La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry


 
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Marked Man. Capítulo 12. Un paso a la vez

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alisevv

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MensajeTema: The Marked Man. Capítulo 12. Un paso a la vez   The Marked Man. Capítulo 12. Un paso a la vez I_icon_minitimeMiér Feb 24, 2010 9:20 pm

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—Buenas noches, Harry.

El joven estaba listo tanto para el saludo como para la voz profunda con que fue entregado. Se giró hacia el hablante y sonrió.

—Buenas noches, Severus.

—¿Tuviste un día exitoso?

—Aprendimos unas cuantas cosas, así que fue bueno. Nada excepcional, sin embargo. Parece que habrá meses de trabajo involucrados en cada Horcrux.

—Eso es simplemente realista. ¿Seguramente, no creerías que el Señor Oscuro iba a ser demasiado obvio con algo que necesita mantener tan en secreto?

Harry detectó un vestigio de su antiguo profesor en ese comentario, así que le observó atentamente para asegurarse que el hombre no se estuviera burlando de él. El rostro de Severus no mostraba otra cosa que interés en la conversación, así que el joven se preguntó si no estaría siendo injusto y buscando problemas donde no los había. No obstante, decidió escuchar cuidadosamente a partir de ahora. Cómo le había dicho a Remus, confiaba en Snape, pero no le agradaba

>>Mientras más pronto destruyamos al Señor Oscuro mejor, por supuesto —continuó el Slytherin—. Pero no tendremos una segunda oportunidad, así que debemos estar seguros de que haya una alta posibilidad de que funcione. Ambas cosas llevarán tiempo: tanto la destrucción de los Horcruxes como el perfeccionamiento de nuestro lanzamiento conjunto.

Harry comenzó a sentirse incómodo ante la mención del hechizo que lanzarían en conjunto, y todo lo que tendría que hacer con Snape para ello. Cambió de tema.

—¿Leeremos nuevamente esta noche? Voy por la mitad de El Color de la Magia; me gustaría intentar finalizarlo.

—Lo que desees, Harry —contestó, haciendo un gesto hacia el armario donde había dejado el libro.

Observó cómo el joven iba a tomar el libro, y luego se sentaba en el sofá. Notó como Harry desviaba la conversación lejos de lo que tendrían que hacer juntos. No pudo evitar dejarlo ir —Harry había enfrentado todo, y lo había hecho sintiéndose, si no cómodo, al menos tolerante con todo el asunto—. A pesar de saber que sus otras tareas tomarían tiempo, tendrían que estar listos para enfrentar al Señor Oscuro cuando llegara el momento. Iban a necesitar practicar.

Todavía se sentía inquieto porque Lupin hubiera apoyado la idea de Harry de dejar el Compromiso hasta que el relicario hubiera sido destruido. Parecía estúpido retrasarlo, pero había estado de acuerdo y mantendría su palabra. Pero, mientras tanto, podría conseguir que el joven se acostumbrara a su presencia, y a su proximidad. Cuán cerca llegarían era algo que sólo podría decir una vez empezara.

Se levantó. Notó que Harry movía ligeramente la cabeza, mientras observaba sus movimientos.

—Voy a preparar té, Harry. ¿Quieres?

—Sí, por favor.

Cuando Severus regresó con dos tazas de té, que colocó en la mesita ratona, se sentó al lado de Harry. Lo hizo aterrizando su trasero en el sofá de forma que quedó un poco más cerca del joven de lo que había estado la noche anterior.

—Gracias —musitó el Gryffindor, y se movió un poco en su puesto.

Severus sabía que estaba tratando de alejarse de él, pero, literalmente, no había forma de que pudiera hacerlo, pues Harry había estado reclinado contra el apoyabrazos del sofá. Mientras sorbía su té, podía sentir el cálido cuerpo junto a su lado izquierdo. Sonrió ligeramente para sí mismo. Él era un maestro en el método de ‘un paso a la vez’ para conseguir lo que quería. Levantó su libro, como si fuera completamente indiferente a todo lo demás.

—Hmmm… ¿puedo utilizar el baño? —preguntó Harry después de media hora.

—Por supuesto. Por esa puerta, sigue recto por el pasillo y pasa la cocina.

Observó cómo Harry dejaba el libro sobre la mesita de centro y se levantaba y, luego de unos instantes que utilizó para encontrar el picaporte entre los libros que cubrían la puerta, salía. El chico se había mostrado tranquilo una vez que Severus se había acomodado para leer, parecía que se estaba adaptando bastante bien a su presencia, pero sólo leyendo y charlando ocasionalmente era difícil que lograran alguna intimidad. Sin embargo, pensaba que al menos era un comienzo el que pudieran encontrar su mutua presencia tolerable.

