se hubieran puesto de acuerdo, los chicos giraron sus aturdidos rostros hacia Severus. Luego de un silencio que a los ancianos se antojó interminable, Frank logró musitar:
—Creo que deberías continuar leyendo, abuelo —se notaba a leguas que el rapapolvo que había dado Adam a los gemelos había surtido efecto y no querían aventurarse a emitir juicio alguno antes de escuchar toda la historia.
—En realidad, creo que quien tiene que explicar ahora soy yo —musitó Severus, frunciendo el entrecejo y luciendo contrito. Los miró un largo rato y continuó—: Y creo que es mejor seguir con lo que pasó después que su abuelo salió del salón, aunque en ese momento yo ni siquiera había notado su presencia.
—¿Qué maldita cosa crees que estás haciendo? —gritó Severus en medio del ruido de la música, mientras empujaba violentamente a Víktor Kistler para separarlo de él—. ¿Cómo te atreves a besarme?
—Tranquilízate, Severus, y baja el tono de voz —dijo el otro, sonriendo con hipocresía—. Recuerda que debemos simular o el señor Peterson se va a dar cuenta que algo anda mal.
—Simular un carajo —Severus no tenía intención alguna de bajar la voz, estaba furioso—. Llevo desde que llegamos a Londres simulando ser tu pareja, dejando a mi esposo —el hombre que amo— en casa, para venir a estas estúpidas fiestas contigo, todo por un puñado de libras. Pues bien, ya me canse de toda esta tontería —dio media vuelta y empezaba a salir de la pista de baile cuando Víktor le detuvo por un brazo.
—Espera, ¿a dónde vas? —preguntó, preocupado al ver la determinada actitud de Severus.
—A buscar al señor Peterson. A descubrir esta charada y decirle lo que puede hacer con sus millones; no pienso seguir fingiendo un segundo más.
—No puedes hacer eso —ahora el mago de cabello castaño se notaba visiblemente nervioso.
—¿No? Intenta detenerme —y arrancando su brazo del agarre del otro, salió bruscamente de la pista, escudriñando los alrededores en un intento por divisar su objetivo. Lo encontró justo frente a la mesa de las bebidas, hablando con un joven alto de pelo rubio.
—Mi estimado profesor Snape —Samuel Peterson era un hombre bajito y regordete, y que a simple vista parecía ser muy amable y cordial. Aunque según pensaba Severus, era un perfecto imbécil a la hora de poner trabas para un buen negocio—, le estaba diciendo a John que acabo de hablar con mi banquero en Ucrania y con mis abogados. Mañana mismo podemos firmar; cuenta usted con un nuevo patrocinante para su droga.
Severus se le quedó mirando fijamente; era irónico que justo en ese momento le dijera eso. Pero pensaba decirle la verdad de cualquier forma; si el hombre se arrepentía de poner el dinero, peor para él.
—Me alegra mucho la noticia pero, antes de firmar, hay un par de cosas que quiero aclarar
Ante el tono de Severus, el hombre le miró entre intrigado y preocupado. En ese momento, Víktor Kistler llegaba a su lado.
—Severus, no…
—Resulta que el señor Kistler aquí presente y yo —prosiguió Severus, ignorando la súplica de Víktor— no somos pareja, ni siquiera socios ya que mi sociedad es con su padre. En realidad, no somos absolutamente nada —se detuvo un momento para tomar aliento mientras Peterson lucía cada vez más extrañado—. De hecho, yo estoy casado con un hombre maravilloso y tengo tres hermosos hijos. Es más, mi mayor interés en poder desarrollar esta poción es que mi esposo es medimago, especialista en oncología infantil, y sé que el hecho de que esta droga pudiera llegar al mercado le haría extremadamente feliz.
>>Sé que usted exige que además de socios nosotros seamos pareja para apoyarnos en este asunto, pero si me permite que se lo diga, eso es una completa tontería. Nuestra droga es buena, muy buena, y si no nos ayuda usted se lo pierde; estoy seguro que pronto encontraremos alguien interesado en invertir en esto.
