Más que una marca, un lazo
* * *
Abrió los ojos y se encontró recostada en un pupitre. Levantó la mirada y se dio cuenta que estaba en el aula de pociones, al mirar hacia el frente, se encontró con un par de ojos negros observándole.
El profesor Snape estaba sentado en frente, con los brazos recargados en el mismo pupitre que ella. Tenía una expresión suave pero aun seria. Ella se sonrojó y le miró a los ojos, su corazón se aceleró notoriamente. Y sintió que el aire le faltaba cuando lo vio sonreírle de forma dulce.
A ella le gustaba el profesor. Pero no era un gusto de cómo te gusta un niño que te gustaría que fuera tu novio. No. A ella le gustaba el profesor… para que fuera su padre. Siempre se preguntó si su madre era igual de infantil y divertida que su padre, pero llegó a la conclusión de que, con dos padres así, jamás hubiera sido posible que tuvieran una hija como ella, que tenía actitudes que no sabía de donde había sacado, o al menos sabía que no había sido de Harry.
Y fue hasta que la tía Ginny y el tío Neville les habían visitado, con sus amigos Dean y Seamus, que eran pareja, que se enteró que era posible tener dos padres, es decir, dos hombres que fueran tus padres.
Así que allí estaba, frente al hombre que le gustaría que fuera su padre. Correspondió a su sonrisa y le observó mover los labios, articulando una palabra que no entendió.
El haz de luz de un relámpago y el sonido de un fuerte trueno, le hicieron abrir los ojos de un sobresalto.
—No, no… ¿Dónde está? ¿Dónde está?
Se incorporó y vio a Eileen tirando cosas fuera su baúl, buscando algo con desesperación. No podía verla con claridad, pero otro relámpago le hizo el favor e iluminó momentáneamente la habitación, su compañera de habitación lucía muy asustada.
—Tiene que estar por aquí, sé que lo traje…
—¿Se te ha perdido algo?
Eileen se sobresaltó y le miró como si viera un alma en pena. Lily se había bajado de la cama y ahora estaba de pie junto a esta.
—Me has asustado —Suspiró, al ver que era ella.
—¿Te ayudo?
—No, gracias. —Siseó Eileen aun molesta.
Lily se encogió de hombros e iba a regresar a su cama cuando se escuchó el estruendo de otro trueno. Eileen se cubrió los oídos y cerró los ojos, haciendo que se olvidara de volver a dormir. Se acercó y se acuclilló a su lado.
—¿Qué es lo que buscas?
La Slytherin abrió los ojos y le miró asombrada por la amabilidad de su voz. Lily se volvió a encoger de hombros y sonrió tal y como sabía que lo haría Harry.
—M-Mi… —Dudó un momento, sopesando si contarle o no. Bueno, después de todo Potter no parecía ser tan mala como pensaba—. Mi muñeco de felpa…
—¿Muñeco de felpa?
—Sí… —Frunció el ceño—. No te burles.
—No lo haré —Sonrió Lily—. ¿Cómo es?
—Es un león.
—Vale.
Lily se levantó y tomó su varita de la mesita de noche, susurró un tenue "lumus" y la punta de ésta se iluminó. Ahora con la luz, se volvió a acercar y ayudó a Eileen a revolver sus cosas, buscando el peluche.
No tardaron mucho en encontrarlo envuelto entre sus ropas, con luz todo se veía mejor. Al verlo, Eileen lo tomó y lo estrechó entre sus brazos.
—Es muy mono —Dijo Lily, mirando el muñeco—. Yo también tengo uno.
—¿Sí? —Respondió Eileen, mirándole con una ceja alzada—. Vaya, quien lo diría.
—Y es algo curioso… espera aquí.
Se apresuró hacia su baúl y comenzó a revolver sus cosas, mientras Eileen recogía todo lo que había tirado antes del suyo. Después de un momento, ambas se reunieron a un lado de la cama de la Slytherin.
—Mira —Dijo con emoción, sosteniendo frente a ella una serpiente de felpa, una lengüita roja sobresaliendo de la línea que era su boca—. Su nombre es Señor S.
—¿Señor S? —Preguntó Eileen, conteniendo la risa—. Oh vaya…
—Sí, es que tiene una "S" en la barriguita, mira.
Volteó la serpiente, en la parte blanquita que tenía debajo había bordada una "S" en hilo plateado. Eileen sonrió y Lily abrazó a su juguete.
—¿El tuyo tiene nombre?
