Nuestra familia
* * *
El techo del Gran Comedor seguía tan gris cómo el que había afuera, dentro, los alumnos desayunaban parsimoniosamente, como si fuera cualquier fin de semana.
El sonido de los chillidos de las lechuzas al llegar, indicó que era la hora del correo. Una lechuza, blanca y de ojos ambarinos, se posó majestuosamente en la mesa de Gryffindor, frente a Lily, que le miró aterrada. A la patita de Hedwig II había atado un sobre rojo.
Un vociferador.
La lechuza ululó, irritada de que ella no tomara su correspondencia y picoteó la tostada que estaba comiendo. Lily, con mano temblorosa, desató el sobre y lo abrió antes de que explotara.
—¡Lilian Jean Potter! —Resonó la voz de Harry por todo el comedor. Muchos alumnos dieron saltitos en su lugar, pero ninguno como el de Lily, que casi cae de espaldas. En la mesa de los profesores, Snape derramó su café sobre el desafortunado profesor Flitwick—. ¡Te lo advertí! ¡Te dije que una sola lechuza e iría por ti a la Torre de Gryffindor para traerte de vuelta a casa por la oreja! ¡Eres una irresponsable! ¡Pelearte a golpes con otra alumna! ¡Jamás en mi vida estuve tan decepcionado, y mira que entintar al gato de la vecina de colores psicodélicos no se compara! ¡Confiscaré al señor S! ¡Te encerraré en la alacena bajo las escaleras! No, espera… eso no. —Carraspeó. Luego la carta volteó hacia la mesa de profesores—. Minerva, te pido no seas condescendiente, si ha de lavar retretes con la lengua, que lo haga —Volvió a la pequeña que estaba más pálida que nunca—. ¡Estoy muy enfadado! ¡Olvídate de la ración de dulces de cada semana y del trato de niña grande! ¡Sigues siendo una bebé! ¡En cuanto vuelvas verás la que te encuentras!
La carta se disolvió y las risas en el lugar no se hicieron esperar. Alina Nott, la Slytherin amiga, entre comillas, de Eileen, era la que más fuerte reía mientras la señalaba. Lily se puso tan roja como un tomate y se hundió en su asiento, avergonzada.
En la mesa de las serpientes, su gemela le miraba casi con indiferencia. La niña llevaba su cabello suelto y caía por los lados libremente.
Snape miraba indignado como los desagradables mocosos se burlaban de su pequeña y maldijo a Harry interiormente por haber provocado tal trauma a su retoño.
Eileen llevó su copa de jugo de calabaza a los labios, cerrando los ojos con toda elegancia. Lo siguiente fue casi un pandemonio.
Los platos de avena, que era lo que la mayoría desayunaba ese día, explotaron repentinamente, cubriendo con su contenido a sus respectivos dueños. Lo curioso fue que solo lo hicieron a quienes se burlaban de Lily. La cereza del pastel, fue cuando, aparte de ser cubierta de avena, Alina Nott se encontró de cabeza, enseñando su ropa interior de escobas voladoras a casi todo el colegio.
Olvidándose de estar cubiertos de avena, todos los presentes comenzaron a reír. Incluso Lily se olvidó de su bochorno y sonrió. La leona miró a Eileen, que aún tenía el vaso contra sus labios y miraba divertida a Alina.
—Bonitas bragas —Dijo burlona a su compañera de casa, dejando el jugo con toda naturalidad y comiendo de su tostada—. ¿Las compraste en la rebaja de liquidación de la tienda de bebés?
Las risas estallaron cada vez más, burlándose de la Slytherin que forcejeaba por subir su falda para cubrirse.
—¡Orden! —Exclamó McGonagall—. ¡Guarden silencio!
La mujer se acercó a la niña y e intentó bajarla, más no conocía el contra hechizo.
—¿Quién lo ha hecho? ¡Qué anule este hechizo, ahora!
Nadie se movió de su lugar, todos se observaban intrigados, buscando al culpable.
—¡Ha sido Potter! —Chilló Alina, señalando a Lily—. ¡Sé que ha sido ella!
