alisevv
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| Tema: Retazos de Vida. Capítulo 13 Dom Mar 21, 2010 5:04 pm | |
| —Hola a todo el mundo —saludó una melodiosa y juvenil voz desde la puerta del estudio—. ¿Qué es esto? ¿Un cónclave familiar y no me invitaron?
Todos giraron hacia la fuente del sonido. En el umbral de la entrada se perfilaba una risueña joven. No tendría más de veinte años, y era delgada y de estatura mediana, más bien pequeña. El cabello liso y rojo le llagaba a la altura de los hombros, los cálidos e inteligentes ojos negros estaban enmarcados por unas largas pestañas, y tenía una nariz perfecta, producto de una excelente cirugía plástica.
—Tía Eli —gritó Lisa, y se abalanzó hacia la recién llegada.
—Hola, princesa —la saludó la chica, abrazándola con cariño.
—Vaya, Elizabeth, hasta que al fin te dignas a aparecer por casa —gruñó Severus, frunciendo el entrecejo.
—Ay, papá —la chica sonrió, y dirigiéndose a Severus, le abrazó y besó en la mejilla—. Sabes que estaba en casa de tía Ginny, estudiando con Sophia —se giró hacia Harry y también le besó—. Hola, papi.
—Hola, cariño —contestó Harry, sonriente.
—¿Y para el tío Ron no hay besos? —se quejó el pelirrojo desde su puesto.
—Claro que hay —Eli se enderezó y fue a saludar a Ron, antes de girarse hacia su sobrinos.
—Tranquila, tía Eli —dijo Mark desde la alfombra; los gemelos odiaban ese tipo de muestras de cariño, a menos que vinieran de chicas de su edad que no tuvieran nada que ver con la familia—. Nosotros podemos pasar sin besitos y abrazos.
—Ustedes lo que merecen es un coscorrón —rió Eli, inclinándose y saludando a Draco.
—¿Y se puede saber a qué debemos el honor de tu visita? —Severus la conocía demasiado bien; si estaba allí a esas horas era porque algo quería—. ¿No me digas que te vas a quedar a dormir en casa?
Eli puso cara de inocencia. Siempre había sido la debilidad de Severus Snape y estaba consciente de su poder; sabía que con las palabras adecuadas podía conseguir cualquier cosa de él.
—No, papá, me voy a quedar en casa de tía Ginny hasta el domingo. Sophia y yo tenemos muchas cosas que preparar antes que empiecen las clases, sin contar con que debemos entrenar para el juego. El equipo de la Universidad Mágica de Belgrado es muy duro, y aunque sea un intercambio amistoso, no estamos dispuestos a perder.
Todos sonrieron. Sabían que una de las pasiones de Elizabeth Snape Potter era el Quidditch, un rasgo heredado de Harry.
>>Y hablando de eso —Eli se acercó a Harry y se arrodilló frente a él—. ¿Papi, me podrías prestar tu escoba nueva? Es que la mía se astilló y ya no tengo tiempo para repararla antes del partido.
—¡¿La escoba nueva?!! —exclamó Severus, sin dejar contestar a Harry—. ¿La que le regalé a tu padre en su último cumpleaños? Ni hablar. Es lo último que hay en el mercado, me costó un ojo de la cara, y no pienso dejar que la utilices en esas salvajadas a las que ustedes llaman partido de Quidditch. Usa cualquiera de las otras o pide una a tus primos.
—Me temo que en esta ocasión debo estar de acuerdo —agregó Harry.
Eli mostró el puchero que tan bien le resultaba cuando quería conseguir algo de sus padres.
—Pero es que es importante; el equipo contrario es muy duro y necesitamos ayuda extra.
—Es decir, que tu escoba está en perfecto estado —declaró Severus, empezando a comprender de qué iba el asunto.
Eli simplemente sonrió con picardía.
—¿Pero, si no me equivoco, la escoba del abuelo Harry es profesional, y su uso está prohibido en los partidos universitarios? —comentó Draco, alzando una ceja, intrigado—. Te descalificarían.
—Es cierto —confirmó Harry.
Esta vez, Eli tuvo la delicadeza de mostrase avergonzada.
—Eli —el tono de Severus era serio—, ¿qué pensabas hacer para que no te descubrieran?
—Bueno —la chica dudó un momento antes de contestar—, digamos que tenía un par de ases bajo la manga. Recursos Slytherin.
—Algún truco que te enseñó tu tío Ron, supongo —continuó Severus, mirando al pelirrojo con desaprobación. El aludido se limitó a sonreír—. Siempre dije que no era buena idea que pasaras tanto tiempo entre jugadores profesionales.
—Ay, papá, no es para tanto —notó el guiño que le hacía Ron y que a las claras decía ‘no te preocupes, yo te consigo lo que quieres’, y estuvo a punto de reír—. Vale, no hay escoba, pero, ¿podrían prestarme unos galeones?
—¿Y lo que te dimos la semana pasada?
—Tuve que comprarme los libros, pagar la matrícula, y cosas así.
—Y si ya tienes todo eso pagado, ¿para qué quieres más? —la pregunta de Harry era simple curiosidad, quería saber cómo hacía para desaparecer el dinero con tanta rapidez.
—Una chica tiene sus necesidades —explicó Eli—. Después del partido del domingo hay una fiesta y necesito una túnica de gala.
—¿Otra? —gruñó Severus—. Pero si tienes un montón. En tu armario no cabe ni un alfiler.
—Es una fiesta muy importante, no puedo ir con algo que ya haya usado.
—Pero…
—Vamos, Sev —le interrumpió Harry—. Dale lo que pide. Además, tiene razón, es una fiesta importante, debe deslumbrar —sonrió a su hija y acarició su mejilla—. Aunque tú siempre deslumbras, mi amor.