—Solía llamarlo "profesor H", ahora no le digo de ninguna forma.
—¿H? ¿Por qué H?
Esta vez fue el turno de Eileen de sujetar frente a ella al muñeco, en la barriguita también tenía bordada una "H" en hilo dorado. Ambas se miraron de una forma muy parecida e indescifrable.
—Bueno… al parecer nuestros padres tienen ideas similares —Comentó Eileen, sentándose en el colchón, que crujió un poco por su peso.
—Pero es curioso… ¿No lo crees? Tú tienes un león y yo una serpiente… Y tú eres de Slytherin y yo de Gryffindor —Señaló Lily.
—Sí, lo es.
Se quedaron en silencio un momento, mientras la lluvia azotaba la ventana afuera y los rayos y truenos caían sin tregua. A Eileen ya se le había pasado el miedo ahora que tenía a su muñeco en los brazos… aunque también el que Lily estuviera allí ayudaba bastante.
—Oye.
—¿Hmm? —Levantó la mirada para ver a Lily, con el pañuelo que había dejado en su mesita de noche antes de acostarse, en la mano. Dentro de éste estaban las gafas de montura redonda, rotas, como las había dejado la Gryffindor.
—Lo siento —Se disculpó la leona con un tinte de culpa en la voz—. No sabía que eran de tu madre…
Eileen no respondió nada, de pronto el enojo hacia la otra niña había vuelto. Lily suspiró, sabiendo que se lo merecía, había actuado como una idiota con ella… Y todo porque le había molestado que tuviera una gafas parecidas a las de Harry. Dejó el pañuelo en la mesita nuevamente, esta vez abierto y le apuntó con su varita. Eileen le miró aterrada.
—¡No! ¡No lo ha…!
—¡Oculus reparo! —Se le adelantó la niña. Las gafas se unieron nuevamente de la montura y la grieta en el cristal desapareció. Quedaron como nuevas. Eileen las tomó entre sus manos y las revisó. Lily sonrió satisfecha por haber logrado el hechizo perfectamente.
—¿Dónde has aprendido eso? —Quiso saber la Slytherin.
—Papá me comentó que la tía Hermione aplicó ese hechizo cuando lo conoció en el tren —Explicó—. Nunca lo había usado, pero me ha salido bastante bien ¿A que si?
—¿La tía Hermione? ¿Te refieres a la profesora Granger? ¿Son familia?
—Sí —Afirmó orgullosa—. Aunque no es mi tía de verdad… es la mejor amiga de papá pero parecen hermanos. Nos visitaba en casa para las fiestas, junto al tío Ron y la familia Weasley… a veces viajábamos para ir a la suya.
—¿Viajaban? ¿Vives muy lejos?
—En Edimburgo, la mayor parte del tiempo.
—¡Vaya! —Exclamó Eileen—. ¡Escocia! ¡Yo quiero ir allí!
—¿Sí?
—¡Sí! El abuelo y yo planeamos ir de vacaciones —Relató Eileen—. Papá no quiere ir… pero estoy segura de que lo convenceré de hacerlo. ¿Es muy lindo allá verdad?
—Por supuesto —Afirmó la leona—. ¡Es hermoso! Papá y yo vivimos a una milla al norte del centro de la ciudad y a unas millas más allá está el mar. Nuestra casa está frente a una villa botánica, así que todo es muy verde.
—Suena genial —Suspiró la Slytherin.
—Si quieres… puedes venir conmigo —Propuso Lily de forma tímida—. Ya sabes… para las vacaciones de navidad.
—¿Lo dices enserio? —Respondió, mirándole de forma desconfiada.
—Sí, enserio.
—¿No me odias?
Lily abrió los ojos enormemente.
—No, no te odio ¿Por qué lo dices?
—Pues… por cómo me tratas eso parece —Musitó apesadumbrada. Lily se sintió muy avergonzada de sí misma.
—Lo siento —Susurró—. La verdad es… —Calló abruptamente, bajando la mirada con las mejillas encendidas—. Que me daba un poquito de celos…
—¿Celos? —Inquirió Eileen incrédula—. ¿Por qué? ¡Tú eres la que es fantástica en encantamientos y defensa!
—Pero tú lo eres en pociones —Lily torció la boca—. Eres la mejor en teoría y todo eso… yo solo soy buena en la práctica.
—Pero yo no, solo son libros y conocimiento. A la hora de la verdad no puedo hacerlo bien —Se dejó caer de espaldas en la cama—. Vaya… todo este tiempo creí que me odiabas.
