La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Wrapped Around His Finger. Capítulo 13

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alisevv

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MensajeTema: Wrapped Around His Finger. Capítulo 13   Wrapped Around His Finger. Capítulo 13 I_icon_minitimeVie Ago 14, 2009 10:36 am

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Dumbledore y McGonagall continuaron discutiendo alegremente por un buen rato, sobre si había o no alguna validez en la teoría de que transformar animales en otros con formas o nombres similares fuera más fácil. Todavía, ambos apoyaban fielmente a sus teorías, diametralmente opuestas, que cada uno había enseñado incontables veces durante su ejercicio como profesores de Transformaciones. Dumbledore insistía en que la transformación tenía igual dificultad sin importar el objeto o animal al que estuvieras lanzándole el hechizo. McGonagall no estaba de acuerdo, e insistía en lo que ella enseñaba en sus clases, que era más fácil transformar a cosas similares, como por ejemplo, un erizo en un alfiletero.

Finalmente, suspendieron la discusión al tiempo que Harry terminaba su comida, y desviaron su atención hacia él y Severus.

—¿Ya pensaste sobre quién te gustaría que ejecutara el hechizo de enlace, Severus? —preguntó Minerva, luciendo curiosa.

Harry miró rápidamente al Slytherin, pescando una expresión de sorpresa en su rostro. Severus lo miró por un momento y luego se giró hacia Minerva, diciendo tranquilamente:

—No tengo intención de utilizarlo.

Las cejas de la bruja se alzaron en señal de sorpresa.

—Severus, en tradicional que un Aprendiz esté enlazado a su Maestro, especialmente con un contrato como el que Harry eligió.

Severus bufó suavemente, con expresión medio divertida, mientras decía:

—Sí, pero también sería tradicional que si un Aprendiz utilizara un contrato como el de Harry, se convirtiera en poco menos que un esclavo. Aunque tolero la mayoría de las tradiciones, ésta no será una de ellas. Puede que todavía Harry no sea mi igual en algunas cosas, pero estoy muy seguro que llegará a serlo, y no le pediré que se enlace para obedecerme. Es lo suficientemente inteligente como para escucharme por sí mismo, sin necesitar obligarlo con un hechizo.

—¿Un hechizo vinculante me obligaría a actuar así? —indagó Harry, sorprendido y curioso.

Severus se giró hacia él, asintiendo.

—Sí, lo haría. La obediencia es lo primero que asegura este hechizo, además de permitir que tu Maestro sepa dónde te encuentras todo el tiempo y cómo está tu salud. La habilidad de encontrarte nos hubiera beneficiado a ambos unos meses atrás, pero ahora no veo razón para ello. Además, no quiero que te veas obligado a obedecerme —sonrió—. Como te dije, me gusta mucho el hecho de que tengas una mente aguda y tus propias opiniones.

Harry le regresó la sonrisa.

—Pero, ¿no podría ser ejecutado el hechizo sin la parte de la obediencia?

—Sólo si ambos usan alguna clase de símbolo de metal que pudiera ser hechizado —contestó Dumbledore, antes que Severus pudiera decir nada, logrando que ambos lo miraran—. Hechizos de localización a corta distancia pueden ser lanzados sobre la plata o el platino, pero para cualquier espacio superior a una milla, sería mejor utilizar oro puro —se detuvo un momento, inclinando levemente la cabeza para observarlos por encima de sus anteojos, y sonando divertido, prosiguió—: Los objetos hechizados sólo funcionan siempre y cuando estén permanentemente en contacto con la piel; así, los anillos son los que suelen funcionar mejor, a menos que alguno de ustedes tenga la intención de usar un pendiente permanente.

Harry miró nuevamente a Severus, descubriendo que éste estaba observando a Dumbledore y Minerva con sospecha. La mirada oscura permaneció fija en ellos por un buen tiempo, antes de decir, abruptamente:

—Ustedes dos están tramando algo.

Las cejas del anciano se elevaron mientras la profesora de Transformaciones bufaba suavemente y replicaba:

—Severus, te estás comportando como un tonto paranoico.

El otro se echó a reír sin alegría.

—Entonces, ¿por qué no mencionaron la idea frente a Remus, cuando atestiguaron el contrato?

—No estábamos seguros si él aprobaría un enlace para Harry —explicó Minerva, un tanto demasiado rápido.

—Entonces, ¿por qué quieren que lo hagamos? —intervino Harry, sus cejas bajando en un ligero ceño.

Severus asintió, lanzando una rápida mirada al chico y regresando a los otros dos.

—Sí. ¿Qué se traen entre manos ustedes dos, viejos entrometidos, que Remus no aprobaría?

Dumbledore puso una mano sobre el brazo de Minerva cuando ésta iba a abrir la boca para hablar, haciendo que la cerrara de nuevo con un ligero ruido. Luego, explico tranquilamente.

—Considero que sería beneficioso para ambos si tuvieran un medio de localización, y que cada uno tuviera la certeza de que el otro está bien. Seguramente, eso no es algo a lo que ninguno de ustedes pondría objeción, ¿no?

Severus fijó su atención nuevamente en Harry, quien se encogió de hombros, antes de preguntar:

—Cierto. ¿Pero eso es tan inofensivo como suena?

