alisevv
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| Tema: The Marked Man. Capítulo 18. Optimismo Jue Mayo 06, 2010 11:59 pm | |
| Harry regresó del bar poco después de que Severus partiera. Remus todavía estaba sentado en su sillón, bebiendo el whisky y pensando.
—Epa, Remus —saludó.
—Harry. ¿Ya te sientes mejor?
—Sí… algo más tranquilo, en todo caso. Desearía no haber hecho eso; me siento tan inútil. No me gusta echar a correr ante el más leve contratiempo. He enfrentado a Voldemort con menos aspavientos.
—Hmm. Es una fobia, Harry. Éstas no tienen sentido; el miedo está fuera de proporción en relación con el estímulo.
—Supongo que es como el temor de Ron a las arañas. La más diminuta que colgara del techo del dormitorio le provocaba pánico. Alguien tenía que sacarla, o ninguno de nosotros conseguía dormir. Pero él lo superó en segundo año, cuando me acompañó a ver a Aragog. Si él pudo hacerlo, yo puedo enfrentar a Severus —trataba de sonar decidido, pero su voz todavía titubeaba un poco.
—Por cierto, Severus vino a buscarte. Estaba preocupado.
Harry enrojeció. Podía imaginar algunas de las cosas que el Slytherin habría dicho, y sentía que tenía bien merecido el desprecio del hombre.
>>Le dije que tú no te darías por vencido —continuó Remus—. El te deseó ‘buenas noches’ y dejó dicho que te vería mañana. Lo está intentando de verdad, Harry.
El joven asintió. Tenía que trabajar en eso. Snape había sido increíblemente paciente con él, mucho más de lo que había esperado la primera vez que arribó a Spinner’s End.
—Me voy a acostar —declaró—. Buenas noches, Remus. Saldré en la mañana con Ron y Hermione; descansa todo lo que puedas.
—Buenas noches, Harry. Lo haré.
Después de tres horas de revolver en los últimos almacenes de Filch, en lo profundo de las mazmorras, Harry estaba comenzando a preguntarse cómo era posible que Ron y Hermione hubieran podido evitar pasar cada noche quejándose acerca de la cacería frustrada. Aunque pensándolo bien, él había pasado la mayoría de las noches en Spinner’s End, así que quizás se lo había perdido. Esa noche, con gusto se uniría a cualquier queja sobre el coñazo que era buscar con el ganso-salvaje-lloriqueante de Filch gimiendo porque-los-elfos-domésticos-no-limpian-las-malditas-mazmorras. Pero lo más probable era que tuviera que ir con Snape, así que no tendría esa posibilidad.
Para su propia sorpresa, la perspectiva de ir a Spinner’s End esa noche no le angustiaba. De algo sí estaba seguro: sería más agradable que las opresivas actividades de ese día. Además, no creía que se fuera a sentir demasiado avergonzado. Severus había visto a Remus e, indirectamente, le había mandado las buenas noches a él. Esa cálida sensación en el estómago era cada vez más notoria cuando pensaba en Severus. Se rehusó a analizar lo que eso podía significar.
—¿Nunca se han preguntado si no estaremos ladrándole al árbol equivocado? —gruñó Harry.
—No, Harry —insistió Hermione—. Mientras más lo pienso, más convencida estoy de que estamos buscando en el lugar correcto. Es sólo que Hogwarts es enorme; es, literalmente, igual que buscar una aguja en un pajar.
—Quizás así ustedes los jóvenes tendrán una idea de cuán duro es mi trabajo —el presumido Filch interrumpió el intercambio—. Ya el sólo saber dónde está todo significa un gran trabajo. Por supuesto, los elfos domésticos saben mucho, también. Pero aún con eso, ha sido una pesada carga. Todavía lo es, por supuesto.
Ron puso los ojos en blanco y Harry hizo todo lo posible por no echarse a reír; eso no sería cortés hacia el celador. Puede que fuera cargante, pero estaba ayudando.
—Ya terminé este estante con viejos libros de ejercicios —dijo Harry—. No esperaba encontrar nada aquí, pero nunca se sabe; las cosas pueden estar enterradas en lugares extraños, así que debemos buscar por todas partes.
