alisevv
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| Tema: The Marked Man. Capítulo 21. Avances significativos Lun Jul 12, 2010 8:51 pm | |
| —Severus, lo tenemos! —soltó Harry nada más Aparecerse en la salita de Spinner’s End—. Conseguimos el relicario Horcrux.
Corrió hacia el hombre y le engulló en un abrazo feroz. Se sentía triunfante y feliz. Se estaba permitiendo a sí mismo creer que esto podría funcionar; funcionaría, y la adrenalina de optimismo que le inundaba se sentía muy bien. No había sentido esa oleada de alegría salvaje desde que capturó la snitch durante su último partido de quidditch en Hogwarts. Se preguntaba si era el hecho de que estuviera allí, en la casa de Severus, apresándole entre sus brazos, lo que lograba que sintiera esa renovada sensación de… felicidad. Eso era lo que sentía… felicidad. Sacudió la cabeza, asombrado, y rió en voz alta.
Severus se retiró, sin soltar a Harry, pero sí lo suficiente como para observar la expresión del joven.
—Son noticias maravillosas, Harry —expresó con calidez—; pero hay más, ¿verdad?
Sus ojos negros brillaron y supo que Harry se había dado cuenta que él realmente quería una respuesta. Pensaba que, últimamente, el joven estaba leyendo mucho mejor sus estados de humor, por el simple hecho de pasar tanto tiempo juntos como iguales. ¿Quién habría pensado que sería tan sencillo como eso? Ese mutuo respeto creciendo durante esta misión conjunta. Por alguna razón, Severus había pensado que Harry siempre seguiría siendo ‘Potter’, su adversario, y que trataría de mantenerse apartado de él.
Harry se dio cuenta de lo que el otro deseaba. ¿Por qué no admitirlo? Las cosas pintaban muy bien ahora, y no haría daño dar al hombre esa satisfacción.
—Sí. Yo lo creo, Severus. Creo que podemos hacer esto. Creo que incluso puedo hacer la parte del sexo.
Tan pronto como lo dijo, se encontró sorprendido de sí mismo. No era algo que hubiera reflexionado a conciencia; había crecido en él, y había llegado a su boca de manera imprevista. Quizás llevaba un tiempo ahí, bajo la superficie, apenas esperando encontrar una fisura, y las emociones de haber traído el Horcrux habían detonado ese momento de revelación.
Severus le miró fijamente. Harry se veía feliz, fuerte, y confiado; ruborizado y excitado. Principalmente, lucía tan sexy como el demonio. Severus le besó.
La respuesta de Harry fue exuberante y muy satisfactoria. El mago mayor se puso rápidamente duro; más duro y rápido que nunca antes. Su polla tenía mente propia, y pensaba que iba a ser satisfecha esa noche. Sus manos empezaron a vagar por la espalda de Harry, familiarizándose con la forma del juvenil cuerpo. Harry no era alto, pero tenía una figura hermosa —compacta y musculosa sin ser achaparrado— que se sentía flexible, ágil y firme bajo los dedos y palmas de Sev.
El muchacho gimió en la boca del mayor. Se acercó más a él y sus caderas empujaron por instinto, buscando algo que aliviara la creciente tensión. Severus deslizó sus manos hacia la esbelta cintura y le aferró. Aunque quería rendirse a este nuevo y ansioso Harry, no podía desterrar a ese guardián interno de su mente que susurraba, incluso ahora, ’se cuidadoso; un paso a la vez, no le asustes’. Gruñó en respuesta a su propia batalla mental. Harry respondió con otro empuje de sus caderas, interpretando el sonido como algo sexual en lugar de una muestra de frustración intelectual.
Severus deslizó sus manos bajo el dobladillo de la franela de Harry. La sensación de la carne caliente y suave del joven era muy diferente a la provocada por las caricias sobre la ropa que era lo que había conseguido hasta ahora. Harry era tan vivo, tan receptivo. Podía sentir la magia de su cuerpo, que le recordaba cuán poderoso era como mago, y cuánto más crecería su poder. El reconocimiento trajo una emoción de miedo, pero una emoción al fin y al cabo. Él siempre se había sentido atraído por el poder. Había sido instruido por dos de los magos más poderosos del mundo, y ahora estaba destinado a un tercero. El pensamiento hizo que su polla saltara de excitación. Harry era casi demasiado bueno para ser verdad: predestinado, poderoso, amoroso y valiente. En ese momento, era incapaz de pensar en nada más atractivo, y la comprensión de que Harry Potter —aquí en sus brazos— era el epítome de todo lo que deseaba, le golpeó con una fuerza arrasadora. Sintió que se quedaba sin aire y se doblaban sus rodillas, y se retiró hacia atrás para jadear.
