La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 The Marked Man. Capítulo 6. Cuidado con el perro

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alisevv

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MensajeTema: The Marked Man. Capítulo 6. Cuidado con el perro   The Marked Man. Capítulo 6. Cuidado con el perro I_icon_minitimeLun Ene 25, 2010 12:13 pm

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Harry pasó el día tratando de relajarse y disfrutar, porque sabía que Snape podría llamarles a Remus y a él en cualquier momento, aunque suponía que probablemente sería en la noche. Una vez que se reunieran de nuevo, las cosas empezarían a alcanzar la etapa de planificación, y su vida se volvería más seria de lo que ya era. Con Ron y Hermione en Hogwarts, su tiempo era más o menos suyo hasta la cena, así que informó a Remus que iba a pasar el día en el pueblo.

Deseaba volver a caminar a lo largo de la playa, alejándose de las zonas de diversión de la costa: la feria, los tenderetes, las tiendas de souvenir y los salones de té. Caminó hacia la playa desierta, con sus dunas cubiertas de pasto de playa y sus amplias franjas de arena, donde todo lo que se encontró fueron aves marinas. Incluso ellas le ignoraron, únicamente preocupadas por alejarse volando cuando se les acercó demasiado y las interrumpió mientras investigaban en la arena buscando gusanos, o cualquier otra cosa comestible.

El silencio, la brisa marina y el olor a iodo en el aire, todo ello era relajante, y una vez más, Harry sintió ese vivo deseo de ser parte de ese mundo en ese justo momento, y no tener que regresar a las responsabilidades que tendría que enfrentar en la casa de Remus. Mientras caminaba a un ritmo cómodo, notó una forma oscura en la playa, más adelante. Al principio creyó que se trataba de un afloramiento de la roca, aunque de ser así, era extraño en esa zona de arena lisa y plana. Al acercarse, pensó que podía ser la lona de un velero arrojada por el mar. No fue sino hasta que estuvo muy cerca cuando distinguió que era un animal. Una foca muerta.

El cuerpo fascinó a Harry. No era en absoluto truculento. Todo rastro de sangre había sido lavado por el mar antes que la foca hubiera sido lanzada sobre la orilla. Quizás era simplemente que el animal estaba muy viejo, o enfermo. Tenía un hocico peludo, y sus dientes caninos sobresalían por debajo de sus labios, haciéndole lucir sorprendentemente parecido a un perro. De hecho, lucía exactamente como un perro, si éste habitara en el agua.

Harry miró hacia el sol, que estaba sobre su cabeza. Mediodía, quizás. Su estómago estaba vacío y se hacía sentir, así que era tiempo de regresar y volver a visitar el pueblo.

—Adiós, perro de agua —se despidió de la foca, y emprendió su regreso.

Por alguna razón, la bizarra imagen de la profesora Trelawney flotó en su mente.

Es un presagio, Harry. ¡Una señal de muerte! Cuidado con el perro… el perro que vive en el mar…

En su mente, Harry podía escuchar el apasionado chillido, y bufó ante la ridícula idea de que la foca varada pudiera ser algo más que una de las millones de víctimas que cobraba el océano todos los días.

Pasó la tarde en el pueblo. Almorzó en un restauran de pescado con vista a la playa, y estuvo de acuerdo con la opinión generalizada de que el pescado y las papas fritas sabían mejor a la orilla del mar. Luego visitó las tiendas locales, curioseando como un turista típico, encantado con la experiencia. Era liberador estar allí, siendo simplemente… un turista. Se compró un helado en otra de las tiendas ubicadas frente al mar, y le sonrió a la chica que se lo sirvió. Ella también le sonrió y le guiñó el ojo, y si Harry hubiera sido en realidad sólo un turista, pudiera haberla invitado a salir. Pero sabía que eso no tenía sentido, así que se fue, todavía sonriendo.

