alisevv
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| Tema: The Marked Man. Capítulo 32. Gibraltar Vie Ene 14, 2011 9:29 pm | |
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Harry se Apareció brevemente en Mablethorpe para decirle a los demás que ese día iría a entrenar con Severus en el fortalecimiento de su enlace y la unión de sus magias. Todos le desearon buena suerte. Harry pensó que ya tenía toda la suerte a la que tenía derecho. Esa mañana no podía dejar de sonreír. Remus le miró detenidamente y el joven estuvo seguro de que el hombre lobo sabía exactamente cuan cerca él y Severus estaban empezando a sentirse.
Una vez de regreso en Spinner’s End, Severus no perdió tiempo.
—Toma mi mano, Harry, para nuestro primer viaje a Gibraltar —pidió, extendiendo su diestra.
Harry la tomó y se Aparecieron juntos. De ser necesario, a partir de ahora el joven podría hacer el viaje solo, pues ya conocía la dirección de Aparición. Gibraltar sonaba interesante, aunque esperaba que no fuera demasiado caluroso para trabajar allí en agosto.
Aparecieron en un área que Harry muy bien podría haber descrito como el medio de la nada. Frente a ellos se encontraba un viejo granero construido de ladrillos, con el techo abierto a los elementos y la puerta de madera, blanqueada por el tiempo, colgando de sus bisagras. Harry giró en redondo. En todas direcciones había poco más que ver que tierras de labranza. Campos de trigo, campos de barbecho, campos de algún tipo de planta verde, plantas de bajo crecimiento que podían haber sido nabos. Había otros graneros dispersos entre los campos, y algunas construcciones en la distancia incluso podían haber sido cortijos o cabañas de trabajadores, pero todo estaba tan alejado que era difícil de decir. Los campos eran tan planos que parecía que un gigante de hierro hubiera alisado todos sus pliegues. A la distancia, creía ver una mancha gris que podía ser el mar.
—¿Se supone que estemos aquí, Severus? Dijiste Gibraltar…
El hombre se echo a reír.
—Es Gibraltar, Harry. Las granjas son llamadas Gibraltar cuando están aisladas, y esta calificaría en el término, ¿no?
Eso no tenía discusión; Harry sentía como si ellos dos fueran los únicos seres humanos que estaban hasta donde alcanzaba la vista. Todo estaba inquietantemente vacío. Se alegraba de no sufrir de agorafobia, o ese lugar le hubiera hecho entrar en pánico.
—Entonces, ¿dónde está la casa segura? —preguntó, observando con recelo el destartalado granero.
—La estás mirando, por supuesto —contestó Severus—. Entra.
Harry caminó hacia la inútil puerta, que hacía mucho tiempo había dejado de ser funcional, y entró en el granero abierto.
Se sintió como un idiota. ¿Cuántas veces había visto este efecto? Que lo que parecía por fuera no era real, sino una ilusión; una compleja protección para confundir a aquellos que no supieran lo que había allí realmente, y no tuvieran magia para entrar al lugar. Como la tienda de campaña del señor Weasley durante la Copa del Mundial de Quidditch, el interior de la casa segura era una revelación; era otro mundo.
La habitación que le recibió estaba confortablemente amoblada y tenía una cocina a un lado. Severus señaló hacia un baño y una despensa llena de todos los artículos necesarios para vivir cómodamente durante un tiempo prolongado. Atravesando un umbral se encontraba otra habitación enorme. Se veía casi vacía, pero estaba provista de una estera protectora y paredes suaves, y en una esquina se veía un montón de accesorios que lucían adecuados para la práctica de tiro al blanco.
>>El área de duelo —explicó Severus. Harry asintió—. Y aquí se encuentra mi laboratorio de Pociones —continuó, conduciéndole a través de otra puerta—. Todo lo que pude pensar que pudiéramos necesitar está aquí; si no lo tenemos, podemos conjurarlo o tú puedes ordenarlo a los proveedores. Hay un altillo para lechuzas, por si quieres traer a Hedwig a que se quede aquí.
Harry casi aplaudió.
