alisevv
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| Tema: The Blesséd Boy. Capítulo 31. Apoyo Miér Nov 09, 2011 4:12 pm | |
| Después de cenar, Harry se disculpó y, bostezando ampliamente, les dijo que se iba a acostar.
—Me he sentido muy cansado últimamente, trataré de dormir un poco más.
Severus se acababa de sentar frente a George para jugar una partida de ajedrez. Levantó la vista.
—Yo sólo voy a derrotar a George —lo que no debería costar demasiado— y te alcanzo —le dijo a su pareja.
El anciano empezó a protestar sobre el exceso de confianza de la juventud y el valor de la experiencia mientras Harry partía, sonriendo. Iba a pasar un agradable y húmedo tiempo en el año y asegurarse de estar realmente limpio para su esposo. A pesar de las protestas de George, probablemente Severus ganaría. Su aguda mente parecía hecha para el ajedrez.
Llevaba poco tiempo acostado. Había leído alrededor de dos páginas del libro que había estado tratando de leer por las últimas dos semanas. Había estado muy cansado o falto de concentración para conseguir avanzar demasiado y su marcador de libros todavía continuaba en el principio. La puerta se abrió y Severus entró, sonriendo.
—Ganaste, ¿no? —preguntó Harry.
—Claro. Permití que se prolongara un poco más de lo necesario. A George le gusta pensar que me da la pelea.
—Te ha ganado antes.
El Maestro asintió.
—Sí. Usualmente, cuando he estado enfermo o distraído, por supuesto. Lo cual ha sucedido con más frecuencia desde que cierto joven de ojos verdes vino a vivir a Eigg — agregó, girándose para tomarlo en sus brazos.
Severus le besó y Harry se derritió de placer. Esa noche se sentía bien y lleno de energía, y determinado a hacer lo posible por aguantar al máximo. Empezó a devolver los besos, demostrando en ellos la urgencia de su necesidad. El Maestro lo entendió y respondió con besos más firmes y pequeños mordiscos en los labios de su esposo, mientras sus manos luchaban torpemente con el pijama del joven, impaciente por tocar la cálida carne.
Las manos de Harry estaban en la ropa de Severus, jalándola con insistencia. Una vez desnudos, el Maestro trepó a ambos sobre la cama, tendiéndose al lado de Harry, presionando su erección contra la de él y frotando descaradamente.
>>¿Te sientes bien? —preguntó sin aliento, temiendo una respuesta negativa.
—Me siento bien en este momento —contestó mientras acariciaba la pálida piel de su pareja, apreciando como los enjutos músculos se sentían bajo sus manos. Severus era más fuerte de lo que parecía cuando estaba vestido; había estado trabajando tanto los últimos tiempos que sus músculos estaban duros.
Severus gimió con alivio al tiempo que estrechaba a su esposo en un fiero abrazo —besando, y lamiendo, y probando— deseando más cercanía cada vez. Sus cuerpos enredados en las posiciones familiares, asegurando el contacto total. El calor que generaban era tanto físico como emocional. Dado que llevaban un tiempo sin sexo, la urgencia de ambos indicaba que los preliminares serían breves.
Harry inclinó las caderas y abrió las piernas, listo para la preparación de Severus. El Maestro puso una mano en el hueso de la cadera de su esposo y empujó hacia abajo.
—No esta noche —musitó.
El rostro de Harry se ensombreció. Necesitaba a Severus, necesitaba ser amado…
El mayor vio esa expresión y se apresuró a agregar:
>>No entraré en ti esta noche, Harry. Estás embarazado, y los primeros meses es mejor tomar cuidados especiales. Esta noche tú me penetrarás.
Los ojos verdes se abrieron de par en par por la sorpresa y jadeó.
—¿Lo haré?
Severus sonrió y le besó. Realmente, lucía adorable así… ansioso, y sin tener idea de nada; como un niño con un cachorro nuevo. De hecho, se perdió unos momentos saboreando la emoción que su esposo estaba sintiendo. La habilidad que ambos tenían para sentir y absorber las emociones del otro era posiblemente un beneficio de su enlace, pero también podía ser algo único a causa de la condición especial de Harry. Se sentía humilde cada vez que se hacía consciente de ello. Al concluir el beso, se concentró en la pregunta de su pareja.
—Lo harás. Harry, sabes cómo hacerlo.
El joven aún seguía aturdido.
—No sé cómo. Nunca lo he hecho.
—Pero te lo he hecho a ti. Sabes lo que yo hago y cómo se siente. Lo harás bien —colocó un tubo de lubricante en su mano—. Inténtalo.
Ruborizado, Harry destapó el tubo y, tentativamente, tocó el lubricante con las puntas de sus dedos. No sabía porqué se sentía tan avergonzado, Severus y él habían compartido muchas cosas juntos; pero, en cierta forma, esto era diferente. De repente, sintió la responsabilidad de ser el dominante mientras hacían el amor. Eso le hizo apreciar incluso más que antes lo bien que Severus le había tratado siempre.
