The Blesséd Boy. Capítulo 15. El Segundo Pocionista oficial

Última edición por alisevv el Jue Mayo 05, 2016 8:05 am, editado 2 veces

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Parecieron transcurrir siglos hasta que la espalda del maestro Snape sanó completamente. Él se había rehusado a aceptar el ungüento sanador que había utilizado con Harry, y se aseguró que el joven sólo empleara ingredientes simples para limpiar sus heridas. Harry sabía que la poción que había vertido en el agua de limpieza inicial había ayudado, y odiaba pensar cuánto más habría demorado el proceso de sanación sin eso, pero en esa oportunidad Severus no había estado lo bastante lúcido como para notarlo. Pero, después de dormir un rato y reponerse del impacto de la flagelación, fue mucho más difícil burlarle.

Severus estaba decidido a recordar la lección y evitar volver a reaccionar excesivamente a causa de su carácter posesivo.

Scylla miraba a Harry con más dureza que nunca, pero había sido reprendida en más de una ocasión por quejarse en voz alta. Ahora, tenía mucho cuidado de no decir nada en contra del aprendiz del maestro Snape.

Entre el Maestro y el joven las cosas se habían relajado bastante. Severus enseñaba a Harry, y nuevamente parecía abierto y feliz con él. El chico se sentía casi tan feliz como cuando estaba recién llegado a Eigg, ese embriagador verano en que había pasado sus días explorando la Comunidad y sus noches acurrucado en los brazos de su maestro, saciado. Estaba casi tan feliz como entonces… pero no igual. Porque aquellos maravillosos encuentros nocturnos no habían vuelto a suceder. Desde su propio castigo, su maestro no había regresado a su habitación. Por mucho que se decía a sí mismo que era comprensible —especialmente con la espalda lastimada de Severus— aún así se entristecía por eso. No sólo extrañaba el sexo sino también la cercanía que se había creado entre ellos; esa sensación de tener una relación especial y privada, no compartida por nadie más en la Comunidad.

Mientras todos se sentaban alrededor de la mesa de comer esa noche, sucedieron dos cosas destacables.

—Harry, tengo que entregar un pedido en Slug & Jiggers mañana. Sé que tú quieres ir a hacer tus compras navideñas. Ésta sería una buena oportunidad para que conocieras el establecimiento de nuestro principal cliente y luego puedes pasar el resto del día comprando tus obsequios. ¿Te gustaría venir conmigo?

El rostro juvenil se iluminó al instante con una sonrisa. ¿Qué si le gustaría ir?

—Sí, por favor, Maestro.

Miranda debía haberle mencionado su charla al jefe de la Comunidad. Harry sonrió y asintió a la cocinera, quién le sonrió a su vez. Miranda era un alma noble que amaba ver felices a los miembros de la Comunidad; a Harry le recordaba a una mamá gallina revoloteando alrededor de sus pollitos. Si ellos eran felices, ella era feliz. Las peleas y castigos le afligían, y Harry había notado que se iba en cuanto podía cuando sucedía algo así. Había llorado abiertamente durante el castigo al maestro Snape.

—Maestro, me preguntaba si podríamos hablar después de comer —Scylla sonaba como si estuviera molesta por algo. No era un tono de voz inusual en ella, a Harry le sonaba así la mayoría de las veces. Ella sólo se veía feliz cuando estaba preparando alguna poción o cuando Harry estaba en problemas. El joven estaba contento de haberla decepcionado desde el incidente de la poda, y le daba suficiente espació siempre que se cruzaban, precavido de que no pudiera intentar algo similar.

Severus contestó:

—Por supuesto, Scylla. Me reuniré contigo en la salita de estar.

Harry pasó el resto de la comida oscilando entre la excitación por la visita a Londres y la cautela sobre lo que querría la bruja. Lo que ella deseaba, habitualmente implicaba una incomodidad para Harry.

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Maestro, tengo la necesidad de hablar abiertamente. Últimamente me he sentido… preocupada. He estado trabajando muy duro…

—Aprecio eso, Scylla.

—…y aún así, siento que mi posición aquí está siendo minada por ese muchacho.

—Supondré que te refieres a Harry y no a Danyel.

—Por supuesto. Tu indulgencia hacia él es mayor que la habitual para un aprendiz.

—¿En qué forma? —la voz de Severus se había tornado fría. Había tratado de ser cuidadoso y no beneficiar a Harry, pero tenía responsabilidades hacia el joven que estaba dispuesto a satisfacer plenamente.

—Un aprendiz debería estar haciendo las tareas nimias, no diciéndole al pocionista senior qué hacer. Muchas veces viene y me da indicaciones en mi trabajo. Frecuentemente, yo termino ordenando el lugar de trabajo, limpiando la mesa…

—Scylla, el área de la que estás hablando es tu lugar de trabajo, ¿no?