—Vamos a sentarnos, Harry.
El Gryffindor casi empujó a Severus sobre el sofá.
—Podemos hacer esto, ¿verdad? —exclamó entusiasmado.
—Sí, podemos. Voldemort no tiene esperanza.
Harry notó que Severus había usado el nombre de su enemigo, y se dio cuenta que ello le animaba a él mismo.
Con manos inestables, el dueño de casa sirvió una copa de vino para cada uno. El joven no estaba demasiado interesado en el licor, pero Severus necesitaba un poco. Su cabeza estaba dando vueltas ante la magnitud de lo que parecía estar sucediendo allí esa noche.
—Severus, ¿tienes lista la poción?
—¿La Exanimae Dementorum? He estado preparándola por etapas desde que descubrí todo esto. Inicialmente, como investigación y desafío, pero últimamente como algo que necesitaremos. Es un proceso largo, pero la tendré lista para el próximo martes. He elaborado suficiente como para lidiar con unos cuantos Horcruxes, creo. A menos que sean mucho más grandes de lo que imagino. La poción que utilizaremos para cada uno no podrá ser usada nuevamente. El relicario no es demasiado grande, ¿verdad’
—Bueno, es pesado y anticuado, pero no, no es muy grande. Podrías sumergirlo en un tazón de pudín.
Severus sonrió.
—Oh, creo que traeré un caldero, Harry. Un tazón de pudín no brinda mucha atmósfera, y este objeto mágico merece nuestros respetos.
—Hmm —meditó—. Temo decirte que yo no lo respeto realmente. Desearía que tal magia oscura no existiera en absoluto.
Se dio cuenta que sonaba infantil, pero no podía evitarlo. Si Voldemort hubiera sido maldecido hasta el fondo más profundo del infierno, esto no sería necesario.
Severus levantó una ceja, y Harry no necesitó que dijera nada para saber que se estaba burlando de él. Sabía que era infantil desear que las cosas fueran diferentes, pero no podía evitar hacerlo de todas formas. Toda la situación era gótica en extremo: reunir los fragmentos esparcidos del Señor Oscuro para poder destruirle era el material de los mitos en los albores de la humanidad. Cuando ese Señor Oscuro era Voldemort, era materia de pesadillas.
Harry no deseaba pensar en Voldemort en ese momento. Severus había bajado su copa, girándose de nuevo hacia él, deslizando sus manos por debajo de su franela para volver a acariciarle. Estaba consciente de las sensaciones de las manos del hombre en su espalda. Se sentía extraño —Harry nunca se había permitido ser tocado así— pero no se sentía mal. Severus estaba apenas sosteniéndole, sin gesto amenazador, acariciando suavemente la piel de su cuerpo.
Harry deseaba esto; seguía completamente excitado, y no quería cambiar el humor de ambos hablando acerca de Voldemort. Expulsó totalmente el tema de su mente, y se inclinó para besar a Severus.
El hombre respondió, feliz. El que Harry iniciara el beso era algo que encontraba excitante. No deseaba que su matrimonio fuera unilateral; siempre el ‘cretino grasiento’ persiguiendo al joven, que sólo se controlaba y aguantaba sus caricias. Severus no se ilusionaba acerca de su apariencia, pero el tener que insistir continuamente en los toques íntimos tampoco estaba favoreciendo a su imagen de sí mismo. Estaba tratando de iniciar a Harry en el arte de hacer el amor tan amablemente como podía, pero realmente hubiera preferido a un igual en la cama, alguien que, incluso si no le encontraba atractivo, fuera capaz de corresponderle. De ese modo, podría ignorar que era un matrimonio arreglado, un enlace forzado, al menos mientras estuvieran en la cama. La inocencia de Harry era un recuerdo constante de la realidad de la situación, y aunque no podía ser remediado en esta etapa, le animaba el descubrir que bajo esa fobia, el muchacho podría desearle lo bastante como para asegurar la paz mental de Severus.