—¿Podría? Me encantaría tener a Hedwig de nuevo viviendo conmigo, o al menos verla cuando venga aquí, que imagino será con bastante frecuencia. Pero no la reconocerán, ¿verdad?
—Si algún residente la ve volar, probablemente pensará que en una simple lechuza de granero. Hay muchas viviendo por la zona. Aunque hay observadores de aves en los alrededores del estuario que podrían notarla, asumirían que ha migrado de su zona natural, así que no deberían presentar problema aunque pudiera interesarles por un rato. Esos graneros aislados son el cielo para las lechuzas, llenos de presas, especialmente ratones. Ella disfrutará viviendo aquí, estoy seguro.
Harry le sonrió a su esposo. ¿Por qué se había estado preocupando? Apenas unos pocos meses antes —sólo semanas, en realidad—, cuando había quedado de piedra ante la perspectiva de trabajar con Severus, nunca imaginó intimar con él. Ahora, todo había cambiado. No, todo sobre su actitud hacia Snape había cambiado. Si Severus era diferente al profesor que había conocido todos esos años, no se atrevía a juzgarlo. Pero le gustaba como le veía ahora, y eso era lo que importaba.
—Enviaré a buscarla a La Madriguera. Ron puede traerla cuando vaya a visitarles. Hermione y él acostumbran ir allí un par de noches a la semana.
Severus asintió.
—¿Dónde exactamente estamos, Severus? —preguntó, mirando a través de una ventana hacia la línea gris del horizonte—. ¿Eso es el mar?
—Sí. Estamos en el condado de Lincolnshire, cerca de The Wash. Está escasamente poblado, pues las tierras necesitan grandes drenajes para convertirlas al uso agrícola, y está lleno de diques, drenajes y acequias alrededor de cada campo. Este granero se ve cómo una construcción abandonada hace mucho, medio en ruinas. Desde hace muchos años ha estado ampliamente protegida con hechizos de silencio y encantamientos para repeler a los muggles. Aquí podremos practicar cómodamente; pienso que tenemos todo lo que necesitaremos.
Harry casi podía ver el viento azotando sobre las tierras. Los pocos árboles que se veían parecían inclinarse como si hubieran crecido bajo una presión constante.
—Apostaría que por aquí hace mucho viento la mayor parte del tiempo.
—De hecho —confirmó Severus—. Pero, de momento, está en calma. Los pantanos se calientan en verano pues hay poco abrigo natural. ¿Comenzamos?
Severus tocó el hombro de Harry para que regresara su atención al propósito de su visita. El joven se había perdido en la contemplación del amplio horizonte y la tentadora mancha gris que mostraba la línea de la costa. En un impulso, se inclinó hacia delante y habló suavemente a su esposo.
>>Si sobrevivimos a esto, Harry, ¿te gustaría vivir en la costa?
El joven si giró hacia su pareja con lágrimas en sus brillantes ojos verdes. Había pensado que Severus no planeaba seguir con él luego de la muerte de Voldemort, pero lo que acababa de decir sonaba como si quisiera seguir con él después, y quizás por siempre.
—Me encantaría, Severus. Amo el mar. Por muchos años, sólo escuché historias sobre él, pues los Dursley nunca me llevaron a la playa. La primera vez que lo vi, simplemente me enamoré. El sonido y la vista de las olas, el olor del aire limpio, las aves, todo. Amo las playas y las dunas, el viento azotando desde el mar, todo.
Severus sonrió ante su entusiasmo; era maravilloso verle tan animado sobre algo que le hacía feliz. Le besó.
—Harry, estás siendo bastante poético sobre esto. Nunca pensé que sintieras así. Si sobrevivimos, lo haremos. Entonces no habrá nada que evite que hagamos lo que deseemos por una vez en nuestras vidas. Pero por ahora, tenemos que bailar otra melodía, y el trabajo nos llama.
