La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 No me dejes ir 17

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Neki Snape
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Neki Snape


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MensajeTema: No me dejes ir 17   No me dejes ir 17 I_icon_minitimeJue Jun 18, 2015 7:47 am

Su melodía
*  *  *


—¿Por qué haces esto?

Bailey dejó de curar la herida de Lily momentáneamente para fijar sus turbios ojos en Eileen, que le miraba con ojitos brillantes que le suplicaban.

—¿Acaso no dijiste que querías a papá? —Cuestionó nuevamente—. ¿Qué querías una oportunidad para demostrarle que lo amabas?
—Lo siento —Susurró, volviendo a fruncir el ceño.

Eileen sabía que había algo mal allí, Bailey parecía sentirse culpable a la hora de obedecer al hombre del salón, parecía querer oponerse y no lo lograba. Aquellos ojos sin brillo no eran los mismos que ella había mirado antes, había algo interfiriendo contra él.

El joven seguía tratándolas con cuidado, con cariño, justo como lo hacía ahora tratando la herida de su hermana con mucha delicadeza. Terminó de vendar la cabeza la niña y dio un pequeño beso en ella, la pequeña Slytherin supo entonces que ese no era Bailey, al menos no el verdadero.
Lo miró salir de la habitación después de aparecer una bandeja con emparedados en la mesita y mirarles con ansiedad por un momento.

*  *  *

—¡¿Cómo que mis hijas no están?!

La voz del profesor de Pociones retumbó por el despacho del director. Se habían reunido en cuanto el ojiverde entrara en el salón con el pasmo y la ira en el rostro.

—Algo ocurrió, el pasillo estaba intacto pero estoy casi seguro que alguien utilizó un aturdidor allí. Creo que esto es de Eileen.

Levantó su mano, mostrándole la medalla. Dumbledore abrió muchos los ojos.

—¡Es el comunicador que les obsequie! —Exclamó.
—Entonces usted sabe cómo funciona ¿verdad?
—Por supuesto, solo hay que decir la contraseña.
—¡Pues dila, Dumbledore! —Le exigió Snape—. ¡Mis hijas pueden estar en peligro!

El anciano tomó el colgante y pronunció la frase que estableciera para activar su funcionamiento. Cuando la medalla comenzó a brillar, la voz de Eileen se hizo presente.

—Lily, Lily —Decía en pequeños susurros—. Despierta. Por favor, tenemos que salir de aquí.

Tanto Snape como Harry palidecieron al escucharle. El pocionista arrebató el dije de la mano de Albus con brusquedad, sintiendo que el alma se le iba a los pies.

—¡¿Eileen?! —Exclamó—. ¡¿Eileen, me escuchas?!

Desde el otro lado, Eileen dejó de menear a Lily, que estaba en la cama aún inconsciente, y tomó el colgante del cuello de esta.

—¿Papá? ¿Eres tú?
—¡Eileen! Mi vida, ¿Qué les sucedió? —Preguntó Snape con preocupación—. ¿Dónde están? ¿Qué le ha pasado a Lily?
—La aturdieron y se ha golpeado la cabeza. Papá, tengo miedo…
—¿Dónde están, cariño? —Escuchó ahora la voz de Harry.
—N-No lo sé. Bailey nos aturdió y no pudimos ver nada… Es una mansión muy extraña y…

Eileen cayó abruptamente al escuchar que la puerta se abría.

—¿Aun no despierta la bella durmiente? —Escucharon que decía la voz de Bailey, tan cariñosa como siempre—. Vaya que es perezosa. Leen, debo prepararlas para el ritual.

*  *  *

El hechizo que Dumbledore había lanzado para que el medallón se reuniera con su hermano les había llevado hasta una mansión a las afueras de Londres, tenía una pinta imponente, cómo la de Malfoy Manor. Solo una ventana estaba iluminada. Harry comenzó a correr hacia ella, ya que habían aparecido un poco lejos. Severus intentaba seguirle el paso, más debía reconocer que era muy rápido y ágil para él.
El ojiverde se detuvo abruptamente, derrapando y cayendo casi sentado en el suelo. Severus apenas y tuvo tiempo de detenerse para no chocar contra él.

