La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Marked Man. Capítulo 36. No podrán contra nosotros

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alisevv

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MensajeTema: The Marked Man. Capítulo 36. No podrán contra nosotros   The Marked Man. Capítulo 36. No podrán contra nosotros I_icon_minitimeJue Jun 28, 2012 4:53 pm

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Los cinco miembros del Equipo de la Destrucción de los Horcruxes se sentaron en la salita de Remus a beber su té. Ron y Hermione todavía seguían exaltados por la reciente destrucción del Horcrux de la copa. Por el contrario, Remus y Severus estaban preocupados e intercambiaban nerviosas miradas. Harry sólo permanecía ahí sentado con el ceño fruncido. Sabía que su incomodidad durante la destrucción de cada Horcrux debía significar algo y casi temía descubrir cuál podría ser el próximo obstáculo.

—Harry —comenzó Remus—. Pude ver que te mostraste incómodo durante el proceso. ¿Podrías contarnos lo que sentiste mientras Ron y Hermione destruían el Horcrux?

Harry suspiró.

—Trataré, Remus. Aunque, ¿cómo puedo decirlo cuando ni yo mismo entiendo lo que sentí?

El brazo de Severus rodeó a su esposo, apretando sus hombros en un gesto de apoyo.

—Sólo di lo que sentiste, Harry. Sé que estabas incómodo, pude sentirlo con mucha fuerza.

—Mientras sostenían la copa sobre el caldero me sentí realmente… ansioso, supongo. Como si debiera alejarlo de ellos. Como si debiera protegerlo. Es un pedazo de alma.

Los demás le observaron con diversos grados de comprensión. Ron no pudo evitar comentar:

—Pero de eso se trata todo esto, Harry; de destruir el alma de Voldemort.

El moreno asintió.

—Lo sé, por supuesto que lo sé… Es sólo… desde la primera vez que sentí el relicario fue como si su interior estuviera llamándome. Puedo sentir el interior de los Horcruxes, mientras que tú no.

—Pienso que eso es algo significativo —Severus habló suavemente y todos escucharon con tensión, sabiendo que las palabras del hombre serían importantes—. ¿Por qué debe Harry estar ligado al alma de Voldemort? De hecho, siempre ha estado ligado al mismo Señor Oscuro a través de la cicatriz.

—Severus, Harry… —Remus empezó a hablar y todos se giraron hacia él—. Llevo algún tiempo pensando en esto, y he llegado a una conclusión. No es algo fácil, y es duro para mí decir esto.

Severus abrazó a Harry, decidido. Tenía una buena idea de lo que Remus había concluido, y si era lo que estaba pensando, coincidía con la renuencia del hombre lobo. Harry iba a quedar devastado.

Remus continuo:

>>Harry, estás enlazado a Voldemort a través de tu cicatriz. Ahora que has encontrado a los Horcruxes, los sientes casi como si estuvieran vivos, ¿cierto?

Harry asintió.

—Sí, es verdad. Cuando levanté el relicario fue casi como si pudiera sentir algo moviéndose allí.

Ron lució como si se fuera a desmayar ante la idea. Hermione parecía fascinada.

—Yo no sentí nada en absoluto con la copa —comentó.

—No, y ese es el punto, Hermione. —prosiguió Remus—. La cicatriz de Harry es un enlace. Él está conectado con los Horcruxes. Apenas es un pequeño salto de allí a aceptar que la cicatriz de Harry también es un Horcrux.

—¡No! —gritó Harry. Se levantó del sofá, encogiéndose para salir del abrazo de Severus—. ¡No! ¡Esto me tiene asqueado! Es demasiado; simplemente, no puedo… —voló fuera de la habitación.

Severus se levantó para seguirle pero Remus le bloqueó la salida.

—Déjale, Severus. Permítele pensar por un rato. Regresará.

Con renuencia, el otro asintió. Harry nunca huía de las verdades desagradables por mucho tiempo. Necesitaría dejar que su mente se serenara por un rato antes de regresar y hablar sobre ello. Severus dudaba que nadie más en esa habitación —aparte de él mismo— fuera capaz de comprender el horror de la posición de Harry. Él podía sentirlo de primera mano a través de su enlace. Incluso ahora podía sentir la ansiedad y repugnancia de su pareja. Suspiró profundamente y se sentó.

—No entiendo esto —dijo Ron, sonando perplejo y disgustado—. Vol… Voldemort estaba tratando de matar a Harry cuando le produjo esa cicatriz. ¿Cómo puede ser un Horcrux?

—Como dije, llevo un buen tiempo reflexionando sobre eso —contestó Remus—. Y estoy seguro que Severus también —miró al esposo de Harry, quien asintió en respuesta—. Él me corregirá si estoy equivocado, pero por lo que entiendo, sucedió más o menos así:

>>Cuando Voldemort planeó crear un Horcrux fue siempre en el momento de una muerte significativa. ¿Y qué muerte podría ser más significativa para la creación de su último Horcrux que el asesinato del niño de la profecía?

