La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Marked Man. Capítulo 31. La función se repite

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alisevv

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MensajeTema: The Marked Man. Capítulo 31. La función se repite    The Marked Man. Capítulo 31. La función se repite  I_icon_minitimeVie Ene 14, 2011 9:24 pm

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—Estamos haciendo impresionantes incursiones, Severus. Sabía que sucedería en cuanto el viejo tonto dejara de entrometerse.

—De hecho, mi Amo. Todo es más fácil ahora. Los miembros de la Orden que quedan no son buenos planificando, y carecen de habilidad para influir en aquellos que ostentan posiciones de poder. Resistirán, pero no les daremos tiempo para reagruparse.

El extraño siseo que siguió hizo saber a Severus que su amo estaba de buen humor. Sonrió a Voldemort. Era una criatura ridículamente fácil de manipular. Él tenía años de experiencia en ocultar sus verdaderos motivos al Señor Oscuro, y desde que había matado a Albus, su amo rara vez trataba de husmear en su mente. Severus, ‘el más fiel de los sirvientes’, estaba más cerca de conseguir la total confianza de Voldemort de lo que nadie había podido lograr.

>>Nuestra próxima tarea, creo que lo mencionaste, ¿es la jauría de los hombres lobo?

Voldemort volvía a estar concentrado en su reunión de planificación con su segundo al mando. Él siempre había apreciado el cerebro de Severus, aunque con precaución. Ahora estaba seguro de la lealtad del hombre —su profunda oscuridad personal— y se sentía feliz de tenerle de su lado. Los puntos de vista de Severus eran provechosos y eficientes, y era un astuto planificador.

—Sssi. Creo que el viejo tonto envió a su mascota lobuna a hablar con ellos. No le fue bien. Las manadas están descontentas, sólo yo puedo ofrecerles avance y aceptación.

—Recomendaría cautela. No ofrezcas demasiado, mi Amo…

—¿Crees que soy idiota, Severus? Ofreceré sólo lo necesario para ponerles de mi lado. Son feroces en la lucha y me gustaría que la batalla final fuera durante la luna llena. Podemos controlar la sincronización. Si le cumplo todas sus peticiones es algo que se verá después.

Severus inclinó la cabeza.

—Por supuesto, mi Amo. Pero las promesas incumplidas pueden volver para morder, si se hacen a hombres lobo, y no queremos eso.

Voldemort empezó a sisear de nuevo. Oh, estaba de muy buen humor, era evidente. Apreciaba el sarcasmo de Severus, finamente velado por el ingenio. El maestro en Pociones rió con él, encantado de que el Señor Oscuro no pareciera desconfiado en absoluto. Acababa de perder un Horcrux, y el antiguo profesor de Pociones quería observarlo detenidamente para decidir si había sentido algo cuando eso pasó. Con mucho, Severus se sentía muy satisfecho.

—Por supuesto que tienes razón al recordarme eso. Eres invaluable y tus consejos siempre son buenos. Tus visitas me animan, Severus. Cuando te marchas, me quedo aún más seguro de la victoria que nunca.

El otro sonrió. Planear con Voldemort ciertamente era algo bueno; podía lograr que él fuera lo bastante descuidado como para pasar por alto los detalles de menor importancia. Aquellos que le matarían. Sabía que debía tener mucho cuidado al engañar a la mortal criatura, pero lo había estado haciendo por años. En esos momentos era incluso más crítico hacerlo, pero con la ayuda de Harry podría lograrlo.

Harry había aparecido espontáneamente en su mente. De inmediato, cortó el pensamiento; no podía permitir que Voldemort le viera ahí. Él siempre había controlado su mente rígidamente en presencia del Señor Oscuro, así que esta inesperada imagen de su esposo era desconcertante. Examinaría las razones más tarde… ¿El enlace, quizás?

