La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Blesséd Boy. Capítulo 7. Auras y enriquecimiento

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alisevv

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MensajeTema: The Blesséd Boy. Capítulo 7. Auras y enriquecimiento   The Blesséd Boy. Capítulo 7. Auras y enriquecimiento I_icon_minitimeMiér Feb 24, 2010 9:33 pm

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Cuando regresó, Harry tomó una larga ducha caliente. La noche todavía era muy calurosa y Abigail le había llevado a ver las colmenas. Igual que todo en Eigg, éstas eran fascinantes, y esperaba poder trabajar algún tiempo con Richeldis Machin, la apicultora. Ella no se encontraba por las colmenas esa noche; Harry había aprendido que era una jugadora de cartas muy entusiasta.

Suspiró mientras el agua caliente lavaba y refrescaba su cuerpo. Regresó a su habitación sintiéndose cálido, seco y listo para su próxima lección. Sus bolas estaban apretadas con anticipación, y ansiaba emular a Relámpago y empezar a acariciar con el morro a su compañero.

Apenas había comenzado a leer Misterios sin Resolver en el Mundo Mágico cuando se escuchó un suave toque en la puerta. Dejó el libro a un lado sin pensarlo y corrió a permitirle la entrada a su maestro.

—Hola, Maestro.

Esa noche, Severus vestía una larga bata, no su túnica de trabajo. Su cabello estaba claramente húmedo, así que Harry supuso que se había duchado antes de ir a su habitación. Su corazón dio un salto; quizás el hombre se quedaría más tiempo después.

Cuando se sentaron en la cama, uno al lado del otro, Severus habló por primera vez.

—Te daré una lección sobre auras, Harry. Necesitarás poder ver las auras para apreciar verdaderamente los ritos de los que tomaremos parte. No todos pueden hacer esto, pero confío en que tú podrás aprender.

Harry asintió. No estaba muy seguro de lo que era un aura, pues nunca había visto una. Sabía que era alguna clase de luz que rodeaba la gente, y lucía diferente para cada persona.

Severus movió su varita y las luces se atenuaron; Harry parpadeó hasta que su visión se acostumbró a la habitación casi a oscuras. Entonces, el maestro recitó el hechizo:

Revelo sublucis.

Harry bizqueó, inseguro de lo que iba a ver.

—Debes mirar con menos fervor, Harry. Debes relajarte, dejar que la luz se muestre ante ti en lugar de ir a buscarla.

Harry pensaba que eso sonaba como algo que pudiera haber dicho su maestra de Adivinación, la profesora Trelawney. Cómo podía la luz mostrarse a sí misma… ya fuera que estuviera allí o no. Debía haber mostrado su escepticismo, pues Severus chasqueó su lengua.

>>La habilidad de ver auras es algo similar al diseño de pociones. Es algo que se aprende por instinto. No puedo mostrarte cómo hacerlo, sólo proveer las circunstancias que puedan conducir a que las veas —hurgó en el bolsillo de su bata hasta sacar una botella. Harry pensó que era la botella de mago de su maestro, pero luego notó que no era negra sino azul.

>>¿Un trago? —preguntó Severus.

—¿Qué es? —sonaba cauteloso, inseguro de si le estaba ofreciendo una poción.

—Whisky, de la mejor cosecha de Josiah.

Harry todavía parecía indeciso.

>>¿Has probado whisky antes?

—Intenté probar algo de vino el año pasado —Harry recordó el ardiente líquido que tanto le había impactado.

—Bueno, bebe sólo un poco, mantenlo en tu boca, y luego déjalo gotear hacia tu garganta —Severus le ofreció la botella—. Encontrarás que es bueno para entrar en ambiente y desconectar la zona lógica de tu mente. El truco con el firewhisky de Josiah es tomarlo con cuidado. Pero bébelo.

Harry vaciló durante un momento, preguntándose si debía convocar un vaso, pero Severus hizo un gesto indicándole que llevara la botella a sus labios. El líquido ardió tan pronto como tocó su lengua.

Severus observó a Harry y sonrió mientras éste trataba de tomar otro sorbo.

>>Ahora, ven aquí —pidió.

Harry colocó la botella en la mesita de noche y se movió más cerca de su maestro.

