La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Blesséd Boy. Capítulo 26. Corazones y almas, por siempre

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alisevv

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MensajeTema: The Blesséd Boy. Capítulo 26. Corazones y almas, por siempre    The Blesséd Boy. Capítulo 26. Corazones y almas, por siempre  I_icon_minitimeSáb Ene 15, 2011 7:03 pm

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A la mañana siguiente, durante el desayuno, Severus anunció su intención de enlazarse con Harry, fijando la fecha para el dieciséis de abril. El jadeo de Scylla fue notorio, pero no dijo nada. El maestro expresó su deseo de que todos los miembros de la Comunidad asistieran a la ceremonia, que se llevaría a cabo en el jardín de hierbas, que en esa época del año lucía encantador, con la primavera en pleno crecimiento. Pidió a George que fuera su Ayudante, y le dijo a Harry que eligiera el suyo, que debía ser un viejo amigo. Harry sabía que debería preguntarle a Neville, y esperaba que su amigo de escuela pudiera aceptar. De inmediato, Miranda empezó a planificar el banquete de bodas y a charlar con Richeldis y Lydia acerca de pasteles.

Abigail saltó y abrazó estrechamente a Harry.

—Estoy muy feliz por ti, Harry. Por ambos. Sé que él te ama y tú le haces muy feliz.

La Comunidad se vio energizada por las nuevas noticias. Su Maestro se iba a establecer por fin, y todos parecían felices por su elección. Harry sentía los ojos de Scylla sobre él, y aunque ella no era muy obvia, él sabía que era la única que no se alegraba con el acontecimiento; pero, con todos los demás tan emocionados y complacidos, preguntándole constantemente acerca de las túnicas y el tipo de ceremonia —algo que no podía responder porque todavía no había hablado con Severus sobre el tema— era muy fácil ignorar a la bruja.

Le preguntó a Severus si podía escribir a Neville. El maestro le contestó que podía encargarse de eso antes de empezar el trabajo del día, así que Harry regresó a su celda después de desayunar. Escribió una rápida y emocionada nota a su amigo, preguntándole si tendría tiempo para ayudarle con el enlace, y luego se encaminó a la granja para buscar a su lechuza.

—¿Hedwig? —llamó. La lechuza blanca se había movido otra vez. No estaba posada en ninguna de las vigas, ni siquiera en la viga lateral donde había estado sola con su pareja. Se preocupó un poco, pensando que se habían ido juntos. ¿Seguramente Hedwig no le abandonaría después de todos esos años?—. ¡Hedwig!

Un graznido y varios chasquidos de pico se escucharon, provenientes de una esquina del granero. Harry caminó hacia allí y encontró un nicho en la pared, ocupado por un desordenado nido sobre el cual estaba Hedwig sentada. Ella lucía como una reina en su trono, desde el cual le observó, imperiosa.

>>¡Hedwid! Tú… tienes un nido —declaró lo evidente, pero no lo pudo evitar—. ¿Ya tienes huevos?

La lechuza no contestó, limitándose a mirarle con sus grandes y ambarinos ojos. Harry se estaba preguntando si se levantaría y le permitiría echar un vistazo, pero justo entonces un suave batir de alas paso sobre su cabeza y la otra lechuza nevada voló hacia Hedwig, posándose a su lado en el saliente. Se veía bastante frágil, pero dejó caer un ratón que llevaba en el pico, que Hedwig cazó al vuelo y se lo tragó. Ella ululó su aprobación y chocó su pico contra el de su compañero. Ululó de nuevo, acercándose a él y arreglando sus plumas, para demostrar que era un excelente compañero, una hermosa ave y un gran cazador también.

Frotó sus plumas contra él y volteó a mirar de nuevo a Harry, como si estuviera verificando que seguía allí. Luego, se levantó, estiró sus alas, y partió. De inmediato, Harry se lanzó un hechizo de levitación, para echar un vistazo antes que la lechuza macho pudiera sentarse. Tres grandes huevos blancos se acurrucaban en el centro del lecho de ramas. El joven lanzó un grito de alegría antes de regresar al suelo. El macho había estado viéndole con sospecha y no quería perturbarlo demasiado. La lechuza nevada se posó sobre los huevos, manteniéndolos cálidos mientras Hedwig daba una vuelta fuera del nido.

