alisevv
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| Tema: The Marked Man. Capítulo 24. El Compromiso Miér Nov 17, 2010 9:30 pm | |
| El martes, día del Compromiso, Ron y Hermione regresaron nuevamente a Hogwarts y el dudoso placer de la compañía de Argus Filch. Siempre que estaban en la escuela, disfrutaban del tiempo de almuerzo, que pasaban departiendo con la profesora McGonagall, nueva Directora, y otros miembros del personal. Ambos habían conseguido acostumbrarse a sus tareas, y las asumían sin una queja. Esto tenía que hacerse, y estaban decididos a ser quienes encontraran el próximo Horcrux, ahora que el relicario había sido destruido.
Harry se quedó en casa con Remus. Luego del almuerzo salieron a comprar los ingredientes para preparar un buffet para la ceremonia de Compromiso. La ceremonia de esa noche trataría principalmente de la firma del contrato, así que no se requería una comida muy elaborada. Las ceremonias de Boda y Lecho serían acompañadas por festines más suntuosos, que implicarían mayor preparación.
—¿Crees que deberíamos ofrecerle ayuda a Severus en la preparación del banquete de Boda? —preguntó Harry, mientras Remus y él preparaban volovanes para el buffet.
—No. Eso se consideraría insultante, Harry. El festín de Boda tiene que ser dado por la familia del esposo, que es solamente Severus, según entendí. Aunque tenga que hacerlo todo solo, si le ofrecemos ayuda implicaría que nosotros sentimos que él no es capaz de mantener a su novia.
—Oh.
Las tradiciones mágicas eran demasiado antiguas y formales. Aún así, Harry deseaba haber podido crecer en el mundo mágico desde su nacimiento. Todo sería mucho más fácil. Puede que no fuera hijo de muggles, pero había sido criado por ellos, y eso era una gran desventaja.
Una vez que terminaron de cocinar, lo guardaron cuidadosamente en el refrigerador y la despensa, y comenzaron a decorar la salita de estar. Arreglaron jarrones con flores desperdigados alrededor, y colocaron un tablero más grande sobre la pequeña mesa del lugar, apropiado para la firma del contrato. Las flores eran, en su mayoría, rosas blancas —un indudable simbolismo de pureza— pero había unas pocas rosas rojas entre ellas. Harry supuso que eso indicaba la inminente pérdida de su virginidad, y sintió como si tuviera mariposas en el estómago ante ese pensamiento.
Posada en la mesa destinada a la firma se encontraba una copia del contrato de Compromiso y tres plumas, junto con un cuchillo de ritual en plata y tres recipientes poco profundos también de plata. No había tinta; el contrato era un enlace mágico y sería firmado con la sangre de los participantes luego de hacer un corte con el cuchillo.
Remus conjuró un estandarte conmemorativo y lo fijó mágicamente a la pared, arriba de la mesa donde depositarían los alimentos. Compromiso de Severus Tobías Snape y Harry James Potter, rezaba en brillantes letras verdes sobre un fondo plateado. Debajo, con letras más pequeñas, esta vez en rojo brillante, se leía: ¡Felicitaciones! Todos sus amigos y aliados les desean una larga y feliz vida juntos
Harry alzó la vista y sonrió. Todas esas preparaciones estaban empezando a hacerle sentir como si todo fuera real, como una boda verdadera. Ciertamente, no había planeado casarse tan joven, pero no podía evitar sentirse emocionado por todo, y un tanto nervioso también. Reflexionando sobre ello, hasta hace poco se hubiera sentido horrorizado y muy nervioso ante la idea de casarse con Severus Snape. Pero eso parecía haber cambiado luego de las dos últimas noches. Snape no era un monstruo; en su vida privada no era el ‘coco’* de la escuela que todos habían temido.
—Todos nuestros amigos y aliados… —citó Harry—. Es una pena que no puedan estar aquí.
Remus puso un brazo sobre los hombros del joven.
—Sí, lo es. Pero una vez que acabes con Voldemort, podremos hacer todo esto nuevamente; esta vez, de un modo más formal. ¿Te gustaría una ceremonia pública?
Los ojos verdes brillaron.
—Me encantaría. ¿Crees que Severus estaría de acuerdo?
Remus rió entre dientes.
