alisevv
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| Tema: Retazos de Vida. Capítulo 18 Miér Mayo 26, 2010 12:31 am | |
| —¿Qué ocurrió? —preguntó Richard en cuanto salió de la chimenea con su maletín de medimago en la mano, mirando fijamente a su nervioso hijo quien, acompañado de Nicole, estaba parado en mitad del salón.
Richard Weasley era un hombre alto y atlético, de pelo rojo muy corto y ojos marrones. En ese momento vestía un pantalón de dril, una franela vieja y unas sandalias de estar en casa; en cuanto había recibido la llamada urgente de su hijo, había salido volando tal cual estaba.
—Es el abuelo Severus —explicó Draco, mientras le guiaba apresuradamente al estudio—. Sufrió un desmayo.
Richard, Draco y Nicole entraron cual tromba al estudio, donde Harry y los chicos, todos con cara de susto, miraban a Severus que se reanimaba lentamente. Richard se apresuró hacia el sofá donde se encontraban los ancianos y abriendo su maletín, sacó su varita y su estetoscopio mágico y empezó a verificar los signos vitales del enfermo.
Luego de un par de comprobaciones, levantó la vista hacia Harry.
—¿Qué fue lo que pasó?
—Bueno, desde ayer notamos que lucía algo demacrado, pero Sev sólo decía que estaba un poco cansado, ya sabes cómo es —un gruñido leve escapo de los labios de Severus, quien ya completamente despierto, estaba acostado en el sofá con Harry arrodillado a su lado—. Luego del paseo a la villa esta mañana, pareció aún más cansado, y hace un rato se le fueron los tiempos y se desmayó.
—¿Notaste algún otro síntoma? —Richard seguía haciendo comprobaciones.
—¿Quieren dejar de hablar como si yo no estuviera aquí? —gruño Severus, con voz ronca pero más firme—. Y apártense, quiero levantarme.
—Tú no vas para ningún lado, suegro —declaró Richard con firmeza.
—¿Y quién me lo va a impedir? ¿Tú?
—Sí. En estos momentos soy tu medimago así que, aunque gruñas, no tienes más remedio que seguir mis instrucciones —al ver que Severus fruncía el ceño, cabreado, agregó—. Y esa cara no me asusta. O te quedas tranquilo y te mando un inmobilus —al ver que Richard levantaba su varita, el enfurruñado anciano se dejó caer de nuevo en el diván, mientras los nietos sonreían levemente sin poderlo evitar—. Entonces, Padrino, hablábamos de los síntomas.
—Cuando le tomé el pulso lo sentí muy débil y con ritmo lento —explicó Harry, mientras acariciaba la mano de su esposo—. También sudaba frío. Por eso te llamé.
Richard se giró hacia el enfermo.
—¿Qué fue lo que sentiste antes del desmayo? —preguntó.
—¿Así que ahora si soy bueno para responder? —replicó el mago, irritado.
—Eres imposible —Richard lanzó una carcajada—. Deja de comportarte como si tuvieras la edad de Lisa y responde, a menos que quieras tomarte una de mis pociones que sirven para todo, esas que saben a rayos.
Haciendo un gesto de repugnancia, Severus cedió y contestó.
—Casi nada, sólo sentí que todo giraba a mi alrededor y perdía el equilibrio.
—Vértigo —Richard asintió con lentitud, antes de mirar a Severus y a Harry alternativamente—. Lo que tiene Severus no es para preocuparse —sonrió tranquilizadoramente—. Sufrió una baja de tensión, pero su corazón está perfectamente.
—¡Papá! —en ese momento, se escuchó una voz apremiante y un huracán de cabello negro y ojos grises se precipitó a abrazar a Severus. Richard y Harry se apartaron justo a tiempo, mientras éste último sonreía pensando que su hija definitivamente no había heredado ni un gramo de la impasibilidad de Draco; de hecho, en ciertos aspectos era el fiel retrato de la efusividad Potter—. ¿Merlín, papá, qué te paso?
—Tu padre está bien —rió Richard—, pero si le sigues abrazando así lo vas a ahogar.
—Mami, yo también quiero abrazar al abuelito Severus —dijo una pequeña pelirroja de unos cinco años, que en ese momento terminaba de abrazar y besar a Harry.
Esperanza se apartó y la niña se acurrucó en los brazos de su abuelo.