Cuando Harry regresó, en lugar de sentarse en el sofá, se inclinó a tomar el libro de la mesita colocada en frente de donde había estado sentado, y luego fue a acomodarse en un sillón situado al otro lado.

—No, creo que no —dijo Severus, dejando su propio libro sobre la mesa.

—¿Qué? —Harry levantó la cabeza con un movimiento brusco. Se veía confundido y un poco nervioso.

—No responde a ningún propósito el que retrocedas así. Estás aquí para lograr acostumbrarte a estar conmigo, Harry, no en la otra punta de la habitación. ¿O acaso me estás insultando al insinuar que tengo algún problema de higiene personal?

Harry se puso más rojo que un ladrillo. Las palabras de Snape le habían tomado por sorpresa. No podía entender qué había de malo en sentarse en el sillón en lugar de en el sofá.

—Este sillón es más cómodo, es todo —replicó, hosco—. Y nunca he pensado que tengas un problema de higiene personal, decir eso es tonto.

Severus alzó una ceja.

—Por el contrario, he escuchado que tú y el señor Weasley, en numerosas ocasiones, criticaron mi régimen de baño en cuestión. Weasley todavía pone en duda que yo posea o use un baño.

—¡Deja a Ron fuera de esto! —espetó Harry, molesto porque el hombre tenía razón—. Él no es quien va a hacer esto contigo, soy yo. Y yo te digo que no creo que tengas un problema de higiene personal. ¿Podríamos simplemente dejar este tema en paz?

—No, no puedo ‘simplemente dejarlo’, Harry —la voz del hombre estaba subiendo de tono y su rostro estaba comenzando a enrojecer—. Estamos aquí para trabajar en la destrucción de un mago malvado y poderoso. Tenemos una tarea que hacer, y tú estás evadiéndola.

—Te dije que no me casaría todavía. No tengo que sentarme a tu lado.

—El objetivo total de estas noches es facilitar todo para cuando suceda la boda. Si no eres capaz de sentarte a mi lado en el sofá, ¿qué esperanza tenemos de que me permitas follarte? —a este punto, la voz destilaba furia, era indudable, y su lenguaje era grosero mientras sentía que estaba perdiendo el control de su temperamento.

Harry saltó de su silla, cerrando su libro de golpe. Severus se envaró, esperando un ataque, mágico o físico.

Eso no llegó. De repente, el rostro de Harry se arrugó como el de un niño decepcionado.

—Oh, Dios —gimió—. Sé que tienes razón. Lo sé. Es sólo que… no sé…

Se dio vuelta y fue a pararse delante de las estanterías, al otro lado de la habitación, sin engañar a ninguno de los dos sobre que estuviera buscando un libro.

Severus se obligó a calmarse. Utilizó un ejercicio mental que le había resultado útil para serenarse a lo largo de los años, recitando internamente un pasaje de Cimbelino, mientras recordaba la vista del lago de Hogwarts:


No temas más al sol abrasador
Ni a las violentas furias del invierno
Porque has cumplido tu labor en este mundo
Ya estás en casa, y has cobrado tu justo jornal
Dorados jóvenes y muchachas, todos deben
Lo mismo que el deshollinador, convertirse en polvo.

No temas más el ceño del poderoso
Estás más allá del golpe del tirano
No te preocupes más de vestirte y de comer
Para ti es lo mismo el junco que el roble
El cetro, la sabiduría, la ciencia
Todo debe acatar esto, y convertirse en polvo.

No temas más el destello del relámpago
Ni al terrible trueno que apedrea
No temas calumnias, ni el escozor de la censura
Para ti han acabado alegrías y tristezas
Todos los jóvenes amantes, todos los amantes
Deben aceptar esto, y convertirse en polvo.

¡Que ningún exorcista te dañe
Y que ninguna brujería te hechice!
¡Que los espectros insepultos te esquiven!
¡Que nada malo se te acerque!
¡Tranquilo fin tengas!
¡Y honrada sea tu tumba!*


Las palabras no eran alegres, eran un lamento, pero siempre le habían tranquilizado. La cadenciosa poesía de Shakespeare nunca había fallado en calmar los fuegos de su temperamento y su ansiedad. Había reflexionado con frecuencia acerca del verso final. Ese final tranquilo parecía ser algo cada vez más deseado. Dudaba que alguna vez alcanzara un sepulcro renombrado. Su mejor esperanza sería la infamia.

Abrió los ojos. Harry se había dado vuelta y estaba viéndole desde el otro extremo de la habitación.

—Ven a sentarte, Harry —pidió, extendiendo la mano, su voz nuevamente serena.

