alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Retazos de Vida. Capítulo 19 Lun Jul 12, 2010 3:48 pm | |
| —¡Qué historia tan hermosa! —exclamó Nicole—. Aunque Draco me había hablado de Vincent, nunca me lo contó con tanto detalle.
—Ni siquiera yo lo conocía con tanto detalle —aseguró Draco, mientras sus primos asentían mostrando su acuerdo.
—Me encantaría conocerle —comentó la joven con una sonrisa.
—Esperemos que pueda asistir a la próxima reunión familiar —comentó Severus, frunciendo el ceño, en una queja indirecta de su ausencia en la última fiesta, la primera a la que había asistido Nicole—. Es que ni siquiera estuvo aquí para su cumpleaños.
—Es un hombre muy ocupado y lo sabes —argumentó Harry, acariciando su mano—. Ese día estaba en Polonia, reunido con los Ministros de Magia Europeos —se giró hacia los jóvenes—. Se había presentado un problema con ciertos ataques perpetrados contra el grupo de vampiros de la zona —explicó antes de volverse de nuevo hacia su esposo—. Además, nosotros fuimos a celebrarlo con él.
—Siempre hay alguna excusa —reclamó nuevamente Severus, quien era padrino de Vincent y sentía debilidad por su ahijado; su tono de voz mostraba que todavía estaba muy dolido—. Yo quería hacer una fiesta con toda la familia, como siempre, y no una mísera cena en un restauran de mala muerte.
—Eres el colmo —se rió Harry—. No era un restauran de mala muerte y la pasamos muy bien.
—¿Y cómo averiguaron la fecha de nacimiento de Vincent? —preguntó Nicole, curiosa.
—No lo hicimos —explicó Harry—. Remus y Bill decidieron que su cumpleaños sería el día que el tribunal le había declarado su hijo, el veintiocho de julio.
—En fin, sólo espero que Andrea logre tranquilizarle un poco —refunfuñó Severus—. Bueno, si es que de verdad se casan.
—Sabes que se van a casar en diciembre —recordó Harry—, y dudo mucho que alguno de los dos se arrepienta, están muy enamorados
—Pero en cuanto a tranquilizarle —comentó Draco—, permíteme que lo dude, abuelo. Tía Andrea es tan reaccionaria como tío Vincent.
—Gracias a Merlín —comentó Harry—. Por gente como ellos, y como Hermione, el mundo mágico se ha convertido en un lugar mucho mejor para vivir.
—Al punto que un licántropo es el Jefe de la Organización Internacional de Relaciones Inter-raciales, con el cargo de Vice-ministro, ¿no? —comentó Frank.
—De hecho, antes de la lucha que comenzó Hermione, y continuaron Vincent y muchos otros, la existencia de una oficina como ésa era una utopía. Los magos opinaban que la relación con otras razas era un desperdicio.
—El tío Vincent lleva el espíritu de lucha en la sangre —comentó Mark.
—Y que lo digas —musitó Harry con añoranza—. Aún recuerdo cuando, al poco tiempo de estar viviendo con Rem y Bill, se paró un día frente a Hermione y le dijo que cuando fuera grande quería ser como ella.
— Y de hecho, lo cumplió —los ojos de Severus también se llenaron con el recuerdo—. Siempre se pasaba horas y horas hablando con Hermione, discutiendo sus casos y dándole sugerencias. En cuanto salió de Hogwarts y entró a estudiar Derecho Mágico en la Universidad, empezó a trabajar con ella a tiempo parcial; cada minuto libre que conseguía lo pasaba en su oficina. No nos extrañó que, en cuanto se graduó, se asociara con Hermione.
—Luego, ambos incursionaron en política —continuó Harry la explicación—. Hermione logró un escaño en el Wizengamot, y desde allí impulsó la modificación de muchas leyes que lograron drásticos beneficios para las razas menos protegidas. Logró que se creara un Departamento de enlace entre magos y otras criaturas, parecido al que existía entre el mundo mágico y el muggle, y Vincent se encargó de él.
—Y mira a donde llegaron —comentó Nicole—. Es impresionante.
—Bueno, bueno —les cortó Mark—. La historia de tío Vincent y tía Hermione es genial, pero falta mucho diario aún y el tiempo apremia.
—Tienes razón —musitó Harry—. Aún falta mucho, pero ya es muy tarde y el abuelo debe descansar —miró a su esposo que medio dormitaba sobre su regazo—. Así que es mejor ir a dormir y mañana después del desayuno continuamos.
Los chicos iban a empezar a protestar, pero notaron que Severus lucía realmente cansado, así que no dijeron nada, y uno tras otro dieron las buenas noches a los abuelos y se fueron a acostar.
La mañana siguiente amaneció esplendorosa, con un sol radiante, así que Harry mandó instalar en el jardín, bajo la sombra de los frondosos árboles, un cómodo diván para Severus y para él, y sillones para los chicos, donde luego de desayunar se sentaron cómodamente a leer el diario. Como la noche anterior, Severus estaba acostado con la cabeza apoyada en el regazo de Harry, Nicole y Draco abrazados en un sillón, Lisa con sombrero y lentes de sol acostada en una tumbona y, cómo no, los gemelos tirados en el césped.