—¿Estás enfermo, abuelito?
—No, mi niña, sólo fue un mareo sin importancia —contestó Severus, besando su carita.
—¿Pero vas a estar bien, verdad?
—Te lo prometo.
—Bueno, como decía antes que mi efusiva esposa me interrumpiera —Richard sonrió, mientras Esperanza, que estaba saludando a sus sobrinos y a Nicole, le hizo un gesto de desdén muy a lo Snape—, el suegro está muy bien, su corazón está en perfectas condiciones.
—¿Estás seguro? ¿No sería mejor buscar otra opinión? —Esperanza seguía muy nerviosa.
—Haré como si no hubiera oído eso —replicó Richard.
—Mamá, te recuerdo que papá está considerado como uno de los mejores cardiomagos del país —señaló Draco, que estaba sentado en su sillón favorito con Nicole a su lado.
—De todas formas, es difícil precisar si lo de la bajada de tensión fue algo fortuito o va a ser más permanente —explicó Richard, mirando de nuevo a Harry y a Serverus—. Además, te ves realmente cansado. Quiero que guardes reposo un par de días, te alimentes bien —y cuando digo bien me refiero a alimentos sanos y sin grasa— y también necesito que le tomes la tensión tres veces al día; si las bajadas de presión continúan, necesitará tomar una poción para compensarlo —miró a Severus fijamente—. Y mientras tanto, nada de licor.
El Slytherin iba a protestar nuevamente pero Harry le detuvo.
—Yo oíste a tu medimago, tienes que obedecer.
—Pues ya escucharon, papá tiene que descansar, así que las visitas sobran. Váyanse todos a casa, yo me quedaré a cuidarlo.
Las protestas no se hicieron esperar.
—¿Qué?
—¿Cómo?
—¿Cómo que a casa?
—A casa ni hablar.
—Mama, te recuerdo que estamos pasando unos días con los abuelos —señaló Draco.
—Sí, pero papá debe descansar; ya escucharon a Richard, los abuelos no pueden ocuparse de ustedes en estos momentos.
Antes de que empezara una nueva avalancha de protestas, Severus decidió intervenir.
—Deja a los chicos tranquilos —miró a su hija y sonrió—. Ya bastante tengo con que tu marido me haya mandado reposo, si te los llevas me voy a aburrir como una ostra.
—Pero si se quedan —argumentó la bruja— se van a aburrir, y tú vas a ajetrearte con tal de entretenerlos. Te conozco.
—No nos vamos a aburrir, tía Esperanza, tenemos el diario del abuelo Harry para entretenernos —explicó Frank.
—¿Tu diario? —Esperanza miró a su padre, extrañada—. ¿Acaso no estaba enterrado?
—Es increíble que el único que no supiera del dichoso diario fuera yo —se quejó Severus.
—Resígnate, abuelo —le aconsejó Mark, palmeando su hombro—, el marido siempre es el último en enterarse.
Cuando las carcajadas que originó está declaración se calmaron por fin, Esperanza fijó una vez más sus claros ojos en sus padres.
—¿Están seguros que no van a molestar?
—Vete tranquila, vamos a estar bien —dijo Harry, quien en ese momento hacía carantoñas a su nietecita.
—¿Y yo también me puedo quedar? —preguntó la pequeña, mirando a Harry con ojos suplicantes.
—Megan, los abuelos ya tienen bastante con tu hermano y primos —intervino Esperanza, mientras alzaba a la niña en brazos—. Además, ¿recuerdas que prometiste acompañarme a ver a la tía Pansy y a los niños del orfanato mañana?
—Sí, es cierto —el rostro compungido de la niña se alegró de improviso.
—Bueno, supongo que yo también debo despedirme —habló Nicole.
—¿Por qué no pides permiso a tus padres y te quedas esta noche a dormir en la mansión? —sugirió Severus.
—Sí, Nicole, por favor —pidió Draco.
—Además, aún es temprano y podemos leer un poco más del diario.
—Y puedes dormir conmigo y contarnos cosas de chicas —agregó Lisa, a quien pesaba un poco ser la única niña por allí.
—Vale, me convencieron —aceptó Nicole—; pero debo avisar a mi mamá.
—Pues mientras lo haces, yo ordenaré la cena —decidió Harry, antes de mirar a Esperanza y Richard—. ¿Se van a quedar a cenar con nosotros? ¿Miren que hoy hay lasaña?