—¿De dónde sacó que yo exigía que ustedes dos fueran pareja para financiar el proyecto? —preguntó el hombre, francamente asombrado—. ¿Cómo cree que yo basaría una decisión de negocios en una razón tan estúpida?
Esta vez fue Severus el que lució asombrado, antes de girarse furioso hacia Víktor.
—¿Podrías explicarnos, al señor Peterson y a mí, de dónde demonios salió esa idea? —el hombre no contestó, rojo de furia y vergüenza. Pero Severus estaba más furioso todavía, así que sin pensar, levantó el brazo y le pegó un puñetazo que le dejó tirado en el piso—. No te atrevas a acercarte nuevamente a mí —le advirtió—. Pienso seguir con esta sociedad por respeto a tu padre, pero mañana mismo le voy a decir que busque otra persona para representarlo o yo mismo disolveré nuestro acuerdo —se giró de nuevo hacia Samuel Peterson—. Lamento todas las molestias que le ocasionamos, de verdad hubiera sido un buen negocio para usted.
Sin una palabra más, dio media vuelta y se encaminó hacia la salida; cuando estaba llegando a la puerta, escuchó una voz que le llamaba.
—Profesor Snape, profesor Snape —Peterson llegó a su lado con una sonrisa cordial—. No se va a deshacer de mí tan fácilmente; su droga no es buena, es excelente, y no pienso dejar que este negocio se escape de mis manos. Como ya dije, mis abogados nos esperan mañana a las nueve en mis oficinas de Ucrania —extendió la mano franca—. ¿Es un trato?
Severus miró por unos segundos la mano extendida, y luego con una sonrisa extendió la suya y la estrechó.
—Es un trato.
—Un consejo antes que se vaya —dijo el hombre, viendo como Severus se disponía a marcharse—. Sea firme y deshágase de ese tipejo. Además de mentiroso y manipulador, es un anfitrión muy aburrido.
Luego de una mutua carcajada, Severus dio la vuelta y abandonó definitivamente la habitación
—Así que todo había sido una trampa de ese imbécil.
—Sí, al parecer quería quedarse con tu abuelo —comentó Harry.
—Es lo que yo siempre he dicho, el encanto de la nariz Snape —declaró Frank, y todos rieron aligerando el ambiente.
—Pero hay algo que no entiendo, abuelito —Lisa frunció el ceño con un gesto idéntico a su abuelo Severus—. ¿Por qué no contestabas las cartas del abuelito Harry?
—Sí, ¿y por qué el día que llegaste de visita fuiste tan frío? —agregó Nicole.
—De hecho, no contesté las cartas porque nunca las recibí; Wistler se tomó el trabajo de interceptar y desaparecer tanto mis cartas como las de Harry.
—¿Y la carta donde le decías al abuelo que estaba bien que tío Jarson le entretuviera?— inquirió Draco—. No entiendo.
—No la escribí yo —explicó el anciano—. Víktor lanzó un hechizo para escribirla imitando mi letra.
—Desgraciado —masculló Mark, rechinando los dientes—. Si lo tuviera frente a mí en este momento…
—No te preocupes, el destino se lo cobró —comentó Harry con una sonrisa—. Quisiera que hubieran conocido la arpía con quien se casó.
—En cuanto al por qué estuve tan frío ese día —continuó Severus, mirando a Nicole—, yo llevaba varios días presionado, necesitábamos financiamiento urgente para poder realizar las pruebas para que nos dieran el permiso de fabricación, y nadie nos quería apoyar sin el permiso. Así que estábamos en un círculo cerrado: sin pruebas no había permiso, sin permiso no había financiamiento, y sin financiamiento no había pruebas. Por eso cuando Wistler vino con esa absurda idea de que fingiéramos ser pareja para conseguir el capital, acepté; quería darle ese obsequio a Harry con tanta desesperación —las últimas palabras fueron dichas casi para sí mismo. Se detuvo un segundo para respirar profundamente antes de continuar.
>>Por otra parte, estaba frustrado y furioso. Le había enviado un montón de cartas a Harry y no había recibido ni un miserable hola como respuesta. Por eso ese día estuve tan frío, esperaba poder tranquilizarme para hablar con Harry al día siguiente. Pero entonces me llamaron de urgencia de Ucrania y todo se complicó.
