La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 12.

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erioleloy

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"Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 12.   Empty
MensajeTema: "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 12.    "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 12.   I_icon_minitimeSáb Ago 15, 2015 1:46 am

Viernes, 20 de noviembre de 1998

15: 45 h

         
Con el transcurso de los días la desesperación de Hermione fue en aumento, Harry no sólo se había vuelto de la noche a la mañana susceptible y agresivo de un modo inexplicable; ella tuvo que pasársela intentando mantener la paz entre éste y sus amigos, pero sin éxito. Peor aún, cuando por accidente Ron coincidió con Ginny en una drástica caída en sus agilidades como buscador durante el último entrenamiento, lo que provocó que se pusiera aún más agresivo, de modo que le gritó a todos tanto que, la niña nueva de primero acabó hecha un mar de lágrimas.

―¡Por éso fue que perdimos el partido de hace dos semanas! ―gritó Harry, mientras se bajaba de la escoba con un salto.    

—¡Ya cállate y déjala en paz! —lo increpó Ginny que llevaba un pesado bate en la mano.

—¡Basta! —bramó Ron al ver cómo Hermione les miraba desde las gradas con ojos entornados, y salía disparada para intervenir antes de que la situación se le fuera de las manos.          

―¡Fue una atajada facilísima! ―replicó Harry con frialdad―. ¡¡Es la niña más tonta que conocido jamás!!  

—¿Acaso te volviste loco? —Ron le agarró del codo y lo jaló, esperando a que el resto del equipo no pudiera oírlos para entonces decir: —. No puedes gritarle así a una niñita; tiene doce años, ¡mira cómo llora!

―¡Que se largué si no soporta la presión ―ordenó Harry, comenzando a perder la paciencia―; no quiero mediocres en el equipo! ¡Hay muchos otros desesperados por su puesto!

―¡Cálmate! ―se plantó Ron―. ¡¿Qué diablos te pasa?!

—¿A mí? ¡Qué diablos te pasa a ti! —exclamó Harry dejando caer su escoba y agarrándole de la pechera de la túnica―. ¡¿Por qué no dejas de meterte en mi vida?!

―¡¿Quién se mete en tu vida, viejo?!

―¡¡Todos, todos, todos!!  

Ambos se miraron por un momento y Ron movió la cabeza con desesperación. Por un instante él creyó que Harry iba a darle un puñetazo, pero éste hizo una desagradable mueca, se agachó a recoger su escoba y se marchó, murmurando un discurso de maldiciones.

Ron se dio vuelta y todos los miembros del equipo le miraron boquiabiertos. Hermione se acercó a Ginny y la pequeña niña, murmurando:

―Ere su novia, ¿por qué no hablas con él?… Pregúntale qué le pasa.

―¿Y crees que no lo hice? ―respondió ella, con ironía―. Cada vez que me acerco se pone más nervioso que la cresta; ayer me dijo que no podía pasar la tarde conmigo porque tenía que preparar un material para Historia de la Magia y estudiar para Adivinación, ¡¿te lo puedes creer, él estudiar Adivinación?! No eres la única que quiere saber en qué cuerno anda.  

―Ah, vaya… ―se resignó Hermione con un suspiro.


***

Severus apuntó su varita hacia la botella y el tapón salió despedido, vertió un poco del contenido dentro del pequeño vial entre sus manos en donde empezó a arremolinarse y girar. Observó con la más absoluta incredulidad, como éste lentamente iba cambiando de un amarillo translucido a un ámbar anaranjado y, en último lugar, a una tonalidad de verde brillante.

—Cambia… Cambia… —masculló, echando una ojeada al cronometro junto a la balanza, ¡aún le quedaban diez segundos!—.  Por favor, cambia… ―Agitó enérgicamente el recipiente, incitándolo a mutar; si la pócima no transmutaba a una tonalidad añil en los próximos tres segundos, sería su fin…


«No. Por favor…»
«Por favor, no me hagas esto…»


La campañilla del cronometro sonó con un estrepitoso ¡pip, pip!, y Snape lanzó el vial contra la puerta del armario de ingredientes, gritando:

—¡Mierda, mierda, mierda!

En un arrebato de furia cegadora tiró todo lo que se encontraba sobre la mesa, tumbándola de una patada con un colérico bramido, al tiempo que se derrumbaba de rodillas, golpeando el suelo con los puños hasta que sus nudillos punzaron de dolor. De repente, la puerta se abrió y alguien irrumpió con pasos seguros. Severus levantó la cabeza, apartando un par de mechones que le caían sobre los ojos.  

—No voy a preguntar —masculló Lucius Malfoy, lanzando miradas alrededor para comprobar que Snape estuviera solo—, a qué se debe tanta barbarie…

Severus tardó un momento en recuperarse.