Viendo a su familia con amor, Harry empezó a leer.
Como verás, de nuevo me perdí varios meses, así que te cuento los acontecimientos de estos días.
Primero quiero hablarte de Vincent. Esa criatura es una maravilla, al punto que ya se ganó a todo el mundo en Hogwarts: profesores, alumnos, si hasta Filch —con lo desagradable que es con todo el mundo— cuando lo ve le sonríe y le regala caramelos. Claro que yo le he advertido que no se los coma ni de casualidad. ¿Qué quieres? Todavía no me fío de ese imbécil, que tengo buena memoria.
El primer fin de semana luego del juicio, Bill y Rem hicieron una fiesta por todo lo alto para celebrar la Ceremonia de Nombramiento de Vincent. Por lo que pudimos averiguar, Vincent era el nombre que le habían puesto en el primer orfanato en que había residido, pero hasta donde sabíamos, nunca le habían hecho una ceremonia ni le habían nombrado padrinos.
Remus y Bill les pidieron a Hermione y a Severus que apadrinaran a su niño, porque era principalmente gracias a su esfuerzo que el pequeño estaba a su lado. Ni te cuento lo orgulloso que se plantó Sev a la espalda de Vincent, con las manos sobre sus pequeños hombros, mientras con el rostro circunspecto escuchaba al oficiante musitar que los padrinos eran como los segundos padres y tenían la obligación de proteger y amar a sus ahijados.
La ceremonia se ofició en el orfanato. En ese lugar habíamos conocido a nuestro Vincent, y los que allí vivían y trabajaban también merecían compartir la dicha que inundaba a nuestra familia. Por supuesto, la pasamos genial, ¿acaso lo dudabas?
Como lo supuse, estos fueron unos meses de locos. La prensa, que ya de por sí había sido bastante fastidiosa durante el juicio, después del veredicto se volvió francamente insoportable, al punto que era casi imposible acudir a lugar alguno sin encontrarse con un monigote colgando de una rama con una cámara mágica al cuello.
Los periodistas se desvivían por obtener una historia, una palabra, lo que fuera, del licántropo y su pareja —héroes de guerra por demás— y del pequeño licántropo que habían adoptado.
Pero ellos no eran los únicos que estaban bajo presión. También perseguían a Hermione, la brillante abogada que había llevado tamaño juicio. Querían saberlo todo: sobre su trabajo, su familia, esposo, hijos, si se pintaba el pelo o se hacía permanente, donde se compraba la ropa o quién decoraba su casa, qué le gustaba comer o que talla de sostén usaba; cualquier cosa sobre ella era noticia, especialmente para los folletines del corazón.
Lo bueno de toda esta locura es que le han llovido ofertas de trabajo de la más variopinta índole, todos quieren ser defendidos por la abogada del momento. Por fin mi querida amiga tiene el éxito profesional que merece y puede darse el gusto de elegir los casos que más le interesan.
Pero lo peor de la situación con la prensa, al menos para mí, fue la persecución de la que fue objeto Severus. De la noche a la mañana, todo el mundo se dio cuenta que era un hombre brillante, que había descubierto la cura contra la licantropía. Habitualmente habría pasado desapercibido, la prensa prefiere reseñar los escándalos de las estrellas que los logros que benefician a la humanidad; pero con el juicio, a Severus le habían endilgado una imagen romántica, el genio que con su descubrimiento había logrado salvar el día. Y si ese hombre estaba casado que el Niño-Que-Vivió-Y-A- Quien-La- Prensa-Quiere-Joder-Hasta-Morir, ya supondrás.
Menos mal que a estas alturas las aguas están regresando a su cauce y podemos respirar más tranquilos.
Por cierto, decidieron instalar la fábrica de la poción en Ucrania, ya que es mucho más barato y rápido todo el proceso de permisos de instalación, la consecución de un local apropiado y ese tipo de cosas. El mundo mágico británico es extremadamente costoso.
Así que al parecer los viajes de Sev van a aumentar, al menos hasta que la fábrica empiece a producir de manera normal. Mala suerte.
En cuanto a los niños, Esperanza ya empezó su segundo año en Hogwarts y está feliz. Si vieras lo hermosa que está mi niña; es ya toda una señorita, la veo y me parece mentira. Adam, por su parte, es todo un hombrecito, la imagen perfecta de Sev. Nathan, en cambio… Merlín, ese pequeño mío es un diablillo. Otro día te contaré con más calma, ahora debo correr, ya se me hizo tarde
Harry notó que Severus había tenido el ceño fruncido una buena parte del relato. Sabía por qué pero no dijo nada; sólo se inclinó, le dio un tierno beso, musitó ‘te quiero’ y continuó leyendo.
No tienes idea de lo bien que la hemos pasado todos estos días, todo ha sido una fiesta detrás de otra: Navidad, Año Nuevo, Nuestro Aniversario, el cumpleaños de Esperanza, pero la mejor fue la celebración de los cincuenta años de Sev
Nos reunimos toda la familia y, mientras Esperanza y los niños, luego de unos cuantos ruegos y pucheros, convencían a Severus para que les llevara a la villa, nosotros le preparamos una fiesta sorpresa.