—¿Y cuando regresaste, te viste sumergido en esa farsa con el tal Víktor?
—Exacto —contestó Severus—. Él sabía que Harry era doctor y trabajaba en San Mungo, y supuso, acertadamente, que tendría los días ocupados, así que organizó reuniones todas las noches, planteando que mi presencia era indispensable para que nos dieran el dinero, con la esperanza de que Harry y yo peleáramos de manera definitiva.
—Lo que no entiendo es cómo pudiste ser tan incauto, abuelo.
—Frank, no hables así a tu abuelo —le regañó Harry.
—No Harry, el chico tiene razón —Severus se mostró claramente avergonzado—. Realmente no sé como caí. Para ser franco, en su mayor parte fueron mis deseos de lograr los permisos de la droga… por Harry —dudó un segundo antes de continuar—. Pero supongo que también me sentía halagado de que alguien como Wistler se viera tan interesado en mí.
—Al abuelo, la comezón del séptimo año le dio en el año diecisiete —se burló Mark y todos rieron alegres, era un alivio saber que no había pasado nada grave y sus abuelos seguían juntos.
—¿Y qué pasó después?
—Tres días después regresé y Harry no estaba en casa y faltaba buena parte de su ropa. Encontré una carta donde decía que sabía lo de Víktor y tenía que pensar. ¿Qué demonios era lo de Víktor? No era posible que hubiera llegado a sus oídos los de la farsa, ¿o sí? Llamé a Ivi, ella seguramente sabría dónde estaba Harry.
—¿El Amo Severus llamó a Ivi, señor?
—Sí, Ivi —contestó Severus, preocupado—. ¿Mi esposo está en casa?
—No, amo. El amo Harry se fue ayer en la tarde.
—¿Se fue? ¿Adónde?
—Ivi no lo sabe, amo.
—¿Se fue sólo? ¿Llevaba una maleta o algo así?
—Sí, el amo me mandó que le preparara una mochila con ropa, y no se fue solo, lo acompañaba el señor Jarson.
—¿Jarson? ¿Qué Jarson?
—El amigo del amo Harry.
—Confieso que vi rojo. ¿Quién demonios era Jarson y por qué se había llevado a mi esposo? Y lo que era más importante: ¿dónde demonios estaba?
>>Empecé a buscar por todos lados. Visité a Remus y Bill, a Ron y Hermione, a Pansy, nadie supo darme señas de su paradero. Averigüé que había pedido un permiso en San Mungo sin decir en qué fecha regresaría y que incluso había hablado con un compañero medimago para que estuviera pendiente de sus pacientes en su ausencia. De Jarson, sólo pude averiguar que era un amigo de Harry que había llegado hacía algún tiempo a la ciudad, nada más. Estaba extremadamente furioso. ¿Cómo Harry se había atrevido a irse con otro, abandonando todo sin pensar? Y estaba desesperado. ¿Qué iba a hacer si no regresaba?
>>Una semana más tarde regresó, a mi modo de ver tan fresco como una lechuga y como si nada hubiera pasado, aunque en realidad estaba triste y demacrado. Pero yo estaba muy dolido como para ver su tristeza.
—Fue la pelea más gorda que hemos tenido en todos los años que llevamos casados —agregó Harry.
—Severus —musitó Harry, entrando en la salita de su cuarto y dejando la mochila con su ropa en el piso.
Severus ni siquiera levantó la vista del libro que estaba leyendo, sentado en un sillón junto a la ventana. Harry camino pausadamente y se sentó en un sillón frente a él. No sabía cómo empezar la conversación. Durante esos días a solas había reflexionado y había confirmado su idea inicial: al menos tenía que escuchar a Severus antes de tomar una decisión que afectaría toda su vida futura. Tenía que tratar de rescatar su matrimonio, si es que quedaba algo por rescatar.
>>Severus, tenemos que hablar —insistió, al ver que su esposo no daba muestras de querer contestar.