—Vale —aceptó Severus con resignación. Convocó una chequera y emitió un cheque contra la cuenta familiar en Gringgots—. ¿Será suficiente?
—Perfecto —exclamó Eli, abrazando a sus padres—. Gracias y pásenla bien.
—¿Cómo que pásenla bien? ¿Y tú a dónde vas?
—La pandilla me está esperando, vamos a ir al cine muggle.
—¿Al cine muggle? ¿A esta hora? —indagó Harry, extrañado.
—Sí. Es un estreno, función especial de medianoche.
—Pues tú te lo pierdes —comentó Frank—. El abuelo Harry nos estaba leyendo su diario.
—¿Tu diario? ¿No estaba enterrado? —preguntó la chica, desconcertada.
—¿Tú lo sabías? —inquirió Mark, asombrado.
—Claro, yo estaba con papi cuando lo enterró
—¡Pero sólo tenías tres años, ¿cómo puedes recordarlo? —Harry estaba asombrado.
—Inteligente que es una. Y ahora sí, adiós, chicos. Y recuerden que los espero el domingo en el partido —y sin otra palabra, desapareció por el umbral con el mismo entusiasmo con que había llegado.
—La tienes demasiado consentida —gruñó Severus.
—¿Que yo qué? —reclamó Harry, y todos rieron; tenían muy claro quién consentía tanto a Elizabeth Snape—. Mejor ni te contesto y sigo leyendo.
Y sin más, retomó la lectura en el punto donde había quedado suspendida.
Salí corriendo y entré en el pequeño comedor que tenemos en nuestros aposentos de Hogwarts, donde Sev estaba muy entretenido dando de comer a Esperanza.
—Gracias —musité, mientras le abrazaba y besaba—. Muchas gracias, me encantó el regalo.
—Supongo que lo vas a necesitar en tus estudios —replicó, en su típico tono brusco, pero yo sabía que él también estaba emocionado—. Ahora es mejor que te apresures o llegarás tarde a tu primer día de clases. ¿Vas a desayunar?
—No, en realidad ya no me da tiempo, comeré algo en la facultad. ¿Has sabido algo de Molly?
No te había contado pero Molly, en sus funciones de abuela sustituta, va a ser la niñera de Esperanza mientras nosotros estamos en clase. Fue una idea de Severus que nos hace muy feliz a todos. Molly, quien ahora está demasiado sola, va a tener una pequeña a quien cuidar y amar, y nosotros vamos a poder dejar a nuestra bebé con una persona de absoluta confianza y, por qué no decirlo, con un amplio entrenamiento en el cuidado de niños.
—Se comunicó por la chimenea, en un momento viene.
—En ese caso, mis amores —besé a mi Esperanza y a mi Sev con nostalgia, les iba a extrañar un montón—, nos vemos en la noche.
Salí pitando de las mazmorras y prácticamente corrí por los terrenos hasta alcanzar el límite de las protecciones del castillo, más allá de los cuales podía Aparecerme sin problemas. Por cierto, gracias a Severus y un montón de horas de práctica, ya aprendí a hacerlo bien.
Debo confesar que estaba muy nervioso, con eso de conocer gente nueva y tal, sin contar con que odiaba la idea de que empezaran nuevamente los corrillos de ‘Miren, es Harry Potter’, ‘Es el Niño-Que-Vivió’ ‘El vencedor de Voldemort’, o preguntas como: ‘¿De verdad eres Harry Potter?’ ‘¿Me dejarías ver tu cicatriz?’, y cosas por el estilo. No quería abandonar mi hermoso anonimato.
Aparecí en medio de un amplio sendero rodeado de frondosos árboles y me dirigí hacia la edificación que albergaba la Facultad de Medimagia. Me encontré con varios jóvenes a lo largo del camino, chicos y chicas solos o en grupo, que iban y venían, algunos sonrientes y charlando, otros con rostro serio y revisando notas, pero aunque varios de ellos saludaron y sonrieron a mi paso, parecía más un saludo cortés que algún tipo de reconocimiento al hecho de que yo fuera Harry Potter.
Así, a medida que me acercaba a la Facultad, me iba sintiendo cada vez más cómodo y relajado. Cuando llegué al edificio, busqué la Sala de Conferencias, lugar donde nos habían citado para proporcionarnos los horarios y alguna información sobre la carrera y las clases.
A la entrada del salón, una bruja de unos veinte y pocos años estaba parada recibiendo a los alumnos y chequeando sus nombres en una lista. Me aproximé a la sonriente muchacha.
—Buenos días —saludé con cortesía.
—Hola —contestó, sonriendo con calidez—. ¿Eres de primero? —al ver que yo asentía, preguntó—: ¿Tu nombre?
—Harry Potter Snape.
En sus ojos asomó un brillo de reconocimiento y algo que podía ser interpretado como gratitud, pero no dijo nada. Revisó el listado, verifico mi inscripción y levantó de nuevo su sonriente rostro hacia mí.
—Sí, aquí estás —me entregó una identificación y varios folletos—. La conferencia comienza a las nueve y media. Bienvenido a Oxford, Harry.
—Gracias —sonreí, y di la vuelta para encararme con un joven muy guapo, todo hay que decirlo, que me miraba fijamente.
—¿Potter? ¿Eres Harry Potter? —preguntó con interés.
—Sí —contesté con resignación, mucho me había durado el gusto del anonimato.
—¡Al fin llegas! —ignorando mi mirada de extrañeza, me tendió la mano—. Yo soy Jonh Camperter, y llevo un rato esperándote.