—Muy poco —contestó Harry, de inmediato—. Incluso los esponjosos conejitos tienen dientes y garras —enfocó su atención en Dumbledore y Minerva—. ¿Quién ejecutaría los hechizos?

—Yo —contestó el Director, con una ligera sonrisa—. Es un hechizo muy complejo. No estoy muy seguro que alguien más fuera capaz de hacerlo, excepto Filius, y él ya se fue por el verano.

Harry miró a Severus y asintió.

—Definitivamente, traman algo.

Minerva gruñó suavemente, lanzándoles una mirada severa.

—Pensaría que ustedes dos deberían estar agradecidos de que Albus se ofreciera a hacer esto.

—¿Agradecidos de que quiera entrometerse en nuestras vidas? —ironizó el Slytherin, con una expresión divertida, mientras elevaba una elocuente ceja ante Minerva—. Ustedes dos, Gryffindor, son peores que dos viejas tías solteronas alcahuetas, y toman riesgos absurdos. No puedo evitar pensar que hay algo más detrás de esto de los anillos que quieren colocarnos.

—Simplemente, hechizos de protección —replicó Dumbledore, sonriendo serenamente—. Nada perjudicial para ninguno de los dos, o que pudiera afectar sus sentimientos o habilidades en modo alguno.

—¿Y nada que nos hiciera, hmm, más fértiles? —preguntó Harry, mostrándose repentinamente más cuidadoso.

Severus se echó a reír.

—Muy buena pregunta, Harry.

Éste dio al Profesor una pequeña sonrisa antes de mirar, expectante, a Dumbledore, quién se veía divertido al tiempo que contestaba.

—No, no, nada de esa clase. Los anillos sólo les permitirán localizarse uno al otro y saber si están seguros o no, así como protegerlos de algunas maldiciones menores.

—Ambos somos bastante capaces de protegernos de maldiciones menores —replicó Severus, secamente—. ¿Qué es lo que no nos has dicho?

El anciano mago miró a ambos por largo rato, y finalmente, admitió:

—Creo que sería beneficioso para todos los involucrados si llevaran los anillos, que harían más evidente que están relacionados.

—¿Quiere decir que desearía que estuviéramos casados? —indagó Harry, algo sorprendido.

Severus se acomodó en su asiento, cruzando los brazos sobre su pecho y observando a Dumbledore con expresión indescifrable.

—No, Harry, yo no pediría que te casaras —contestó Dumbledore con calma—. Simplemente, considero que la vida será más fácil si hay un anillo en tu dedo.

—Señor, soy bastante capaz de cuidar de mi mismo. No necesito una etiqueta que diga que soy propiedad de Severus —comentó, repentinamente divertido—. No hay una posibilidad, en absoluto, que yo olvide que estoy enamorado de él, si alguien me ronda.

Por supuesto que no —dijo Minerva con impaciencia—. Pero hay una buena posibilidad de que Severus terminara completamente enojado si alguien tuviera el descaro de comenzar a hacerte proposiciones, y viceversa.

Harry desvió su atención hacia Severus, quien seguía claramente divertido, y le preguntó:

—¿Ésa es su manera de decirnos que no debemos jugar con otra gente?

El hombre se echó a reír, sorprendido, y sus ojos brillaron divertidos cuando asintió, instantes más tarde.

—Creo que sí.

—Así que, supongo, quieren que estemos de acuerdo con ellos en proteger a los no-tan-inocentes transeúntes —comentó, mientras Severus reía de nuevo y asentía.

—En una palabra, sí —confirmó Minerva, enfadada por la arrogancia con la que Harry estaba tratando lo que ella consideraba un problema real—. Ambos son miembros del profesorado, lo que significa que se verán expuestos a los padres y a los hermanos mayores de nuestros alumnos con bastante frecuencia. El que uno de ustedes maldiga a alguien por propasarse con el otro no es una idea divertida, señor Potter. Los dos tienen reputaciones bien ganadas, como hombres muy peligrosos.

Harry le sonrió, sus ojos verdes brillando con la risa.

—Profesora McGonagall, no tengo que huir de las muchas damas que intentarán asaltar mi virtud, pero le prometo que sé cómo manejarlas sin tener que maldecirlas. Todo lo que tengo que decirles es que soy marica.

Minerva frunció el ceño, ignorando la risita de Severus, mientras preguntaba en tono cortante:

—¿Y podrá lidiar con un joven persistente con tanta facilidad, señor Potter?

La sonrisa de Harry no se decoloró mientras repicaba:

—Sí, Madam, es muy simple. Me comportaría como si estuviera enojado y le diría que soy hetero.

Minerva echaba humo, mientras Severus sonreía al chico y le preguntaba:

—¿Y qué si uno de los jóvenes hubiera pasado junto a ti mientras hablabas con una de las damas?

—Me ocultaría detrás de mi muy imponente Maestro y dejaría que él lo manejara —replicó de inmediato, sus ojos verdes centelleando con risa contenida.

