alisevv
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| Tema: The Marked Man. Capítulo 33. El comienzo Dom Ene 30, 2011 2:16 pm | |
| Cuando Harry y Severus regresaron a Spinner’s End, eran cerca de las cinco de la tarde.
—¿Quieres ir a Mablethorpe un rato, a reportarte con tus amigos? —preguntó el mayor.
—No, creo que no iré —musitó Harry—. Les dije que iba a pasar el día contigo, así que no tiene mucho sentido. Y Remus se sentirá complacido si me quedo de una vez. De nuevo me lanzó esa sonrisa de reconocimiento.
Severus arqueó una ceja interrogante.
>>Remus se está convirtiendo en un Dumbledore, ya sabes —rió Harry—. Vive lanzándome esas miradas como si supiera exactamente lo que he estado haciendo. Y juro que sus ojos están empezando a brillar.
Severus rió entre dientes.
—Bueno, no puedo comentar sobre sus ojos, pero probablemente pueda decir lo que hemos estado haciendo. ¿No habrás olvidado su sentido del olfato de hombre lobo?
—Ah —aceptó Harry—. Bien, entonces supongo que es algo tan simple como eso. Pero, el condenado, en cuanto me aparezco comienza a sonreír como un gato de Cheshire.
—Generalmente se le hacen bromas a los recién casados, pasará; pronto nos convertiremos en noticia vieja.
—Para el Equipo de Destrucción del Horcrux, quizás. Pero si el resto del mundo mágico llegara a descubrirlo, no volveremos a tener paz.
—Tú conseguirías mucha paz —argumentó Severus—. A mí me lanzarían en Azkaban. Tu tiempo volvería a ser todo para ti.
Harry frunció el ceño. Eso no era algo que quisiera contemplar. Abrazó a Severus y enterró la cabeza en el recodo de su cuello.
—Por favor, Merlín, que eso nunca suceda —susurró. Severus se limitó a abrazarle estrechamente
Como seguían hambrientos luego de su sesión de entrenamiento, Severus preparó grandes platos de salchichas y puré con salsa de cebollas. Después, confortablemente satisfechos, se encaminaron hacia los sillones frente a la chimenea.
—¿Entonces, no tienes un día libre hasta el viernes?
—Correcto —contestó Severus, con expresión cerrada. Nunca animó a Harry a preguntarle sobre su papel como mano derecha de Voldemort, y Harry podía ver cuánto desagradaba el tema a su esposo. No requería mucha sensibilidad a través del enlace para notar eso.
—Entonces, regresaré a Mablethorpe mañana en la mañana, lo bastante temprano como para atajar a Ron y Hermione antes que salgan. Les contaré lo que dijiste acerca de la copa. Si no hay nada más, tendrán chance de investigar en las cocinas.
—Parece la clase de lugar que el Señor Oscuro elegiría para ocultarlo. Encaja con su extraño sentido del humor. Casi puedo oírle siseando su risa mientras lo dejaba ahí. Además, podría tener acceso a las cocinas durante sus visitas al castillo. Nadie pensaría que era algo peligroso o extraño si llegaba a pedir un tentempié a los elfos domésticos. Los visitantes habitualmente lo hacen; la reputación de Hogwarts en cuanto a comida es más la de un buen restauran que la de una escuela.
Harry asintió.
>>Te deseo suerte —añadió el mago mayor—. Una vez que lo encuentren, y sé que lo harán —ya sea mañana u otro día— observaré atentamente al Señor Oscuro. Otra parte de su alma siendo destruida puede tener un efecto notable en él.
Harry asintió nuevamente.
—¿Todavía tienes mucha Poción Exanimae, Severus?
—Para ahora. Y tengo otro lote preparándose. Nagini necesitará al menos el doble de dosis que para un humano, y mientras más le administre, más rápido debería funcionar. Pero tendré que ser cuidadoso al elegir el veneno con el que la combinaré, o los efectos de uno pueden cancelar los de la otra.
Permanecieron callados por largo rato, hasta que Severus se levantó y trajo una copa de vino para cada uno. Harry sintió una proximidad y una paz que había experimentado muy pocas veces. Permaneció sentado, observando fijamente las llamas mágicas que oscilaban en la chimenea, y disfrutando de ese maravilloso estado de felicidad.
