La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Marked Man. Capítulo 19. Más optimismo

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alisevv

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MensajeTema: The Marked Man. Capítulo 19. Más optimismo   The Marked Man. Capítulo 19. Más optimismo I_icon_minitimeVie Mayo 07, 2010 12:02 am

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A la mañana siguiente, Remus bajó a desayunar luciendo pálido y tembloroso. Harry sabía que las transformaciones le hacían mucho daño, aún utilizando la poción Matalobos. Decidió preguntar a Severus sobre eso, sintiéndose ligeramente culpable por no haberlo hecho antes.

—Pasaré el día descansando, Harry, si no te importa. Debería estar ya bien para mañana.

—Por supuesto, no te preocupes; y si mañana es demasiado pronto, podemos ir a investigar por Londres cuando te sientas bien. Realmente aprecio tu ayuda, Remus; no quiero que te vayas a enfermar.

Remus se echó a reír con auto desprecio.

—No eres tú el que me enferma, Harry. Es mi condición. A estas alturas, ya estoy acostumbrado.

Harry se daba cuenta que sin importar cuánto tiempo hubiera durado ya la condición de Remus, nunca sería fácil para él. Lo prolongado de su aflicción era, en cierto modo, una carga adicional. A veces, Remus debía sentirse como si la vida apenas fuera digna de lucha. Harry se debía ver todavía indeciso, porque el hombre agregó:

>>De verdad, mañana estaré bastante mejor. Ustedes tres vayan a Hogwarts, y se sorprenderán de cuán mejor luzco cuando regresen esta noche.

Remus y Harry intercambiaron una débil sonrisa antes que el más joven comenzara con Ron y Hermione una entusiasmada discusión sobre la película Das Boot, que sus amigos habían visto la noche anterior, disfrutándola tanto como lo había hecho Harry. Ron estaba tan exaltado, hablando sobre el heroísmo de los marineros, que Harry transformó una moneda muggle de cincuenta peniques en una insignia, que mostraba la sonriente imagen del tiburón que los barcos U habían usado*. Ron la clavó en su franela y Hermione le observó con divertido afecto.

Una vez en Hogwarts, pasaron la mañana escudriñando a través de la penúltima mazmorra de almacenaje. Para la hora del almuerzo, todos se sentían hechos un asco: sus manos estaban negras del sucio y el polvo, y sus cabellos llenos de telarañas y polvillo de yeso.

—¡Señor Harry Potter, señor! —gritó una chillona y entusiasmada voz, sobresaltándoles. Levantaron la vista para observar a Dobby, el elfo doméstico, parado detrás de ellos y sonriendo de oreja a oreja.

—¡Dobby! —exclamó Harry—. Me alegra mucho verte, aunque estoy hecho un desastre.

—Está mugriento, Harry Potter, señor —convino Dobby—. Y también sus amigos y el señor Filch, señor. Vine a decirles que ya el almuerzo está servido en el comedor. Deberían ir al baño primero, señor.

Harry encontró divertida la recomendación del elfo. Dobby parecía olvidar que él ya no era un estudiante.

—Comer suena maravilloso —se animó, siempre reacio a estropear el gran entusiasmo de su pequeño amigo—. Vamos a descansar por un rato.

—¿Qué está buscando, Harry Potter, señor? —preguntó.

—Una copa antigua, Dobby. Ahora me pertenece, y está en algún sitio que no podemos localizar.

—Yo puedo darle montones de copas, Harry Potter, si anda escaso de ellas. Sólo venga a las cocinas, tenemos cientos para el jugo de calabaza.

Harry sonrió.

—Éste es un cáliz antiguo muy especial. Es de plata y perteneció a la familia Black.

—Oh. No he visto ningún cáliz con los nombres de la familia Black inscritos.

—Éste es bastante sencillo —explicó Harry, preguntándose por qué estaba dando tantos detalles al pequeño elfo—, y no ando escaso de copas ordinarias, gracias. Pero ésta es antigua, y me fue legada por Sirius, así que quiero llevármela de regreso a casa.

—Oh, comprendo. Eso es bueno, mantener juntos los objetos de la familia, Harry Potter. Deberá hacer eso antes que forme su propio hogar. La señora de Harry Potter no querrá que las cosas estén desperdigadas.

Con eso, Dobby desapareció. Ron dio un amistoso puñetazo en el brazo de Harry.

—¿Escuchaste, compañero? Señora de Harry Potter. ¿Así es cómo llamarás a Snape?