Esta noche, al parecer, era un momento de esperanza en todos los frentes. El hombre mantenía sus manos en movimiento, trazando la carne de Harry. El joven lo había permitido hasta ahora y estaba relajado en los besos. Severus estaba duro como roca; no se necesitaría mucho para que esa voz interior se viera abrumada por una acometida de pasión. Movió las manos hacia el frente del cuerpo juvenil, delineando el abdomen y los músculos pectorales. Acarició deliberadamente los pezones, y la reacción de Harry fue satisfactoria.
El joven jadeó. Severus había hecho esto antes, sobre su franela, pero la sensación mientras su amante frotaba el centro de sus tetillas con los dedos fue como una oleada de electricidad. Apretó las caderas del hombre, donde sus manos estaban reposando, y gimió.
Severus se retiró nuevamente y miró profundamente los ojos verdes.
—No hay necesidad de que sigamos retrasándolo, Harry. La próxima semana destruiremos el Horcrux. Llevaré la poción a casa de Remus el martes en la noche y lo haremos. Luego, aceptarás casarte conmigo.
Harry asintió y respiró profundamente.
—Sí. Sé que tienes razón, Severus, pero no puedo evitar sentirme nervioso con todo esto. Estás siendo muy bueno, pero me asusta la posibilidad de salir corriendo en el momento decisivo…
El hombre asintió. Harry se veía como si sinceramente quisiera hacer esto.
—Puedo suministrarte una poción para nuestra noche de bodas… No te hará perder la conciencia, pero te tranquilizará y evitará que entres en pánico. A ninguno de nosotros le interesa hacer esto difícil.
Harry frunció el ceño. ¿Quería eso? ¿Una poción que le calmara, que le asegurara no entrar en pánico? Por supuesto que lo quería… en cierto modo. Entonces, ¿por qué se sentía herido? ¿Era porque Severus estaba siendo tan lógico? ¿Era porque eso le recordaba que Severus estaba haciendo todo esto sólo por destruir a Voldemort? ¿Cuán tonto podías ser eso? ¿Por qué debería importarle? Todavía odiaba a Severus, ¿no? Incluso mientras lo pensaba, indignado por la idea de que el hombre le drogara en su noche de bodas, sabía que no era cierto. No le odiaba desde que se habían reunido en Las Piedras de Rollright y había tocado su brazo en señal de bienvenida. En ese momento la venda había caído de sus ojos, aunque no lo hubiera admitido.
Tragó con fuerza y asintió.
—Tienes razón, no hay motivos para retrasarlo más. Me alegra haber tenido la oportunidad de conocerte primero, Severus, pero es hora de proseguir con esto, ¿cierto? ¿Redactarás el contrato?
—Sí. Lo hare mañana. Puedes llevártelo y leerlo con los demás. Lo firmaremos el miércoles. ¿Estás de acuerdo?
Harry se encogió de hombros. El día de la semana era irrelevante; el miércoles sería tan bueno como cualquiera. Había alcanzado el punto de no retorno. Algo hizo clic dentro de su cerebro; algún engranaje que marcaba la ‘aceptación’ cayó en su lugar y nuevos procesos de pensamiento tomaron el mando. Dejó caer sus manos hasta el dobladillo de su franela.
Severus sintió el movimiento y se preguntó si Harry iría a apartarlo; en cierta medida, había estado esperando eso desde que había deslizado sus manos por la carne desnuda del joven.
En un movimiento grácil y decidido, Harry aferró la franela y la sacó por encima de su cabeza, para luego lanzarla hacia atrás, sin importarle dónde caía.
Los ojos de Severus se abrieron de par en par, primero por la sorpresa, luego en apreciación ante el cuerpo juvenil. Jadeó. Harry sonrió.
—¿Sorprendido, Snape?
—Tengo que confesar que usted lo tiene, señor Potter —contestó, atrayéndole y comenzando a besar su cuello, deslizándose suavemente, acariciando el sensible punto donde el cuello se unía a los hombros. Era tan grato sentirse libre de mirar y explorar aquello que estaba aguardando por él. Gimió su gratitud.