—No me caías bien —Confesó Lily, sentándose a su lado—. Eres muy presumida ¿Sabes? Eres la única a la que el profesor Snape le da puntos… y a mí siempre me regaña por ser Gryffindor.
—Te regaña porque eres una parlanchina —Rió Eileen, mirándole desde abajo—. Pero creo que le caes bien, no es tan duro contigo como con otras personas. Papá es demasiado exigente.
—Sí, me he dado cuenta —Suspiró la leona—. Me gustaría poder cumplir con sus expectativas.
—¿Te gusta papá? —Inquirió burlona.
—¿Eh?
Las mejillas de Lily se volvieron de un tono escarlata encendido y negó con la cabeza, abrazando fuertemente a su serpiente.
—Bueno… creo que eres muy joven para él pero puedo ayudarte a conquistarlo si quieres —Ofreció, con una sonrisa divertida.
—¡No, no! ¡Él no me gusta! —Objetó Lily, abochornada.
—¿Entonces?
—Es solo que… es muy guay y…
—¿Y? —Le animó.
—Me gustaría que fuera mi papá —Después de decirlo, Lily se dejó caer en la cama sin mucha fuerza. Al fin había dicho lo que su corazón deseaba. Eileen se volteó, abrazando su león y mirándole extrañamente.
—¿Por qué? —Preguntó—. Tu papá también es muy guay… salvo al mundo mágico… ¿Por qué no te agrada?
—No me malentiendas —Respondió Lily, volteándose al igual que ella y estrechando su serpiente—. Amo a papá y creo que es el mejor de todos… pero, es como si faltara algo.
—Sí, te entiendo —Coincidió Eileen tristemente—. Es como un vacío…
—¿Tú también lo sientes con tu padre?
—Sí —Suspiró—. Pero es porque solo somos papá y yo…
—¿Y tu madre?
—Papá nunca la menciona… es como si no existiera.
—Bueno… papá tampoco me cuenta sobre la mía… pero sé que está en algún lado.
—Tampoco tienes mamá ¿Verdad? —Lily asintió—. Vaya… debe ser epidemia.
Hubo un momento de silencio incómodo, en el que ambas se miraron fijamente. Eran mucho más parecidas de lo que habían pensado en un principio, y no solo era en lo físico. Tenían casi la misma vida…
—Oye —Dijo Lily, rompiendo el silencio.
—Dime.
—De verdad lo siento, por todo.
—No importa —Sonrió Eileen—. ¿Amigas?
—Amigas —Afirmó la Gryffindor, correspondiendo la sonrisa—. ¿Hace frío aquí, verdad?
—En las mazmorras hace más. A papá le gusta mucho no sé por qué.
—¿Viven aquí?
—Sí, la mayoría del tiempo. A veces en verano vamos a nuestra casa en Londres pero… considero este mi hogar.
—Qué suerte, papá siempre me hablaba de Hogwarts, me moría por conocerlo.
—¿Cómo es tu padre? —Curioseó la Slytherin.
—Como un niño —Rió Lily, haciendo una mueca—. Trabaja como auror de consulta, un trabajo muy bien pagado aunque no hagas nada —Agregó divertida—. Me llevaba a donde sea que fuera… es como un investigador privado pero del ministerio.
—Vaya, eso suena genial —Exclamó Eileen—. De verdad es como un héroe.
—Sí, algo así.
Un sonido extraño les hizo sonrojarse. Ambas llevaron sus manos al estómago, casi en sincronía, que rugía levemente.
—Tengo hambre —Musitó Eileen.
—Sí, yo también… —Coincidió Lily—. No cenamos nada.
—¿Quieres ir por algo? Sé dónde están las cocinas.
—Vale, papá también me habló de cómo llegar.
Las dos se levantaron y se colocaron los zapatos, así como un abrigo. Metieron sus varitas en los bolsillos y salieron, aun estrechando a sus peluches con los brazos.
Apenas habían cerrado la puerta cuando Lily volvió a entrar y salió, llevando una tela en brazos.
—¿Qué es eso? —Preguntó Eileen.
—Lo tomé prestado de papá —Susurró Lily—. ¡Es una capa de invisibilidad!
—¿Tomaste prestada? ¿No querrás decir que la hurtaste? —Dijo reprobatoriamente.
—No, papá me la presta —Terció la leona—. Además es mi padre, no es hurtar. Ahora vamos.
—De acuerdo.
