alisevv
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| Tema: Wrapped Around His Finger. Capítulo 6-II Lun Jun 01, 2009 10:00 pm | |
| La oscura figura se envaró y giró en redondo, alejándose rápidamente de la risa de Seamus, quien empujó ligeramente a Harry.
—¡Ron no cuenta!
Dean sonrió y asintió.
—Sí, él es más derecho* que un asta de bandera. Probablemente, es el único en la escuela que no ha notado que tú eres gay**.
Harry se echó a reír mientras Seamus pasaba sus brazos alrededor de su cuello y el de Dean, y agregaba sonriéndole a Harry:
—Y además, no es como si tú estuvieras en la habitación con él, así que no cuenta cuando consigue acostarse en tu cama. Tú siempre estudias en la sala común con nosotros.
—Razón por la cual yo pasé Pociones—agregó Dean, sonriéndole—. Si consigo entrar a las clases de entrenamiento para Auror, será gracias a ti, Harry. Eres mi héroe.
El aludido rió y sacudió la cabeza mientras entraban en el casi vacío Gran Comedor, manteniendo su atención en Seamus y Dean mientras caminaban juntos.
—No es así. Sólo permití que leyeran mis anotaciones, eso es todo. Hermione hizo lo mismo en la mitad de nuestras materias.
Sus dos amigos se rieron, asintiendo, antes que Dean hablara nuevamente.
—Hermione es la salvadora de cada Gryffindor de nuestro año. Si no fuera por ella, todos tendríamos que luchar por el trabajo de Stan Shunpike en el Autobús Noctámbulo, manteniendo protegidos a todos los borrachos y viejos tontos que no fueran capaces de aparecerse con seguridad en su hogar.
Harry y Seamus comenzaron a reír al tiempo que llegaban al extremo de la mesa Gryffindor, donde siempre se sentaban los alumnos de séptimo. Seamus dejó que sus amigos se sentaran mientras Dean agregaba:
>>Odiaría ser ese tío. Espero que sea un lince en los hechizos de limpieza.
Harry rió y dio la vuelta a la mesa para sentarse frente a Seamus y Dean, al tiempo que la comida aparecía en las bandejas frente a ellos. Ni siquiera notó las miradas que los tres estaban obteniendo desde la mesa de los profesores, sonriendo a sus amigos mientras concordaba con Dean.
—Creo que tiene que ser bueno en eso, y en hechizos de reparación también, por el modo que se sacuden las cosas allí.
Seamus arrugó la nariz, bajando la vista hacia los huevos revueltos que acababa de poner en su plato y pensando en el resultado habitual de la mezcla de bebidas.
—Recuérdenme no montarme en el autobús los sábados.
Los otros dos rieron nuevamente, y Harry tomaba los huevos en el momento que escuchó la familiar voz de Dumbledore llamándolo.
—¿Harry, podría hablar un momento contigo?
Seamus y Dean lo observaron con curiosidad mientras el chico contestada de inmediato.
—Sí, señor.
Se levantó, olvidando el desayuno tan pronto como recordó el contrato de Aprendizaje, y caminó rápidamente hacia el Director, quien estabas sentado junto a Remus y la profesora McGonagall, mientras Severus estaba parado detrás de su sitio habitual.
Las cejas de Harry bajaron con preocupación cuando notó el ceño en el rostro de Severus y el modo en que evitaba mirarlo. También notó que McGonagall estaba observando al profesor con obvia desaprobación para luego mirar a Remus, con una expresión decepcionada en su rostro que hizo que Harry se congelara.
“Oh, mierda, él cambió de opinión. Tuvo demasiado tiempo para pensar y decidió no enredarse con un estúpido chiquillo. ¡Mierda, mierda, mierda! Debería haberle pedido que buscáramos los testigos anoche, cuando él aún estaba feliz con esto…”
Dumbledore se levantó en el momento que Harry llegó a la mesa principal, sonriéndole mientras le decía con tono tranquilizador.
