La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Retazos de vida. Capítulo 7

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alisevv

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MensajeTema: Retazos de vida. Capítulo 7   Retazos de vida. Capítulo 7 I_icon_minitimeVie Feb 12, 2010 4:41 pm

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—Lo volviste a hacer —gruñó Frank mirando a Harry con ojos torvos.

—¿Qué? —preguntó éste con aire inocente.

—No te hagas el tonto que no te va —refunfuñó Mark a su vez—. Te volviste a saltar un pedazo.

—Si mal no recuerdo, ya su abuelo les había advertido —les recordó Severus con una sonrisa divertida.

—Claro, tú estás tan tranquilo porque conoces la parte que falta, pero si estuvieras en nuestro lugar, ya verías.

La burla en la sonrisa de Severus se acentuó y el antiguo maestro de Pociones sólo replicó:

—De hecho.

—Bueno, dejen de hacer berrinche, saben que no van a conseguir nada —aconsejó Draco.

—Sí, yo estoy de acuerdo —convino Lisa.

—¿Y por qué últimamente ustedes dos siempre parecen estar de acuerdo con los abuelos y en nuestra contra? —inquirió Mark, mosqueado.

—Habitualmente, porque ellos tienen la razón —replicó el rubio sin inmutarse—. Y en este momento en particular, porque mientras más pronto se callen, antes seguirá leyendo el abuelo.

Y ante lo razonable de dicha sentencia, todos acallaron sus protestas y se dispusieron a escuchar.



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Hoy ha sido un día terriblemente agitado. Había acordado reunirme con Severus en sus habitaciones para hablar con Draco y sacarnos la muestra de sangre para la poción antes de desayunar. Supongo que es innecesario que te cuente cuán feliz se puso Draco, estaba transformado; aunque sólo fuera por ver una sonrisa así en su rostro, valía la pena todo lo que pensábamos hacer.

Draco nos contagió su alegría y desayunamos juntos, como si fuéramos tres antiguos amigos que acabaran de reencontrarse y no tuvieran otra preocupación en la vida que una amena charla y una rica comida. Hablamos de infinidad de cosas, y Draco contó varias anécdotas de su relación con Severus cuando era un niño pequeño, algunas de ellas francamente desternillantes y que me mostraron un Severus Snape que yo jamás había conocido.

Casi terminábamos de desayunar cuando un suave toque anunció la llegada de Ginny. No te había contado, pero el círculo de privilegiados que tienen acceso a las habitaciones de Draco se ha visto ampliado para incluir a Ginny y Neville, quien llegó al castillo el día de Navidad para pasar Año Nuevo con nosotros. Lo cierto es que en los últimos días, y en vista de lo avanzado de su embarazo, no hemos querido dejar solo a Draco en ningún momento, así que nos turnamos para cuidarle, para lo cual también nos ayudan Remus, Bill y la profesora McGonagall.

Draco ha tomado el asunto con bastante tranquilidad, aunque a veces la tormenta de sus ojos delata que quisiera echar a todos de su vida y no sentir que continuamente esta dependiendo de alguien, lo cual siempre es preludio de un cambio de humor terrible. Así que ya la gente ha aprendido a distinguir las señales, y cuando las detectan, enseguida nos llaman a Severus o a mí, somos los únicos a quienes soporta cuando está así.

Por suerte, ése no era uno de esos momentos, así que dejamos a Draco charlando amigablemente con Ginny y salimos, Severus a hablar con la profesora McGonagall para informarle y luego a hacer la poción para la boda —pues decidió que no se fiaba de nadie más para elaborar algo tan importante— y yo a enfrentar unas cuantas conversaciones que tenía pendientes.

En primer lugar me dirigí al dormitorio de Remus, esperando encontrarle allí y rogando porque no se enojara ante lo que pensaba hacer. Desde que mi padrino desapareció tras el velo hace dos años, él se ha convertido en la única figura paterna que queda en mi vida, y lo ha hecho con tanta dedicación y amor que estoy seguro que no podría querer a mi propio padre más de lo que le quiero a él.

Remus se encontraba desayunando con Bill, pues al estar de vacaciones casi nadie usa el comedor hasta la hora del almuerzo. Bill es otro que ha resultado un gran sujeto y al que he llegado a apreciar entrañablemente. Primero, porque ama muchísimo a Remus y le trata con un cuidado que ni veas, especialmente los días antes y después de la luna llena; eso es algo que nunca tendré como pagarle. Segundo, porque es muy solidario, siempre está dispuesto a ayudarnos en lo que sea, y vieras cómo se ha portado con todo esto de Draco. Definitivamente, era bueno que estuviera presente, podría echarme una mano con Remus en caso de necesidad.