El chico miró la mano tendida. Severus podía asegurar que la última cosa que deseaba el muchacho era tocarle. ¿Seguramente él no era tan repulsivo, o aterrador? El rostro de Harry, como un libro abierto, se retorció mientras se obligaba a moverse. Extendió su propia mano y tomó la de Severus. El hombre le atrajo suavemente y Harry se sentó junto a él. El Slytherin se aseguró de que se sentara completamente en el sofá. Esta vez, sus cuerpos se tocaron a lo largo de las piernas; Harry se estremeció.

Severus dejó ir la mano del joven, pero mantuvo el contacto con su pierna izquierda. Harry se tranquilizo, y levantó nuevamente su libro. El mago mayor se permitió suspirar audiblemente, y se pateó mentalmente por haber mencionado antes el asunto de follar. Estaba dividido. Harry se veía tan nervioso como un caballo asustadizo, así que su instinto le indicaba retroceder. Pero si lo hacía, el chico nunca enfrentaría su futuro. Tenía que seguir presionándole.

Mientras leía, observaba a Harry por el rabillo del ojo. El joven le estaba lanzando miradas furtivas, y dejaba que su mirada verde se dirigiera, de vez en cuando, al largo muslo vestido de negro que presionaba contra el propio, o a las manos de largos dedos que sostenían el libro.

La reacción de Harry ante su toque le había recordado a una respuesta fóbica. Había tratado con estudiantes de Hogwarts que padecían miedos irracionales: a las arañas, a la altura, a los ratones, y cosas igual de ridículas. La patética imagen de Graham Tattershall apareció en su mente; ¡al chico le aterraban las babosas! Severus bufó al pensar en el escaso nivel de peligro que significaba enfrentar una babosa: no tenían dientes, se movían lentamente, de hecho, no tenían ningún miembro. Lo peor que te podía pasar era que terminaras con babas en tu zapato. Por supuesto, sus enemigos habían descubierto su fobia, y el pobre chico había sido un casi diario receptor del hechizo de Babosas. Frunció el ceño al recordar que, eventualmente, este tratamiento hizo que Tattershall perdiera su fobia. Hubo un momento en el que algo pareció quebrarse en su interior, y las babosas dejaron de tener efecto sobre el desgraciado muchacho. In extremis, supuso que podría utilizar ese método para conseguir que Harry se acostumbrara a ser tocado, pero no sería su primera elección.

Muchas personas se hubieran sorprendido ante esto. Sabía que ellos pensaban que él destilaba crueldad en todas sus formas… era un Mortífago. Pero por muchas razones, incluyendo la importancia de lo que estaban haciendo, y no menos por su propia preferencia personal, prefería persuadir a Harry de que su toque sería agradable para él, en lugar de forzarle. Una vez más, maldijo a su destino que, en este último esfuerzo desesperado, había convertido en su pareja a un muchacho heterosexual que no había sido capaz de soportarle la mayoría de las veces.



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—Terminé —anunció Harry a las diez—. Fue genial, gracias, Severus —se levantó y regresó el libro a la estantería, quedándose allí para revisar los demás.

—¿Lo disfrutaste? Sabes que es sólo el comienzo de una serie que es muy buena.

—Sí, eso he escuchado. ¿Puedo leer los demás?

—¿Estás leyendo para superar la tarea? —atacó Snape, para luego patearse por su reacción ante el uso erróneo de la palabra ‘poder’.

Harry le miró mosqueado, pero no dijo nada.

—Empezaré el nuevo libro la próxima vez. Ahora, es mejor que regrese.

—Sería preferible que nos relajáramos un poco antes que partieras —Severus no deseaba que se fuera todavía, la noche había sido incómoda y necesitaba hacer algo para animar a Harry —. ¿Juegas cartas?

—Umm… no en realidad. Sólo snap explosivo y whist.

—¿Whist?

—Sí. La señora Weasley me enseñó —su voz tenía un tono de advertencia, por tanto, Severus reprimió cualquier comentario anti Weasley que pudiera haber hecho, aunque para ser sincero le hubiera gustado decir algo. Este entrenamiento a Harry le estaba sacando de sus casillas. Era tan naturalmente cáustico con su ingenio que se le dificultaba tener que medir sus palabras y guardar los comentarios que se estaba muriendo por decir. Una muy fértil familia de magos pelirrojos era un tema que sentía enteramente justificado exponer.

—Entonces será el whist —aceptó Severus—. Quizás pueda enseñarte otros juegos más adelante. Yo disfruto jugar; requiere concentración y aleja la mente de todas las preocupaciones del día.