Dumbledore rió por lo bajo, ganándose una mirada de furia de Minerva, antes que ella se girara hacia los otros dos y declarara severamente:

—Sea como sea, de esta forma, cualquiera que los viera juntos no tendría problema para determinar que mantienen una relación. Para la escuela, sería lo mejor si llevaran los anillos en señal de compromiso, aunque sólo fuera para evitar habladurías entre los estudiantes y disuadirlos de que expandieran rumores maliciosos entre sus familiares.

Severus levantó una ceja, todavía mostrándose divertido.

—¿Por qué deberíamos temer que la gente hablara sobre nosotros, Minerva? Como ya ha sido señalado en varias oportunidades, generalmente se hacen suposiciones sobre lo que sucede entre un Maestro y su Aprendiz. Eso no debería afectar la reputación, al menos, no la de la escuela.

—Severus, Harry, ¿considerarían hacerlo como un favor personal hacia mí? —pidió Dumbledore en ese momento, sonriéndoles y sin dar oportunidad a Minerva de decir nada más—. Tienen mi palabra, los anillos no tendrán otra función que la de permitirles localizarse uno al otro, permitirles saber que están bien y protegerlos de hechizos menores.

Harry se giró hacia Severus, fingiendo poner mala cara mientras gimoteaba.

—Sev… nos está timando.

—Sí, lo noté —replicó con expresión de desconcierto—. Pocas veces pide un favor personal.

—Lo que significa que es importante para él —dejó escapar un falso suspiro de resignación—. Sabes que ahora tendremos que hacerlo.

—Totalmente —convino, todavía con la misma expresión.

—¿Van a aceptar ahora? —preguntó Minerva con incredulidad—. ¿Simplemente así?

Los otros dos se miraron, y luego a ella, antes de contestar, perfectamente sincronizados.

—¡Sí!

La bruja dejó escapar una exclamación de enojo, levantándose precipitadamente. Lanzó la servilleta que tenía en su regazo en medio de la mesa, al tiempo que miraba a Dumbledore y decía con severidad:

—¡Esos dos son peores que los gemelos Weasley! —giró en redondo y se dirigió hacia la salida del personal.

Harry y Severus intentaron valientemente contener la risa que quería estallar, pero cuando Dumbledore les hizo un guiño, perdieron la batalla abruptamente, justo en el momento que Minerva alcanzaba la puerta. El vendaval de carcajadas la enojó más aún, haciendo que cerrara la puerta sonoramente tras ella.

Después de un corto tiempo, recuperaron el control, excepto por alguna risita ocasional de Harry. Entonces, el Director les sonrió, sus ojos brillando mientras preguntaba:

—¿Preferirían elegir sus propios anillos o serán suficientes bandas sencillas?

Harry miró a Severus, quien curvó los labios en una sonrisa.

—¿Qué te gustaría más, Harry?

—No tener que volver a salir de compras —replicó de inmediato, sus ojos verdes todavía bailando divertidos.

El Profesor rió entre dientes, antes de mirar a Dumbledore.

—Bandas sencillas estarán bien, Albus.

—Bien, bien —el Director sonrió satisfecho y se levantó—. Debería tenerlas listas para esta noche. Disfruten su día.

—Lo haremos, señor —contestó Harry con una sonrisa radiante.

Severus asintió, todavía sonriendo, y agregó:

—Y gracias, Albus.

—De nada, Severus. Gracias a ustedes por complacer los caprichos de un viejo —dio la vuelta y caminó lentamente hacia la puerta del personal.

El profesor de Pociones resopló suavemente y miró a su aprendiz, quien lo estaba observando, expectante.

—Todavía creo que él trae algo entre manos.

—Sí —convino Harry con una sonrisa—. Pero de todas formas aceptamos, como él deseaba. Ambos somos bastante predecibles, aunque habitualmente consigue meternos en problemas con sus intrigas.

El otro rió entre dientes y se levantó, sorprendiendo a Harry al ofrecerle la mano.

—Hace un hermoso día afuera, ¿damos un paseo?

Tomó de inmediato la mano que le ofrecían, levantándose con una esplendorosa sonrisa de felicidad.

—Me encantaría.

Los dos empezaron a caminar juntos hacia las puertas principales, completamente ignorantes del hecho que un mago anciano muy engreído los observó desde el umbral de la puerta del personal, hasta que las puertas se cerraron detrás de ellos.



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Era ya media tarde para cuando Harry y Severus regresaron de su paseo; ya no iban tomados de las manos, pero era obvio que todavía estaban muy felices e iban hablando animadamente, mientras unos críticos ojos azules los observaban atravesar el césped hasta el castillo. La camisa verde de Harry estaba desabotonada y se movía con la brisa, mostrando una camiseta sin mangas, y sus pantalones ya no estaban metidos en sus botas. Llevaba una cesta que parecía estar hecha de una sola hoja enorme, con el pecíolo doblado para formar un asa, y que estaba llena de lo que semejaban terrones de estiércol de caballo. La camisa blanca de Severus estaba abierta hasta mitad, descubriendo su pecho pálido pero decentemente musculoso, y su cabello habitualmente lacio, estaba atado hacia atrás con lo que parecía un atado de parra. Llevaba una cesta más grande que aparentaba estar elaborada con parras, llena con flores, hongos y varias clases de frutas.