Lo cierto es que, contra todos mis temores, Rem tomó el asunto estupendamente bien. Me dijo que comprendía a Draco y ésa le parecía la mejor solución. También agregó que Severus era un buen sujeto y me haría feliz. Y todo el tiempo que hablamos ambos sonreían, como si supieran algo que yo no sabía.

La situación con Ron y Hermione fue totalmente distinta, especialmente por culpa de mi amigo pelirrojo. Cuando terminé de hablar con Remus y Bill, me dirigí a la sala común de Gryffindor, donde les encontré conversando en un sofá frente a la chimenea. Te cuento lo que pasó...


—A fin llegas, compañero —saludó Ron, mientras Harry se dirigía al encuentro de sus amigos y se lanzaba sobre un sofá cercano—. ¿Dónde estabas?

—Hablando con Remus y Bill.

—¿No es un tanto temprano? Con lo perezoso que es mi hermano, lo más seguro es que le hayas sacado de la cama.

—Era importante —Harry se quedó mirando al pelirrojo con expresión seria y algo indeciso—. También necesito contárselo a ustedes.

—¿Qué ocurre, Harry? —Hermione no pudo evitar la preocupación que evidenció su tono de voz—. ¿Se trata de Draco? ¿Sucedió algo?

—Verán —el joven de pelo negro estrujaba una mano contra otra—. Sí, tiene algo que ver con Draco, pero en realidad se trata de Severus y de mí.

Con voz pausada, procedió a explicar a sus amigos todos los cambios que había sufrido su vida desde la noche anterior.

—¿Casarte con el cretino grasiento? —el tono de Ron destilaba incredulidad y algo de ira—. ¿Cómo se le ocurrió a Draco pedirte tal atrocidad?

—Ron —exclamó Hermione, con tono de enfado.

—¡No es ninguna atrocidad! —Harry, al punto, se puso a la defensiva, mirando a su amigo con la furia destilando en sus verdes pupilas—. Te recuerdo que ese cretino grasiento, como tú le llamas, es el hombre que amo —de repente, toda su exaltación pasó y se hundió en su asiento—. Sólo quisiera que él pudiera amarme del mismo modo.

—Pero yo contaba con que eso era un capricho que desaparecería en cuanto terminaras la escuela, y ahora resulta que te vas a casar con él y...

—Ron, cállate —casi gritó Hermione, interrumpiendo al exaltado pelirrojo—. ¿Quieres empezar a usar esa nuez que tienes por cerebro por una vez en tu vida? Lo que Draco ha pedido es completamente lógico, el pobre debe estar aterrado al pensar en dejar a su hijita desamparada; en su caso yo haría exactamente lo mismo —se tomó unos segundos para serenarse y bajó el tono de voz—. Además, él sabe tan bien con TÚ que Harry ama al profesor Snape y sería muy feliz casado con él —alargó una mano y tomó la de Harry, llamando su atención. El chico separó la vista del punto en el fuego donde estaba perdida y fijó su mirada en los ojos de su amiga—. Y también sabe, como yo, que Snape siente algo por ti. No te preocupes, estoy segura que todo saldrá bien y vas a ser muy feliz.

—Pero Snape es horrendo, antipático, gruñón, irónico...

—¡Quieres callarte de una maldita vez, Ron!

Ante el tono irritado de su novia, el pelirrojo se quedó mudo, mirándola con asombro.

>>—Ron —continuó ella más tranquila, tratando de que entendiera—. ¿Tú quieres a Harry, verdad? ¿Quieres su felicidad?

—Claro. Harry es como mi hermano.

—Entonces, entiende algo: la felicidad de Harry está al lado de Snape y de Esperanza, ellos le van a dar la familia que siempre ha añorado. Así que olvida por un momento tus rencores infantiles y compórtate como su hermano.

Ron frunció el ceño y bajó la cabeza, reflexionando en las palabras de la chica. Cuando la levantó, una nueva luz brillaba en sus ojos. Miró a Harry a los ojos y preguntó:

—¿Tú le quieres, verdad? ¿Tanto como para afrontar todas las complicaciones que traerá esta relación?

—Sí —replicó sin dudar.

