La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Blesséd Boy. Capítulo 34. La experta

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alisevv

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MensajeTema: The Blesséd Boy. Capítulo 34. La experta   The Blesséd Boy. Capítulo 34. La experta I_icon_minitimeMiér Nov 09, 2011 4:22 pm

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Harry estaba preparando un lote de Filtro de Bienestar mientras Severus organizaba prestamente los ingredientes para la siguiente poción cuando fueron interrumpidos por la llegada de un visitante.

—Disculpen por interrumpirles en su sala de trabajo —se excusó Lydia, metiendo la cabeza por el quicio de la puerta—. Llegó una visitante a ver a Harry. La llevé a la salita de estar.

—¿A mí? —Harry estaba sorprendido. Sus únicos visitantes eran Neville y la profesora Sprout, y siempre escribían antes de ir—. ¿Quién es?

—Dijo que es la sanadora Diggle, del Departamento de Maternidad de San Mungo —informó Lydia con una sonrisa.

Harry estaba asombrado. No sabía que San Mungo tuviera un Departamento de Maternidad, aunque se daba cuenta que era lógico que lo tuviera. ¿Por qué habría venido una sanadora hasta allí?

—Envié una lechuza a San Mungo explicándoles sobre tu embarazo, Harry. Deben haber enviado a la sanadora Diggle como respuesta.

—Oh… sí, recuerdo que lo mencionaste hace unos días —musitó Harry, enrojeciendo. Ante la excitación actual de su vida, había olvidado todo lo demás. Era bueno que Severus todavía estuviera pensando apropiadamente.

—Será mejor que ambos vayamos a verla —decidió Severus mientras limpiaba sus manos y lanzaba un hechizo para proteger sus ingredientes. Harry hizo lo mismo con su caldero y ambos salieron a reunirse con la sanadora.

Cuando entraron en la salita, una mujer se levantó de un sillón. La sanadora Diggle era alta y delgada pero de huesos grandes; lucía como si pudiera ejercer de comadrona de un elefante. Tendió su mano y saludó:

—Semiramis Diggle. Un placer conocerle.

Harry tomó su mano y ella la estrechó con firmeza antes de soltarla.

—Er… ¿por qué está aquí?

Severus sonrió ante la ridícula pregunta de su esposo, pero antes que pudiera decir nada del tipo ‘eso es bastante obvio’ la sanadora habló de nuevo.

—Bien, está embarazado, ¿no? —sus brillantes ojos azules se posaron en el vientre de Harry y asintió ligeramente—. Sí, puedo ver que lo está. Necesita una comadrona, jovencito. Y no una simple comadrona, necesita una experta. Durante nuestro entrenamiento todos aprendemos los principios teóricos del embarazo masculino, pero nadie ha tenido el privilegio de presenciar uno en centurias. Dado que soy una reconocida experta en mi campo en San Mungo, me asignaron el caso, y debo reconocer que estoy tan emocionada como un elfo doméstico horneando su primer pastel de cumpleaños.

Harry no estaba muy seguro de qué decir ante eso. ¿Los cumpleaños alegraban a los elfos?

>>Sí, soy una experta en embarazos mágicos —continuó Semiramis en su tono caluroso—. Habitualmente, trabajo con parejas que han sido ayudadas por hechizos y pociones —de improviso, se giró hacia Severus, tendiendo nuevamente su mano—. Oh, felicitaciones por su nueva poción, maestro Snape. Acabo de lograr el embarazo en una pareja que lo había intentado por dos décadas. Su poción es la mejor que he visto.

Severus sonrió y tomó la mano ofrecida. Raramente estrechaba las manos de la gente, pero rehusar la de la partera hubiera sido una tontería. Ellos necesitaban su ayuda y no tenía sentido disgustarla.

—Gracias. Yo no quisiera tener que ir a San Mungo con Harry. Esperaba que pudiera dar a luz aquí en Eigg, tal como implica la profecía.

—¿Profecía? ¿Hay una profecía involucrada? Bien, puedo ver que eso es posible, toda la situación es muy inusual. Pero sería una tontería que diera a luz sin asistencia especializada.

Harry entregó el cuadro con la profecía a Semiramis, quien la tomó y leyó, moviendo los labios mientras musitaba los versos.

>>¡Maravilloso! —exclamó cuando finalizó—. Y menciona más de un niño, señor… ¿ahora es Potter o Snape?