Fue una fiesta por todo lo alto. De gala. Con música en vivo, pues conseguí traer un grupo muy de moda en el mundo mágico, cuyo cantante me conoce pues atendí a su niña de cáncer un par de años atrás. Por cierto, que la trajo a la fiesta para que la viera y no te imaginas lo preciosa que está.
Cuando Sev llegó, apenas lograba salir de su asombro; no podía comprender cómo habíamos conseguido armar ese tinglado en tan poco tiempo. No dijo nada, sólo me miró por un largo rato; luego me abrazó, me besó, musitó ‘gracias’ sobre mi sien, y corrió a cambiarse de ropa.
La pasamos estupendo, como siempre. Bailamos, comimos, charlamos, y al final de la noche nos robamos una botella de champaña y dos copas, le guiñamos un ojo a Remus para que se hiciera cargo de los chicos, y desaparecimos. Mientras la gente seguía disfrutando en la Mansión de Escocia, Sev y yo tuvimos nuestra fiesta privada en nuestra casita de Hogsmeade.
—Aún recuerdo esa fiesta —comentó Severus, estirándose como un gato complacido—. Fue estupenda.
—¿La pública o la privada? —preguntó Frank, burlón.
—¿Tú qué crees? —replicó el anciano con una sonrisa satisfecha—. Pregúntale a tu abuelo y te dirá.
—No tengo que preguntarle, se le ve en la cara.
Harry miró a esos dos, ruborizado, pero prefirió no decir nada y seguir leyendo; realmente, los gemelos eran idénticos a Sev, absolutamente imposibles.
Merlín, Nathan es imposible, en serio. Es que en lugar de hijo nuestro parece digno heredero de alguno de los gemelos Weasley. Que digo; los gemelos en su buena época hubieran sido dos santos varones al lado de mi querido benjamín.
¿Qué no me crees y que soy exagerado? Escucha y luego me dices.
Harry estaba en la terraza de su casa de Hogsmeade, cómodamente sentado en un sillón y con un enorme vaso de limonada helada a su lado. Estaba revisando los informes médicos de un par de pacientes nuevos y leyendo la literatura científica relacionada con sus casos. Aunque era domingo, no podía posponer ese trabajo para el día siguiente; pero como el día estaba tan hermoso, había decidido mudar su oficina al jardín.
Severus estaba de viaje en Ucrania, y aunque le esperaba ese día, todavía no llegaba. El pensamiento de su amado esposo hizo que Harry apurara el trabajo, quería estar completamente libre para darle la recepción adecuada cuando regresara.
Estaba enfrascado en su tarea, cuando un molesto ruido le sacó de su concentración. Levantó la cabeza para identificar de qué se trataba y de dónde provenía el singular sonido. Bajó la mirada hacia el piso y entonces descubrió que no era otra cosa que una multitud de siseos de diferentes timbres y volúmenes; dos serpientes adultas y una docena de crías de diferentes tamaños y edades se dirigían hacia él con una rapidez asombrosa. Ante él estaban todas las serpientes de la residencia Snape-Potter, y por lo poco que podía percibir entre tanto siseo, al parecer venían muy cabreadas.
Cuando llegaron frente a él, el ruido era prácticamente ensordecedor.
—Esssperen. Ssi ssiguen hablando todasss a la vez no lasss entiendo —se quejó Harry, levantando una mano para callar a los animales. Cuando toda huella de siseo terminó, miró a la serpiente más vieja.
—A ver, Roid, cuéntame que ocurre —siseó.
—Nosss vamosss —contestó la serpiente.
—¿Cómo que ssse van? ¿Todasss? ¿A dónde?
—Todavía no sssabemoss.
—Pero no entiendo, ¿por qué ssse quieren ir? ¿Acasso no ssson felicess aquí? ¿Lasss trato mal?
—Tú no, eresss un amo muy bueno.
—¿Entoncesss? —al ver que la serpiente dudaba en hablar, insistió—. Vamosss, ¿qué passa? —al tiempo que Harry preguntaba, varias de las crías empezaron a sisear como animándola a hablar. Como Roid no se decidía, Harry fijó la mirada en la otra serpiente adulta—. Reg, ¿me cuentasss tú?
—Pues verásss —empezó la pareja de Roid, una serpiente plateada con vetas negras—. Ssse trata de tu cría.
—¿Mi cría? —Harry lo miró, extrañado—. ¿Qué cría?
El animal serpenteó nervioso, como dudando.
—Nathan —contestó al fin.
—¿Qué lesss hizo Nathan? —preguntó Harry, frunciendo el ceño—. No puede haber sssido algo tan grave como para que ssse quieran ir de casssa.
Al ver que su pareja dudaba, Roid hablo de nuevo.
—Nosss hace muchasss cossass —explicó en un suave siseo, como si no quisiera incomodar a su amo—. Noss ata objetosss a la cola, o tapa lasss entradasss a nuesstrass madriguerasss; nosss lanza pintura e inunda nuessstro terrario, y muchasss otrasss cossass.
—¿Por qué no me lo habían dicho hasssta hoy? —preguntó Harry, alarmado.