Finalmente, cuando la tarde avanzó, pero dado que todavía era demasiado temprano para regresar a cenar, se dirigió a la sala de cine del lugar. Nunca antes había estado en el interior de un cine muggle, y se mostró interesado por la totalidad de la experiencia. Siguiendo el ejemplo de la familia que estaba delante de él en la fila, compró un paquete de cotufas y un refresco, con la intención de empezar a comer esa materia blanda y mantecosa en cuanto se ubicara en su asiento.

La película se llamaba ’Das Boot’ y Harry preguntó a la señora que le vendió la entrada si se trataba de una película alemana. Ella le contestó que sí, pero que tenía subtítulos en inglés –lo que Harry asumió que significaba que tendría alguna clase de escritura– así que no tendría problema en entender de qué iba. En todo caso, ir al cine le parecía una forma interesante de pasar la tarde, así que decidió intentarlo y compró el boleto.

Después de apenas diez minutos, Harry estaba enganchado. La película trataba sobre un Capitán y la tripulación de un submarino alemán durante la Segunda Guerra Mundial. La atmósfera del film le hizo creer que estaba encerrado dentro del submarino con ellos, en el fondo del océano. Le hizo sentir claustrofobia y el miedo que había sentido mientras se arrastraba a través de las cañerías de la Cámara de los Secretos. Se pudo identificar con la apremiante situación de los marineros, y admiró el coraje y el ingenio que les permitió llegar a puerto seguro. El giro del final le hizo llorar, sin importarle estar en un lugar público. Cuando pasaron los créditos y se dio cuenta que era hora de partir, sintió como si estuviera despertando de un vívido sueño. Tenía que contarle a Remus sobre esto, estaba seguro que disfrutaría viniendo a ver esta película.

Cuando abandonó el cine, vio que eran las seis, así que emprendió el regreso a la casa de Remus.

—¿Pasaste un buen día, Harry?

—Oh, hola, Remus. No te había visto —saludo, mientras se giraba al escuchar la voz del hombre viniendo de la puerta abierta de la cocina—. Sí, gracias. Fui a dar otro paseo, luego comí algo y di una vuelta por las tiendas. Después, entré en el cine. Nunca antes había estado en un cine muggle.

Remus rió entre dientes.

—¿Lo disfrutaste? ¿Qué viste?

Harry le contó sobre la película y le animó a ir pronto a verla.

Remus estaba feliz de verle tan relajado, eso ayudaría en el momento que tuvieran que ir a visitar a Severus. Sabía que lo que Harry había tenido que enfrentar había sido muy difícil para él, como si no hubiera tenido bastante con lo que hasta ahora le había tocado. Por un breve momento, le cruzó por la mente que podía haber algún mérito en la desconfianza de Ron hacia Severus, pero luego de reflexionar, se dio cuenta que no tenía caso. La carta de Albus, y la conversación que habían sostenido antes de su muerte, no le había dejado lugar a dudas. Cooperar con Severus, en cualquier plan que él considerara viable, ésa había sido la instrucción de Dumbledore, y sabía que su trabajo era apoyar a Harry mientras lo hacían.

>>Hice un guisado para cenar; no estaba seguro a qué hora regresarían todos —comentó el dueño de casa, y como si fuera una señal, ese comentario fue seguido de un par de chasquidos, anunciando que Ron y Hermione habían aparecido en la habitación contigua.

—¿Están ahí? —preguntó la chica.

—Estamos en la cocina —contestó Remus, y los dos jóvenes aparecieron en la puerta.

—¿Té?

—Sí, por favor —aceptó Hermione, y Ron asintió, agradecido.

—¿Tuvieron suerte? —preguntó Harry.

Todos se sentaron a la mesa, bebiendo té y escuchando la versión de Hermione sobre su día. Al parecer, había involucrado un gran trabajo de investigación en la sección prohibida de la biblioteca de Hogwarts, que habían emprendido con la bendición de la directora McGonagall, y una invitación abierta a regresar a la escuela siempre que lo necesitaran.