—¡El chico no es quién para decirme qué hacer! Él debería estar limpiando, ordenando…

—No. Él no debería. Es mi Aprendiz, no tu lacayo. Está aquí para aprender. Las cosas que deseas que él limpie son tu equipo de trabajo y no tiene ninguna relación con nuestras lecciones. Harry hace lo que yo le indico. Cuando se dirige a ti, sólo lo hace porque yo le he pedido que te entregue algún mensaje. ¿No te has dado cuenta que todos hacemos primero nuestro propio trabajo y luego ayudamos a quien lo necesite?

—Él nunca me ayuda; ése es el punto.

—Es mi aprendiz. En las salas de Pociones, tiene un lugar especial; está aquí en un proceso educativo. No va a cumplir su Maestría limpiando tu sitio de trabajo.

—Él es un insolente —ahora, la boca de Scylla era una línea firme. Habiendo fallado en su primer planteamiento, no tenía idea de qué encontrar para cerrarle las puertas a Harry. Difícilmente podía atacar al maestro Snape por favorecer al chico; él clamaría que simplemente estaba siendo un maestro apropiado para su aprendiz.

Severus dejó escapar un bufido de exasperación.

—Esto es una tontería. Harry es un miembro educado y trabajador de la Comunidad. No puedes tener nada en su contra excepto —me resisto a decir esto pero debo hacerlo— tus celos.

—Si yo estoy celosa —y resiento la implicación— es porque tú favoreces al muchacho sobre mí. Soy una pocionista experimentada; él acaba de salir de la escuela. Si yo he de seguir trabajando aquí, requeriré que se garantice mi posición como Segundo Pocionista, por encima de todos los miembros excepto de ti, Maestro. No creo que sea mucho pedir luego de mis años de servicio a la Comunidad.

—Tus resentimientos hacia Harry son ingenuos en sí mismos. Harry es sólo un novato, aún no ha estado aquí ni siquiera medio año, y su estatus es el de mi aprendiz.

—Maestro Snape, me vas a disculpar, pero en realidad esas palabras no significan nada. Él está siendo favorecido, lo veo en cada cosa que hace. Mientras que yo, quien traje conmigo el respaldo de mi organización, cuyas contribuciones aseguraron que esta comunidad sobreviviera y no se desmoronara a causa del hambre en sus difíciles primeros años, no soy tratada mejor que ese estúpido muchacho, Danyel.

—Scylla —la voz y rostro de Severus eran duros—. No sé a dónde quieres llegar con esto. Harry es tratado como el resto de los miembros, excepto que debe responder ante mí por su trabajo con mayor diligencia aún que los demás, incluyéndote. Es un novato, pero justamente eso le da algo de flexibilidad mientras aprende a vivir bajo nuestras reglas. Sí, tú eres un miembro pleno de la Comunidad, pero no eres superior al joven que con tanta arrogancia llamaste ‘muchacho estúpido’. Danyel Tadcaster trabaja tan duro como cualquier otro. Aunque no puede asumir las tareas de un pocionista, hace lo que puede, tan bien como puede. Eso es todo lo que cualquier miembro de la Comunidad está obligado a hacer, y él es un miembro tan completo como tú.

Los ojos de la bruja se habían entrecerrado mientras escuchaba; era obvio que no estaba de acuerdo con una sola palabra de lo dicho.

—Si fuera posible, quisiera pedir una licencia para visitar a algunos amigos justo después de Navidad.

Severus no había esperado que esto sucediera tan pronto. Había estado consciente de que Scylla estaba celosa, pero había pensado que se le pasaría después de un tiempo, y esperado que entre ellos se pudiera desarrollar cierta camaradería como compañeros pocionistas. Habitualmente, los puntos de vista de sangre pura de Scylla no eran tan evidentes, pero Harry había sido el metafórico dedo pinchando en la llaga de las jerarquías. Obviamente, ella creía que sus tareas le otorgaban una relevancia especial dentro de la Comunidad. Sólo había un miembro cuya jerarquía estaba por encima de la de los demás, y ése era él mismo, como Maestro de la Comunidad. Suspiró.

—Por supuesto que puedes visitar a quienquiera que desees durante las vacaciones de Navidad, Scylla. Simplemente, me siento decepcionado de que no vayas a pasar esos días en la Comunidad donde has vivido los últimos ocho años.

—Yo también lo lamento, Maestro —contestó, levantándose—. Si me disculpas, tengo una carta que escribir.

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maldita bruja...no se porque sev no deja que se large...T__T solo estorba..

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