La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.

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erioleloy

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"Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.   Empty
MensajeTema: "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.    "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.   I_icon_minitimeDom Jun 14, 2015 7:26 pm

¡Hola a todos!

Aquí estoy con el borrador sin editar. Razz

Aun así quería subirlo a la red, de modo que luego lo re-subiré con las correcciones que SenixKun haga; sepan disculpar los errores que puedan encontrar en el camino, pronto serán corregido. X3  

Nuevamente, ¡gracias a todos por su tiempo! X3




Martes, 17 de noviembre de 1998

12 : 45 h



Vestido con un camisón blanco de algodón y la espalda apoyada en el respaldar de la cama, Albus miraba por la ventana con aire taciturno, cuando su Alfa salió del baño con un pantalón estampado con perritos y huesitos, secándose el pelo con una toalla.

—Pensé que ya estabas durmiendo… —dijo el muchacho gateando por la cama hasta sentarse a horcajadas sobre su regazo.

—No —susurró, peinándole los húmedos mechones del flequillo con los dedos—. Justo iba a levantarme; tengo que terminar con aquellos papeles, ya que alguien muy travieso, me interrumpió.  

—¿No puedes dejar éso para otro momento? —repuso el rubio con un resoplido.

Él sacudió la cabeza lentamente.

—No, Gatito —dijo con suavidad—. Ya moleste a la pobre Minerva pidiéndole que se encargara de todo lo otro.

—Al, hace demasiado frio para que estés enfriándote los huesos —le lanzó de nuevo aquella sonrisa seductora y atrayente—, ven acurrúcate conmigo; no me uses, y luego te largues a hacer tus cosas.

—¿Cómo es que siempre tienes las palabras exactas para romper mis defensas? —señaló, pellizcándole un rollito de la panza.

—Será porque me enseño un gran dictador —le dedicó una sonrisa dulce, que desmentías su tono caustico—, un sujeto que hablaba como si se hubiera fumado una plantación de opio y que se escondía detrás de una máscara de «no violencia»; adornando sus discursos pedorros con palabrería absurda y utópica que sonaban bonito para los cortos de mente.

—¿Otra vez te refieres a Hitler, o ése tal Gandhi? —preguntó, correspondiendo a su sonrisa con curiosidad.

—No. Me refería a ti —se rió divertido; no parecía en absoluto fatigado a pesar de la reciente actividad física—, pero creo que los Muggles hicieron una película sobre eso: De Gandhi para Hitler, o algo así… —con un rápido movimiento, Dumbledore invirtió posiciones sentándose en la parte superior de su estómago y haciéndole cosquillas en las axilas con ambas manos—. ¡No! ¡No, quietó! ¡Albus, quietó! ¡Albus! ¡Ya! —gimió  retorciéndose, tan débil que ni siquiera recordó que sus manos estaban libres—. ¡Para! ¡No! ¡Albus, para! —pero, él ni tiempo tuvo para defenderse puesto que Albus comenzó a frotar su barbilla sobre el cuello y torso desnudo y, sin piedad, le clavó los dientes en las costillas y el estómago—. ¡No, no , no! ¡No muerdas! ¡Albus, no! ¡Duele!

Con una maniobra traicionera, el Alfa empujó al Omega de regreso contra el colchón, sujetándole las manos a los lados de la cabeza, con el rostro tan cerca que sus narices se rozaban; forcejearon un rato más, hasta que ambos estallaron en carcajadas.  

—Perdón por la pelea de anoche… —Albus logó decir, luego de un rato con voz ronca.

—Querrás decir, por descargar tú furia contra el aborto de murciélago en mi persona — intentó sonreírle, pero su sonrisa era muy fría. Aún seguía enfadado con él.

—Sí… por eso… —Albus sonrió y acarició sus brazos desnudos para calmarlo— Lo siento, la situación me sacó de las casillas…

—Ya no importa… —rozó con la boca su oído, respirando.

—Sí importa —musitó—, siempre eres el contenedor en donde acabo depositando toda la ira de mis frustraciones y fracasos…  

—¿Qué crees que dirían tus mocosos si supieran que su amado director se entrega durante las noches a guerras de cosquillas, muchos besos y caricias apasionadas? —le cuestionó, cambiando drásticamente de tema.

—Ni idea, pero seguro les daría un infarto —dijo con la misma suavidad que inundo de pronto su mirada, él tampoco quería arruinar aquel precioso momento con otra discusión—, sería como ver a sus padres haciéndolo; no se recuperarían nunca del impacto.

El muchacho entorno los ojos, incorporándose.

—Pues, sus padres seguirían haciéndolo por más de que ellos se abnegaran a la realidad.

Dumbledore arrugó el ceño.

—Creo que ellos son más felices creyendo que soy algo así como un ente asexuado.

—Bueno, puede haber uno que otro pequeño pervertido que «flipe» contigo y alguno de ésos payazos que tienes aquí adentro, o quizás —dijo, cruzando los brazos con engreimiento—, con un joven amante, fuerte y viril, que se escabulle dentro de tu cama con cada puesta de sol.

—Ummm… Nah… Creo que a ellos les daría más asco que otra cosa —dijo él, y una extraña expresión contrajo su rostro—, para ellos es imposible que un anciano experimente otra cosa que no sea impotencia.