Ahora sí que Severus levantó la mirada y la fijo en el hombre más joven. Harry quedó impresionado al detectar el dolor que trasmitían esos insoldables pozos negros.
—¿Hablar? —repitió, su expresión absolutamente impasible—. ¿De qué tendríamos que hablar tú y yo?
—De nosotros.
—¿Nosotros? —Severus dejó a un lado el libro y se paró junto a la ventana, mirando hacia el paisaje exterior, al jardín donde tantas veces había visto correr y jugar a Harry y sus niños—. ¿Acaso todavía queda un nosotros?
Harry se sintió morir. Severus quería terminar su relación, no había otra razón para que estuviera hablando de esa manera.
—Al menos yo pensé que sí lo había —replicó Harry, lentamente.
Severus permaneció en silencio. Cuando al fin se giró hacia su pareja, una mueca despectiva apareció en su rostro.
—¿Y aún pensándolo abandonó su hogar y corrió a revolcarse en los brazos de un cualquiera? ¿Eso es todo lo que usted respeta a su marido, sus hijos y su hogar, señor Potter?
Harry sintió como si Severus le hubiera abofeteado. ¿No sólo le traicionaba, sino que encima se atrevía a insultarle de esa manera?
—¿De qué demonios estás hablando? —el tono gélido hubiera congelado el infierno.
—Estoy hablando de Jarson —Severus empezó a pasear furioso—. De cómo abandonaste tu casa y te fuiste a pasear con el tal Jarson.
—¿A pasear con Jarson? —Harry repitió sin entender—. Yo no estaba con Jarson.
—No me mientas, Harry, no más.
—Yo no miento. No estaba con Jarson. Me fui solo; me alejé unos días porque necesitaba reflexionar.
—Sí, claro, ahora a ‘eso’ le llaman reflexionar.
—Tienes una mente inmunda —a ese punto las lágrimas empezaron a rodar incontrolables por el rostro de Harry—. ¿Qué quieres, deshacerte de mí y encima echarme la culpa? —fue hacia su mochila y la levantó, estaba lívido de furia—. Vale, lograste deshacerte de mí. Pero ni sueñes con que voy a asumir las culpas de todo esto. Yo tengo la conciencia muy limpia, jamás te he faltado. ¿Estás seguro que puedes decir lo mismo? —miró por un segundo al hombre parado frente a él—. Regresé con el ánimo de hablar, de escucharte para tratar de entender, pero ya veo que es inútil. Adiós, Severus.
Y dándose vuelta, echó a correr cegado por las lágrimas, dejando en ese cuarto a un Severus Snape torturado por los celos y sus propias inseguridades.
—Mierda, abuelo, que metida de pata —musitó Frank, con el semblante extrañamente serio.
—Lo sé, lo sé —admitió Severus, avergonzado, mientras Harry acariciaba amorosamente su cabello—. Pero estaba aterrado. Yo era un hombre cincuentón, sin mayores atributos físicos, gruñón, áspero, y Harry era un hombre de escasos treinta años, alegre, amoroso y atractivo. Me aterraba la idea de perderle, de que me dijera que ya no quería seguir conmigo. E hice lo que había hecho toda mi vida, lo único que sabía hacer. Ataqué antes que me atacaran.
—¿Y qué pasó entonces? —preguntó Nicole suavemente, mientras sonreía a los ancianos.
—Pasé tres días encerrado a cal y canto, regodeándome en mi tristeza —contestó Severus, anticipándose a Harry. Ni comía ni dormía. No acepté la visita de nadie, y eso que Remus insistió varias veces. Sólo quería morir.
—¿Cómo reaccionaste? ¿El abuelo Harry regresó y te convenció? —preguntó Draco.
—No, yo estaba realmente dolido —explicó Harry—. Estaba decidido a alejarme de Severus para siempre.
—¿Entonces?
—Fue Jarson —contestó Severus.
—¿Jarson? —se escucharon varias exclamaciones de asombro.
—Sí. Al tercer día fue a visitarme.
—Amo Severus —llamó la elfina con voz suave, su amo llevaba varios días imposible y no quería incomodarlo por nada del mundo.
