Majo-san Vencedor de Voldemort
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| Tema: El árbol de ciruelas en flor. Capítulo 2: El abuelo Dumbledore Miér Mar 29, 2023 9:51 pm | |
| Capítulo 2: El abuelo Dumbledore
Harry miró nuevamente la entrada de la casa de su abuelo. Sentía que tenería que arrancar de ese lugar, sin saber muy bien porque, pero de verdad, lo único que quería era huir. Claro, nada pudo hacer cuando sintió que era abrazado con una fuerza y una calidez que le embargó. Se sintió seguro por un momento, seguridad que hace días no sentía. -Qué bueno que estés aquí, Harry -le dijo la voz que añoraba desde la infancia. -Abuelo. Se volvieron a abrazar con fuerza, con miedo a separarse, y que el chico volviera a su verdadero hogar. -Pero mírate nada más. Estas muy grande y hermoso, mi muchacho -le dijo enjuagándose una lágrima traviesa que quería salir de su ojo derecho. -Tú te ves… ¿Igual? -le dijo notando que su abuelo no era muy diferente a como lo recordaba vagamente. -¡El aire de Hogsmeade, Harry! -dijo emocionado- Oh, pero pasa, pasa, no te quedes aquí en la puerta -le dijo dándole unos empujoncitos por la espalda para que ingresara a la casa Harry se deleitó con el fresco aire que circulaba dentro de la casa, era amplia, de dos pisos y decorada con colores chillones, eso lo recordaba bien, su abuelo amaba los colores y parecía querer mostrarlo en todas partes. -Bien, yo me retiro -dijo minerva-. Bienvenido a Hogsmeade, Harry. -Gracias -dijo al ver como la mujer salía y los dejaba solos. Estaba tan concentrado viendo todo a su alrededor, que no se dio cuenta de que su abuelo no había apartado su mirada de él. Albus sentía que el alma se le recogía. Harry estaba muy cambiado, y no era por su ropa o su apariencia física. Antes, cuando él era un sólo un niño, se divertía corriendo por todos lados, sonriendo y preguntando aquí y allá, salía al patio y se subía al árbol de ciruelas, sacaba las flores cuando este estaba cargado de botones rosados, y cuando estaba cargado de frutas, se escondía sacando unos cuantos, lo que le provocaba un reto por parte de Lily, que le regañaba por sacar las cosas a escondidas y comer las frutas sin lavarlas. Extrañaba a su hija, pero no había nada que pudiera hacer. Dios la había requerido a su lado, al igual que al buen James, lo malo es que no pensó que al hacerlo dejaría solo a este joven, que requería aun de la figura de sus padres. -Harry -lo llamó, sin siquiera haberlo notado, pero logrando ganar su completa atención- ¿Quieres que te lleve a tu habitación? -Claro -dijo soltando un suspiro-. Abuelo, yo quería… -Lo sé, Harry -dijo mirando por la ventana-. Sé que no estarás por mucho tiempo aquí y que es por tu propia decisión. -No quiero que te sientas mal por eso, pero este no es mi mundo -dijo sinceramente, no quería mentirle a su abuelo, mal que mal era su único pariente vivo. -Este puede ser tu mundo si quisieras, Harry, pero no te presionaré -le dijo volteándose y acercándose a su nieto con una sonrisa-. Ahora mejor vayamos a dejar tus cosas y luego me acompañas a comprar las cosas para hacer la cena. Ah, y por supuesto, para que conozcas un poco del pueblo. Harry le sonrió a su abuelo, no había nada que pudieran hacer. Recordó las veces que vino en compañía de su madre. Su abuelo siempre estaba ahí para darle una sonrisa, o darle la mano cuando se caía, regalarle dulces a escondidas de su madre antes de la cena, o contarle cuentos maravillosos antes de la hora de dormir. Le hubiera encantado complacerlo, pero de verdad, este no era su lugar.
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