—Oh, Al. Estaba bromeando; no te pongas así… —murmuró el muchacho, sonriéndole con aire tranquilizador—. A quién le importa lo que piensen un puñado de mocosos, ellos únicamente saben sacarse los ojos los unos a los otros y pulular por los rincones, buscando algún lugar en el cual meterse mano sin ser descubiertos por el resto, o esconder pornografía bajo la almohada de su cama, sin otro consuelo que la autosatisfacción —se inclinó de nuevo sobre él, pegando sus pechos, y acomodó la cabeza en el hueco de su cuello—. Lo que tú y yo tenemos aquí, es amor del bueno; muchos de ellos aún son muy jóvenes para valorarlo, o siquiera comprenderlo.

Dumbledore levantó la vista con una risa breve y avergonzada.

—Éso no quita estos sentimientos de estar…

—… haciendo algo maravilloso —completó el Alfa, con los ojos brillando de deseo.

—Con alguien que se ve como mi tataranieto… —agregó Albus, su mano se deslizó desde el pelo rubio hasta sus riñones y más abajo, por encima de las nalgas enfundadas en tela.    

El Alfa profirió un gemido de placer.

—No, idiota —habló suavemente, con tono cariñoso—. Con alguien que te ama y que ha renunciado a todo lo poco que poseía en su jodida vida para estar aquí, contigo, enclaustrado en está —rodó los ojos con resignación— maldita prisión, sólo para poder sostenerte entre sus brazos durante las noches… —El muchacho se aproximó para robarle un beso, pero Albus le apartó el rostro—. ¿Qué pasa?

—No sé… —masculló el Omega, y le derribó de un empujón patas arriba, levantándose de un saltó de la cama.  

—¡Maldición, Albus! ¡Estábamos bien! —protestó el muchacho, con un furioso gruñido; aventándole una almohada.

—Shuuu… —repuso Albus, esquivando el cojín y apoyándose contra la jamba de la ventana—. Alguien quiere cruzar las protecciones del castillo…

—¡¿Y quién diablos es el retardado?! —le preguntó, echando el edredón a un lado, y yendo a su encuentro.  

—Éso mismo quisiera saber yo… —susurró el Omega y tironeó de la cortina, ocultando la figura del muchacho a la par suya.

—¡Déjame ver! —protestó el Alfa, tirándole del hombro y alargando el cuello, pero el director fue más rápido y le empujó con un codazo—. Viejo infeliz… —se quejó, sobándose las costillas—; ¡seguramente se trata del estúpido de Snape!

—¿Y por qué rayos saldría caminando del castillo? —preguntó él, observando como una pequeña figura encapuchada de blanco se habría camino con rápidos y ligeros pasos entre unos setos cubiertos de nieve.  

—D’oh, ¿que tú cerebro sigue anestesiado por el sexo, o qué? —farfulló el rubio estirando los brazos y echándose boca arriba en la cama—. Es obvio que se escapa como un asqueroso mugg…

De pronto el cojín voló de regreso por los aires, golpeándole en plena cara.  

—Dices que caminara hasta los límites del colegio, y luego se desaparecerá… —dijo Albus secamente, frunciendo el entrecejo— para que no perciba su rastro de magia.

—¡Oh, qué brillante eres Dumbledore! —le respondió, con sarcasmo mientras se cobijaba—. Me sorprende que con tú inmensa inteligencia aún no hayas dominado el mundo —Giró y acomodó el cojín detrás de su cabeza, estirándose con una pose sugerente—; el infeliz sabe que tienes controladas todas las chimeneas de ésta pocilga, que una centena de elfos domésticos vigilan el cielo las veinticuatro horas del día, y que…

—… a esta hora ya revise los registros de Omegas. —añadió el director, con una chispa de ira en los ojos.

—Sí. Y que él estaba en donde se suponía, y toda ésa mierda —contestó el rubio, dando un golpecito a su lado de la cama—; ahora, ven y duerme un rato. No hay nada que hacer, no saldrás a perseguirlo…

—Severus… —masculló Albus indignado, dando golpecitos al marco de la ventana con el puño—. ¿Adónde diablos vas? ¿Ahora qué estupidez estás planeando?

—¡Albus no saldrás a perseguirlo y punto! —ladró el Alfa detrás suyo, usando su voz de mando—. ¡Vente a acostar!

Para consternación suya, el Omega cogió su bata azul del respaldo de una silla cercana y salió de la habitación con un sonoro portazo. El Alfa se volteó en la cama, cubriéndose hasta la cabeza, con un gruñido.
***


Harry abrió los ojos de golpe y se asomó por la cortina de la cama perezosamente, mas no vio nada fuera de lo normal, sólo el suave susurro de los ronquidos de sus compañeros, barajados de a ratos por los embarazoso balbuceos de Ron. Se volvió a meter en la cama e intentó reconciliar el sueño, pero al cabo de un rato de dar vueltas y vueltas sobre el colchón, se dio cuenta de lo hambriento que se encontraba.

«Quizás no había sido una buena idea saltarse la cena», se dijo a sí mismo. Se puso de pie exasperado, se calzo los zapatos y decidió ir a robar algo de la cocina; abrió el baúl y sacó la capa de invisibilidad echándosela sobre los hombros. Se deslizó como por un rayo por el orificio del retrato y se encaminó por el primer pasillo que encontró, anduvo por uno y otro a toda velocidad, escabulléndose con la agilidad y la astucia de una rata; lo que menos quería a esas horas de la madrugada era encontrarse con Filch.  