Continuó hablando con su Amo y observándole tan detenidamente como podía. Estaba consciente de que Voldemort podía estar haciendo lo mismo con él, pero lo dudaba. La muerte de Dumbledore había hecho crecer su confianza en él hasta un punto que casi asustaba. Contuvo un estremecimiento de satisfacción, dándose cuenta que estaba anticipando el día en que sus planes dieran fruto. No se le escapaba la ironía de que Voldemort estaba haciendo exactamente lo mismo



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Harry estaba sentado en la cocina de Mablethorpe. Severus había ido a ver a su amo, así que él había regresado a casa de Remus. Ron y Hermione estaban de nuevo en Hogwarts. Se había sentido un tanto despojado después de la partida del hombre. Ahora observaba fijamente la superficie de su té, preguntándose qué seguiría. Había destruido un Horcrux y los que quedaban estaban sin identificar; debía esperar, dejar a sus amigos actuar. La adrenalina corriendo luego de la destrucción del relicario se estaba convirtiendo en algo vivo en su recuerdo, y no podía evitar sentirse algo desalentado.

Y estaba casado… enlazado. Severus y él habían tenido sexo. ¿Cómo lo había descrito Severus? Muy buen sexo. De hecho, eso era un elogio viniendo del hombre. Harry debería sentirse muy complacido de si mismo esa mañana. Había perdido su virginidad, y Severus parecía haber disfrutado, y había insinuado que él también. Se removió en la silla pensando en las sensaciones de su trasero, que confirmaba lo que Severus había dicho. ¡Si sólo pudiera recordar!

Era extraño, igual a lo que la gente describía que sentía después de haber tomado mucho. Su mente parecía tener un espacio en blanco; siempre que intentaba dirigir sus pensamientos hacia el tiempo perdido, no encontraba nada allí. Apenas un vago sentimiento de cercanía. Recordaba los besos y los abrazos, con los que se sintió bien. Recordaba… el pánico. Se había aterrado; sí, eso fue. No le extrañaba que Severus hubiera utilizado la poción. Se maldijo a sí mismo, odiando su imposibilidad para evitar esas reacciones fóbicas. Quizás pudiera manejarlo mejor esa noche, ahora que ya lo había hecho una vez. Eran las cosas nuevas las que siempre le atemorizaban. Una vez que se acostumbrara a la actividad, todo iría bien. O eso esperaba.

Tomó un sorbo de té.

También estaba todo ese asunto de la poción de amor. ¿Cuán trastornado era hacer eso? Toda su turbación, su creencia de que pasaba algo malo con él porque no podía establecerse en su relación con Ginny, había sido innecesario. Su creencia de que era sexualmente defectuoso había sido reforzada por eso, y ello había hecho que sus problemas con Severus empeoraran, y nada de ello había sido necesario. Era una poción inductora. Se sentía furioso respecto a eso. Ginny le había utilizado, manipulando sus sentimientos con el único objetivo de tener sexo con él, o incluso peor, atraparlo en una larga relación, posiblemente hasta un matrimonio. Eso habría arruinado su vida; casi lo había logrado.

¡Gracias a Merlín Severus había podido ayudarle! Su paciencia y cuidado los había acercado, progresando incluso hasta el punto de superar su fobia. Sintió una oleada de calidez y agradecimiento hacia su adusto pero intuitivo marido. Quizás Severus siempre había sido así, y pocos pudieron ver más allá de su áspera personalidad exterior hasta descubrir la maravillosa persona que vivía dentro. Dumbledore había visto la verdad, y siempre había tratado de que él también la viera. Finalmente —finalmente— Harry lo había hecho. Pensó con cariño en el viejo mago y meditó que Albus estaría complacido del modo en que él había cambiado hacia Severus.

Dio otro sorbo a su té.



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Harry decidió quedarse a cenar con Remus, Ron y Hermione. No estaba seguro de si Severus querría que llegara a Spinner’s End para cenar, o a qué hora acostumbraba comer, así que para evitar dificultades aceptó la oferta de Remus.

Ron y Hermione estaban un poco desalentados.

—Siento como si hubiéramos revisado el castillo desde las almenas hasta las mazmorras —se quejó Ron, con su exageración habitual—. Y todavía no encontramos nada. Ni siquiera una pista.