—¿Lasaña? Por supuesto que nos quedamos —aceptó Richard, que había heredado el buen apetito de Ron.
—Aunque te vas a ver muy gracioso cenando en esa facha —comentó Mark, burlón.
—No hagas caso, tío Richard —intervino Lisa—. Mark es un envidioso. Luces perfecto.
Mientras todos reían por el comentario, Harry se acercó a Richard.
—¿Puedo hablar un minuto contigo? —pidió, mientras se alejaba pausadamente del resto de la familia.
—De verdad no te preocupes, Padrino, Severus va a estar muy bien —le aseguró Richard, pensando que el anciano seguía preocupado por la salud de su pareja.
—Y te creo, sé que no me engañarías con algo tan serio. Pero es otra cosa la que te quiero preguntar.
Al ver que Harry dudaba, el pelirrojo lo animó a hablar.
—Vamos, hay confianza. ¿Qué es lo que te preocupa?
—Verás —Harry enrojeció levemente y Richard le miró, extrañado—. Es que el otro día estuvimos probando la poción de Severus y yo me preguntaba si tal vez eso haya sido lo que provocó su malestar.
—¿La poción de Severus? —preguntó Richard sin entender.
Harry enrojeció más profundamente y habló aún más bajito.
—Sí, esa que es como el viagra muggle, ya sabes.
—Padrino, ¿y a estas alturas ustedes siguen en eso? —se burló el mago más joven, pero al ver el bochorno y la incomodidad de Harry, puso una mano tranquilizadora en su hombro y le sonrió—. No tienes que mortificarte, te garantizo que eso no tuvo nada que ver con la condición de Severus. De hecho, yo le he estado ayudando con las pruebas cardiologicas y está demostrado que la sustancia no tiene ninguna clase de efectos secundarios —sin poder resistirlo, agregó—: Pueden seguir usándola sin problemas; pero, eso sí, dale un par de días de reposo, necesita descansar —y soltando la carcajada, abrazó al apenado mago y se encaminaron de regreso al círculo familiar.
—Por fin se fueron —exclamó Mark, desde su puesto en la alfombra. Al ver que sus abuelos le miraban frunciendo el ceño, continuó—: ¿Qué? Tienen que reconocer que cuando se trata de ustedes dos, nuestra encantadora tía se vuelve realmente fastidiosa. Perdí la cuenta de las veces que repitió que no fuéramos a molestar al abuelo Severus, que permaneciéramos tranquilos y nos fuéramos a dormir temprano, y pare usted de contar.
—En esta ocasión tengo que coincidir con Mark —agregó Draco, estirando las piernas para desperezarse—. Mamá es habitualmente un encanto, pero cualquier cosa que les pase a ustedes dos le afecta en extremo.
—Es una hermosa hija —musitó Severus, que estaba acostado en el sofá con la cabeza apoyada en el regazo de Harry.
—Y una hermosa tía —declaró Frank—. Pero a veces….
Mientras todos reían divertidos, Lisa le entregó el diario a Harry.
—Abuelito, ¿lees un ratito más? —le suplicó, sonriente.
Harry, luego de tomar el diario, miró preocupado a Severus y le preguntó:
—¿Qué dices, leo un poco o prefieres ir a descansar? —mientras hablaba, acariciaba suavemente el cabello de Severus.
—En realidad no tengo sueño y estoy muy cómodo así —contestó el aludido, acurrucándose mejor contra su pareja—. Y también quiero escuchar más.
Con una sonrisa y un tierno beso en los amados labios, Harry abrió el diario y comenzó a leer.
No imaginas cuanta falta nos hace Esperanza. Apenas hace un día que embarcó en el Expreso de Hogwarts y siento que me muero de tanto como la extraño. Y Severus y los niños están igual. Supongo que en unos días nos sentiremos mejor, pero por lo pronto, agonizamos.
Te preguntarás el por qué ir a Londres a buscar el Expreso cuando vivimos en Hogsmeade, tan cerca del castillo. Resulta que es un requisito indispensable para los niños de primero, y creo que es razonable que así sea, ese es un viaje que todo niño debe hacer al menos una vez
Le regalamos una lechuza preciosa; sus plumas son de color marrón con unos toquecitos de rojo, y es muy mansa. Anoche mismo, antes de dormir, nos mandó un pergamino con noticias. Al parecer le fue estupendamente en el tren. Durante el viaje, ella y Richard conocieron a otro par de niños con quienes hicieron migas en seguida; Tomás, un niño de padres muggles que al parecer llegó casi tan perdido como yo, y Roxana, la hija mayor de Dean, un antiguo condiscípulo mío que estuvo varios años en América.
