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| En busca de la libertad. Capítulo 1. Harry, el esclavo | |
| | Autor | Mensaje |
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alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: En busca de la libertad. Capítulo 1. Harry, el esclavo Dom Oct 28, 2012 7:32 pm | |
| Titulo: En busca de la libertad
Resumen: Harry es un esclavo con un amo muy cruel. Severus es un Duque quien, a pesar de estar en desacuerdo con el orden establecido, poco puede hacer por cambiarlo. ¿Podrán realizar su amor? Un pájaro puede enamorarse de un pez, pero ¿dónde vivirían?
Clasificación: R
Disclaimer: Nada es mío, todo de Rowling… incluso Sev ¬¬ En un lugar sin tiempo ni espacio, muy cerca de tu imaginación
Era una tarde calurosa y agobiante, típica de los veranos cuya dura inclemencia sufrían con frecuencia los habitantes de aquel extraño país, donde a muy pocos les gustaba vivir y casi nadie se atrevía a visitar.
Con los pies descalzos sobre un camino lleno de filosas piedras que ya habían provocado innumerables cortes en las plantas de sus pies, un joven caminaba con paso firme y la cabeza erguida, derrochando orgullo a pesar de las pobres ropas que cubrían su cuerpo, delgado por el poco comer, firme y moreno por las largas horas pasadas trabajando al sol.
No iba asustado, como haría cualquier otro en su lugar, pese a que las manos atadas a la espalda y los dos fornidos hombres que marchaban a su lado, auguraban que esa no sería —ni de lejos— una de las mejores tardes de su corta vida. Aun consciente de lo que pronto iba a suceder, no se arrepentía ni lo más mínimo de lo que había hecho. Nunca cedería; antes tendrían que matarle a latigazos.
—Vamos, imbécil, muévete más rápido, no tenemos toda la tarde —gritó uno de los hombres, alto y grueso, dándole un violento empujón que hizo que perdiera el equilibrio y cayera de bruces sobre el agreste terreno, golpeándose pecho y cara. Ambos sujetos lanzaron fuertes risotadas.
>>Eso pasa cuando un puto esclavo crece creyéndose un señorito. ¿Pensabas que tu suerte te iba a durar toda la vida?
—Eso parece, Goyle —se burló el otro hombre, regordete y más bajito que el primero—. Y tiene la osadía de rechazar al amo. No sé qué ha visto en él.
—Pues yo sí —replicó Goyle, quien seguía empujando al joven—. Y cuando se canse de él, voy a pedir al Conde que me lo preste un ratito.
—¿Crees que te lo va a dar a ti? —se mofó el hombre más bajo, llamado Crabbe.
—Claro que sí. El señor me debe muchos favores.
—Ni lo sueñes. Estoy seguro que cuando se canse de él, va a montar muchas orgías para divertirse con sus amigos —acercó su cara al joven y bajó la voz, susurrando a su oído—. Ve preparando ese delicado culito que tienes, porque lo vas a utilizar mucho en el futuro.
Riendo de nuevo, se dieron cuenta que acababan de llegar a su destino, unos postes de madera en forma de cruz, con una argolla en cada brazo. Desataron al joven que, altivo, no se dignó dirigirles la mirada. Le empujaron de bruces contra la cruz y aferraron sus muñecas a las argollas, para luego despojarle de la camisa. Goyle sacó un látigo y preparó su brazo.
—¿Cuántos dijo el señor Conde?
—Quince.
—Bien, serán veinte, entonces.
—¿Por qué? —preguntó Crabbe, sin entender.
—Para que me recuerde en su día. Quiero que cuando me lo entreguen venga mansito.
—Eres un iluso —rió Crabbe—, pero sigue con la ilusión, quizás tengas suerte. ¿Cuento?
—Soy todo oídos. Empieza la diversión.