—¿Qué demonios sucede, Potter?

Por toda respuesta, Harry tomó un puñado de hierba y lo lanzó frente a él, estos se desintegraron cómo si fuera nada al chocar con la barrera invisible que rodeaba la casa. Severus frunció el ceño… ¿Cómo demonios Harry había visto eso?
El azabache sacó su varita y apuntó a la nada. Un rayo blanco salió de la punta y fue a dar contra la coraza transparente, provocando ondas cómo si rompiera contra la superficie del agua. Severus se asombró del poder que emanaba de aquel chico. Harry bien podría estar al nivel de Dumbledore.

—No te quedes parado mirándome, Snape. ¡Ayúdame! —Gruñó Harry al tiempo que una grieta se hacía en la barrera.

El pocionista desvió sus oscuros ojos de él y apuntó con su varita, imitándole. Pronto la barrera cedió y comenzó a caerse a pedacitos, cómo si se descascarara. Dentro, el hombre castaño sonrió, mientras Lily y Eileen le miraban con enojo desde una mesa, donde estaban atadas de manos y pies. Ambas portaban una especie de camisón blanco.

—Vaya… al parecer tenemos visitas… ¡Barnett!
—¿Sí, amo?
—Activa las defensas, Potter debe divertirse un poco antes de llegar aquí.
—Como usted ordene.

De un movimiento de varita, un temblor sacudió levemente el salón.

Afuera, Harry y Severus corrían hacia la puerta cuando el suelo tembló. De encima del umbral, un guardia de piedra cayó frente a ellos.

—Tsk… ¿Están de broma? —Dijo Harry, mirando la imponente figura—. ¿Piertotum Locomotor?

Ambos esquivaron la gran manaza áspera y dura que iba en su dirección. Severus se refugió detrás de una columna, mientras Harry había saltado encima de esta, buscando quedar a una altura más o menos igual a la del guardia.

—¿Estás demente? ¡Ven aquí, Potter!
—No —Respondió Harry, analizando al guardia que en ese momento se enderezaba, sus movimientos eran torpes por su tamaño—. Debo buscar su punto débil.
—¿Punto débil? ¡Esa cosa no tiene un punto débil!
—Todo lo tiene… más estas piedras antiguas a punto de desmoronarse, debe tener un punto… una grieta.

Severus tenía que aceptar que la lógica de aquello era correcta… ¿Qué demonios le estaba sucediendo a él? Quizá estaba demasiado oxidado. Comenzó a analizar al guardia, este lazó un manotazo, derribando la columna y derribando su refugio. Corrió alrededor de él, mirando con atención. Harry hacía lo mismo del otro lado.

—¡Ahí! —Exclamó—. ¡Cerca del cóccix, Potter!

Harry levantó la mirada y se fijó en el punto donde el pocionista señalaba. Efectivamente, una pequeña y casi invisible grieta de abría paso en la roca. Sonrió.

—¡Reducto!

El rayo fue a parar allí, dando en el blanco. Por un momento pareció que no había surgido efecto pero a los pocos segundos, un crujido hizo que el guardia se quedara tieso. La grieta fue agrandándose más y más por toda la dura figura, hasta que cayó en pedazos sobre el suelo. Severus le sonrió a Harry, que no pudo evitar que su corazón saltara. Sacudió la cabeza, no era tiempo de pensar cómo una idiota enamorado, sus hijas estaban en peligro.
Ambos retomaron el camino, entrando por la gran puerta. Recorrieron los pasillos, buscando entre las miles de puertas, la que diera con sus hijas. Iban subiendo las escaleras, cuando un sonido cortó el aire y Harry saltó hacia Severus, empujándolo. El pocionista volteó, para ver cómo el ojiverde era llevado hacia abajo por un extremo del lazo del diablo. Lanzó un Lumus Solem hacia él, haciendo que la planta lo soltara y Harry cayera en los escalones.

—Gracias.
—Ahora estamos a mano.