—¿Cuántas habitaciones quedan aquí abajo? —preguntó Ron.
—Si no se lo he dicho diez veces, no se lo he dicho ninguna —gruñó Filch—. Dos más aquí abajo y habremos completado esta zona. Por supuesto, luego está la Torre Sur…
Ron gimió.
—En todo caso, ¿por qué demonios guardan toda esta basura?
—Bueno, yo diría que es buena idea hacerlo, o usted no estaría buscando esa vieja copa, ¿cierto? Hogwarts respeta su pasado, no saca mucho tirándolo.
—Exactamente —rubricó Hermione, y lanzó a Harry una mirada significativa. Harry estuvo de acuerdo en que si Riddle quiso ocultar algo, pocos lugares cumplirían mejor con su propósito que la Escuela de Magia y Hechicería Hogwarts. Especialmente, si ese algo pertenecía por derecho al lugar.
—¿Por qué es tan especial esa copa? —indagó Filch. Llevaba días buscándola junto a Ron y a Hermione, y era la primera vez que preguntaba al respecto. Quizás el tener a El Elegido en ello hacía la búsqueda más significativa.
—Es un legado que heredé en el testamento de Sirius Black —explicó Harry—. Las cosas se descuidaron mientras estuvo en Azkaban. Ahora, soy su heredero, y quiero que sus pertenencias vuelvan al lugar correcto.
Filch asintió, claramente satisfecho.
—Yo sentiría lo mismo si estuviera en su lugar —concordó—. Por supuesto, no hay tiempo para hacer todo esto en medio del curso. Esperemos que lo encuentren antes que finalice el verano.
Harry tuvo que mostrarse de acuerdo con eso.
Esa noche, durante la cena, el humor fue necesariamente dominado. Remus se encontraba ausente, encerrado en su habitación en espera de su inminente transformación. El fracaso del trío en encontrar nada más interesante que algunos viejos libros de ejercicios del tío de Ron, Ignatius Weasley, había conducido a una sensación natural de anticlímax.
—Tengo que ir de nuevo con Snape —informó Harry, y se sentía sinceramente alegre por eso. Se daba cuenta que era subrrealista anhelar pasar una noche lejos de Hermione y Ron, y en la compañía de Severus Snape; pero, sin embargo, así era.
—Oh. ¿Entonces, nosotros podríamos salir un rato, Mione? —preguntó Ron—. Quizás ir al cine a ver la película que le gusto tanto a Harry.
La chica se animó ante eso.
—Sí, es buena idea. Sonaba realmente interesante. Me gustan las películas basadas en la historia.
—Y yo soy adicto a las palomitas de maíz —apoyó el pelirrojo.
Y así, una vez recogidos los restos de la cena, cada quien se encaminó a lo suyo.
—Buenas noches, Harry.
—Severus —contestó el joven y se acercó hacia Snape, inclinando la cabeza en espera de un beso.
Severus le complació —largo, lento y profundo— y Harry, quien deseaba poder dejar de analizar sus propias reacciones tan seguido, consiguió relajarse.
Harry estaba decidido a empezar de nuevo, determinado a seguir adelante. Se decía a si mismo que si Ron pudo ir a la guarida de Aragog, entonces él —el famoso Harry Potter— podría con esto.
Sus labios se separaron y ambos retrocedieron. Severus se dirigió a su sitio habitual en el sofá. De inmediato, Harry le siguió y se sentó a su lado, no ubicándose tan próximo al extremo como había hecho en oportunidades anteriores. En lugar de eso, se sentó tan cerca del hombre que sus piernas se tocaron desde el principio. Sabía cómo se sentía eso y sabía que podía arreglárselas: no era para tanto.
Severus le miró y Harry supo que estaba considerando su cambio de actitud.
—SÉ que tengo que intentarlo con fuerza, Severus, y estoy decidido a hacerlo.
El hombre asintió y le sonrió levemente. La atmósfera se aligero un tanto, y ambos tomaron sus libros y comenzaron su noche juntos.
Media hora después, Severus colocó una mano sobre el brazo del Gryffindor.