—Uno…
—Severus, al fin llegas —saludó un hombre alto con el cabello rubio y los ojos de un plateado acerado, a los que no llegaba la sonrisa que en ese momento esbozaban sus labios—. Te esperaba para el almuerzo.
—Tuvimos un inconveniente en el camino —el recién llegado se levantó del cómodo sillón de cuero donde había estado hasta ese momento y estrechó la mano de su anfitrión, aunque a diferencia de éste, no sonrió—. Un caballo del carruaje se lastimó una pata y hubo que cambiarlo —miró fijamente la boca del hombre, alzando una ceja—. ¿Te tropezaste con una puerta? —preguntó con ironía.
—Más bien con un esclavo poco dispuesto —contestó, el acero de sus ojos reflejó un brillo de furia—. Pero en este momento están resolviendo ese asunto.
—Lucius, ¿qué hiciste? —preguntó Severus, frunciendo el ceño como muestra de disgusto.
—Nada irremediable, amigo mío —contestó, dirigiéndose hacia una mesita con licores—. ¿Coñac?
—Lucius… —ahora el tono del otro era de advertencia.
—Sólo mandé darle unos cuantos latigazos, es todo —replicó, entregándole una de las copas que había servido—. Así sabrá comportarse la próxima vez que requiera de sus ‘atenciones’.
Severus le miró, asqueado.
—No sabía que también te dedicabas a violar a tus esclavos.
—¿Violar? Pero que palabra tan fea —Lucius se sentó en uno de los sillones e invitó a su amigo que se sentara frente a él—. No hago más que ejercer mis derechos; según la ley, todos mis esclavos son de mi propiedad.
—No puedo entender que mantengas esa asquerosa costumbre, por mucho que las leyes te apoyen.
—Severus, ¿cuántas veces hemos mantenido esta conversación? Yo no intento convencerte para que tengas esclavos, aunque me parece una estupidez por tu parte que no conservaras los de tu padre; ¿por qué siempre tratas de persuadirme de lo contrario?
—Porque es inmoral —replicó el hombre de cabello negro, con énfasis, antes de acomodarse mejor en su sillón y dar un sorbo a su bebida—. Pero pese a tu falta de… humanidad, nunca habías llegado al punto de forzar a un esclavo. Al menos, no que yo sepa.
—En eso tienes razón, es la primera vez que uno de esos miserables me inspira tanto deseo. Pero tengo que admitir que Harry es una presa realmente deliciosa.
Al escuchar el nombre del supuesto esclavo, un tercer hombre que estaba presente en el despacho se puso alerta. Era alto y enjuto, de ojos color miel y mirada bondadosa. Hasta el momento, había permanecido de pie en un rincón, consciente del evidente desprecio que Lucius Malfoy sentía hacia su persona, aunque había acudido a la finca en diversas ocasiones, en su calidad de administrador de los bienes del Ducado Snape. Mientras los otros seguían hablando, los engranajes de su cerebro empezaron a funcionar. ¿Cuántos esclavos jóvenes y atractivos de nombre Harry podía haber allí? ¿Sería el mismo que…?
—Remus —se escuchó la voz de Severus, interrumpiendo el hilo de sus pensamientos—. Acércate, por favor, ya vamos a empezar. Tenemos muchos asuntos que tratar y no quiero partir demasiado tarde.
—Sí, Milord —replicó, acercándose presuroso con un maletín lleno de papeles—. Buenas tardes, Lord Malfoy —saludó con cortesía.
El aludido ni se molestó en contestar. Los tres se dirigieron a una gran mesa y se sentaron para empezar. El Conde y el Duque ya habían olvidado al esclavo, pero en el fondo del cerebro de Remus seguían taladrando dos palabras: Harry y latigazos.
—Ron, ten cuidado, que no te vean —musitó un joven rubio, mientras caminaban con precaución, ocultos por las sombras del inicio de la noche y la vegetación circundante—. Si nos ven, estaremos perdidos.