Ahora, aquí te va la bomba: entró en Gryffindor, y todos los demás también. A Severus no le sentó muy bien la noticia, pero le recordé que Esperanza era de ideas fijas y le gustaba el rojo, seguramente convenció al sombrero seleccionador para que la pusiera allí.
También recibimos un pergamino de Remus, diciendo que toda la selección había ido muy bien y que nos tranquilizáramos, que Esperanza estaba feliz y contenta, y cual pez en el agua.
Bueno, mi niña ya está en Hogwarts. Que Dios me la proteja y sea muy, muy feliz.
En otro orden de ideas, los experimentos de Severus van viento en popa. Ya terminaron la investigación con animales y comenzaron con licántropos. Tienen un grupo de experimentación de diez hombres lobo, cinco a los que están suministrando la nueva poción y cinco que usan como patrón. Pensamos que en cuanto terminen esta parte de la investigación, les darán la autorización para fabricar y vender la poción sin restricciones, lo cual será una maravilla para paliar el sufrimiento de tantos seres desgastados por su condición.
Después de todo la vida es bella, ¿no crees?
—Debió ser un disgusto para ti que mamá entrara a Gryffindor, ¿no abuelo? —indagó Draco.
—No tienes idea —contestó Severus.
—Tú abuelo estaba que no le calentaba ni el sol —se rió Harry, acariciando a su pareja suavemente—. Creo que no lo superó hasta que Adam entró en Slytherin.
—Menos mal que a Adam no le gustaba el rojo —declaró Severus, con un mohín de frustración.
Todos rieron y Harry siguió leyendo.
Pasamos unas Navidades estupendas, con todo el batallón reunido en la mansión de Escocia, incluso Tomás y Roxana; los padres de Tomás no vinieron pues estaban de viaje fuera del país, pero sí se agregaron Dean y su esposa, una linda muggle que le arrebató el corazón.
El día de Navidad trajimos a todos los niños del orfanato y Bill, quién si no, se vistió de San Nicolás y repartió juguetes a todos. Luego almorzamos opíparamente y en la tarde nos enfrentamos en una enorme batalla de bolas de nieve en la que intervino hasta la profesora McGonagall.
Al final de la noche cantamos villancicos, comimos dulces de todo tipo, y todos los niños regresaron al orfanato contentos y felices.
Hablando del orfanato, tengo que contarte sobre una de las criaturas más hermosas que he conocido en mi vida. Se llama Vincent; es un precioso niño de cinco años, de pelo castaño y ojos dorados, y tan parecido a Remus que podría ser su hijo. Vino al orfanato a finales de enero y desde que llegó nos ganó el corazón.
Cuando arribó al Centro era un niño retraído y asustadizo, con una mirada donde se reflejaba una inmensa tristeza. Y es que su historia es tan penosa. De padre desconocido, su madre murió cuando el pequeño tendría alrededor de un año, meses más meses menos, su edad no se supo nunca con exactitud.
Al parecer, estaba con su madre en el bosque cuando fueron atacados por un hombre lobo. Un cazador escucho gritos y corrió hacia donde estaban; logró ahuyentar al hombre lobo pero ya era demasiado tarde: la mujer estaba muerta, y el niño, a quien el lobo estaba atacando cuando llegó el cazador, había sido mordido irremediablemente.
El cazador, que era mago, detectó el aura mágica del niño y le llevó a San Mungo. Allí le atendieron y lograron salvarle la vida, pero no lograron evitar su destino: el pequeño se había convertido en licántropo.
Luego de eso, todo fue amargura para él. Cambiando de un orfanato a otro, pues nadie era capaz de lidiar adecuadamente con su condición. Maltratado por ignorantes que no sabían cómo tratarlo, sin recibir ni el amor ni el afecto que cualquier niño merece. Siendo despreciado una y otra vez por posibles padres adoptivos que se horrorizaban cuando descubrían que era licántropo.