>>Creo que debió tener un objeto con él listo para ser convertido en Horcrux cuando quedó a solas con Harry, luego de matar a sus padres. Probablemente, el hechizo fue lanzado al mismo tiempo que el Avada Kedavra para la muerte significativa. Es difícil lanzar dos hechizos poderosos simultáneamente, pero todos sabemos que Voldemort es poderoso; además, había practicado antes, cuando hizo los otros Horcruxes.

>>Creo que la magia de su madre protegió a Harry del Avada, que rebotó hacia su atacante. El hechizo de Horcrux, sin embargo, arraigó en Harry —quien no había muerto— en lugar de continuar hacia cualquiera que fuera el objeto que Voldemort había elegido. Ése fue el hechizo que tuvo como resultado la cicatriz, pues el Avada Kedavra no deja marcas en sus víctimas, ni el rebote del hechizo dejó ninguna cicatriz en Voldemort.

—Tiene lógica, Remus —convino Severus—. Y, por supuesto, explica mucho de lo que desconcertaba previamente sobre Harry. El origen de su habilidad para hablar parsel, algo que nunca fue un legado de la familia Potter; el enlace con Voldemort; y la conciencia ante los otros Horcruxes así como su renuencia a dañarlos. Tuvo que obligarse para destruir el relicario. Realmente le afectó.

Se sentaron callados durante unos minutos, cada uno reflexionando sobre la enormidad de lo que Harry tendría que enfrentar. ¿Cómo podrían destruir ese Horcrux sin matar a Harry? Si le hacían ingerir la poción Exanimae Dementorum, también podría perder su propia alma. Ninguno de ellos estaba dispuesto a considerar esa solución.

—Pobre Harry —susurró Hermione por todos ellos.

—Habrá una forma —declaró Severus con fiereza—. La encontraremos. Cualquier otra cosa es impensable.

Los otros tres miraron a Severus con diversos grados de asombro. Remus estaba menos impresionado que los otros dos, pues había logrado ver el creciente afecto entre la pareja, pero aún así estaba sorprendido ante el evidente amor que manaba de la determinación de Severus de que Harry no resultara herido. Ron y Hermione se mostraban atónitos ante el despliegue de emoción en el habitualmente severo y reservado hombre.

Harry regresó a la habitación justo a tiempo para ver como los otros tres observaban a Severus con perplejidad.

—Hola —saludó, y fue a sentarse al lado de su esposo, quien nuevamente le rodeó con un brazo en un gesto protector.

—Hallaremos la manera de resolver esto, Harry —aseguró Remus—. No hay alternativa a ello. Hemos hecho todo lo necesario para llegar a este punto, resolveremos esto también.

Harry miró con tristeza a su padrino honorario.

—Remus, tú has sabido esto hace un tiempo, ¿cierto?

—Lo sospechaba, sí, pero sólo me convencí cuando destruiste el relicario —admitió.

—Y no has pensado en la manera de destruir este Horcrux —aseveró Harry, posando la punta de sus dedos sobre su cicatriz.

—No —confesó.

—Si tengo que morir para destruirlo, siempre estaré dispuesto a hacerlo.

Mientras los demás protestaban clamando que ello era inaceptable, Severus sólo sostenía a su pareja. No tenía intención de permitir que eso pasara, pero como soldado de la Luz, Harry tenía derecho a decirlo, y él sabía que hablaba en serio.

—No lo permitiré, Harry —y su afirmación era tan seria como la que había hecho el joven—. Encontraré la manera —se levantó y animó a su esposo a imitarle—. Creo que iremos a casa —tomó la mano de Harry y desaparecieron sin otra palabra.

Remus, Ron y Hermione se desplomaron, liberando la tensión.

—Prepararé más té —musitó Remus.



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De nuevo en Spinner’s End, Harry se reclinó en el abrazo de su pareja.

—A la cama, Harry —musitó Severus suavemente pero con firmeza—. Vamos.

Condujo a su todavía aturdido esposo por las escaleras rumbo a su habitación. Una vez allí, le abrazó nuevamente por unos momentos, antes de susurrar Divestio. Con cuidado, animó al joven a acostarse y jaló las cobijas sobre ambos.

>>Haré esto, Harry. Encontraré la forma. Debes creerme.

Severus proyectó su determinación tanto con su voz como a través del enlace.

Ahora que te tengo, no te voy a perder

Harry se estremeció en sus brazos, él insistió:

>>No más. No dejaré que él nos haga más daño, ni a ti ni a mí.