—Dirá que estaré perdido, Lord Draco —contestó el muchacho pelirrojo con tono burlón—. A usted le darían un rapapolvo, pero a mí me cortarían el cuello.
—No lo permitiría —replicó, oteando el descampado para asegurarse que no había nadie por los alrededores. Se detuvo de repente y contuvo un jadeo de angustia—. Mira, ahí está.
Olvidando toda precaución, casi corrió hacia la cruz donde un exánime joven aún seguía colgado. Ron le siguió, pisándole los talones.
>>Harry, ¿qué te han hecho? —musitó, al ver que su amigo de infancia tenía la espalda llena de profundas marcas de latigazos, hinchadas y aun goteando sangre nueva, que caía sobre la sangre reseca que cubría la totalidad de la espalda, y sobre la cual, algunas moscas empezaban a pulular—. Ron, dame la llave.
El aludido le entregó una de las copias de las llaves que siempre se guardaban en el almacén de suministros. Con mucho cuidado, para evitar maltratar a su amigo aún más de lo que ya estaba, Draco abrió los grilletes que aferraban las muñecas a los brazos de la cruz. De inmediato, el cuerpo de Harry cayó desmadejado en los brazos del rubio.
>>Dame un poco de agua —ordenó nuevamente, y el pelirrojo sacó el zurrón que habían traído.
Draco acercó el pico del recipiente a la cara de Harry y vertió un poco. Al contacto con el líquido, el joven desmayado reaccionó lentamente, abriendo los ojos con cierta dificultad, para enfocarlos en la cara que, inclinada sobre él, le observaba con preocupación.
—Draco —salió el murmullo, dolorido y agotado—. ¿Qué pasó?
—Vaya que estás hecho un cristo, cararrajada —bromeó el rubio, utilizando el apodo cariñoso que le daba desde que a los ocho años había caído sobre una roca, hiriéndose en la frente y provocando una cicatriz que nunca desapareció.
Harry trató de incorporarse, pero el dolor en su espalda le hizo soltar un gemido y volver a su posición sobre el regazo del rubio. De repente, todos los recuerdos regresaron a su mente con la fuerza de una estampida de caballos.
—¿Qué haces aquí? —la angustiada pregunta apenas era un murmullo—. ¿Por qué me soltaste? —miró sus manos libres—. Debes atarme… de nuevo, si te… descubren… —no pudo decir más porque volvió a desmayarse.
—¡Harry! —exclamó, intentando que volviera a despertar.
— Lord Draco —intervino Ron —, Harry tiene razón. Llevamos mucho tiempo aquí, en cualquier momento puede venir alguien. Debemos dejarle como estaba.
—No —negó, categórico—. No podemos dejarle aquí; podría morir por una infección.
—Dudo que su padre lo permita —argumentó el otro—. Seguramente, pronto vendrá alguien y le llevarán a las barracas para curarle.
—¿Para qué? ¿Para que la próxima vez le viole sin que yo pueda evitarlo? —observó como el pelirrojo palidecía—. ¿No era eso lo que estaban comentando Goyle y Crabbe en las barracas de los empleados?
—Sí, pero…
—No pienso permitirlo —el tono de Draco era rotundo—. Debemos ayudarle a escapar.
—¿Escapar? ¿Acaso se volvió loco? —al ver como un par de ojos plateados le atravesaban con furia, rectificó—. Perdone, Lord Draco, pero, ¿cómo va a escapar? En su estado, apenas podría andar unos pocos metros. Y le recuerdo que ayudar en la fuga de un esclavo acarrea la pena de muerte.
Durante unos minutos, el rubio buscó una solución con desesperación. Deseaba ayudar a su amigo, pero Ron tenía razón. De repente, recordó algo y una sonrisa afloró a sus labios.