Harry se retorció de sensual placer. Este hombre iba a convertirse en su esposo. Estaba bien, era correcto que hicieran eso. Realmente sentía todo ese placer, y así debía ser. Los besos de Ginny, insistentes y enérgicos, nunca le hicieron sentir así. Ginny quería algo de él, algo que no podía darle. En cambio, Severus quería darle algo; ésa era la diferencia. Ésa, y su fuerte cuerpo masculino. Harry hubiera pensado que eso le desanimaría, pero no era así. Severus era delgado y fuerte. La ligera barba de su rostro raspaba ligeramente mientras le besaba, y eso también se sentía bien. Severus olía bien; su sudor masculino era almizclado, y hablaba de sexo y poder al excitado cerebro de Harry. Rodeando firmemente con sus brazos a Severus Snape se sentía cómodo, se sentía en casa. Gimió en respuesta.
—Es tan lindo, Severus.
El hombre levantó la cabeza y miró de nuevo los ojos verdes. Harry deseó gemir ‘¡no te detengas!’
—¿Qué es lo que quieres, Harry?
¡Esa voz! Iba directo a su polla. ¡Oh, cuanto deseaba eso! ¿Seguramente Severus sabía lo que quería?
—Tócame —jadeó.
Bajó sus manos con gentileza por los costados de Harry, apreciando la figura y musculatura del joven. No podría haber ordenado un modelo mejor, pensó brevemente.
“Éste es Harry Potter, y es absolutamente grandioso, y completamente mío.”
Llevó sus manos al botón de los jeans, que soltó con un rápido y eficiente movimiento. Aferró el cierre.
Harry jadeó. Severus se congeló y le miró a los ojos una vez más. ¿Entraría en pánico con el siguiente paso? Era su patrón…
—Por favor… —gimió el joven.
Por un momento, Severus se sintió confundido, pensando que le estaba pidiendo que se detuviera, pero el joven empujó sus caderas hacia adelante y todo se aclaró. Harry deseaba que él liberara su polla; y Severus no necesitó que se lo pidieran dos veces. Bajó el cierre.
Al instante, el erguido miembro pulsó hacia delante, presionando contra sus interiores. Severus observó un muy satisfactorio punto de humedad donde el joven estaba goteando su pre semen. Se congeló de nuevo. Deseaba inclinarse a oler, probar… ¿lo permitiría Harry?
El Gryffindor sintió la duda de su antiguo profesor. Un pensamiento vino a él: ¿sentiría el hombre desagrado por tener que tocarle, como su tío Vernon decía que todo el mundo sentiría?
Severus se decidió. Lentamente, determinado a no sobresaltar al chico, inclinó la cabeza.
Mientras el hombre se movía, Harry contuvo la respiración. ¿Iba el mago mayor a hacer algo? ¿O iba a apartarle?... Pero no, se acercó aún más…
Severus dejó un suave beso en la punta de la polla del joven, donde empujaba directo contra la tela de sus interiores, en esa zona marcada con su humedad. Harry jadeó.
>>¡Oh!
El mago de ojos negros sacó la lengua y la presionó contra el punto húmedo, sosteniéndola allí en tanto el otro se acostumbraba a la sensación; luego, lamió. Harry tembló, pero no huyó. Estaba tenso, pero a Severus le pareció que era una tensión de anticipación, de necesidad. Inhaló profundamente, y el almizclado olor de la excitación de Harry le espoleó a moverse nuevamente. Abrió la boca y tomó en su boca la punta cubierta por la tela.
>>Severus… ¡Oh! —gimió, y una fuerza más allá de su control empujó sus caderas hacia arriba.
Ahora, Severus tenía mayor parte de la erección en su boca. La ropa estaba estorbando, pero su mantra —un paso a la vez— se había asegurado de que hiciera las cosas de esta manera, en lugar de tratar de retirar la prenda de tela. Deseaba que el joven supiera que esto era bueno, pero que no había obligación. Harry no tenía que aceptarlo si no lo deseaba.