—¿Qué demonios quieres? —Severus bufó, mientras tomaba un nuevo trago del whisky que sostenía en la mano.
—Alguien vino a visitarle, amo.
—Ya te dije mil veces que no estoy para nadie —gruñó Severus con mal tono.
—Ya se lo dije, pero el señor Jarson insiste en verlo.
—¿Jarson? —Severus levantó la cabeza, sus ojos iluminados por una mirada fiera. Ahí estaba ese maldito hombre, tal vez pudiera destrozarlo con sus propias manos después de todo—. Dile que pase.
Jarson entró decidido al estudio de Severus. Había estado en contacto con Harry; se había cansado de verle partiéndose un pedazo cada día y había decidido que tenía que hacer algo al respecto.
>>¿Así que usted es el maldito que me quitó a mi esposo? —espetó Severus en cuanto vio al hombre frente a él—. ¿A qué viene ahora? —sacó su varita y le apuntó—. ¿A cebarse en mi dolor?
Jarson le miró, impasible, pero se dio cuenta que ese hombre realmente estaba sufriendo, aunque probablemente jamás lo reconocería en voz alta.
—No sea estúpido, Snape, y baje esa varita —replicó, acercándose a Severus—. Vine a hablar; después de que escuche todo lo que tengo que decirle, si lo sigue queriendo, puede mandarme una imperdonable. Pero antes siéntese y escuche.
—Me contó todo lo que había pasado en esos tormentosos días. Cuando terminó de hablar, me quería morir. Literalmente. ¿Cómo pude decirle todas aquellas barbaridades a Harry, cuando él, pese a pensar que yo le era infiel, había venido a tratar de entenderme? En ese momento, con gusto me hubiera maldecido a mí mismo.
>>¿Y cómo podría recuperar ahora la confianza y la fe de mi esposo? ¿Cómo hacer para evitar que se alejara de mí por culpa de mi ceguera y mi estupidez?
—¿Y cómo lo lograste, abuelito? —preguntó Lisa, a quien la historia, después de todo el drama, le parecía muy romántica.
—Creo que eso lo puede contestar mi diario —dijo Harry, disponiéndose a leer.
Estoy escribiendo desde un hotel en Zurich. Te preguntarás por qué estoy aquí, ¿verdad? Resulta que hace días recibí una decepción profunda de Severus; le vi besándose con otro hombre, y me desesperé. Tuve que salir de Inglaterra y buscar un sitio tranquilo que me permitiera reflexionar en paz para aclarar mis ideas y decidir lo que iba a hacer, y mis pasos me trajeron hasta este lugar, dentro del mundo muggle.
Aunque es una ciudad preciosa, cuando llegué aquí mi tristeza no me permitió apreciarla a cabalidad; sin embargo, paseé por los bosques y lagos cercanos, los cuales me inundaron de una gran paz y me permitieron curar mis heridas. Cuando me sentí lo suficientemente fuerte, decidí regresar y aclarar las cosas con Severus.
Pero entonces todo fue peor. Me dijo cosas horribles que me partieron el corazón y de nuevo regresé aquí, a tratar de que este sitio logre aliviar en algo mi amarga pena, pero debo confesarte que lo dudo, dudo que este peso deje alguna vez de agobiar mi corazón.
Debo irme, llaman a la puerta.
Harry
Cuando abrí la puerta el otro día, me sorprendí al encontrarme a un camarero del hotel, vestido impecablemente, que traía mi cena en una bandeja cubierta con una charola de plata, depositada sobre un carrito de servicio. Y me sorprendí, en primer lugar porque yo no había pedido la cena, y en segundo, porque era la primera vez que me atendían de esa forma, que este hotel es muy lindo y cómodo, pero no se distingue precisamente por ese tipo de atenciones.
Mi sorpresa creció cuando levanté la tapa y me encontré, junto a la comida, un tulipán verde brillante, evidentemente mágico, y una nota:
En la esperanza que perdones lo imperdonable
Te ama
Sev
Me quedé mirando la flor, atónito. ¿Severus? ¿Cómo había descubierto mi dirección si los únicos que la conocían eran Remus y Jarson, y era absolutamente imposible que alguno de ellos se la hubiera dado? Toqué los suaves y raros pétalos con la punta de los dedos y sonreí con nostalgia, todavía sin entender de qué trataba todo eso.