—Señor Potter, creo que sería mejor que conversáramos esto en un lugar un poco más privado.
Severus se giró para partir mientras Remus y McGonagall se paraban, y los tres profesores se dirigieron hacia la puerta de salida del personal, ubicada al final de la mesa, mientras Dumbledore sonreía cálidamente al muchacho y pedía:
—Si pudieras seguir a Remus, por favor.
—Sí, señor—contestó, ignorando el hecho de que cada estudiante del Gran Comedor le observaba mientras se movía rápidamente a lo largo de la mesa. Atravesó el umbral justo después que Remus lo hiciera, y luego lo siguió a través del desierto salón de profesores hasta una sala de reuniones, para sentarse en una mesa algo más grande. Harry se sentó directamente frente a Severus y lo miró preocupado, preguntándose cuál era el problema, mientras el profesor de Pociones dejaba los dos pergaminos sobre la mesa. La expresión del hombre era hermética y desdichada mientras evitaba mirar al otro lado de la mesa, y el estomago de Harry pareció repleto de plomo mientras trataba de imaginar qué había pasado. Sentía que era algo que debería saber, algo que había sido su culpa, pero él no había hecho nada.
Dumbledore levantó una botella de tinta y una pluma de un lado de la mesa y luego se sentó en la cabecera de la mesa, posándolas frente a él. Rompió el silencio de la habitación al tiempo que decía, con una sonrisa.
—Severus, ¿creo que dijiste que hay un contrato de Aprendizaje que requiere ser atestiguado?
—Sí, Albus, lo dije, pero ya no estoy seguro de eso—replicó Severus con voz neutral, procurando no mirar a Harry.
Dumbledore frunció el ceño, cruzando las manos frente a él.
—¿Y eso por qué, Severus? Parecías bastante seguro sobre este plan de acción, me atrevería a decir que incluso feliz. ¿Qué ha cambiado?
Severus bajo la vista hacia la mesa, frunciendo el ceño.
—No estaba consciente de algo que fue traído a mi atención esta mañana.
—¿Qué?—soltó Harry, incapaz de permanecer en silencio—. ¿Qué hice mal?
Los otros tres profesores observaron mientras Severus finalmente levantaba la mirada y la fijaba en Harry, con expresión cerrada.
—Tú…—su voz se apagó con un suspiro y permaneció callado por un momento, mirando al joven; luego sus hombros se hundieron levemente, y bajando nuevamente la mirada, habló serenamente—. Usted no hizo nada malo, señor Potter. Es sólo que no estaba consciente de algo que descubrí y cambió mis sentimientos sobre este asunto.
—¿Qué fue?—interrogó Harry, inclinándose hacia delante y dejando ambas manos sobre la mesa mientras observaba el rostro de Severus, ignorando completamente al resto de los presentes en la habitación—. Dime lo que es y lo arreglaré, lo prometo.
Severus volvió a levantar la mirada, buscando la preocupada de Harry, el rostro confundido brevemente antes de admitir finalmente:
—Tenía la impresión de que usted no tenía ninguna relación, señor Potter. Descubrir lo contrario ha sido… decepcionante.
—¡No la tengo!—exclamó Harry de inmediato, aturdido—. ¡Quienquiera que le haya dicho eso está mintiendo! No he tenido una cita con nadie desde quinto año, y sólo fui a la torre de Astronomía con Cho una vez antes que me dijera que yo era ‘raro’.
Remus sofocó la risa mientras Dumbledore reía entre dientes y los labios de McGonagall se curvaban en una diminuta sonrisa, pero Severus frunció el ceño.
—¿Entonces, por qué le dijiste al señor Finnegan que tenías un chico en tu habitación cada noche?
Harry parpadeó y luego estalló en carcajadas, aliviado.
—¿Nos escuchaste esta mañana?—el hombre asintió, profundizando el entrecejo, antes que Harry continuara—. ¿Y escuchaste el resto de la conversación?
—No, sentí que había escuchado suficiente—replicó rotundamente, mostrándole su ceño habitual.