Al llegar frente a la tan familiar pared con un cuadro de frutas, Harry estiró la mano y le hizo cosquillas a la pera, develando la manija de una puerta, pegó la mejilla a la madera con cautela y cuando no oyó ruido alguno, abrió y se metió rápidamente.  No había nadie. Ni un sólo elfo.

Los montones de ollas y cacerolas se apilaban en las paredes estaban todas limpias y ordenadas, y el fuego del hogar ya había sido extinguido, pero apenas el niño dio tres pasos al interior las llamas retornaron a la vida, bañando de un tenue color anaranjado las viejas mesas de madera; dejando al descubierto una crujiente, cremosa y deliciosa, tarta. Los ojos de Harry brillaron de emoción, y una sonrisa ladina se extendió a lo largo y ancho de su rostro, mientas olfateaba el dulce aroma que impregnaba la cocina.

«Oh, sí. ¡Suertudo!», pensó refregándose las manos. ¡Bendita sea el alma caritativa que había dejado aquel delicioso manjar, muy seguramente, pensando en algún pobre alumno hambriento que se había saltado la cena! Harry dio un par de saltitos por la cocina, jubiloso. Tenía una tarta de limón recién horneada y toda la cocina para él solito; si pudiera hallar un poco de leche, su estómago estaría tan feliz que se pondría a bailar la Macarena.

Revisó por aquí y por allá como una pequeña laucha, hasta dar con todo lo que buscaba; sin embargo, en cuanto se sentó con una humeante taza de leche tibia y la primera mordida a su rebanada. Oyó un fuerte «¡clac!» a sus espaldas y una inconfundible figura de menos de un metro de estatura, con ojos saltones inyectados en sangre y orejas puntiagudas, se apareció.

—¡¿Quién está en la cocina de Twinky?! —protestó el elfo domestico con voz ronca y atronadora; su apariencia no era muy diferente a la de un pequeño gato rasurado, vestido con mugrientos harapos—. ¡¿Quién está robando en la cocina de Twinky?!

—Mierda —masculló Harry mirando con desprecio a la criatura—, de todos tenía que ser él…  

—¡¿Qué?! ¡Tú! ¡Tú mocoso! —chilló la criatura con una voz tan aguda que Harry juro que le habían oído hasta en el piso de arriba—. ¡Maldito mestizo sangre sucia! ¡¿Qué haces en la cocina de Twinky?!

—Comiendo que no vez, ¿o está ciego? —comentó con otro mordisco a su trozo de tarta— Y ésta no es tú cocina, es la cocina del colegio.

—¡Twinky es el jefe de cocina de Hogwarts! —gritó la criatura, dando pisotones con sus largos y deformados pies—. ¡Ésta es la cocina de Twinky! ¡Twinky no permitirá que ningún sangre sucia entre en su cocina y…!

De pronto, las palabras se le quedaron atoradas y los ojos se le salieron de las cuencas.

—¿Qué? ¿Qué miras? —preguntó Harry, con un signo de interrogación dibujado en la cara, mientras veía como la pequeña criatura pasaba del blanco al rojo, y del rojo al morado, en menos de un segundo—. ¿Quieres un pedazo? Estaba sobre la mesa y…

—Éso… éso es… —La criatura balbuceó, y luego, soltó un espeluznante chirrido y se tiró de las orejas, mientras se echaba a correr de una esquina a otra de la cocina.  
Harry le miró boquiabierto, como si no diese crédito a lo que sus ojos veían. La criatura se había llevado las manos a la garganta, tragó saliva y tirándose boca abajo, golpeó el suelo con pies y manos.

—¡No! ¡No! ¡La tarta de Twinky! —aúllo, revolcándose como una cucaracha agonizante por el suelo de piedra—. ¡La tarta! ¡No! ¡La tarta de Twinky! ¡¡La tarta!!

—Oh… ¿era tuya? —preguntó, con ultimó sorbo de su leche—. Disculpa, pero… —Harry eructó, limpiándose el blanco bigote con la manga del pijama— tenía hambre y está tan buena. ¿Tú la hiciste es…?

—¡¡Escúpela!! —le cortó la furiosa criatura, abalanzándose sobre él y cerrando las manos alrededor de su cuello—. ¡Escúpela, escúpela, escúpela!  

—¿Eh? ¿Qué? —Harry le agarró por los pequeños brazos, poniéndose de pie con tanta brusquedad que la silla se estrelló contra el suelo—. ¡Oye, para! ¡Para! ¿Qué te pasa?

—¡Devuélvele su tarta a Twinky! —chilló el elfo, golpeándole con su pequeño y nudoso puño en la cabeza—. ¡Devuélvela!

—¡Mierda! —exclamó Harry, enfureciéndose—. Oye, ¡cálmate!

—¡Vomita! ¡Vomita! —aulló el elfo doméstico, retorciéndose, tratando de encajarle los dedos dentro de la boca—. ¡Vomita la tarta de Twinky!

—¡Eh, no! ¡No! —le ordenó Potter, mientras forcejeada contra la furiosa criatura que se empeñaba en morderlo—. ¡Oye! ¡Quietó!¡¡Quietó!!

—¡Devuélvela! —soltó la pequeña criatura furiosa, obstinado en encajarle los dedos en la nariz.