—No queríamosss que regañarasss a tu cría por nuessstra culpa —explicó Roid.
—Pero hoy fue demasssiado —intervino Reg, contundente—. No puedo permitir que mi familia sssiga bajo riesssgo.
—Por Merlín, ¿qué hizo hoy para que ssse quieran ir?
—Tomó una de esass cosass del jardín que sse parecen a nosotross y por donde ssale agua —empezó a explicar Roid.
—¿Una manguera?
—Sssi, esso —la serpiente movió la cabeza de arriba abajo—. La pusso en la entrada de nuesstra madriguera y abrió el agua.
—Inundó todo —agregó Reg, estaba realmente furioso. A su espalda, varios siseos molestos evidenciaron que no era el único—. Cassi ahoga a miss criass.
Harry los miró espantado. Definitivamente, tendría que darle un escarmiento drástico a Nathan.
—Hagamosss algo —les propuso—. No ssse vayan todavía. Less voy a ayudar a consstruir una nueva madriguera y quiero que sse esscondan allí hassta la noche, no sssalgan para nada. Less asseguro que desspuéss de hoy Nathan no volverá a molesstarless.
—¿Qué piensass hacer? —preguntó Roid, pesarosa; al fin y al cabo quería mucho al pequeño, pero le preocupaba su familia.
—No te preocupesss, nada drásstico —la tranquilizó Harry—. Pero a mi ‘cría’ no le van a quedar ganasss de metersse nuevamente con usstedess.
Después de ayudarlos a construir una nueva madriguera, en un lugar prácticamente inaccesible para Nathan, me senté a terminar con mi trabajo. A mediodía llegó Sev y el alboroto de su arribo no permitió que Nathan notara que no había ninguna serpiente por los alrededores.
Sin embargo, hacia el final de la tarde, Sev y yo estábamos sentados en el jardín viendo la puesta de sol y haciéndonos arrumacos, cuando Nathan llegó todo apurado. Escucha lo que pasó.
—Papi, papá —Nathan llegó corriendo y gritando, lucía bastante preocupado. Ni Severus, a quien ya su esposo había puesto en antecedentes, ni Harry, se inmutaron.
—¿Qué ocurre, Nathan? —preguntó Severus, fingiendo una seriedad que estaba muy lejos de sentir—. ¿Cuántas veces te he dicho que no debes gritar de esa manera a menos que sea por algo realmente importante?
—Es que esto es importante, papá —dijo el niño muy angustiado, casi al borde del llanto—. No encuentro a ninguna de mis serpientes. No sé dónde pueden estar.
A Harry se le encogió el corazón al ver así a su pequeño, pero debía continuar en su papel. Si no le daba un buen susto, nunca aprendería a tratar bien a las serpientes.
—Ellas se fueron, Nathan —le informó Harry.
El rostro del niño era la imagen viva de la desolación.
—¿Pero a dónde fueron?
—No sé, Nathan, supongo que a buscar otro hábitat.
—¿Pero y si no encuentran comida? Algunas son muy chiquitas, necesitan que las cuiden. Si no encuentran comida se van morir.
Harry sólo movió la cabeza con expresión sombría
>>—Papi, pero ellas son mis mascotas… mis amigas; no pueden irse lejos y pasar trabajo, ésta es su casa.
—¿Estás seguro que las trataste como tus amigas? —preguntó Harry. Al ver que el niño le miraba sin comprender, continuó—: ¿Recuerdas lo que hiciste esta mañana?
El niño enrojeció furiosamente al ver que su travesura había sido descubierta y bajó la vista al piso, mientras unas pequeñas lágrimas corrían por sus mejillas. Al fin, levantó nuevamente la cabeza y, con voz temblorosa, logró preguntar:
—¿Se fueron por mi culpa? —al ver que su padre asentía, no pudo contenerse más y se arrojó en sus brazos, sollozando—. No papi, diles que regresen, por favor —gemía con la carita enterrada en el pecho de su padre, mientras Harry y Severus intercambiaban una mirada de comprensión y una sonrisa—. Diles que no voy a volver a hacerles bromas, lo prometo.
—Verás, Nathan —musitó Severus, tomando en sus brazos a su pequeño y acunándole para que se calmara—. Las serpientes, aunque no lo parezca, son unos animales muy frágiles. Cuando tú les lanzas pintura o les atas cosas a la cola, aunque te parezca una broma sin importancia, ellas sufren. Es como si, por ejemplo, te ataran un bulto muy, muy pesado a la pierna; te dolería cuando caminaras, ¿entiendes?
—Sí, papá —miró a sus padres mientras sorbía las lágrimas—. Perdónenme, no me había dado cuenta, prometo que no lo haré más.
—En ese caso, no te preocupes —le consoló Harry, acariciando su mejilla—. Vamos a conseguir a Roid y su familia; estoy seguro que aceptaran tu promesa y regresaran a casa.
—De verdad, prometo que seré bueno, papi —aseguró el niño, abrazándole una vez más.
Por supuesto, eso era mucho pedir de mi hijo menor, pero al menos después de eso no se volvió a meter con ninguna de nuestras serpientes.
