alisevv
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| Tema: The Blesséd Boy. Capítulo 4. La botella del mago Dom Ene 24, 2010 11:41 pm | |
| Harry correteó rumbo a la cama tan pronto como fue razonable sin mostrarse demasiado obvio. ¡Severus le había dicho que esa noche iría a su habitación!
Cada miembro de la comunidad podía pasar tiempo en sus habitaciones si deseaban privacidad, pero el joven había preferido pasar cada noche con los demás: charlando, jugando a las cartas, aprendiendo nuevas habilidades —Argus le estaba enseñando cómo hacer una cesta de sauce— y disfrutando de sentirse realmente parte de un grupo por primera vez en su vida. Si no fuera por la continua frialdad de Scylla Drake hacia él, hubiera pensado que era el paraíso. A estas alturas, sospechaba que la bruja estaba celosa por el tiempo que el maestro Snape pasaba con él, bastante más que con ella. La mujer no podía decir nada demasiado desagradable cuando Severus estaba cerca, pero lo compensaba con comentarios sarcásticos y miradas poco amistosas cuando podía.
Se sentó a leer en la cama, recordándose a sí mismo que al día siguiente debería pedir a George algunos libros de la biblioteca. El tiempo pasó; había estado en su celda una hora, y faltaba otra antes que se apagaran las luces. ¿Sería que Severus no acudiría? Suspiró, pero en ese momento escuchó un suave toque en su puerta y dejó el libro a un lado, sin preocuparse por marcar el lugar donde había quedado, antes de apresurarse a abrir. El Maestro estaba allí parado, todavía vistiendo la sencilla túnica oscura que acostumbraba utilizar durante el día.
—¿Puedo pasar?
—Por supuesto, Maestro —contestó, sonriendo de oreja a oreja.
El hombre entró y Harry cerró la puerta tras él. Sabía que nadie entraría en su habitación sin permiso —sólo el Maestro tenía derecho, aunque esa noche había sido lo bastante cortés como para tocar—, pero Harry prefería la seguridad adicional de cerrar la puerta. Vio que Severus le estaba observando y enrojeció.
—Una sabia precaución —dijo el hombre—. Nuestra lección no debe ser interrumpida.
—Entonces, vas a enseñarme —el joven jadeaba de excitación. Le habían encantado las lecciones de sexo de su última visita, y deseaba que le enseñara más.
Severus inclinó la cabeza y sacó una botella mediana de su túnica, entregándosela a Harry. Éste la tomó y la examinó. No pesaba casi nada y parecía vacía. Le recordaba a una cafetera árabe en miniatura, con un tapón atado al asa con una cadena dorada. Estaba elaborada con un cristal verde opaco, y cuando Harry la destapó y miró su interior, encontró que, de hecho, estaba vacía.
—¿Para qué es esto, Maestro?
—Antes que nada, Harry, recuerda que mientras estemos en tu habitación quiero que me llames Severus —pidió—. Y eso es una botella de mago.
Harry todavía le miraba sin entender, así que el hombre explicó:
>>Una botella de mago es utilizada para almacenar tu esencia. ¿Recuerdas que te dije que cada vez que tuvieras un orgasmo fortalecerías tu aura? ¿Y lo importante que era que eyacularas? Esta botella sirve como un recipiente en el que guardarás todo el poder que, habitualmente, es desperdiciado por los magos descuidados. Cada vez que eyacules utilizarás un hechizo para transferir tu semilla a esta botella. Luego, durante los ritos de fertilidad que se realizan cuatro veces al año, esa esencia mágica —todo ese poder— será usado para fortalecer la magia con la que trabajamos. La botella es irrompible y está hechizada para mantener fresca la semilla. Es un reservorio de poder que el mago puede utilizar, y un enemigo emplear mal, por lo que los magos guardan sus botellas con ellos todo el tiempo. Se les lanzan hechizos de protección y propiedad, por supuesto, pero eso no significa que puedas dejar tu botella por ahí tirada cuando quieras.
Harry dio vuelta al recipiente entre sus dedos, admirando el trabajo. El vidrio estaba bellamente torneado; los accesorios, perfectos.
—Entonces, ¿esto es mío para siempre?
—Sí. Una vez que tu primera eyaculación se envíe a la botella, estará abierta sólo para tu esencia —metió la mano en otro de sus bolsillos y sacó un botella negra—. Y ésta es la mía. Está casi vacía porque acaba de pasar el rito del solsticio de verano, que fue el veintiuno de junio. El próximo rito será el del equinoccio, el veintiuno de Septiembre. Incluso si tus orgasmos suceden involuntariamente, a causa de un sueño, asegúrate de usar el hechizo para transferir el semen a la botella. Sin embargo, las emisiones más poderosas son aquellas que se tienen con intención. El hechizo se llama Transfero, y el movimiento de varita es éste…
Le mostró el movimiento, corrigiendo su postura al asir la varita y mostrándole la forma correcta de describir el arco. Harry trató una vez más y lo hizo a la perfección, aunque no sucedió nada, dado que no había nada que transferir.