—Te equivocas —Contestó ella—. Yo no he hecho nada, ni me he movido de mi lugar.
El sonido de una silla al ser corrida les hizo voltear a la mesa de profesores. Snape se había levantado y caminaba hacia la subdirectora rápidamente. De un suspiro, hizo un movimiento de varita y liberó a Alina del hechizo. Tomó a la niña entre sus brazos antes de que golpeara el suelo y la puso de pie.
Su mirada se dirigió fugazmente a Eileen, que comprendió el mensaje y, después de que él hubiera salido, ella se levantó dando por terminado su desayuno y salió también.
* * *
—Eso no ha estado bien —Decía Snape con tono serio.
—¿De qué hablas exactamente? —Respondió Eileen con mucha calma, estaba de pie frente al escritorio de su padre por primera vez en su vida, sus actitudes eran de un profesor y una alumna.
—Lo que sucedió en el comedor, hacer explotar los platos de avena y colgar a esa muchachita de cabeza. Eso no ha estado nada bien.
—Sí, no lo ha estado —Le dijo sin dar muestras de culpa—. Pero eso deberías decírselo al culpable ¿No crees?
—Sé que has sido tú.
—Ni siquiera tenía mi varita y no hay pruebas que me acusen.
—¡Eileen Luna Snape!
—¿Sí, padre?
Snape bufó, mirándole ceñudo. Era la primera vez que su bien portada hija le exasperaba, siempre había sido recatada y respetuosa. Aunque debía aceptarlo, su porte y su indiferencia eran digas de una Snape, sin embargo, esa actitud era muy Potter… arrogante y confiada.
—Fui yo quien te enseñó el hechizo Levicorpus.
—¿Y? —Inquirió ella—. Yo no lo he hecho.
—¿Lo hiciste para defender a Potter?
La pregunta no pareció tomar desprevenida a su hija, porque ésta ni se mosqueo, en cambio, solo enarcó una ceja.
—¿Por qué habría de defenderla? Ella es quien me molesta a mí, en dado caso, si yo lo hubiera hecho (que no lo hice), le hubiera humillado más.
Severus meditó la respuesta, él pensaba que su hija había defendido a su hermana de las risas de los demás. Pero eso era casi imposible, ellas no se llevaban bien y no daban pistas de hacerlo en un buen tiempo.
Suspiró resignado y dejó de recargarse en su escritorio, volviendo a su asiento y relajando los hombros.
—Bien… te creo.
—Tardaste mucho ¿No crees? —Ironizó ella—. ¿Querías que te diera mi varita para probarlo?
—Tampoco me hables así, jovencita —Le riñó—. Sigo siendo tu padre y tu profesor.
—Vale papá profesor —Sonrió ella—. ¿Ya me puedo ir? Quisiera estudiar un poco.
—¿Por qué no lo haces aquí?
—Quisiera hacerlo —Infló una mejilla, haciendo un puchero adorable—. Pero recuerda que estoy castigada por la tía Minerva.
—Cierto —Bufó—. Bueno, te lo tienes merecido.
—Sí, es verdad.
Miró incrédulo a su hija ¿Estaba aceptando su culpa? ¡Pero si el día anterior había dicho que no la tenía!
—Bueno padre, debo irme. Qué tengas un lindo día —Se acercó a él y depositó un beso en la pálida mejilla y le sonrió. Salió por la puerta, despidiéndose con la mano.
* * *
—¡Eso fue asombroso! ¿Cómo lo has hecho? Dime, dime.
Lily parecía un bicho saltarín. Eileen sonreía mientras su hermana la atosigaba desde que había llegado.
—No lo sé, la verdad —Respondió con simpleza—. Solo lo deseé y ocurrió.
—¿Lo deseaste? ¿Por qué?
—Eh… —Eileen se sonrojó levemente y se encogió de hombros—. Bueno… no me gustó que se burlaran. Fueron muy malos.