—Eres un buen papá —le dijo Harry, y se fue a buscar a Styx para enviar su carta a Neville.

Cuando regresó a las salas de Pociones, Severus le estaba esperando.

—Tenemos algunas cosas que resolver para nuestro enlace, Harry —le informó—. El Callejón Diagon es el mejor lugar para ello. También hay tiendas en Hogsmeade, pero existe más variedad en Londres. ¿Te gustaría ir hoy y empezar?

¿Qué si le gustaría?

—Me encantaría, Severus. Estoy muy feliz —no pudo contenerse y lanzó sus brazos alrededor del cuello de su pareja, besándole con alegría.

Severus, quien nunca alentó tal comportamiento en las salas de Pociones, no pudo resistirse y respondió con un beso amoroso. Todavía se sentía aturdido, apenas creyendo que eso estaba pasando en realidad; que su vida estuviera cambiando tanto. Internamente se sentía tan distinto —tranquilo, cálido, con una sensación que debía ser de pura felicidad— y al parecer no terminaba de acostumbrarse a eso.

Habló con Scylla en su camino de salida, dejándola a cargo de las dependencias de Pociones. Le comunicó a Miranda que no regresarían hasta la cena, y se Aparecieron en el principal punto de Aparición del Callejón Diagon.

Pasaron el resto de la mañana ordenando sus túnicas de enlace en Madam Malkin. Éstas eran tradicionales, ¿y quién debe ser más tradicional que el Maestro de la Comunidad? Unas mallas sencillas y ajustadas bajo una túnica ribeteada en piel y ceñida a la cintura, que caía hasta mitad de muslo. Las mangas llegaban al codo, y debajo usarían una camisa blanca de cuello alto y cuyos puños lucirían botones de plata. La tela de la túnica de Severus era un grueso damasco bordado en un patrón con colores verde y plateado; Harry eligió una azul oscuro —casi negro— con dibujos en rojo.

Finalmente, ambos seleccionaron complementos para ser fijados en los ángulos de sus botas de cuero.

—Me voy a sentir como Robin Hood o algo así —se quejó Harry, con buena intención.

Severus se echo a reír.

—Vas a lucir encantador. ¡Como un príncipe de cuentos!

Atrevidamente, el joven le dio un puñetazo fingido por eso.

Se encaminaron a La Tetera de Cobre para almorzar. Una vez ordenaron, se sentaron y aguardaron. Harry miraba emocionado la sala de té. Todo lo relacionado con ese día era maravilloso; estaba corriendo adrenalina pura a través de su cuerpo.

Severus podía ver el buen humor de su pareja, lo que aumentaba a su vez su excitación. No lo admitiría abiertamente, pero creía que estar enlazado era algo grande, algo que había pensado que nunca le ocurriría a él. Amaba a Harry y había deseado esto más que a nada, pero hasta que el chico le convenció de que deberían hacerlo debido a la leyenda no había imaginado pedirle que fuera su esposo. Estiró el brazo por encima de la mesa y tomó las manos de su pareja.

—Me haces muy feliz, Harry. Nunca olvidaré lo afortunado que soy al tenerte como mi esposo.

Harry se ruborizó y le sonrió.

—Simplemente, se siente muy correcto, Severus.

—Tengo unos antiguos anillos de enlace, de mi familia, que podemos usar. ¿Decidiste quién será tu Ayudante?

—Sí, le escribí a Neville. Espero recibir una respuesta suya mañana, o pasado mañana.

—Bien. Un enlace tradicional especifica poco más allá de las ropas, anillos y el tipo de ceremonia. Ya que estamos siguiendo las indicaciones de la profecía de Merlín, creo que deberíamos elegir la forma más sencilla de enlace todavía disponible, la cual data de su época.

—Sí, por supuesto, eso tiene sentido —convino Harry.

—En la ceremonia, los enlaces serán convocados por nuestros Ayudantes. Haré que George enseñe a tu amigo cómo hacerlo, cuando él llegue. Es bastante sencillo. Todo lo que se necesita hacer es el conjuro y los enlaces, y el hechizo debería darse automáticamente. Luego haremos nuestros votos y los enlaces deberán desaparecer, pareciendo hundirse en nuestros cuerpos. Entonces, estaremos enlazados en cuerpo y alma.