—¿Lucius? —refunfuñó, colocándose de pie con la misma rapidez y gracia de un felino.  

—¿Esperabas a alguien más? —preguntó el rubio con voz cínica, pateando un vial roto con la punta de sus lustrosos mocasines negros—. ¿Algún amante clandestino, quizás?  

—¡Cállate! —espetó Snape a la defensiva, desenrollando los puños de su chaqueta y abotonándolos—. ¿Qué haces aquí? ¿Para qué viniste?

—Vine a retirar éso que te encargue el mes pasado —dijo el mago pura sangre, quitándose los guates blancos, y sacudiendo las pequeñas partículas de ceniza de su capa de viaje.

—¿Y te costaba mucho golpear la maldita puerta? —Snape levantó la varita, irritado, y apuntó en dirección de la mesa que volvió a su posición original; un juego de caldero, varios papeles y utensilios de cristal se recompusieron suspendidos en el aire, antes de deslizarse sobre la superficie de madera en prefecto orden—. ¿O es que la palabra privacidad ya no se usa en tú casa?

—La puerta estaba abierta; vengo con prisa así que —dijo Malfoy, cambiando de posición impacientemente y repiqueteando el suelo con su bastón—, ¿ya tienes lo que te pedí, o no?  

—Sí; en un momento te lo doy —contestó, Severus cortante—, déjame terminar de limpiar este desastre… —Con una segunda sacudida de su varita, los retos de la poción que salpicaban el suelo se evaporaron en el aire.

Lucios se volteó hacia Severus con expresión sagaz, para luego decir con voz suave y ronca:

—Qué raro, ¿no percibes un olor extraño en el aire?
Severus titubeó.

—Es normal —replicó, con una mezcla de fastidio y orgullo—, estaba trabajando con ingredientes muy fuertes…

—No. No es ésa clase de aroma, es cómo… —Lucius sacó un pañuelo del bolsillo de su levita y se sonó la nariz— como madera podrida; es un olor muy agresivo y penetrante.

Lucius se acercó a Severus y descaradamente olfateó a su alrededor.

—¡¿Qué diablos crees que haces?! —se defendió Severus, alejándolo con un manotazo, enfurecido.

—En verdad, ¿no lo percibes? —preguntó, mirándolo con interés.  

—¿Crees que por bonito y bien vestido te mentiría? —replicó el pocionista con desenfado, y se dirigió hacia un aparador repleto de pequeñas botellitas de vidrio; sacó una y la puso a contra luz, examinando el espeso líquido que contenía.  

—Nunca me dijiste que te parecía atractivo —se burló el mago de ojos gises con una mueca despectiva―; podría haberte ayuda…

Snape le lanzó una aguda mirada de reproche que le silenció, y continúo buscando dentro del armario.  

—Ébano… —dijo al poco rato Malfoy, mientras se rascaba el mentón con aire taciturno.

—¿Qué tanto balbuceas? —cuestionó el Omega, volteándose enfurruñado.

Lucius sonrió, sus dientes blancos brillaron bajo la escasa luz del crepúsculo.    

—Es el mismo olor de la madera de ébano, descomponiéndose a la intemperie —le comentó, moviendo su larga melena hacia atrás—; es muy sutil pero penetrante, como cuando uno se…

En ése momento la puerta se abrió de nuevo y, la estoica figura de Albus Dumbledore apareció vestida con una colorida túnica plateada, bordada con hilos de oro.

—Severus, ¿podemos hablar… un momento? —dijo éste en voz baja y clara.

—¡¿Qué a ti tampoco te enseñaron a llamar a la puerta antes de entrar?! —ladró Severus girándose hacia el director de Hogwarts e increpándolo con un largo dedo índice.

Albus cerró inmediatamente la puerta con un azoté.

—Necesitamos hablar. —añadió con severidad, arrugando el entrecejo.  

Severus tembló ante el tono riguroso.

—No. No podemos; tengo visitas. —se excusó a la defensiva, dando un par de pasos hacia atrás.

—No se preocupe, director —concedió Lucius de mala gana, aclarándose la garganta—; ya iba de salida.

—¡Tú no te vas a ninguna parte! —exclamó Severus con testarudez, tratando de controlar sus nervios.  

—Disculpa, pero, ¿qué? —replicó Malfoy, colocándose los guantes con un gesto de sorpresa.

—Aún no encuentro lo que me pediste —Dio dos pasos y volvió a detenerse; bajando la mirada—; dame un minuto más y…

—No te preocupes, aún hay tiempo —le respondió el rubio con altivez—; regresaré en otro momento más… oportuno.

—¿Qué? ¡No! ¡Espera!  —dijo el pocionista con irritación, caminó hacia adelante e intentó detenerlo por el brazo, pero Lucius le alejó con un movimiento brusco—. ¡Lo necesitará!