Cuando llegó al Centro estaba pálido, flaco y maltratado como consecuencia de las agresiones que se auto-infligía durante las transformaciones. Y psicológicamente no estaba mejor; luego de años de sentirse solo y despreciado, temía a todos y era incapaz de confiar en nadie. Jamás hablaba, y pasaba horas interminables agachado en un rincón, aterrado. Si alguien intentaba tocarle, gritaba y corría a esconderse, y lo poco que comía lo hacía con las manos, cual un animalito indefenso.
Ese pequeño me partió el corazón, así que decidí hacer algo para lograr que saliera de ese hoyo, y para eso precisaba de alguien que sabía muy bien cómo podía sentirse: Remus
En cuanto Rem y Bill le vieron, se enamoraron de Vincent, y el pequeño, como intuyendo que Remus también era un licántropo y Bill su pareja, les aceptó enseguida. Así, poco a poco, logramos que Vincent bajara su caparazón y se mostrara como el increíble niño que es, dulce y cariñoso. Empezamos a hacer que se alimentara mejor y, con el consentimiento del marido de Millicent y Pansy, comenzamos a administrarle dosis apropiadas de la poción matalobos, lo cual eliminó los terribles efectos de su transformación.
Sé que lo que estamos haciendo es ilegal y si se descubriera podría traer catastróficas consecuencias para nosotros, pero no soportamos la idea de verle sufriendo pudiendo evitarlo, es superior a nosotros.
Ahora Vincent es un niño alegre, amistoso, y que nos adora, especialmente a Remus y a Bill. Y se ven tan bien juntos; cualquiera que les viera sin conocerles, diría que son padres e hijo.
Ya estamos de nuevo metidos en un lío tremendo, pero éste sí que es un lío de los que me gustan. Todo empezó con una visita de Rem y Bill, te cuento y verás:
—Remus, Bill, que sorpresa —saludó Harry al abrir la puerta de su casita de Hogsmeade, haciéndose a un lado para permitirles el paso—. ¿Qué les trae por aquí? —de inmediato su expresión cambió a una de preocupación—. ¿Acaso Esperanza…?
—Tranquilo, ‘papá’, Esperanza está perfectamente —se rió Remus, antes de ponerse nuevamente serio—. En realidad, vinimos para hablar de una idea que tenemos.
—Pues vamos al estudio, Severus está allí. Les sirvo algo de beber y nos comentan con tranquilidad.
Les guió hasta la confortable habitación que hacía las veces de estudio, despacho y biblioteca. Al entrar, encontraron a un ensimismado Severus, quien tenía una copa en una mano y un libro en la otra, el cual leía con total concentración. Al escuchar el ruido de la puerta, alzó la cabeza de inmediato.
—¿Quién er…? —se interrumpió mientras dejaba la copa y el libro en una mesita cercana y se dirigía a los recién llegados—. Que sorpresa verles por aquí. ¿Pasó algo? ¿Acaso Esperanza…?
—Ustedes dos son tal para cual —se burló Bill—. Esperanza está muy bien.
Luego que todos estuvieron cómodamente instalados, Severus les escrutó con una ceja alzada a guisa de interrogación, mientras Harry pensaba que esa escena era muy similar a la que habían vivido cuando sus amigos les habían comentado que querían tener un bebé.
—¿Y bien? —inquirió Severus.
—Queremos adoptar a Vincent.
Severus y Harry se quedaron mirándoles fijamente, sus expresiones oscilando entre la satisfacción y la preocupación.
—Saben cuál es la opinión del Ministerio acerca de la posibilidad de adopción por un licántropo —habló al fin Severus, mirándoles con tristeza—. Se niegan terminantemente.
—Lo sabemos —argumentó Remus—, pero éste es un caso muy especial. Vincent mismo es licántropo, ninguna pareja estaría dispuesta a adoptarlo en su situación.
—Aún así, los burócratas del Ministerio son unos necios —advirtió Severus—. No quiero ser ave de mal agüero, pero estoy seguro que se van a negar,
—Si es por conseguir un hogar a Vincent, tal vez podríamos intentar adoptarlo nosotros —sugirió Harry.
—No es sólo por el niño —replicó Bill—. Es también por nosotros —miró a sus amigos con el alma en los ojos—. Amamos a esa criatura con todo el corazón. Le necesitamos tanto o más de lo que él nos necesita a nosotros.
Todos se quedaron en silencio por un largo tiempo.