Hacían una llamativa pareja, ambos con su cabello oscuro y con estilos muy diferentes, que aún así se veían muy bien juntos.

Sirius frunció el ceño, observándolos dirigirse hacia una de las entradas laterales. Como era habitual, no pudo dejar de ver a James en Harry, pero luego del discurso que Remus le había dado cuando habían regresado de Londres una hora antes, estaba buscando algo más también. No le tomó mucho tiempo reconocer los rasgos que no había querido ver, y que, de hecho, había intentado fieramente ignorar durante los últimos cuatro años.

Harry tenía una risa feliz, tan parecida a la de Lily que, si uno no pudiera verlo, podría casi pensar que ella estaba allí. El modo en que caminaba sin apartar los ojos de Severus y nunca tropezar ni parecer que necesitara guía también era igual a su madre. Transportaba su cesta en el pliegue del brazo, dejando libres ambas manos, que hacían expresivos gestos, similares a los que Lily tantas veces usara para resaltar un punto.

La evidencia más definitiva de su madre en él, sólo se hizo obvia cuando Harry y Severus estuvieron cerca del castillo, aunque era algo que Sirius había tratado de ignorar a medida que el chico se había ido acercando más a Severus en los últimos días. Harry siempre había tenido lo que Sirius consideraba eran ojos verde oscuro, y con una seriedad demasiado profunda para su edad. Pero los últimos días, esos ojos verdes se habían puesto cada vez más brillantes, hasta lucir increíblemente parecidos a los de Lily, de los que una vez James había dicho eran un fuego esmeralda. Estaban llenos de luces y emociones oscilantes, y eran más expresivos de lo que unos simples ojos tenían derecho a ser.

En ese punto, Sirius dio la vuelta de la alta ventana de arco, mientras miraba el piso y, repentinamente, recordaba una conversación que tuviera lugar muchos años antes. Había sido una de las pocas veces en que había visto apagarse la luz en los ojos de Lily, para transformarse en algo muy similar a los serios ojos verde oscuro que Harry había tenido hasta pocos días antes.



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—Sólo quería decirte que sé sobre ustedes dos —dijo una suave voz familiar.

Sirius levantó bruscamente la cabeza del escritorio donde tenía clavada la vista, desesperado por pasar su EXTASIs, para observar los tranquilos y sabios ojos verdes, que se veían mucho mas viejos que la edad real de su propietaria.

>>Sé que te ama, y que lo amas. No tienes que disimular con tanta fuerza, Sirius.

El chico la miró unos momentos, impactado, antes de poder encontrar las palabras para hablar.

—¿Qué estás tratando de decir, Lily?

La joven se sentó al otro lado de la mesa, frente a él.

—Supongo que lo que estoy intentando decir es que, en tanto yo no tenga que presenciarlo, no mi importa lo que hagas con él cuando yo no esté cerca. Lo amo y tengo intención de casarme con él como lo tenemos planeado. Sería agradable si no restregaras en mi nariz el hecho de que mi prometido es patológicamente incapaz de elegir entre nosotros, pero trataré de entender si sientes que tienes que hacerlo.

Sirius tragó, sintiendo repentinas ganas de vomitar.

—No creímos que lo supieras.

—Lo sé desde el inicio —replicó, con una tenue sonrisa que no alcanzó sus habitualmente tranquilos ojos—. Lucius me lo dijo, tratando de hacer que me alejara de ustedes dos, pero no escuché realmente lo que me estaba diciendo hasta que fue demasiado tarde.

—Pensé que Lucius quería que te enrollaras con James.

Lily sonrió, bajando la mirada.

—Todos pensaban eso, puede que incluso él lo pensara, pero aún así me advirtió que James no podría renunciar, ni renunciaría, a sus Merodeadores, ni siquiera por mí —dejó escapar una diminuta carcajada y agregó suavemente—: De la misma manera que me dijo que Sev no podría enamorarse de una mujer, ni siquiera de mí. Aunque Sev me amaba más que a todos, excepto Lucius, hasta que tú y James hicieron que me odiara.

Sirius observó sin palabras, mientras ella jugaba con el brazalete de plata que había llevada desde que la conociera, dándole vueltas y vueltas en su brazo, como solía hacer cuando estaba pensando en algo. Él no tenía idea de qué decir, y estaba demasiado temeroso para intentar hablar con ella. James lo odiaría si decía algo equivocado, así que mantuvo su silencio, rezando para que ella se marchara y le permitiera pensar.

>>A veces, creo que toda mi vida es una comedia de errores —siguió la chica finalmente—. Amo a Sev, y pude haber pasado mi vida con él tan fácilmente; pero él es gay, y se enamoró de Lucius incluso antes de saber realmente lo que significaba amar. Lucius puede ser excesivamente encantador cuando quiere, y yo estuve muy cerca de enamorarme de él antes de darme cuenta que, realmente, él no quiere a nadie, excepto a sí mismo, y posiblemente a Sev. Luego, me enamoré de James, el abre-los-ojos, mas estúpido que la mierda, con un amor de síguelo-a-través-del-infierno, y él me dijo que también me amaba. Pensé que tenía todo lo que podía desear pero, eventualmente, me di cuenta que Lucius tenía razón, que yo sólo era la chica que amaba lo suficiente como para dejarme tener sus niños. Él en realidad te ama a ti, aunque no estoy segura si se ha dado cuenta. Y como si tú y yo no fuéramos suficientes para llenar su cama, también está teniendo un enredo con un hombre lobo que está ocultando su amor por ti y moriría gustoso si pudiera hacerte feliz por cinco minutos.