—¿A mí? —pregunté, estrechando su mano—. ¿Por qué?
—Pues tu fama ha llegado hasta aquí —claro, la dichosa fama—. Dicen las malas lenguas que eres el mejor buscador que ha salido de Hogwarts —abrí los ojos como platos, así que a eso se refería con lo de la fama—. Soy el capitán del equipo de Quidditch de la Facultad y te necesitamos desesperadamente. ¿Jugarías con nosotros, por favor?
Debo confesar que en ese momento me sentí estupendo, pero le pedí tiempo para contestar, debía ver primero mi horario y conversarlo con Severus. Pero a estas alturas ya te lo puedo confirmar; soy el nuevo buscador del equipo de Quidditch de la Facultad de Medimagia, y no sólo eso, jugador de reserva en el equipo de la Universidad.
La conferencia fue dictada por el Director de la Facultad. Estuvo muy bien, nos dio la bienvenida y todo eso, y nos explicó algunas normas. También nos presentó a los profesores de primer año y por poco me da un infarto: tanto Igor Voltan como John McBride —ya sabes, los de aquel circo que monté cuando fui a visitar a Sev el año pasado— me van a dar clases este año; el uno de Principios de Medicirugía y el otro de Anatomía. Merlín me ayude.
Pero pese al susto, el que más me impresionó fue el profesor de Pociones Avanzadas, Fred Lockwood. Cuando dijeron mi nombre y me levanté para presentarme, clavó sus acerados ojos en mí y juro que me dio escalofríos. ¿Es que en la carrera de Pociones dictan alguna materia que se llama ‘Cómo ser irónico y amenazante con sus estudiantes’ o qué?
Cuando terminó la conferencia hubo un pequeño agasajo para que confraternizáramos un poco con nuestros compañeros y profesores. En la reunión, el profesor Lockwood se acercó a mi lado con una sonrisa despectiva.
—Así que Harry Potter Snape —murmuró—. ¿Algún parentesco con Severus Snape?
—Es mi esposo —repliqué, levantando la cabeza y enfrentando su mirada. Yo había pasado seis años siendo hostigado por Severus, ese hombre no me iba a amedrentar.
—¿Así que su esposo? —en su rostro se amplió la sonrisa despectiva—. ¿Y cómo está mi buen amigo Severus?
—Por su forma de hablar, no me parece que sea un buen amigo suyo —repliqué, ese hombre podría ser mi profesor, pero no iba a aceptar su tono amenazante—. En todo caso, él se encuentra muy bien, muchas gracias.
—Entonces, bienvenido —y juro que sólo le faltó agregar ‘al infierno’—. Supongo que siendo esposo de Severus debe ser muy bueno en Pociones, estoy ansioso de verlo en clases.
—Y yo —repliqué con frialdad y algo de tristeza—. Buenas tardes.
Más tarde esa noche, Severus me explicó que Fred Lockwood había sido su compañero en la Universidad, y aunque al parecer moría por los huesitos de Sev, él nunca le hizo caso. Lo cual me indica que va a ser un año muy movido para mí.
Viva el sutil arte de elaborar pociones. ¡Demonios!
—Vaya comienzo —rió Draco—. Definitivamente, debió ser un año muy entretenido.
—Ni lo imaginas —Harry lanzó un suspiro—. Ni el primer año en Hogwarts, con Severus de maestro, fue tan estresante.
—Menos mal que en la Universidad estaba prohibido obligar a los alumnos a beber las pociones que preparaban —comentó Ron—. Hermione me contó que la animadversión de Lockwood hacia Harry era tan evidente, que incluso se comentaba en otras carreras.
—De todas formas, fue divertido —Harry esbozó una sonrisa satisfecha—. Cada vez que me hacía una de las suyas, le miraba y levantaba la mano mostrándole mi anillo de bodas. Su rostro entonces adquiría una tonalidad verdosa muy satisfactoria.
—Menos mal que ya se jubiló —comentó Draco, aliviado—. No quiero ni pensar qué me hubiera hecho por ser tu nieto.
Todos rieron y Harry retomó la lectura.
Caminoooooooo. Mi Esperanza ya camina; estoy feliz, feliz.
La otra noche regresé a Hogwarts sumamente cansado. Había tenido diez horas de clase, tres de ellas con la tortura de Pociones, y luego dos horas de un entrenamiento salvaje. ¿Acaso John cree que vamos a competir contra los Chudley Cannons?
En todo el día no había tenido chance ni siquiera de almorzar, y admito que lo único que deseaba era comerme un dragón y acostarme a dormir una semana completa. Gracias a Merlín ya se acercaban las vacaciones.
Llegué a mis habitaciones y escucha lo que pasó:
Harry, bostezando de cansancio, caminaba por los pasillos de las mazmorras con paso pesado. Llegó al cuadro que protegía la entrada a sus habitaciones y dijo la contraseña con voz muy baja. Lo único que deseaba en ese momento era besar a su familia y caer en su cama.
Apenas atravesó la entrada, escuchó la voz profunda de Severus.
—Quédate donde estás, tiende la mano hacia Esperanza y llámala.
Harry levantó la vista y observó que Severus estaba agachado a pocos pasos de él, con su hijita parada entre sus manos. Sin preguntar el porqué de aquella instrucción tan extraña, se agachó a la altura de ellos, extendió el brazo y llamó, al tiempo que sonreía.
—Ven, mi niña, ven con papá.
La pequeña sonrió y trató de lanzarse al suelo a gatear, pero Severus se lo impidió con suavidad, sosteniéndola por debajo de las axilas. Al ver que no podía agacharse, pero queriendo ir al encuentro de Harry, comenzó a dar unos pasitos vacilantes, guiada por Severus. Cuando los pasitos fueron más firmes y seguros, el Slytherin la soltó del todo, y Esperanza caminó hasta la mano temblorosa de Harry.