—Snape. Pero sólo llámeme Harry, por favor.

—Harry entonces. Sí, es maravilloso. Un bebé profético. Realmente, eso me da un montón de confianza; no que no la tuviera antes, entiéndanme, pero ahora… bien, simplemente todas son buenas noticias. Ambos deben sentirse muy felices.

Harry y Severus se sonrieron uno al otro.

>>Y no veo razón por la que el niño no pueda nacer aquí, con mi ayuda, por supuesto. Eso sí, siempre que el embarazo se desarrolle normalmente. Bien, ¿puedo examinarte? —Semiramis sacó su varita, una larga y esbelta vara de madera clara que Harry encontró muy atractiva—. Por favor, quítate la túnica y la camisa. También necesitaré que desabroches tus pantalones.

Severus alargó el sofá y Harry se quitó su ropa antes de acostarse en él. Semiramis pronunció un hechizo que el joven no pudo reconocer, antes de pasar su varita sobre su abdomen. Un extraño sonido de borboteo pudo ser escuchado; era rítmico, y ambos hombres se dieron cuenta que se trataba del corazón del bebé. La bruja les sonrió.

>>Sí, ése es su bebé. Suena bastante saludable, ¿verdad? Y la matriz se está presentando justo igual que lo haría la de una mujer; eso es bueno, muy bueno. Está en un lugar profundo, lo que podría complicar las cosas, pero está subiendo a través de la pared abdominal y expandiéndose en la dirección correcta, así que es bueno. Con suerte, saldrá de aquí al nacimiento. Sin embargo, el parto deberá ser mágico, y tendré que analizar cuál será la mejor manera de hacerlo. Hay un par de posibilidades. Ahora, ¿les gustaría saber el sexo del bebé?

—¡Oh! Er… Severus, ¿tú qué piensas? —preguntó Harry.

—Creo que si vamos a tener varios bebés, realmente no importa cuál es el sexo de éste. Sabemos que hay doble probabilidad de que sea chico, dado que es el hijo de dos magos.

El más joven reflexionó.

—Me gustaría saberlo. ¿Es niño, sanadora Diggle?

—Semiramis, querido, eliminemos las ceremonias. O solo Semi si el otro es demasiado largo. Malditos nombres antiguos. Oh, y sí, es un niño.

Severus atrapó la mano de Harry y la apretó.

—Maravilloso —susurró.

Harry, sin importarle la hora ni el lugar, ni que estaba siendo atendido por una majestuosa bruja experta en su campo, se giró hacia su esposo y se acunó más cerca de él. Se besaron un rato, olvidados de todo, de forma que Semiramis retrocedió discretamente y se ocupó de escribir anotaciones en un libro bastante usado que sacó de su bolsillo. Cuando la pareja se separó y Severus volvió a sentarse tranquilamente al lado de Harry, ella se giró de nuevo hacia ellos.

>>Estimo que al bebé le faltan veinte semanas para su nacimiento. De acuerdo a las fechas, tiene un buen nivel de crecimiento y no detecto ningún problema en su formación. ¿Estás comiendo bien, Harry?

—¡Estoy comiendo como un caballo! —admitió—. Ahora que se terminaron las náuseas parece que estoy constantemente hambriento.

—Eso es bueno, siempre y cuando estés tomando alimentos saludables —señaló Semi.

—Si sugiere algo más que pueda escuchar nuestra cocinera la va a pasar mal —comentó Severus—. Miranda nos alimenta a todos con una dieta saludable y anda sobre Harry igual que una mamá gallina.

La bruja asintió, feliz.

—Es esta etapa es importante que se alimente bien. Y también que descanses, Harry. Probablemente te sientas bastante bien —Harry asintió—, y es fácil dejarse llevar en esta fase. Pero tu cuerpo necesita suficiente descanso para el crecimiento del bebé. Ahora, al principio vendré una vez al mes y aumentaré la frecuencia conforme note que lo necesitas, así que te veré nuevamente alrededor del Equinoccio.

—Nosotros hacemos ritos en el Equinoccio —señaló Severus—. ¿Podría venir la semana anterior o posterior al veintiuno?

—Muy bien —Semi tomó nuevamente su libro, consultando el calendario—. ¿Les parece bien el diecisiete?