De repente, volvió a reír, y Sirius saltó ligeramente ante el frágil sonido, para luego tragar con dificultad, mientras ella encontraba su mirada. Los ojos de la chica eran de un verde más oscuro del que le hubiera visto nunca, en tanto proseguía:

>>James vive para ser la persona que tú idolatras, lo sabes, y Remus vive para que lo dejes ayudarte a sentarte a los pies de James.

Sirius la miró, confundido, preguntándose si ella tendría razón en que Remus estaba enamorado de él.

—¿Qué quieres decir?

—Sólo lo que dije —contestó, asintiendo, volviendo a sonreír, aunque sus ojos lucían mal, haciéndole pensar en las ventanas oscuras de una casa vacía—. En tanto idolatres el suelo por el que James camina, él será capaz de mostrarse perfecto para ti, y Remus será capaz de ayudarte a que lo idolatres.

—Y si yo dejara de… idolatrarlo, ¿qué pasaría? —preguntó Sirius, deseando poder ser capaz de comprender a Lily de la forma en que Remus lo hacía. Casi sentía como si debiera estar molesto por lo que ella estaba diciendo, pero la confusión estaba ganando a la furia por no estar seguro de lo que ella quería decir.

—Entonces, él volvería a ser un simple mortal, y estarías libre para decidir si realmente amas a Remus o él es sólo conveniente —replicó, suavemente, y luego sus labios se torcieron en una irónica sonrisa y se levantó de repente—. Pero no te preocupes, Sirius, eso no pasará. Tú adorarás a James hasta el día que te metan en el hueco, y él lo sabe tan bien como yo. Por eso seré su esposa pronto, porque tú siempre serás su mejor amigo y su amante.

Sirius se estremeció, bajando la mirada.

—Él te ama, Lily.

—Oh, lo sé —contestó Lily, sonando casi alegre—. Él es mi prometido, es su trabajo amarme, y James se enorgullece de ser el mejor en cualquier trabajo que le sea encomendado.

Sirius levantó la vista, sorprendido, para ver que ella se alejaba. No tuvo idea de qué decir o si debería decir algo hasta que la chica se hubo marchado, dejándolo solo en el aula vacía.





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De repente, Sirius recordó cuánto brillaban los ojos de Harry esa mañana, cuando entró con Severus, y el modo en que el profesor sólo tenía ojos para su aprendiz, su expresión más feliz de la que Sirius le hubiera visto jamás. Realmente, era obvio que estaban enamorados, más de lo que Severus había amado a Lucius, más de lo que Lily había amado a James al comienzo, cuando todo era nuevo y excitante para ella.

El rostro y los ojos de Harry proclamaban al mundo que, sencillamente, adoraba a Severus, y era bastante obvio que el hombre retornaba sus sentimientos con todo el corazón. Ambos habían estado flotando alto, en felicidad y amor, hasta que él los había golpeado, bajándolos. Los ojos de Harry se habían enturbiado de nuevo hacia el verde oscuro, serio, que habían mostrado desde que lo conocía, y la expresión feliz de Severus se había cerrado como un libro, volviendo a ser el hombre adusto y tranquilo que Sirius había visto desde que le liberaran de Azkaban.

Tragó con fuerza, parpadeando repetidamente mientras se preguntaba cuánto tiempo los ojos de Harry habrían estado vacíos sin que nadie lo notara, para luego maldecirse a sí mismo. Había visto el fuego brillante que había habitado en ellos los últimos días sin saber lo que estaba viendo, y luego había tratado de sacarlo de nuevo, con viejos odios y dolor. Había tenido razón cuando le había dicho a Severus que nunca dijo o hizo lo correcto. Desde muy joven había comenzado a hacer las cosas equivocadas, disfrutando el modo en que eso le hacía sentir poderoso, y se había mantenido haciendo todo mal hasta este momento.

De alguna forma, siempre se había justificado, para que sus acciones no parecieran tan malas, aunque ellas hirieran a las personas que de verdad lo amaban. Primero, había dañado a la persona que había estado allí para él desde el día que se conocieron. Incluso cuando eran chicos. Remus siempre había sido honesto con el hecho de que lo amaba más que a su vida, a pesar de saber que su corazón había sido de James por mucho tiempo. Como si herir a Remus no hubiera sido suficientemente malo, había dañado a Harry, un chico que había sido maltratado por sus únicos parientes durante los primeros quince años de su vida. Harry lo había aceptado como figura paterna desde el principio, a pesar de sus numerosos defectos, por la simple razón de que se preocupaba por él. Y él había pagado esa confianza, rompiendo la primera felicidad verdadera que el joven había conocido.

De repente, Sirius se sentó en el frío suelo de piedra y atrajo sus rodillas hacia su pecho, para ocultar el rostro contra ellas mientras recordaba la última conversación que había tenido con Lily.