Cuando llegó a su lado, su padre la tomó en sus brazos y miró a su esposo con los ojos anegados.
—Merlín, Severus, camina. Nuestra niña ya camina.
—¿Saben algo? —comentó Frank—. Ustedes dos eran algo exagerados.
—No tienes idea de cuánto —convino Ron, poniendo los ojos en blanco.
—Mira quién habla —replicó Harry, mirando a Ron—. ¿Debo recordarte que cuando nació Richard te desmayaste en la sala de partos? O que el año pasado, cuando nació Peter —miró esta vez a Frank y Mark—, ustedes dos estuvieron una hora en estado catatónico, y cuando reaccionaron, todo lo que eran capaces de balbucear era: ¿es nuestro hermano? ¿Seguro que es nuestro hermano?
—No expresaron nada coherente hasta el día siguiente —confirmó Draco.
—Bueno, mejor dejemos el tema —pidió Mark, cuyo rostro estaba tan rojo como el pelo de Ron—. Y tú —miró a su gemelo—, a ver si la próxima vez cierras el pico, que cada vez que metes la pata el chaparrón nos cae a los dos.
—Y viceversa, ¿o no? —replicó Frank, mosqueado.
Antes que el ambiente se caldeara más, Harry siguió leyendo.
Con mucho, pero con mucho, éstas han sido las mejores Navidades de mi vida; mi familia y amigos unidos, Sev amándome, apoyándome y consolándome por la ausencia de los que partieron, y mi pequeña Esperanza iluminando nuestra vida.
En cuanto terminaron las clases, Severus, Esperanza y yo, acompañados por Remus y Bill, nos vinimos a Escocia a pasar las fiestas.
Los terrenos que rodean la mansión están impresionantemente hermosos. La nieve cubre toda la campiña, los chupones de hielo cuelgan de los árboles desnudos como si se trataran de miles de lágrimas de luz, y la superficie del lago, completamente helada, parece plata fundida.
A la mañana siguiente a nuestra llegada, nos cubrimos de ropa hasta las orejas y caminamos a Stillness Village a saludar a los amigos. Ni te imaginas lo hermoso que está el pueblo. Tanto las casas como las calles están decoradas con luces y motivos navideños, muchos de ellos muggles, así que en todas las vitrinas encuentras Santas, trineos, hadas, arbolitos, cajas de regalos, esferas multicolores y muchas cosas más.
La juguetería del pueblo tiene la mayor variedad de juguetes que puedas imaginar. De hecho, ni veas el berrinche que hizo Esperanza cuando la sacamos de allí, después de estar una hora gritando cada vez que veía algo que le llamaba la atención, y TODO le llamaba la atención.
En la pastelería también se han puesto a tono con la fecha y han sacado chocolates, dulces, caramelos y una gran variedad de productos con motivos navideños.
Divertido es lo que pasó con la heladería, hay que ver lo versátiles que son los magos. Como estamos en pleno invierno y hace un frío que pela, han transformado su equipo y en lugar de helado, sirven chocolate o café con churros y pasteles; y ni veas lo que se agradece después de caminar en el aire helado, sentarse a tomar una taza de chocolate calentito.
Los amigos nos recibieron con la alegría y el afecto de siempre, y acogieron de inmediato a Remus y Bill. Cuando regresamos a casa, felices y congelados, llevábamos los bolsillos llenos de objetos encogidos mágicamente: adornos, luces de colores, regalos para Esperanza, hasta un pino natural para decorar el salón principal.
Ya era noche cerrada, pero aún así Rem y Bill insistieron en ponerse a decorar. Por suerte, eso de ser magos tiene sus ventajas, y en poco tiempo la mansión estaba iluminada y decorada de punta a punta. Sev se encargó de Esperanza y gruñía de vez en cuando al ver lo que hacíamos, pero estoy seguro que todo era pose y se estaba divirtiendo como el que más.
Pero Remus, y especialmente Bill, tienen una resistencia envidiable. Esa noche terminamos agotados, pero al punto de la mañana ya estaban en la entrada de la casa, con Esperanza sentada en su cochecito a su lado, haciendo un enorme muñeco de nieve. Y dado que esos tres estaban tan entretenidos, Sev y yo aprovechamos y estuvimos haciendo el amor toda la mañana, ¿qué tal?
Para Nochebuena hicimos una gran fiesta e invitamos a todos los amigos. Fue realmente divertido; cantamos, bailamos, comimos, y sobre todo, bebimos como unas cubas. Resultado: una resaca de muerte lenta, un terrible dolor de cabeza y un montón de recuerdos divertidos.
Han sido sin duda las mejores navidades de mi vida
—La verdad es que el pueblo luce precioso en Navidad —comentó Draco.
—Sí, y tienen montones de regalos y cosas ricas —agregó Lisa—. Me encanta pasar Navidad en la mansión.
—Y a mí —musitó Severus con los ojos brillantes, recordando cómo, con el pasar de los años, se había convertido en una tradición reunirse a celebrar Navidad en la mansión de Escocia. Esas queridas paredes habían recibido a los que iban naciendo y despedido a los que iban partiendo, conservando a buen resguardo el amor que todos ellos habían entregado.
Y todo ello se centraba en Harry, que había logrado mantenerles unidos, siempre. Miró a su pareja con amor, agradeciendo al cielo una vez más, la bendición de ponerle en su camino para cambiarle la vida. Le cobijó entre sus cálidos brazos y besó su sien.
—¿Y eso por qué fue? —preguntó Harry, mirando a su esposo y sonriendo.