—Sigo creyendo que la encontraremos, Ron —argumentó Hermione—. Aunque debo admitir que es desalentador, esperaba haber podido encontrarla antes. El tiempo se acorta a medida que Septiembre se acerca.

—Yo estoy menos preocupado por eso que por el hecho de que todavía no sabemos cuál es el último Horcrux —terció Remus—. Dumbledore sospechaba que se trataba de algo ligado a Gryffindor o a Ravenclaw, y aunque yo estoy de acuerdo, no nos sirve de mucho. No conocemos ningún artículo que haya pertenecido a Rowena, y creo que los de Gryffindor han sido descartados.

—Bueno, está la espada, pero se encontraba segura en posesión del propio Dumbledore, así que podemos descartarla —convino Hermione—. Además, tú manejaste esa espada, Harry. Habrías notado si fuera un Horcrux, ¿no?

—Pienso que hubiera sentido algo… —murmuró el aludido, frunciendo el ceño. Estaba tratando de recordar lo que había sentido al manejar la espada de Godric Gryffindor, pero no había percibido nada inusual—. No, no, era sólo una espada. Yo estaba algo preocupado con el ataque del basilisco, pero aún así no noté nada extraño; no como con el diario.

—El otro objeto de Gryffindor es el Sombrero Seleccionador. Aunque posee extrañas propiedades, tampoco creo que sea un Horcrux. Ustedes se sentaron bajo él más recientemente —dijo Remus, mirando a sus jóvenes compañeros—. ¿Alguno notó algo que pudiera tener relevancia en relación con los Horcruxes?

—Teníamos once años —replicó Hermione—. Todo lo que recuerdo es el sorteo y que me mandó a Gryffindor. Ron, ¿tú notaste algo?

Ron había estado concentrado en comer, y como era habitual, había contribuido poco a la charla en la mesa.

—¿Eh? No… pienso que no. Fue sólo un sorteo, nada más. Y en todo caso, ese sombrero estaba guardado en la oficina de Dumbledore, igual que la espada. No veo posibilidad de que pudiera haber sido convertido en un Horcrux.

—No. Estoy de acuerdo —aceptó Remus.

Un silencio reflexivo descendió mientras terminaban de cenar. Cada uno estaba desanimado, inseguro acerca de cuál sería el próximo paso. Ron y Hermione al menos podían proseguir con su investigación. Harry estaba comenzando a sentirse como si estuviera de más.



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A las ocho en punto, Harry se Apareció en Spinner’s End.

Severus alzó la vista ante su llegada.

—Pensé que no ibas a venir, Harry —le reclamó—. Decidí comer. ¿Supongo que ya cenaste?

Harry se sintió incómodo. La verdad era que no había esperado que Severus cocinara para él.

—Umm, bueno, sí. Comí en Mablethorpe. No sabía que me guardabas cena.

—Estamos casados —replicó el hombre con voz sin inflexiones—. Es normal que los esposos coman juntos.

Harry asintió.

—Supongo. Lo cierto es que nunca pensé en ese asunto.

—Habitualmente, ése es tu problema, no piensas —gruñó Severus.

—Bueno, no sé a qué hora acostumbras cenar ni nada de eso. No quise asumir que cocinarías y sentirme incómodo si no lo hubieras hecho. Nunca mencionaste que lo harías —a ese punto, Harry estaba a la defensiva, y un poco enojado, pero podía sentir la decepción de Severus.

El hombre soltó un suspiro.

—Puedes asumir que te alimentaré cada noche a partir de ahora, Harry. Puedes venir a cualquier hora después de las seis, como ya te dije —elevó los brazos hacia él—. Oh, ven aquí y permíteme empezar de nuevo.

El joven se introdujo entre los fuertes brazos, y olvidó su culpa y enfado al tiempo que su esposo le besaba. El beso de Severus parecía hambriento, como si le hubiera extrañado, algo que hizo que Harry se sintiera querido y feliz.

