La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 ¿Deberiamos pasar al plato principal? Capitulo 3. Aunque esta sea la es la única manera en que...

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PlatinumAlchemist

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MensajeTema: ¿Deberiamos pasar al plato principal? Capitulo 3. Aunque esta sea la es la única manera en que...   ¿Deberiamos pasar al plato principal? Capitulo 3. Aunque esta sea la es la única manera en que... I_icon_minitimeMiér Nov 28, 2012 4:14 pm

EL TERCER CAPITULO DE ESTE FIC OWO! muchas gracias por leer!

Título: ¿Deberiamos pasar al plato principal?

Resumen: Harry Potter, un alumno de quinto semestre de Medicina empieza a tener sueños húmedos donde siempre aparece un hombre de ojos negros... todo seria muy normal si estos sueños no fueran tan recurrentes y si no le cobraran factura. Provocando en el chico cansancio crónico y ataques de ansiedad por su misterioso amante. Todo por lo que esta luchando parece irse por el drenaje cuando descubre que su adorado desconocido es igual a su nuevo profesor de Farmacología. El grandioso Profesor Severus Snape.

Categoría: Harry Potter

Personajes: Harry Potter, Severus Snape,

Géneros: Romance, Sobrenatural, Drama

Clasificación: NC-17

Advertencias: AU=Universos Alternos, Lemon.

Desafío: Día Internacional del Snarry (23 de octubre) - Convocatoria 2012

Capitulo: 3/12

Completa: SI

Disclaimers: Como saben, Harry Potter y sus personajes pertenecen a la Maravillosa J.K. Rowling.[/size]

¿Deberiamos Pasar al Plato Principal?


Aunque esta sea la es la única manera en que me pertenezcas.


Me encontraba en mi despacho, tomando una taza de te tranquilamente mientras leía un libro sobre pedagogía en un cómodo sofá de dos piezas. Suspirando deje de un lado mí aburrida lectura. Desde mi punto de vista, esta clase de cosas no tenían ni pies ni cabeza. Mañana será el día en que iniciare mi nuevo trabajo como profesor universitario. No es que no encuentre trabajo o necesite el dinero, pero de no ser por Albus, seguramente jamás me habría planteado aceptar. Llevándome las manos a la sien, me di cuenta que realmente no tengo idea sobre como es que le voy a hacer.

Ese viejo bastardo manipulador fue quien le forzó a tomar este estúpido trabajo. Hasta hace unas semanas me encontraba trabajando en una importante investigación sobre los efectos de la Hierba de San Juan; para ser mas específicos, de la hiperforina. Y las consecuencias negativas sobre individuos con padecimientos como Trastorno de déficit de atención e hiperactividad, bipolaridad, Alzheimer y Esquizofrénicos, entre otros. Pero nuevamente mi investigacion fue rechazada por la Asociación de Especialistas en Ciencias Bioquímicas. Esos imbéciles seguramente habían rechazado su investigación gracias a la intervención de varias farmacéuticas que usaban esa planta como ingrediente principal de varios calmantes y tratamientos para el estrés.

Pero milagrosamente San Albus le había caído del cielo, en respuesta a sus problemas. El jalaría un par de hilos con la Agencia Francesa de Seguridad de los Productos de la Salud y con asociaciones de salubridad de otros países para levantar la voz sobre mi investigación. Pero claro, a cambio de un pequeño favor insignificante para alguien como yo. Si claro. Siempre hay un truco.A cambio debía prestar un pequeño servicio a su alma máter como profesor de Farmacología y Genética Clínica. Pero para un genio como tu, mi querido Severus, esas asignaturas serán como un paseo por el parque. Le había dicho Albus, como siempre mostrando una amable sonrisa. Aceptaba o su trabajo se iba por la coladera. El vegete sabía que no le quedaría más que aceptar. Como si en verdad tuviera otra opción.

Debía ser bastante tarde, pues me empezaba a costar mantener los ojos abiertos. Cerré mis ojos para descansar unos cuantos minutos hasta que caí en la inconsciencia. Fue el calor de un par brazos que me abrazaban desde detrás de mi cuello y un cálido aliento sobre mi oído lo que me llevo a despertar. Otra vez tú. Pero claro, no podría ser alguien mas que tu. Murmure para mis adentros.

-Otra vez tengo que venirte a buscar hasta acá. Siempre encerrado y rodeado de libros.- dijo la masculina voz, mientras besaba mi nuca y sus pequeñas manos empezaban a pelear con los botones de mi camisa.-usted ya parece un búho, profesor.