Subieron los peldaños faltantes hasta recorrer el largo pasillo que daba a la habitación iluminada. De cada rincón salía cada bicho que daba miedo, había desde acromantulas hasta furiosos Bowtruckles que amenazaban con sacarles los ojos.

Al abrir la puerta, la escena que se encontraron era de lo más extraña. El hombre castaño estaba de pie frente a ellos, y junto a él, Bailey estaba de rodillas como un cachorrito sumiso.

—Bien hecho, Potter —Dijo el ojiazul, mientras acariciaba distraídamente la melena de Bailey—. Haz superado todas las pruebas…

Por un momento Harry se preguntó de qué iba todo eso, su pareja se restregaba cariñosamente contra aquel sujeto, lo cual no le provocaba nada de celos pero sí le extrañaba en sobremanera.

—¿Dónde están mis hijas? —Preguntó Snape, que se cansó de esperar a que Harry hablara.
—Muy cerca, profesor, muy cerca.
—¿Y qué es lo que quieres? —Dijo Harry, mirando fijamente a Bailey—. ¿Para qué las has traído aquí?
—Oh, eso es… algo más complicado… ¿Ya conocen a Barnett, verdad?

Harry fulminó con la mirada a Bailey, que levantó el rostro y le miró. El ojiverde frunció el ceño.

—¿Qué le has hecho?

El castaño sonrió. Llevó su mano a la mejilla de su sirviente y la acarició con suavidad.

—Un simple Imperius… es tan débil que no ha podido romperlo.
—¿Quién demonios eres?
—¿No te acuerdas de mí? —Preguntó—.Terry Boot… ¿No te suena?

Ante el silencio del ojiverde, el sujeto cambió su estrategia y tomó a Bailey por los cabellos, tirando de ellos.

—¿Te gusta, Potter? ¿Te gusta este perro faldero que encontré para ti? —Inquirió mordaz, recorriendo con la punta de su varita la mandíbula del pelinegro—. Seguro dedujiste todo mal ¿no es así? Qué alguien había atacado a tus hijas… alguien muy distinto al dulce Bailey… —Esbozó una sonrisa que, en otras circunstancias, podría ser coqueta—. ¿Qué mejor que un agente encubierto? Alguien que te conquistara limpiamente, con una apariencia parecida a la Snape y que te conociera en cada aspecto… Así es Potter, fui yo quien te conquistó, quien le dio todas las pautas para llegar a ti… Dime una cosa, pequeño —Añadió con burla—. ¿Es bueno en la cama?
—¡Déjale en paz! —Gruñó Harry, más que desconcertado—. ¡Suéltale!
—No, no, no —Chistó la lengua, negando con su dedo—. Más cariñoso Potter, o sino pensaré que realmente no te agrada.
—¿Qué demonios es lo que quieres?
—Qué sufras —Respondió, mirándole con repentina seriedad—. Que sufras cómo yo lo hice.

Al mirar fijamente al castaño, Snape frunció el ceño. Él conocía a aquel hombre. Sí, estaba completamente seguro de que lo conocía… no solo porque le había dado clases, lo conocía de algo más.

—Tú rompiste mi corazón, Harry Potter —Siseó—. Ahora seré yo quien va a romper el tuyo.

¿Rompió su corazón? Lágrimas. ¿Lágrimas? ¿Sufrimiento? Todo llegó de golpe. Él lo había visto, sí. Aquel día… el día de la batalla final…

Voldemort estaba rabiar, al ver a las dos personas que había matado hace tan poco y al que ya creía más que enterrado, con vida frente a él. Mientras Harry le relataba cómo su mortífago más fiel le había traicionado y frente a las narices que no tenía. Sus ojos centelleaban con el fuego del odio y la indignación.
Se abalanzó sobre Potter, recurriendo a sus más profundos instintos. Quería matarlo con sus propias manos, estrangularlo hasta lograr que exhalara su último aliento. Sus planes se vieron frustrados cuando, un chico que vestía los colores de Ravenclaw, se interpuso en su camino protegiendo con su cuerpo al maldito niño que vivió.

—¡Quítate de mi camino, sabandija! —Siseó amenazante, más el chico no se amilanó.