—Vamos, ayúdame a ponerle los grilletes de nuevo —el pelirrojo respiró aliviado, al fin su amo había entrado en razón. A él tampoco le gustaba lo que estaba pasando, pero en el mundo en que vivían, había que ser astuto para sobrevivir—. Quédate cerca, y si ves que alguien viene a llevarse a Harry, evítalo con tu vida.
—¿Qué? —ahora sí que estaba preocupado; ¿cómo iba a impedir que se llevaran al esclavo si venían a buscarle?—. ¿A dónde va usted, Lord Draco?
—A buscar ayuda.
—¿Ayuda? Pero…
—Con tu vida, Ron —y sin otra palabra, echó a correr hacia la casa principal.
Unos leves toques en la puerta del despacho, interrumpieron a los hombres que, justo en ese momento, estaban enfrascados en analizar las posibilidades de invertir juntos en un nuevo negocio de importación de especias exóticas.
—Adelante —bufó Lucius, molesto por la interrupción.
Un sonriente Draco atravesó la puerta del recinto. Antes, había pasado por su habitación para cambiarse la ropa ensangrentada y recoger todo el dinero de que disponía, además de un par de joyas y una cobija que había escondido en una habitación contigua. Mientras corría hacia su casa, el plan completo se había formado en su cabeza, pero necesitaba ayuda para llevarlo a cabo.
—Perdonen que interrumpa, pero quería saludar a mi padrino antes que se vaya —comentó con tono cálido, pues realmente se alegraba de ver a la única figura paterna amable que había conocido en su niñez.
—No pensarías que me iría sin verte antes, ¿verdad? —dijo Severus Snape, esbozando una genuina sonrisa—. ¿Cómo estás?
—Muy bien, Padrino, contento de verte. Últimamente, te vendes muy caro.
Mientras abrazaba al hombre, miró de reojo a Remus, haciéndole un guiño que nadie más notó, pero que para el otro fue muy significativo. Draco quería hablarle, y si se arriesgaba a hacerlo en su casa, debía ser algo muy importante.
—Estoy cansado de decirte que no me interrumpas cuando estoy trabajando —le retó Lucius, fulminándole con la mirada.
—Lo lamento, padre, sólo fue un momento. Me alegró mucho verte, Padrino.
—A mí también —el hombre le dio un nuevo abrazo—. Tienes que venir a visitarme muy pronto, en casa se te extraña.
—Así lo haré —prometió, antes de hacer una ligera reverencia de cortesía—. Señores, les dejo seguir trabajando.
Sin otra palabra, dio media vuelta y se marchó.
Cinco minutos después, Remus tosió ligeramente para llamar la atención de los otros dos hombres.
—Si me permiten, debo salir unos minutos —se disculpó—. Algo que no puedo dilatar más.
Severus le dio permiso, pensando que tendría alguna necesidad fisiológica que satisfacer. Lucius gruñó, contrariado, pero no dijo nada.
Nada más salir por la puerta del despacho, sintió como alguien tomaba su brazo y le jalaba hasta entrar en una salita cercana. Sin mediar palabra, una boca ansiosa asaltó sus labios, abriéndose golosa para recibir la lengua que Remus no podía ni quería contener. Se besaron largo rato de manera apasionada, hasta que Draco se separó abruptamente.
—Necesito tu ayuda.
—Vaya, tú sí tienes la facultad de calentar un hombre hasta la ebullición y luego echarle un baño de agua helada.
—Es importante, Remus. Se trata de Harry.
—No entiendo cómo tienes a un sujeto de tan baja clase como tu administrador —comentó Lucius cuando Remus abandonó el despacho—. Yo te podría conseguir alguien de la alta sociedad; tengo amigos que estarían honrados de que alguno de sus hijos no herederos entrara a trabajar a tu servicio. Me viene a la memoria Jhon, el hijo tercero del Vizconde de…
—Gracias por tu ofrecimiento, pero no —replicó Severus, rotundo—. Puede que el señor Lupin no pertenezca a la ‘alta sociedad’ como tú la llamas —hizo una mueca, era evidente que él los llamaría de una forma bien distinta—, pero es un hombre muy culto e inteligente, y lo que es más importante, honesto.