—Porque te quiero —musitó Severus, acariciando su mejilla—. Sólo porque te quiero.
—Y estos dos ya empezaron con arrumacos —se burló Ron, mirando a los muchachos.
—Es que el abuelo está a punto de leer sobre el aniversario de boda —Frank se unió a la broma.
—Preparémonos para los saltos de página —agregó Draco.
—Grrr, ustedes son imposibles —exclamó Harry, antes de empezar a leer.
Ya Sev y yo cumplimos un año de casados, y para celebrarlo, dejamos a Esperanza con Rem y Bill y nos escapamos a nuestra isla, donde Severus me dio el regalo más hermoso que podía darme, lo juro.
Harry estaba mirando su imagen en el espejo del baño. Aunque no era normal en él, esa noche se había pasado mucho tiempo arreglándose; era su aniversario de bodas y quería verse hermoso para su pareja.
Dado que habían decidido celebrar en su isla, como la llamaban en broma, optaron por elegir ropas muggles, que eran mucho más cómodas. Harry lucía una camisa de seda verde y unos pantalones negros. En su oreja derecha llevaba un pequeño arete de oro, muy de moda en esos días entre los magos jóvenes. El cabello, como siempre, seguía imposible de peinar, pero al menos había cambiado sus lentes por otros de montura más ligera y elegante.
Salió del baño y se encontró la habitación vacía, pero sobre la cama encontró el tulipán rojo sangre, ya habitual en sus celebraciones especiales.
Tomó la tarjeta que lo acompañaba; unas pocas líneas y mucho amor.
Por un hermoso año
Gracias.
Severus.
Besó la tarjeta y puso el tulipán en agua antes de salir a buscar a su pareja.
Le encontró en la salita, esperándole. Se quedó admirándolo con la boca abierta. Como acostumbraba, Severus vestía de negro; un pantalón entallado y una camisa de seda que moldeaba sus poderosos músculos. El pelo negrísimo iba atado con una cinta, formando una larga cola.
Cuando escuchó su entrada, Severus se giró con una sonrisa.
—Estás hermoso —musitó, con los ojos brillantes de admiración.
—Tú también —contestó Harry, acercándose lentamente, hasta tomar sus labios en un tierno beso—. Gracias por la flor.
—¿Nos vamos? —preguntó Severus, alejándose un poco y mirando sus ojos. La sonrisa radiante del joven fue respuesta suficiente.
Caminaron tomados de la mano hasta salir a los terrenos de la propiedad Snape. El frío helado les recibió, cortando su respiración y haciendo que Harry se refugiara en los brazos de Severus. Cerró los ojos por un momento, y de pronto sintió el conocido jalón en el ombligo. Cuando recuperó el control y abrió los ojos, se encontraban en un ambiente cálido, arrullados por el sonido del mar contra la arena.
—Pensé que íbamos a Aparecernos —musitó Harry, sin abandonar el refugio de los cálidos brazos.
—No se permite aparecerse en la isla, dicen que tiene algo que ver con el tipo de magia del lugar, aunque yo más bien creo que es para evitar que alguien pueda venir sin pagar.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—Sé lo poco que te gusta viajar en traslador, así que preferí evitarte preocupaciones anticipadas —se alejó un poco de su esposo y le tendió la mano—. ¿Vamos?
—Sí —Harry sonrió, feliz—, pero primero déjame deshacerme de algo —en un momento se había quitado zapatos y medias, y Severus le imitó de inmediato—. Es increíble la sensación de la arena en los pies.
Como un año antes, caminaron por la orilla tomados de la mano, bajo la luz de la luna, deteniéndose una y otra vez para besarse con ansia irrefrenable. Cuando llegaron a su destino, Harry abrió los ojos con sorpresa. En lugar de la cabaña destartalada del primer día, o la cabaña moderna de los otros, encontró una mesa elegantemente dispuesta, iluminada por unas brillantes esferas que flotaban a unos tres metros del suelo.
—¿O sea que esta vez no tenemos ni la letrina o el camastro viejo? —preguntó Harry, bromeando.
—Bueno —Severus le condujo hacia la mesa y se sentaron uno frente al otro; luego, tomó su mano con suavidad—, pensé que dado que nuestra primera vez fue en estas circunstancias, sería interesante recordarlo —señaló una gran manta ubicada en el piso, no muy lejos de la mesa, y Harry enrojeció.
—Sí, supongo que sí —se inclinó hacia Severus y le besó con deleite—. Además, también podemos darnos un baño en el mar.
—¿Ya no temes a los tiburones?
—No creo, tú me protegerás —se levantó de su silla y fue a sentarse en el regazo de su pareja—. ¿Me vas a proteger de los malvados tiburones, cierto? —atrapó los labios de Severus y le besó con pasión, mientras sus manos se movían inquietas sobre los botones de la camisa de seda, buscando con avaricia la piel ardiente que ocultaba. Como respuesta, las manos de Severus se entretuvieron en retirar la correa de los pantalones de su pareja.
Poco después, dos cuerpos yacían sobre la arena, ardientes y ansiosos, prodigándose infinitas caricias hasta que todo dejó de tener sentido y sólo quedaron ellos dos, amándose hasta la saciedad.
El amanecer encontró a Severus y Harry desnudos y abrazados sobre la arena.
—Espero que éste sea un sitio realmente privado, sino, vamos a dar una exhibición —se rió Harry.
—La verdad es que en este momento no me importaría —musitó Severus, colocándose sobre su pareja y besándole con pasión. Cuando se separaron para respirar, Harry comentó:
—Aún no te di mi regalo, voy a buscarlo.
—Más tarde —susurró Severus, aferrándole aún más y mordisqueando su oreja.