Alzó su varita, dirigiéndole uno de los crucios más poderosos y llenos de odio que lanzara jamás. El pobre castaño se retorció en el suelo, bajo la mirada aterrorizada de Harry. Fue entonces que Snape aprovechó la distracción para lanzarle un Sectumsempra que le rozó el costado.

—¡Potter, carajo, ahora! —Gritó al ojiverde que aún miraba al Ravenclaw sin poder creérselo. Éste reaccionó y, reuniendo todo el odio que sentía por su eterno enemigo, lanzó el ataque definitivo, que dejó al monstruo tirado en el suelo, sin vida.

Por un segundo, todo pareció tan irreal. Voldemort había sido vencido.

—¡El Lord ha caído! —Exclamó un mortífago, el más cercano y que presenció todo en primera fila.

Todos los demás comenzaron a correr, ahora que su líder había sido derrotado, ellos ya no tenían una causa por la que luchar. Harry sonrió cansadamente, sintiendo el abrazo que Ron y Hermione le daban. Dumbledore aún tenía la mirada incrédula.

El joven Ravenclaw se puso en pie dificultosamente, mirando orgulloso como Harry había vencido. Gimió de dolor. El ojiverde se volteó de repente en su dirección, con el miedo reflejado en su mirada. Por un momento creyó que era por él, preocupación por él, por lo que cuando se echó a correr en su dirección, abrió los brazos, esperando sentirse estrechado como muchas veces lo había soñado. Pero él no había puesto atención al alarido proveniente del vestíbulo, que estaba detrás.
Se quedó con los brazos extendidos, viéndolo pasar de largo.

Desde el vestíbulo, donde Bellatrix lanzara el rayo certero que se llevara la vida de Sirius, Severus pudo ver en cámara lenta como el joven se deshacía en lágrimas y caía al suelo de rodillas, sopesando que era invisible para Harry Potter.

—Arriesgué mi vida por ti, estuve dispuesto a morir protegiéndote. ¡Pero tú solo pasaste de mí!

Harry se sintió avergonzado, claro que recordaba a aquel chico al que había conocido durante todos sus años en Hogwarts, formó parte de E.D. y le protegió durante la batalla, más tenía razón, no le había dado la importancia que se merecía.

—Ahora bien —Continuó Terry, su actitud se había transfigurado y ahora sonreía con toda alegría—. ¿Podrías pasar de ellas? —Se hizo a un lado, dejando ver a Lily y Eileen amordazadas y atadas a una mesa con gruesas cadenas—. ¿Podrías ignorarlas?
—¡No! —Exclamó Harry asustado. Snape apretó los puños al ver la mirada suplicante de ayuda de sus hijas—. ¡Déjala en paz! ¡No las lastimes! ¡Ellas no tienen la culpa de nada!
—En eso tienes razón —Coincidió el castaño—. Pero no las estoy culpando, las necesito.
—¿Para qué? Ellas no pueden darte nada.
—En eso te equivocas —Apuntó—. Su magia, puede darme todo.
—¿Qué es lo que quieres decir? —Preguntó temeroso el azabache.
—Después de ver la "escenita mágica" de la esfera brillante después de la batalla —Explicó, haciendo comillas con los dedos—. Entendí que tu magia y la Snape son tan armoniosas y complementarias —Esto último lo dijo con burla, haciendo muecas de asco—. Lo que forma una magia en su estado más puro y poderoso. Lo que no tienes tú, lo tiene él y viceversa. Al principio, pensé en drenar a nuestro "adorado" profesor pero su magia sin la tuya no tiene ningún chiste. Luego me enteré que tuvieron un lindo retoño… en el cual sus magias se habían unido y concentrado. Su hija tendría lo que muy pocos magos tienen… El núcleo perfecto. Sin embargo, me vengo a enterar que no es una, sino son dos —Se situó junto a Eileen, acariciando la lisa melena con suavidad—. Imaginen lo podría hacer con dos núcleos perfectos… ¿Fabuloso, no lo creen?
—¡Quita tus sucias manos de ella, Boot! —Gruñó Severus—. Jamás podrás lograr lo que te propones, sobre mi cadáver te dejaré drenar a mis hijas.
—Oh, pero eso es algo que se puede arreglar muy fácilmente —Sonrió Terry, mirándole con un brillo en los ojos—. Puedo cumplir su petición, profesor Snape. Y en cuanto la luna se coloque sobre esa ventana —Señaló—. El ritual podrá comenzar.