—La biblioteca tiene expedientes que prácticamente se remontan a toda la historia de Hogwarts. Hay varias menciones al Cáliz de Hufflepuff en los registros más antiguos, como uno de los regalos de los Fundadores a la escuela, pero parece que dejó de ser notado después de un tiempo. La última referencia que encontré fue en el inventario de mil quinientos cuarenta y seis, donde se lee: 1 presunta copa donada por la Fundadora Hufflepuff, y que yo supongo se refiere al cáliz verdadero.

>>No sé cómo esto pudo llegar a manos privadas, pero entiendo que Voldemort pudiera desear regresar a la escuela, incluso secretamente. Pudo sentir que era el lugar apropiado para la copa, el lugar en el que Helga Hufflepuff intentó que estuviera, y donde podría ser ocultada fácilmente entre los recuerdos acumulados por siglos. Pero, por supuesto, no es tan simple como eso.

—Tengo la sensación de que vamos a estar diciendo eso con mucha frecuencia… —comentó Harry, con pesimismo. Esto le recordó los sentimientos de Snape cuando les habló sobre la magia de Voldemort.

—Creo que todos estamos de acuerdo en que, probablemente, la Copa de Hufflepuff esté de regreso de Hogwarts… —comenzó Ron. Todos asintieron—… Entonces, sugiero que Hermione y yo sigamos revisando por allí. Mione puede hacer el trabajo de biblioteca, y yo puedo ir a investigar dondequiera que ella me mande.

—Mi primer plan es ir a la habitación de los trofeos, suena como un buen lugar para ocultar una copa. Especialmente si es un objeto simple de plata, sería fácil de perder entre todos esos trofeos plateados.

—Es un buen punto —interpuso Remus.

—Y yo voy a tener que hablar con Filch. McGonagall dice que es quien conoce mejor todas las áreas de almacenaje del castillo. Algunos espacios difícilmente se visitan; son demasiado viejos y llenos de basura olvidada. Aunque, debo decir que andar con Filch por habitaciones y pasillos olvidados no es mi idea de diversión—gimió Ron.

—¡Oh, mi corazón sangra por ti! —exclamó Harry con amargura—. ¡A ti te toca Filch, que calamidad! Yo tengo que lidiar con Snape, Ron; así que deja de gemir y acéptalo. Te cambiaría a Filch por Snape sin pensarlo… si pudiera.

Ron tuvo la gracia de mostrarse avergonzado.

—Bueno, hablando de Snape —dijo Remus—, vamos a comen, antes que nos llame y tengamos que ir con el estómago vacío.

—Podría ser lo mejor —se quejó Harry—, así no tendría nada que vomitar.

—¡Oh, Harry! —le regañó Hermione.

Aparentemente, había perdido la paciencia con las opiniones de sus amigos sobre su colaborador, así que se levantó y fue a ayudar a Remus a servir la comida.



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Todos se sintieron agradablemente llenos luego de terminar el guisado de res de Remus. Les ofreció helado de postre, pero nadie lo tomó; en lugar de eso, se sentaron cómodamente para conversar y dejar que bajara la comida. Bajo la superficie, todos estaban esperando una llamada.

Cuando la knut de Harry pareció vibrar en el interior de su bolsillo, el chico saltó. Había estado esperándolo, pero igualmente saltó.

—Hora de irnos, Remus —dijo.

Los dos hombres se levantaron; Ron y Hermione les desearon buena suerte justo antes que se Aparecieran, retrocediendo a lo largo de la línea de magia activada por la moneda.

Se aparecieron en el interior de una casa, en una habitación que de inmediato se sintió claustrofóbica, debido a que todas las paredes estaban repletas de libros. Era sombría; la luz suministrada por velas mágicas y hechizos era bastante tenue. Por la oscilación de las llamas de la chimenea divisaron la inconfundible figura de Snape, parado dándole la espalda a la habitación, mirando fijamente el fuego.

—¿Dónde estamos? —preguntó Harry de forma directa.