—¡Hijo de…! —rugió Harry nervioso y enojado, cuando la criatura le tiró de las orejas —. ¡No puedo! ¡Ya me la comí!

—¡Ésa era la tarta que Twinky había horneado para el director! —replicó el elfo con odiosa testarudez—. ¡Twinky se pasó toda la noche horneando ésa tarta!

—Ok. Ok. ¡Respira! —contestó Harry mientras la aplicaba una llave de yudo a la criatura—. Calma. Hablaré con él y le diré que yo…

—¡Ésa era la tarta de disculpa de Twinky! —repuso el elfo—. ¡Twinky ahora no podrá disculparse con el director! ¡No, no podrá! —Las  lágrimas resbalan por su por su arrugada carita y caían sobre la ropa harapienta—. ¡El director echará a Twinky de Hogwarts! ¡Twinky ya no será jefe de cocina!

—Eh… Oye, no creo que sea para tanto, ¡sólo era una tarta! ¡Cálmate! —resopló Harry, levantando a la criatura del suelo y sosteniéndola en alto para que sus extremidades no le impactasen.

—¡¿Adónde vivirá Twinky ahora?! —gritó el elfo domestico moqueando—. ¡¿Adónde?! ¡¿Adónde criara sus larvas de gusarajos?!

—¡Cal-ma-te…! —repitió Harry, pero la criatura no paraba de retorcerse como una lombriz—. ¡Nadie te echara de aquí!

—¡Todo por culpa del mocoso sangre sucia! —chilló, sacudiendo la cabeza con tanta fuerza que le daba golpes con las orejas—. ¡Su culpa! ¡Su culpa!

—¡Ya te dije que hablare con el dire…!

La criatura le mordió una mano y echándose para adelante le pateó el mentón, luego corrió al otro lado de la cocina, de un saltó se subió a la mesada de roble y cogió de la tacoma de cuchillo uno para deshuesar.  

—¡TWINKY SE VENGARA! —gritó el elfo, agitando el utensilio en forma amenazante.    

—¡¿Qué?!¡No! —exclamó Harry, desconcertado—.¡Baja ese cuchillo! —ordenó, corriendo a refugiarse detrás de una silla—. ¡Si me matas, sí te echaran del colegio! E-es más, ¡te mandaran a Azkaban!  

—Twinky no quiere matar… —dijo la criatura, acercándose lentamente a él. Harry dio dos pasos hacia atrás, los ojos de la criatura en verdad parecían dementes, estaba peligrosamente enfadados—. Twinky sólo quiere mutilar, a lo sumo lesionar de gravedad al mocoso sangre sucia.

La criatura soltó un mugido, como el de un toro furioso, y en una fracción de segundo se abalanzó sobre Harry, cayéndole como un gato crispado sobre los hombros. El mago lo agarró por debajo de los brazos, tirando de él todo lo que podía; la criatura le zarandeó del pelo, batallando, intentando encajarle el cuchillo en el rostro.

Entre el forcejeo el elfo domesticó se desapareció llevándose a Harry con él; dos segundos más tarde, ambos aparecieron rodando por el suelo de un lugar horrorosamente familiar y nada agradable para el joven mago. Harry tardó más de tres segundos en darse cuenta de lo que había ocurrido (ósea el mismo tiempo que la chimenea había demorado en chisporrotear e iluminar toda la habitación), levantó la mirada, achinó los ojos y observó alrededor; apretando la cabeza del elfo contra el suelo con el antebrazo, él hizo un extraño ruido ahogado, con el corazón palpitándole frenéticamente.

—Qué-qué… —tartamudeó, desesperado— ¡¿Qué hacemos aquí?!

—Twinky demandara al mocoso sangre sucia con el profesor Snape —dijo de pronto la criatura, rechinando los dientes, su cara espantosamente cerca de la de Harry—, entonces quien le matara será él, y Twinky no tendrá que hacer… el trabajo sucio…

—¡¿Qué?! ¡No! —Harry negó con la cabeza, con los ojos más abiertos que nunca—. ¡No, no, no! ¡No te atreve…!

—¡Profesor! —vociferó maliciosamente el pequeño engendro—. ¡Profesor Snape!

—No, no, no. ¡Shuu! —rogó Harry con voz ronca—. No, por favor. Shuuu… Por favor, cállate… —la voz de Harry se transformó en temblorosos susurros— Haré lo que quieras. Te lo juro. Lo que sea… por favor…

—¡Profesor, profesor, profesor, profesor, PROFESOR SNAPE!

La criatura gritó pleno pulmón y, a Harry sólo se le ocurrió intentar asfixiarlo, tapándole la nariz y la boca con ambas manos.

—¡No! ¡Cállate! ¡Lo despertaras! —Pero la criatura no paró de retorcerse, hasta que logró clavarle las uñas en las manos y morderle los dedos—. ¡Hijo de…! —Harry le soltó de golpe, y se encogió sobre sí mismo revolcándose de dolor por el suelo, mientras se sobaba la mano.

La criatura se puso de pie con una risotada y corrió al otro lado de la habitación subiéndose al escritorio de Snape, volcando el tintero de una patada y pisoteando un par de pergaminos, con sus deformes pies empapados en tinta.