Severus dio un paso hacia ellos.

—No, no profesor —Siseó Terry, clavando la varita en Eileen—. No querrá quedarse sin una pequeña ¿verdad?

El pocionista le fulminó con la mirada. Harry veía hacia todos lados, buscando una manera de salir de ese embrollo. Su corazón palpitaba acelerado, sintiendo la angustia de sus hijas al verse a lado de ese monstruo. Ese monstruo que él había creado.

Bailey se mantenía de pie cerca del sofá, mirando a la nada, como si estuviera ausente. Fueron unos minutos de tensión, en los que Terry se miraba el reloj de mano con aburrimiento y resoplaba, ansioso. Lily y Eileen buscaban zafarse de las cadenas, mientras se aseguraban de que el castaño no las mirara. El joven acarició los rosados labios de Eileen y recorrió cada facción con su dedo.

—Enserio quisiera que fueran mías —Murmuró. Eileen frunció el ceño y volteó la cara.

Un rayo de luz de luna penetro por el vitral, tomando distintas tonalidades. Harry jadeó.

—¿Listas, mis pequeñas? —Dijo Terry—. Ustedes y yo pasaremos a ser uno.

Iba a pronunciar el hechizo, cuando Bailey levantó su mano y le apuntó con la varita. En su rostro se veía lo mucho que luchaba contra el Imperius.

—¿Qué demonios estas…?

Severus lanzó una maldición, que terminó en el metal de la mesa y obligando al castaño a retirarse de allí. Harry corrió hacia ellas, apuntándole amenazadoramente. Su mirada era cómo la de un Chita defendiendo a sus cachorros. Terry se alejó, intentando defenderse contra las dos varitas, más se vio acorralado. Harry comenzó a liberar a Lily y Eileen.


Terry lanzó un rayo de color rojo, aquella maldición iba directamente a Harry, que terminaba de liberar las ataduras de sus hijas.

—¡Cuidado! —Exclamó Severus, sentía el alma abandonarle solo de pensar en perderlo.

Rápido como un rayo, la silueta delineada de Bailey se interpuso entre el ataque y el ojiverde. Un alarido de dolor brotó de los labios de este, que cayó al suelo con el brazo cubierto de sangre. Erick sintió una punzada, mirándose a sí mismo reflejado en aquel hombre, dispuesto a dar su vida por Harry Potter. Perdió el aliento por un momento, más al ver que el azabache se acercaba rápidamente hacia él para auxiliarle, la ira se agolpó en su pecho. ¿Por qué? ¿Por qué se preocupaba por ese cuando a él lo había ignorado?
Severus se sorprendió de ver el dolor en los ojos azules de Terry, que se opacaban por cada palabra de aliento que Harry le daba a Bailey.

—Te odio —Murmuró apretando los dientes y estando a un pelo de partir su varita en dos—. ¡Te odio, Potter!

Un reducto fue a parar al techo, encima de él. Severus, que había dudado por un momento, vio como todo se derrumbaba. Apenas y tuvo tiempo de convocar un escudo, terminó por lanzarse fuera del alcance de los pedazos de piedra, más algunas lograron golpearle.

—¡Severus!

Harry se apresuró a ir hacia él, Severus estaba apenas a un metro de ellos. Se adentró en la nube de polvo y encontró al pocionista sujetándose la pierna, parecía que le dolía el tobillo y un hilillo de sangre resbalaba por su frente. Lily y Eileen también quisieron ir con ellos, estaban a unos pasos cuando Terry atacó.

—¡Absorvere!


Eileen cayó de rodillas, había sido ella quien recibiera el hechizo. Terry sentía la magia de la niña correr por su cuerpo, era poderosa y le revitalizaba. Lily, que estaba conectada a su gemela, había sentido el mismo dolor que ella y respiraba agitada. Eileen tenía sueño, mucho sueño. Estaba entrando en una especie de sopor, más solo podía pensar en su familia… no podía, no podía cerrar los ojos.