El hombre se dio vuelta y el Griffindor no se sorprendió al ver el conocido desprecio en sus ásperos rasgos.

—No necesitas saber dónde, Potter; sólo que ésta es mi casa. He permitido tu aparición a través de mis protecciones. Eso debería ser suficiente para ti.

La respuesta enfureció a Harry. ¿Snape todavía desconfiaba de ellos? Si así era, no había esperanza.

—¡Tú, arrogante bastardo! —le gritó, moviendo sus manos con frustración—. ¡Tenemos que lograr trabajar juntos! ¡Peor que eso, tenemos que casarnos! ¿Cómo demonios puedes desconfiar tanto de mí como para ni siquiera decirme dónde infiernos estamos?

Remus colocó una tranquilizadora mano sobre el brazo de Harry, pero éste se sacudió.

>>¡No, Remus! Si él siente así, estamos condenados a fallar antes de empezar, y no deseo desperdiciar mi tiempo. ¡Vámonos!

—Potter.

La voz de Snape sonó rota y extrañamente derrotada. El Gryffindor estaba casi en el punto de aparición, pero eso le detuvo. Se dio la vuelta y miró al hombre.

>>Yo… estamos en mi casa de Spinner’s End, en Halifax, Yorkshire. No es que no confíe en ti; siempre lo he hecho, y he intentado ayudarte. El sólo… la fuerza de la costumbre, supongo.

Harry le miró fijamente. El rostro de Snape lucía derrotado, y eso le asustó más de lo que quería admitir. Asintió brevemente, y fue a sentarse en un sofá frente al fuego. Supuso que era comprensible que Snape fuera así después de tantos años como espía. Remus se sentó a su lado, pero el antiguo profesor de Pociones se quedó donde estaba, frente a la chimenea.

>>Me arrepiento de mi recibimiento, fue desafortunado —comenzó Snape. Harry supuso que eso era lo más cercano a una disculpa que podría conseguir—. Admito que no me las estoy arreglando con la actual situación tan bien como debería —agregó, antes de dejar caer la cabeza como si examinara el dibujo de hilos gastado en su alfombra.

Harry sintió como su mandíbula caía con sorpresa. A regañadientes, tuvo que admitir que podía entender eso demasiado bien. Snape se veía muy diferente al profesor que recordaba, aquel hombre que era tan fácil odiar.

—Sí, bien, todos hemos estado así desde que tú… desde la muerte de Dumbledore.

—De hecho. Y ahora tenemos que lograr que ese sacrificio valga la pena. Así que, mejor meternos en el asunto. Pero antes, ¿les gustaría algo de vino?

Harry iba a rehusar; no había ido allí por vino. Pero Remus aceptó rápidamente.

—Sería agradable, gracias, Severus.

Harry miró ferozmente al licántropo, quien le regresó una mirada que el joven interpretó como ‘dale una oportunidad’. Se acomodó en su asiento, relajándose un poco. Tenían que intentarlo, y mantener las distancias no ayudaría a hacerlo.

Snape había salido de la habitación a través de una puerta que ninguno de ellos había notado, ya que parecía ser parte de las estanterías de libros. Regresó con tres copas y una botella de vino.

—Rojo hecho por elfos, no es malo —comentó mientras servía la bebida.

Los ojos de Harry se posaron en las manos del hombre, observando cómo destapaba la botella y vertía el líquido cuidadosamente, sus movimientos tan meticulosos como siempre. Sus largos dedos todavía lucían tan manchados de pociones como cuando enseñaba la materia. Cuando le entregó una copa, el joven se estremeció. Parecía como si su cuerpo reaccionara con odio y horror ante la idea de que esos dedos pudieran tocarle. Y aún así, cuando Snape había puesto su mano sobre la suya la noche anterior, se había sentido agradable; fría, por la hora de la noche, y seca, pero sobre todo, humana. Harry había sido tocado por las manos de alienígena de Voldemort. Comparado con él, Snape se sentía simplemente como un hombre.