—No tengo idea. Dudo que él vaya a estar muy emocionado con la idea, pero vale la pena preguntarle más tarde. Pienso que por ti estará dispuesto a hacerlo.
Harry sintió una calidez interior. Remus pensaba que Severus estaría dispuesto a hacer algo que no le gustaba realmente, sólo porque Harry lo deseaba. Eso era realmente estimulante. Sonrió.
—¿Qué luciremos para esta ceremonia?
—Es sólo el Compromiso, la firma del contrato. Basta con túnicas ordinarias, Harry. Nada demasiado formal.
—Oh, vale. Entonces, nada de ropas muggles.
—No. Eso sería inapropiado en una ceremonia mágica.
El otro asintió.
—¿No falta nada más por hacer, Remus?
—Debemos ir a la licorería a comprar más bebida. Esta noche celebraremos. Esta vez, Severus no va a escurrirse con su caldero antes que le acosemos con algo de beber.
Harry se echo a reír.
—Él bebe, Remus, lo sabes. Es sólo que está muy obsesionado con todo esto, muy decidido a que funcione.
—Lo sé. Eso es lo bueno que tiene. Y es realmente bueno que estemos trabajando como un equipo eficiente.
—Como dijimos anoche, Voldemort no tiene oportunidad —confirmó Harry con una sonrisa.
A las siete, todo estaba preparado en la pequeña casa de Mablethorpe. Ron y Hermione habían regresado más temprano de lo habitual, y ahora ambos lucían elegantes en sus túnicas de magos. La de Ron era azul medianoche; no era su mejor traje, pues ése lo estaba reservando para la Boda, pero era bastante impresionante. Harry apreciaba cuán maduros se veían con sus ropas de adultos en lugar de las túnicas escolares, y suponía que él mismo debía lucir parecido en su propia segunda mejor túnica, de un color burdeos.
La túnica de Hermione era azul rey y había arreglado hermosamente su suave cabello marrón. Había adaptado la prenda para ajustarse a su delgada figura y Harry debía admitir que lucía encantadora. Hubiera envidiado a Ron si no se hubiera estado concentrando con tanta intensidad en su propia relación.
La túnica de Remus era marrón. Estaba muy usada, pero no tenía parches y era bastante elegante. Sabía que el hombre lobo estaba guardando sus mejores galas para la Boda. También usaba guantes de cuero marrón a juego con su túnica y Harry se preguntaba el porqué.
Harry estaba algo nervioso, parado mientras esperaba la llegada de Severus. Todo estaba listo, lo había verificado una docena de veces. La comida se veía bien, una selección de pasapalos muy colorida e ideal para una noche cálida de verano. Aunque no había querido probar nada hasta ahora; su estómago parecía estar dando brincos en su interior.
Ron se sentía irresistiblemente atraído por el buffet. Trató de tomar un volován de atún, pero Hermione le vio y golpeó su mano para apartarla.
—¡Mione! Estoy hambriento. No hemos tomado el té.
—Todos tenemos hambre, Ron. Pero la presentación se dañará si empiezas a tomar bocaditos de los platos. No falta mucho para que puedas empezar, sólo ten paciencia.
Harry bufó, divertido. ¿Ron… paciencia para comer? No creía que eso fuera posible.
—¿Por qué no vamos a sentarnos al jardín hasta que Severus llegue? —sugirió Remus—. De ese modo, Ron no se verá tentado por la comida.
—Buena idea —convino Hermione con entusiasmo, aferrando el brazo del pelirrojo y jalándole hacia el patio trasero antes que tuviera tiempo de protestar.
Los otros dos les siguieron. Remus se inclinó para susurrar al oído de Harry.
—¿Está todo bien?
El joven le miró, contento de que le hubiera preguntado.
—Estoy bien; de veras.
Remus le miró a los ojos. Aparentemente satisfecho por lo que vio, asintió. Se reunieron con los demás en el jardín y se sentaron en las sillas, disfrutando la calidez de la tarde. Harry dejó que sus ojos se fueran cerrando, permitiendo que el sol le caldeara y relajara. Perdió el sentido del tiempo, así que le pareció que no había pasado mucho cuando escuchó una voz detrás de él.
—Buenas noches.