—Entonces, no hay más que hablar; yo te apoyo —el pelirrojo sonrió e hizo un guiño a su amigo—. Y créeme, con un esposo como Snape, vas a necesitar todo el apoyo del mundo.

Harry sólo esbozó una débil pero hermosa sonrisa.


Después de cenar, Severus y yo salimos a dar una vuelta por los alrededores del lago, con la intención de hablar un poco de nosotros y acostumbrarnos a estar juntos. Aunque debo confesarte que acostumbrarnos vaya si nos acostumbramos, pero hablamos muy poquito. ¿Quién me iba a decir a mí que Severus Snape era tan apasionado? ¿Y que besa de maravilla?

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—Vaya, hasta que al fin —exclamó Frank con tono burlón.

—¿Cómo? —musitó Harry, levantando la vista del libro y mirándole interrogante.

—Que al menos por una vez no te saltaste un comentario romántico —aclaró su nieto, y luego, imitando la voz de Harry, remedó—. Es que besa de maravilla.

—Ay, ya cállate, Frank —le regañó Lisa mientras los demás reían y Harry se ponía rojo—. Por eso el abuelito se salta ciertas partes, es que ustedes son imposibles —luego miró al hombre de ojos verdes y le animó—. Anda, abuelito, no hagas caso a estos tontos y sigue leyendo.

—¡Oye! —exclamó Mark—. ¿Y a mí por qué me incluyes en lo de tonto?

—Porque todos sabemos que ustedes dos comparten una misma mente, la mitad para cada uno.

Ante el gruñido de los gemelos y la risa de los abuelos por la ocurrencia de la niña, Harry retomó la lectura.



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Otro día agotador. Los pies me duelen como el diablo de tanto caminar, pero debo confesar que estoy francamente contento.

Esta mañana, Remus me acompañó hasta el Callejón Diagon a comprarme la túnica para la boda, así que nos dirigimos a una tienda recién inaugurada y que está especializada en ropa de gala. La verdad es que había túnicas hermosas, tanto que casi era imposible decidir. Al fin, después de probarme un sinnúmero de prendas, elegí una de seda de un color blanco perla, con un entramado finísimo de hilos de plata, que en los puños, solapa y dobladillo hace unos dibujos increíbles semejando serpientes en diferentes posiciones. Por un momento, mis ojos se fueron hacia una que era borgoña con dibujos de snitchs y escobas, pero de sólo pensar en la cara que pondría Severus cuando me viera, desistí.

Cuando fuimos a pagar estuve a punto de regresarla, costaba una cantidad obscena de galeones. Sin embargo, Remus no me dejó, aduciendo que ése iba a ser su regalo de boda. Cuando protesté, alegando que eso costaba un mes de su sueldo y que realmente no merecía la pena, me interrumpió, diciendo que me sentía como su hijo y que un padre jamás se fijaba en algo tan nimio como el costo.

¿Qué quieres que te diga? Me desarmó. Sólo pude abrazarle con fuerza y volver a agradecer al cielo que me permitía tenerle todavía conmigo.

También compré un conjunto blanco de pantalón y camisa, zapatos nuevos y, por favor, no te vayas a reír, unos boxers blancos de un material muy suave y casi transparente. Éstos últimos los adquirí a insistencia de Remus, yo jamás me hubiera comprado algo así. Son... demasiado apretados y ‘reveladores’

Al mediodía se nos unieron Bill y Severus. Al parecer, la poción ya estaba en la etapa de reposo, y Sev aprovechó para salir también a comprarse una túnica; Bill, que había quedado en encontrarse con nosotros, se ofreció a acompañarle y darle su opinión. No tengo idea de lo que se compró, pero según Bill es la túnica perfecta. Mi prometido... vaya que eso suena raro... no dijo nada, se limitó a gruñir por lo bajo y enrojecer ligeramente cuando mi Jefe de Casa dijo como quien no quiere la cosa: ‘Este hombre tuyo es un desastre, si no es por mí, se hubiera comprado la túnica más fea y sobria de la tienda’. No es preciso que yo diga que también me puse como un tomate, ¿verdad?

Después de almorzar en un restauran que estaba causando sensación entre los magos y brujas —con justa razón, si quieres mi opinión— Bill y Remus regresaron a Hogwarts y Sev me pidió que le acompañara.