—Tío Nathan es mi héroe —declaró Mark con el corazón en la mano.
—Y el mío —agregó Frank.
—Lo imaginó —se burló Severus—. Yo sólo agradezco a Dios que no fueran gemelos.
Todos rieron mientras los gemelos sonreían cual inocentes ángeles.
—En todo caso, es muy interesante toda esta información —comentó Lisa, sonriendo—. Una no sabe cuando la podrá necesitar. Tal vez pueda chantajear a papá con esto algún día, ¿no creen?
—Lisa va a ir a Slytherin —declaró Severus con una sonrisa.
—Merlín, hemos creado un monstruo. Pero supongo que así Nathaniel pagará todas las canas que nos hizo salir —y con esta declaración y una sonrisa satisfecha, Harry retomó la lectura.
Dos años más sin escribirte, hay que ver lo rápido que pasa el tiempo. Y es que tengo tantas cosas que hacer, que apenas logro encontrar tiempo para sentarme a escribir. Durante estos años nuestra vida ha sido como siempre, bastante normalita, pero hay un par de cosas que definitivamente debes saber.
Como ya la fábrica de Ucrania funcionaba sin problemas, dejaron encargado de ella al hijo del Profesor Kistler, Víktor, y a principios del año pasado, decidieron empezar las investigaciones para el desarrollo de una nueva droga, esta vez orientada hacia la cura del cáncer.
Curioso, le pregunté a Severus que por qué habían decidido orientar sus investigaciones hacia esa droga en particular, y me contestó que luego de verme tantos años sufriendo cada vez que no podía salvar a uno de mis enfermitos, había decidido que tenía que tratar de hacer algo al respecto. No puedo describirte la sensación que me invadió en ese instante; sólo te diré que, si eso era posible, mi amor por Sev aumentó en ese momento.
En la familia de Ron y Herm hay dos nuevas adquisiciones: Frederick, un precioso pelirrojo que nació a principios de año, y los Chudley Connors. Te preguntarás qué es eso último, ¿no? Pues resulta que es el equipo favorito de Ron. Cuando éramos estudiantes de Hogwarts militaban en primera posición de la Liga Profesional, y mal que bien siempre lograban mantenerse. Sin embargo, en los últimos años fueron de mal en peor, hasta llegar a un punto en que prácticamente todos los ignoraban. Todos menos Ron.
El año pasado, mi amigo pelirrojo se enteró que estaban malvendiendo el equipo, así que insistió e insistió, convenció a un montón de amigos —entre ellos Sev y yo— para que lo apoyaran financieramente, y compró el equipo. Para serte sincero, ninguno vimos la sensatez del asunto, todos pensábamos que era un equipo definitivamente perdido, pero al parecer nos equivocamos rotundamente.
Ron consiguió apoyo de un par de firmas comerciales (creo que sus dueños también eran viejos fans del equipo, no encuentro otra explicación para que aceptaran), contrató un entrenador veterano y a un buscador que, aunque era bastante bueno, había sido descartado por los otros equipos debido a su edad, y empezó a levantar el equipo de a poquito.
Lo cierto es que empezaron a jugar y a ganar, y a subir de posiciones. Este año lograron subir a segunda, y por lo que pinta, para la próxima temporada vamos a tenerlos jugando en primera. Felicitaciones, Ron: te lo mereces, amigo mío.
También puede decirse que éste ha sido el año de las artes en la familia Snape Potter. Ginny y Luna decidieron ampliar su escuela para transformarla en una pequeña escuela de arte, donde todo niño se ve obligado a desarrollar algún tipo de actividad artística. Con Adam no hubo problema a la hora de la elección, siempre tuvo tendencia al dibujo, desde pequeño, cuando pintaba las paredes de toda la casa y nos volvía locos. Todos sabíamos que si queríamos verlo feliz, bastaba regalarle una caja de crayones y papel de dibujo. Así que le inscribimos en Pintura y Dibujo Arquitectónico.
Con Nathan, en cambio, no teníamos idea de qué hacer. Jamás había dado muestras de interesarse por ningún tipo de actividad artística, era demasiado inquieto para eso. Por esa razón, decidimos que probara unos días en cada cosa; probó en el grupo de pintura, de actuación, de escultura, nada parecía interesarle lo suficiente. Hasta que llegó a la clase de música.
Según él mismo me dijo, entró al aula de música mirando a todos lados sin mayor interés, pensando que eso sería igual de aburrido que las otras actividades. Ginny les había informado que habían invitado a una pequeña orquesta y sus músicos les iban a mostrar el uso de los instrumentos y tocar un poco para ellos. Entró con un montón de ideas preconcebidas, pero todas se derrumbaron esa misma tarde. Te lo voy a narrar según lo que él mismo me contó.
Nathan entró a la sala de conciertos visiblemente enfurruñado. No entendía qué locura le había dado a su tía Ginny para ahora obligarles a estudiar una materia ‘artística’. Él era un mago, por Merlín. Debían enseñarle a hacer magia, no a actuar, a tocar un instrumento o a dibujar; eso estaba bien para Adam, pero a él le aburría sobremanera.