—¡Eso dolió! —exclamó Harry, parándose con dificultad. Él y la criatura se quedaron mirando uno al otro fijamente, con odio—. ¡Quedate ahí! —le ordenó, con la boca seca y el corazón en un puño.

De pronto se hizo un silencio repentino.

Harry cambio los pies de posición, miró a todos lados inquieto y parpadeó, sintiendo como si una barra de acero le aplastara el pecho. ¡Rápido! ¡Tenía que encontrar una manera de atrapar a la criatura y salir de aquel lugar lo más pronto posible! O desollarlo vivo, sería lo mínimo que Snape haría con él.  

—Ahora serás castigado… —repuso el elfo con voz malintencionada.

—¡No! ¿Qué piensas hacer? —Harry sintió un temblor repentino en todo el cuerpo; un
pensamiento inesperado y desagradable lo sacudió—. No, no, no. ¡No te  atrevas! —El elfo domestico se carcajeó con malevolencia y, antes de que Harry pudiera hacer cualquier movimiento, desapareció con un chasquido de dedos, dejándolo solo, de pie en medio del despacho de Snape— ¡No! ¡Espera! ¡No! ¡Regresa! —Harry giró en derredor tanteando el aire, por si la criatura se había vuelto invisible—. ¡Mierda!

En aquel momento se escuchó el estrepitoso ruido (capaz de provocarle un infarto) de algo rompiéndose contra el suelo. El joven mago giró ligeramente la cabeza y un frío aterrorizador le sacudió la espalda; maldiciendo a la criatura, buscó por todas partes en donde esconderse. Corrió de un lado a otro desesperado pero, de pronto recordó que tenía la capa de invisibilidad sobre la espalda y se paró en seco, con un sólo movimiento se cubrió y corrió a hacerse una bolita en la esquina más cercana.    

Aun así, el pequeño Alfa sintió que el mundo se le venía encima, cuando vio a Snape cruzar la puerta vestido con un pijama de seda negro con el pecho desabotonado y húmedo, igual que su cabello negro como el azabache; la piel centrina pálida y amarillenta, y una botella de cristal con un líquido amarillento colgándole en la  mano derecha mientras se dejaba caer en la butaca frente a la chimenea.

Harry se quedó atónito. ¡Qué diablos! ¿Éso era lo que hacía Snape todas las noches? ¡Qué rayos era, ¿una especie de síndrome que sufrían todos los que enseñaban en aquél colegio?! Harry podía imaginarse a cualquier otro perdido en el alcohol durante sus ratos libres, incluso a McGonagall, despeinada, con la cara roja y hablándole babosadas a las paredes, pero, ¿Snape? A él se lo imaginaba… bueno… como una especie de científico loco que experimentaba diversas clases de pócimas asquerosas con pobres animalitos tiernos e indefensos.      

Harry inhaló hondo y se persignó antes de intentar escapar sin hacer ruido; se levantó, temiendo que su respiración agitada se oyera y lo delatara, y comenzó a deslizarse lentamente con la espalda pegada a la pared. Estiró la mano y cogió la manija, un ligero «clic» se oyó y la puerta se abrió, pero entonces un suave: «Potter…» se escuchó a sus espaldas, y el alma se le cayó a los pies, bruscamente soltó la manija e intentó no dejarse vencer por el pánico.

Snape volvió a llamarlo, y un gruñido gutural escapó de sus labios.

Harry exhaló desconsolado, entonces captó un olor penetrante que lo noqueó como un puñetazo al hígado; su corazón se disparó con una violencia aterradora. Olía a… ¡a sexo! ¡¿Qué diablos estaba haciendo Snape?! ¡¿Por qué mierda repetía su nombre?! El muchacho se mordió los labios, y giró lentamente la cabeza, rogando que su estúpido olfato le hubiese jugado una mala pasada de nuevo.  
Pero, para su infortunio, no fue así. El joven mago se cubrió la boca con ambas manos, asfixiando un potente chillido; se quedó inmóvil con la espalda soldada a la puerta y los ojos alucinados. De repente, Harry se puso de un color verdoso muy feo. Snape estaba… estaba… Dios, estaba… sin camisa, con los pantalones enredado en los tobillos y… y… se estaba…

El pequeño Alfa tragó saliva y agudizó el oído. Quizás… quizás él había oído mal, quizás Snape no había dicho su nombre, talvez había querido decir Petter o… o… ¡Por todos los cielos! Harry rogó haber oído mal, pero, no, Snape volvió a repetir su nombre en voz alta y con total claridad, y a él se le revolvió el estómago. Snape… Snape estaba fantaseando con follarlo. Por Merlín, ése sujeto tenía una enfermiza obsesión con él.

De pronto, Harry se sintió preso de un sofocante tormento, como si un torbellino de calor se inflamara en su interior. Le costaba respirar. Se tiró del cuello del pijama; la tela se le pegó a la piel húmeda. Estaba completamente seguro de que Snape lo desollaría vivo si se enteraba que estaba ahí, observándolo. Por supuesto que él no tenía entre sus planes que este se enterase de nada. En lo que a él concernía, se llevaría el secreto de lo que sus ojos estaban viendo a la tumba.

Harry apretó los puños y el sudor de sus palmas fue terrible, cuando Snape enterró dos dedos en su tibio interior con un lloriqueo. Él soltó un jadeo con fuerza, y su miembro saltó dentro sus pantalones. ¡¿Qué carajo era lo que le pasaba?! ¿Por qué…? ¿Por qué se estaba excitando con todo aquello?