Severus bebió su vino tranquilamente. Harry se veía sereno, sentado frente a él. Mientras estuvieron en la escuela le había juzgado erróneamente, catalogándole como un alumno problema. La verdad era que era un joven tranquilo y reservado que apenas reaccionó ante la increíble secuencia de eventos perjudiciales que le habían sucedido durante sus seis años en Hogwarts. Ahora, como su esposo, estaba probando ser ideal. Charlaba cuando Severus así lo deseaba, pero podía sentarse quieto y apreciar la compañía y el placer de un estómago confortablemente saciado, una agradable copa de vino, y el descanso y la reflexión luego de los eventos del día. Severus, quien nunca había deseado seriamente tener un esposo hasta que hubo hurgado en la biblioteca del Señor Oscuro, reflexionaba que no podría haber elegido mejor de haber estado en libertar de escoger. De no haber sido por la profecía y la necesidad de unir las magias, no hubiera tenido que casarse con Harry. Ahora, su vida parecía completa. Esto era suficiente como para hacerle creer en el destino. Bufó, divertido ante la imagen mental de una satisfecha Trelawney declarando ‘Te lo dije, Severus’.
—¿Severus?
—Es el destino, Harry —contestó—. Entonces, dejemos de luchar y vayamos a la cama.
El joven sonrió, no muy seguro de lo que su esposo quería decir con eso del destino, pero feliz de acompañarle a su habitación.
>>Llevaremos el vino —agregó el hombre, y con un pase de varita volvió a llenar las copas.
Una vez en la habitación, Severus se giró hacia Harry. Puso las manos en sus hombros y se inclinó para besarle.
El beso fue delicioso. Sus verdaderos sentimientos fluyeron, y mientras sus lenguas se acariciaban, el sabor del vino de ambos hombres se combinó en sus bocas. El gusto resultante fue como néctar. Aunque Severus no había bebido lo suficiente para experimentar esa sensación, sentía como si estuviera flotando como una pluma a través del aire.
Cuando se separaron, gimió:
—Oh, Harry…
El joven abrió sus brillantes ojos y miró el extasiado semblante de su esposo.
—Lo sé, Severus —musitó. Colocó la mano en su pecho y arrugó su camisa—. Por favor…
Severus empezó a desvestirse y Harry imitó sus acciones. La ropa cayó dispersa a su alrededor mientras se desnudaban rápidamente. Severus tomó la mano de su pareja y le guió hacia el lecho matrimonial. Harry sentía como si estuviera siendo conducido a un altar, un lugar de entrega. Deseaba que su esposo supiera cuán importante era esto para él.
Severus, al parecer, sentía lo mismo, o recogía los sentimientos de Harry a través del enlace.
—Esto nos acerca más. Cada vez estamos un poco más unidos. ¿Puedes sentirlo?
—Sí… —jadeó, y se inclinó para abrazarle, juntando su cuerpo con el de su esposo. El contacto de sus pieles tocándose de la cabeza a los pies, originó un pequeño chispazo de poder. Harry supo que su amado también lo sentía, y ambos jadearon en voz alta.
>>Oh, Severus —no encontraba las palabras para decir lo que deseaba, así que en lugar de hablar, le abrazó más estrechamente y besó su pálida mejilla, lamiendo la carne y deleitándose ante el sabor tan único de su piel.
Las manos de Severus fueron hacia la espalda del joven, sintiendo las líneas de sus músculos y costillas, los nudos de las vértebras y los bien desarrollados músculos de su culo. Podría quedarse allí haciendo eso eternamente, excepto que había más, mucho más que Harry podía darle. Sus largos dedos se sumergieron en el pliegue entre sus nalgas, apenas en una débil declaración de intención.
—Sí, amor, por favor —murmuró el otro—. Eso es lo que deseo. Quiero que me hagas el amor ya.
Severus le sonrió.
—¿Nada antes, Harry?
El aludido sacudió la cabeza enfáticamente.
—Deseo que me hagas el amor. Y lo quiero enseguida; es importante para mí.
Severus no tenía intención de argumentar. No conocía proximidad más deliciosa que estar apretado en el interior del cuerpo de Harry. Le besó de nuevo, profunda y extensamente, mientras frotaba su erección contra la responsiva dureza de Harry y lanzaba un accio hacia el lubricante. Liberó brevemente a su pareja para untar sus dedos, y empezó a besarle nuevamente mientras deslizaba uno de sus largos dedos a lo largo del delicioso trasero rumbo hacia su abertura. Giró y tanteo alrededor de su entrada, mientras Harry gemía en el beso y se estremecía de placer.