Severus le atrajo para besarle. Se suponía que le estaba enseñando auras, pero antes deseaba hacer esto. El sabor de la boca de Harry era embriagador, con esas trazas de whisky y esa dulzura subyacente del propio sabor del joven. Severus se dio cuenta que el suave gemido venía de su propia garganta, y una vez más se sobresaltó ante la intensidad de sus sentimientos por el muchacho ahora que era su aprendiz. Le abrazó estrechamente, sin desear soltarle, inundado por un sentido de posesión que no podía hacer otra cosa que maravillarle.

Cuando el beso terminó, Harry miró los ojos negros. Su maestro estaba abrazándole como si nunca quisiera dejarle ir.

—¿Maestro Snape?

—¿Puedes verlo, Harry?

Severus podía ver que Harry brillaba radiante, su aura de un color mayoritariamente blanco plata con reflejos verdes. Deseaba tanto que el joven fuera capaz de verla, quería compartir todo con él; todo su conocimiento, y toda la magia de los ritos que aún esperaban ante ellos.

—¡Oh! —jadeó Harry—. ¿Es… es como si fuera fantasmal? Un poco… bien, es plateada… y azul. Tiene líneas azules brillando y… Oh, Severus, es hermosa.

Harry estaba mirando al maestro con ojos ligeramente desenfocados y el hombre supo que estaba viendo su aura. Plata y azul, sonaba correcto. Le sonrió, con tanto orgullo como una mama gallina con un nuevo polluelo, y asintió.

Severus alcanzó la botella y tomó un sorbo, ofreciéndosela nuevamente al chico.

—Lo hiciste, Harry. Podrás ser capaz de volverla a ver siempre que lo intentes. Pero tienes que hacerlo con las luces bajas y estando muy relajado.

—Creo que tendrás que besarme para que funcione —objetó Harry con una pequeña sonrisa—. Eso es lo que lo logró, Severus.

El hombre bufó, divertido.

—Eso y el firewhisky —le soltó y hurgó nuevamente en su bolsillo, sacando su botella de mago, que colocó en la mesita de noche, y un pequeño frasco de cristal púrpura—. ¿Quieres correrte esta noche?

Los ojos de Harry se abrieron por la sorpresa; Severus se lo había propuesto sin vacilar, como si no fuera otra cosa que una tarea que tuvieran que ejecutar.

—Er… sí, señor.

—Te he dicho que aquí me llames Severus; por favor, Harry —el joven se mostró avergonzado—. ¿Tienes tu botella?

—Oh, todavía está en mi túnica —se excusó, saltando y corriendo a buscarla.

—Mantenla siempre cerca, Harry.

El otro regresó y la colocó en la mesita junto a la del maestro. Severus se había levantado, y luego de quitarse la bata, dejó la varita sobre la mesilla. Estaba desnudo y Harry se detuvo a admirar el maravilloso y pálido cuerpo revelado. Hubiera podido permanecer allí parado, mirando, eternamente; la vista era un festín para los ojos. Pero mientras más miraba, más deseaba tocar. Alargó la mano.

>>Las ropas primero. Quítatelas.

Harry se apresuró a obedecer, quitándose su pijama y parándose frente a su maestro tan desnudo como él. La vergüenza que había sentido antes no parecía afectarle y sonrió. Severus se acercó y le atrajo hacia él, devorando su boca con urgencia. La larga y erecta polla presionaba contra el estómago de Harry, mostrándole la necesidad de su maestro.

El mayor le arrastró hacia la cama para que pudieran sentarse uno al lado del otro, reclinados contra las almohadas.

>>Tienes un gran efecto sobre mí, Harry. Pienso todo el día en ti, y apenas puedo esperar a que llegue nuestro tiempo juntos. A este paso, llenaré la botella antes que llegue el equinoccio.

Harry sonrió.

>>Y esta noche he traído la Poción de Enriquecimiento para enseñarte su uso. Todo lo que hace es aumentar el volumen de semen. Mientras más la usemos para los ritos de fertilidad, mejores serán los resultados, como podrás imaginar.

El joven asintió, sin tener idea de cómo sería utilizado el semen e imaginando toda clase de cosas extrañas —su imaginación evocaba ovejas, y mujeres, y esperó que ninguna de ellas estuviera involucrada—. Pero tenía sentido que cuanta más esencia mágica se tuviera, más potentes serían los ritos.

>>Pronto te enseñaré la poción. Es bastante sencilla y sólo tiene un efecto. Un trago antes de la actividad sexual es suficiente.

