La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Blesséd Boy. Capítulo 6. Aprendiendo a crear

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alisevv

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MensajeTema: The Blesséd Boy. Capítulo 6. Aprendiendo a crear   The Blesséd Boy. Capítulo 6. Aprendiendo a crear I_icon_minitimeMiér Feb 24, 2010 9:30 pm

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De regreso a la sala de investigación en Pociones, Severus ya estaba preparando la base para una poción estándar. Levantó la vista cuando Harry entró.

—El hombre es nuestro invitado. En realidad, no está haciendo nada malo, pero yo le encuentro ofensivo. Me disculpo por dejarte allí, pero necesitas comer apropiadamente. Mens sana in corpore sano*, como estoy seguro que ya sabes.

Harry asintió.

—¿Qué quiso decir sobre mí? —indagó, preguntándose si el Maestro se lo diría.

Severus frunció el ceño y dejó de trabajar con la base. Miró a Harry seriamente.

—Diggle sabe que yo prefiero a los hombres. Estaba implicando que viniste aquí simplemente para ser… mi sirviente personal. Mi juguete sexual, si prefieres llamarlo así.

Harry enrojeció.

—¡Oh! —no sabía que decir ante eso. De cierta forma, tal vez él era sólo eso, pero si así era, ¿qué le importaba?

—Harry —dijo Severus—. El que yo te esté enseñando Magia de la Tierra y Sexo Mágico, que son áreas de estudio perfectamente respetables para un joven mago, no te convierte en mi juguete. Te respeto demasiado, como mi aprendiz, y como más que eso.

Harry tragó, inseguro de lo que el hombre quería decir exactamente.

>>¿Es eso lo que deseas de mí? ¿Un maestro en el sentido sexual? —preguntó Severus con cuidado.

Ahora, Harry no sabía qué decir. Severus pudo apreciar la confusión en el rostro juvenil.

>>Lo siento, esto es estúpido. Un viejo tonto está incomodándonos, y no hay razón para que eso suceda. Eres mi aprendiz, y te enseñaré todo lo que necesites saber. Puedes quedarte conmigo, como parte de la comunidad, todo el tiempo que desees. Lo sabes, ¿verdad?

Harry asintió.

—Sí, Maestro.

—Pero aún veo que hay algo que te perturba. Es mejor si lo expones ahora, antes que se convierta en un problema.

—Yo… —no sabía qué decir. No entendía exactamente lo que le preocupaba. Bueno, eso era mentira, ¿cierto? El maestro Snape estaba preocupándole, invadiendo sus sueños, haciéndole sentir tan nervioso que apenas podía comer. El maestro Snape, atrayendo a las personas más que una llama, teniendo ritos de sexo con todos los demás. Pero, ¿cómo decir eso? Era asunto de su maestro con quién tenía sexo; no era facultad de Harry, el aprendiz, decidir qué era lo que su maestro podía hacer o no—. Nada, maestro Snape, de verdad. Es sólo que todo es nuevo para mí, y a veces me siento un tanto inseguro de qué decir, especialmente con invitados como ése.

Severus continuó mirándole atentamente, convencido de que había más, pero Harry no agregó nada más. No podía obligar al muchacho a hablar.

—Entonces ven y presta atención, voy a mostrarte los principios de crear una poción sencilla; ésta es para la irritación de garganta.

Severus pasó la tarde enseñándole los principios de la creación, que implicaba el uso tanto de los conocimientos aprendidos como del propio instinto. Éste era un concepto difícil de dominar para cualquiera. A través de los TIMOs y los EXTAXIs, Harry había aprendido a ser preciso en el uso de las fórmulas conocidas. Se esperaba que los estudiantes de esos cursos ganaran algo de comprensión sobre cómo funcionaban los ingredientes al ser mezclados, pero tenían poca idea de las razones de dicha combinación; por ejemplo, ¿por qué la piedra luna machacada y las alas de murciélago podían ser la base para una Poción Alargadora y también para una Solución de Calentamiento? Severus explicó cómo la tendencia de la combinación de ingredientes que se utilizaba para agrandar las cosas también podía usarse para estimular al cuerpo a responder al frío. Luego le explicó los efectos contrarios, al mezclar centaury con polvo de heliotropo**

—Ahora, para curar la garganta irritada, ¿qué crees que vamos a necesitar, Harry?