—Está bien —aceptó Severus; Harry asintió. Si Semi pensó que era extraño que Severus tomara todas las decisiones no lo dijo. Todas las parejas eran diferentes y lo único importante para el sanador era el bienestar del bebé. Sin embargo, había una cosa que le preocupaba respecto a la dominación del hombre mayor.

—Sexo. ¿Imagino que todavía lo practican?

Harry enrojeció y pareció asombrado, así que Severus contestó por él.

—Sí. ¿Algún problema con eso?

—No. Es importante que la pareja mantenga un enlace saludable. Pero no es prudente que el portador se vea involucrado en nada demasiado rudo —al ver que Severus fruncía el ceño y abría la boca, se apresuró a añadir—: No hay problema en tener sexo siempre y cuando la penetración se realice sin perturbar al bebé.

—No estoy seguro de lo que usted piensa que hacen dos hombres —la voz del Maestro sonaba peligrosa —pero le puedo asegurar que no haría nada para dañar a Harry o al bebé. Desde los primeros meses me he asegurado de que Harry tuviera… el control cuando hacemos el amor. Y eso es todo lo que voy a decir al respecto.

La mirada de Severus hubiera detenido la furia de una manada de hipogrifos, pero Semi era una comadrona experimentada y fiera a su propio modo, especialmente cuando de proteger a ‘sus’ bebes se trataba.

—Ya veo que lo hace, señor Snape. Éste es un embarazo muy especial y estoy segura que no haría nada que lo pusiera en riesgo.

Harry casi esperaba que su esposo le gritara a la mujer, ordenándole marcharse, pero al parecer la insistencia de Semi sobre el bienestar del bebé había parecido bien al maestro de Pociones. Sus siguientes palabras sorprendieron a Harry.

—¿Le gustaría acompañarnos a tomar el té? —invitó, y la sanadora aceptó, agradecida.

Sentados en la cocina con una fascinada Miranda, y charlando entre el té y las galletas, consiguieron conocer un poco más de la mujer que estaría tan íntimamente involucrada en el cuidado de Harry.

>>Su nombre me es familiar —comentó Severus—. Diggle. Tenemos un visitante frecuente en la Comunidad llamado Diggle.

—Oh, ése debe ser mi tío Deedee —exclamó la mujer con una sonrisa—. Siempre está involucrado en un proyecto u otro. ¿Qué está haciendo aquí?

—Está aprendiendo caligrafía con nuestro bibliotecario.

—¿Él es tu tío? —Harry sonaba bastante dudoso.

—Sí. ¿Por qué?

—No se parece en nada a ti; es un pequeño hombre muy divertido —al tiempo que lo decía, Harry se dio cuenta que podía haber insultado a la familia de la comadrona. Pero Semi se echó a reír.

—Lo es, de hecho, y uno de los mejores si se toma en pequeñas dosis, Harry. No sabe bien cómo interactuar con la gente, pero tiene un buen corazón. Es una pena que haya sido arrojado de varios lugares por hacer declaraciones inapropiadas. ¿Todavía no le han botado?

—Nosotros… hacemos concesiones —explicó Severus—. Siempre y cuando se adhiera a las reglas de la Comunidad mientras viva aquí, será bienvenido.

—Veo que todos ustedes trabajan duro —musitó la medimaga con aire pensativo, mientras leía el pergamino con las Reglas de la Comunidad, colgado en la pared de enfrente—. No querría que Harry estuviera muy cansado, especialmente por un par de meses.

—La Comunidad requiere trabajo de todos sus miembros —replicó Miranda—, pero sólo en la medida de sus capacidades y posibilidades. A cambió, todos los miembros obtienen el apoyo que necesitan. A medida que Harry requiera más, los demás miembros le apoyarán. Hay muchos dispuestos a ayudar; de hecho, creo que él está un tanto harto con todas las ofertas de ayuda. Toda la Comunidad está emocionada con este bebé, sanadora Diggle. Creo que piensan que es el bebé de la Comunidad. Apuesto que todos se van a comportar como gallinas cluecas. Incluso por una vez, Josiah tiene la mente puesta en algo que no sean las uvas.

—Usualmente, no acostumbro insistir tanto —admitió Semi—. Es sólo que todo debe ser perfecto en un embarazo mágico, y más si se trata de un mago. Es algo tan raro.

—Lo sabemos —declaró Severus, tomando la mano de Harry.




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