Al joven le pareció detectar cierto tono de incertidumbre, o quizás nervios. Eso era interesante. Por supuesto, Severus debía estar consciente de la importancia del contrato mágico, así que era comprensible. Harry le observó apreciativamente. Lo que eran sus segundas mejores galas era una túnica que él reconoció como una que usaba en su segundo año en Hogwarts: una masculina túnica de duelo que lucía muy bien en su delgada figura. Sus largas piernas se mostraban tan elegantes en sus ajustados pantalones que Harry deseaba alcanzarlos y tocarlos. Puede que Severus no fuera guapo, pero nada parecía estar mal con su cuerpo.
—Bien, es mejor que entremos —propuso Remus—. Ron, aquí presente, está añorando la cena, así que retrasarlo más no es muy alentador para él.
Todos rieron excepto el aludido, quién se mostraba ligeramente agraviado.
—Todos ustedes tienen hambre, admítanlo —protesto, lo que únicamente consiguió que rieran con más ganas.
De regreso en la salita, Severus colocó su copia del contrato en la mesa pequeña. Miró la habitación con aprobación. Era festiva pero no demasiado, las flores eran apropiadas y la pancarta de buen gusto. Sonrió.
—Muy agradable, Remus. Puedo entender porqué Ron está ansioso por comer. Es un buen trabajo para la ceremonia breve.
—Severus, párate al lado de la mesa. Harry, tú quédate conmigo —instruyo Remus, tomando la mano del joven—. Ron y Hermione son invitados y deberán esperar del otro lado de la habitación, no muy cerca. Vamos a empezar,
Guió a Harry hacia Severus, llevándole de la mano.
—Yo soy el Hombre que Entrega de Harry James Potter. Le traigo para su Compromiso.
—Yo soy Severus Tobias Snape. Recibo a Harry James Potter con honor y agradecimiento —contestó el hombre, y extendió su mano.
Harry esperaba que Remus entregara su mano, pero eso no sucedió,
—¿Qué me das por la mano de la Novia? —preguntó, en cambio.
—Te obsequiaré el Precio de la Novia. Estos son los títulos de mi propiedad, es la posesión de mayor valor que puedo entregarte. Así muestro cuánto respeto el obsequio de mi Novia.
Severus le entregó un rollo de pergamino atado con un lazo negro. Remus lo tomó y lo metió en el bolsillo de su túnica. Luego dejó caer la mano del joven para tomar el cuchillo de la mesa. Lo puso en la mano extendida de Severus, la empuñadura primero. Entonces, Harry entendió el propósito de los guantes de Remus; el cuchillo de plata hubiera quemado su piel.
Severus tomó el cuchillo y cortó su palma, para luego colocarlo nuevamente sobre la mesa. El cuchillo era muy filoso y la sangre comenzó a fluir libremente cayendo dentro del recipiente de plata, mientras sostenía la mano sobre éste. Cuando consideró que tenía suficiente `tinta`, susurró un hechizo sanador y la sangre cesó de manar. Tomó una pluma y la sumergió en la sangre, para luego plasmar su firma —con sus rasgos característicos— en el espacio designado en el contrato. Remus y Harry observaron mientras la sangre empapaba el pergamino, que parecía tragarla, codicioso. Harry se preguntó si sería un pergamino especialmente hechizado, o elaborado de un material especial para hacer eso. Severus repitió su firma en la otra copia, antes de levantar la pluma y lanzar un hechizo Incendio sobre ella. Una vez que las cenizas cayeron sobre la alfombra, se giró y levantó el pequeño bol con la sangre restante. Ésta fue destruida con un Evanesco.
Remus levantó el cuchillo de plata y lanzó un hechizo de limpieza y re-purificación sobre él. Harry estaba esperando que luego se lo entregara, pero en lugar de eso él tomó una vez más la mano del joven e hizo el corte por él. Por supuesto, recordó Harry en ese momento; cómo la Novia, él era representado por su Hombre que Entrega. Remus recolectó la sangre en un bol limpio y sanó la herida del joven, para luego entregarle una pluma. Harry firmó con su sangre en el espacio apropiado. Dado que éstas eran sus declaraciones personales, la sangre de los celebrantes no podía ser mezclada en esta etapa.