Pero ahí no terminaron las sorpresas. A la mañana siguiente, me despertó un leve picoteo en la ventana. Me levanté a abrir, y el halcón peregrino de Severus entró volando y se posó en la mesita frente a mí, estirando la pata. Desaté el bulto que traía, y luego de acariciar suavemente las plumas de la cabeza del ave y darle una golosina, abrí el paquete. Era otro tulipán mágico, esta vez de color blanco. La nota anexa, decía.
Para el ser más puro que he conocido Porque mi sentimiento es tan puro como tú.
Te amo
Sev
Sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas y una gran calidez inundaba mi pecho. Pero la cosa no paró ahí. Al día siguiente, cuando iba saliendo del hotel, un pequeño niño me detuvo.
—Señor, este paquete es para usted.
Lo tomé sonriendo con anticipación. En la caja blanca había dos tulipanes, uno lila y otro naranja.
Porque mi amor es sincero consolidado y pleno
Te amo
Sev
El siguiente paquete lo recibí de manos de una vendedora de flores ambulante. Eran dos tulipanes mágicos, uno rojo oscuro y otro azul oscuro.
A partir de hoy prometo confianza absoluta y ratifico que te voy a amar eternamente
Te amo
Sev
El último envío lo encontré al siguiente día cuando llegue a mi habitación. Un ramo enorme de tulipanes de todos los colores ocupaba casi la totalidad del escritorio que allí estaba.
Te ruego que perdones a este viejo tonto y celoso y aceptes cenar conmigo esta noche. A las ocho en el lobby del hotel. Te estaré esperando.
Te amo
Sev
Y ahora estoy aquí, esperando que llegue la hora de mi cita. Porque definitivamente voy a ir.
—Hay abuelito, que romántico —exclamó Lisa, con una enorme sonrisa.
—Estoy completamente de acuerdo —convino Nicole, mirando a Draco con intención.
—Vaya, abuelo, muchas gracias —ironizó Draco—. Ahora va a estar recordándomelo eternamente. ¿Cómo puede un pobre chico como yo emular una hazaña como esa? —terminó, burlón.
—Lo que ocurre es que el abuelo había metido la pata hasta el fondo, tenía que apelar a todos los recursos a su alcance —se rió Frank.
—Lo dirás en juego pero así fue —aclaró Severus, un tanto abochornado de que sus nietos supieran de su antigua ‘debilidad’ con el asunto de las flores, y preguntándose cómo recuperaría ahora su imagen de gruñón.
—¿Y tú te dejaste reconquistar, abuelito? —preguntó Lisa mirando a Harry.
—No creas, no fue tan fácil —el que contestó fue Severus, haciendo un mohín de frustración ante la hilaridad general.
He pasado unos días estupendos. Creo que he estado disfrutando la etapa del noviazgo que jamás tuve, por la premura con que tuvimos que casarnos.
La otra noche Sev me llevó a cenar a un restauran increíble. Las mesas estaban desperdigadas en medio de un bosque, ubicadas debajo de los frondosos árboles, de cuyas ramas colgaban sendas lámparas de hermosos diseños. Cada mesa estaba estratégicamente colocada, de forma que daba a los comensales absoluta privacidad, sólo rota por los violinistas que, de tanto en tanto, pasaban entre las mesas tocando dulces melodías románticas.
Nos sirvieron una comida deliciosa, a base de pescado y verduras, acompañadas de un vino blanco estupendo. Mientras esperábamos el postre, Severus me tendió la mano y me invitó a bailar.
Bailamos interminablemente, usando el suelo del bosque como improvisada pista. Yo sentía que volaba en brazos de Severus. A mitad de una de las canciones, me separó ligeramente y musitó ‘Perdón’. Luego inclinó la cabeza y se apoderó de mis labios, que yo cedí gustoso, lo ansiaba tanto.