—Por favor, Severus, ¿culto e inteligente ese patán? —esbozó una sonrisa despectiva—. Y permíteme que dude de su honestidad. A lo mejor salió para ver qué se puede robar.
Severus frunció el ceño con disgusto.
—Te agradezco que, en mi presencia, te abstengas de hablar de esa forma de Remus. No es la primera vez que me acompaña a tu casa, ¿alguna vez te ha faltado algo?
—No, no algo que yo haya notado al menos —se recostó sobre la silla y echó hacia atrás su cabello dorado—. Pero dicen que siempre hay una primera vez.
—Basta ya, Lucius —ahora el rostro del moreno reflejaba verdadero disgusto—. Remus Lupin es mi administrador y va a seguir siéndolo. Si la situación no te gusta, ya sabes lo que puedes hacer.
—¿Dejarías tus negocios conmigo por ese sujeto? —preguntó, incrédulo.
—No se trata de él, sino de mí. No admito que ni tú ni nadie cuestione las decisiones que tomo sobre mi casa y mi personal. ¿Quedó suficientemente claro?
Los ojos del hombre refulgieron de furia pero no replicó. Necesitaba continuar su asociación con Severus, y no sólo porque le redituaba pingües ganancias, sino porque el prestigio del Ducado Snape era mucho mayor que el del Conde de Malfoy, y para Lucius, el dinero y el prestigio lo eran todo.
Draco regresó tan pronto como pudo a donde le esperaba Ron. Por suerte para el pelirrojo, nadie había ido a recoger al esclavo durante su ausencia.
—Ya está todo listo —declaró el joven rubio, entusiasmado—. Ayúdame a desatar de nuevo a Harry; vamos a llevarle hasta el carruaje del Duque de Snape.
—¿El carruaje del Duque? ¿Acaso se…? —se contuvo a tiempo, pues iba a exclamar nuevamente si se había vuelto loco, y trató de razonar—. En cuanto le descubran en el carruaje, le devolverán a las barracas.
—No, ya pedí ayuda para que eso no suceda.
—¿Al Duque?
—No, a alguien más, pero te aseguro que él se encargará de convencer a mi Padrino para que no entregue a Harry. Severus tiene buenos sentimientos y no está de acuerdo con la práctica de tener esclavos. No es como mi padre —concluyó, con un dejo de amargura.
—Si usted lo dice —masculló el otro, sin tenerlas todas consigo.
—Hay otra cosa —esta vez el joven rubio dudó antes de decirlo, pero no había otra forma—. Necesito que te vayas de estas tierras en cuanto arreglemos lo de Harry.
—¿Qué? —Ron lucía espantado.
Draco sacó un saquito de su bolsillo y se lo entregó al joven.
—Creo que esto te ayudará un buen tiempo, es todo lo que pude conseguir. Además, te llevarás un caballo, y aquí hay una carta para un lugar donde serás bien recibido.
—¿Pero por qué debo irme? —pregunto sin entender.
—Debemos distraer la atención del carruaje de mi Padrino. Necesito que piensen que tú te llevaste a Harry.
—¿Pero, yo…? ¡Pondrán precio a mi cabeza! —exclamo, aterrado.
—En ese lugar te van a proteger —aseguró, señalando la carta que acababa de entregarle—. Te doy mi palabra de caballero.
—Pero en cualquier momento pueden venir a buscar al esclavo, descubrir que escapó e ir tras de mí. Me darán alcance enseguida.