Se tiró en una butaca y miró a su alrededor, sin poder evitar un ligero asomo de interés. El lugar se parecía mucho a un teatro de Londres, donde sus padres les habían llevado a ver una obra infantil que, como no, le había aburrido un montón. Había un escenario en forma de semicírculo y, justo al frente, hileras e hileras de butacas donde en ese momento se encontraban sentados los alumnos. Bueno, al menos debía reconocer que las butacas eran cómodas.
En el escenario se podían ver diferentes instrumentos musicales; si iban a estar allí hasta que tocaran todo eso, la tarde iba a ser muy larga y aburrida.
Las luces se atenuaron y un gran reflector enfocó directo al escenario, donde apareció la profesora de música, indicando que el primer instrumento que se iba a mostrar era un violín, para luego ceder el paso al violinista en cuestión. Nathan se moría de risa mientras veía a aquel hombre flaco sostener el violín contra el cuello en una posición definitivamente anormal y pensó que por la noche tendría un gran dolor de cuello. Mientras seguía riéndose mentalmente de lo que a él le parecía un sufrido mago, el hombre llevó el arco hasta el violín y emitió la primera nota.
Desde ese momento, el mundo alrededor del pequeño dejó de existir. Una tras otra, las notas de los diferentes instrumentos —flauta, oboe, trompeta, piano— todas se fueron metiendo en su pequeña alma como si se tratara de algo vivo, para quedarse allí para siempre. Cuando el director de la improvisada orquesta alzó la batuta y el concierto final empezó, Nathan sintió que había llegado a su mundo, un mundo que no abandonaría nunca más
—Wow, nunca imaginé que así naciera el amor del tío Nathan por la música —comentó Frank—. Es que apenas tenía seis años
—Sí, ese año probó tocando varios instrumentos, desde la flauta hasta el trombón —comentó Harry, riendo—. Nuestra pequeña casita en Hogsmeade parecía una casa de locos.
—Y pensar que hoy día es un Director de Orquesta altamente cotizado —comentó Draco con orgullo.
—¿Siguen de gira? —preguntó Nicole, curiosa.
—Sí, hasta finales de Noviembre —informó Lisa—. El mes pasado estuvieron en Salzburgo, en el festival de verano, y de ahí los invitaron a recorrer otras ciudades de Austria, Alemania y Dinamarca, así que la gira se extendió.
—Pero no será demasiado esfuerzo en su estado, ya tiene cinco meses de embarazo —señaló Mark.
—Hace quince días estuvimos con ellos y les dijimos eso mismo —intervino Severus—. De hecho, Evan también le ha estado insistiendo en acortar la gira, pero Nathan dice que se siente perfectamente y que su embarazo no le impide en lo más mínimo manejar la batuta con distinción.
—Sí, ése es mi padre —se rió Lisa.
—Así que Evan se cansó de insistir y desistió —declaró Harry.
—Ése también es mi padre —terminó Lisa, con una cara tan cómica que no pudieron más que echarse a reír.
Adam entró a Hogwarts, ¿y adivina qué?... fue a Slytherin. Para qué te voy a contar lo feliz que estaba Sev, ya te lo podrás imaginar; no ha parado de hablar de eso desde ese día. Y a mí, el verlo tan contento me consuela totalmente de que no haya ido a Gryffindor.
Esperanza ya entró en su último año, y también le dio una felicidad a Sev, supongo que en compensación por lo del color rojo de su primer año. Decidió entrar a estudiar Pociones Avanzadas en la Universidad, dice que en cuanto se gradúe quiere ayudar a su padre con sus investigaciones. Por su parte, Richard quiere estudiar medimagia, como yo.
En cuanto a Nathan, a principios de año va a ir a estudiar en la mejor escuela-conservatorio del mundo mágico, en Viena. Al principio tuvimos nuestras reservas, es todavía tan pequeño para ir a vivir en un internado lejos de casa. Pero es una oportunidad única, conseguir un puesto en esa escuela es casi imposible; lo logramos porque Pansy tiene un amigo que pertenece a la directiva del instituto y quedó impresionado del conocimiento musical de Nathan. Y mi niño está tan emocionado con la noticia que no tuvimos corazón para negarnos. Además, durante los tres primeros años permiten que los padres visiten a los chicos un fin de semana al mes; digamos que eso nos convenció.
En cuanto a Severus, el mes pasado se enfermó seriamente el Profesor Kistler, su socio en Ucrania. Fuimos un día a visitarlo y conocí a Víktor, quien a partir de ahora se va a encargar de sus investigaciones.
Es un hombre de unos cuarenta años, de pelo castaño y ojos azules, y podría decirse que bastante guapo, aunque a leguas se nota que es muy petulante y engreído. Te debo confesar que no me gustó ni un poquito; además, hay algo en su actitud hacia Severus que me da muy mala espina. Sin embargo, no pienso preocuparme; mi esposo me ama y eso es algo que ni el más engreído de los hombres podrá cambiar.
Los muchachos notaron que sus dos abuelos se habían puesto repentinamente serios.
—Viene la historia de Jarson —musitó Harry sobre la sien de Severus.