—Es sólo un segundo —se rió Harry, apartándose y gateando hasta sus pantalones, mientras Severus se quejaba notoriamente—. Ya estoy de vuelta, exagerado dijo, entregándole una cajita. Cuando Severus la abrió, encontró una miniatura; Harry musitó unas palabras y ante él apareció el mueble más hermoso que había visto en su vida. Era de madera pulida profusamente labrada, y la cerradura, las visagras y la llave eran de oro sólido. El maestro de Pociones giró la llave y levantó la tapa, encontrando en el interior un pequeño submundo de compartimientos, ideales para guardar ingredientes delicados o difíciles de conseguir. En el interior de la tapa, una pequeña frase labrada ‘Te amaré eternamente. H’
—Es precioso —musitó Severus, maravillado.
—Supuestamente es una antigüedad, la usaban los viejos alquimistas para guardar sus ingredientes. No lo sé de cierto, pero me gustó tanto que no resistí la tentación de comprarlo.
—No te engañaron, estos muebles son muy antiguos y difíciles de conseguir. Gracias —Severus se inclinó y besó suavemente sus labios, antes de acercarse a su propio pantalón, de donde extrajo una hoja de pergamino—. Mi regalo no es exactamente material sino de otro tipo —le entregó la hoja con rostro serio.
Harry la leyó rápidamente; luego levantó la cabeza y miró a Severus, asombrado y con una expresión radiante.
—Esto quiere decir que….
—Quiere decir que voy a empezar a trabajar en una investigación con el fin de mejorar la Poción Matalobos —explicó Severus—. Me puse de acuerdo con el Doctor Wolf Kistler, de Ucrania, un antiguo profesor de la Universidad. Vamos a hacer una investigación en conjunto. El objetivo es conseguir una poción que anule por completo los efectos de la luna llena sobre los Licántropos, y de ser posible, que les cure completamente.
—Pero —Harry vaciló, no sabía qué decir—, eso requerirá mucho esfuerzo de tu parte —puso una mano sobre su rostro—. Muchas horas de trabajo. Y tú ya tienes demasiado.
—Lo haré lentamente, no te preocupes —se inclinó y besó a Harry con ternura—. Hace tiempo que quería dedicarme a la investigación y había varios campos abiertos. Quise irme por éste porque aprecio a Remus… pero especialmente como un regalo hacia ti.
Harry se abalanzó sobre Severus y se aferró a su cuello.
—Gracias, gracias, gracias, no tienes idea de lo que esto significa para mí. Ni aún si pasaran mil años podrías encontrar un regalo más especial.
—Feliz aniversario, Harry.
—Feliz aniversario, Sev.
—Y pensar la cantidad de personas que ahora llevan una vida normal gracias a tu descubrimiento —comentó Draco con orgullo.
—Costó mucho tiempo pero valió la pena —sentenció Severus con satisfacción—. Lo único que lamento es no haberlo descubierto antes, hubiera ahorrado muchos años de sufrimientos a Remus.
—Pero le ayudaste un montón —acotó Harry—. Recuerda que las pociones previas, aunque no le curaron, sirvieron para aliviar muchísimo los efectos negativos de su dolencia. Y gracias a eso les permitieron tener a Vincent.
—Es cierto —musitó Severus, acariciando como al descuido el cabello de su pareja.
—Vamos, abuelito, sigue leyendo —pidió Lisa, impaciente.
—Sí, mi niña, ya voy.
Ayer celebramos el cumpleaños de nuestra pequeña; un año ya, quien lo diría. Como ya estamos en Hogwarts, nos levantamos muy temprano, desayunamos, nos cubrimos de abrigos de la cabeza a los pies y nos fuimos caminando a Hogsmeade; más específicamente, al cementerio de Hogsmeade.
No te he hablado del sitio, pero el cementerio es un lugar muy hermoso, donde se respira mucha paz. A simple vista, sólo se ve un sendero de piedra bordeado de árboles, bajo los cuales descansan primorosos bancos de madera. A ambos lados del sendero se extienden sendas explanadas de césped, verde la mayor parte del año, pero que ahora, en pleno invierno, están cubiertos con una gruesa capa de nieve. Desperdigadas por el prado, unas sencillas lápidas de metal son el único indicio de que estás en un cementerio y no en un hermoso parque.
Desde que Esperanza cumplió los seis meses, tomamos la costumbre de venir una vez al mes. Nos sentamos en uno de los bancos de madera cercanos a las tumbas de Draco y Blaise, y le hablamos a mi niña de ellos. Le contamos anécdotas de cuando vivían, le enseñamos fotos, y le decimos que la querían mucho, mucho.
Claro, al principio la niña no entendía de qué iba toda nuestra charla, pero se fue acostumbrando, y ahora, cuando ve sus fotos, les señala y en su media lengua grita con alegría ‘Daco’ o ‘Bais’
Luego de eso nos fuimos a almorzar al pueblo, a un lugar muy bonito y alegre, donde hay unas sillas altas para bebé, una copia de las sillitas muggle. Nos gusta mucho el sitio porque, además de que la comida es excelente y variada, nos permite atender a Esperanza con comodidad. Al terminar de comer, nos fuimos hasta la tienda de dulces para comprar algunas chucherías.
Tú te dirás, ¿y qué diantres hacían estos dando tantas vueltas por el pueblo? Lo cierto es que mientras paseábamos con Esperanza, Molly, Remus y Bill, ayudados por Ron y Hermione, estaban armando una fiesta sorpresa en el castillo.