Solté un gruñido por ese estúpido apodo que mi fantasía. Si, por que eso es lo que era. No era racional pensar que un chico iba a forzar la seguridad de mi edificio, burlar a los guardias y los candados de mi departamento solo para venir a calentar mi cama. Y precisamente este chico.

Pero cualquier pensamiento lógico dejo de importarme cuando lo tome por los hombros y lo arroje sobre el sillón para besarlo apasionadamente. Separándonos para coger aire aproveche para admirarlo. Su rebelde cabello se esparcía sobre los cojines. Su lampiño pecho subiendo y bajando agitadamente acompañado de sus pequeños y rosaditos pezones. Tomo mi barbilla con entre sus pequeñas manos para que levantara la vista hacia su hermoso rostro. Con rasgos redondeados, mejillas que podrían pasar por infantiles. Nariz pequeña y respingada. Sus divinos ojos verdes, como una pradera en un cálido día de verano. Su hermoso cuerpo que me mostraba sin pudor ni vergüenza, dejando su despierto miembro al aire solo para mi disfrute. Mi fantasía era demasiado hermosa para ser real, puede que casi fuera más bello que el original. Pero al menos esta es la única manera en que me pertenezcas.

Busco mis ojos para lanzarme una de sus miradas traviesas mientras se mordía los labios con picardía y me jalaba hacia él para besarme. Sentí sus brazos apresarme fuertemente contra si mientras los míos se iban de paseo por su cuerpo. Con maestría sus pequeñas y casi artísticas manos se encargaron de desnudarme. Desperdigando caricias tan suaves y sutiles que casi creí haber imaginado.


Me encantaba pasar mis manos por su suave y blanca piel. Pero sobre todo amaba lacerarla por todos lados con mis mordiscos y apretones. Blasfemar su inmaculada piel para quitarle esas carcajadas y ahogar de su delgado cuello con gemidos y gritos de placer. Sé que sonara enfermizo, pero me excitaba la posibilidad de arrancar toda inocencia de Harry Potter. Mi Harry Potter. No me bastaría con cortar de tajo todo rastro de pureza en el, sino además le haría conocer cada incorrecto placer que existía en este mundo. Pero solo los probaría de mi mano, solo mis dedos podrían recorrer su cabello, solo mis manos recorrerían cada rincón de su cuerpo y solo seria yo encargado de robarle cada aliento que saliera de sus pulmones.

Sus tiernos labios me invitaban a saborearlos y mordisquearlos hasta dejarlos como dos cerezas maduras. Cuando sus labios no bastaron para calmar mis ansias, empezó a bajar por su barbilla, cuello y hombros. Dejando un camino de saliva y moratones causados por mis dientes. Las risitas que mi hermoso acompañante nocturno mandaron impulsos a su entrepierna. Mordí bruscamente su pezón izquierdo, haciéndole lanzar un alarido y seguido de una risa más fuerte.

Ya me encargaría de quitarle esas estúpidas risitas. Lo rodee fuertemente entre mis brazos. Era fácil, pues sus hombros eran delgados y su pequeño cuerpo parecía haber sido esculpido para estar bajo el mio. Sus risas se callaron para empezar a ronronear como si fuera un gato y se restregaba contra mi pecho. Sorpresivamente lo tome por las caderas y le levante de entre los cojines. Sentándolo a horcajadas para posicionar su pequeña y arrugada entrada sobre mi miembro.

-aaah, taaan grande…- suspiro mi ojiverde mientras se restregaba mas fuerte sobre mi pecho y su lengua lamia mi cara. Un grito desgarro su garganta cuando adentre un dedo sin previa preparación entre sus nalgas. Pero lejos de separarse de mi o intentar golpearme, aferro sus delgados dedos entre mi cabello fuertemente. El filo de sus uñas encajándose en mi cuero cabelludo me excitaron de sobremanera. Mientras mi otra mano viajaba por sus muslos y mis labios se dedicaban a mamar de sus pezones como si de un infante, mi Harry me abrazo más fuerte. Exigiéndome más.

-¿Esta noche no me vas a ofrecer ningún aperitivo? ¿O prefieres que pasemos directamente al plato principal?- murmure antes de degustar su lóbulo y pasaba mi miembro entre la dulce línea que separaba sus carnosos glúteos.