Razonó esto demasiado tarde, pues el Slytherin ya había sentido su estremecimiento. Lo supo porque cuando el hombre retrocedió y se alejó de él, sus ojos se ensombrecieron.

Remus miraba de uno al otro, sin perderse detalle. Tendrían que trabajar para acoplarse al plan de Severus.

Snape levantó su copa llena de vino e hizo una pausa, mirándoles. Remus le imitó, y Harry notó que el hombre iba a proponer un brindis, así que también levantó su copa.

—Por la Luz, caballeros —exclamó.

—¡Por la Luz! —repitieron Remus y Harry, y todos bebieron.

—¿Está abierta tu red flu, Severus? —preguntó Remus, haciendo un gesto hacia la chimenea mientras posaba la copa en la mesita de centro frente al sofá.

Snape estaba sentado en un sillón lateral. Miró al fuego antes de contestar.

—No, por supuesto que no. Aunque dudo que muchos sepan de este lugar, sólo abro la red cuando es estrictamente necesario. Todos mis ‘invitados’, los cuales conforman un número muy pequeño, pueden aparecerse aquí. No hay necesidad de correr riesgos abriéndola.

Remus y Harry se sintieron un poco más cómodos, hasta que el más joven comentó:

—Espero que ninguno de tus otros ‘invitados’ se Aparezcan esta noche.

—Esta noche, mis protecciones solamente están abiertas para ustedes dos. Mis visitas aprecian mi necesidad de seguridad.

Harry le miró a los ojos. Necesitaba estar seguro sobre eso. Sabía que no sería inteligente intentar sondear con legeremancia, pero estaba tentado. Resistiendo deliberadamente la tentación, decidió confiar en lo que podía ver en los ojos negros, y pensó que podía ver sinceridad. Había otras tumultuosas emociones evidentes, pero no creyó detectar ningún doblez. ¡Merlín! ¿A dónde habían llegado las cosas que tenía que confiar en Severus Snape y trabajar con él? ¿Por qué su vida nunca era sencilla?

Determinado a evitar abrir nuevamente esa caja de Pandora, Harry se concentró en lo que estaba diciendo el Slytherin.

>>Como mencioné la primera vez que nos vimos, no es posible, en mi opinión, que una sola persona derrote al Señor Oscuro, ni aunque esa persona sea El Elegido. Lo afirmo basado en dos razones: la primera, la reciente información que encontré en la propia biblioteca de Voldemort, que como pueden imaginar, es la más extensa colección de literatura oscura que he visto jamás, y muchos de sus volúmenes son nuevos para mí; la segunda, las pasadas experiencias, observando personas que estuvieron lo bastante desesperadas como para intentar enfrentársele.

>>Ahora, es posible, bajo circunstancias especiales, que dos magos combinen sus poderes y aprendan a lanzarlos en tándem. Dos magos fuertes serían suficientes para matarlo finalmente, una vez que sus Horcruxes hayan sido destruidos. No tenemos muchas opciones de dónde escoger a esos dos magos. Potter es El Elegido, designado por una profecía, así que debe ser uno de los dos. Y solamente somos tres en el plan.

—¡Entonces podría unirme con Remus! —interpuso Harry, excitado.

—No, no creo que pudieras —objetó Severus con serenidad.

—¿Por qué no? Es fuerte, conoce mucho sobre Artes Oscuras, tanto como tú. Y si tengo que casarme con un mago, mejor él que tú.

Snape le miró con desprecio, y Remus no pudo culparle; Harry le acababa de insultar.

—Lupin es un hombre lobo. Como tal, es una criatura oscura. Dudo que sus magias fueran compatibles, Potter.

—Oh, ¿y sí soy compatible con la tuya? Eres un Mortífago y un asesino, eso también es bastante oscuro —la voz de Harry mostraba claramente su amargura.

