alisevv
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| Tema: The Marked Man. Capítulo 11. La investigación lleva tiempo Miér Feb 24, 2010 9:15 pm | |
| La mañana siguiente, Harry bajó a desayunar sintiéndose más optimista de lo que había estado en muchos días. Había sobrevivido a una noche en casa de Snape. No, había hecho algo más que sobrevivir; lo había disfrutado. Tomó asiento, sonriéndoles al resto.
—Pareces de buen humor esta mañana, compañero —le saludó Ron—. ¿Qué sucedió? ¿Snape se envenenó accidentalmente, en lugar de a ti?
—¡Ron! —exclamó Hermione, claramente a punto de lanzarle un regaño, pero Harry lo evitó al reír ante lo dicho por Ron.
—Todavía estaba respirando cuando me fui, así que, si era un veneno, debió ser de acción retardada —aferró dramáticamente su propia garganta, borbotando y rodando los ojos como si se estuviera asfixiando.
El pelirrojo se partió de la risa. Hermione se mostró ofendida, aunque era difícil saber si su enojo era dirigido a Ron o a Harry.
—No parece que fuera demasiado terrible, ¿verdad, Hermione? —intervino Remus, con una sonrisa—. Un buen presagio para sus esperanzas de alinear sus magias.
La chica siguió untando su tostada con mantequilla, resuelta, ignorando claramente a los dos jóvenes, que continuaban riendo.
—No sé porqué estás tan feliz, Ron. ¡Vas a pasar el día con Filch!
—Sí, pero tú vas a pasar tus noches con Snape. ¿Y cuántas filas de estanterías de almacenaje puede mostrarme Filch? Terminaré con él en un día o dos, pero tú vas a estar con Snape por siempre —tan pronto como dijo esto, Ron deseó poder retirar sus palabras, pues el rostro de Harry perdió su alegría y lució nuevamente serio—. Lo siento, compañero, no quise decir… —el pelirrojo se calló. Pero pensaba lo que había dicho, sólo que una vez que lo expresó, se dio cuenta que no era algo para tomarlo a broma.
Harry pareció sacudirse mentalmente, antes de levantar una tostada y dedicarse a su desayuno.
—Es hora de proseguir con la caza de los Horcruxes, Ron. Tú y Hermione vayan nuevamente a Hogwarts tras el cáliz. Yo creo tener una idea de por dónde empezar con el relicario.
—¿Dónde piensas que puede estar, Harry? —preguntó Remus.
—Mundungus Fletcher —contestó.
Remus gruñó.
—Si Dung está involucrado, será relativamente fácil seguir sus huellas. No es el más sutil de los criminales. Sin embargo, si él tenía el relicario, recuperarlo de quienquiera a quien se lo haya vendido es otro asunto. Quizás sea algo tan sencillo como comprarlo, pero quizás no. Creo que sería una buena idea ir a visitar Kingsley, al Ministerio.
—¿Por qué?
—Mundungus es un delincuente conocido. Habrá expedientes de dónde suele colocar su mercancía. Es una criatura de hábitos, Mundungus; habitualmente, malos hábitos. Nos ahorraría un montón de esfuerzo si supiéramos dónde preguntar.
—Eso suena como una buena idea. Después de todo, el relicario es un legado de mi propiedad, bajó los términos del testamento de Sirius.
—¿Tuyo, Harry? ¿Cómo demonios puedes ser propietario de eso? Y si era de Sirius, ¿por qué nadie más lo sabía?
—El Horcrux que Dumbledore y yo estábamos buscando la noche que murió era el relicario. Bueno, eso ya lo sabes. Lo que encontramos fue un reemplazo; un relicario, pero no el real. Había una nota con éste.
—Sí, nos lo informaste en la reunión de La Orden. Firmado R. A. B., creo recordar.
—Correcto. Desde entonces, Hermione ha recordado dónde vio un relicario. Y no era un relicario cualquiera, sino uno muy extraño, pues nadie podía abrirlo. Lo vio cuando estábamos limpiando la sala de estar de Grimauld Place.
—Pero debe haber cientos de relicarios, Harry. ¿Por qué piensas que ése puede ser el Horcrux?
—Por las iniciales —explicó Hermione—. Las iniciales en la nota. El relicario fue visto en Grimauld Place, así que probablemente pertenecía a los Black. Las iniciales en la nota terminan en B, así que apostaría que se refiere a Black.