—¿No dices que Goyle y Crabbe comentaron que mi padre ordenó que le dejaran aquí hasta que él viniera a verle? —el otro asintió—. Supongo que su intención es regodearse ante Harry —masculló con rencor—, pero esta vez su vena sádica va a ir en nuestra ayuda. Sé de buena fuente que mi Padrino va a tardar un buen rato en partir, probablemente hasta el final de la tarde, así que, para cuando se enteren, ya habrá oscurecido y tú llevarás un buen trecho de camino andado. Por cierto, recuerda marchar por la orilla del río para que no puedan seguir tu rastro con facilidad.
—Señor, no sé…
—Todo va a salir bien, déjalo de mi cuenta —aseguró Draco—. Por favor, necesito tu ayuda; es la única oportunidad que tiene Harry de sobrevivir —suplicó.
Ron se quedó meditando unos minutos. Al final, tomó una decisión. Ya era hora de ser valiente y tratar de cambiar un poco las cosas. Quizás ésa fuera la oportunidad para hacer algo bueno por un mundo que se caía en pedazos ante tanta injusticia.
—Está bien, lo haré.
—Entonces, ayúdame a llevarle hasta el carruaje del Duque. Luego, podrás irte.
—Dios bendito nos ayude, lo vamos a necesitar.
Última edición por alisevv el Sáb Feb 27, 2016 3:07 pm, editado 3 veces | |
| | | Snarry_Love20 Aprendiz de vuelo
Cantidad de envíos : 474 Fecha de nacimiento : 02/06/1991 Edad : 33 Localización : Capital Federal, Argentina Galeones Snarry : 54716 Fecha de inscripción : 06/11/2009
| Tema: Re: En busca de la libertad. Capítulo 1. Harry, el esclavo Lun Oct 29, 2012 3:40 pm | |
| vaya, me deja con el alma al cuello. Te luciste, Ali!!! Mis felicitaciones, es muy bueno y pinta interesante. Esperare la continuación, saludos y beso. | |
| | | alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| | | | Danvers Aprendiz de vuelo
Cantidad de envíos : 219 Fecha de nacimiento : 19/03/1975 Edad : 49 Galeones Snarry : 18187 Fecha de inscripción : 15/02/2009
| Tema: Re: En busca de la libertad. Capítulo 1. Harry, el esclavo Dom Nov 11, 2012 5:03 am | |
| Ay mi pobre Harry!!! Cómo odié a Lucius. Como te conozco, sé que disfrutaré cuando lo pague ^^ Y Remus y Draco son adorables. Ay, más!!! Me encantó encontrar una historia tuya. Además el tema me recordó a: El amor que salvó un reino ^^ | |
| | | alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
| Tema: Re: En busca de la libertad. Capítulo 1. Harry, el esclavo Lun Nov 12, 2012 6:54 am | |
| Hola, cariño
Aunque no lo parezca, Lucius en sí no es lo más importante de esta historia; tengo una idea que espero les guste, al menos creo que es original. Y sí, Rem y Draco son adorables, pero quedan cosas por descubrir de ellos dos.
Mil gracias, tu siempre apoyándome en mis cositas.
Besototes | |
| | | Yuki Fer As de oclumancia
Cantidad de envíos : 1504 Fecha de nacimiento : 07/04/1992 Edad : 32 Galeones Snarry : 108299 Fecha de inscripción : 30/07/2011
| Tema: Re: En busca de la libertad. Capítulo 1. Harry, el esclavo Dom Dic 02, 2012 3:46 pm | |
| Definitivamente estoy picada con la historia....... jajajajaj no se pork presiento que terminare de leer lo que tienes subido y me quedare con muchasss ganas de seguir leyendo......*o* pero no importa por una buena historia valdrá la espera | |
| | | alisevv
Cantidad de envíos : 6728 Fecha de nacimiento : 15/01/1930 Edad : 94 Galeones Snarry : 241687 Fecha de inscripción : 08/01/2009
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| Tema: Re: En busca de la libertad. Capítulo 1. Harry, el esclavo | |
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| | | | En busca de la libertad. Capítulo 1. Harry, el esclavo | |
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