El joven frunció el ceño. No tenía entrenamiento médico, y así se lo dijo al Maestro.

>>No necesitas saber esas cosas con detalle. Piensa en tu cuerpo y usa tu intuición.

Harry recordó lo que había sentido cuando había estado resfriado y con la garganta tan dolorida que era incapaz de tragar.

—Creo que la garganta irritada se siente molesta… inflamada. Quizás si utilizamos las propiedades de encogimiento del centaury y el heliotropo…

—¡Sí! Absolutamente correcto. La irritación de garganta es ocasionada por un trastorno de las células en esa zona. Ellas reaccionan a la enfermedad hinchándose, por tanto, necesitan una droga calmante que haga lo opuesto. El centaury y el heliotropo conforman una cura sencilla que calma rápidamente. El problema es que también se elimina rápidamente; ¿cómo podría ser mejorada?

Harry pasó el resto de la tarde perfeccionando la fórmula: agregando ingredientes que ralentizaban la reacción; gesticulando; añadiendo sabores para hacerla más agradable al gusto sin interferir con su acción. Pensó que el sabor de cereza interferiría en la acción del heliotropo, así que la sustancia fue devuelta a la mesa de trabajo. Iba a empezar a probar con el sabor de naranja –el comportamiento de los cítricos era muy diferente– cuando Severus le detuvo.

>>Casi es la hora de la cena, Harry. Recoge ahora.

El joven no había notado el paso del tiempo. Regresó a la realidad con un sobresalto. Severus sonrió.

>>¿Así que comenzaste a apreciar la excitación de la investigación en Pociones?

—Es increíble; quisiera intentar algo más…

—Siempre hay algo nuevo que probar, Harry. ¿Quién sabe lo que podremos descubrir mañana?

Los dos caminaron por las salas vacías de Pociones; Scylla debía haberse ido temprano, el pedido de Poción Mata Angustia estaba terminado y envasado sobre su banco de trabajo.

>>Esta noche te toca leer los lemas, Harry, así que tu estómago tendrá que retumbar un poco más, me temo.

A Harry, regodeado en el recién adquirido compañerismo con Severus, no le importó. Tomó el libro de proverbios y leyó mientras los demás comían, cuidando de incluir uno contra el desperdicio.

Danyel parecía apagado; pasó el tiempo enviando miradas envenenadas a Daedalus Diggle, pero era obvio que no se atrevía a decir nada. Harry sospechaba que su padre le había castigado por su exabrupto anterior, aunque él pensaba que Diggle tenía tanta culpa como Danyel. El pícaro viejo parecía disfrutar espoleando a la gente y se pasó un buen rato preguntando a Scylla si le gustaba trabajar con el nuevo Aprendiz de Pociones. La bruja estaba claramente incómoda, pero se enfrascó en la narración de cómo entregaría los productos al almacén de Slug & Jiggers al día siguiente, y cuán agradable estaba el Callejón Dragón en esta época del año.

Harry la admiró por eso.

Después de lo que parecieron siglos, Severus le hizo un gesto para que se acercara a comer. Había empanada de pastor, judías verdes y guisantes, y Harry se sintió contento al ver que aún quedaba una gran porción; estaba realmente hambriento. La investigación de Pociones realmente estimulaba el cerebro y el apetito.

Cuando George iba a irse, recordó a Harry que podía ir por sus libros. El chico asintió y prometió que lo haría.

Severus se quedó todo lo posible. Miranda estaba retirando los restos de la comida con magia y lavando. Lydia le estaba ayudando, pero todos los demás se habían ido a la salita, a jugar cartas o simplemente charlar.

—Harry, te veo más tarde —dijo el Maestro, mientras se levantaba para partir. Tocó ligeramente la mano del joven y se fue.

Después de cenar, lleno de empanada del pastor y migajas de ruibarbo –la comunidad obtenía el alimento por temporadas, y en el momento la cosecha de ruibarbo precisaba ser consumida antes que fuera demasiado vieja y leñosa– se encaminó a la biblioteca. George estaba en su sala de trabajo acompañado por Diggle, mostrándole al viejo mago cómo formar la letra W con florituras y decoraciones de animales opcionales. Levantó la vista al entrar Harry.