—¡Reg! —exclamó Remus—. Por supuesto… él era un Mortífago. Regulus Acturus Black (R. A. B.): supongo que debió dar el guardapelo a Voldemort. Quién sabe porqué éste último pensó que era lo bastante importante como para convertirlo en un Horcrux. Tal vez era una reliquia mágica; los Black son una de las familias mágicas de sangre pura más antiguas que se pueden encontrar, así que podría ser algo de la época de los Fundadores.
—Regulus deseaba salirse de los Mortífagos, y apostaría que eso ya pasaba cuando sustituyó el relicario. Debió traer el Horcrux de regreso a un lugar donde nadie supiera su verdadero significado. Con todo ese revoltijo, sería fácil ocultarlo. Dudo que Mundungus supiera que era especial; seguramente lo tomó porque era evidentemente antiguo y probablemente valioso. Imagino que se lo habrá vendido a algún comerciante del Callejón Knockturn, pero una visita al Ministerio podría ponernos sobre la pista correcta.
Harry se sintió mejor ante la perspectiva de poder hacer algo. Tener un avance definido era mejor que sentarse ahí a pensar en todos los problemas que tendrían que ser resueltos antes de poder abordar a Voldemort. Desayunó bien esa mañana, su buen humor y optimismo de antes había regresado.
—Adelante, caballeros —Kingsley Shacklebolt les hizo una seña para que entraran en su oficina y cerró la puerta tras ellos.
Los colegas de Kingsley les habían mirado con interés. Si había una razón por la que Harry odiaba ir al Ministerio, era que cada uno de sus movimientos era observado desde el momento en que se acercaba al mago de seguridad que examinaba su varita. Esto hacía que se le pusiera la carne de gallina. No tenía recuerdos agradables del lugar.
—Bien, aquí podemos hablar con libertad —comentó Kingsley cuando todos estuvieron instalados en su oficina—. La habitación está protegida y silenciada. ¿En qué puedo ayudar?
—Necesitamos información sobre las actividades de Mundungus. Sus actividades criminales —puntualizó Remus.
—¿Alguna cosa en particular? —indagó el mago de piel oscura. No pareció sorprendido ante la petición de información, ni siquiera porque era sobre un miembro de La Orden. El modo de vivir y ganarse la vida de Mundungus era conocido y tolerado en general, aunque no fuera aprobado por sus compañeros.
—Sí, necesitamos los nombres de sus peristas*. Los comerciantes a quienes vendería joyería con mayor probabilidad.
—Él ha estado robando mis cosas de Grimauld Place —agregó Harry—. Apostaría que toma algo cada vez que va allí. Le vi en Hogsmeade, vendiendo uno de los cálices de la familia Black; ellos tenían montones de esos. Se pensaría que sería lo bastante inteligente para evitar tomar artículos tan claramente detectables.
Kingsley frunció el ceño.
—No puedo decir que esté sorprendido; ni por el hurto, ni de su estupidez. Imagino que pensó que nadie lo notaría; la casa está desordenada, por decir lo menos. Puedo conseguirles una lista de sus contactos muy fácilmente. ¿Quieren que le traiga para interrogarle?
—No todavía. Veremos primero qué conseguimos —contestó Remus—. Estamos buscando un artículo en particular. Si lo encontramos, no creo que quieras proseguir con el asunto, ¿verdad, Harry?
El chico sacudió la cabeza.
—No me alegra en absoluto tener que hacer esto. No es grato cuando la gente que se supone está de nuestro lado, ayudándonos, hace las cosas más difíciles.
—Dung es útil a veces —comentó Kingsley—, pero con frecuencia me pregunto si es lo bastante útil. A varias personas les gustaría verle fuera de La Orden —Harry tuvo la impresión de que el hombre estaba hablando de sí mismo. El alto Auror negro se levantó, y antes de salir, informó—: Regresaré pronto, sólo voy a conseguirles la lista.
Harry miró a Remus.
—Odio este lugar, de ninguna forma podría trabajar aquí. Acostumbraba pensar que quería ser Auror, pero hace tiempo que desistí.
—También para mí trae malos recuerdos, Harry —afirmó Remus quedamente. Se veía apagado, y el joven no podía culparle. El Ministerio de Magia era el lugar donde Sirius había muerto. Harry deseó haber venido solo, pero Remus le había acompañado de manera automática, y él se había sentido contento de contar con su apoyo. Ahora, se preguntaba si no hubiera sido mejor dejar a su mentor en casa.
Kingsley regresó con una hoja de pergamino que entregó a Harry.