—¿Están seguros de esto? —preguntó Severus al fin—. Va a ser muy difícil y pueden terminar con el corazón destrozado.
—Completamente —contestó Remus con determinación—. Queremos que Vincent sea nuestro y haremos todo lo necesario para conseguirlo.
—Pues si vamos a luchar legalmente —declaró Harry, sonriendo con confianza por primera vez en la noche— necesitaremos lo mejor. Y lo mejor es Hermione Weasley —se levantó y se dirigió a la chimenea; minutos después, la cabeza sonriente de Hermione bailaba en el fuego.
—Harry, que alegría —saludó la chica.
—Hola, Hermi —respondió Harry con una sonrisa similar—. ¿Podrías disponer de unos minutos?
—Sabes que siempre tengo tiempo para ustedes —en su rostro apareció un ceño de preocupación—. ¿Qué ocurre?
—Prefiero contártelo personalmente. ¿Podrías venir?
Instantes después, la joven salía por la chimenea y saludaba a todos.
—¿Para qué soy buena? —por los semblantes de los presentes la cosa era seria, así que mientras más pronto se enterara, mejor.
—Queremos adoptar a Vincent —contestó Bill, mientras todos se sentaban cómodamente.
—¿Adoptar a Vincent? —repitió la joven, frunciendo el ceño—. Pero el Ministerio prohíbe…
—Lo sabemos —la cortó Remus—, pero queremos pelear.
—Va a ser muy difícil… aunque no imposible —comentó Hermione, pensativa—. Los estudios de Severus sobre la Poción Matalobos están muy adelantados, podríamos hacer la lucha por ese lado —miró a ambos hombres fijamente—. Pero es mi obligación ser sincera. El juicio puede ser muy doloroso… no puedo darles muchas esperanzas de éxito, y al final podrían sentirse peor que ahora. Además, sería muy costoso; yo me encargaría del caso gratuitamente, por supuesto, pero hay muchas otras erogaciones implicadas en un juicio de ese tipo.
—Estamos conscientes de todo eso —aseguró Remus—, Bill y yo lo hemos conversado hasta el infinito. Sabemos que va a ser complicado y quizás inútil, pero amamos a ese niño. Vamos a hacer la lucha.
—En cuanto a los gastos —agregó Bill—, tenemos una cantidad importante ahorrada. Puedes disponer completamente de ella.
Harry miró a Severus, quien asintió imperceptiblemente.
—Nosotros también queremos ayudar con los gastos —declaró con una sonrisa, y ante el intento de negarse de sus amigos, alzó una mano— y no aceptamos un no por respuesta
Así que así estamos. Mañana empieza el juicio y todos estamos en pie de lucha, y vamos a lograr que Remus y Bill venzan como que me llamo Harry.
—Draco me contó sobre todo eso —comentó Nicole—. ¿Fue un juicio terrible, no?
—Sí, fue muy duro —contestó Severus—. Y Hermione brilló, se los aseguro.
—Todavía me parece verla ante el estrado, luchando como una leona —musitó Harry con añoranza.
—O como una serpiente, que resultó muy astuta —argumentó Severus.
—Como sea, estuvo verdaderamente magnífica.
Y sin más. Harry empezó a leer de nuevo.
Merlín, éste ha sido un juicio verdaderamente impresionante. Nunca pensé que Hermione fuera una abogada tan grandiosa, enfrentándose al tribunal mágico en pleno con tanta tranquilidad como si estuviera en una clase de la profesora McGonagall.
Primero, tuvo que hacer la lucha para que admitieran el juicio ante el Wizengamot. De veras que no tenemos idea de cómo lo logró, supongo que tiene algunos amigos en el Ministerio que tocaron las teclas apropiadas. Eso, y una persistencia inagotable.
Después de incontables entrevistas, y de idas y venidas, se fijó el juicio para el veinticinco de junio. Sobra decir que, una vez que la prensa se enteró de que un licántropo estaba luchando por lograr la adopción de un niño, y no un licántropo cualquiera sino Remus Lupin, la reacción no se hizo esperar. Llovieron los artículos de todo tipo, desde los que ensalzaban la hermosa historia de una pareja luchando por hacer feliz a un pobre pequeño licántropo, hasta los que declaraban rotundamente que aquello era una aberración, hablando de licántropos y parejas gay como si del demonio mismo se tratara. Y entre estos dos extremos, hubieron infinitos comentarios de muy diversa índole.