Los ojos del anciano se oscurecieron ligeramente pero asintió. Harry clavó la vista en los más jóvenes, que les miraban sin entender lo que estaba pasando.
>>Ahora voy a narrar una etapa particularmente difícil. Les voy a pedir que no interrumpan hasta que termine de leer.
Los chicos convinieron, levemente preocupados por la actitud de sus abuelos. Harry se inclinó, besó suavemente los labios de Severus, y empezó.
No tienes idea de lo solo que me siento, siento como si la casa se me viniera encima con cada día que pasa. Después de pasar años con la casa llena de niños, de la noche a la mañana me encuentro con que sólo puedo conversar con las serpientes.
Adam y Esperanza están en Hogwarts, Nathan en Viena, y Severus… bueno, la verdad es que desde que el Profesor Kistler enfermó, pasa más tiempo en Ucrania que en casa. Mucho más.
De hecho, hace un mes se fue por quince días, vino uno, en el que se paso todo el tiempo tenso y distraído, y al día siguiente, el tal Víktor ya le estaba llamando con urgencia de nuevo. Y todavía no regresa, y ni siquiera ha respondido a mis lechuzas.
Y yo me siento tan solo.
Sin esperar a que nadie hiciera ningún comentario, continuó leyendo.
Estoy tan desconcertado y tan angustiado. De repente siento que perdí el norte, que mi vida se puso de cabeza y nunca, jamás se va a lograr enderezar nuevamente. Pero como siempre, déjame contarte desde el principio, a ver si logro organizar mis ideas y mi corazón.
¿Recuerdas la última vez que hablamos, no? Al día siguiente me quedé en el hospital hasta tarde, al menos trabajando sentía que mi vida no era tan miserable como me parecía. Casi me obligaron a punta de varita a que me fuera a descansar, pero yo no quería regresar a mi casa vacía, no esa noche al menos.
Caminé sin rumbo, con la esperanza de que la paz y el silencio de la noche se llevaran algo de mi tristeza. Necesitaba tanto a mis amigos, un hombro en el que apoyarme. Pero enseguida se darían cuenta de mi tristeza. ¿Y qué les iba a decir? ¿Qué me sentía solo? ¿Qué tenía una terrible duda que…?
Cuando al fin detuve mis pasos, me encontraba frente a un lugar que hacía años no veía: “El Paraíso del Deseo”. Entonces… escucha lo que pasó.
Harry se quedó parado mucho rato, la vista del bar le traía tantos recuerdos. Sonrió, recordando cuantas locuras había cometido sólo por poder ver a Severus. Y las volvería a cometer sin dudarlo ni un momento. Tomando una repentina decisión, encaminó sus pasos a la entrada del lugar y empujó la puerta con gesto decidido.
El sitio no había cambiado lo más mínimo, la misma decoración acogedora, el mismo ambiente acompañado por la música del piano, la misma barra al fondo y el mismo barman, que ahora no pediría su identificación para servirle un trago. Se sentó en la barra y le sonrió al cantinero.
—Buenas noches, señor, ¿qué desea tomar? —le preguntó el hombre con gesto servicial.
—Un whisky doble, si me hace el favor.
Estaba saboreando su bebida cuando escuchó una voz gruesa a su espalda.
—¿Se puede saber qué hace un crío como tú en un lugar como éste? ¿Todavía sigues sin saber aparecerte?
Harry se giró, sorprendido, para encontrarse frente a frente con alguien que no había visto en los últimos diecisiete años.
—Jarson —sonrió, feliz, al tiempo que le tendía la mano—. ¿Qué alegría encontrarte aquí? Por lo que veo aún sigues frecuentando el lugar.
—Muy de vez en cuando, sólo cuando vengo a la ciudad —recibió con una sonrisa la bebida que le estaban entregando en ese momento—. Aquí me siento cómodo, conocen mis gustos —agitó suavemente el vaso en su mano—. Pero no sabía que tú también venías por aquí, nunca te volví a ver.
—De hecho, es la primera vez que vengo desde ese día, y fue por casualidad —Harry emitió una amarga sonrisa.
—Y por lo que veo no estás de muy buen humor esta noche.
—No te preocupes, después de unos tragos eso va a cambiar —declaró, mientras hacía un gesto al barman pidiendo otra bebida.
—Pues si vamos a emborracharnos es mejor que nos pongamos cómodos —Jarson le tomó por el codo y le guió hacia una mesa alejada.
Cuando estuvieron cómodamente instalados, Harry dio un trago a su bebida y le miró a los ojos.
—Parece que estamos destinados a encontrarnos en mis días complicados.
—Así parece —convino Jarson—, pero para eso están los amigos. Supongo que será el destino, ¿no crees?
Hablamos por horas. Yo le conté de mi vida y él de la suya. Cuando salimos del lugar, yo iba bastante tomado, por lo que se apareció conmigo en Hogsmeade y me acompañó hasta casa, preguntándome si no me importaría que me visitara al día siguiente.
Acepté. Al fin y al cabo era un amigo y yo en ese momento necesitaba un amigo con urgencia.