Severus podía sentir el deseo creciendo en su esposo. Podía decirlo a partir de las reacciones de Harry, por supuesto, pero era más que eso. La creciente excitación del joven parecía fluir a través de Severus, calentando su sangre y haciéndole sentir su urgencia como propia. Hundió dos dedos lubricados en su esposo, quien se abrió a él sin dificultad. El chico empujo contra los dedos entrometidos y el hombre empezó a hacer movimientos de tijera, haciéndole gemir. Si no hubiera tenido la sensación —no, la certeza— de que los gemidos de Harry habían sido de deleite y deseo, se hubiera detenido. Pero el enlace —tenía que ser el enlace— le estaba diciendo otra cosa. Harry deseaba esto tanto —si no más— como él. El pensamiento lanzó un relámpago de placer a lo largo de su columna vertebral y corcoveó hacia Harry.
El más joven corrió sus dedos por la espalda del Slytherin, arañándole ligeramente. Al hombre le encantó y Harry lo repitió, podía sentir la satisfacción de su esposo. Le atrajo por los hombros, urgiéndole a cubrirle, pero Severus resistió.
Sería más profundo si el Gryffindor se colocaba sobre sus manos y rodillas. Le encantaba observar el juego de emociones en el rostro de su pareja mientras se corría, pero esa noche tenía la urgencia de hundirse profunda y apretadamente en él. Se movió para instarle a que se diera la vuelta, pero Harry lo hizo por su cuenta un momento antes de que él le comunicara su necesidad.
Harry captó una imagen que sabía provenía de su esposo. Severus se veía a sí mismo embistiendo fuerte y profundo contra un Harry arrodillado, y se veía tan excitado que el joven Gryffindor no pudo negarle esa fantasía. Rodó y se alzó, apoyándose en sus codos y rodillas, sintiéndose —apenas por un instante— poco digno y expuesto. De inmediato, se sintió inundado por el deseo de su pareja, por su agradecimiento ante la visión que su redondeado culo presentado frente a él. Severus no pudo evitar correr sus manos por las maravillosas curvas de su musculatura. Harry se estremeció bajo su toque.
El hombre bajó su largo dedo recorriendo la columna de Harry y se sumergió en el pliegue, bajo el cual se encontraba la entrada preparada y estirada. El cuerpo juvenil se crispó en respuesta.
—Mío —musitó suavemente, con reverencia—. Mío, todo mío. Para siempre.
—Sí, oh, sí, Severus —replicó el otro—. Para siempre, por favor.
Se alineó con Harry, colocando la cabeza de su miembro en posición. Bien lubricado y en el ángulo correcto, empujó.
Su esposo se abrió a él. La embestida inicial necesitada para abrir el anillo de músculo fue seguida por un suave y apretado deslizamiento hacia el interior. Empujó repetidamente hasta que estuvo completamente dentro, con cada pedacito suyo enfundado por el calor del culo de Harry.
Severus se detuvo, permitiendo a su esposo la cortesía de un momento de relax, pero de inmediato sintió la impaciencia del joven, su necesidad de que se moviera. Harry empujó sus caderas hacia él, quien supo que era un gesto para apresurarle, no de incomodidad como hubiera temido en otra situación. Estaba muy seguro de los sentimientos de Harry, certeza que ciertamente tenía que venir a través del enlace, dado que él no era un empático natural. Comenzó a embestir.
Harry empezó a gemir, agradecido de que su pareja hubiera sentido su necesidad. Sabía que se estaban comunicando por medio del enlace, pues cada vez que pensaba que necesitaba algo, Severus le complacía de inmediato.
—Oh, Sev… —susurró.
Sentimientos de aceptación, alegría y necesidad fluían hacia Severus a través del enlace. Harry quería mayor fuerza y velocidad, y el hombre le complació. Urgido por la súplica mental de ¡sólo fóllame, Severus, ahora!, desechó cualquier pretensión de contención y comenzó a embestir fuerte y rápido. Sintió el orgasmo acercándose, el poder construyéndose en su cuerpo, reuniéndose en la base de sus bolas. Ya no era Severus, en la cama con su esposo. Estaba en Harry. Dentro de él, formando parte de él; casi era Harry.
Y como antes, no podía durar. Toda la experiencia llevaba a la mejor culminación que el sexo normal podía proporcionar. La tensión dentro de sus cuerpos era como el alambre más tirante y se partió. Alcanzaron el límite y explotaron juntos; sus gritos de culminación llenaron el aire y se derrumbaron, Severus acurrucado contra la espalda de Harry, quien estaba derribado de lado sobre la cama. Yacieron jadeando, ignorantes del resto del mundo, sus mentes y cuerpos girando por la pérdida de su unión, y sus pechos elevándose con el esfuerzo y la emoción.
"Te necesito mucho, Severus…"
"Como yo te necesito a ti, mi amor…" | |
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