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—Sirius, quiero que me jures por tu amor a James, que si muero, te asegurarás de que mi bebé, su hijo, crezca amado y protegido. Harry no tiene más parientes consanguíneos vivos que mi hermana, y yo no la elegiría ni para guardiana de un gato.

—Lily, si Voldemort te encuentra nos tendrá a todos —comenzó Sirius, intentando sonar razonable, aunque odiaba cuando la mujer se ponía fatalista. Ella había tenido razón con demasiada frecuencia para su gusto, y estaba comenzando a asustarlo. No sabía si los hijos de muggles podían ser videntes, pero tenía la certeza que Lily, a veces, sabía cosas que él era incapaz de explicar.

—Guarda las perogrulladas para alguien que todavía las crea, Sirius —replicó la bruja serenamente, sus ojos verdes relampagueando—. No es a ti a quien el bastardo quiere, sino a mí, y a James, y aún cuando no sé porqué nos busca a nosotros, sé que va a encontrarnos. Pronto.

—Peter no le haría eso a James —protestó el hombre—. No podría. Está encerrado en una casa segura, con personas vigilándolo constantemente.

—Ni siquiera quiero escuchar su nombre —dijo ella con furia, sus ojos perforando los de Sirius—. Tú deberías haber sido el Guardián Secreto y ambos lo sabemos, o al menos Remus. Morirías por proteger a James, y Remus también, pero esa rata no protegería ni a su propia madre. Nunca entenderé cómo pudiste convencer a James de que Remus era una pobre elección, ni siquiera el porqué sentiste la necesidad de hacerlo.

Sirius se estremeció, apartando la vista, y ella le golpeó el pecho con un dedo para que la mirara nuevamente. Clavó la vista en los ojos azules, su expresión dura, mientras decía con intensidad:

>>Júrame por tu amor a James que te asegurarás absolutamente que Harry sea amado y protegido si James y yo morimos.

El hombre sólo la miró fijamente durante unos minutos, antes de tragar con fuerza y susurrar suavemente:

—Lo juro.

—Dilo, maldición —exigió Lily, pinchando en su pecho de nuevo y mirándolo con fiereza—. En dos años que has estado follando con James en mi propia casa, nunca te he pedido nada, Sirius Black, así que puedes hacer esto por mí malditamente bien. Quiero escucharlo todo.

—Si… si ustedes dos mueren, juro por mi amor a James que me aseguraré que Harry crezca protegido y amado.

Lily asintió bruscamente y luego le dio una pequeña y determinada sonrisa.

—Ahora, ve a asegurarte que la pequeña rata todavía esté escondido en su hoyo.

Sirius asintió y se giró para partir, dirigiéndose hacia su moto sin decir una palabra.





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Después que Sirius terminara en Azkaban por tratar de matar a Peter, Dumbledore se había encargado de que Harry creciera seguro, pero nunca había sido amado realmente. Había sido alimentado y vestido de cierta forma, y había estado protegido de los políticos mágicos y de viejos resentimientos, pero había tenido una infancia dura, que muy bien hubiera podido destruir a cualquier otro. Hermione y los Weasley habían sido las primeras personas que le habían mostrado algo de afecto sólo porque les gustaba, y eran la única familia que él reconocía, además de Sirius y Remus.

Harry no había sabido lo que era estar enamorado hasta ahora, y ahí estaba Sirius, destrozándole su bien ganada felicidad tan pronto como lo descubrió.

“Lily probablemente esté revolcándose sobre su tumba, maldiciéndome y esperando que llegue mi hora para poner sus manos sobre mí”, pensaba, frotando el rostro contra su brazo. “Jamie estará ahí con ella, listo para patear mi trasero porque nunca hice el esfuerzo de cumplir mi promesa y proteger a su muchacho”.

En ese momento, sintió una mano sobre su hombro y se sobresaltó violentamente, levantando la cabeza y dejándola caer contra la pared de piedra. Harry y Severus lo miraban fijamente, y la preocupación en sus rostros se hizo más pronunciada cuando notaron la humedad en sus mejillas y el dolor en sus ojos.

—Sirius, ¿qué pasa? —preguntó Harry, sus ojos muy abiertos con un repentino temor. Se arrodillo frente a su padrino, y la cesta que había estado portando cayó inadvertida en las losas cercanas—. ¿Le sucedió algo a Remus?

—No, no, todo está bien —contestó, inhalando bruscamente y restregando las manos sobre su cara, mientras enrojecía y miraba al piso. Se sentía avergonzado por haber estado llorando, pero también furioso consigo mismo por haber entristecido nuevamente a Harry, cuando era tan feliz apenas unos momentos antes—. Sólo he estado pensando.

—¿En qué? —indagó el joven de ojos verdes, preocupado y sintiéndose un poco perdido.

Sirius lo miró a los ojos y explicó:

—La última vez que hablé con Lily, le hice una promesa que no he sabido cumplir muy bien —levantó la mano para quitar una brizna de césped del cabello de Harry, y dejó caer nuevamente su mano—. Le prometí que me aseguraría que crecieras protegido y amado. Dumbledore se encargó que estuvieras seguro cuando yo no pude estar ahí para ti, pero los Dursley nunca te amaron, y tener amigos no es lo mismo que ser amado. Nadie pudo encontrar eso para ti… —tragó con fuerza, antes de continuar con voz ligeramente temblorosa—. Y ahora, cuando finalmente lo has encontrado, yo trato de derribarlo. Sí Lily pudiera, me mataría por herirte tan miserablemente, tanto como para hacer que llegaras a mirarme como lo hiciste esta mañana.