—No será nada como la ‘señora de Harry Potter’, Ron —gruñó con irritación—. Y no puedo imaginar al señor Severus Snape aceptando cambiar su nombre en forma alguna.

Harry todavía fruncía el ceño mientras se lavaban y se dirigían al Gran Comedor a almorzar. Estaba realmente hambriento; buscar a través de lotes y lotes de viejos accesorios y piezas era más aburrido de lo que había imaginado. Decidió no volver a envidiar a Ron y Hermione cuando estuviera caminando penosamente por las callejuelas laterales del Callejón Knockturn, frustrado por no encontrar a Slopey Figgis.

Luego de un estupendo almuerzo con una variedad de emparedados aún más grande que la que la señora Weasley había servido en el último buffet de Año Nuevo, Harry se sintió nuevamente optimista. La tarde la dedicaron a terminar ese depósito, dejando solamente uno por investigar en esa zona. Todavía no habían encontrado nada de relevancia; ni el cáliz, ni mención alguna de él. Y tampoco habían encontrado nada que pareciera remotamente valioso o útil, a menos que se tomara en cuenta el viejo libro de Adivinación de Sueños, de Ignatus Weasley, de la clase del sesenta y seis. Sin embargo, era satisfactorio pensar que al menos ya casi terminaban esta sección de la zona de almacenaje.

Regresaron a Mablethorpe justo tan sucios como habían estado antes del almuerzo, y Harry y Ron dejaron que Hermione se bañara primero. Remus estaba sentado junto al fuego, leyendo. A pesar de la temperatura cálida, tenía la chimenea encendida con una llama baja. Luego de la luna llena, Remus sentía frío hasta que su cuerpo recuperaba su funcionamiento normal. A pesar de eso, lucía considerablemente mejor que esa mañana; su color era casi normal y se veía menos cansado. Harry y Ron se sentaron con cuidado en el borde del sofá, tratando de no ensuciar nada, mientras aguardaban su turno para el baño. Le contaron a Remus cómo había ido su día y la falta de progreso, pero el hombre no pareció desalentado o sorprendido. Al igual que Severus, Remus era muy consciente de la magnitud de la tarea que estaban enfrentando.

—Yo cocinaré esta noche, Remus —ofreció Hermione, quien regresaba de su ducha, frotando su cabello con una toalla.

—Gracias, eso sería muy útil —aceptó el hombre, sonriendo. Aunque la tarea asignada por Albus era una carga para él, la gente joven también era una bendición. Era agradable tener ayuda y compañía en la casa, especialmente cuando se sentía vulnerable.



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Harry se Apareció en Spinner’s End de la manera habitual. Esa noche había incluso más mariposas revoloteando en su estómago mientras se despedía de sus amigos. Había disfrutado la noche anterior allí, y se preguntaba si Severus haría las mismas cosas esa noche.

Severus sonrió en aprobación mientras Harry se acercaba y elevaba la boca en espera de un beso. Al menos, esto se había vuelto mucho más cómodo. El joven ya no parecía tener ninguna reacción de rechazo a esos besos, así que el hombre pensó que era tiempo de intensificar la caricia. Mientras conducía al Gryfffindor hacia el sofá, los brazos rodeándole con firmeza y los labios todavía unidos, surgió una muy poco agradable interrupción.

El aire se llenó de un ruido chillón y pareció vibrar contra ellos. Severus retrocedió de inmediato y señaló hacia la puerta que había en el fondo de la sala.

—Vete por allí y quédate quieto. Alguien está tratando de venir a través de la red flu.

Harry dio la vuelta y se precipitó hacia de la puerta, alegre de haber escudriñado por allí antes y saber dónde encontrar el picaporte enterrado entre los libros. Luego de hurgar apenas un poco, la puerta se abrió y él desapareció en el corredor que se encontraba detrás, cerrando la puerta y presionando su oreja contra ella, curioso por saber quién estaba tratando de contactar con Severus. Poco después de que él se hubo ubicado en esa posición, la alarma cesó, al tiempo que el dueño de casa admitía al imprevisto visitante. Sin palabras, Harry lanzó un hechizo Macto que le permitió escuchar la conversación de la habitación adyacente con bastante claridad.

—Colagusano, ¿puedo saber por qué te presentaste sin una cita?

—El Señor Oscuro me envió. Sé que te gusta mantenernos en orden en estos días, pero él sigue siendo el Maestro, Snape.