Las manos del Gryffindor empujaron los hombros del hombre hacia atrás, alejándole del bocado que estaba disfrutando. Maldijo internamente, pero se obligó a sí mismo a dejarlo ir. Había avanzado mucho esa noche, y sabía que no debería estar disgustado, pero por Merlín, deseaba a Harry ahora. Sabía que lo deseaba más allá de un simple deber; lo quería para él. Esa noche, hubiera querido lograr que Harry se corriera.
Harry miró sus ojos. Podía ver la frustración y se odió a sí mismo por ser la causa de eso.
>>Espera… sólo espera… —rogó, enojado consigo mismo por lo que había hecho antes.
Su propia necesidad desesperada no permitía que su voz cooperara. Deslizó sus manos hasta la cinturilla de sus interiores y jaló de ellos hacia abajo tanto como pudo. Severus jadeó francamente.
>>¿No pensaste que te iba a rechazar? —graznó el Gryffindor, asombrado del efecto que todo esto estaba teniendo sobre partes de su cuerpo que ni siquiera imaginaba que tuvieran relación con el sexo. ¿Quién iba a saber que su voz se afectaría de forma tan extraña?
—Harry… —gruñó Severus. Al echar un vistazo hacia abajo, a la expuesta excitación, gimió su placer cuando finalmente —finalmente— pudo observarla, y hundió su cabeza una vez más. Abrió completamente la boca y tragó al joven.
Harry no sabría nunca cómo describir lo que sintió. Nada en su vida le había preparado para lo que estaba sucediendo. Todo su ser parecía haber escapado hacia su polla, en la boca de Severus. El hombre estaba tratándole como si se tratara de un festín; su lengua rozando, probando, lamiendo, mientras sus mandíbulas trabajaban y succionaba al mismo tiempo. Harry mostró su sorpresa y desamparo mientras sus miembros perdían movimiento y su cabeza cedía contra el sofá. Nunca en su vida había sentido nada tan intenso, tan hermoso, tan jodidamente correcto. No deseaba que terminara, pese a que sentía como se generaba la presión, la urgente necesidad de correrse haciendo que sus bolas se apretaran contra su cuerpo como un puño enojado. Necesitaba liberarse, pero deseaba que esto siguiera eternamente.
Pero nada dura para siempre. Y para un joven que nunca había tenido ningún tipo de estimulación de otra persona sobre su polla, no podía durar mucho. Harry llevó las manos a los hombros de Severus y apretó. Gimió, incapaz de formar palabras, pero necesitaba decirle…
Demasiado tarde. Sintió los primeros pulsos fuertes del orgasmo y supo que era demasiado tarde. ¿Pero qué demonios? Estaba sucediendo, y él era incapaz de hacer nada excepto permitirlo… flotando con la intensidad de las sensaciones que giraban a través de su cuerpo. Sentía cómo si el cerebro le fuera a explotar… ¿qué tenía esto que ver con su cabeza?
La boca de Severus trabajaba, succionando y tragando. ¡Se estaba tragando su corrida! Harry debería haber sabido que esto pasaría —lo había leído en los libros— pero aunque conocía sus contenidos perfectamente bien, nunca había imaginado que lo sentiría por sí mismo. La experiencia de Severus tragando mientras su polla pulsaba y se derramaba en su boca fue algo tan inesperado y abrumador que no pudo evitar llorar.
Lloró. Lágrimas silenciosas. ¿Cómo era posible que Severus aceptara esto de él? ¿Cómo podría alguien aceptar más que esto? Severus deseaba todo de él. Severus no pensaba que él era desagradable.
El mago de ojos oscuros dejó ir el miembro cuando los latidos y tirones se aquietaron, y con suavidad lamió los restos del orgasmo antes de liberarlo del todo. Se enderezó.
Harry estaba llorando. Lagrimas silenciosas bajaban por sus mejillas y sus hombros se sacudían. Severus debería haberlo esperado, por supuesto… el joven estaba disgustado por lo que él le acababa de hacer. Harry era heterosexual, y él había seguido y le había dado una mamada. El hombre se enderezó aún más.
Harry sintió que Severus se movía a su lado. De repente, supo lo que debía estar pensando al verle llorar.
>>¡No! ¡No, Severus, no te alejes! —suplicó—. Está bien… está bien… —se arrojó en sus brazos.