El moreno di otro respingo cuando Snape echó bruscamente la cabeza hacia él con los ojos mansos, unidos, rojos y acuosos. Harry se le quedó observando en la oscuridad del silencio, por un largo tiempo. Snape parecía drogado. ¿Acaso Snape se había…? ¿Snape era un…? ¿Un adicto? Después de todo, había sido un Mortifago, y como tal había hecho cosas horribles como estafar, robar, secuestrar; se rumoreaba que hasta violar, asesinar personas y ocultar sus cadáveres. Harry no estaba cien por ciento seguro de todo lo último pero, la poca evidencia que había recopilado el año anterior sobre Snape siempre apuntaba en su contra. Una adición seria como un juego de niños para él.

Una repentina tensión le contractura la espalda al muchacho, y un inexistente aire frio se coló por las ventanas cerradas; casi se había olvidado de que tenía la capa invisible sobre los hombros, y el pocionista no podía verlo.

Severus resollaba, su pecho desnudo subía y bajaba acompasado con el movimiento de sus manos. Un pasamiento pornográfico cruzo por la mente de Harry; esa boca grande y tibia envolviendo la carne palpitante dentro de sus pantalones. Un gruñido le hormiguea en los labios, y él se mordió la lengua para no dejarlo escapar; aquellos apetecibles labios húmedo e hinchados, hicieron que sus rodillas temblaran.

Él respiró hondo con los puños apretados, la espalda recta y el pecho hinchado, cuando su cuerpo le exigió que se moviera hacia Snape, y tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para permanecer parado en donde estaba. ¿Por qué tenía la impresión de que su carne estallaría si no se abalanzaba inmediatamente a sus brazos?  

La escasa iluminación que proporcionaban las llamas de la chimenea alargaron la sombra de Harry sobre el piso; la llamas le proyectaban más cerca de lo que sus propios pies se atrevían a avanzar. Una nueva oleada de calor inundo su sexo, engrosado ya por la sangre. Él nunca se había fijado de lo alto que era Snape, de lo interminablemente largas que eran sus piernas, con aquellos músculos tan tensos y esculpidos. Le enloquecieron, quería que él le rodera la cintura con aquellas piernas… inmediatamente. Sus manos temblaron y la capa de invisibilidad cayó a sus pies, develando su figura, demasiado excitada y avergonzada.

Contrario a lo que Harry había pensado en un principio, Snape soltó un sollozo inflamado de deseo al verlo de pie delante suyo, como si supiera qué estaba pasando por su mente, qué estaba sintiendo su cuerpo, y además sintiera placer  de ello. Lo miraba con ojos centellantes. Como si fuera consciente de la pasión que iba a recibir, y su corazón dio un extraño salto mortal.

Snape quería sexo.

Y él quería lo mismo que Snape; entonces, pensó en lo fácil que sería montarlo, hundirse larga y profundamente dentro de él, y hacerlos gozar a ambos; volar por el salvaje jardín de la pasión desenfrenada.

Harry dio un paso hacia Snape. El deseo de moverse sobre él lo consumía. Siguió avanzando, pero a medio camino vacilo y sintió el impulso repentino de retroceder, de dar media vuelta y arrojarse por la maldita ventana más cercana, pero aun así su cuerpo continua avanzando.

Cuando joven mago rodea al Omega con los brazos y rozo con la boca su oído, y le susurro: «Quiero hacerte gozar. Dejame meterme dentro de ti» Severus sofoco otro gemido, frotándose contra su duro miembro, y se abrió para él. Aquella fue la única repuesta que Harry esperó y necesitó; su miembro palpitaba ferozmente, mientras se clavaba de un empellón en la fruncida cavidad, dejando escapar un atronador gruñido de placer.

La carne de Snape, empapada y ardiente, ciño con fuerza su miembro. Él jadeó, preso de un placer deslumbrante y se hundió más adentro de aquella cavidad, con un danzar que le daba vueltas la cabeza. Apenas podía pensar con claridad; sólo le devolvió el beso que el Omega le ofrecía con furia y con hambre.

En aquel instate, Harry odió tanto a Snape. Y se odió tanto a sí mismo. Pero no sabía si odiaba más a Snape por mostrarle placeres que no conocía,  o si se odiaba más a sí mismo por dejarse perder en aquella, húmeda, caliente, tan delicioso… flor que se abría excitada…    

—¡HARRY! —rugió de repente una potente voz a sus espaldas.

Harry volteó espantado. Hecha una furia, Ginny, blandía un bate de Quidditch, acercándose a él con apurados pasos y un destello demoníaco en sus diminutos ojos café.  

—¡GINNY! —De pronto él se sintió mareado, y todo a su alrededor comenzó a girar en forma vertiginosa—. ¡No! ¡No es lo que parece! —gritó, retrocediendo asustado.

—¡Con que éste era tu secreto! —gruñó la pelirroja, dándole golpecitos en el pecho con el dedo; echándosele encima como un gran pero rabioso y enseñando los dientes.

—¿No le dijiste lo nuestro, Potter? —terció la voz de Snape, cogiéndolo por el brazo y sacudiéndolo.

Harry levantó la mirada hacia él, incrédulo.

—¡¿Q-qué cosa?!