A Harry le gusto cómo sonaba eso. Se dio cuenta que no podía simplemente irse sin convertir su incomodidad en un problema mayor del que ya era, así que regresó a sentarse en el sofá. De nuevo, hubiera preferido el sillón, pero era una batalla que no deseaba repetir y en la que sabía que el Slytherin no cedería.

Severus le sonrió.

—Yo no muerdo, de verdad —le dijo, y su voz era baja y sedosa, y Harry sintió una punzada de pánico clavándose en la boca del estómago.

El hombre se levantó y se dirigió hacia un gran mueble de roble que estaba cerca de la puerta de entrada. Lucía pesado y pasado de moda, y cualquier cosa menos elegante. De una de las gavetas sacó un paquete de cartas.

Jugaron varias partidas amigablemente. Harry logró olvidar la cercanía de la pierna de Seveus presionando contra la propia. Incluso olvidó la voz profunda declarando que no mordía. Ambos se relajaron y rieron bastante. Severus jugaba bien, tanto como Harry se había imaginado, pero parecía estar jugando sólo por divertirse, y eso sorprendió al joven.

El. Slytherin sirvió sendos vasos de vino para ambos y Harry se sintió aún más relajado. Se preguntaba porqué había estado tan tenso; Severus no había hecho ningún acercamiento ni remotamente sexual. Sólo estaban sentados juntos, como si fueran profesores en la sala del personal, nada más.

A medida que jugaban, Harry fue haciéndolo mejor, e incluso logró ganar un par de manos.

—Si vas a comenzar a ganar, tendré que mandarte a tu casa —gruñó Severus.

El chico se echó a reír.

—Tú fuiste el que no me dejó partir.

—Bueno, yo tenía un motivo ulterior —replicó, recogiendo las cartas y regresándolas a su paquete—. Quería hacer esto:

Se giró hacia Harry, se inclinó y le besó ligeramente en los labios. Lo hizo tan suavemente y con tanta naturalidad que Harry ni siquiera lo vio venir. Fue algo breve y casto, pero era un beso. Los ojos verdes se abrieron cuan grandes eran y jadeó mientras Severus retrocedía.

>>No quería dejarte ir sin un beso, Harry. Eres mi futuro esposo.

Los ojos del joven se abrieron aún más.

Severus tomó sus manos entre las propias.

>>Tenemos que hacer que esto funcione, tú lo sabes y yo lo sé. Ayúdame, Harry. No luches contra mí.

El Gryfindor sólo se quedó sentado por unos instantes. No sabía qué hacer, o qué decir. Se sentía completamente tonto. Severus le sonrió.

>>Todo está bien, sólo di que lo intentarás —le animó.

—Lo intentaré, Severus. Por eso estoy aquí, es sólo que no sé… —su voz se apagó, sintiéndose miserable una vez más. Harry deseaba decirle que él no sabía nada, ni siquiera qué hacer con las manos que todavía tenía aferradas a su propio regazo. Estaba congelado, verdaderamente aterrado de que si decía algo, el hombre le atacaría donde más vulnerable era. No sabía porqué pensaba que eso pasaría, no tenía sentido. Severus deseaba que esto funcionara tanto como él y sus amigos.

El antiguo maestro de Pociones pudo ver la ansiedad del joven.

—Ven —musitó, levantándose y tirando de Harry para que le imitara—. Es hora de que te vayas. Te acostumbrarás a esto, ambos lo haremos, te lo prometo —se inclinó y le besó una vez más, en esta oportunidad con un poco más de firmeza y por un segundo o dos más de tiempo, antes de soltar sus manos y darse la vuelta—. Buenas noches —fue lo último que dijo.

Harry, con la mente dando vueltas en una mezcla de impresión, ansiedad y algo que no era capaz de definir, desapareció.




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Última edición por alisevv el Lun Mayo 16, 2016 7:24 pm, editado 2 veces
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MensajeTema: Re: The Marked Man. Capítulo 12. Un paso a la vez   The Marked Man. Capítulo 12. Un paso a la vez I_icon_minitimeMar Nov 12, 2013 11:56 am

Oh claro que no es desprecio ;-) jajajajajaja dios me pone a mil está historia ya quiero k harry se acostumbré a severas.. ^//////^
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MensajeTema: Re: The Marked Man. Capítulo 12. Un paso a la vez   The Marked Man. Capítulo 12. Un paso a la vez I_icon_minitimeLun Jun 16, 2014 9:21 am

vaya..XD ahor si no le atine el tiempo en que lei la historia..XD por lo regular siempre le atino..XD
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MensajeTema: Re: The Marked Man. Capítulo 12. Un paso a la vez   The Marked Man. Capítulo 12. Un paso a la vez I_icon_minitime

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