Remus y Bill principalmente, y su familia y amigos en segunda instancia, atravesamos por ese temporal lo mejor que pudimos. Lo cierto es que para cuando llegó el día del juicio, toda bruja o mago del mundo mágico habían tomado posición en el caso.
El juicio fue público, y aunque en un principio Hermione pensó en exigir un juicio privado, al final decidió que la presencia de público sería más positiva que negativa.
El tribunal se presentaba muy similar a como estaba durante mi juicio en mi quinto año, aunque ya no estaban muchos de los personajes hostiles de aquel tiempo. Aunque los burócratas del Ministerio seguían siendo unos imbéciles abismales, los miembros del tribunal habían sido depurados, y a la sazón estaba formado por brujas y magos más honestos, aunque no por ello más sensatos. Seguían estando llenos de prejuicios y miedos estúpidos y anticuados.
Primero hizo su exposición la gente del Ministerio, recalcando el peligro que significaba para cualquier niño indefenso estar al cuidado de un licántropo, recalcando que no era capaz de atenderlo adecuadamente y ofrecerle un futuro seguro y feliz, y un montón de tonterías de índole similar. Pura basura. Jamás he conocido una persona capaz de hacer feliz a un niño tanto como Remus.
Luego le tocó el turno a Hermione y entonces sí empezó la acción. Comenzó citando a algunos aurores y antiguos miembros de la Orden, quienes corroboraron la importancia que tanto Remus como Bill habían tenido en el éxito de la Batalla Final y el derrocamiento de Voldemort y sus mortífagos.
Minerva habló del trabajo de ambos en Hogwarts y su trato con los alumnos, y de cómo eran piezas claves para el buen funcionamiento de la escuela. Luego se presentaron varios alumnos de Hogwarts, y contaron cuánto les habían ayudado los oportunos consejos de sus profesores para atravesar los problemas que habían tenido en su adolescencia.
Se presentaron Ron y Molly, y yo mismo, y hablamos de sus cualidades como persona y sus relaciones familiares. Deja que te cuente un pedazo de mi interrogatorio.
—Me puede decir su nombre —preguntó Hermione con acento profesional.
—Harry James Snape Potter —contestó el joven, usando su apellido de casado.
—Desde cuando conoce a los solicitantes.
—A Remus desde los trece años, aunque él me conoció siendo muy pequeño, y a Bill desde los catorce.
—¿Qué opinión tiene de ellos?
—Son dos de las mejores personas que conozco —contestó, rotundo—. Honestos, valientes, protectores y amorosos.
—Usted es el medimago del Orfanato de la Caridad, donde reside el niño Vincent, ¿no?
—Así es.
—¿Hace cuánto tiempo?
—Más de dos años.
—Es un cargo sin honorarios, ¿cierto?
—Así es.
—¿Durante el tiempo que lleva siendo medimago de la institución, los solicitantes le han ayudado de algún modo?
—De muchísimas maneras y desde el principio —contestó Harry—. Visitan a los niños y juegan con ellos o les cuentan cuentos, me ayudan a organizar las fiestas, ayudan cuando les sacamos a pasear, les compran dulces y obsequios en sus cumpleaños o Navidad. Colaboran muchísimo.
—¿Considera que Remus Lupin y Bill Weasley serían buenos padres?
—Los mejores —cuando contestó, miró al tribunal con franqueza—. He dejado y seguiré dejando a mis niños a su cuidado con los ojos cerrados, de la misma manera que mis padres me dejaban al cuidado de Remus siendo niño. Si hay dos personas en este mundo que merecen ser padres, son ellos dos.
Luego se presentó Pansy, corroborando mis palabras sobre el orfanato, y por último Severus, que era el As bajo la manga de Hermione. Déjame contarte como fue.
—Su nombre —preguntó Hermione.
—Severus Snape.
—¿Desde hace cuanto conoce a los demandantes?
—Al señor Lupin desde los once años, fuimos compañeros en Hogwarts. Bill Weasley fue mi alumno en la misma escuela.
—Ha escuchado lo que dijo su esposo de que dejaría a sus hijos con los señores Lupin y Weasley con los ojos cerrados. ¿Comparte usted ese criterio?
—Absolutamente.