Le entregó el vial a Harry, quien dio un trago. Su sabor semejaba al de alguna clase de fruta demasiado madura.

—Umm… Severus… —tenía cierta duda, pero se sentía demasiado avergonzado para preguntar.

El hombre también tomó un trago de la poción y esperó pacientemente para escuchar lo que Harry quería, pero el otro se había detenido.

—¿Y bien?

—Oh… no importa.

—Claro que importa. Algo te está preocupando y debes decírmelo. No debe haber secretos entre Maestro y Aprendiz, Harry. ¿Comprendes?

El joven enrojeció vivamente, pero Severus no iba a permitir que se escapara de esa. Le miró fijamente y aguardó. Harry tragó y balbuceó:

—Si tú tienes sexo… si eyaculas dentro de alguien… ¿en ese caso, seguramente la semilla no irá a la botella?

Severus tomó sus manos, que tenía aferradas ansiosamente sobre su regazo, y las elevó hasta sus labios, besándolas de modo tranquilizador antes de contestar.

—Depende. Si el semen fuera tan copioso como para desperdiciarse, goteando por tus piernas, quizás…

Harry sintió que la sangre fluía hasta su ingle con la mera imagen.

>>…podrías lanzar el hechizo. El exceso sería embotellado. Pero, habitualmente, el sexo por penetración es una entrega, un modo de regalar tu esencia y poder a tu pareja. El sexo no debe ser tomado a la ligera por la gente con magia.

—¿Poder?

—¿Recuerdas que te dije que cada orgasmo fortalece tu campo mágico? Si tienes una eyaculación dentro del cuerpo de otra persona, es su campo el que fortalecerás más que el tuyo propio. Sin embargo —continuó enérgicamente, deseando proseguir con el alivio sexual que en ese momento necesitaba fuertemente —mientras practicamos la mutua masturbación, fortalecemos nuestros propios campos, de forma simple y efectiva.

Harry asintió mientras Severus dejaba ir sus manos y le acercaba más hacia sí, antes de bajar y atrapar su erecta polla. Harry jadeó con placer mientras esas manos comenzaban a atender sus necesidades, cada una de ellas. Su maestro sabía cómo hacerlo para que se sintiera mucho mejor de lo que él podía hacer por sí mismo. Observó los largos dedos jugueteando con su polla, deslizándose arriba y abajo —no había visto a Severus aplicando el lubricante, pero debía haberlo hecho, posiblemente con magia— y deseaba hacer lo mismo por él. Alargó la mano y encontró la polla de Severus.

Caliente. Dura. Suave y aún así venosa. Se sentía tan bien mientras corría sus manos arriba y abajo. El hombre dejó ir el miembro de Harry y puso sus manos sobre las del chico, que seguían dándole placer.

—Sostén mis manos.

Harry dio vuelta a sus manos, renuente a liberar a su maestro, y Severus puso sus palmas sobre las de él, compartiendo su cualidad resbaladiza.

>>Ahora, continua —musitó suavemente, y luego de una pequeña pausa para robarle un beso, él también continuó con sus atenciones a la juvenil polla.

Harry estaba tan duro, tan excitado, que no creía que pudiera durar mucho. No estaba completamente seguro de dónde estaba su mente ahora mismo… La mitad —o probablemente más de la mitad— estaba en su regazo, disfrutando las maravillosas cosas que estaba haciéndole su maestro, lo que estaba mostrándole; la otra parte estaba en sus manos, sintiendo las sensaciones que sus dedos estaban disfrutando mientras jugaban con la polla de Severus como si se tratara de un instrumento musical.

Después de uno o dos minutos ya no hubo discusión hacia dónde estaba fluyendo su mente… podía sentir su orgasmo acercándose, una tensión casi insoportable concentrándose en sus bolas, haciendo que su polla se endureciera cada vez más. Su corazón retumbaba fuera de control, su cabeza se lanzó hacia atrás, y él gritó.

Comenzó a derramarse a borbotones. Pudo sentir cómo su pene se agitaba con espasmos casi dolorosos, mientras gran cantidad de semen se esparcía sobre su vientre. Gritó con cada pulso que expulsaba su esencia.

—¡Oh… oh… oh…oh!

Las manos de Severus continuaron ordeñando la palpitante dureza, en medio del orgasmo más violento en la vida del joven. Harry sentía como si su cabeza fuera a explotar y apenas lograba respirar. Estaba jadeando como si le faltara el oxigeno.