Los ojos de Harry se llenaron con lágrimas no derramadas que Sirius no pudo ver porque estaba mirando a Severus.

—Necesito disculparme con Harry, pero contigo necesito disculparme mucho más. Como si no hubiera sido suficientemente malo que decidiera ayudar a alejarte de tu mejor amiga cuando éramos niños, también intenté distanciarte de Harry. Eso es imperdonable, y entenderé completamente si deseas que me aleje de ustedes dos.

Harry mordió su labio para evitar decir algo; quería tranquilizar a su padrino diciéndole que Severus nunca haría eso, pero sabía que Sirius sólo lo creería si el Slytherin lo decía.

El maestro de Pociones lo miró a los ojos durante casi un minuto antes de decir quedamente:

—No hay nada que sea imperdonable, Sirius, si estás verdaderamente arrepentido y nunca repites el error. Lily me lo dijo hace mucho tiempo y eso cambió mi vida, aunque lamento que no hubiera vivido para verlo —le ofreció su mano, haciendo que Sirius parpadeara varias veces y tragara con fuerza antes de levantar la propia para estrecharla. Severus jaló para ayudarlo a levantarse y luego soltó su mano, antes de agregar—: Y acepto tus disculpas, pero sólo con una condición.

Cerró los ojos, seguro que le pediría alguna tarea imposible para él. Después de un momento, respiró profundamente y abrió nuevamente los ojos para preguntar:

—¿Qué necesitas que haga?

—Llámame Sev —le sonrió mientras tendía la mano a Harry para ayudarlo a levantarse—. Y deja el pasado en el pasado, donde pertenece.

Sirius lo miró fijamente, sin poder creer que fuera tan fácil. Sabía que no merecía que Severus si lo pusiera tan fácil, pero al observar como Harry se levantaba y se acercaba al Slytherin, decidió que éste probablemente lo hacía en beneficio del chico. Podía comprender eso completamente, y hacía más fácil para él sentir verdaderamente lo que dijo finalmente:

—Voy a hacer todo lo posible.

—Eso es todo lo que cualquiera puede hacer —contestó Severus, asintiendo, para luego mirar a Harry, quien estaba mordiéndose un labio y mirándolos. Los ojos verdes brillaban con lágrimas apenas contenidas, aunque también brillaban con amor y esperanza, y su cesta estaba tirada en el suelo. Los labios de Severus se curvaron en una sonrisa ligeramente más ancha mientras preguntaba—: ¿Me recuerdas de nuevo por qué eres mi Aprendiz?

El muchacho se sorprendió por la pregunta y contestó sin pensar.

—¿Porque estoy demasiado chiflado como para que me las arregle solo?

Eso sacó una sorprendida carcajada de Sirius, mientras Severus luchaba contra la urgencia de reír también, aunque sus labios siguieron sonriendo.

—Bueno, sí, eso también, pero estaba pensando en algo más del tipo ‘porque te amo’ —Harry lució felizmente sorprendido ante eso, y una gran sonrisa apareció en su cara mientras el hombre añadía secamente—: Pero, por favor, recoge tu bosta de unicornio antes que la desagradable gata de Filch la utilice para batear por los pasillos.

—Era lo que iba a hacer —contestó, todavía sonriendo. Se inclinó para tomar la cesta mientras murmuraba un hechizo para reunir el contenido, sorprendiendo a Sirius al no usar varita.

Severus gruñó suavemente, divertido.

—Claro que ibas a hacerlo, Harry. Probablemente, lo recordarías para cuando hubiéramos regresado al aula, y para entonces, Filch estaría convencido de que, finalmente, hiciste estallar una bomba de estiércol.

Harry se irguió derecho y le lanzó una mirada digna, para luego sacarle la lengua y dar media vuelta, caminando por el pasillo mientras Severus reía entre dientes. Sirius miró del uno al otro antes de preguntar:

—¿Se puede saber para qué necesita Harry una cesta de bosta de unicornio?

Severus le lanzó una divertida mirada y empezó a caminar detrás de Harry, apenas un poco sorprendido de que Sirius caminara junto a él.

—Es algo relacionado con el último experimento de Fred y George. He comprobado que, cuando ellos están involucrados, es preferible no saber nada más.

—Habitualmente, ésa es una buena idea tratándose de ellos —convino Sirius, sonriendo ligeramente, preguntándose cómo no se había percatado de la enorme diferencia que estaba logrando Harry sobre el carácter de Severus.

El antiguo Mortífago, quien había intentado que mataran a Sirius aún sabiendo que era inocente, no era nadie con quien Harry debiera estar relacionado; pero el hombre que le había pedido que lo llamara Sev era tan diferente como era posible de aquel. El sarcasmo y el ingenio irónico seguían allí, definitivamente, pero ya no estaban motivados por la amargura y el odio. Claramente, Severus era miles de veces más feliz de lo que había sido apenas pocos años antes, y también era obvio que la fuente de su felicidad era Harry. La expresión de sus ojos oscuros cuando lo miraba no dejaba ningún lugar a dudas sobre sus sentimientos.