>>¿Te gustaría que jugáramos una partida de cartas antes de acostarnos? —preguntó Severus, con voz baja y ronca.

—Umm —Harry, tan erudito como siempre, se retorció entre los brazos del hombre, renuente a abandonar el abrazo—. ¿Podríamos simplemente irnos a acostar?

Casi tapó su boca con las manos. Sencillamente, había expresado lo que estaba pensando. No había tenido la intención de hacerlo, pero era como si tuviera que contestar con la verdad, y con la verdad completa.

Severus sonrió.

—No seas tímido, Harry. Dime lo que realmente deseas —bromeó.

Harry rió aliviado. A Severus no le importaba; por el contrario, parecía complacido con su petición.

>>Vamos entonces —propuso el mayor, girándose y guiando a su pareja a través de la puerta oculta, con cuya ubicación ya estaba familiarizado.

Harry nunca había subido las escaleras de Spinner’s End, y miró a su alrededor mientras ascendía detrás de su esposo. El mismo sórdido papel tapiz subía hacia el rellano A juzgar por el color y el diseño, los señores Snape debieron haber tenido gran dificultad cuando decoraron, una considerable cantidad de años antes.

Severus empujó para abrir una puerta situada a mano derecha.

>>Éste es el cuarto de baño —informó. Harry vio una habitación rectangular pintada de blanco, con una bañera a un lado y un lavamanos en el de enfrente. Había una ventana con cristal esmerilado, que permitía pasar la luz pero no la visión— y el aseo —continuó, abriendo la siguiente puerta en el mismo lado del pasillo. Una cisterna anticuada con un tirador de cadena llenaba el pequeño recinto—. Y, finalmente, nuestra habitación —abrió la primera puerta a la izquierda—. No es romántico, pero es nuestro lecho nupcial —terminó, mirando a Harry con lo que éste interpretó como una mirada bastante nerviosa.

Harry entró en la habitación. El encontrar el mismo papel tapiz que en el resto de la casa no debería haber sido una sorpresa, y no lo fue. Había una cama matrimonial con una sencilla armazón de madera. Una larga cómoda de madera oscura, con ocho gavetas, y bastante amplia incluso para las túnicas que Severus usaba en Hogwarts. Había también un alto armario a juego que, aunque funcional, era inagotablemente feo. Harry pudo haberse deprimido, pero estaba decidido a lograr que todo saliera lo mejor posible.

—No hay fotos por ningún lado, Severus —comentó.

—Siento aversión hacia las fotografías, tanto muggles como mágicas —contestó brevemente.

Harry imaginó que cuando alguien se veía como Severus, la cámara no debía ser su amiga. Con todo, el sitio podía mejorar.

—¿Puedo traer algunas de mis fotos y ponerlas? Me gustaría aclarar un poco el ambiente, es un tanto deprimente —no tenía intención de agregar el último comentario, pero al parecer tenía que ser honesto con Severus, incluso cuando decía algo en contra de su propio sentido común.

Puedes —contestó con una sonrisa—. Pero necesitaremos lanzarles hechizos de ocultamiento para que sólo podamos verlas tú y yo. Estoy seguro que un visitante curioso estaría encantado de encontrar fotos del Niño Que Vivió en mis habitaciones.

Harry asintió con tristeza. Eso era apenas demasiado cierto. El pensamiento de Severus teniendo que explicar a algún entrometido Mortífago el porqué tenía fotografías suyas en su habitación era incómodo. A través de su fortalecido enlace, sintió que Severus se sentía un poco triste, probablemente pensando en su falta de atractivo físico. Harry se sintió frustrado por eso. A él no le importaba cómo se veía, él era su esposo; era sencillamente Severus. Se adelantó y deslizó sus brazos por el cuello del hombre. Con una deliciosa naturalidad, comenzaron a besarse.

Cuando se separaron, Severus habló casi sin aliento:

>>¿Estás notando alguna diferencia en tus pensamientos, Harry?