>>¡Por favor…! —gritó.

Severus observó con satisfacción mientras su aprendiz se derretía en sus manos. Las manos del chico habían abandonado el pene del maestro algún tiempo atrás, cuando su orgasmo estuvo demasiado cerca como para que pudiera pensar en nada más. Severus también necesitaba liberarse. Estaba tan duro… y observar cómo Harry se corría había acrecentado su urgencia. Pronto, se aseguró a sí mismo…

Harry se recostó contra las almohadas y respiró profundamente, tratando de normalizarse. Nunca antes había sentido algo tan fuerte. Sentía como si acabara de correr una carrera y sus piernas estaban tan temblorosas como si hubiera cubierto muchas millas. Abrió los ojos para ver a Severus observándole.

Transfero, Harry.

El aprendiz lanzó el hechizo y observó cómo lo que parecía una cantidad mucho más abundante de semen que la noche anterior entraba en la botella. Cuando regresó su vista hasta el hombre, éste se recostó ligeramente, su erección erguida, roja y demandante. Los ojos oscuros se fijaron en él. Harry enrojeció. Deseaba haber podido hacer todo más tranquilamente. Liberarse, colocar su esencia en la botella, y hacer que su pareja terminara no debía ser tan malditamente difícil, ¿verdad? Volvió a centrarse y tomó nuevamente la erección de Severus en su mano.

Una vez que la aferró, sus manos asumieron el control. Ahora, sus movimientos eran más seguros mientras frotaba, apretaba y jalaba. Cuanta más fricción proveía, más gemía Severus, y Harry sonrió al observar que el hombre se veía cada vez más desesperado por liberarse.

La erección de Severus era una vista maravillosa, y Harry pensó a qué sabría, antes de preguntarse de dónde habría venido ese pensamiento. Se hubiera sentido avergonzado de no ser porque estaba demasiado ocupado observando a su maestro.

El rostro del hombre se mostraba adolorido. Sus ojos estaban fuertemente cerrados, su cabello colgaba enmarcando su rostro, y sus labios formaban una extraña sonrisa. Y Harry simplemente quería que todo fuera peor para él, deseaba que fuera más intenso. Acarició con su dedo índice la cabeza de la turgente polla, tal como Severus había hecho con él.

El hombre gimió. Oh, Merlín, lucía tan maravilloso… y Harry era quien estaba logrando eso, el que conseguía que un hilo de sudor bajara por el rostro de su maestro.

—Harry… —el gemido salió mientras las caderas empujaban hacia arriba, buscando más, siempre más.

De repente, Harry supo qué más podía darle a este hombre que le había ofrecido un futuro. Se inclinó y besó la cabeza de su erección, la suave piel se sentía caliente pero familiar, incluso a pesar de que nunca antes había hecho nada parecido. Pero no fue suficiente. Deseaba probar, así que abrió la boca y deslizó la cabeza al interior.

Y fue extraño, tan extraño… diferente a cualquier otra cosa. Era amargo, pero también dulce, con la dulzura de una carne que deseaba más que cualquier otra cosa sobre la Tierra, y la amargura del líquido que se acurrucaba en la pequeña raja.

Severus gritó con sorpresa y sus ojos se abrieron de par en par. La cabeza de Harry estaba inclinada sobre su regazo y su deliciosa boca estaba alrededor de su polla.

—¡Ah! ¡Harry… oh, Harry! —y para su mortificación, empezó a liberarse con una precipitación que ya parecía ser lo normal cuando estaba con el muchacho.

Harry se soltó mientras un fluido amargo llenaba su boca. ¡El maestro Snape se había corrido! Se sintió algo impresionado y retrocedió, y otro copioso chorro de fluido impactó sobre su rostro. Levantó la vista, sobresaltado, para ver a Severus mirándole, observándole con una expresión feroz y arrebatada, mientras con cada pulso el rostro del joven se iba cubriendo de una sustancia cremosa que empezaba a gotear por sus mejillas.

>>Harry —la voz del hombre era más profunda que nunca, llena de lujuria. El joven temblaba y permaneció quieto, como paralizado, inseguro de qué hacer a continuación—. Oh, Harry, eso fue tan ardiente, no lo puedes imaginar —declaró. Luego se obligó a actuar, no deseando asustar al joven virgen—. Transfero.