—Estos son sus peristas conocidos. Que tengan un buen día, caballeros.
Remus y Harry le agradecieron y partieron. Regresaron al nivel de la calle del Londres muggle, que se veía bulliciosa y cualquier cosa menos siniestra. Eso aligeró el ánimo de ambos.
—Vamos a tomar un café y algo de comer antes de empezar con la lista —sugirió Remus, cuando luego de salir de la cabina telefónica, pasaron delante de una cafetería.
Harry ordenó café latte** y se encontró con una taza llena de café con crema. Pidieron un plato de emparedados para compartir y un pedazo de tarta de frutas para cada uno. Harry sacó la hoja de pergamino de su bolsillo y la colocó sobre la mesa para que ambos pudieran verla.
Mientras comían, los dos hombres leyeron la lista de nombres suministrados por Kingsley.
*¡Shiny’ Fortescue, regenta una joyería en la esquina del Callejón Knockturn con el Callejón Diagon. Sujeto medianamente respetable, se le conoce por comprar y vender joyería antigua. Sólo recibe artículos valiosos y que no se pueden rastrear.
*David ‘Jools’ Cohen, tiene una casa de empeño en el número diecisiete del Callejón Knockturn. Compra y vende de todo, raramente hace preguntas.
*’Slopey’Figgis. Sin negocio establecido, es conocido como un tiburón del préstamo y maneja gran cantidad de artículos robados. Se le encuentra con frecuencia en El Mosquete y la Bola, en Twitchell Lane, al lado de Knockturn.
—Sólo tres nombres —dijo Harry. Se escuchaba decepcionado.
—Está bien, Harry. Kingsley dijo que Dung era un hombre de hábitos; probablemente da cualquier cosa que consigue a uno de esos tres. Empezaremos con el más respetable de ellos, el señor Fortescue, aunque dudo que tengamos suerte allí. ¿Describirías el relicario como un objeto que ‘no se puede rastrear’?
—Bueno, de lo que Hermione recuerda, no hay nada especial en él.
—¿Cuántos relicarios antiguos crees que hay? Y éste es grande y pesado, así que es distintivo.
—Oh —musitó Harry, decepcionado—. Entonces, ¿por qué vamos a ir allí a perder el tiempo?
—Tenemos que preguntar; tenemos que asegurarnos de cubrir todas las conexiones de Dung. Debemos saber que hemos investigado exhaustivamente cada opción antes de emprender la siguiente etapa.
—No crees que lo vayamos a encontrar, ¿verdad, Remus?
—No sé qué decir. De hecho, pienso que lo encontraremos, eventualmente. Pero a estas alturas puede haber pasado por las manos de muchos comerciantes. O haber sido vendido a un coleccionista. Muchos coleccionistas valoran su privacidad y puede ser difícil descubrir quién lo compró. Especialmente de un perista.
Harry se sentía un poco descorazonado. Luego reaccionó. No habían fallado todavía, y tenían tres personas a las que visitar. Estaban mucho más adelantados que cuando habían salido esa mañana, así que no había razón para sentirse mal. Bebió su café y comió su emparedado y su tarta. Le gustaba estar en el Londres muggle; tenía una atmósfera agradable, libre de amenazas y llena de mucha gente amable y turistas de todo el mundo, incluyendo dos magos encubiertos que no atraerían la atención.
Su paseo hasta el Caldero Chorreante no tuvo nada que destacar y Harry se sintió calmado e inmerso en una sensación de normalidad. En ese momento, le resultaba difícil pensar que estaba en una misión desesperada para destruir al Señor Oscuro.
Esa noche, en la mesa de la cena, el ánimo había decaído, por decir lo menos. Ron y Hermione estaban callados, y Harry se preguntaba si habrían discutido.
—¿Encontraste algo hoy, Hermione? —preguntó Remus.
—No. Ni una sola referencia. Ni una palabra. Es como si el cáliz hubiera desaparecido en el siglo dieciséis. Puede haber sido ubicado en algún sitio que no está inventariado, o quizás alguien lo robó.
—Yo estuve registrando dos de esas viejas habitaciones de almacenaje con Filch —informó Ron—. Es difícil imaginar una tarea más aburrida. Había cajas y armarios llenos de cosas viejas. Expedientes anticuados que no parecen existir por otra razón que llenar el aire de basura, viejos trofeos y equipos de pociones, un montón de equipamientos viejos de quidditch que no cumplen las especificaciones correctas para los juegos modernos… ¡Merlín sabe para que guardan todo eso! Incluso hay una enorme caja de Objetos Perdidos; traté de echarle un vistazo pero fue terrible. Guantes y calcetines sin pareja, libros sin nombre, una lata seca de cera para mangos de escoba, y esa clase de cosas.