—Como dije: «aún hay tiempo» —Lucius lo miró furibundo, pero pronto cambio de expresión—. Te enviré una carta si no puedo venir a retirarlo personalmente; con su permiso director… —hizo un ademán con la cabeza hacia Albus y salió de ahí dando un portazo.

—¡Maldita sea!, ¿es necesario romper la jodida puerta? —gruñó Snape, al tiempo que respiraba una bocanada de aire que sitió caliente y pesada.

—Severus…

―¡¿Qué?! ―Snape se giró, dirigiéndole una mirada desafiante.

—¿No crees que ya estás lo bastante grande como para andar escapándote de mí? ―dijo Albus, acercándose a la silla más cercana y dejándose caer con cierta dificultad; el dolor en su rodilla mala había regresado junto al frió invernal

El pocionista hizo un gesto de molestia.

—¡Y tú —replicó—, ¿acaso esperas qué te reciba de brazos abiertos, después que me echaste a los lobos?!      

—Siéntate —ordenó Dumbledore, después de inhalar profundamente—; debemos retomar nuestra charla del otro día.    

—No quedó nada por hablar —le espetó con acento indiferente, esquivando la penetrante mirada del director—; todo lo que había por decirse, fue dicho.

—No te lo estoy sugiriendo, Severus —contestó Dumbledore, su voz comenzaba a denotar impaciencia
—. Tú y Harry tienen que reafirmar su unión, para crear el Vínculo antes de que…

―¡Preferiría morir! ―le interrumpió él, mirándolo de forma retadora.

―¡El intercambio sexual entre ustedes tiene que hacerse! ―exclamó Dumbledore―. Trata de aceptarlo, y no luches. Hará todo más fácil, ¡bien entiendes el peligro!

―¡He vivido con él soplándome la nuca toda mi vida! ―repuso Snape, gruñendo―. ¡¿Crees que soy idiota?! ¡¿Crees que no sé qué si completamos el enlace, cada átomo de mi magia pasará a su control?! ¡Qué Potter podrá anularla y utilizarla a su antojo cuando quiera! ¡¿Qué tan seguro estás que él no manipulará mi magia a su provecho?!

―Porque confío en él ―sentenció Albus―, tanto como más de una vez lo hice en ti.

―Por un demonio, ¡sé que lo haces! ―dijo el Omega amargamente―. ¡Pero yo no! ¡No confió en él! ¡No confío en ti! ¡No confió ni en mi propia sombra!… Hasta ella me ha abandonado en medio de la oscuridad.

―Estás siendo melodramático Severus ―El director enderezo la espalda, la lastima no le ayudaría a resolver aquel problema; la lastima nunca ayudaba para nada―. ¿Acaso quieres un matrimonio concertado? Para el Ministerio será muy fácil validarlo, bastará con la sola firma de Harry en el documento. ¿Ya pensaste en el escándalo?, se le informará a los periódicos de su matrimonio.

―¡Ni tú ni él, ni ellos pueden obligarme!

―¿Y crees que es mejor continuar suprimiendo de forma artificial tus calores hasta consumirte?  
Severus ensanchó los ojos con media palabra en la boca, un escalofrió le recorrió la espalda. Durante su tiempo como Mortifago él había visto a muchos Omegas ser encerrados, provocándole calores artificialmente y suprimiéndoselos, sólo para dejarles pasar por uno cuando ya tenía muchos acumulados, y así abusar entre varios Alfas de ellos.  

Esos pobres Omegas se volvieron extremadamente sensibles por la acumulación y habían sufrido de una forma indescriptible durante ese, a veces, último celo; demasiada lubricación y una gran dilatación, muchos de ellos habían muerto sólo por la sobre excitación o la deshidratación. Algunos lamentablemente durante su primer celo. Él no quería ser uno de esos cadáveres consumidos por el calor. No… Pero, por otro lado…

―¡Y crees que es mejor dejarme violar por Potter! —contestó con bravuconería, su voz resonó contra las viejas y heladas paredes de la mazmorra—. Disculpa si me importan un bledo tus deseos, pero todo éste disparate se solucionara a más tardar en una semana, ¡así que no hará falta reafirmar nada!

Él anciano soltó un suspiró leve, sus ojos azules se endurecieron, antes de sonreír con cierta tensión en la comisura de los labios; al parecer sí tendría que jugar sucio.        

—Así que tú eras el escapista de hace tres noches…

—No necesito pedir tú permiso para salir de ésta maldita pocilga —respondió el pocionista con sarcasmo; sus labios no pudieron ocultar una sonrisa—.Y según recuerdo, ya estoy bastante crecidito para andar ofreciendo explicaciones.

—Vaya, vaya… —repuso Dumbledore como si estuviera evaluando un ambicioso trabajo escolar—. Zorro viejo; siempre con un As bajo la manga, ¿verdad?