Harry asintió, compungido. Sabía que tenían una difícil tarea que realizar. Pero ahora, tenía una verdadera esperanza en el futuro, y ese futuro parecía ser más perfecto de lo que hubiese imaginado jamás. Severus se había convertido en la respuesta a sus incertidumbres acerca de la orientación que deseaba dar a su vida. Algunas veces, había temido no tener un propósito para vivir más allá de Voldemort. Ahora tenía un futuro, algo por lo que trabajar además de convertirse en un asesino. Siguió a Severus hasta el centro del área de duelo con una nueva determinación y perspectiva de su tarea.
>>Primero, creo que debemos practicar el lanzamiento de un hechizo común; empecemos con Bombarda. De esa manera podremos discernir cómo trabaja nuestra magia individual y encontrar la manera de lanzar el hechizo del mismo modo, si es posible, antes de intentarlo juntos. Después, buscaré adquirir algunos animales para que podamos practicar el Desmaius y otros hechizos que afectan a los seres vivos, pero vamos a empezar con objetos inanimados.
Severus convocó uno de los objetos usados como blanco, del montón de la esquina. Parecía una enorme roca. Harry se acercó y estiró la mano para tocarla; era fría y dura.
—Es sólo una roca —señaló.
—¿Qué esperabas? —preguntó el hombre con una sonrisa—. Podemos tener una cada uno —hizo un gesto con su varita y colocó una segunda roca al lado de la primera—. Ahora, ven y párate junto a mí, y lanzaremos el hechizo. Observa cuidadosamente.
Harry se paró al lado de Severus y observó mientras extendía su varita de ébano y exclamaba Bombarda. Instantáneamente, su roca se rompió con un sonoro rugido, y cuando el polvo se asentó, sólo quedaban un montón de fragmentos.
>>¿Qué notaste?
—Umm… bien, la luz de la varita fue dorada, pero creo que eso es estándar para el Bombarda.
—Sí. ¿Qué tono de dorado? ¿Brillante, oscuro… plano, estriado? Necesitas saberlo con exactitud si quieres crear la misma fuerza.
Harry frunció el ceño. Nunca había analizado el Bombarda tan detenidamente. Sólo lo lanzaba; era un hechizo demoledor estándar. Ahora que Severus le preguntaba, estudió cómo había sido la luz.
—Fue un dorado bastante oscuro, como las hojas de otoño. Y plano; no noté ninguna estría.
—De hecho —Severus estaba sonriendo, como si al esfuerzo de Harry le faltara algo—. Lo lanzaré de nuevo; observa.
Esta vez, el joven observó con atención, teniendo cierta idea de lo que Severus quería que notara. Pero primero, el mayor restauró la roca con un grito de Reparo. La Bombarda produjo una luz de un color dorado oscuro, y era plana sin nada que pudiera ser llamado estría, pero…
—Hay brillantes chispas rojas entre el dorado. Apenas unas pocas, aquí y allí, pero ahora las veo.
Severus asintió con satisfacción.
—Muchos de mis hechizos las contienen. Son una parte integral de mi magia, Harry. Me alegra que las detectaras. Ahora sabes qué buscar, las verás todo el tiempo.
—Nunca vi tan detenidamente la luz de un hechizo. Entonces, ¿imagino que todos producen diferentes efectos?
—Por supuesto. Bombarda siempre crea luz dorada, pero ahí es donde las variaciones comienzan. La magia es tan individual como el mago que la canaliza. Esa es la razón por la que éste podría ser un largo proceso, y por lo que necesitamos empezar tan pronto como sea posible. Comenzaremos con los fundamentos del funcionamiento de los hechizos no hablados, y quizás incluso de la magia sin varita, si tenemos tiempo. Por ahora, Bombarda es bastante desafío. Lo elegí porque sus efectos son inmediatos y evidentes, y hace la detección de nuestra firma mágica individual lo más fácil posible. Ahora, lánzalo tú.
Harry levantó su clara varita y lanzó el hechizo a su propia roca. La luz destruyó la piedra con un rugido, y cuando el polvo se asentó, los fragmentos caídos en un montón lucían diferentes a aquellos creados por Severus.
>>Tu hechizo fue más poderoso, Harry. Mira, los fragmentos son casi polvo. ¿Utilizaste mucha fuerza para lanzarlo?
—Sólo la normal, la verdad. Traté de lanzarlo bien, por supuesto, pero no con extra fuerza. Eso es normal para mí.