—Bien, si hubieras escuchado un poco más—dijo el joven con una sonrisa, completamente imperturbable ante el ceño—, hubieras oído que Dean decía que Ron no contaba porque es tan derecho como el asta de una bandera—Remus rió mientras, tanto McGonagall como Dumbledore, luchaban por no sonreír, pero Harry los ignoró pues le sonreía a Severus—. Sólo estaban bromeando conmigo, Sev, de veras. Flirteamos un poco, lo admito, pero fue un juego inocente entre amigos. Seamus y Dean no son mi tipo.
Dumbledore y Remus rieron ante la expresión desconcertada de Severus, al tiempo que McGonagall levantaba una mano para ocultar una sonrisa. Harry sonrió de nuevo, antes de agregar:
>>Ellos son demasiado agradables.
Remus palmeó su hombro, sonriendo.
—Es suficiente, Harry. No te vuelvas a meter en problemas cuando apenas estás cavando tu salida. Reserva ese razonamiento para otro día.
El Gryffindor sonrió a Remus antes de mirar nuevamente a Severus y decir con gran seriedad:
—Estoy diciendo la verdad, señor; sobre todo. Palabra de mago.
Severus sólo lo miró por un rato para luego levantar los pergaminos posados frente a él y pasárselos a Dumbledore.
—Debo corregirme, Albus. Todavía necesitamos los testigos.
Harry sonrió.
—Gracias, Sev. No te arrepentirás.
El profesor bufó, sentándose en su silla y mirando al joven.
—No, estoy seguro de que sí lo haré—Harry se sorprendió ante eso, su ancha sonrisa de felicidad decolorándose, antes que los labios de Severus se curvaran en su propia sonrisa ligera—. Pero creo que las ventajas compensarán por mucho los momentos en que tu efusividad Gryffindor crispen mis nervios.
Dumbledore desenrolló los pergaminos, radiante.
—Estoy bastante seguro que ambos aprenderán a disfrutar teniendo a alguien, sin importar que él crispe sus nervios o no—estiró la mano para tomar la pluma mientras revisaba el contrato, antes de levantar rápidamente la vista y observar a Severus por encima de sus lentes—. ¿Tú permitiste que Harry utilizara este contrato, Severus?
McGonagall se inclinó hacia delante para leer el documento mientras Severus contestaba.
—Sí, Albus. No tengo intención de tomar ventaja de su confianza, así que acepté sus deseos.
—Harry, ¿comprendes lo que significa este contrato?—preguntó McGonagall de improviso, levantando el papel con una expresión inescrutable.
—Sí, Madame—contestó inmediatamente—. Mi abogado dijo que es legal.
—Sí, pero te deja muy poca protección, Harry—insistió la bruja, haciendo que Severus la mirara con el ceño fruncido mientras Dumbledore tomaba nuevamente la pluma—. Tradicionalmente, con un contrato como éste serías considerado poco menos que una propiedad.
—No necesito protección—replicó Harry, y cuando Severus lo miró de nuevo, aceptó su mirada serenamente—. No hay nada que el profesor Snape pudiera pedirme que yo no quisiera hacer por él.
—Gracias, Harry—musitó Severus quedamente, ofreciéndole una amable sonrisa que era completamente ajena a su expresión habitual—. No abusaré de tu confianza.
—Lo sé—contestó, retornándole la sonrisa.
—Bien—expresó McGonagall luego de un largo silencio, durante el cual escudriñó minuciosamente a ambos—, esto es… inesperado.
Remus rió entre dientes y tomó los pergaminos que Dumbledore deslizaba hacia él. Alcanzó la pluma y añadió su propia firma en cada uno, al tiempo que el Director alargaba la mano para dar una palmadita sobre la mano de la bruja y decía:
—Sólo para ti, querida.
McGonagall bufó suavemente, lanzando al anciano una mirada severa mientras Severus sonreía un poco más ampliamente a Harry. El joven le sonrió a su vez, para luego dirigir la vista de nuevo hacia los contratos, observando con avidez mientras Remus firmaba justo debajo del nombre del profesor Dumbledore.