Harry asintió. Aquello era muy serio, y se dio cuenta de cuánto estaba ofreciéndole Severus.

—Gracias —musitó.

—¿Por qué, Harry?

—Por estar allí, por invitarme a Eigg, por entregarte a mí.

—Soy yo quien debería agradecer, Harry. No soy digno. Mi pasado…

—Está muerto. Y lo estará aún más una vez que nos enlacemos. La leyenda lo dice.

Severus se dio cuenta que su pareja creía en la leyenda, línea por línea. Aunque él mismo no comprendía completamente todos los versos, y Harry tampoco, el joven era feliz confiando su futuro a las palabras de Merlín. Entonces, ¿por qué no hacerlo él? ¿Qué mejor guía podrían tener para sus vidas?

>>Lo único que me preocupa… —continuó Harry. Severus le miró, temeroso de escuchar algo que pudiera hacer cambiar de opinión al joven, incluso ahora—… es que cuando te cases conmigo perderás la oportunidad de tener un heredero. Sé cuán importante es para las familias, escuché a Lucius Malfoy diciéndolo. Estarás perdiendo tu posibilidad al casarte con un hombre.

—No estoy perdiendo nada, Harry. Nunca me casaría con una bruja. No puedo tener un heredero —su voz sonaba cortada, como si no quisiera seguir hablando del tema.

Harry frunció el ceño, se sentía incapaz de dejarlo en ese punto.

—Sé que prefieres a los hombres, Severus, pero podrías casarte con una bruja. A menos… ¡Oh! ¿Eres estéril? —ahora Harry se veía terriblemente avergonzado.

—No que yo sepa, Harry. Pero no tendría modo de asegurarlo. No sólo prefiero a los hombres, sino que soy incapaz de dormir con una mujer. Yo… no puedo… responder con una mujer.

Harry apretó las manos del hombre, sintiéndose horrible por haber traído a colación ese tema y preguntándose qué terrible escena había resultado en que Severus se diera cuenta que no podía tener sexo con una mujer. Sin embargo, él se había sentido mal por hacer que Severus perdiera la oportunidad de tener un heredero, pero si esa oportunidad no había existido desde un principio, ya no tenía porque preocuparse.

>>Y esto funciona en ambos caminos, Harry. Tú tampoco podrás tener un heredero. Estás renunciando a muchas cosas al casarte conmigo.

El joven sacudió la cabeza.

—Yo fui criado por muggles, Severus. Esto no es algo que les importara mucho, y mis tíos no hubieran querido que yo tuviera niños de todos modos, así que es algo que nunca consideré. Aunque me gustan los niños, y me hubiera preocupado por no tratarles del modo en que me trataron.

Severus sonrió.

—Serías un padre maravilloso, estoy seguro. ¡Y ahora me has hecho sentir culpable!

—¡Oh, esto es una tontería! Ninguno de nosotros vamos a ser padres y esto nunca antes nos preocupo. Concentrémonos en el enlace —Harry levantó un catálogo de la zapatería y comenzó a leer.



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Regresaron a Eigg ya tarde. Todo estaba ordenado y podrían retirar sus túnicas y botas la semana siguiente. Danyel corrió hacia ellos.

—Harry, ¿puedo ser tu Ayudante? ¿Puedo?

El rostro del recién llegado se mostró apenado, pero fue salvado por Jolyon.

—Vamos, Danyel, ya te lo dije; el Ayudante de Harry tiene que ser alguien que conozca desde hace tiempo.

Harry suspiró aliviado ante la excusa provista por Jolyon.

—Lo siento, Danyel. Tuve que pedírselo a mi amigo de la escuela, Neville, porque le conozco hace ocho años. Me encantaría haber podido pedírtelo a ti, pero no llevo viviendo aquí ni un año siquiera.

El rostro del muchacho se ensombreció y era evidente que estaba luchando por contener el llanto. Él había estado más claramente emocionado por el anuncio que los mismos Harry y Severus.

>>¿Quizás podrías ayudar con las decoraciones? —sugirió Harry—. Sería lindo tener algunas, ¿no crees?

Danyel miró a su padre.

—¿Puedo hacer eso, Pa? Soy bueno haciendo coronas y guirnaldas.

Jolyon sonrió a su hijo y a Harry.

—Eso sería bueno, Danyel. Gracias, Harry.