Los días siguientes fue a visitarme con frecuencia; llevaba muchos años fuera del país y prácticamente no le quedaban amigos en Inglaterra. Salimos a cenar, al cine, al teatro, a ver un partido de Quidditch. Tengo que admitir que sentí que nuevamente le importaba a alguien, y eso me hacía sentir bien.
Pese a su compañía, mi tristeza continuaba. Le había enviado una lechuza a Sev contándole sobre Jarson y me contestó diciendo que se alegraba de que estuviera distraído. Y eso me dolió. Ni siquiera preguntaba quién era o de dónde le conocía, sólo le preocupaba que estuviera distraído. ¿Acaso para que no lo molestara a él?
De pronto, hace diez días, Severus regresó con la noticia de que pensaban abrir una fábrica en Londres y necesitaban buscar financiamiento. Me puse feliz; si iban a comenzar algo en Londres, seguramente Severus se encargaría de ello y no viajaría con tanta frecuencia. Ahora lo tendría para mí.
Mi alegría duró poco. Viktor había venido con él, y una noche sí y otra también, salían para reuniones de negocios, cenas y cócteles con posibles inversionistas y regresaba tan cansado que apenas tenía ánimo para saludarme. Como conclusión, veía a mi marido casi tanto como cuando estaba en Ucrania, es decir, nada.
Entonces, hace dos noches, Jarson llegó de improviso a saludarme y me encontró totalmente deprimido. Desde la llegada de Severus, él se había apartado para darnos espacio, por lo que se extrañó mucho de verme así. Cuando le conté todo me preguntó que por qué no le acompañaba a esas reuniones y yo le comenté que Severus no me había invitado a ninguna. Él no se inmutó, me miró fijamente y entonces…
—¿Sabes dónde están esta noche? —le preguntó Jarson con el rostro serio.
—Sí, Severus siempre me dice donde van a estar —le contestó Harry—. Es un restauran de lujo en el centro de Londres.
—Entonces, andando —le animó su amigo.
—¿Andando? —repitió Harry.
—Sí, señor. Usted y yo vamos a ir a ese restauran.
—Pero si no estoy invitado —argumentó el hombre de ojos verdes.
—Para algo eres el esposo de uno de los socios —al ver que dudaba, le azuzó—. ¿Y qué fue de esa valentía que a los diecisiete años te llevó al Londres muggle sólo para verle en el hospital?
—Tienes razón, espérame sólo un momento —Harry sonrió y corrió rumbo al dormitorio a cambiarse.
Pero sabes, querido diario, ojala nunca hubiera ido a ese maldito restauran. Escucha lo que pasó después.
Harry y Jarson, impecablemente vestidos, se presentaron en la puerta del restauran. En la entrada se encontró nada menos que con su antiguo profesor de Pociones en la Universidad, Fred Lockwood, quien le recibió con su desagradable sonrisa de siempre.
—Vaya, miren a quien nos trajo la tormenta, Harry Snape —lo dijo con un tono burlón que a Harry no le gustó en absoluto—. ¿Vienes a buscar a tu maridito?
—Lo que yo venga a hacer aquí no creo que sea de su incumbencia —contestó el más joven, antes de seguir su camino hacia el interior del salón, seguido de cerca por Jarson.
Empezó a pasear la vista por todo el salón, buscando a su pareja entre las distintas mesas desperdigadas por el lugar. Nada. Se acercó más, hasta llegar al borde de la pista de baile, donde varias parejas se movían al ritmo de una música lenta. Paseó la vista entre los danzantes y entonces lo vio; allí estaba su Severus, de espaldas, abrazado a Víctor Kistler y bailando despreocupadamente. Se sintió morir. En eso, Víctor levantó la cabeza y le vio. Y sonrió malvadamente, antes de inclinarse y besar a Severus. Harry no pudo seguir observando, dio media vuelta y echó a correr a todo lo que daban sus piernas. Lo último que pudo ver entre lágrimas, mientras abandonaba el local, fue la sonrisa burlona de Fred Lockwood.
Siguió corriendo hasta que, agotado y sin aliento, llegó a un parque cercano y se derrumbó en una banca, sollozando sin control. Al poco tiempo, Jarson llegó junto a él, se sentó a su lado y le abrazó. Harry enterró el rostro en su pecho y lloró hasta quedarse sin lágrimas.
Mucho tiempo después, ya más controlado, se separó del pecho de Jarson y le miró, desolado.
—¿Estás más tranquilo? —le preguntó el hombre a su lado, pasándole su pañuelo.
—Sí, gracias —contestó Harry, limpiándose la cara—. No puedo entenderlo, ¿por qué Severus me hace esto?
Jarson alargó una mano y acarició la mejilla de Harry.
—No lo sé, Harry. Yo tampoco lo entiendo, eres una persona tan hermosa que… —dejó morir las palabras y, sin poderlo evitar, se inclinó sobre el hombre en la banca y atrapó sus labios en un beso ansioso.
Harry se quedó paralizado por la impresión. De pronto, inundó su mente la tristeza de lo que acababa de ver, la sensación de sentirse solo y despreciado, el anhelo de sentirse amado y deseado de nuevo… entonces abrió los labios y también le besó…
Última edición por alisevv el Miér Ene 27, 2016 7:38 pm, editado 2 veces | |
|