Severus comenzó a acariciar el cuerpo de su esposo. Con manos seguras trazó las líneas de la espalda y brazos del joven. Empezó a besarle suavemente, con besos breves y acariciadores que recorrieron el lado de su rostro y la mandíbula. Sus manos firmes acariciaban y tranquilizaban; sus besos consolaban y animaban a su Harry para que regresara a él, y los temblores del joven comenzaron a disminuir.

La lengua de Severus se movió sobre la piel, probando el gusto de la carne y el sudor salado de su superficie. Las suaves y firmes caricias de las manos eran un eco de los gentiles toques de su lengua. Ahora, Harry yacía, quieto.

Éste es mi amor, mi único amor…

Y Harry comenzó a sentir de nuevo. Había estado contenido por una apretada ligadura de miedo, alejado del consuelo del enlace. Al tiempo que Severus le abrazaba y le tocaba, el joven fue persuadido para regresar al lugar donde podía escuchar la voz de Severus en su cabeza, en su corazón.

Severus…

Estoy aquí, siempre estoy aquí. Siempre contigo, por siempre contigo.


La fuerza que Harry recibió al comprender que ya no estaba luchando solo, que nunca volvería a estar solo contra el malvado, le permitió serenarse. Nunca había estado realmente solo; siempre había llevado en su interior una parte del mago más malvado de todos los tiempos. Pero ahora eso parecía algo prácticamente insignificante, porque tenía su propia alma… su propia alma completa, fuerte y segura, y tenía a toda la Luz con él, y además de eso tenía a Severus. Su Severus estaba allí, en su interior, e iba a estar allí por siempre. No había nada que Voldemort pudiera hacer para luchar contra eso. Harry sonrió, acurrucándose más cerca del cuello de su esposo.

El mayor sintió la sonrisa contra su cuello y en su mente. Levantó la cabeza para besar a Harry, y su beso fue firme, comenzando a explorar para terminar por convertirse en apasionado. Ambas mentes estaban ahora clamando por lo mismo: ¡Ámame!

Las manos acariciantes de Severus se unieron a las propias acciones de Harry. El joven dibujó la figura del cuerpo de su esposo, adorando la fuerza enjuta que sentía bajo sus dedos. Sus besos eran tan cercanos como era posible, sus mentes estaban unidas, y los movimientos de ambos fluían como si representaran una coreografía. Sin palabras, sin apartar las manos de la deliciosa tarea de acariciar la espalda de Sev, Harry convocó el recipiente de lubricante con la pura fuerza de su voluntad. Lo atrapó y retiró la tapa del mismo modo.

—Severus… —musitó, hablando por primera vez en mucho tiempo—. Date la vuelta, mi amor.

El hombre miró los ojos verdes y vio sus intenciones. Sus propios ojos se abrieron ligeramente y una breve chispa de temor le atravesó. Murió en microsegundos. Harry era suyo: esto sería seguro. Se dio la vuelta y se abrió bajo su pareja.

Harry se irguió y observó al mago oscuro bajo él. Oscuro en color, el cabello y los ojos, pero no Oscuro, ya no. Le besó.

Quiero hacerte mío, Severus. Él nunca te tendrá, ninguno de ellos.

Untó sus dedos y los deslizó hacia la abertura de Severus. El hombre se movió, elevando sus caderas para facilitar la tarea; nunca hubiera imaginado hacer esto hasta ahora. Hasta Harry.

Harry actuó con cuidado, trazando las líneas de las zonas más íntimas de su esposo. Encontró fascinante la arrugada entrada: apretada, firme y resistente. Trazó con sus dedos círculos acariciadores y Severus respondió con un pequeño gemido, sus músculos moviéndose bajo los gentiles dedos.

—Por favor… —susurró Severus, su aliento soplando sobre la mejilla de Harry, quien estaba alelado mirando los oscuros ojos.

Harry empujó un dedo con cuidado, no deseando dañar a su pareja y consciente de su falta de habilidad.

>>Más, amor —le incitó el mayor y empujó hacia adelante, empalándose a sí mismo en el dedo intruso.

Harry cumplió. Se sentía extraño. Caliente, apretado y suave, nada parecido a cualquier otra cosa que hubiera sentido antes. Tentativamente al principio, acarició el interior, sintiendo las íntimas paredes y la tensión muscular. Más, Harry, fue animado, y él retiró el dígito solitario para reemplazarlo por dos dedos bien lubricados que Severus aceptó y acomodó rápidamente, empujando hacia ellos con señales de placer. Harry estableció un ritmo de empujar y acariciar, hasta que casi se retiró cuando Severus gritó pero, de inmediato, la impresión que recibió a través del enlace fue de placer y aliento, y detuvo su retirada. Acarició nuevamente la misma área. Había una firme hinchazón en su interior, y la reacción de Severus cuando la acarició fue maravillosa. El joven recordaba cómo se sentía cuando su esposo le hacía el amor, y se hinchó de orgullo al poder proporcionarle el mismo placer.