Me dijo que había pensado que tal vez a mí me gustaría cambiar algunas cosas de nuestros aposentos y ponerlos más a mi gusto. Cuando escuché su propuesta sentí que moría de amor; él estaba haciendo esfuerzos para que yo me sintiera realmente a gusto a su lado. Si supiera que no tiene que hacer nada, que una de sus escasas sonrisas o de sus apasionados besos bastan para alegrar mi vida entera. Creo que en ese momento, si no hubiera tenido el dolor de Draco clavado en mi corazón, me hubiera sentido completamente feliz.

Pero no te creas, no me engaño. Sé que la vida a su lado no va a ser un camino de rosas. Sé que aunque me respete y considere, no me ama. Pero voy a lograr que lo haga, algún día Severus Snape me va a amar, lo juro.


—Y pensar que el abuelo Severus ya estaba coladito por ti.

Todos rieron ante el comentario de Frank antes que Harry continuara:



Recorrimos varias tiendas del Callejón y compramos lencería de cama y de baño a gusto de los dos; un hermoso escritorio de roble bastante antiguo, que me permitirá trabajar cuando Severus esté ocupando el suyo; y unas cuantas chucherías más. También compramos un par de hermosos cuadros a unos pintores que trabajaban en la calle, y una bellísima escultura con la forma de un caballo encabritado, tallada en una madera tan oscura que parece ónice.

Al final, cenamos en un lugarcito discreto, con un ambiente divino amenizado por un pianista que tocaba melodías de origen muggle. Si me hubiera atrevido, le hubiera pedido a Severus que bailáramos.

Regresamos a Hogsmeade a través de la chimenea del Caldero Chorreante, aterrizando en Las Tres Escobas, y nos dirigimos a pie rumbo al castillo, bajo un cielo pletórico de estrellas.

Sev no es un hombre romántico, de esos de detalles, y por supuesto, tampoco es propenso a demostraciones públicas de afecto, así que sólo caminamos en silencio, uno al lado del otro, durante un buen rato. Pero en cuanto abandonamos el pueblo y no hubo parroquianos a la vista, me atrajo contra sí y me besó con pasión, de esa forma que hace que mis rodillas tiemblen y la sangre suba a mi cabeza, y baje a cierto sitio también, para que negarlo.

Cuando se separó, apartó un mechón de cabello de mi frente, acarició mi mejilla y sonrió. Y contrario a lo que yo esperaba, tomó mi mano, entrelazó sus dedos con los míos, y continuamos caminando así hasta llegar a las puertas de la escuela.

Llegamos a los aposentos de Sev y, junto con un muy divertido Draco, hicimos unos cuantos cambios para dejar la habitación a mi gusto para terminar los tres frente a la chimenea, asando malvaviscos y platicando hasta muy tarde, algo que se está haciendo costumbre con gran rapidez.

Ahora te dejo porque tengo que dormir, mañana me caso y no quiero verme demacrado el día de mi boda. Sabes, lo mejor del día es que ahora estoy seguro que Severus, después de su rechazo inicial, también está dispuesto a intentar que lo nuestro funcione, y yo cada vez estoy más convencido que está gran locura va a terminar bien.

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—¡Boda, que bonito abuelo! —exclamó Lisa con los ojos iluminados—. ¡Cuánto me hubiera gustado asistir!

—Asististe a la repetición —comentó Draco, alborotando su cabello, mientras recordaba la hermosa ceremonia de confirmación de votos que habían hecho sus abuelos unos años antes.

—Es cierto —aceptó la pequeña, haciendo un mohín—, pero yo sólo tenía dos años, no me acuerdo de nada —luego miró a sus abuelos, esperanzada—. ¿Por qué no se casan de nuevo?

—¡Ni loco! —exclamó Severus, casi sin pensar. Al ver que Harry se envaraba, ligeramente extrañado, le apretó más dentro de su cálido abrazo—. No me malinterpretes, amor. Me casaría contigo una y mil veces más. Pero aquella fiesta no la repito ni demente.

Excepto Lisa, todos se echaron a reír al recordar cómo sus padres habían insistido en hacer aquella celebración apoteósica cuando sus abuelos sólo querían una ceremonia sencilla.

—La verdad, fue algo exagerado —concedió Harry—, sobre todo por todo aquel asunto de los periodistas, pero no negaras que fue divertido.