El semen fue transferido mágicamente a la botella de Snape, y Harry jadeó antes la áspera sensación mientras su cara era limpiada. Incluso sus labios hormiguearon, y él enrojeció al pensar que todavía había semen en su boca; incluso había tragado un poco. ¿Quizás era de mala educación haber tomado semen del hombre y algo de su poder sin que le hubiera sido ofrecido?

—Lo siento —murmuró, sus ojos todavía muy abiertos por la impresión de lo sucedido.

Severus alargó la mano y acarició su mejilla, deseando tocar a su muchacho, mostrarle su agradecimiento por el maravilloso regalo que el joven representaba para un solitario y excéntrico mago que había escapado con eficacia del mundo mágico, acompañado de un pequeño grupo de místicos.

—No hay nada por lo que disculparse, Harry. Tú eres un regalo.

—Pero tomé tu… er…

—Yo quise darte mi semen, Harry. Lo he deseado desde el primer momento que te conocí. Y ahora me permitiste dártelo. ¿Tragaste algo?

Harry enrojeció de nuevo, y deseo no seguir haciéndolo.

—Sí, Severus.

—Bien. Algo de mi esencia mágica entró en ti ahora, uniéndose a la tuya. Mientras más cosas hagamos juntos, más cerca estaremos. ¿Lo ves?

—Entonces, no te importa… pensé que lo querías para la botella.

Severus sonrió.

—La botella es para el semen que no es regalado, Harry. Yo estaría feliz de regalarte cada gota de mí.

Harry le miró con los ojos desorbitados.

—>>¿Seguramente sabes —continuó el maestro, su cálida voz parecía enterrarse profundamente en los huesos del joven— que deseo unirme a ti, tan cerca como podamos?

El mago de ojos verdes asintió solemnemente. Sabía que eso era lo que él quería, y sintió que simplemente estaba flotando en el paraíso cuando escuchó a Severus diciéndole eso.

>>Entonces, ¿me aceptas, Harry Potter? —preguntó.

Asintió de nuevo.

—Oh, sí, por favor.

Severus sonrió y le tomó en sus brazos, acomodándole a su lado.

—Todo estará bien, Harry.

Harry afirmó con la cabeza una vez más. No estaba seguro de lo que significaba todo eso, pero se sentía algo serio. Quizás fuera para los ritos de fertilidad, o quizás se trataba de algo más. Severus era tan extrañamente intenso, y asumía que Harry sabía mucho sobre magia, pero en muchos aspectos él era un novato. Muchas de las cosas sobre el modo de vida mágico eran desconocidas para él, pues no había podido igualarse con sus compañeros luego de haber sido criado por una familia muggle. Y en Hogwarts, nadie se había preocupado por hablarle sobre las tradiciones del mundo mágico, eso no formaba parte del programa escolar.

Se acurrucó en el abrazo de Severus, quien jaló las cobijas sobre ellos, y pronto ambos se quedaron dormidos. Cuando el maestro despertó un par de horas más tarde, decidió regresar a su celda, pero a regañadientes. Como Maestro de la Comunidad, tenía el deber de estar disponible para su pequeño rebaño, quienes esperarían que él estuviera en su celda. Y había roto su propia regla: después de que las luces se apagaban, nadie tenía permitido estar fuera de su celda hasta las seis de la mañana. Tendría que repetir su castigo de la noche pasada, pero valía la pena. Por supuesto, si eventualmente se casaba con Harry, eso resolvería el problema muy bien, pero no sería apropiado mencionarlo mientras el chico fuera su aprendiz. Caminó por el pasillo a grandes zancadas, seguro de su ruta a pesar de la casi total oscuridad. Si alguien hubiera estado allí y podido ver a través de la oscuridad, si ese alguien hubiera podido vislumbrar su rostro mientras caminaba, hubiera visto que estaba sonriendo.


*Revelo sublucis : Muéstralo con luz baja.




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Última edición por alisevv el Mar Mayo 03, 2016 6:39 pm, editado 2 veces
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MensajeTema: Re: The Blesséd Boy. Capítulo 7. Auras y enriquecimiento   The Blesséd Boy. Capítulo 7. Auras y enriquecimiento I_icon_minitimeVie Jun 13, 2014 5:24 pm

ohh no pense que harry hicera eso... >//////////////////<
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