-Nn… No… hoy no estoy para tonterías.-dijo el chico entre quejidos. Hubiera pagado toda mi fortuna por ver la expresión de suplica de mi Harry, pero ahora solo me conformaría con dejarlo afónico a cogidas- Apúrate y entra ya… ¡aaah!

Mordiendo cada centímetro de piel a mi alcance, empecé a meter mis dedos uno a uno a su estrecha entrada. Mientras él se mecía una y otra vez sobre mi mano, ahogado en su propia delicia. Tomando restos de pre-semen que salía de su miembro, lo embutí sobre el mio. Lo agarre fuertemente de las nalgas y de golpe me ensarte en su interior.

Mi ojiverde no se contuvo. Sin ser consiente del hermoso espectáculo que me brindaba ver su espalda arqueada a niveles dolorosos, su rostro contraído y lloroso, su boca abierta intentando jalar algo de oxigeno a sus pulmones. Aun con su cuerpo tembloroso por el dolor, sin darle tregua empecé a embestir contra el sin piedad, con sus gritos, maldiciones y sollozos como mi música de fondo.

El chico no tardo en acompañarme, moviendo sus caderas con maestría y tomándome de los hombros para apoyarse y así poder empalarse más fuertemente en mi falo. Nuestra entrega total y apasionada no podía durarnos mucho. Mi Harry se corrió primero, manchándome hasta el cuello con su semen. Intente contenerme un poco mas, pero sus deliciosas contracciones exprimieron mi pene y sentándose de golpe sobre mi, rego todo mi semen en su interior.

Enterando mi cuerpo regresaba a la normalidad, sentí una bruma nublar mis sentidos. Haciéndome caer inconsciente sobre el sofá. Entre mi inconciencia creí escuchar el sonido de la tela al ser levantada y un cálido beso se posándose sobre mis labios. Para después murmurar.- Muchas gracias, todo estuvo delicioso.

A la mañana siguiente me desperté con una punzada en mi cabeza, tenia la poca pastosa y la habitación con un olor extraño. Que extraño, no recordaba haberme quitado la ropa, ni los zapatos. Aun llevaba puestos los pantalones y la ropa interior, pero no había manera que alguien le tapara con su abrigo. Y de su camisa, ni sus luces. Bostezando, me estire un poco mientras empezaba a recordar mi sueño de anoche.

Me dirigí hacia el baño para asearme. Y en la calidad de mi ducha recordé como de nuevo me había asaltado esa estúpida fantasía. Donde Harry Potter asaltaba la privacidad de mi casa y de mi cama. Tenia varios meses en que soñaba lo mismo. Poseerlo en su laboratorio, despacho o en su cama. Ya fuera de día o de noche. No pasaba una semana sin que estos sueños nuevamente le abordaran y no pasaba ni un día con su noche en que los ojos jade del chico cruzaran por su mente.

Era ridículo. Hace tres años desde la última vez que lo veía en carne y hueso. Su recuerdo del chico seguía tan vivo como si fuese ayer. Y es que desde que le vio por primera y única vez, en el concurso para conseguir la beca “Premio Ingles Reina Isabel II”. Severus fue parte del jurado calificador de los proyectos. Y desde un principio se sintió asombrado por su ensayo sobre los beneficios de la manipulación genética desde la gestación. El chico había apoyado este procedimiento siempre y cuando fuera para beneficio del producto.

Como juez, al principio su trabajo no causo la impresión que trabajos mas arriesgados de otros competidores dejaron. Puede que su investigacion no fuera la mejor desarrollada, ni la mas original Pero sin duda fue el mejor documentado, escrito y presentado. Y al llegar el momento de la verdad, exponiendo su trabajo en un teatro con las figuras mas relevantes de la ciencia medica, biológica, genética y farmacéutica. El simple y sencillamente se lucio como ninguno.

Tampoco era que el chico se mostrara muy llamativo en la presentación formal de los trabajos. Con un traje sastre, visiblemente rentado y algunas tallas mas grandes de lo que deberían. Se había presentado de manera torpe e insegura, con balbuceos y graciosos tartamudeos por los nervios que le traicionaron. En contraste con los demás participantes, seguros, orgullosos y narcisistas. Todos y cada uno de ellos completamente seguros de que la victoria estaba al alcance de sus manos.