—Er, ¿qué clase de diferencias? —indagó, receloso de que se estuviera refiriendo a sus sentimientos sexuales.

—¿El modo en que piensas sobre mí, por ejemplo?

—He notado que no puedo mentirte, ni ocultarte nada. Supongo que es un regalo, pero podría ser difícil si estuviera tratando de ser diplomático.

—Hmm… Sin embargo, eso no sería un problema para mí. Acostumbro ser brutalmente sincero.

Harry rió entre dientes.

—Eso es una manera cortés de exponerlo —comentó, empezando a desabotonar su camisa.

Los ojos de Severus siguieron los movimientos de su esposo con avidez. Aparentemente, Harry había dicho en serio lo de ir a la cama y tener sexo. Decidió tomar ventaja del buen humor del joven y empezó a quitarse sus propias ropas. Harry se desnudaba sin vacilar, siguiendo el patrón que Severus había notado antes: luego de que hacía algo una vez, estaba bien. Era como si cada etapa de intimidad fuera un obstáculo a ser superado

Harry había llegado a su ropa interior. Severus, quien se estaba quitando zapatos y medias, le observó por el rabillo del ojo para ver si vacilaba. Su corazón dio un brinco al notar que el joven enganchaba sus pulgares en la cinturilla de su interior y se deshacía de ellos rápidamente y sin ninguna duda aparente. Él se bajó los pantalones, decidido a alcanzarle. La mano de Harry se extendió y detuvo su actividad. Severus miró los ojos verdes, temeroso de ver en ellos censura o incertidumbre. ¿Harry habría cambiado de opinion?

—Déjame hacer eso, Severus —pidió el joven con los ojos oscurecidos de lujuria.

Las manos de Harry se deslizaron dentro de los bóxers de su esposo y los jalaron hacia abajo. Severus sacó las piernas para deshacerse de ellos. Los ojos verdes se posaron sobre la creciente erección. Severus casi tembló al ver la lengua del joven deslizarse hacia afuera y trazar la línea de sus labios. Eso no era bueno; no podría soportar permanecer quieto más tiempo.

Se abalanzó. Tomó a Harry en sus brazos y se lanzó con él sobre la cama, comenzando a perderse en la maravillosa sensación de cercanía y calidez que le arrasó tan pronto como sus besos se volvieron más profundos. Nunca se había sentido tan cercano a nadie. Esto le hacía sentir una sensación de mareo y pérdida de control. Usualmente odiaba eso, pero en ese momento quería abrazar esa sensación, ahogarse en la experiencia de hacer el amor a su esposo.

Ambos estaban desnudos y totalmente excitados. Sus pieles parecían extremadamente sensibles, y la sensación de las carnes presionando una contra la otra provocaba que ambos gimieran. Sus erecciones eran calientes, duras, y necesitadas de atención urgente. Frotaron sus caderas una contra otra, ansiando aumentar la presión.

—Severus —jadeó Harry—. Por favor…

—¿Qué deseas, Harry? —esperaba que el joven quisiera sus manos o su boca, y si tenía suerte, conseguiría el mismo tratamiento.

Harry estaba siendo arrastrado por una marea de sensaciones, de anhelo. Sabía que el enlace estaba presionando por la fuerza de sus emociones y el deseo corriendo por sus venas. Debía ser honesto y apartar su timidez y vacilación naturales. Se había desnudado, y había ayudado a Severus a desnudarse, porque lo deseaba.

—Te quiero a ti, Severus —gimió.

—Tú me tienes, amor —gruñó el hombre a su oído—. Me tienes, por todo el tiempo que quieras.

Ante las palabras de su esposo, Harry se estremeció con una sensación de culminación. La necesidad de ser honesto se había enraizado y ya no fue capaz de mentir a Severus más de lo que se mentía a sí mismo.

—Quiero que me folles, Severus —gimió. Y supo que de hecho sí, eso era justo lo que deseaba.