—Uno de los principales argumentos que está blandiendo el Ministerio para negarse a la adopción es el hecho de que el señor Lupin es un licántropo, ¿qué nos puede decir sobre eso?
—Es un completo absurdo —contestó Severus, rotundo—. De hecho, en este momento la condición del señor Lupin no afecta en absoluto a su vida habitual; al menos, no más de lo que puede afectar su enfermedad a un hemofílico o un diabético, que tienen que tomar medicinas de forma periódica.
—¿En qué se basa para afirmar eso con tal seguridad?
—El doctor Wolf Kistler y yo hemos desarrollado una poción que, tomada mensualmente, elimina por completo los efectos de la transformación de Luna llena.
—Protesto —el representante del Ministerio se levantó y miró a Severus con una sonrisa despectiva—. Esa droga todavía no ha sido aprobada.
—Siento contradecirlo —dijo Hermione, tomando un pergamino que estaba sobre su escritorio—. El profesor Snape recibió éste comunicado hace una semana— se lo entregó al presidente del tribunal—. Como podrán observar, el Departamento de Salud Mágica Internacional aprobó los resultados de las pruebas de la nueva droga; a partir de este momento pueden elaborarla y comercializarla a su antojo.
El juicio duró un mes, y esta mañana fue el interrogatorio de Severus, así que estamos esperando el resultado, que supuestamente nos darán mañana. Sin embargo, estamos más que confiados. Hermione estuvo increíble, va a ser imposible que el Wizengamot niegue la adopción.
Lo único que temo es el alboroto que va a hacer la prensa luego de esto.
—Mi abuela era brillante —comentó Draco, impresionado.
—Absolutamente —convino Severus—. Verla en un tribunal era como ver una obra de arte.
—Abuelito, anda, lee más, quiero saber qué dijeron los tíos cuando les dieron a Vincent.
Vincent ya es completa y totalmente nuestro. Como te conté, hace dos días, muertos de nervios, nos presentamos al tribunal. Llegamos tan temprano que tuvimos que esperar una hora a que abrieran el Ministerio. Remus y Bill estaban tan nerviosos que parecía que iban a estallar. Era tanto lo que estaba en juego.
Cuando el Presidente del Wizengamot declaró que se aceptaba la petición y a partir de ese momento Vincent se llamaría Vincent Lupin Weasley, creí que Remus y Bill se desmayarían de la emoción. Se abrazaron con fuerza y lloraron uno sobre el hombro del otro, lágrimas de alivio y felicidad.
Después de que les dieran todos los papeles, nos encaminamos al orfanato a buscar a Vincent. Merlín, tienes que escuchar cómo fue esa reunión.
Remus y Bill, tomados de la mano, esperaban ansiosos frente a la puerta donde en segundos debería aparecer su ahora hijito. El resto de la familia esperaba un poco más atrás.
Después de un tiempo que a todos pareció interminable, la puerta se abrió y por ella entró Vincent, con los ojos llorosos y la incertidumbre plasmada en su pequeña carita. Se acercó a Remus y a Bill, quienes se agacharon y se pusieron a su altura.
Remus abrió los brazos y musitó muy bajito.
—Hola, hijito. Vinimos a buscarte para llevarte a casa.
—¿Eso… —el niño, acostumbrado a las decepciones, no se atrevía a creer lo que le gritaba su pequeño corazón—… eso quiere decir que ya soy su hijo? —su límpida mirada iba de un hombre al otro.
—Sí, cariño —contestó Bill—, ahora eres Vincent Lupin Weasley.
Sin poder contenerse, Vincent emitió un gemido y se abrazó a sus dos padres, llorando incontrolablemente.
—Shhh, mi niño, shhh —le consoló Remus, abrazándole y besando su cabecita—. Ya toda la tristeza pasó, ahora sólo quedan alegrías.
Cuando al fin el niño se serenó un tanto, se alejó del abrazo de los adultos y pregunto.
—¿Y voy a poder llamarles papá? —preguntó con voz suplicante.
—Por supuesto —contestó Bill, su sonrisa y la de Remus resplandecían—. A partir de ahora tú eres nuestro cachorro y nosotros somos tus papás —y volvieron a fundirse en un abrazo de amor y seguridad, al fin eran una familia
Vincent Lupin Weasley, bienvenido a la familia. Te amamos
Última edición por alisevv el Miér Ene 27, 2016 6:06 pm, editado 1 vez | |
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