"Las almas se las lleva el viento y nos arrebatan el corazón…"

Aquella frase melodiosa, había llegado de la nada… Abrió los ojos y vio a Lily parada, con los ojos apretados, junto a ella. Se incorporó dificultosamente, apoyándose en su gemela que le sostuvo.

—¿Quieres ver a tus hijas sufrir lentamente, Potter? —Dijo Terry, mirando despectivamente a Harry y Severus. Un nuevo rayo les dio a ambas.
—¡No! —Gritó Harry—. ¡Basta! ¡Por favor!


"Oh tierra, oh lluvia y viento.  Oh cielo y luz…"

Lily se preguntó de dónde venía aquella voz suave, era un hombre, de eso estaba segura…

—Te pudrirás en el infierno, Boot —Siseó Severus, poniéndose de pie con dificultad—. Te juro que lo harás.
—Oh, profesor —Sonrió Terry—. Puede ser… pero antes de irme me encargaré de que me recuerden… ¡Avada kedavra!
—¡Papá!

El grito de ambas vino acompañado de una luz cegadora, que nacía de las dos. Terry retrocedió, cubriéndose los ojos. El rayo regresó a él rápidamente, más le dio solo a su varita, ésta salió volando en otra dirección.

"Por favor, ampara todo en este lugar.
Por favor ampáralo todo… y florece aquí."

La melodía se escuchaba más nítida, más cerca. Todo se volvió de un blanco puro, igual que en el recuerdo que vieran de su padre…

"Oh almas y corazones. Oh amor y anhelos.
Por favor regresa a este lugar…
Y quédate siempre."

No podían ver más allá de ellas mismas, más una figura fue delineándose ante sí. Un hombre de cabello largo y negro se acercaba a paso tranquilo, sus grises ojos brillaban de una forma dulce. Junto a él se materializó alguien más…
.
—¡¿Qué es este poder?! —Exclamó Terry, cubriéndose la cara con las manos. La energía que desprendía aquella esfera era más poderosa de lo que recordaba y quemaba cómo un sol.
—Se llama amor, idiota —Le respondió Bailey desde el suelo, sujetando su sangrante brazo y mirándole con burla mientras le apuntaba con la varita—. Es algo que no conocerás jamás.

Los ojos color miel de aquella persona eran amables, su sonrisa tranquila brindaba un calor a sus corazones. Ambos movían sus labios casi imperceptiblemente, entonando aquella melodía.
"Las almas se las lleva el viento y nos arrebatan el corazón…
Sin embargo, recordare este lugar y seguiré cantando."

Sirius sonrió y se acuclilló, posando su mano en la mejilla de Eileen y acariciando con su pulgar la pequeña cortada en su mejilla. Ésta se desvaneció al instante. Remus se acuclilló también frente a ellas, sonriendo con dulzura.

"Por favor envía mi canción a donde debe llegar.
Por favor, acoge y acepta nuestra canción…"

La esfera se desvaneció y Harry dejó de abrazar a Severus para mirar hacia sus hijas, ambas estaban de rodillas, apoyada una contra la otra y con los ojos cerrados. Parecían estar dormidas.

*  *  *


Terry estaba apresado y amordazado en una esquina, luchando contra sus ataduras. Mientras Harry besuqueaba las caritas de las gemelas. Lily compuso un gesto de fastidio, intentando alejarlo.

—No papá, borraras el beso de tío Sirius.

Harry palideció instantáneamente.

—¿Q-Qué?
—Qué borraras el beso de tío Sirius —Replicó ella—. Y también el de tío Remus.
—¿De qué hablas, Lily? —Preguntó Severus, que estaba sentado, aún presa del dolor en el tobillo.

La niña se encogió de hombros y miró a su hermana, Eileen captó el mensaje de inmediato.