Nos sentamos nuevamente, esta vez mucho más cerca, y nos seguimos besando con ardor hasta que llegaron los postres. El camarero no se inmutó, por lo que supongo que no éramos los primeros ni seríamos los últimos que hacían eso. Pero cuando se fue, ni Severus ni yo pudimos resistir el recordar su cara de circunstancias y nos echamos a reír.
Mucho más tarde, frente a la puerta de mi cuarto, seguimos besándonos con ansias, pero cuando llegó la hora de despedirnos, no fui capaz de invitarle a entrar.
—Severus, yo todavía… —empecé, buscando las palabras para poder explicarle como me sentía.
—Shhh —musitó, poniendo un dedo sobre mis labios—. No tienes que explicar, te entiendo —bajó la cabeza y me dio un beso tierno—. ¿Desayunas conmigo mañana?
Yo asentí, sonriendo feliz. Se inclinó nuevamente, dándome otro beso —esta vez más apasionando— y dando media vuelta, partió. Esa noche, luego de mucho tiempo, volví a soñar con los besos de Severus.
Los siguientes días fueron increíbles. Paseamos sin rumbo por el casco antiguo y fuimos a Bahnhofstrasse y a Limmatquai a hacer compras. Fuimos a la opera y al ballet, asistimos a espectáculos de teatro al aire libre y recorrimos galerías y museos. Paseamos por lagos y bosques, y visitamos un montón de pueblos pintorescos.
Caminábamos abrazados o tomados de la mano, y aunque mucha gente nos miraba con desagrado o curiosidad, a nosotros no nos importaba. En la noche, Severus me invitó a varios restaurantes a cada cual más romántico, fuimos a bailar y asistimos a brillantes espectáculos. Fueron unos días hermosos, y aunque nos besábamos y acariciábamos en cada rincón oscuro que se atravesaba en nuestro camino, cada noche, absolutamente caballeroso, Severus me despedía en la puerta de mi habitación, me daba un tierno beso, me deseaba dulces sueños y partía.
Hasta que una noche ni él ni yo pudimos resistirlo más.
—La pasé muy bien —musitó Harry, sonriente, mientras se recargaba con dejadez en el dintel de la puerta de su dormitorio. Severus le había llevado a cenar y luego habían asistido al concierto de un cantante de moda.
—Yo también —Severus sonrió, apartando un mechón de pelo negro de la frente de su pareja—. Gracias por acompañarme.
Ambos se quedaron en silencio, indecisos.
—Bueno, supongo que es hora que me vaya a dormir —musitó Harry, aunque lo último que quería hacer era irse a acostar… no solo al menos.
—Sí, supongo que sí —confirmo Severus, y se inclinó a darle el beso de todas las noches. Pero éste no era el beso de despedida habitual, y la respuesta tampoco era la habitual. De pronto, ambos hombres estaban devorándose uno al otro, presa de un deseo febril.
—Quédate esta noche, Severus —suplicó Harry en la boca de su pareja—. No me dejes.
Eso fue todo lo que el hombre necesitó para empezar desabotonar la camisa muggle que vestía Harry. Entre besos y caricias, lograron entrar al dormitorio, donde a la luz de la luna que entraba por la ventana, comenzaron a desvestirse febrilmente.
Las caricias de las manos sobre la piel desnuda era como agua fresca para un mendigo del desierto, los labios dejaban un caudal de besos por cada pedazo de piel que iban descubriendo, y los jadeos y gemidos ansiosos eran la mejor música que podían escuchar.
Cuando al fin alcanzaron la cama, estaban completamente desnudos y las caricias de las manos sobre las nalgas y la fricción de sus miembros erguidos, producían deliciosos escalofríos por la espina dorsal de ambos.
—Te amo —musitó Harry, mientras mordisqueaba la oreja de su marido.
Severus no respondió, pero tampoco era necesario, el fuerte golpeteo de su corazón hablaba por él. Se colocó sobre el cuerpo de Harry, y mientras con movimientos sensuales frotaba sus caderas contra las de su pareja, su boca jugueteaba con uno de los duros pezones del joven.
—Severus —llamó Harry en un jadeo, sus dedos enredados en el largo cabello de su esposo.
—Humm —la boca de Severus estaba entretenida ahora con el otro pezón.