Severus caminó hasta el montón de fragmentos y se inclinó para tomar algunos en su palma.
—Yo no utilizaría la palabra ´normal´—murmuró, pensativo—. Como siempre supe, eres muy poderoso. Pero ahora que lo examino en detalle, puedo apreciarlo mejor —se incorporó y miró a su esposo a los ojos—. Tu luz fue dorada, y eso es lo único que tenemos en común de momento. Tu luz es más clara que la mía, y no pude detectar chispas ni estrías. Es muy pura, pero si lo lanzas de nuevo lo observaré una vez más, para verificar. Usa menos fuerza esta vez, si puedes —agregó, con una irónica sonrisa.
Harry retomó su posición, restauró la roca, y lanzó un Bombarda, tratando de atenuar el poder del hechizo. Cuando el polvo se asentó, el tamaño de los fragmentos de roca eran justo tan pequeños como antes. Frunció el ceño, mirándolos de manera acusadora.
—Intenté contener la fuerza del lanzamiento, para hacerlo más suave —se quejó.
Severus rió entre dientes.
—Sospecho que no puedes, Harry. Magia destructiva suave proveniente de la varita de Harry Potter probablemente no existe. Yo tendré que esforzarme cuando hagamos los lanzamientos en conjunto, para tratar de emular tu nivel normal de poder. Debo admitirlo, dudo que pueda hacerlo tan eficiente o frecuentemente, pero lo intentaré.
Harry se giró y abrazó a su esposo.
—Lo haremos, Severus. Sólo necesitamos tener éxito en un lanzamiento, no cada vez que hagamos magia. Practicaremos hasta estar seguros.
El hombre apreció la confianza de Harry en él, pero sospechaba que el joven no tenía verdadera idea de la complejidad de hacer eso.
—Tu luz fue pura, sin marca. Eso significa que debo concentrarme en lanzar la mía tan limpia como me sea posible. Eso, unido a la elevación en el poder, va a requerir gran cantidad de práctica. TÚ puedes continuar junto a mí, tratando de suavizar tu lanzamiento, si lo deseas. Aunque no tengo demasiadas expectativas acerca de que tu magia cambie. Pero puedo alterar mi propio foco. Lo haré ahora.
Severus lanzó el hechizo Bombarda, restauró la roca y lo volvió a lanzar repetidamente. Harry practicó su ‘lanzamiento suave’, sin efectos perceptibles. Cada vez que levantaba un puñado de fragmentos de roca, lucía igual que el anterior. Pequeños, casi lo suficiente como para ser descrito como polvo. Suspiró con frustración, pero no se preocupó demasiado, pues Severus no esperaba que fuera capaz de hacer nada acerca de la obstinada fuerza de su magia, al menos en lo que a hechizos destructivos se refería.
Se movió a un lado para observar los esfuerzos de su esposo. No creía estar imaginando el cambio en la luz del hechizo que estaba creando.
—Las chispas son menos evidentes, Severus —comentó—. Y la luz parece ser un tono más pálido, aunque no estoy seguro de eso.
El hombre suspiró y se giró a mirarle.
—Hay cierto cambio, pero requerirá más trabajo. De momento, ya tuve suficiente. ¿Tienes hambre? Puedo hacer algo para almorzar.
Harry le miró, sorprendido.
—Si acabamos de empezar —protestó.
Severus se echo a reír.
—Mira la hora, Harry —hizo un gesto a la pared detrás de ellos.
El reloj mágico que allí colgaba no era como la versión Weasley. Tenía el fondo verde y mostraba una extraña cara sonriente. No la cara de un reloj, sino la imagen de una criatura extraña, una especie de espíritu de los bosques. El rostro semejaba rasgos humanos, pero no estaba hecho de carne. Parecía tallado en una madera nudosa y áspera. Su sonrisa alegre mostraba que no había necesidad de preocuparse, pero aún así era inquietante. Bajo esa cara, los números 4.22 brillaban con una luz plateada.