—¿Qué parte fue la divertida? —gruñó el patriarca del clan Snape—. ¿Cuándo nos arrojaron vestidos a la famosa piscina improvisada? ¿O cuando tuvimos que huir saltando la tapia del jardín, acosados por los periodistas? ¿O quizás cuándo nos pusieron el Veritaserum en la bebida para que les contáramos sobre nuestra noche de bodas? Si no es porque Remus les descubrió, no quiero ni pensar lo que hubiera pasado

—Pues ya que lo mencionas, sí, eso fue bastante divertido —se burló Draco

Un gruñido sordo fue todo lo que obtuvo por respuesta de Severus mientras Harry comentaba:

—Ahora que recuerdo, tienes razón, no fue divertido.

—No se preocupen —sugirió Frank, riendo de la frustración de sus abuelos—, todavía nos queda la posibilidad de huir a una isla desierta para hacer la tercera confirmación.

—Pero sin invitar a mi madre ni a los tíos —señaló Draco—. Y ya no te entretengas más, queremos oír sobre la boda.

Riendo ante la ansiedad demostrada por su habitualmente impasible nieto, Harry retomó la lectura.



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Estoy que me muero de los nervios. Ya son más de las once y están a punto de llamarme para dar inicio al ritual, y yo estoy temblando como una hoja. Le pedí a todos que me dieran unos minutos para lograr serenarme, así que aquí estoy, contándote lo que pasó hoy para ver si logro centrarme un poquito.

Me desperté al mediodía, lo cual no es raro ya que por fin me había vencido el sueño cuando despuntaba el alba. Los chicos habían decidido que, por no sé qué loca tradición, Severus y yo no podíamos vernos hasta el momento de la boda; pero te aseguro que aunque desperté con su nombre en mi mente y mi corazón, desde que puse un pie fuera de la cama ya no tuve tiempo de pensar en él. ¡Sí ni siquiera he tenido tiempo de pensar en mí!

Mi cuarto ha sido un ir y venir de gente todo el santo día. Que si Bill con los consejos de última hora, o Ron insistiendo en que aún estaba a tiempo de desistir hasta que Hermione se vio obligada a llevárselo arrastrado por los pelos; las mujeres a veces son de un salvaje que asustan.

Hagrid vino a traerme una de sus tartas rompedientes y Molly a llorar diciendo que había crecido muy rápido, que ya no era su niño, y por ahí siguió llorando por Ron, Hermione, y hasta Bill y Remus.

La profesora McGonagall vino a desearme sus parabienes y a decirme que Madame Pomfrey le había contado mis deseos de estudiar medimagia, pero que aunque acabara mis estudios ese año, seguía siendo bienvenido a vivir en el castillo con Sev durante el periodo escolar y que habilitarían unas habitaciones especiales para cuando naciera Esperanza.

También vino madame Pomfrey, muy emocionada porque yo iba a seguir sus pasos; y los gemelos, que trataron de jugarme una de sus bromas habituales.

Al final del día, cuando ya estaba agotado de hablar con tanta gente, llegó Remus acompañado de Draco y pusieron en la puerta un enorme cartel fosforescente que rezaba: Joven virgen a punto de ir al sacrificio, se agradece no molestar. No te cuento como me puse cuando vi la razón por la cual mi puerta había dejado de sonar, las imprecaciones que lancé son irrepetibles. Pero ni Rem ni Draco se inmutaron, y mi condenado amigo rubio se limitó a decir: ‘Funcionó, ¿no?’

Yo lancé una carcajada y al fin me relaje. Entonces, mis dos locos prepararon una bañera con especies donde me sumergí como si estuviera en el paraíso, y por primera vez en el día pude reflexionar en el cambio que iba a dar mi vida.

Estaba muy feliz, pero también muy preocupado. ¿Podría ser un buen esposo? ¿Un buen padre? Y lo que era más urgente en ese momento, ¿podría ser un buen amante?

En esos dos días que había pasado cerca de Severus, siendo pareja, había podido darme cuenta que era un hombre tremendamente apasionado. Era maduro, y seguramente tendría una intensa trayectoria en relaciones, y yo era un muchacho de diecisiete años cuya experiencia sexual previa a Severus se limitaba a unos pocos besos. ¿Cómo podría evitar que se sintiera decepcionado de mí? ¿Cómo lograr que si no me amaba, al menos me deseara infinitamente?

Estaba reflexionando en todo eso cuando escuché una voz a mis espaldas y entonces...

—Todo va a salir bien.

Harry se giró y vio a Draco en su silla flotadora, mirándole con comprensión y afecto.

—Draco, ¿qué haces aquí?