—¿No te gustaría intentar algo nuevo?
Severus dejó lo que estaba haciendo con la boca, aunque no detuvo los movimientos de cadera, y subió hasta mirar a su pareja directo a los ojos.
—¿Algo como qué?
—Verás —atrajo la cabeza de Severus hacia él y le besó apasionadamente—. Estaba pensando que… me gustaría poseerte —sintió como el cuerpo del hombre sobre él se ponía repentinamente tenso y se apresuró a tranquilizarle—. No te preocupes, si no quieres está bien —pasó la mano por su mejilla y sonrió, aunque en sus ojos apareció una chispa de decepción.
—No, no es que no quiera, amor —bajó la cabeza y besó a su chico apasionadamente—. Es sólo que me tomaste por sorpresa —un nuevo beso, aún más apasionado—. Pero pensándolo con tranquilidad, no me parece tan mala idea.
Harry hizo un movimiento y quedó sentado a horcajadas sobre la cintura de Severus.
—Tú déjame a mí, verás que no te voy a hacer nada de daño —susurró, mientras sus labios bajaban ardientes por el pecho de Severus—. Recuerda que tuve un muy buen maestro —estaba llegando hasta la erguida masculinidad de su pareja, que clamaba a gritos por sus atenciones, pero la ignoró con una sonrisa y se dedicó a besar y lamer la ingle y toda la piel sensible de los alrededores. Deteniendo un momento sus atenciones, se paró y fue a la mesita de noche, de donde extrajo un frasquito de lubricante.
—¿Esperaba visitas, señor Potter? —preguntó Severus, burlón.
Harry sonrió y se colocó entre las piernas abiertas de su esposo, empapando un dedo en lubricante.
—Digamos que esperaba tener buena suerte una de estas noches —rió Harry, mientras volvía al pene de Severus y empezaba a lamer, besar y morder suavemente.
Mientras el hombre se retorcía de placer bajo las caricias de Harry, éste tanteo su entrada y empezó a trazar círculos alrededor, hasta que el dedo entró en la estrecha calidez. Sabía que su esposo nunca había sido tomado, así que puso especial cuidado en prepararlo; pronto, nuevos dedos se unieron al primero y ayudaron al proceso de distensión, mientras la boca seguía jugueteando con la dura carne.
—Harry… por favor.
La suplica ardiente le indicó que su amante ya estaba listo para recibirlo, así que se colocó en la amada entrada y empujó suavemente.
Una mezcla de placer y dolor recorrió el cuerpo de Severus ante la intrusión. Harry esperó unos segundos para permitirle acostumbrarse, hasta que el mayor movió las caderas pidiendo más. Entonces se movió. Lento, menos lento, rápido, más rápido. Harry cerró su mano alrededor del miembro palpitante de su esposo y lo movió al mismo ritmo que embestía, una, y otra y otra vez, hasta que el mundo explotó y uno colapsó en brazos del otro, saciados y felices.
—¿Te hice mucho daño? —preguntó Harry, cuando logró recuperar el control de su voz.
—Un poco al principio —contestó Severus—, pero te aseguro que fue compensado con creces con el placer que sentí después —atrajo el cuerpo cálido contra él y le abrazó con fuerza—. De haber sabido que era tan delicioso, lo habríamos intentado antes.
—Lo mismo digo —replicó Harry, riendo contra el fuerte pecho.
—Entonces creo que podremos probarlo más de una vez —sugirió Severus.
—Definitivamente —contestó Harry, bostezando.
—Duerme, amor —musitó sobre su pelo, feliz de poder tener de nuevo a ‘su niño’ en sus brazos.
—No te vas a ir, ¿verdad? —preguntó, temeroso de que su esposo se fuera mientras dormía.
—Nunca —musitó Severus en un suave murmullo—. No volveré a separarme de ti jamás.
Y acomodando mejor al joven en su abrazo, los dos cayeron en un sueño reparador. Esa noche iban a tener sólo sueños de amor y felicidad.
Última edición por alisevv el Sáb Ene 30, 2016 7:36 pm, editado 1 vez | |
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