Echaron la capa sobre sus cabezas y caminaron por los pasillos, su habitación estaba en el segundo piso así que tenían que bajar para llegar al sótano. Con mucho cuidado de no toparse a Filch y a la señora Norris, ambas se escabulleron sin ser vistas, con su paso sigiloso, herencia de Snape.
Más pronto de lo que pensaron, se hallaron frente al cuadro del frutero. Eileen hizo cosquillas a la pera, que se convirtió en la manivela para abrir. Al entrar a la cocina, se encontraron con un puñado de elfos que se volvieron para ver a las nuevas visitantes. Ambas se acercaron a la mesa, donde un elfo se acercó.
—¿Ama Eileen? —Preguntó la pequeña criatura a Lily, que le miró con una ceja alzada.
—Hola Dobby —Saludó la otra niña, sonriendo divertida—. Yo soy Eileen.
—¡Hay dos amitas! —Exclamó Dobby, alarmado.
—Ella es Lily —Explicó Eileen—. Es mi amiga.
—¿A-Amiga? P-Pero son iguales…
—Sí, ya hemos escuchado eso —Sonrió Lily—. Mucho gusto volver a verte, Dobby.
—¿El ama conoce a Dobby?
—¿No te acuerdas? —Preguntó desilusionada—. Papá te llevó a casa una vez ¿Recuerdas a papá Harry verdad?
—¡La amita Lilian! —Dijo entonces Dobby con nuevo brillo en los ojos—. Dobby la conoció cuando era así de pequeña —El elfo alzó una mano a su propia altura, sonriente.
—¡Sí, esa era yo!
Lily aplaudió una vez y dio un saltito. Eileen le miró divertida.
—Dobby ¿Nos darías algo de comer?
—Claro amita, Dobby estaría encantado ¿desea algo en especial?
—¿Tienes tarta de melaza? —Preguntó entonces Lily de forma ansiosa.
—Sí amitas, Dobby les traerá una rebanada enseguida.
—Eh… ¿Y podrías ponerle un poco de chocolate a la mía? —Dijo esta vez Eileen de la misma forma.
—¡Yo también quiero! —Chilló Lily encantada—. ¡Me encanta con chocolate! ¡Es mi favorita!
—¡Y la mía! —Saltó Eileen—. ¡Creí que era la única!
—¡También yo!
Con una gran sonrisa, ambas se miraron, emocionadas y alegres de encontrar a alguien que les comprendiera. Un momento después, Dobby llegó con lo que habían pedido y un vaso de leche caliente para cada una. Las niñas vieron su cena con mucha emoción y comenzaron a engullirla como si no hubieran comido en días.
El elfo les miró feliz y enternecido de verlas por fin juntas, jamás había imaginado que se encontraría con las dos de esa forma.
—Qué delicia —Suspiró Lily, tallando su estómago—. Estoy muy llena.
—También yo —Respondió Eileen después de terminar su vaso de leche—. Ha estado riquísimo.
Lily asintió en acuerdo, entonces vio que la Slytherin rascaba cerca de su clavícula y recordó la marca.
—Oye Eileen.
—Dime Lily —Sonrió la susodicha, entonces se dio cuenta que le había llamado por su diminutivo. Era extraño, hace unas horas ambas eran casi enemigas—. ¿Qué sucede?
—Hace un rato… cuando te ponías el pijama.
—¿Qué hay con eso? ¿Te burlaras porque es de nubes? —Bromeó.
—No, no es eso… Es que… tú… tienes una marca ¿Verdad?
—¿Marca? —Torció el gesto—. Ah, sí… es de nacimiento.
Lily se levantó y comenzó a desabotonarse el pijama mientras se acercaba a ella. Eileen volvió a sonrojarse pero no apartó la vista.
—Mira —Dijo Lily, señalando su clavícula. Esta vez Eileen si le miró. Frunció el ceño, llevando una mano a su propia marca.
—Son…
—Iguales.
Ambas se miraron con la misma expresión, sus cerebros trabajando a mil por hora, ahora que estaban llenas de tarta y no había prejuicios, todo parecía tan claro.
—¿Crees que…?
—Es muy posible —Asintió Lily—. Están el mismo lugar, somos parecidas, tenemos casi los mismos gustos y ambas vivimos solo con nuestros padres.
—Entonces… ¿Crees que nuestra madre estuvo con nuestros padres? —Inquirió ella, algo perturbada.
—¿Qué? —Preguntó, confundida por la conclusión de la otra—. ¡No!