Lo que realmente le cautivo del joven soñador fue su verdadero deseo de apoyar el proceso. El chico había abogado por aquellos que aun no tenían voz. Defendiendo a capa y espada lo que pensaba. Y con sus opiniones fuertemente cimentadas en investigaciones de otros especialistas. A pesar de ir contra lo que es catalogado ético o moralmente correcto. Tal vez fue su deseo por hacer lo correcto, o por la brava mirada del joven mientras exponía su punto, o lo hermoso que se veía sobre la tarima y su mirada de ardiente furia cuando él le pregunto: señor Potter, hipotéticamente hablando, si se presentara un caso de un feto con una enfermedad crónica terrible, como por ejemplo, Diprospus y además le agregamos Sífilis Congénita y malformaciones en el sistema linfático. Dígame ¿Por qué habría de gastar una fortuna en salvar a un producto defectuoso? Si seria más fácil y moralmente correcto dejarle morir de manera natural.

La cara del chico en ese momento fue impagable, furioso le insulto en frente de todo el auditorio llamándole con cosas como ni la peor bestia seria tan inhumana seria como usted. Si supiera que la mitad del auditorio ahí presente no se atrevían a dirigirle un saludo siquiera por el más profundo terror a su persona. Y otro tanto de los demás por su ya sabida personalidad intimidante. El mismo hubiera estallado en carcajadas sino se hubiera pasado todo el discurso admirándolo por su valor.

Al final, y bajo votación unánime el ganador de la beca del 100% fue Harry Potter. Aquel pequeño y escuálido chiquillo recién salido del instituto que se atrevió a enfrentarse a uno de las principales eminencias de mayor prestigio en el país. Y desde aquel entonces sin desearlo, también se había hecho con todo su ser. Desde Potter, ni siquiera el astuto Dante le dejo de parecer suficiente y ni mucho menos la no pequeña lista de amantes que desfilaron por su cama desde ese entonces. Desde Potter todos tenían una sola característica, ojos verdes. Pero ninguno con ese brillo.

Al ver el reloj de pared y ver que aun estaba a tiempo, decidí que después buscaría la dichosa camisa. Me puse una sencilla camisa blanca, pantalones negros y una corbata a juego. Como un capricho me coloco unas hermosas mancuernillas plateadas con grabados de serpientes en los puños. Regalo de Dante, mi último amante y ahora buen amigo. Después de coger el maletín con lo que necesitaría a lo largo del día, fui a la cocina a preparar un ligero desayuno.

Poco después llegue a la que fue mi verdadero hogar durante varios años. La hermosa Cambridge. Aparque en un lugar un poco alejado de la facultad de medicina, pero convenientemente cerca de una salida. Atravesé los hermosos jardines y me relaje de sobremanera admirando el hermoso paisaje. Parecía que el tiempo no hubiera pasado sobre Cambridge, incluso el roció de las flores conservaba el mismo olor de antaño. Al llegar a la que seria mi oficina, Albus ya me esperaba. Nos dirigimos a la que seria mi primera clase mientras el chismorreaba sobre los últimos eventos como festivales y tonterías similares. Como siempre ofreciéndole caramelos de limón a cuanta persona se nos cruzara.

Llegamos al aula G-20, después de dejar pasar a las últimas jovencitas que entraban correteando al salón.

-buenos días a todos. El día de hoy vengo a presentarles a quien será su nuevo profesor de Farmacología, el Profesor Snape. Quien entra en sustitución de la Sra. Sprout ya que ella se ha jubilado….

Mi trayectoria como reconocido químico fármaco biólogo, múltiples veces galardonado investigador y escritor de varios libros de química, genética, biología y medicina fue elocuentemente recitada por el Director de la Facultad de Medicina, Albus Dumbledore pero durante un mayor tiempo del que hubiera considerado prudente. Pero como mi superior espere de pie junto a él. En contraste con los demás presentes, pues a mis nuevos alumnos ya desde hacia mucho que habían dejado de prestar la más mínima atención al desperdicio de aliento que salía de los labios del director.

Con mirada clínica analice a los que serian mis alumnos durante los próximos seis meses. El aula constaba de tres hileras de bancas con dos asientos cada una. Además de cuatro columnas de butacas. Haciendo un máximo de veinticuatro alumnos por salón pero en este grupo solo habría veinte alumnos. Habiendo contado 17 alumnos, ocho hombres y 9 mujeres mas aquellos perezosos que no se habían presentado por ser el primer día, empecé por analizarlos a cada uno, a pesar de mi nula experiencia como profesor me fue fácil identificar a los estereotipos que normalmente se encuentran en cada salón. Realmente no eran la gran cosa.