Lo miró de nuevo mientras caminaban a lo largo del pasillo, notando el brillo de los ojos negros mientras observaba a Harry, que caminaba delante de ellos. Miró la espalda de la figura del Gryffindor y comentó de repente:

>>Yo veía a James en cada movimiento de Harry, ya sabes, y no le encontraba nada en absoluto de Lily. En realidad, no es demasiado parecido a James, excepto en la forma de caminar. Es una persona completamente diferente.

Severus lo miró, preguntándose de dónde vendría ese comentario. No había esperado escuchar esa admisión en voz alta, pero el pensar que el hombre veía a James en Harry, explicaba mucho su reacción cuando Severus se encontraba cerca del muchacho. Sirius había sido una persona muy posesiva, incluso de adolescente, especialmente en lo que se refería a James. Luego de un momento, regresó su atención a Harry y contestó.

—Lo cierto es que yo noté eso hace mucho tiempo. Me alegra que, finalmente, tú también lo hicieras.

Sirius asintió, mirando al piso y caminando al lado de Severus, mientras decía lo que tenía en mente antes que se arrepintiera.

—De verdad lo lamento, Severus; por la forma en que te traté, y especialmente por la forma que hable de Harry cuando me di cuenta que no iba a ser solamente tu Aprendiz. Dean tuvo razón, Harry nunca podría ser, ni siquiera acercarse a la forma en que lo llamé, pero estaba tan enojado que no podía verlo. Estaba recordando cuánto adoraba James ser idolatrado, y no fui capaz de darme cuenta que el comportamiento de Harry siempre ha sido más parecido al de Lily, leal a una persona por encima de todas las demás —levantó la cabeza para encontrar la sorprendida mirada de Severus y agregó—: Eres su propietario, en alma y corazón, y es lo mejor que ha podido sucederle.

—Yo… no sé qué decir —contestó el Slytherin, sus ojos un tanto abiertos mientras intentaba reconciliarse con la nueva faceta de Sirius, esperando que durara. Harry se había sentido muy dolido por su actitud durante el desayuno, y había estado agobiado la mayor parte de la mañana, convencido de que había perdido un miembro de su minúscula familia. Severus no creía que Sirius comprendiera cuánto lo amaba su ahijado realmente, o cuánto lo idealizaba. Harry se preocupaba mucho por Remus, pero veía a su padrino como lo más cercano a un padre que tenía, y haría casi cualquier cosa para que Sirius estuviera orgulloso de él.

—Eso es algo para Hogwarts: Una Historia —dijo Harry de repente, sonriéndoles por encima del hombro mientras se detenía en el umbral del aula de Pociones—. Y justo después que ustedes dos han tenido una conversación civilizada. Definitivamente, un día para el libro de historia.

Luego, entró en el aula, al tiempo que Severus lanzaba una desagradable mirada al dintel vacío y murmuraba:

—Mocoso descarado, es igual a Lily —Sirius levantó una ceja, y el Slytherin se echó a reír y rectificó—. Bueno, no exactamente, sólo que tiene mucho de ella, excepto por el hecho que es hombre.

Sirius sonrió y ambos atravesaron la puerta del recinto.

—Tendríamos muchos problemas si Harry hubiera sido chica. Piensa en los niños que podrían haber tenido él y George.

Los ojos de Severus se abrieron ampliamente.

—Gracias a los dioses por los pequeños favores.

—¡Escuché eso! —exclamó Harry desde el almacén.

—¡Era el destino! —exclamó Sirius a su vez, haciendo que Severus volviera a reír.




sevWrapped Around His Finger. Capítulo 13 Cap.14_zpsyw5zhrg6harry


Última edición por alisevv el Mar Abr 12, 2016 5:52 pm, editado 4 veces
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MensajeTema: Re: Wrapped Around His Finger. Capítulo 13   Wrapped Around His Finger. Capítulo 13 I_icon_minitimeVie Jun 20, 2014 11:21 am

ahora si espero que Sirius ya hay entendido las cosas, me sorprendió la relación de James y Sirius, creo que Lily soporto demasiado, lo bueno es que Harry no tiene que pasar por nada de eso, Severus es todo suyo Very Happy
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MensajeTema: Re: Wrapped Around His Finger. Capítulo 13   Wrapped Around His Finger. Capítulo 13 I_icon_minitimeVie Sep 18, 2015 11:18 am

Detestable Sirius, ahora si no ya perdón, que fácil es para el, lo bueno es que Sev y Harry son buenas personas y le perdonaron porque yo soy muy rencorosa y no le perdono, y mucho menos por que también por su culpa sufrieron Remus y Lily.

Solo espero que ya no me haga hacer mas rabietas Sirius porque sino le mando unos crucios jejeje
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MensajeTema: Re: Wrapped Around His Finger. Capítulo 13   Wrapped Around His Finger. Capítulo 13 I_icon_minitime

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Wrapped Around His Finger. Capítulo 13
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