—Dame un momento, Daedalus. Sólo voy a ayudar al joven Harry en la biblioteca. No espero tardar demasiado.

Harry eligió un libro sobre la historia de la isla –era un ejemplar más amplio que el que había visto antes, y tenía historias y tradiciones tanto mágicas como muggles– y un volumen titulado Misterios sin Resolver en el Mundo Mágico. Agradeció a George por su ayuda y se dirigió a su celda.

Apenas eran las ocho y media, pero no estaba seguro de querer ir a la salita común y unirse a algún juego de cartas. Habría luz por un par de horas más, y la noche era encantadora, así que, luego de haber pasado todo el día dentro, decidió ir a dar un paseo antes de dormir. El maestro Snape no vendría a su habitación todavía, estaba seguro. Poniendo manos a la obra, dejó los libros en su pequeña biblioteca y salió.

Caminó hacia la granja, acostumbrado al área. Abigail estaba inclinada sobre la cerca del corral, observando a los caballos, su cabello largo y marrón azotando con la brisa.

—¡Relámpago regresó! —exclamó el muchacho.

—Hola, Harry. Sí, bajó de las colinas, su trabajo hecho por un año más. Bueno, al menos con nuestras yeguas. Hay un par de reservas del granjero Tennet, en Canna, para el fin de semana. Habitualmente intercambiamos animales con él, para mantener nuestro ganado saludable. Tiene un par de ponis negros de tiro que quiere que Relámpago cubra, desea el color gris en su manada. Los vamos a ubicar en el corral pequeño detrás del establo, para que Relámpago no se distraiga con estos dos —señaló al semental que pastaba al lado de Hamish y Jock, deteniéndose de vez en cuando para tocar a alguno de sus compañeros con el hocico.

—Se ve feliz —comentó Harry.

—Lo es. Le gustan los chicos, y ya sabes —contestó ella con un guiño.

Harry lo sabía. Comprendía exactamente cómo se sentía Relámpago. También estaba bastante seguro de cómo se sentía Abigail luego de su viaje a Galmisdale.

—¿Ir a la villa de nuevo? —preguntó, tratando de sonar despreocupado.

La bruja le miró.

—Te estás burlando de mí —le acusó.

—¿Yo? —trató de lucir inocente.

—Sí, tú. ¿Fui tan obvia?

—Bueno, sí… Realmente lo fuiste —contestó, sonriendo.

—Si soy tan evidente, no voy a poder llevar a nadie más conmigo. Habitualmente me acompaña Danyel, y él no piensa nada de esto. Siempre está demasiado ocupado pretendiendo ser un pescador mientras yo hablo con James.

—Él es muggle, ¿no?

Abigail permaneció inmóvil.

—Sí, y sé que no debería gustarme de ese modo, pero me gusta. Es fuerte, y confiable, y cortés, y… Oh, no sé. Simplemente me gusta.

—No hay nada malo en eso, ¿cierto? —Harry sabía que los magos a veces se casaban con muggles.

—No, supongo que no. Pero vivo en una comunidad mágica donde no son permitidos los objetos muggles. Y amo vivir allí —suspiró con bastante tristeza.

Ahora, Harry deseaba no haber sacado ese tema, así que continuó charlando sobre los caballos, y le pidió que le mostrara el otro corral antes de continuar su caminata.

—¿Te gustaría caminar conmigo? —le preguntó.

—Oh, sí, es muy amable, caballero —contestó ella con cortesía—. Me encantaría pasear con usted.

Harry sabía que la joven bruja estaba bromeando y se echó a reír.


*Mens sana in corpore sano = Mente sana en cuerpo sano

**Centaury (Centaura): es una de las Flores de Bach.

Heliotropo (Bloodstone): Piedra semipreciosa, tipo de calcedonia, cuarzo. También llamado "sanguinaria, jaspe sanguíneo o piedra sangre, era usado en la Edad Media para confeccionar camafeos y elementos de decoración; en la actualidad se utiliza para la producción de anillos de sello. Proviene de Asia.




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