—¿Lo hiciste por mí? —Susurró, poniéndose seria. Eileen asintió tímidamente. Lily se abalanzó sobre ella y le abrazó, cariñosa—. ¡Gracias! ¡Eres la mejor!
La Slytherin sonrió, abrazándola también. Ahora que sabían que eran hermanas ya no había peleas, al menos no por el momento. Ver como todos se burlaban de ella en el comedor había sido insoportable, era como si se hubieran burlado de ella misma.
—El del vociferador era papá, ¿verdad? —Musitó cuando Lily la soltó.
—Sí —Respondió ésta, arrugando la nariz—. Es un malvado.
—Su voz se escuchaba dulce a pesar de que te estaba regañando —Rió Eileen. Su hermana rodó los ojos—. Dime… ¿Cómo es él? ¿Es tan guapo como dicen? ¿En qué nos parecemos a él? ¿Es cariñoso? Dijiste que es Auror ¿verdad? ¡Dios, ha de ser tan guay! ¡Quiero conocerlo!
Lily comenzó a reír ante la emoción que su hermana demostraba.
—Tranquila, tranquila —Le dijo, haciendo ademanes con sus manos—. Una cosa a la vez.
—Sí, lo siento —Musitó Eileen sonrojada.
—Bueno, no sé si es guapo… es mi padre —Contestó—. Y, a ver… tenemos sus ojos y su nariz para nuestra buena suerte.
—¡Hey! —Exclamó, sin poder evitar reír—. La de papá no esta tan mal.
—Para él —Bromeó Lily—. ¿Nos imaginas con ella?
—Pues… no.
—¡Entonces no hables! ¡Somos afortunadas!
—¡Oh, deja de tontear y cuéntame de papá Harry!
—Vale, vale. Es cariñoso, muy cariñoso… y divertido. ¡Pero no hay nadie más divertido que los tíos Fred y George!
—¿Tenemos tíos? —Preguntó ilusionada.
—Bueno… no son de verdad —Respondió Lily—. Papá no tubo hermanos, ya sabes.
—¿No? ¿Por qué?
—Es huérfano —Suspiró Lily—. Espera… ¿No lo sabías?
—No.
—¡En que mundo vives! —Exclamó asustada—. ¡Todo mundo sabe de papá!
Eileen se sentó en el suelo, sobre una alfombra que habían tomado de un armario. Su semblante era un poco triste.
—Al parecer todos menos yo.
—¿No lees los periódicos?
—No mucho, papá dice que son puras patrañas.
—Eso explica muchas cosas —Susurró Lily—. Espera… ¡Tengo una foto!
La Gryffindor corrió hacia su baúl y revolvió sus cosas, buscando algo. Sacó una caja un poco gastada y se sentó junto a ella en la alfombra.
—Son todos mis recuerdos —Le informó emocionada, pero Eileen le detuvo antes de que la abriera.
—Espera —Le pidió. Ahora fue su turno de ir a su baúl y volver con un par de libros—. Ahora sí, estos son los míos.
—¿Esos son los tuyos? —Dijo, haciendo una mueca—. ¿Libros?
—Oh vamos, tienen sus secretos —Respondió indignada—. Dale, dale… muéstrame.
—Bien… —Abrió la caja, donde se veía un libro con tapa de cuero y muchas cositas más. Sacó el libro y lo abrió—. Mira, estos son los abuelos con papá.
El libro era el mismo álbum que Hagrid le regalara a Harry en su primer año, en la foto mágica, Lily y James Potter sonreían con su pequeño hijo en el medio.
—¡¿Ese es papá?! —Chilló Eileen—. ¡Era tan mono!
—Sí, lo era —Rió Lily—. En tiempo pasado.
—Eres tan mala.
—Mira, ella es la abuela Lily. Era hija de muggles y una gran hechicera ¡muy buena en pociones! ¿A que es bonita?
—Sí, lo es —Musitó su hermana, acariciando la imagen de la pelirroja—. Te han dado su nombre.
—Sip —Sonrió—. Y el segundo nombre de la tía Hermione. ¿El tuyo de dónde viene?