A esas alturas, el hombre estaba más allá de cualquier cuestionamiento. Sus sentimientos le habían atrapado de un modo contra el cual no estaba preparado para luchar. Lanzó un Accio hacia el tubo de lubricante y untó sus dedos, relámpagos de cruda excitación inundándole incluso mientras lo hacía. Podía sentir en Harry los ecos de una excitación y emoción similares.

Harry abrió las piernas y elevó sus caderas.

>>Por favor, Severus —gimió.

Los largos dedos acariciaron las bolas del joven, mimándolas. Harry se retorció. Era muy bueno, pero no lo que él necesitaba. Elevó nuevamente las caderas para animar a su esposo para que moviera los dedos hacia atrás.

Severus se perdió. Ya no pensaba, sólo actuaba por instinto, o quizás por un deseo común. Rodeó la entrada de Harry, antes de deslizar el dedo en su interior. El chico se entusiasmó y Severus, animado, aceleró. Ahora no sería capaz de parar ni aunque su pareja se lo pidiera; estaba demasiado cerca del Cielo, no podía detenerse.

Harry no habría soportado si su esposo se hubiera detenido. Su cuerpo parecía saber qué hacer; sus músculos estaban relajados, y la sensación de los dedos en su interior era un tormento. Deseaba más.

Severus encontró que Harry respondía con avidez. Le sintió abierto y estirado mucho más rápido de lo que había esperado, y eso resultaba un alivio. Su polla ya dolía de necesidad, y todo él urgía por estar dentro del hermoso cuerpo, unir sus carnes en una sola, tal como sus almas estaban unidas. Colocó su miembro y empujó hacia delante, encontrando la entrada de Harry sin error y hundiéndose de una estocada.

Harry gimió sonoramente. Una minúscula porción del cerebro de Severus se preguntó si su esposo estaría bien, pero fue callada por la inmensa acometida de satisfacción, sensación, calor, calidez, y el puro y fuerte amor que le rodeaba. Harry empujó hacia él y pidió en voz alta:

>>Sí, sí; oh, sí, Severus. Oh, por favor…

Ahora, ambos estaban perdidos, juntos. Embestían uno contra el otro; juntos se sacudían y giraban. Juntos estaban actuando como uno solo y ninguno sabía realmente dónde terminaba su cuerpo y empezaba el de su esposo. La intensidad de las sensaciones les hacía arder. Estaban tan cerca físicamente, tan unidos mental y emocionalmente por su amor y su enlace mágico, que eso no podía durar mucho. Sus espíritus convulsionaron y sus cuerpos les siguieron, apretando, pulsando y vaciando su tensión y su amor en el otro.

Cuando volvieron a ser ellos mismos, eran un revoltijo de sudorosos miembros enredados.

>>Severus —susurró Harry.

El hombre entreabrió los ojos y le recibió la visión de un extremadamente despeinado Harry, con el cabello enredado y sudoroso. Los ojos verdes mantenían una mirada soñadora, expresión que ambos habían ganado como resultado de haber alcanzado niveles de éxtasis que ninguno de los dos había soñado que existieran.

—¿Sí? —contestó con voz ronca.

—Tenías razón… Debimos tener muy buen sexo. Sólo hay un problema…

El hombre sintió una punzada de alarma. Harry lo notó y se apresuró a agregar:

>>Ésa es, definitivamente, la declaración más modesta que he escuchado jamás.

Severus sonrió, para luego soltar una carcajada. El joven se le unió en una oleada de felicidad que les bañaba a ambos. Si así iba a ser el matrimonio con Severus, Harry esperaba que no terminara jamás.




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Última edición por alisevv el Lun Mayo 23, 2016 7:30 pm, editado 2 veces
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MensajeTema: Re: The Marked Man. Capítulo 31. La función se repite    The Marked Man. Capítulo 31. La función se repite  I_icon_minitimeLun Jun 16, 2014 6:19 pm

POR FINN POR FINN..XD hasta que los sentimientos de sev le llegaron a harry....aunque es por culpa del enlace pero bendito enlace..>.<
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http://yukif.livejournal.com/
 
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