—Admito eso. Pero ambos son condicionales. Soy Mortífago solamente para espiar a favor de la Luz. Y soy un asesino porque él me lo pidió, para un bien mayor. No soy perfecto, pero soy fuerte y totalmente humano todavía, y ésa es una oportunidad. Sin garantías, Potter, pero una oportunidad. Y probablemente eso sea lo único que tenemos.

El rostro del joven se torció como si sintiera dolor, antes de intentar una última y débil esperanza.

—¿Qué tal Ron?

—¿Qué pasa con Weasley? —preguntó Snape, de nuevo con una mueca despectiva.

—Ron y yo podemos hacerlo. Pensé en Hermione, y ella es fuerte, pero Ron nunca soportaría que yo me casara con ella.

—Harry, piensa en lo que estás diciendo —aconsejó Remus—. ¿Hermione querría que te casaras con Ron? Ellos se aman; lo vemos cada día. ¿Te gustaría separarles?

Harry dejó caer la cabeza para enterrarla entre sus manos. Por supuesto que no quería hacer eso. Además, dudaba que alguno de ellos estuviera siquiera cerca de tener la fuerza mágica de Snape. Esa débil esperanza ni siquiera existía, después de todo. Todo le tocaba a él, como era habitual.

—No hay necesidad de involucrarles. Mientras menos personas conozcan el plan, mejor —insistió el Slytherin.

—¡No! —gritó el mago más joven—. Si acepto esto, si me comprometo a intentar este plan –pese a lo loco que suena–, voy a necesitar apoyo. Dumbledore me animó a que les utilizara como apoyo y les contara las cosas. Confiaba en ellos, en la misma medida en que confiaba en ti.

Le observó con ferocidad, esperando que el hombre discutiera. Remus intervino con tono tranquilizador.

—Creo que ellos serán una ventaja para nosotros, Severus. Serán de una gran ayuda. Todavía tenemos cuatro Horcruxes que encontrar y destruir. Harry y yo no podemos trabajar tan cercanamente con ellos y mantenerles oculto este plan. Es mejor si todos conocemos y trabajamos en función del mismo objetivo.

Snape estaba frunciendo el ceño, inmerso en sus pensamientos. Harry y Remus aguardaban su decisión. El silenció se prolongo, así que el joven de ojos verdes dio un sorbo a su copa de vino. No había esperado que esta reunión fuera fácil, así que no le sorprendió la cantidad de obstáculos que estaban enfrentando.

—Mientras más personas conozcan el plan, más oportunidades hay de ser traicionados… —Harry gruñó y estaba a punto de interrumpir, indignado ante el hecho de que estuviera acusando a sus amigos de algo que el propio Snape había sido culpable—… ya sea deliberadamente o por medio de torturas al ser capturados. Sin embargo, en vista de que es tan importante para ti, aceptaré con renuencia. Una cosa es segura: debemos hacer esto. Es el único camino que he encontrado que nos da al menos una mínima esperanza de cumplir el destino de Potter.

—Muy bien, lo haré en esos términos —aceptó Harry—. Pero hay una cosa más.

El hombre alzó una ceja en un gesto que para el joven había sido familiar por años. Habitualmente, iba combinado con un comentario mordaz, pero esta vez simplemente fue un gesto interrogante.

>>Que dejes de llamarme Potter. Mi nombre es Harry, ¿vale?

Snape sonrió.

—Eso tiene sentido, Harry. Estoy seguro que es habitual tratar al esposo por su nombre de pila.

Remus rió entre dientes, pero el Gryffindor más joven sintió enrojecer de vergüenza.

Snape comenzó a explicar la clase de alianza que deseaba crear.

>>Deberemos formar un tratado y una alianza mágica. Esto era usado con frecuencia en la Edad Media en tiempos de guerra, ya fuera para fortalecer alianzas o como un medio de establecer la paz, reconciliando enemigos. Fue diseñada como inquebrantable, y estaba basada en sangre mágica. Por supuesto, en tiempos modernos eso luce irredimiblemente oscuro, pero en estos días la sangre mágica conforma la base de la mayoría de los enlaces familiares y contractuales.