El Maestro se dio la vuelta quedando boca arriba y jaló a su esposo para que se acercara a sus piernas abiertas y sus caderas inclinadas. Harry enrojeció aún más mientras miraba a Severus yaciendo ante él. Era muy extraño, pero aún así no podía dejar de mirar fijamente. La polla de su esposo se arqueaba hacia su pecho, dura y lista; parecía extraño que Severus no fuera a hundirse en él. Bajó la mirada y extendió la mano; acunó las bolas de su pareja, levantándolas un poco para observarlas más de cerca. La hendidura del trasero le invitó a seguir y él separó las nalgas, curioso. A esas alturas, estaba tan absorto que difícilmente notó que los ojos negros se oscurecían más, observándole.
Severus estaba fascinando, mirando al joven. Había podido sentir el nerviosismo inicia de Harry, pero ahora estaba realmente metido en esto. Mientras el otro abría sus nalgas y acariciaba su entrada con un dedo gentil, Severus sintió la oleada de calor que emanaba del cuerpo de su esposo. El sentimiento era idéntico.
—Te quiero en mi interior —suplicó, y lo decía de verdad.
Harry deslizó la punta de su dedo dentro de Severus. Estaba muy nervioso ante la posibilidad de hacerle daño.
>>Recuerda cómo se siente cuando yo te lo hago —susurró el Maestro.
Harry recordaba muy bien. Con más confianza, presionó y giró el dedo, profundamente, buscando la próstata, deseando entregar a Severus el placer que él había sentido en tantas ocasiones. Supo exactamente cuándo la encontró; no necesitó escuchar el gemido de placer de su esposo porque sintió dicho placer fluyendo a través de su enlace. Jugueteó un poco más, cuidadosamente, explorando las sensaciones del interior del canal. Luego, retrocedió y se untó dos dedos, repitiendo la actuación.
>>Ya casi Harry. No he sido tomado en años, pero estoy casi listo —musitó Severus.
El joven sintió cómo los apretados músculos se relajaban. La carne cálida se ajustaba en torno a sus dedos, haciendo que creciera su deseo de estar en el interior de Severus. Sacó los dedos y se ubicó en posición.
—Voy a tomarte ahora —gimió.
—Sí —aceptó Severus, empujando hacia la polla que se encontraba tan tentadoramente cerca.
Harry presionó. Se sentía apretado, resistente, y estaba a punto de retroceder cuando se encontró entrando repentinamente. Estaba en el interior de su esposo; era caliente, apretado, una presión abrumadora, y supo que necesitaba más. Empujó suave pero firmemente, hundiéndose más; pudo sentir cómo Severus le daba la bienvenida durante todo el camino.
Empujando, hundiéndose más con cada embestida, pronto se encontró en lo más profundo del interior de su esposo. Hizo una pausa para absorber la sensación de estar rodeado y sus ojos empezaron a cerrarse. Deslizó una mano para sostener la ardiente erección de Severus y apretó.
—Por favor.
Harry no supo si la voz sonaba en sus oídos o en su mente, pero respondió a la súplica. Comenzó a mecerse contra Severus suavemente, rítmicamente. Era asombroso sentirse acunado por el cuerpo de su esposo; se sentía aceptado de la manera más profunda posible.
Los sentimientos continuaron construyéndose y la urgencia de sus primeros besos regresó. Harry dejó correr la novedad, pasó a través de ella, y surgió el deleite en este acto íntimo. Amaba cuando Severus le penetraba, pero la sensación de dominio mientras guiaba a su esposo hacia el orgasmo era igual a una ráfaga salvaje de adrenalina. Entregándose, sus embestidas aceleraron y supo que estaba emitiendo sonidos, ruidos salvajes que no podía contener, y se aferró con fuerza a los costados de Severus por miedo a salir de la espiral de su euforia. Sentía los músculos de su pareja apretarse alrededor de su miembro, y gritó en un éxtasis cercano a la agonía cuando su propio orgasmo le azotó con fuerza.
Las últimas y débiles embestidas cesaron y se apretó tanto como pudo a Severus. No quería sentir esa horrible sensación de pérdida cuando se separaran. El hombre le abrazó estrechamente, pero Harry pudo sentir su incomodidad ante la posición, ahora que la excitación del acto de hacer el amor estaba decolorándose en la calma que seguía. Con un suspiró, salió.
Una vez limpios, se quedaron uno al lado del otro, acurrucados. Severus acunaba a Harry entre sus brazos y besaba su rostro, dándole tiernos besitos entre palabra y palabra.
—Tan bueno, mi Harry. Tan precioso.
Acarició tiernamente el abdomen del joven, incluyendo en su gesto a su bebé en su interior. Harry se quedó dormido escuchando las suaves palabras de posesión y apoyo. | |
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