El joven sonrió y abrazó a Danyel. Odiaba disgustar al sencillo muchacho, pero con una pequeña idea era habitualmente posible hacerle feliz de nuevo.



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La mañana del enlace, Harry se despertó ridículamente temprano. Encendió su lámpara y caminó un rato por su celda, hasta que se rindió y se dirigió a ducharse. Ahora no sería capaz de volverse a dormir, estaba demasiado excitado. Su estómago estaba agitado y revuelto por los nervios, y se sentía bastante mareado. Sabía que no podía estar enfermo, no había desayunado todavía y Miranda no empezaría a prepararlo hasta las siete.

Se sintió un poco mejor al salir de la ducha; el agua caliente parecía haber aliviado la agitación de su estómago. De regreso a su celda, se preguntó si debía vestir ya su traje de bodas, pero decidió quedarse con una túnica de diario y encaminarse a la cocina a conseguir una taza de té. Se sentía más nervioso que en Navidad. Se preguntaba si Severus ya estaría despierto. ¿Y no se suponía que era de mala suerte que se vieran antes? ¿O sólo era una superstición muggle?

Se sentó en la mesa del comedor a tomar su taza de té y tratar de tranquilizarse. Su estómago se apretó cuando el líquido caliente entró y trató de serenarle. ¿Por qué estaba tan nervioso? Sólo era el día que determinaría el resto de su vida, era todo. Una vez enlazado con Severus, sabía que permanecería en Eigg para siempre. Éste sería su hogar y nadie podría siquiera sugerir que no debería estar ahí. La desaprobación de Scylla siempre le había hecho preguntarse si realmente debería ser el aprendiz de Severus, y si los demás pensaban sinceramente que él pertenecía a ese lugar. Después de hoy, no quedarían dudas en su mente.

A las seis y media apareció Miranda.

—Madrugaste, Harry. ¿No podías dormir?

—Estoy verdaderamente nervioso —admitió.

Miranda se acercó y le abrazó.

—Claro que lo estás. Nervioso como un novio, ¿cierto? —soltó una risita y empezó a sacar potes y cacerolas para preparar el desayuno—. Yo también estoy emocionada, por eso estoy empezando temprano. Ya está lista la mayor parte de la comida, pero me tomará un rato sacar todo y decorar la mesa. ¡Y también necesito tiempo para arreglarme, y no quiero perderme la ceremonia! ¿Está preparado tu amigo?

—Creo que sí. Estaba tan nervioso como yo cuando llegó ayer. Pero sabe lo que tiene que hacer.

Como si hubiera sido convocado con sus palabras, Neville entró en la cocina. Harry le sonrió.

>>Todavía luces nervioso, Nev.

—Ya que lo mencionas, también tú —el joven sonrió—. Es un gran día, ¿cierto?

—De hecho, lo es —terció Miranda—. No hay nada tan romántico como una boda, ¿verdad?

Harry se preguntó cuán romántico era su maestro. Severo, orgulloso, apasionado, sí, era todo eso… pero, ¿romántico? Los dos jóvenes ayudaron a Miranda antes de ser los primeros en sentarse a desayunar. Harry esperaba que la comida calmara su rebelde estómago.

—Me siento un tanto intranquilo —admitió ante Neville.

—También yo —se echó a reír—. Nunca pensé que estaría tan nervioso como tú, Harry. Yo no soy el que se va a casar.

Severus entró. Vestía su túnica negra de todos los días. Se sirvió algo de comida y se sentó en la cabecera de la mesa, pero no dijo nada. Harry le miró fijamente, tratando de analizar su estado de ánimo, y llegó a la asombrosa conclusión de que el maestro también estaba nervioso. Supuso que no estaba hablando porque no quería descubrirse. El notar los nervios de Severus hizo que Harry se sintiera repentinamente mejor y reasumiera su charla con Neville, a la que se unió Abigail, quien acababa de llegar.

Después del desayuno todos fueron a vestirse con sus trajes formales. Todos querían lucir de lo mejor. El enlace tendría lugar al mediodía, cuando el sol se encontraba en el zenit y la reunión de fuerzas positivas era más fuerte. Todos los invitados lanzarían hechizos de bendición sobre la pareja, así que todos tenían un papel que jugar, aunque fuera menor. Argus, quien no podía utilizar la magia, se había designado a sí mismo como el encargado del confeti —que había comprado en Mallaig— y esperaba que el maestro Snape no le maldijera cuando lo lanzara.