—¿Te apetece algo de vino, Harry?
—Sí, por favor —contestó, controlando la urgencia de sacudir la elegante mano.
Severus la mantuvo allí un par de segundos, antes de levantarse y servir el vino. Girándose, le ofreció al chico una copa de vino blanco y sus dedos se tocaron mientras el otro la tomaba. El mago mayor le miró con atención, y Harry se estremeció ligeramente, maldiciéndose a sí mismo por ser tan idiota al ver que el hombre lo notaba.
Severus, al parecer, estaba decidido a desensibilizar a Harry. A lo largo de la noche, tocó al joven: un roce de la mano, una ligera caricia en el muslo. En cada oportunidad, Harry permaneció rígido y lo aceptó. Hacia el final de la velada, se empezó a volver familiar el tener a alguien tocando su cuerpo. El tabú había perdido parte de su impacto. Severus, sintiendo eso, tomó su mano y la sostuvo por un rato.
—Estoy disfrutando tu compañía, Harry —declaró.
El joven miró los ojos oscuros que le observaban.
—Y yo la tuya, Severus. Esta tarde, en Hogwarts, me encontré ansiando venir aquí, así no tendría que escuchar a Ron y Hermione lamentándose por la falta de progreso en lo que están haciendo.
Severus rió entre dientes.
—La cacería será larga, estoy seguro. Pero también estoy seguro de que lo conseguiremos allí. Conozco su manera de pensar.
El rostro adusto hizo una mueca ante la mención del proceso del pensamiento de Voldemort. A Harry no le causó sorpresa, esos pensamientos no debían ser muy agradables. No envidiaba ese conocimiento de Severus.
—¿Entonces, compartes la idea de que el cáliz esté probablemente en Hogwarts?
—Sí. Él querría regresar al que consideraría como su verdadero hogar. Eso nunca debería haber sido retirado de allí. Seguramente, un director o un profesor sin escrúpulos se benefició, vendiéndola a un coleccionista. Si Voldemort hizo cosas buenas en su momento, recuperar los objetos de los Fundadores fue una de ellas.
Harry suspiró.
—Desearía que todo esto avanzara con mayor rapidez, Severus.
Severus también estaba frustrado, pero no por el tiempo que estaba tomando la cacería de los Horcruxes. Estaba frustrado porque, a esas alturas, Harry y él deberían estar comprometidos, por no decir casados, y practicando la unión de magias. La falta de progreso en algo que podrían estar alcanzando le molestaba, pero no lo mencionó a Harry, eso no ayudaría a lograr el objetivo de esa noche.
—La impaciencia es un rasgo Gryffindor. Los Slytherin somos más sutiles, e infinitamente más pacientes —sonrió—. El Señor Oscuro fue paciente y astuto al crear sus horcruxes, y nosotros debemos actuar igual si esperamos encontrarlos. He deseado verme libre del Señor Oscuro por más de veinte años. Y ahora tenemos una esperanza real de hacerlo, que es más esperanza de la que he tenido en mucho tiempo. Tendremos éxito.
Harry escuchó la determinación en la voz de Snape. Se encontraba cada vez más atraído por el hombre. Apretó la fuerte mano que todavía sostenía la suya. El Slyrherin se giró y le miró, antes de inclinarse a besarle. Harry encontró ese gesto menos sorprendente de lo que hubiera esperado. Hasta entonces, los besos de Severus habían sido a su llegada o al despedirse; esto era un progreso. Pero no era algo nuevo, así que se relajó, e incluso logró ignorar el hecho de que el brazo de Severus le estaba rodeando y sosteniéndole con firmeza. No represivamente, sino con seguridad.
Los ojos de Harry se cerraron por reflejo cuando el mayor le besó, pero los abrió para analizar al hombre. El rostro de Severus mostraba concentración y atención, como si estuviera observando los resultados de una poción recién preparada. Eso hizo a Harry sentirse como si fuera el proyecto más reciente de Snape en lugar de su enamorado. ¿Por qué le molestaba eso? ¿Deseaba que Severus le besara cómo a un amante? ¿Deseaba que tuvieran alguna clase de relación romántica? Se regañó mentalmente por pensar de ese modo. Era sólo que preferiría no estar casado con un hombre insensible que únicamente le viera como objeto de estudio.