—De la abuela Eileen. Papá dice que era una gran, gran bruja. También era buena en pociones, ella le enseñó todo lo que sabe. Dice que era de sangre pura y su apellido era Prince, una familia antigua y muy prestigiosa.
—¡Nuestras abuelas eran geniales! —Exclamó Lily—. ¡Nosotras lo somos! ¿Y tú segundo nombre, cuál es?
—Luna —Respondió.
—¡La tía Luna! —Aplaudió—. ¡Es toda guay! ¡Habla de incoherencias y es muy divertida! Es una ambientalista muy reconocida.
—Oh vaya… —Arqueó ambas cejas—. Yo no la conozco…
—Ya lo harás —Le animó Lily—. Te encantará toda nuestra familia.
—¿Él es nuestro abuelo? —Sonrió Eileen, señalando a James para ocultar la felicidad que le daba escuchar la palabra "nuestra", seguida de "familia".
—Sí, el abuelo James Potter. Era de una familia sangre pura y muy apuesto. ¡Papá es idéntico a él! ¿A que es apuesto?
—¿Así es papá? —Chilló—. ¡Es tan guapo! Espera… ¿Dijiste James? Papá decía que en su tiempo había un James que lo molestaba mucho y era un patán.
—Creo que es el abuelo —Rió—. Papá dice que solía ser un bromista y alborotador, junto al tío Sirius y el tío Remus.
—¿Más tíos? —Dijo, asombrada—. ¿Cuántos tenemos?
—¡Muchos! Aunque… ellos murieron en la guerra.
—Entiendo… —Eileen bajó la mirada—. ¿Tienes fotos de ellos?
—Sí, papá tiene muchas. Mira aquí hay una.
Señaló la foto, donde Remus y Sirius sonreían con Harry en el medio, sus rostros eran tan amables y felices que parecían una familia.
—¿Él es papá?
—Sí, cuando tenía quince años.
—¡Salazar bendito! —Lily soltó una risa al escuchar la expresión, su hermana casi parecía querer meterse en la foto—. ¡Ahora entiendo porque papá se enamoró de él!
—Y si lo vieras ahora —Se burló Lily—. Aunque su cabello sigue siendo desastre, muchas mujeres andan detrás de sus huesitos.
—¡Qué ni lo piensen! —Gruñó Eileen indignada—. ¡Él es de papá!
—Hablado de eso —Dijo la leona, poniéndose seria—. ¿Te has puesto a pensar en porque se separaron?
El ambiente cambió drásticamente, Eileen también había bajado la mirada a la foto y miraba a Harry, sonriendo feliz.
¿Cómo se habían enamorado sus padres? ¿Cómo había sido su relación y por qué la habían terminado? ¿Por qué las habían separado? Esas y muchas interrogantes más aparecieron en sus cabezas sin poder evitarlo… y una gran tristeza las invadió. ¿Sus padres ya no se querían?
—¿Te enseño mis recuerdos? —Irrumpió Eileen en el silencio. Lily asintió. Su hermana abrió sus libros y se asombró de ver un álbum también. Eileen señaló una foto de una mujer de cabellos negros y de porte elegante—. Ella es la abuela Eileen… y él nuestro abuelo, Tobías.
—¿Tobías? —Preguntó Lily—. ¿Lo conoces?
—No —Negó la Slytherin—. A papá no le agrada hablar de él, tengo la impresión de que lo detesta.
—Vaya… debió ser muy malo… ¿Él es papá de bebé, verdad?
—Sipi —Sonrió Eileen—. Era mono también.
—Sí, mira que lindas mejillas —Agregó Lily—. ¡Era tan lindo! Espera… ¿Cuántos años tiene papá?
—Creo que cincuenta —Musitó Eileen sonrojada y apretando sus labios—. Pero se ve más joven… ¿Verdad?
—La verdad que sí —Afirmó Lily orgullosa—. Es muy apuesto también.
—Espera… ¿Cuántos años tiene papá? —Le imitó sin darse cuenta.
—Trein…ta…
Ambas se miraron, alarmadas.
—¡Papá es un asalta cunas!
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