—No jodas, Albus. ¿Realmente te sorprende? —se mofó Snape—. O, ¿ya te olvidaste quien fue mi mentor?

—A veces quisiera no haberte empujado sobre algunos temas… —observó Albus, sonriendo con tono despreocupado.  

—De cualquier modo, ya lo he arreglado todo para el próximo fin de semana —dijo con un tono de voz lleno de satisfacción—. Potter sólo tendrá que hacer uso de su insignificante presencia y responder sí a todo lo que yo le diga, pero claro, tú ya lo tienes bien adiestrado, ¿verdad, Albus?      

—Sabés… me sorprendiste mucho aquel día… —apuntó de repente el director con seriedad; ignorando las palabras ofensivas de Severus, quien, apretaba los puños y dientes— Tú no eres dado a los ataque de furia verbal, Severus. Por más enojado que estés, nunca dices ni un diez por ciento de todo lo que pasa por tu cabeza; mucho menos si se trata de tus sentimientos, ¿qué te ocurrió? ¿Por qué tanto odio reprimido? ¿Es por James? ¿O por Lily? O quizás… porque ocultas algo más… —Dumbledore sonrió de lado— ¿Qué es lo que ocultas, Severus?

—¡¡Yo no oculto nada!! —Snape apartó la mirada, ruborizado, al darse cuenta de lo infantiles que debieron de sonar sus palabras.  

—Supongo que —insistió Dumbledore, y se levantó para pasearse por la habitación haciendo ondear su estrafalaria túnica—, también puede ser porque nunca pasaste por una situación tan estresante como ésta; ni siquiera cuando Lily murió…  

—Cierra la boca… —masculló Snape, apenas separando los labios; estaba comenzando a cansarse de ésa conversación.

—Tus esquemas siempre tuvieron una base muy sólida durante la guerra. Sabías que la muerte o el asesinato siempre era un opción y la aceptaste desde un principio sin rechistar, por eso no te perturbaba, pero ahora que todo es incierto, que tus esquemas flotan sobre nubes tormentosas, te inquietas… —Dumbledore hizo un breve pausa, puso en orden sus pensamientos, y añadió: —. Siempre fuiste un animal de costumbre, Severus. Siempre buscando el equilibrio; amas la rutina, odias los riesgos y aborreces las sorpresas y, sobre todo, te encanta tener el absoluto control de todo lo que ocurre a tu alrededor, incluyendo a las personas; ahora, yo me pregunto…

—Adiós, Albus —lo interrumpió el pocionista, abriendo la puerta de un tirón y dejando que chocara contra la pared.

—No seas esquivo, Severus —repuso Dumbledore con gentileza—. ¿Por qué no puedes hablar de todo esto conmigo? Hay cosas del destino que no podemos controlar pero, siempre la decisión de cómo afrontamos las pruebas que se nos presentan está en nuestras manos.

—Adiós, Albus. Hoy no tengo humor para tu delirio místico-religioso, con intento de reorganizar el psiquismo a través de la moral —repitió Snape con cierta desesperación—. Es mi único momento de privacidad en el día, y quiero estar privado de tú presencia en esta sala —su rostro se arreboló; el corazón le latía violentamente—; así que hazme el favor, y cierra bien la maldita puerta cuando salgas.      

—No voy a marcharme, Severus… —respondió el director mirándolo a los ojos con firmeza, su semblante reflejaba una completa seguridad en sus palabras.

—¡Perfecto! —concluyó elevando la voz—. ¡Entonces el que se larga soy yo!  

Dicho esas palabras, Severus cogió el pomo de la puerta y se marchó, con el mismo escandaloso portazo que Malfoy.  

«Severus, no quería llegar a esto, pero…», razonó Albus para su interior; contemplando la puerta con una mueca compungida « tú necedad, no me deja otra opción; lo que no entra por el oído, entra por el lomo…»

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MensajeTema: Re: "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 12.    "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 12.   I_icon_minitimeDom Ago 16, 2015 1:55 pm

oooohhh que cosas y ahora que va a pasar, me siento muy mal por los dos Harry están sufriendo de maneras distintas pero sufriendo al fin y al cabo, no se que planee hacer este Dumby pero que se apresure por que si no ellos no van a dejar de parar de sufrir, y con lo terco que es Severus.
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MensajeTema: Re: "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 12.    "Odio y Posesión". NC-17. Capítulo 12.   I_icon_minitimeLun Ago 17, 2015 10:40 am

Ahh no se porque presiento ue ese vejete meterá sus narices en donde no le llaman... Ahhhh me enoja rayos cree que puede ir por el mundo arreglando los problemas de los demás ¬¬ rayos estoy tan enojada porque lo que edta planeando haver albus de seguro no sera nada bueno para sev u.u

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