Remus destruyó la pluma y el recipiente, y repitió todo el proceso con la pluma y el bol que quedaban. La recolección de su propia sangre era un poco más complicada, pues el cuchillo de plata le envenenaría si cortaba su propia piel. Sin embargo, el ritual lo que exigía era que el cuchillo tocara su sangre, así que utilizó un hechizo para lograr que la sangre empezara a fluir y sostuvo el cuchillo entre su palma y el recipiente. La sangre fluyó sobre y alrededor del cuchillo, llenando los requerimientos del ritual de Compromiso. Luego firmo el contrato, en calidad de testigo. Todo lo que permaneció en la mesa fueron los pergaminos firmados y el cuchillo ritual, que Remus volvió a limpiar y entregó a Severus, quien repitió el hechizo de limpieza, para asegurarse de que no quedara traza alguna de sangre a la que pudiera darse un uso incorrecto.
Severus aclaró su garganta y habló nuevamente.
—Este enlace será sellado de la manera más fuerte, para lograr que sea inquebrantable y poderoso. Yo te regalaré, Harry James Potter, un collar de enlace, que atará nuestra Boda. Yo luciré su gemelo. Como tu Esposo, lanzaré los hechizos de nuestra relación junto con tu Hombre que Entrega.
Sacó de su túnica dos collares idénticos que posó sobre la mesa. Harry no había estado muy seguro de cómo esperaba que lucirían; sólo era capaz de imaginarse collares de perro cada vez que pensaba en ello. Pero estos estaban elaborados en plata, bellamente labrados. Cada collar tenía una pulgada de ancho y estaba formado por piezas planas de metal, entrelazadas. Por lo que había visto, los collares caían por la mano de Severus como si estuvieran hechos de tela. Algunas de las piezas estaban elaboradas en oro y notó que los patrones estaban hechizados para formar sus nombres: un collar decía Severus Tobías Snape y el otro Harry James Potter. Aunque denotaban propiedad, seguían siendo hermosos trabajos del arte en plata.
Severus y Remus se pararon al lado de los collares y extendieron sus manos. Harry observó mientras lanzaban juntos los hechizos, primero al collar de Severus y luego al de él.
—“Iugo, Usque Mortis, Semper Fidelis, Imcommutabilis, et Proditio Per Mortis Vindico”
La luz de los hechizos era brillante, pasando de un color a otro. Harry pensó que esos hechizos significaban algo como Yo te enlazo, hasta la muerte, por siempre fiel, inmutable, y la traición será castigada con la muerte. Se estremeció. Sabía que era un estricto contrato de sangre. Pero escuchar las palabras en forma de hechizo le habían hecho tomar conciencia de todo lo que implicaba. Severus sería su esposo, y él nunca tendría otro amante.
Los dos hombres mayores retrocedieron y dejaron los collares en la mesa al lado de los contratos. Remus tomó la mano de Harry una vez más y le condujo junto a Ron y Hermione.
—Felicitaciones —dijo Hermione, y se adelantó para abrazarle.
—Sí, bien hecho, compañero —agregó Ron, y alargó la mano para estrechar el hombro de Harry.
¿Eso era todo? ¿Nada más? ¿Ya estaba comprometido? ¿Dónde estaba Severus?
Se giró y vio que el hombre estaba parado detrás de él. Sus amigos le felicitaron también, aunque de un modo más formal.
—¡Ahora podemos comer! —anunció Remus, y Ron fue directo hacia la mesa de la comida. Hermione le siguió con paso más tranquilo. Severus fue detrás mientras Remus condujo a Harry nuevamente de la mano. El joven de ojos verdes estaba empezando a sentirse como un niño en sus primeros días de escuela, al ser llevado de la mano de esa manera. Una vez alcanzaron el buffet, Remus le soltó y tomó un plato, que comenzó a llenar de comida variada. Harry esperó para ver si eso era para él, pero Remus comenzó a comer. El joven exhaló; afortunadamente, ése era el final de su actuación como ‘Novia’ por esa noche.
Severus también se estaba sirviendo algo de comida, así que Harry decidió imitarle. A esas alturas, todos estaban hambrientos, y entre todos vaciaron la mayoría de los platos del buffet. Remus circuló ofreciendo bebidas, sirviendo vino espumoso en honor de la celebración, y pidiéndoles que lo guardaran para el brindis,
Severus se adelantó.