Harry se observó al espejo con Mirada crítica, pero sólo podía ver una pequeña porción de su cuerpo a un tiempo. Eso estaba bien para los días normales, cuando sólo tenía que revisar su cabello o algo así, pero hoy necesitaba uno de cuerpo entero. Sacó su varita, retiró el espejo de encima del lavamanos y lo agrandó hasta que tuvo el tamaño suficiente para mostrar todo su cuerpo. Lo levitó hasta dejarlo apoyado contra una de las paredes de piedra.

Cinco minutos de mirarse fijamente después, decidió que estaba bien. Su cabello seguía mostrándose ingobernable, y sabía por su larga experiencia que estaba condenado a permanecer de esa manera. Pero su traje de enlace lucía extraordinariamente elegante. Era muy diferente de lo que se veía a diario en el mundo mágico y se había sentido nervioso respecto a ello, pero se veía maravilloso. Se paseó frente al espejo, admirando el modo en que los apretados pantalones mostraban la forma de sus piernas, reveladas bajo la corta túnica. La túnica bordada lucía muy suntuosa y se sintió como un príncipe. Sus botas de cuero hasta el tobillo chirriaban un poco y lanzó un hechizo de silencio sobre ellas. No había tenido oportunidad de estrenarlas. Su tía Petunia siempre decía que el que los zapatos sonaran era una señal de que no habías pagado por ellos. Recordarla le provocó una breve punzada de aflicción al pensar en que su familia no asistiría al enlace. Les había escrito una nota pero no había recibido respuesta. En realidad, no la había esperado, pero aún así dolía un poco. Después de todo, su tía era la hermana de su madre; ella debería haber tenido algún sentimiento hacia él.

Apartando deliberadamente los pensamientos negativos, volvió a admirar su reflejo. En ese momento, tocaron a la puerta y Neville entró.

—¿Quieres ayuda para vestirte? ¡Oh, ya estás listo! Luces genial, Harry. ¡Igual que un príncipe medieval!

El otro se echó a reír.

—Severus dijo que me vería como un príncipe de cuentos, y no me sentía muy seguro respecto a esto. Pero tienes razón, luzco como Enrique quinto o algo así —miró a Neville, que vestía una túnica muy formal en un color verde terroso—. ¿Es tu traje del Gremio de Herbologistas?

—Sí. Es lo más elegante que tengo —Neville trató de ocultar lo orgulloso que se sentía, pero falló. Su túnica tenía una insignia bordada mostrando su estatus como Miembro Asociado al Gremio.

—Te ves estupendo. Me preguntó cómo lucirá Severus.

Mientras Harry caminaba hacia el círculo de personas que estaban paradas en el jardín de hierbas, esperándole, lo averiguó. Severus se veía increíble. Más colorido de lo que Harry le había visto nunca, y sus largas y esbeltas piernas embutidas en las oscuras y apretadas mallas hicieron que le mirara fijamente. Sus ojos viajaron hacia arriba para admirar la túnica de damasco, la ajustada camisa bajo ella, y finalmente el rostro de su prometido. Su cabello estaba hermosamente limpio y peinado, y sus ojos oscuros se fijaban en él, mirándole fijamente con idéntica atención.

El jardín estaba cubierto con decoraciones mágicas; cintas, luces, flores y ramas perfumadas, entrelazadas formando guirnaldas. Neville había ayudado a Danyel a crear las guirnaldas de flores silvestres y hojas de árboles de hoja perenne para rodear la cabeza de cada novio —las flores por su frescura y la nueva vida, las hojas perennes para la permanencia.

Harry miró alrededor del círculo que formaban sus compañeros en la Comunidad, todos sonrientes. Vestían sus mejores túnicas y todos lucían diferentes de su apariencia diaria. Una atmósfera de emocionada felicidad inundaba el jardín de hierbas.

Justo a tiempo, con un chasquido de Aparición, un mago del Ministerio apareció en el borde del círculo. Se acercó a los dos hombres que estaban vestidos con túnicas de enlace y saludó:

—¿Maestro Snape? ¿Harry Potter? Me llamo Theodophilus Reason, Juez de Paz del Ministerio, responsable de los registros; me encargaré de ejecutar el enlace y rellenar los reportes oficiales.