—Tardabas tanto que temí estuvieras tratando de ahogarte en las burbujas de la bañera —se burló su amigo. Al ver que Harry ni siquiera sonreía, continuó—: Vaya, sabía que era un mal chiste, pero no pensé que tanto.

El otro mago sólo pudo emitir una sonrisa nerviosa.

>>Remus ya se fue a arreglar, y si tú no sales del agua, vas a terminar como una uva pasa. Sal ya, te espero en tu cuarto.

Salió de la bañera, se secó y se enfundó en una esponjosa bata de baño, antes de ir a la habitación a reunirse con Draco.

—Ven y siéntate —le pidió el joven rubio, señalando su cama—, y ya quita esa cara de preocupación. Si vas al matrimonio con esa expresión, van a pensar que no quieres casarte— cuando el joven se derrumbó en el borde de la cama, tomó una de sus manos y musitó—: Mírame, Harry. Te prometo que todo va a salir bien, Severus va a ser muy cuidadoso.

La sorpresa en la cara del moreno era tan evidente que Draco se echó a reír.

>>Eres tan sabio y tan inocente a la vez —le dijo con cariño—. ¿Te preocupa ser virgen, verdad?

Harry enrojeció hasta la raíz del cabello y sólo pudo asentir, tenía las palabras atoradas en la garganta, junto al corazón.

>>No debes preocuparte. Severus es un buen hombre y, aunque tú no lo quieras aceptar, te tiene mucho afecto, yo diría que más que afecto, pero eso te va a tocar descubrirlo a ti —levantó una mano para impedir que el otro alegara—. Es un hombre experimentado y va a saber cómo tratarte, ya verás.

—No es eso, Draco —argumentó, compungido—. Al menos, no es sólo eso. Se trata de… —esperó un par de segundos para poder continuar—... de mí. Yo... yo no tengo ninguna experiencia en esto, Severus va a pensar que soy un adolescente tonto.

—No va a pensar eso —le tranquilizó su amigo, apretando su mano—. De hecho, estoy seguro que tu inexperiencia va a resultar un atractivo adicional. Además, eres un hombre valiente que te has enfrentado a muchas cosas, Voldemort incluido. Has podido superar muchas pérdidas y tristezas, ¿y me vas a decir ahora que no tienes brío para enfrentar la felicidad? ¿Qué pasó con todo ese asunto de la valentía Gryffindor? ¿Acaso es sólo propaganda institucional?

Harry rió ante el poco sutil intento de Draco de hacerle reaccionar. Entonces pensó que él tenía razón. Severus era el hombre que amaba y se iba a casar con él, estaba seguro que su corazón y sus instintos le indicarían el camino a seguir.

—Así me gusta—dijo Draco—. Tienes que sonreír. Y mover el culo —agregó, apresurándole—. Es tardísimo y tú sigues sin vestir.


Luego de eso me ayudó a vestirme y, cosa inútil por demás, a tratar de domar mi terrible cabello y... espera, hay un ruido molesto en la ventana, ya regreso...

No creerás lo que te voy a contar. Recuerdas que te hablé de un ruido molesto en la ventana. Era el halcón peregrino de Severus, y en su pata traía una cajita vino tinto con un listón gris plata. Cuando la abrí, vi el tulipán más hermoso que he visto en mi vida. Es rojo sangre y sus pétalos parecen terciopelo, su ramaje es de un verde brillante, y en conjunto es de una delicadeza excepcional, casi pareciera que se fuera a romper en cualquier momento. Al fondo de la caja, una simple nota

Para que la uses en la boda
Nos vemos en unos minutos
Severus

Dios, creo que podría morir de felicidad


Retazos de vida. Capítulo 7 Harry_zps504lvwbw




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Última edición por alisevv el Mar Sep 15, 2015 7:51 pm, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Retazos de vida. Capítulo 7   Retazos de vida. Capítulo 7 I_icon_minitimeMar Jun 10, 2014 10:14 pm

Creo que estoy adorando a Draco, me encanto su participación en este capitulo, y Harry por fin se va a casar con Severus eso es tan lindo
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MensajeTema: Re: Retazos de vida. Capítulo 7   Retazos de vida. Capítulo 7 I_icon_minitimeMiér Jun 11, 2014 2:28 pm

En esta historia Draco es absolutamente adorable  love love 

Besitos
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MensajeTema: Re: Retazos de vida. Capítulo 7   Retazos de vida. Capítulo 7 I_icon_minitime

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