Mientras se separaban, Harry suspiró. Severus le observó con una ceja levantada.
—¿Esto es molesto para ti?
—No… Oh, no, nada de eso. Para ser honesto, lo disfruto —admitió.
—¿Entonces, por qué el suspiro?
—No lo sé —bajó la vista hacia sus manos, que estaban cerradas en su regazo.
—¿Te gustaría más? —la voz de Severus era profunda y sexy, e hizo que Harry se estremeciera. Una parte de él deseaba mucho más. El mago mayor le abrazó y acarició su rostro con la punta de los dedos—. Yo te encuentro muy atractivo, Harry —musitó, y empezó a besarle nuevamente.
Harry deseaba poder creerle, de verdad; era mucho más agradable pensar que era atractivo y no un fenómeno. Pero Severus estaba haciendo esto porque debía hacerlo. Del mismo modo, Harry respondía a sus besos porque Severus era muy bueno besando y a su cuerpo le gustaba lo que estaba pasando. Y él podía muy bien disfrutarlo, ya que tenía que hacerlo…
Las manos de Severus trazaban las líneas de los hombros juveniles, bajando hasta cruzar su pecho. Harry se sorprendió ante la sacudida que sintió mientras los sabios dedos trazaban los pequeños terrones de sus pezones a través de la tela de la camiseta. El Slytherin se alejó un poco.
>>Eres muy sensible, Harry. ¿Te gusta esto? —acarició las tetillas una vez más, para enfatizar lo que estaba preguntando.
—Sí… oh, sí —aceptó. Le gustaba eso, de hecho.
—Pronto te mostraré muchas más formas de obtener placer —se inclinó para susurrarlo a su oído.
La voz profunda y el calor de la respiración sobre su piel hicieron que el joven volviera a temblar, y esta vez sabía con certeza que no era de miedo. Su polla estaba dura y presionaba contra sus jeans. Se dijo a sí mismo que debía serenarse, no entrar en pánico. Severus no iba a dañarle, le estaba ofreciendo placer, y él se estaba permitiendo aceptarlo. Estaba bien, era correcto; Severus iba a ser su esposo. Harry tragó con fuerza.
Severus giró la cabeza para darle otro beso largo y profundo. Se mantuvo deliberadamente controlado, aunque su propio cuerpo deseaba expresar un acercamiento más apasionado. El atractivo joven en sus brazos estaba respondiendo, y Severus estaba excitado. Pero debía controlarse y proceder con lentitud. Habían logrado mucho esa noche. Más besos, y ahora caricias; por encima de las ropas, pero ya era un comienzo. Pensaba que Harry tal vez podría dejarle avanzar un poquito más, pero prefirió detenerse y cosechar las recompensas la próxima vez. Se separó.
>>Hora de ir a dormir, creo —dijo, y luego se maldijo a sí mismo cuando Harry dio un respingo—. Es mejor que regreses —agregó rápidamente.
El joven dejó escapar un resoplido. ¡Idiota! Había estado a punto de entrar nuevamente en pánico, y Severus no había querido decir lo que él pensó. ¡Maldito idiota!
—Sí, supongo. Umm… fue muy agradable —agregó, sintiéndose deplorablemente inepto para expresar cómo se había sentido.
—Estoy de acuerdo —dijo Severus, y le lanzó una intensa y ardiente mirada.
Mientras se Aparecía de regreso, Harry se sentía considerablemente más optimista de lo que se había sentido en mucho tiempo. Podía hacerlo; no era nada similar al encuentro de Ron con Aragog. Severus era extrañamente atractivo… para un cretino grasiento.
Llegó a casa de Remus con una sonrisa en la cara. Nadie estaba allí, así que subió directo a la cama, y por una vez, tuvo agradables sueños de calidez, comodidad, y sensaciones que nunca antes había imaginado que existieran.
Última edición por alisevv el Jue Mayo 19, 2016 6:08 pm, editado 3 veces | |
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