>>Tengo una petición para ambos—dijo el anciano cuando, momentos más tarde, Remus terminó de firmar la segunda copia; la atención de Severus y Harry derivó hacia el Director—. No soy tan joven como una vez fui… Dado lo impredecible que puede ser la vida, propongo que Minerva debería firmar también.
Harry sólo miró a Severus, quien sostuvo su mirada un momento y después frunció los labios, fijando la vista en McGonagall.
—Cuento con que en el futuro escucharé mucho de ti acerca de lo mal maestro que soy, Minerva, pero sé que sólo será en el mejor interés de Harry. Si quisieras firmar, me sentiría agradecido.
—¿Tienes intención de tener una… relación personal con el muchacho?—interrogó la bruja, con expresión inescrutable.
Las cejas de Severus bajaron formando un ceño profundo, y a punto estuvo de preguntarle por qué se metía donde no le importaba.
—Si él lo desea, sí.
—Entonces, firmaré—dijo McGonagall con un brusco asentimiento, y extendió la mano sobre la mesa para tomar el contrato de Remus.
Severus sólo la miró hasta que hubo firmado el primer contrato, y luego habló nuevamente, obviamente perplejo.
—¿No vas a darme un discurso acerca de tener relaciones con un estudiante?
La bruja bufó, mirándolo por encima de sus gafas.
—Antiguo estudiante, Severus. Él es un adulto ahora, y bastante capaz de elegir su propio camino. El chico ha entregado su niñez por el mundo mágico, y creo que es apenas justo que sea feliz como adulto, en compensación.
—Y donde será más feliz es aquí, contigo—agregó Remus, sonriendo a Severus, quien todavía se mostraba sorprendido—. Es lo que ha deseado desde hace bastante tiempo.
Severus lanzó a Harry una mirada penetrante y éste enrojeció, bajando la vista mientras el mayor preguntaba:
—Harry, exactamente, ¿cuánta gente sabe que te gustaría tener una relación conmigo?
Remus rió entre dientes mientras Harry se ruborizaba más aún y daba a Severus una débil sonrisa avergonzada.
—Ummm… la verdad, no estoy seguro.
El maestro bufó, apartando el recurrente pensamiento de que Harry se veía absolutamente comestible cuando estaba ruborizado.
—Haz un cálculo.
—¿Además de ti?—el hombre asintió con impaciencia y Harry se mordió el labio inferior mientras bajaba la vista, pensando, para luego volver a levantarla y decir, vacilante—: Siete a los que yo les dije, pero George le debe haber contado a Fred, y ellos puede que le hayan dicho a Lee y Oliver, así que serían diez. U once, si Hermione le dijo a Ginny. Pero ninguno de ellos lo contaría. Bueno, a menos que gente a la que no le he dicho lo haya imaginado, pero en ese caso no tengo idea.
—Bien—musitó Severus luego de un rato—. Espero que estés preparado para afrontar las consecuencias si una relación entre nosotros se llega a convertir en pública. Muy pocos mirarían con aprobación la idea de que el Niño Que Vivió tenga una relación homosexual, especialmente cuando eres el último en tu linaje. Y tener una relación con uno de tus profesores, que además resulta que es un antiguo Mortífago, con seguridad provocará un escándalo.
—No le temo a eso—contestó simplemente.
Severus ignoró al resto de los de la mesa mientras buscaba algo en los ojos de Harry, para luego musitar suavemente:
—Perderás tu popularidad, Harry. Podrías dejar de ser bienvenido entre la gente educada del mundo mágico.
Harry no dudo en absoluto antes de contestar, calmada y seriamente.
—No me avergüenzo de lo que siento. Si tuviera que elegir entre tenerte a ti o al mundo mágico en una bandeja, te elegiría a ti.
Severus lo miró por largo rato antes de sonreír, suavizando su mirada.