—¿Entonces? ¿Somos adoptadas?
—¡Tampoco! ¿No lo entiendes? —Dijo Lily, exasperada.
—¿Qué cosa? —Ladeó la cabeza, ahora sí, sin entender a qué se refería.
—¡Tú padre es mi padre y mi padre tu padre!
Eileen le miró como si le hubiera salido una cabeza de más. ¿Estaba hablando enserio? Se quedaron en silencio, mirándose con el ceño fruncido, en espera de una respuesta, Lily de entendimiento y Eileen de que se trataba de una broma.
—Eso es ridículo Lily —Dijo al fin.
—¿Por qué?
—¿Cómo que "por qué? ¡Ambos son hombres! ¡Es imposible!
—¿Imposible? —Lily sonrió enigmáticamente. Sus ojos destellaron al saber ella un poco más que Eileen—. Mi querida Eileen… ¿No sabías que los magos pueden tener bebés?
—¿Qué? —Musitó incrédula—. No, eso es mentira. Los hombres no pueden tener bebés… ¿O sí?
—¿Cuestionas mi conocimiento?
—Mmm… no… no sé.
—Papá tiene dos amigos —Comenzó a explicar Lily—. Dos hombres, se llaman Seamus y Dean… ellos tuvieron un bebé hace un par de años, el pequeño Aiden. Es una monada y tiene unas mejillas apachurrables y…
—Te has ido por la tangente —Rió Eileen.
—Si bueno, lo que quiero decir es que ambos son hombres, son magos y tuvieron un bebé —Finalizó con aire de superioridad—. Así que los magos hombres pueden tener bebés si lo desean.
—Vale… supongamos que tienes razón —Rodó los ojos al ver la nariz fruncida de Lily—. No me frunzas la nariz es obvio que…
—¿Qué? —Preguntó cuándo Eileen se calló y le miró con los ojos bien abiertos.
—Haz eso de nuevo.
—¿Qué cosa?
—Fruncir la nariz.
—Lo hago inconscientemente, no sé cómo en realidad… pero ¿para qué quieres que lo haga?
—Papá hace ese gesto cuando no le gusta algo —Dijo Eileen, parándose y arrugándole la nariz a Lily con sus dedos—. ¡Dios, eres casi igual a él! ¿Por qué no me había dado cuenta antes?
—¡Vez! —Chilló, dándole suaves manotazos para que se alejara y volteando la cara—. ¡Yo tengo razón, ambos son nuestros padres!
Lily y Eileen palidecieron y se separaron por acto reflejo, a su lado, Dobby les miraba casi al borde del llanto de la emoción. Se miraron de pies a cabeza casi con horror.
—¡Por las barbas de Merlín! —Dijeron al unísono—. ¡Somos hermanas!
* * *
Al volver a la habitación, ambas se quitaron la capa, los abrigos y los zapatos, y se quedaron quietas sin saber qué hacer. Habían regresado casi en silencio y ahora se miraban tímidamente.
—¿Eileen? —Musitó Lily, como quien no quiere la cosa. Eileen le miró—. ¿Quieres dormir conmigo?
—Eh… claro —Sonrió—. ¿En tu cama? Aquí entra un poco de aire por la ventana.
—Vale, en la mía.
Apagaron la luz y se treparon a la cama, cubriéndose con las mantas y mirándose de frente.
—Buenas noches Lily —Susurró Eileen, cerrando los ojos.
—Buenas noches Eileen —Respondió Lily, imitándole.
* * *
La puerta se abrió silenciosamente esa mañana, los rayos de sol matutino ya iluminaban la habitación. El hombre que había entrado se extrañó de ver la cama junto a la ventana, vacía. Se volvió hacia la que se encontraba del otro extremo y sonrió, enternecido.
Sacó una cámara muggle que había conseguido en Londres, era de nueva generación y no hacía nada de ruido como el flash de las mágicas. Se acercó al lecho, donde las dos niñas dormían. Se tomó su tiempo en admirar la escena y luego apretó el botón del aparato. De la ranura que la cámara tenía al frente, salió un cuadrito de papel con el frente negro, la tomó entre sus dedos y esperó a que aclarara. En la imagen se veía que la niña de cabellos cortos abrazaba casi protectoramente a la de cabellos largos, en medio de ellas había un león y una serpiente de felpa.
Sonrió satisfecho y se dispuso a salir de la habitación tal y como había llegado. Las niñas ni se enteraron de que habían sido fotografiadas.
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