El hombre le abrazó, su mente dando vueltas en una montaña rusa de emociones. Sus sentimientos por Harry estaban desbalanceándole. Se suponía que él controlaba esto. Harry estaba abrazándole, y sollozando, y susurrando una y otra vez:
>>Está bien, está bien, Severus.
Severus besó el alborotado cabello oscuro y se limitó a abrazarle. No tenía sentido tratar de analizar porqué sentía ese gesto tan especial; porque Harry era especial, sólo por eso. Quizás él estaba más vulnerable. Quizás el hecho de saber que Harry iba a ser su esposo era lo que marcaba la diferencia. Quizás la inocencia de Harry fuera la razón… o quizás era que él se había enamorado. Apenas días antes, se hubiera echado a reír ante la idea. Ahora, no sentía ganas de reír en absoluto.
Harry se tranquilizó. Las lágrimas cesaron, pero la emoción parecía pegada en su interior. Sentía como si hubiera tomado residencia en su pecho; un sólido nudo que no podía escapar. Pasó el dorso de su mano por sus ojos y los abrió para mirar a Severus, quien seguía abrazándole. Ahora se veía tranquilo y sereno.
>>Umm… nunca sentí algo así. Nunca. Sé que debes pensar que soy un estúpido, pero es la primera vez que alguien más me toca ahí.
Severus le miró sin rastro de burla o duda en sus ojos.
—No es estúpido, Harry. Es un gran regalo el que me acabas de dar. Permitiste que me acercara a ti; dejaste que verdaderamente fuera tu amante. Por favor, créeme cuando te digo que no te dañaré. Yo tampoco sentí algo así jamás.
El chico frunció el ceño.
—Pero tú has hecho esto muchas veces, ¿no?
—Sí. Pero nunca sentí lo que sentí ahora. No sé qué decir…
Harry se inclinó hacia adelante y le besó, apenas suavemente, en los finos labios que ahora estaban torcidos en un gesto de perplejidad.
—No necesitas decir nada, Severus. Sólo quiero que sepas que estoy listo para casarme contigo.
Se siguieron besando después de eso. Perdieron la noción del tiempo, explorando sus rostros, cuellos, dedos y manos, familiarizándose con el sabor del otro, la sensación de la piel masculina y la esencia de la excitación. Harry enterró su cabeza en el largo cabello de Severus, que había crecido durante el pasado año. El mago ya no necesitaba mantenerlo más corto por las clases de Pociones, y lo había dejado crecer hasta un largo más hermoso. A Harry le encantaba la sensación de deslizar sobre la brillante masa. Bufó al recordar todas las veces que le había llamado ‘cretino grasiento’ durante su niñez ¡Dios! Que niño había sido entonces. Había estado cegado a la belleza madura de Severus Snape. No una belleza convencional como la estatua de Adonis, sino la del misterioso, sexy y oscuro mago que era Severus.
Severus, por su parte, se relajó al sentir a Harry a su lado. Esa noche habían cruzado una importante línea. Harry era verdaderamente su compañero sexual, su amante. Los esponsales no fallarían, la consumación era alcanzable. Sí, la consumación sería más que lo que acababan de hacer; mucho más. Pero el joven se veía relajado, aceptando que él sería su esposo y amante. La aceptación era lo que Severus había necesitado conseguir, y esa noche lo había hecho. Sonrió ante los mechones de cabello pegado que salían de todos los ángulos del cráneo de Harry.
>>Severus… ahora que lo he resuelto, ¿puedo seguir viniendo a verte en las noches? —la voz del joven reflejaba cierta incertidumbre. El mago mayor no quería escuchar ese tono.
—Por supuesto, Harry. Sólo porque te di una mamada no te convierte en un dios del sexo, ¿sabes? Necesitas practicar, y también necesitamos pasar tiempo juntos.
Harry soltó una risita.
—¿Un dios del sexo? ¿Yo? No lo creo, Severus. Un zoquete, un imbécil espeso de inteligencia, un mocoso imposible, quizás…
Severus gruñó y empezó a hacer cosquillas al irritante chico… no, hombre. Debía dejar de pensar en Harry como su pupilo. Bueno, quizás dejaría de hacerlo un poco después; en ese momento, se divertía demasiado sometiendo al impertinente mocoso.
Última edición por alisevv el Jue Mayo 19, 2016 7:37 pm, editado 3 veces | |
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