—¿Mencionaste viejos trofeos? —preguntó Harry.
—Sí, pero todos tenían inscripciones y ninguno era lo bastante viejo.
—¿Pero estamos seguros de cómo luce la copa de Hufflepuff? ¿Cómo sabremos que es, aunque la tengamos en la mano? —indagó Remus.
—Creo que tengo todas las referencias escritas que existen sobre el objeto —replicó Hermione—. Voy a hacer un bosquejo de su apariencia guiándome por las descripciones. El tamaño se registra en el Listado de Hogwarts del mil trescientos veintidós. Claramente dice que se refiere al Cáliz de Hufflepuff, así que podemos estar bastante seguros de su tamaño. Existen descripciones posteriores que indican que es sencillo y sin adornos.
—Ayudaría tener una imagen y un tamaño —convino Ron—. Sé que todos los trofeos que vi hoy eran demasiado modernos, demasiado elaborados, y tenían un baño de oro o algo parecido. No eran copas de plata medievales, confíen en mí.
—Mañana empezaré a buscar contigo y Filch —decidió Hermione—. Dejaré hecho el bosquejo esta noche. ¿Cómo les fue a ustedes dos? —preguntó a Harry y Remus.
—Fuimos al Ministerio a ver a Kingsley, quien nos dio una lista de los peristas de Mundungus. Allí fue donde nuestra suerte se agotó.
—¿Es una lista muy larga? —inquirió Ron, con la boca llena de una papa de su empanada de pastor.
—Todo lo contrario —aclaró Remus—. Sólo tres contactos. Empezamos con el primero de la lista, la tienda de Fortescue, en la esquina de Diagon con el callejón Knockturn. El joven con espinillas que atendía el mostrador no fue de ayuda, y Shiny Fortescue se había retrasado en su almuerzo, así que decidimos regresar después; no es la clase de cosas que puedes discutir en una tienda llena de clientes.
—Así que nos dirigimos al callejón Knockturn, el siguiente lugar en la lista —continuó Harry—. La tienda de empeño de Cohen. No estaba abierta. Había un pedazo de cartulina pinchado en el interior de la puerta, indicando que estaría ‘lejos por la duración’, cualquier cosa que sea lo que eso signifique. Ninguno de sus vecinos parecían saber para cuándo se esperaba su regreso, pero, aparentemente, es sabido que hace esto de tanto en tanto. Si está evadiendo la ley, o haciendo un negocio arriesgado, ¿quién sabe?
—Puede estar de vacaciones, Harry, o atendiendo asuntos familiares —argumentó Hermione, quien siempre trataba de dar a todos el beneficio de la duda. Todos los hombres la miraron como si estuviera loca, o fuera una estúpida ingenua. Ella decidió permanecer callada, sus compañeros no estaban de un humor muy positivo.
—Como ya era tarde, decidimos dejar el último personaje, que tiene el ‘encantador’ nombre de Slopey Figgis, para otro día. Ninguno de nosotros deseaba aventurarse en El Mosquete y la Bola con prisas, tiene reputación de ser un sitio peligroso. Necesitamos estar preparados para contactar a este tipo, y creo que habrá que hacerlo lentamente —explicó Remus.
—Así que, básicamente, no encontramos nada —concluyó Harry, pesimista.
—¡Oh, pero avanzaron mucho! —exclamó Hermione. Ella no veía la razón para tanto pesimismo. Seguramente, no estaban esperando encontrar todo a la primera, la investigación llevaba su tiempo—. Ahora que saben a quiénes buscar, es sólo cuestión de tiempo para que averigüen a quién entregó el señor Fletcher el relicario.
Harry tenía que aceptar que ella tenía un punto. Habían aprendido mucho este día. Era tonto, pero él hubiera esperado que bastaba con ir al Londres mágico y encontrarían el relicario así nada más.
—Entonces, sabemos lo que vamos a hacer mañana —concluyó Remus.
—¡Sí! Regresar a revisar el viejo Hogwarts para nosotros —dijo Ron, tratando de sonar optimista.
—Y las profundidades del callejón Knockturn para nosotros —agregó Harry—. Pero antes, lo más probable es que tenga que pasar otra noche con Snape.
Para su sorpresa, ese hecho le hacía sentir un poco mejor. | |
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