Enfocándome en aquellos de los que no valía perder mi tiempo y me desharía antes de empezara el segundo parcial. El idiota que ni en sueños pasara mi materia, un chico pelirrojo que se sentaba en el rincón del salón, junto a la ventana y que ahora se dedicaba a jugar con el celular. El grupo de señoritas comandadas por una joven pelinegra de cabello corto, gente que solamente venía a calentar el lugar y a malgastar el preciado oxigeno de mi clase en boberías. El par de parásitos que se la pasaban riendo de algo que escondían entre uno de sus libros, seguramente material obsceno como revistas pornográficas, comics o algo por el estilo.

Después me fije en aquellos en los que tal vez podría empeñar un poco de esfuerzo y lograrían salir a flote… o al menos un par de ellos como mucho. Un chico castaño de ojos avellana que le miraba de reojo mientras fingía leer un libro… tal vez fueran ideas mías pero el joven parecía algo sonrojado… sin tomarle mayor importancia, pase la mirada y encontré que los demás chicos y chicas estaban dentro del promedio… nada en especial… un grupo lleno de gente mediocre. Seguramente más de la mitad del salón desertarían este semestre. Era sorprendente que estos hubieran logrado siquiera pasar el examen de admisión. Tal vez Cambridge ya no era lo que antes.

Hasta que encontré algo que me llamo la atención. El sabelotodo o en este caso la sabelotodo, una señorita que le miraba honestamente admirada y sobre su banca tenían un ejemplar de Farmacología humana. Mi más reciente obra. Y ella le miraba con una sorpresa y admiración como si el fuera alguna especie superestrella o actor famoso. Lo que realmente llamo mi atención fue que a pesar de su enmarañado cabello y marcadas ojeras, se reflejaba en su mirada una mente despierta y rápida. Posiblemente esa señorita sea lo que yo busco para mi proyecto…

-Además, el doctor Snape, fue investido en el grado Doctor Honoris Causa por tres universidades del Reino Unido por su invaluable aportación a la ciencia…- y Albus seguía relatando mi extenso desarrollo profesional. Entorne los ojos, resignado, pero el director entonces fue cortado de su discurso cuando entro por la puerta y sin la mas mínima cortesía un joven que para colmo con la chaqueta escurriendo agua por todo el suelo.

-Oh, Harry, que bueno es verte. Pasa.- le dijo el director al jovenzuelo. ¿Qué? ¿Así sin más deja pasar a este haragán? Las cosas en este lugar están peor de lo que imagine…Pero no en mi clase. Me dije a mi mismo, apretando los puños y decidido un escalofrió recorrió mi espina dorsal cuando procese el nombre de aquel chico. Esperen… ¿Harry? ¿Esta es la clase de Harry? ¿De aquel Harry?

Con un hueco en el estomago y levantando una honesta plegaria a cualquier deidad que existiera, roge que se tratara de cualquier otro chico y que solo fuese una irreverente coincidencia. Pero no, frente a mi estaba el mismo chico de revuelto cabello negro, con las mismas gafas de montura redonda y los mismos ojos verdes como el mar.

- llegas un poco tarde pero aun podrás escuchar un poco sobre nuestro nuevo profesor, el Doctor Snape.- escucho decir a Albus. Esta tontería ya debe terminar. Eres su nuevo profesor. Le recordó su conciencia. No lo olvides... Y no lo haría. Después de todo, él era un hombre correcto. Y como tal debía mantenerse al margen. Reforzó su expresión y colocándose su mas fría mascara se aseguro a si mismo que jamás cruzaría la línea entre sus retorcidas fantasías y la triste realidad.

-yo… lamento la tardanza… señor.- Harry avergonzado levanto la mirada. Me esforcé en reafirmar mi más cruel cara al ver que el tiempo no había pasado en vano. Sus rasgos ya no eran tan aniñados, sino habían adquirido mas forma con el tiempo. Volviéndolos mas finos y delicados. Quitándole esa apariencia indefensa de cachorro y realzándolo como la más bella flor.

Me sentí como la peor escoria cuando me miro sonriente. Me sonreía cálidamente mientras yo fantaseaba con estamparlo con la pared mas cercana y tirármelo ahí mismo. Aparte mi rostro, enfermo conmigo mismo. Fue hasta que Harry tomo asiento en frente de su escritorio que Albus continuo con su discurso. Ahora hablando con el aire, pues mis pensamientos se habían alejado totalmente de lo que pasaba en el aula para ser consumidos en alejarme lo más posible de Harry Potter.


Capitulo 2
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