>>Creo que deberíamos intentarlo con algo de eyaculación, ¿no? —propuso Severus, con la misma voz profunda que Harry sabía que tenía cuando estaba excitado.
—Oh, sí. Definitivamente —contestó, sus ojos verdes brillando con anticipación.
El hombre se levantó y se quitó su túnica de verano, sacándola por su cabeza de un solo movimiento. Debajo, únicamente llevaba unos sencillos boxer de algodón, que mostraban que ya estaba medio duro. Miró a Harry con expectación, incitándole a hacer lo mismo.
Harry se paró y se quitó el pijama tan rápido como pudo, hasta quedar frente a su mentor, tan desnudo como éste. Severus se adelantó un paso y atrajo al joven para besarle.
Harry se derritió con felicidad… había estado esperando tanto por esto. Pensaba que probablemente el Maestro estuviera sintiendo su erección presionando contra su cadera, pues estaba excitado y ansioso. Y cuando Severus habló nuevamente, supo que sí lo había notado.
—Si hacemos esto juntos, Harry, aumentará el poder al liberar el orgasmo. Si tomas Poción de Enriquecimiento, encontrarás que aumenta la cantidad de tu eyaculación. Pero por esta noche, como eres novato en el uso de la botella, sólo te guiaré a través del proceso de transferencia. La próxima vez, si lo deseas, podrás tomar la poción. Por ahora, basta con que comprendas el porqué yo la tomo con regularidad.
Harry asintió, en ese momento no le importaba la razón por la que estaban haciendo eso; sólo quería besar a Severus, tocarle, sentir sus brazos rodeándole. El Maestro olía maravilloso; un aroma picante y frutal —Harry suponía que eran los olores de lo que fuera que hubiera estado elaborando ese día— con un aroma subyacente a carne ardiente, que era casi almizclado. Enterró la cabeza en el fuerte cuello e inhaló como alguien que hubiera estado sosteniendo la respiración bajo el agua por demasiado tiempo y necesitara conseguir aire con desesperación.
Su respiración jugueteó con la sensible piel del cuello de Severus; podía decir que esto le gustaba a su maestro, porque sentía que se estaba endureciendo muy agradablemente. El hombre deslizó las manos por su costado y bajó hasta rodear su trasero, ahuecando sus nalgas en sus palmas, pesándolas, amasándolas, insinuando los placeres que aún estaban por venir… Harry gimió ante la deliciosa sensación. Severus hacía que se sintiera tan deseado, tan poseido…
El Maestro trazó con su dedo índice la raja del juvenil trasero al tiempo que movía sus manos hacia abajo, antes de llevarlas al frente y rodear la polla de Harry, quien jadeó con deleite cuando esas grandes manos le apresaron.
—Oh, por favor…
Severus le besó, murmurando:
—Voy a llevarte a la cumbre, Harry. Sentémonos para que podamos salvar todo el producto de este maravilloso orgasmo… —le empujo hacia la cama y se sentó a su lado, mientras su propia erección se alzaba con urgencia.
—¿Puedo tocarte? —preguntó Harry, su voz excitada pero también nerviosa.
—Exijo que lo hagas —gruñó Severus, alzando su cadera para enfatizar su necesidad—. Cualquiera de los dos que se corra primero —y puedo garantizarte que serás tú— deberá usar el hechizo Transfero. Coloca tu botella sobre la mesita de noche, al lado de la mía.
Harry buscó torpemente su botella y la dejó al lado de la del Maestro, ya lista. Pronto, regresó al lado del mago mayor.
—Puede que tú te corras primero, nunca se sabe —dijo con tono bromista, y aferró la erección de Severus con una nueva determinación.
El hombre le miró como si pensara que eso era improbable, pero no dijo nada. Lanzó un accio hacia un tubo de lubricante 5*, que salió volando de uno de los bolsillos de su túnica.
—Esto lo hace mucho más agradable —le explicó, vertiendo un poco en la palma de su mano antes de volver a tocar a Harry.
El chico estaba de acuerdo. La mano de Severus se deslizó con facilidad, arriba y abajo sobre su erección, y Harry consiguió toda la fricción que necesitaba de la presión de esa mano y su delicioso apretón, que le hizo retorcerse y jadear.
—¡Oh, sí!
Severus sonrió para sí mismo. Harry estaba respondiendo con mucho entusiasmo; era obvio que le encantaba el tratamiento dado a su polla, por lo que confiaba en que terminara primero, y muy pronto, además.