—Por supuesto. Pero, seguramente no estaba más allá de tus capacidades enviarme un mensaje antes. Con todo y tu incompetencia, eres un mago aceptable cuando te detienes a pensar.

—Debes estar enfermo, Snape. Eso sonó casi como un cumplido.

—Entonces necesitas lavar tus orejas de pelo de rata, Colagusano. No fue tal cosa. Bueno… estoy esperando oír cuán alarmante es la razón de tener tu menos-que-encantadora-presencia aquí.

—No es nada alarmante; como sabes, el Señor Oscuro está completamente controlado. Te he traído el ingrediente vital que necesitabas para preparar la poción del Señor Oscuro. La sangre es fresca, y hay mucha aquí…

Se escuchó un crujido y Harry imaginó al odioso Colagusano entregándole un frasco a Severus.

—¿Algo más?

—No… No esperaba mayor hospitalidad de tu parte, Snape. Aunque, la oferta hubiera sido amable.

—Yo no soy amable, Colagusano. Ni tengo razones para ser amable contigo —a lo largo de la conversación, la voz de Severus había sido gélida. Harry la comparó con el modo en que su antiguo maestro le hablaba ahora a él. Esto le hizo darse cuenta, una vez más, de que Snape realmente estaba tratando que funcionara su relación con él. Esta voz fría y despectiva era la que Harry recordaba muy bien de su época escolar, pero que ya no dirigía a su persona—. Ahora, déjame trabajar con esto, y asegúrate de no volver a interrumpirme con nimiedades, o verás cuán poco amable puedo llegar a ser.

Harry escuchó que Colagusano partía por la red flu, y segundos más tarde la puerta era abierta. Se preguntó si Severus objetaría su posición detrás de la puerta, pero el hombre no dijo nada.

>>Tengo que usar esto ahora, mientras está fresco. Si gustas puedes acompañarme, o esperar en la salita, lo que prefieras.

—Iré contigo —replicó Harry, siguiéndole por el pasillo y a través de una puerta que abrió al lado derecho.

Era el laboratorio casero de Severus, que estaba ubicado en lo que originalmente había sido la habitación del fondo de la planta baja de la casa. Había un caldero de hierro mediano colocado sobre una llama suave; el contenido estaba hirviendo a fuego lento y emanando un vapor brumoso. Harry observó el abarrotado recinto, donde los objetos estaban cuidadosamente colocados y etiquetados con la meticulosa letra de Severus, delgada y oscura. Sabía muy bien que no debería tocar nada.

>>No te preguntaré para qué es eso —comentó Harry. Severus levantó una ceja pero no replicó; en lugar de eso, quitó la tapa del envase marrón que estaba sosteniendo y vertió rápidamente la sangre en el líquido burbujeante—. Ni tampoco preguntaré qué clase de sangre es ésa.

—No hagas preguntas y no se te dirán mentiras —convino Severus, sin ocultar por completo el habitual sarcasmo de su voz, mientras estaba concentrado en agitar la poción y observar cómo se enturbiaba y cambiaba de color. El olor que estaba emanando era bastante desagradable, y Harry se enfocó en reprimir una arcada. Severus la observó un poco más antes de asentir, satisfecho, y encerrar el caldero en una burbuja de inactividad, para evitar que hirviera hasta secarse y lograr que mantuviera una temperatura constante.

—Necesita hervir durante toda la noche, así que ya podemos dejarlo —le explicó a Harry.

El joven se sintió contento de seguir a Severus fuera del laboratorio y a lo largo del corredor, de regreso a la salita de estar. El hedor de la poción había impregnado sus fosas nasales y ahora lo sentía como si fuera parte de él, en lugar de dejarlo encerrado en el interior del laboratorio.

>>Voy a lavarme las manos, Harry. Tú puedes servir algo de vino para ambos —pidió el mayor, y giró sobre sus talones para dirigirse a su habitación, mientras el chico entraba en la salita.

Harry sabía perfectamente para quien era la poción, Colagusano lo había dicho. Y también sabía que contenía sangre fresca que había sido obtenida en una situación inesperada, ya que el personajillo había tenido que molestar a Severus en su casa. No había que ser un genio para comprender que se trataba de sangre humana. Se sentía ligeramente enfermo, tanto por lo que contenía la poción como por el hecho de que Severus estuviera haciendo esas cosas para Voldemort. Esto le hizo darse cuenta que, sin importar cuán acogedora fuera su relación con Snape, él seguía siendo un Mortífago involucrado en tareas muy poco agradables. El alma de Severus estaba dañada; era un asesino además de todo lo demás. No era un novio dulce y devoto con el que fuera a casarse como resultado de romance y amor.