—¡¿Acaso negaras lo que acaba de ocurrir aquí entre nosotros?! —protestó Snape a Harry con brutalidad—. ¿Acaso vas a negar nuestra unión, Potter? —agregó con frialdad—. Negaras que tú y yo compartimos nuestros fluidos y nuestra carne, ¡que intercambianos nuestras almas y ahora somos uno todo único!

Harry trastabilló hacia atrás y el pánico se reflejó en su cara, con una mueca desfigurada , y se volvió hacia Ginny.

—¡¿Eso es verdad?! —bramó la muchacha, furiosa. Harry intentó explicarse una vez más. Pero la joven le agarró por el pelo, clavándole la cabeza del bate en la garganta, y echando chispas por los ojos—. ¡¿ESO ES VERDAD, HARRY?!

—Esto…, veraz —balbuceó el joven azorado.

La habitación comenzó a arremolinarse a su alrededor, cada vez más y más oscura; en el preciso instante en que la risa loca de Snape le heló la sangre, Harry sintió que su cuerpo elevaba en la oscuridad, como si fuera ingravitatorio y un fuerte temblor le sacudió todo el cuerpo.        

—¡HARRY! ¡HARRY! —gritó Ron, zarandeándolo por los hombros—. ¡DESPIERTA! ¡¡YA ES TARDE!
Harry abrió los ojos, y se irguió en la cama con un gritó aterrorizado, lanzando a Ron de un manotazo al suelo; con el corazón taladrándole los oídos.

—¡No, Ginny! ¡No! ¡Fue un accidente; te lo juró! —chilló Harry, escudándose detrás de una almohada—. ¡Yo no quería! ¡No quería…!

—¡Oye viejo, calma! —exclamó Ron, con los ojos muy abiertos—. ¡Mi hermana no está aquí! —se levantó del suelo sobándose el trasero.

—Oh, Ron… eras tú… —susurró el muchacho colocándose las gafas; con la mente todavía colmada de todas las escenas que acababa de revivir—. ¿Qué hora es?

—Tarde —aseguró Ron, aventándole un uniforme limpió a los pies de la cama—. Ya todos se fueron a desayunar.

—Oh, valé… —se apresuró a decir Harry, ciñendo la almohada con las piernas; su miembro estaba dolorosamente duro y excitado— En-entonces, ve-ve…

—¿Seguro? —preguntó Ron, mirando sus entrepierna con el ceño fruncido. ¿Por qué Harry se excitaría con la imagen de su hermana golpeándolo? Ron suspiró, sinceramente, él no quería saberlo.

—Eh… Sí… —El moreno afirmó apenado— Me darme una ducha… —«Con agua helada si es posible», pensó y estiró el brazo para arrimar su ropa— y luego te alcanzo.

—Ok… —dijo Ron con énfasis, y viendo la inquietud en el rostro de Harry, añadió—: Tomá, es de Dumbledore; la encontré pegada a tu frente mientras dormías. Lo siento, quise abrirla, pero estaba sellada con magia —explicó, extendiendo una maltratada carta.

Harry la cogió.    

—No importa… —musitó, después de una corta pausa.

—Bueno… —Weasley se rasco la cabeza, y luego salió arrastrando los pies con un bostezo— te veo abajo… No tardes con «eso», o me comeré todas las salchichas.  

Harry miró la carta entre sus manos, por lo menos durante un minuto completo. ¿Por qué Dumbledore le había mandado una carta? ¿Qué será lo que ésta decía? ¿Acaso era para informarle que Snape ya había arreglado todo, o taquizas…? Harry se revolvió los cabellos ¡Sólo había una forma de quitarse la duda! Tomó la carta y rompió el sobre que la contenía con desesperación.

Querido Harry:

Esperó que anoche haya logrado conciliar el sueño; sé que los recientes acontecimientos implicaron un gran degaste emocional para ti. De modo que, te escribo ésta carta con el motivo de informarte que, me tome la libertad de pedirle a Kreacher colocar una botellita de color azul en el interior de tú baúl…                  

Harry echó las sabanas a un lado y gateó hasta los pies de la cama; comenzando a escarbar en el interior del arcón, hasta que dio con un pequeño frasco azul flúor de no más de diez centímetros.  

…Es un inhibidor de olor; ésa ración tiene que durarte más o menos un mes, y hará que las personas a tú alrededor perciban un aroma agradable, en lugar de la marca hormonal de Severus.
En el calor de la cuestión olvide explicarte toda estás escabrosas cuestiones; seguramente pasaste un momento muy incómodo con tus compañeros. Si te parece bien, ven a mis aposentos el próximo viernes a las nueve la noche en punto y responderé todas tus inquietudes.

Afectuosamente,
Albus Dumbledore

Harry se tiró de nuevo boca arriada en la cama con los brazos extendidos.  

—Quizás… un revolcón desnudo sobre la nieve sea lo mejor… —repuso, echando un vistazo a los pequeños copos que caían por la ventana.