No te cuento la carita de alegría de mi niña cuando entramos en la salita de nuestros aposentos y vio la decoración. Habían puesto globos, serpentinas, y adornos de variado tipo con imágenes de Ciento un Dálmatas, una película muggle que a Esperanza le encanta. Habían puesto una gran mesa cubierta con un mantel decorado y encima un inmenso surtido de golosinas, y como centro, una torta impresionante con un montón de perritos de azúcar encima. Al ver todo eso, me reí para mis adentros; mi gente estaba adquiriendo costumbres muggles a una velocidad asombrosa.
Pero lo más divertido de la reunión fue cuando apareció Bill vestido de payaso. Se había rizado el pelo mágicamente y ahora su cabeza estaba cubierta de bucles rojos, y coronada por un sombrero de punta. Se había pintado de blanco alrededor de los ojos y de rojo alrededor de la boca, y se había pegado una nariz roja. Para completar el efecto, se había puesto un traje y unos zapatos muy vistosos, y que por el tamaño le hubieran sentado de maravilla a Hagrid.
Esperanza palmoteó encantada en cuanto le vio y le tendió los bracitos. A mí me extrañó, pues en principio no es muy afecta a los desconocidos, y debo confesar que, cuando nos comentaron la idea del payaso, ni Sev ni yo estuvimos demasiado convencidos. Pero no contábamos con que nuestra hija es una niña muy intuitiva e inteligente; en cuanto Bill la tomó en brazos, se abrazó a su cuello y exclamó:
—Tío Hill indo, tío Hill indo.
En fin, que celebramos un cumpleaños absolutamente muggle, y debo confesar que estuvo divertidísimo.
—Bill se veía espectacular —comentó Harry.
—Ni veas la pelotera que cogió porque Esperanza le había descubierto enseguida —comentó Ron, sonriendo—. Lo qué le faltaba era la lágrima de pintura escurriendo por su mejilla.
—Pero desde ese día se convirtió en el payaso oficial de la familia.
—Y lo sigue siendo —dijo Severus, divertido.
—Sev —le regañó Harry—, no digas eso.
—Pero es verdad, abuelo —terció Frank—. Desde que yo recuerdo, siempre que ha habido un cumpleaños en la familia y tío Bill ha estado cerca, le ha tocado disfrazarse de payaso.
—Y a él le encanta —agregó Mark—, así que, ¿cuál es el problema?
—Cierto —Harry sonrió ampliamente—. ¿Cuál es el problema? —abrió el diario y empezó a leer
Sé que te extrañará que te escriba después de tantos años, y debo decir que a mí también. Pero no es que te haya olvidado todo este tiempo, no, sino que mi vida ha sido un carrusel de locos, entre la familia, los estudios y todo lo demás.
Para ponerte un poco al día, te voy a contar qué ha pasado desde que no nos vemos.
Esperanza ya tiene cuatro años, y de una bebé preciosa se ha transformado en una niña hermosísima. Tiene los ojos de Draco y su pelo liso, pero oscuro como el de Blaise, y una sonrisa esplendorosa. Entre sus genes aristocráticos y la influencia de Severus, se ha convertido en una pequeña princesa, con unos modales tan cuidados que parecen irreales en alguien de su edad. Pero unido a eso, tiene un corazón de oro y una inteligencia especial.
Es muy amistosa, aunque no tiene muchos niños de su edad cerca; sólo está Richard, el hijo de Ron y Hermione, y Sergio, el hijo de Fred y Angelina. Richard es pelirrojo como su padre, y tiene los ojos y la inteligencia de Herm. Por cierto, cuando nació, Severus quería a toda costa que fuera niña; se llevó un disgusto cuando salió varón y todavía no sé por qué, pero igual lo quiere un montón. Sergio tiene dos años y medio, es pelirrojo con la piel de un color canela precioso, y heredó los genes bromistas de su padre; es absolutamente terrible. Por cierto, Hermione espera su segundo bebé para septiembre.
Remus y Bill siguen dando clases en el colegio, pero se compraron una casita en plena campiña inglesa, en Nottingham. Es un lugar precioso, cerca del bosque de Sherwood, muy conocido por una famosa novela muggle. Así que acostumbramos pasar la mitad de las vacaciones en la campiña y la mitad en la mansión de Escocia.
Severus sigue de Subdirector y maestro de Pociones en Hogwarts, y con sus investigaciones sobre la licantropía y su posible cura. A los momentos, ha logrado mejorar la Poción Matalobos y las transformaciones de Remus son mucho menos dañinas que antes.
Yo estoy en mi último año de Universidad y ya estoy haciendo mi internado en San Mungo. Decidí especializarme en Pediatría Mágica; me encanta trabajar con niños, y no tienes idea la alegría y el orgullo que me produce ver sus caritas sonrientes una vez que les curo, no hay nada en el mundo que pueda pagar eso.
Dirás que estoy habla que habla pero que no voy al punto, ¿verdad? Tienes razón. He vuelto a escribir en tus páginas porque en estos momentos no aguanto la congoja que me oprime el pecho y no me deja respirar.
Hace unos meses, un domingo en la tarde que estábamos jugando con Esperanza en las mazmorras, le comenté a Severus que después de graduarme me gustaría tener un niño, quería que buscáramos el varoncito.
Se puso pálido pero en seguida reaccionó. Me dijo que no era tiempo, que yo iba a tener mucho trabajo y él también, y que Esperanza estaba pequeña. Dio una y mil excusas. Yo le dije que Molly nos iba a ayudar pues tenía tiempo libre, que lo arreglaríamos, pero que sería lindo tener otro bebé en casa. Entonces me dijo terminantemente que no, que él no quería tener más hijos.
Me rompió el corazón.