>>Déjame un poco —pidió Harry, haciendo un gesto hacia el lubricante. Calmado, Severus vertió un poco sobre la mano del joven, que de inmediato regresó a sus atenciones sobre el pene de su maestro.
Las reacciones de Severus eran mucho más fuertes de lo habitual, y el hecho de que Harry estuviera aferrándole, esperando llevarle a la culminación con sus movimientos inexpertos pero entusiastas, estaba convirtiendo este encuentro en cualquier cosa menos rutinario. Mordió su labio inferior en un intento por contenerse, sorprendido por la urgencia que estaba sintiendo.
La habitación de Harry se llenó con el sonido de respiraciones apresuradas, gruñidos y quejidos; se percibía el olor de la excitación y la conciencia de la casi palpable necesidad de liberarse. Harry apenas podía permanecer erguido, sólo deseaba derrumbarse sobre la cama y dejar que su maestro le llevara hasta el final. Pero se obligó a permanecer sentado, concentrado en hacerlo bien para Severus, en lograr que su amado maestro se sintiera tan bien como él.
Severus estaba encantado. Su muchacho… su Harry… su propio aprendiz a quien enseñar. Había soñado con eso por años. Sí, había conducido los ritos de fertilidad; sí, había visto y participado en muchas cosas que formaban parte del sexo mágico, pero nunca había sido algo que personalmente deseara, que necesitara… su propio hombre joven. Y se iba a correr.
—¡Harry! —jadeó, y para su propio asombro, estalló a borbotones, fuerte y rápido, sobre la mano del muchacho, luchando por respirar ante la repentina intensidad del momento.
Harry escuchó como el otro gritaba su nombre y abrió los ojos que había estado apretando con fuerza. ¡Severus se había corrido primero! Sintió que en su interior surgía el orgullo de haber hecho lo correcto, y haberlo hecho tan bien que su maestro no había podido contenerse… La visión de la eyaculación de Severus —pulsos de un copioso fluido perlado, lanzados por la roja polla del hombre— hicieron que saltara de excitación y también se liberara. Jadeó y suspiró, amando este momento incluso más que el maravilloso recuerdo de lo que había sucedido en su viaje anterior, y que le había preparado para esto.
Una vez que sus respiraciones regresaron a su ritmo normal y abrieron los ojos, se miraron uno al otro. Severus tomó su varita y lanzó el hechizo, y Harry observó cómo la semilla derramada volaba hasta la botella abierta del maestro.
—Ahora, tú.
Harry musitó Transfero, concentrándose en el movimiento de su varita. Funcionó, y el residuo de su placer voló hasta la botella verde, sintiendo extrañamente limpio el lugar donde se había derramado, como si su piel hubiera sido raspada diligentemente; sin dolor, pero dejándola muy, muy limpia.
—Severus, ¿qué sucede si nosotros… er… bien, si se mezclan nuestras semillas?
El hombre contestó, impasible, como si estuviera aclarando una duda de Pociones.
—El hechizo Transfero únicamente envía a tu botella la esencia correcta, tu propia semilla. Cualquier otra eyaculación o sustancias extrañas serán separadas por el hechizo. Ahora, tu botella está codificada con tu esencia, no aceptará nada más.
El Maestro se levantó y tapó su botella, regresándola al bolsillo de su túnica. Rápidamente, deslizó la túnica por su cabeza. Siguiendo las acciones de su mentor, Harry tapó su botella y empezó a ponerse el pijama, mientras Severus se encaminaba hacia la puerta.
—Oh, ¿ya te vas? —Harry sabía que sonaba lastimero.
—Si no me voy ahora, pasaré aquí toda la noche. Es mejor que me vaya. Regresaré mañana; prometo que te enseñaré a ver las auras, pues necesitarás esa habilidad para los ritos. Recuerda mantener tu botella contigo todo el tiempo, y úsala siempre. Cuanto más poder almacenemos, más fuertes serán los ritos.
Harry asintió, pero no pudo evitar que sus facciones mostraran su decepción. Severus vio su expresión y gimió. No podía soportar ver a Harry así… Regresó a donde el joven seguía parado y le atrajo para abrazarle.
>>Tú me derrumbas, muchacho —gruñó roncamente a su oído.
Y Severus se quedó. Pasó la siguiente hora abrazado a Harry, y realmente no deseaba moverse de allí; pero todavía tenía que prepararse para dormir así que, a regañadientes, se dirigió a la ducha. Harry ya había estado dormitando en sus brazos.
>>Mañana, Harry —le prometió mientras partía.
El joven de ojos verdes se acomodó, sonriendo. Aunque ahora la cama se sentía extrañamente vacía, él estaba tan satisfecho, se sentía tan querido, que pensó que podría dormir bien.
Y lo hizo.
Última edición por alisevv el Lun Mayo 02, 2016 7:35 pm, editado 2 veces | |
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