Cuando Severus regresó, aceptó la copa que le entregó Harry y se sentó a su lado, tan cerca como las noches anteriores. Bebieron y leyeron durante un rato, y el joven logró apartar sus oscuros pensamientos, absorto una vez más en la realidad alternativa de El Mundodisco. Terminó el tercer libro, Ritos iguales, y lo regresó a la estantería, tomando el siguiente de la serie, Mort. Cuando regresaba a su asiento, recordó lo que había querido preguntar a Severus.

—Severus, ¿tú sigues haciendo la Poción Matalobos para Remus?

El hombre interrumpió su lectura y le miró.

—Indirectamente, sí, la hago. ¿Por qué preguntas?

—Bueno, ahora vivo con él —explicó con una sonrisa natural—. Acaba de tener una de sus transformaciones, y es duro para él.

Severus asintió.

—Es un hombre lobo, no hay cura para eso. Hago todo lo que puedo. Mañana hablaremos un poco más sobre esto. He hecho algunos experimentos… pero no me apetece hablar sobre ello esta noche. Me siento cansado.

Harry se sorprendió ligeramente al oírle admitir alguna clase de debilidad humana, pero pensó que era un buen indicio que pudiera hacerlo ante él. Asintió.

—En ese caso, terminaré mi bebida y me iré. Mañana tenemos otra salida a Londres, si es que Remus está lo bastante recuperado.

El hombre le observó con interés.

—¿Todavía están siguiendo esa pista? Eso es bueno, espero que tengan éxito. Cuánto más pronto destruyamos el relicario, más pronto se efectuará el compromiso —agregó.

Harry se sobresaltó ante eso. ¿Severus estaba apurado? Miró al hombre con expresión interrogante.

>>Bien, pronto estaremos avanzados en el… cortejo. Sería buena idea que el compromiso se efectuara pronto, ¿no estás de acuerdo?

Harry tragó, nervioso. Pensaba que era mejor que estuvieran comprometidos si iban a ser tan íntimos. Aunque él no creía que debieran avanzar tanto todavía, Snape sabía lo qué era mejor.

—Emmm —murmuró.

Severus sonrió y le tendió los brazos abiertos.

—No te asustes, Harry. Por ahora, sólo se trata de un beso o dos.

De inmediato, Harry se arrebujó en el cálido abrazo. Ambos hombres sonrieron, felices de que el joven ya fuera capaz de hacer eso. Severus le sostenía cerca de sí, pero no demasiado fuerte, cuidando de que siempre supiera que podía retroceder si así lo deseaba. Ahora comprendía que el miedo de Harry crecería si se sentía indefenso, y estaba decidido a evitar hacerle sentir de esa manera. Se acercó a besarle, y se sintió complacido cuando el Gryffindor respondió con entusiasmo.

Maldijo a Colagusano con el foso más profundo del infierno. Esa noche, había esperado progresar en su oportunidad de acariciar la piel desnuda de Harry, pero deseaba ir lento y controlado, y su buen humor había huido de él luego de tener que tratar con la Poción Fortis. A pesar de ser un hombre que no se incomodaba con facilidad, el saber que había estado manejando la sangre fresca de un niño asesinado era suficiente para evitar que esa noche se concentrara en cualquier emoción más positiva.

Se despidió de Harry y observó cómo el joven desaparecía. Conseguiría que esa poción estuviera embotellada y entregada antes que Harry regresara a Spinner’s End al día siguiente. Quizás entonces podría concentrarse en avanzar en su relación sexual. Las últimas dos noches habían ido bien, y comenzaba a sentir algo de optimismo cauteloso sobre su próxima boda.




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Última edición por alisevv el Jue Mayo 19, 2016 6:33 pm, editado 2 veces
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MensajeTema: Re: The Marked Man. Capítulo 19. Más optimismo   The Marked Man. Capítulo 19. Más optimismo I_icon_minitimeLun Jun 16, 2014 11:00 am

O____________o OH por dioss...pero que cosas maneja el pobre de sev...no me sentiria mal si fuer sangre de un animal pequeño.aunque aun ai me sintira mal pensandolo bien...como sea..pobre sev..al menos las cosas con harry van a vanzando..positivamente..n_n
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