¡Más, Harry… por favor, más!

Severus estaba suplicando, y Harry pudo escucharlo tan claramente como si lo hubiera dicho en voz alta, pero el joven todavía observaba su rostro y los labios de su pareja no se habían movido. La vista de las intensas emociones que cruzaban una tras otra el rostro de Sev era un placer en sí mismo, y Harry casi se sentía reacio a moverse, a pesar de su propia necesidad.

Deslizó tres dedos en el interior y Severus se sintió apretado. El joven trabajo amorosamente hasta que su esposo fue dilatado, y supo que ya estaba cerca del punto en que podía entrar. Su polla estaba dura como roca y deseaba más que nada entrar en la suave calidez y sentir esos músculos apretándose alrededor de él.

—Necesito poseerte ya —musitó a Severus, y se inclinó para besarle y retirar los dedos.

Se movió sobre su pareja, elevándose y apoyando sus piernas. Deseaba observar el asombroso contraste que era el rostro del severo maestro de Pociones en comparación con el de su amante. Severus, su esposo y amante, quien le necesitaba tanto como Harry le necesitaba a él, y ese conocimiento era liberador. Podía sentir como todos los amargos recuerdos eran borrados. Se tomó su tiempo para ubicarse cuidadosamente; deseaba hacer esto bien. Podía sentir a Severus suplicando a través del enlace, deseando que le poseyera, que le hiciera suyo.

Colocado en la entrada al cuerpo de su pareja, los ojos unidos, Harry habló en voz alta:

—Eres mío, Severus. Para siempre —empujó hacia adelante, cuidadosa pero firmemente, inexorablemente, y sintió que el cuerpo de su esposo le aceptaba y se abría para él.

Ambos hombres suspiraron con alivio cuando la polla de Harry se enfundó en el interior de Severus.

Harry nunca había sentido nada tan intenso. Su polla estaba siendo apretada, toda ella, por algo caliente, fuerte, lubricado.

Severus nunca antes había dado la bienvenida, de verdad, a la plenitud de la polla de un hombre. El desear… desear ser llenado y poseído, era algo nuevo y previamente inimaginable, pero con Harry era correcto. Maravillado, levantó la vista hacia el rostro de su esposo. Los ojos esmeraldas brillaban para él. Permitió que sus ojos se cerraran y se concentró en su cuerpo y mente. Harry estaba dentro de él, en su cuerpo y en su mente, o en su corazón, o en su alma; o más probablemente, estaba en todos esos sitios.

Cuando Harry comenzó a moverse, Severus siseó de placer, aunque si lo había hecho con la garganta o no era algo que el joven no sabría decir, aunque tampoco le importaba porque lo había escuchado de todas formas.

Embistió y salió, y repitió el placentero movimiento una y otra vez. Sintió el calor creciendo dentro de sus cuerpos, empezando en el punto donde sus carnes estaban unidas y extendiéndose a través de sus pechos, completamente. Harry estaba tan caliente que sentía que podría estallar en llamas. Severus sentía lo mismo, el joven podía percibirlo también. Estaban inmersos en su placer, sus voces se complementaban, y era igual a la mejor música imaginable. Sí, sí, sí…, decía Severus una y otra vez.

Harry no tenía palabras, ni en su boca ni en su corazón, sólo se dejaba llevar por el cántico de su esposo y sus mentes unidas se elevaron como si estuvieran volando juntas, elevándose a través del aire —a través del espacio mismo— unidas e inseparables. Ambos perdieron la capacidad de medir el tiempo mientras sus cuerpos unidos dejaban de ser dos entidades y se transformaban en un instrumento combinado de deleite.

Sus orgasmos se acercaron, firmes y ardientes, e inevitables. Severus gritó en voz alta, y Harry chilló triunfal mientras su pulsante polla comenzaba a vaciarse. Caliente… calor dentro y alrededor de ellos. Harry colapsó sobre el pecho de su amante —no, su esposo—.

Gradualmente, recuperaron la consciencia de quiénes eran y dónde estaban, y Harry se encontró acostado con los hombros sobre el pecho de Severus. Estaban unidos por un brillo de sudor y semen, ya que Severus se había corrido también, aunque Harry no tenía un recuerdo separado de ello. Cuando se corrieron, lo habían hecho juntos, como una entidad única. Cuál semen pertenecía a quien era completamente irrelevante: era de ambos.

Cuidadosamente, Severus empujó a Harry y éste se deslizó a un lado. De inmediato, enroscó sus brazos alrededor de Severus.

Tú eres mío, y yo soy tuyo.

Ahora, nada podrá separarnos. No podrán contra nosotros




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