>>El color muestra si necesitamos estar alerta por intrusos o excursionistas. Verde significa que está despejado; cambia a amarillo, naranja y por último rojo, cuando se aproxima un peligro. La cara muestra los niveles de magia de las protecciones. Como puedes ver, está feliz. Y los números muestran la hora.
—Es una cara extraña, Severus.
—Vieja magia tiene una vieja cara, Harry. Los hechizos de protección son antiguos. Yo lo llamo Egbert; un buen nombre anglosajón, si eso ayuda.
Harry se echó a reír.
—¡Hola, Egbert! —le dijo a la cara del reloj—. Me alegra que estés feliz.
Para sorpresa y desconcierto del joven, Egbert le hizo un guiño. Severus rió de nuevo, antes de conducir a su esposo a la cocina. Mientras el mayor preparaba unos emparedados, Harry charlaba.
>>Ron y Hermione están un poco hartos. Han buscado mucho sin encontrar la copa. Yo les acompañé algunas veces y es un trabajo tedioso. Al menos lo que nosotros estamos haciendo es interesante.
Severus asintió y continuó preparando la comida. Harry sirvió para ambos la cerveza que había encontrado.
>>Lo mejor de eso fue volver a ver a Dobby. Él se apareció para decirnos que el almuerzo estaba servido.
—¿El elfo doméstico que es tu amigo?
—Sí. Yo le liberé de Lucius Malfoy. Malfoy no se mostró muy feliz con eso —sonrió.
—Lo puedo imaginar —replicó Severus con sarcasmo.
—Dobby ofreció darme algunas copas de las que usan para el jugo de calabaza, si eso era lo que estábamos buscando. Dice que en las cocinas tiene una despensa llena de ellas —soltó una risita.
Severus se envaró.
—Entonces, podría ser buena idea aceptar su oferta y explorar los gabinetes, Harry. ¿Qué mejor sitio para ocultar un árbol que un bosque?
El joven abrió la boca con asombro. Severus, como era usual, tenía un punto.
—Les diré a Ron y Hermione. Nunca se nos ocurrió revisar las copas de jugo. ¡Seguramente no habremos estado usando la copa de la Fundadora para los banquetes! —exclamó, luciendo bastante horrorizado.
—Si es una copa simple, es posible —contestó el hombre—. Podría ser usada como repuesto, sino para otra cosa.
Mientras se sentaban a la mesa con platos de emparedados y jarras de cerveza frente a ellos, Harry comentó:
—No tenía idea de que había pasado tanto tiempo.
—Una vez que quedas atrapado en las técnicas de modificación mágica, el tiempo vuela. Te dije que teníamos mucho que hacer; no estaba bromeando.
Harry asintió. Se sentía un poco mal por haber insistido en que encontraran y destruyeran el primer Horcrux antes de su matrimonio. Severus, al parecer, pudo sentir las emociones de Harry, o quizás fuera que la expresión de su rostro era fácil de leer. Y habló de nuevo.
>>No te preocupes por esto; tenemos trabajo que hacer y nos llevará un tiempo. Nada ha cambiado. Ahora, ésta es nuestra vida, y lo estamos haciendo bien. Podemos venir los viernes, que es cuando tengo el día libre. Mientras tanto, sólo piensa en lo que debes hacer. Tu magia es pura y fuerte. Soy yo el que debo trabajar duro para tratar de alinear la mía con la tuya. Era previsible que eso iba a ser difícil. He vivido más tiempo que tú, y usado mi magia para muchas cosas, y no siempre buenas. La magia se va alterando con el uso. Ahora, voy a tratar de minimizar esos efectos. Pero eso es todo lo que será, una reducción de los efectos que no puedo remover. Tendremos que trabajar duro para unir nuestras magias, pero lo conseguiremos, Harry —apretó la mano que el joven tenía sobre la mesa.
Harry asintió. Lo lograrían. Simplemente, no se había dado cuenta de cuán difícil sería unir los lanzamientos.
>>Y esta noche, practicaremos aún más —ronroneó Severus.
Eso colocó una sonrisa en la cara de Harry.
Última edición por alisevv el Lun Mayo 23, 2016 8:00 pm, editado 2 veces | |
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