Lloré como no tienes idea. ¿Por qué Severus no quería tener más niños? ¿Sería que no podía por algún problema físico y no se atrevía a decírmelo? Esa idea estuvo mucho tiempo rondando mi cabeza, hasta que tuve que descartarla completamente.
Estoy embarazado, esta mañana me dieron los resultados que lo prueban. Y no tengo idea de cómo se lo voy a decir a Severus.
Harry alzó una mano para impedir el cúmulo de preguntas que sabía se avecinaban. Al ver que sus nietos entendían el mensaje, se giró hacia Severus.
—Ahora viene lo de Adam; ¿lo sabes, no?
Severus le miro con ojos tristes y asintió, en ese momento era incapaz de hablar.
>>Tú debes decidir si lo leo o no —musitó Harry, acariciando el rostro de su pareja.
—Hazlo —le animó el anciano, tomando su mano y besándole la palma—. Ellos deben saber. Y espero que puedan comprender y perdonar.
Harry besó tiernamente sus labios y volvió la mirada hacia sus nietos.
—Lo que voy a leer es muy, muy difícil —comenzó con voz pausada—. Les pido que escuchen hasta el final sin interrumpir.
Todos le miraron y asintieron, extrañados y ligeramente angustiados, y Harry empezó a leer.
Quiero morirme, desaparecer mil veces de este maldito mundo. Si no fuera por Esperanza me perdería y no volverían a encontrarme jamás.
¿Quieres que te cuente qué pasa, cierto? Pero es que no sé ni siquiera cómo contarlo. Supongo que deberé empezar por el principio, cuando fui a darle la noticia a Severus de que estábamos esperando un bebé.
Harry entró en la salita donde, sentado frente a la chimenea encendida, Severus estaba inmerso en la lectura de un libro.
—Hola, Severus —saludó tímidamente.
—Harry, que bueno que llegaste —el hombre se levantó y se acercó a besar a su esposo—. Te extrañaba. La casa se siente muy sola sin Esperanza y sin ti.
—¿Ya se fue Esperanza?
—Sí. Molly pasó a buscarla hace un rato, querían salir temprano para aprovechar el fin de semana. ¿Y cómo te fue en el hospital?
—Recibí una noticia… impactante.
Al oír su tono de voz y notar su vacilación, Severus frunció el ceño, preocupado.
—¿Qué noticia?
Harry se alejó un poco de él, retorciendo las manos. No se atrevía a contarle. El hombre se acercó y le tomó por los hombros.
>>Habla ya, Harry. Me estás asustando.
—Yo voy a… —tomó aire y rectificó—… vamos a tener un bebé.
El rostro de Severus se transformó con una mueca que era difícil definir si era de odio o de horror.
—Estás bromeando, ¿verdad? —al ver que negaba con la cabeza, le zarandeó—. ¿Cómo es posible que quedaras embarazado? ¿Acaso no escuchaste cuando dije que no quería más niños?
Harry se removió intentando liberarse.
—Suéltame, me haces daño.
—¿Te hago daño? ¿Te hago daño? —su tono de voz era aterrador—. Te mataría con mis propias manos. Lo hiciste a propósito, ¿verdad? Tú querías un maldito niño y por eso te embarazaste.
—¡¡NO!! —gritó Harry, logrando zafarse de su agarre y alejándose varios pasos—. No fue a propósito. He estado pensando y tuvo que ser una poción que estuve manipulando el mes pasado y se absorbe por la piel, la misma con que se embarazó Draco.
—¿Y si sabías que era un conceptivo y se absorbe por la piel, por qué no tomaste precauciones?
—Las tomé, pero supongo que, sin darme cuenta, toqué algo impregnado.
Severus se quedó callado un largo rato mientras Harry le miraba, expectante.
—Tienes que abortar —dijo al fin, lanzándole una mirada terminante.
—¿QUÉ?? ¿¿Acaso te volviste loco??
—No estoy loco, al menos no aún —el tono del hombre era gélido—. Tienes que abortar.
—¡¡NUNCA!! —gritó Harry, mientras las lágrimas caían por sus mejillas—. Nunca mataría a mi niño. ¡¡JAMÁS!!
Severus Snape se le quedó mirando fijamente mientras Harry sentía que su corazón se rompía en pedazos.
—Si no abortas, no quiero volver a verte —declaró, dándole la espalda.
Ante esas palabras, Harry quedó mudo de la impresión y el terror. ¿Severus le estaba dando a elegir entre matar a su bebé y seguir con él? ¿Cómo era posible? Él era un padre excepcional, adoraba a Esperanza. Entonces, una idea se incrustó en su cabeza y en su corazón.
—¿Es por mí, verdad? —musitó, comenzando a temblar incontrolablemente—. No quieres al bebé porque es mío, porque a pesar de todos estos años me sigues odiando —al ver que el otro no lo desmentía, sus piernas flaquearon y tuvo que sostenerse en una silla para no caer—. ¿Por qué, Severus? ¿Por qué me dejaste ilusionarme con un amor que en realidad no existía? ¿Por qué odiarme al punto de no querer que nuestro hijo nazca?
La figura vestida de negro no se inmutó; sólo se giró lentamente hacia Harry y repitió:
—Debes abortar.
—¡¡NUNCA!! —gritó el joven, corriendo hacia la puerta—. ¿Me oyes bien? ¡¡NUNCA!!
Corrí y corrí mientras las lágrimas caían sin control, y ahora estoy aquí, en las habitaciones de Remus y Bill, esperando a que lleguen y queriendo morir.
¿Qué va a ser ahora de mi vida y de la de mi pequeño?
¿Por qué, Severus? ¿Por qué?
Última edición por alisevv el Dom Feb 07, 2016 5:07 pm, editado 2 veces | |
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