—Gracias, Harry. Yo… yo creo que también te elegiría a ti.
El joven le regaló una sonrisa deslumbrante, completamente perdidas las palabras, y ambos se limitaron a sonreírse mutuamente hasta que Dumbledore se levantó repentinamente, su silla rasguñando el piso de piedra.
—Bien, ahora que todo está resuelto, creo que es hora de desayunar—los demás entendieron la indirecta y comenzaron a levantarse, mientras el Director tomaba los contratos y los guardaba en su túnica—. Oh, y Harry. Estás dispensado del resto de tus clases, dado que ya no eres oficialmente un estudiante. Si Severus no tiene objeción, eres bienvenido a asistir con tus amigos hasta que ellos partan. Además, puedes mudar tus cosas cuando desees, y puedes sentarte con Severus en la mesa de profesores si así lo deseas.
Harry dio al anciano una sonrisa radiante.
—Gracias, señor.
—De nada—contestó, sonriendo, para luego mirar a Severus y agregar—: Severus, me gustaría hablar con ambos en algún momento antes que tenga que irme. Tengo una puesto docente vacante y creo que tu Aprendiz lo haría admirablemente sin tomar mucho tiempo de sus estudios.
—Estamos a tu disposición, Albus—contestó el mago, con una ligera sonrisa y un asentimiento.
—Bien, bien—replicó Dumbledore, sonriendo mientras ponía una mano sobre la espalda de McGonagall y la guiaba hacia el Gran Comedor—. Vamos, Minerva, Remus. Los elfos domésticos siempre premian a los más madrugadores con los mejores desayunos, pero si tenemos suerte, todavía quedarán algunos de esos deliciosos pastelillos de membrillo.
Remus rió entre dientes y los siguió fuera, dejando a Harry y a Severus sentados en lados opuestos de la mesa; solos.
Ambos permanecieron un buen rato mirándose en silencio, sonriendo ligeramente, y fue Severus quien habló finalmente.
—Eres bienvenido en nuestras habitaciones cuando quieras, pero creo que hoy deberías sentarte con tus amigos, Harry. Sé que los extrañarás cuando se vayan.
Harry asintió rápidamente, ampliando su sonrisa.
—Me gustaría eso, se… Sev, gracias.
Los labios del profesor acentuaron ligeramente su sonrisa y se giró para salir, caminando hacia la puerta.
—Trata de recordar tomar hoy algo de tiempo para pensar si te gustaría enseñar Vuelo o no. Eres el mejor Buscador que he tenido el placer de ver, Harry, y sería una pena que lo abandonaras completamente. Convertirte en instructor de Vuelo no te quitaría mucho tiempo.
Harry lo siguió fuera de la habitación, sonriendo.
—Lo pensaré, señor. Si no va a interferir con mi Aprendizaje, sería divertido volar con los estudiantes.
—Pienso que lo disfrutarías, Harry, pero tu tienes la decisión final, por supuesto—Severus seguía sonriendo ligeramente mientras abría la puerta del Gran Comedor y hacía un gesto a Harry para que lo siguiera—. Te veré más tarde en la clase; entonces, podremos discutir este asunto, si lo deseas.
—Definitivamente—contestó, radiante, entrando en el Gran Comedor antes de mirarlo de nuevo—. Disfruta tu mañana, Sev.
El hombre asintió, sonriendo.
—Lo haré, Harry. Igual para ti.
El Gryffindor sonrió y asintió antes de dar la vuelta y caminar rápidamente hacia la mesa donde estaban sentados sus amigos, completamente ignorante del hecho de que la mayoría de los estudiantes del comedor habían pasado sus atónitas miradas de Severus a él repetidas veces, susurrando y preguntándose qué estaba sucediendo. Porque no había duda de que algo estaba sucediendo…
Severus Snape nunca sonreía de esa manera en público, y ciertamente, no a Harry Potter.
Última edición por alisevv el Sáb Abr 09, 2016 7:39 pm, editado 4 veces | |
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