—Gracias, Remus Lupin, por la hospitalidad de tu casa y la mano de mi Novia —hizo una pequeña reverencia y dio un sorbo a su vino. Todos le imitaron.
—Se bienvenido, Severus Snape, a mi casa y a mi corazón —contestó Remus con una reverencia similar.
Harry no tuvo que decir nada. Se sintió incluso más como una pieza de propiedad, e internamente echó humo por eso. Así que de eso se trataba todo; un contrato diseñado para asegurarse la destrucción de Voldemort. . El hecho era que un Contrato de Compromiso era simplemente un asunto de forma. No había romance incluido después de todo. Se pateó mentalmente por esperar algo más. Observó fijamente la decoración floral de la mesa en medio de los platos vacíos con una mirada cínica.
—¿Qué pasa con los contratos? —indagó Hermione. Como era habitual, a ella le gustaba conocer los detalles.
—Ah —contestó Remus—. Estas ceremonias antes de los esponsales tendrían que ser registradas por el Ministerio. Lo revisamos cuidadosamente, y este enlace es legal sin el requisito del Ministerio, lo cual es perfecto para nuestros propósitos, ya que todo permanece en privado. Es otra de las ventajas de usar esta forma de matrimonio medieval. Severus y yo guardaremos una copia, es todo.
—Oh. Eso es bueno. Me preocupaba que Rita Skeeter pudiera ventilar esto, pues sé que esa bruja desgraciada tiene contactos con el Ministerio —comentó Hermione.
—Sí, eso sería una maldita molestia, por decir lo menos —convino Ron—. No deseo leer sobre esto en El Profeta.
—Sí, está muy bien haber hecho todo esto en secreto —terció Harry—. Pero, cualquiera podría darse cuenta que estamos casados al ver estos collares, ¿no? Tienen nuestros nombres inscritos.
—De hecho. El tuyo lleva mi nombre, y el mío, el tuyo —dijo Severus—. Sin embargo, el hechizo utilizado se asegura de que permanezcan invisibles, excepto para nosotros, a menos que en algún momento decidamos mostrarlos.
—Oh —musitó Harry.
Oh, de hecho. Todo había sido muy bien planeado, debía admitirlo. De cierta forma, eso le hacía sentir peor. Sorbió su vino, taciturno. Los demás estaban conversando y disfrutando, relajados a causa del licor. Escuchó a Severus reír varias veces, y notó que Ron le miró asombrado la primera de ellas. Remus también se veía relajado y feliz. Harry se preguntó porqué él se sentía tan miserable; habían destruido el Horcrux, y ya habían efectuado la ceremonia de Compromiso.
Hermione se paró a su lado y deslizó un brazo a su alrededor.
—Todo va a estar bien, Harry. Cualquiera puede ver que le gustas.
El joven miró a su amiga.
—¿Pueden verlo? ¿Cómo?
—Por el modo en que te mira. Y esos collares son hermosos, ¿verdad? No tenían que ser así, podían haber sido simples collares de cuero, o incluso peor, de hierro. Debe haber pagado mucho para conseguirlos.
—Sí —musitó Harry—. Supongo que eso ya es algo. Espero que haya sido un orfebre de su confianza.
—Sé que todo esto del contrato parece como un negocio, pero una vez estés casado, estoy segura que todo resultará bien. Es sólo el tipo de ceremonia. Sabes que esto es lo mejor, ¿verdad?
—Sí —repitió Harry. Sabía el porqué, pero eso no quería decir que tuviera que disfrutar el que fuera de ese modo. Sin embargo, se sintió algo mejor luego de que Hermione hablara con él.
Después de más bebida, charla y risas, Severus habló en voz alta:
—Ahora, debo partir. Tengo que hacer los preparativos para mañana. Estoy seguro que lo entienden.
—Por supuesto, Severus —concedió Remus—. Estamos deseando ir a tu hogar.
Sin acercarse a Harry, Severus se despidió con un sencillo adiós y se Apareció rumbo a su casa.
Curiosamente, Harry se sintió abandonado. Había esperado que su prometido se hubiera despedido con un beso al menos.
Última edición por alisevv el Sáb Mayo 21, 2016 5:48 pm, editado 2 veces | |
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