—En la esfera —Dijo—. Los vimos dentro de la esfera.
—Pero eso no es posible, cariño —Respondió Severus, Harry aún se encontraba mirándola con desconcierto.
—Pero así fue —Insistió Lily—. Ellos estaban allí… Tío Sirius nos dijo que le dijéramos a papá: "Sé feliz, Harry"
—Tío Remus lo llamo cachorro —Añadió Eileen—. Y que habían venido  a protegernos, tal y cómo los protegieron a ustedes en la guerra.

Ambos hombres se miraron, intrigados por aquella situación insólita. Harry tragó fuertemente, sintiendo un nudo en la garganta.

—¡Severus!

El grito de Dumbledore resonó en toda la habitación, seguidamente este entró por la puerta a paso veloz, dirigiéndose a ellos. Su cara era de total preocupación. Detrás de él, entraron más personas. Ron y Hermione se acercaron a su amigo, estrechándolo contra ellos, al igual que a sus sobrinas.

—¿Están bien? ¿No les ha pasado nada? —Preguntó la castaña.
—Bien, Mione… estamos bien —Susurró Harry.
—Menos mal, cuando el profesor nos avisó no sabíamos que hacer —Añadió Ron—. Estábamos con el Jesús en la boca.

Dos pelirrojos se acercaron a Bailey, que estaba recargado contra el suelo apretando su brazo. Charlie rompió un pedazo de su camiseta para crear un torniquete que detuviera la hemorragia y Percy roció una poción en la herida. Ambos iban preparados para cualquier cosa. El pelinegro soltó un suspiro de bienestar al sentir el líquido actuar.

—Tenemos que salir de aquí —Dijo Dumbledore, ayudando a Severus a ponerse de pie—. El ministerio ya viene para acá.

Todos asintieron y los dos pelirrojos ayudaron a Bailey a ponerse de pie también. Pasaron un brazo por sus hombros para sostenerlo, pues estaba débil. Bailey miró los dos rostros que le miraron y le sonrieron. Se sintió un poco mareado… y se desmayó.

Charlie y Percy se miraron, mientras lo sostenían.

—No he perdido mi toque —Sonrió el mayor, comenzando a caminar.
—Es el hombre de Harry —Apuntó el otro—. Está bien que es apuesto pero…
—Bah, no creo que Harry lo extrañe —Respondió, indicándole con la cabeza cómo el ojiverde miraba con preocupación cómo Ron y Dumbledore ayudaban a Severus, sin atreverse a tocarlo él. Percy pensó que tenía razón—. Además… podemos compartirlo.

Percy se sonrojó, mirando con reprobación a su hermano. Sin embargo, de vez en cuando miraba de reojo el rostro dormido de aquel lindo pelinegro.



Notas finales:

Cómo dije en un capitulo anterior ^o^ la canción es Kaze no requiem del anime No.6.

Ahora, Terry Boot xD Es el primer Ravenclaw puesto en esa casa en el libro Harry Potter y la piedra filosofal. También aparece en el segundo libro :3 durante la actividad del club de duelo de Lockhart. Se unió al E.D y fue quien le pregunto a Harry si era cierto que había matado un basilisco con la espada de Gryffindor :B y halagó a Hermione por la invención del galeón falso. También, en el último libro, le explica a Ron de que va la diadema de Ravenclaw.

Se preguntaran porque lo usé :3 jaja bueno, él demostró una admiración por el trío algunas veces... así que mi mente loca se explayó y dijo ¿Por qué no poner que se enamoró de Harry xD y no ponerlo como villano despechado? :O Ya ven, así se hacen las cosas dentro de mi cerebro ._. todas chuscas y raras.


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MensajeTema: Re: No me dejes ir 17   No me dejes ir 17 I_icon_minitimeMar Jun 23, 2015 8:01 pm

ahh estaba bajo un hechizo pues aun asi me cae mal..T_T y harry tambien por cabeza dura y por dejarse engañar y sev tambien por lo mismo que harry...aunque lo del engaño nose aplica ael peroooooo buenooo olvidando eso..espero y harry no siga con esos locos planes de boda al fin de cuentas percy y charlie tiene algunos planes con bailey...XD hahahahaha...en serio sensei trio..XD woahh XD hahahaha..>.<
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