>>Usualmente, la alianza era elaborada bajo la forma de un contrato, y era más una relación de negocios que otra cosa. Frecuentemente, los futuros cónyuges no se encontraban hasta la ceremonia de enlace. Tú y yo tenemos una ventaja cuestionable, Harry, al conocernos.

Harry bufó. Estaba de acuerdo con Snape en eso. En su caso, el conocerse desde antes probablemente no fuera algo bueno. El hombre continuó, sin otra cosa que un gesto desdeñoso. Estaba en el modo de profesor, determinado a impartir lo que necesitaban saber. Por un instante, Harry tuvo el ridículo pensamiento de si les haría un examen al día siguiente.

>>Utilizaré los contratos de permanencia como base para el nuestro, ya que estos han sido probados y se han refinado por centurias. Lo que vamos a crear es el típico contrato de matrimonio medieval, que se usaba para enlazar dos facciones. El amor y el romance no están incluidos; estos son conceptos modernos. En el pasado, la gente era más pragmática a la hora de elegir pareja, y basaban su elección en factores sociales o económicos con mucha frecuencia. Una vez que habían elegido una pareja, ponían todo su esfuerzo, Harry, en que la relación funcionara. Sugiero que tú y yo tratemos de hacer lo mismo.

—No es exactamente lo que soñé para mi futuro —admitió Harry—. Aunque, de todas formas, ya he aceptado que es posible que no tenga futuro de ninguna clase, así que no importa. Me doy cuenta que tenemos que hacer esto, y lo intentaré. Soy un Gryffindor, así que debo ser capaz de tener suficiente valor como para casarme contigo… Severus.

El hombre le miró y pareció aceptar que usara su nombre de pila. Harry se había preguntado si se lo permitiría, pero Snape había dicho que era habitual tratar al esposo por su nombre de pila, ¿no?

—Tengo varios libros y pergaminos para que los revisemos. Quiero que comprendas el contrato que redactaré. También quiero que entiendas que no existe otra opción; no estoy haciendo esto porque sea bueno para mi salud, o por el dudoso placer de seducir a El Elegido. Hay mucho papeleo que tramitar y creo que estaremos en esto hasta tarde. Sería mejor que se pudieran quedar esta noche. Puedo ubicarles en la habitación de invitados. Tendrían que compartir la cama, o uno de ustedes podría dormir aquí, en el sofá.

—Tomaré el sofá —replicó Harry. No quería compartir la cama con ningún hombre, aunque ello fuera parte de su futuro; no iba a hacerlo hasta que fuera imprescindible.

—Llamaré a Ron y Hermione para decirles que regresaremos mañana —informó Remus—. ¿Puedo usar tu chimenea, Severus, o está permanentemente bloqueada?

—Puedo abrirla para ti, Lupin, pero sé breve.

Snape se levantó y lanzó un hechizo para abrir sus barreras flu, para luego hacer un gesto a Remus para que se acercara. El otro llamó a Ron y Hermione y les explicó brevemente que regresarían al día siguiente y que no se preocuparan. A pesar de eso, Harry pudo notar la ansiedad en la voz de su amiga cuando contestó a Remus. Una vez que el mensaje terminó, Snape volvió a levantar las protecciones en la chimenea, antes de que se sentaran a discutir todo lo que un contrato medieval podía incluir.




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Última edición por alisevv el Sáb Mayo 14, 2016 6:59 pm, editado 2 veces
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MensajeTema: Re: The Marked Man. Capítulo 6. Cuidado con el perro   The Marked Man. Capítulo 6. Cuidado con el perro I_icon_minitimeDom Jun 15, 2014 10:28 pm

pobre sev....a pesar de que la intención de harry no era insultar lo....al final de cuentas lo hace...u_u creo que las palabras duelen mas que los golpes...estas han de haber lastimado profundamente a sev
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