Severus estrechó su mano al oficioso hombre, que era un mago de mediana edad que proyectaba un aire de eficiencia. Theodophilus sacó un libro y lo abrió, y sin más comenzó la ceremonia.

>>Queridos amigos, estamos presentes para ser testigos del más feliz de los eventos: un enlace. La pareja ha elegido el más sencillo y antiguo de los Ritos de Merlín.

>>Severus Snape, estás aquí para enlazarte con Harry Potter. Coloca tu mano de varita sobre el Libro de Merlín.

Severus colocó su mano derecha en la página más cercana a él del libro abierto, esperando.

>>Harry Potter, estás aquí para enlazarte con Severus Snape. Coloca tu mano de varita sobre el Libro de Merlín.

Harry colocó su mano derecha en la otra página.

—Ayudantes, por favor, enlacen a la pareja.

George Watson se puso al lado de Severus, alzó su varita y salmodió un monótono hechizo. La lengua no era latín; Harry supuso que se trataba de alguna clase de lengua Celta, quizás palabras pronunciadas por el mismísimo Merlín. Cuando el hechizo concluyó, cuerdas plateadas emergieron de su varita y se enroscaron alrededor del antebrazo y muñeca de Severus.

Neville se adelantó con su varita extendida. Harry notó que temblaba un poco, pero su amigo había estado practicando y expresó el hechizo con claridad; las cuerdas plateadas también rodearon el brazo de Harry.

>>Severus, Harry, si desean ser enlazados, unidos para el resto de sus vidas, junten sus manos.

Severus aguardó a que Harry se moviera. Deseaba unirse a él por siempre, pero también quería que fuera el joven quien tomara la decisión final. Harry no le decepcionó y aferró su mano con rapidez. Una vez unidas las manos, los enlaces de plata cobraron vida, bajando de sus brazos hacia sus muñecas y enroscándose alrededor de las manos unidas. Los hombres se encontraron firmemente atados.

Theodophilus golpeó ligeramente con su varita las manos enlazadas.

>>Si hay amor entre ustedes, este enlace será verdadero.

Como si fueran incitadas, las cuerdas de plata comenzaron a decolorarse; parecía como si estuvieran hundiéndose en las manos entrelazadas. Harry observaba, fascinado. Sus manos unidas parecieron calentarse. El estómago del joven eligió ese momento para volver a retorcerse, haciéndole sentir agitado. Maldijo su nerviosismo, aunque realmente había pensado que ya lo había dominado.

>>El enlace ha sido formado y es verdadero. Ya pueden colocarse los anillos.

George tendió la cajita con los anillos. Severus soltó la mano de Harry y tomó uno de ellos, una sencilla banda de plata, y lo deslizó en el dedo anular de la mano izquierda de su pareja. Luego, colocó el otro en su propio dedo.

>>Severus Snape y Harry Potter, están unidos, corazones y almas, para siempre. Sean amables y amorosos, pacientes y sinceros con el otro, tal como el enlace les señalará. Felicitaciones a ambos —Theophilus retrocedió y cerró su libro de golpe.

Severus sonrió a su esposo, antes de tomarle en sus brazos y besarle. Toda la Comunidad vitoreó y Argus se arriesgó y lanzó el confeti. Los hechizos de bendición de los espectadores se derramaron sobre ambos magos en una lluvia de luces multicolores.

Severus no notó nada de eso; estaba concentrado en su enlace con Harry, concentrado en reclamar a su esposo.

Página de Anuncios Oficiales de El Profeta, 17 de Abril de 1999

Ayer tuvo lugar el enlace de Severus Snape, 41, Fundador y Maestro de la Comunidad del Maestro Snape, Isla de Eigg, Escocia, con Harry Potter, 18, Aprendiz de Pociones de la misma dirección. Los ritos utilizados fueron los ancestrales Ritos de Merlín, dando como resultado un enlace de vida y almas.




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MensajeTema: Re: The Blesséd Boy. Capítulo 26. Corazones y almas, por siempre    The Blesséd Boy. Capítulo 26. Corazones y almas, por siempre  I_icon_minitimeSáb Jun 14, 2014 2:48 pm

que bonita boda... *w* y no me invitaron malos...T_T..XD hahahaha
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