Última edición por erioleloy el Sáb Ago 15, 2015 2:28 am, editado 6 veces
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MensajeTema: Re: "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.    "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.   I_icon_minitimeMiér Jun 24, 2015 11:18 pm

sensei prometio dos capitulos y aqui hay uno..XD ahhahaha no se porque no me lo habia leido anteriormente creo que estaba repetido o en proceso no me acuerdo la razón por la cual no lo habia leido este cap...mmm bueno no importa realmente hahah pobre harry se nota que ya le urgeee tener a sev..XD hahahah y nuestro sev que no se deja querer ahhh si hasta albus tiene sus amurracos..XD hahahhaa mmmmvolviendo a lo de albus quien es ese joven???..T_T,,,,mmmm buenoooo a espera los otros cap..>.<
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MensajeTema: Re: "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.    "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.   I_icon_minitimeMiér Jun 24, 2015 11:30 pm

Ése es el primero y, sí es nuevo, no lo leste XD
Pronto subiré el siguiente.
Y dije que en los dos siguientes habría cachondeo, no que irían juntos. X3
¡Wajajaja!
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MensajeTema: Re: "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.    "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.   I_icon_minitimeSáb Jun 27, 2015 11:31 pm

noooo eso es ser cruell...>.< dejarnos con la espera hahahahhha buenooo esperare entonces el proximo cap..>.<
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MensajeTema: Re: "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.    "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.   I_icon_minitimeDom Ago 16, 2015 1:20 pm

Creo que ellos son más felices creyendo que soy algo así como un ente asexuado.

—Ummm… Nah… Creo que a ellos les daría más asco que otra cosa —dijo él, y una extraña expresión contrajo su rostro—, para ellos es imposible que un anciano experimente otra cosa que no sea impotencia.


Esto me dejo meramente impactada pues es realmente como veo a Dumby. Si a lo mejor soy un poco mojigata, pero es que Albus me parece un lindo ancianito, dulce que es como un abuelito y pues la verdad eso de pensar que es activamente sexual a su edad es bastante bizarro para mi jejeje

Por un momento creí que esto era lo que había pasado en verdad entre Harry y Sev de como habían llegado a la situación en la que s encuentran, pero luego apareció Ginny y todo se volvió confuso y complicado, creo que por un lado estuvo bien que solo fuera un sueño, digo si no Severus realmente mataría Harry
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MensajeTema: Re: "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.    "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.   I_icon_minitimeDom Ago 16, 2015 9:04 pm

Tú concepción del mundo es muy naif, y eso me enternece. X3
El que una persona tengas más edad, definitivamente no le hace ni asexual ni inmune al amor.
El gusto, el deseo y el impuso siempre están ahí, latente, nunca nos abandona. Aunque, es cierto que el mismo se manifiesta en mayor o menor medida depende de cómo cada individuo vivió su sexualidad a lo largo de su existencia, pero créeme e hablado con muchos ancianos y ancianas, y todo coincidieron en que comenzaron a disfrutan (o incluso a vivir) con más intensidad su sexualidad luego de los cincuenta. XD
Después de todo eres tú misma (en todos los sentidos), sólo que con más edad. ;p
Y uno no cambia con los años, sólo refuerza lo aprendido.
Así que, si eres fiester@ de joven, créeme serán igual de fiester@ de viej@, sólo que al saber que el hilo del cartel se te va acabado ¡lo disfrutaras todo con mayor intensidad! XD    
Gracias por tus comentarios. Lamentó que por mi culpa ya no veas a los ancianos con los mismos ojos que antes. ˄w˄  
Y como regalo, te dejo este vídeo que merece cada segundo.
https://www.youtube.com/watch?v=_lKJvIdAMb0
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MensajeTema: Re: "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.    "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.   I_icon_minitimeDom Ago 16, 2015 11:46 pm

PD: Por si no sabias, el tipo de relación sentimental que se describe entre Severus y Harry (tanto como la de Albus y su Alfa) dentro de los fic's se denomina Gerontofilia.

https://es.wikipedia.org/wiki/Gerontofilia

Si el tema te intereso, te recomiendo esta divertida comedia romántica:

GERONTOPHILIA by Bruce LaBruce

http://cinegaygratis.blogspot.com.ar/2015/06/gerontophilia.html

¡Saludos!

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MensajeTema: Re: "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.    "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.   I_icon_minitimeLun Ago 17, 2015 2:08 pm

Jejejeje ok primero que nada ya se lo que significa naif, así que muchas gracias por aumentar mi vovabulario. Smile Smile Smile Smile Smile Smile Smile

Segundo me ha encantado tanto la canción como el vídeo, me pareció genial, los viejitos revoltosos y celosos jejejeje, pero debes admitir que son unos abuelitos tiernos jajaja.

Bueno tal ves mi renuencia a ver a Albus como alguien activo sexualmente es que, considero que un hombre o mujer de una edad mayor tienen un amor de pareja mas maduro, uno que significa que lo amas por que disfrutan de su compañía, de las platicas de las vivencias pasadas, del amor y la veneración que se tiene por los años juntos, pienso que el amor de las personas mayores no tiene nada que ver con los placeres carnales. Embarassed Embarassed Embarassed Embarassed (No se si soy romántica o infantil jajajja)

y lo de la geronthophila si se lo que significa y me gusta mucho ese tipo de parejas, por que crees que amo el Snarry (bueno es uno de los motivos jjejejeje). Mis padres se llevan 19 años asi que no me parece nada extraño ese tipo de relación.

Pero tu historia de verdad me hace tener la mente abierta y no ser tan prejuiciosa en ningún aspecto, por ello me gusta, aunque me desespera la actitud de ambos jajaja.
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MensajeTema: Re: "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.    "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 11.   I_icon_minitime

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