alisevv
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| Tema: Wrapped Around His Finger. Capítulo 15 Dom Dic 06, 2009 1:52 pm | |
| La cena había resultando mucho más placentera que el desayuno, aunque Oliver se había excusado temprano debido a su toque de queda como integrante del equipo Puddlemere United. Todos los demás se quedaron un buen tiempo después de terminar de comer, hablando y riendo mientras la conversación saltaba de unos a otros, tocando diversos temas.
Al principio, las charlas se habían extendido de los hechizos que protegían a los magos contra los ataques físicos a los encantamientos que hacían que otros objetos les protegieran. Harry se había mostrado bastante sorprendido al descubrir que había unos cuantos hechizos que podían detener una bala o incluso algo tan simple como una roca lanzada, especialmente considerando la cantidad de armas muggles que existían, y todos en la mesa se habían asombrado de que el joven no supiera nada sobre ellos. Severus había prometido enseñárselos todos, sólo por si acaso, y le había advertido que le esperaba una larga charla sobre magia de protección y lo que realmente conocía de ella.
La conversación cambió a si se debería permitir o no una lucha de pasteles en los jardines el fin de semana, después de la cena, cuando los pasteles de crema de limón que hacían los elfos eran servidos. Harry había pensado que la lucha de pasteles era muy buena idea, siendo secundado con mucho entusiasmo por Fred, George, Lee y Sirius, quien se había dedicado a persuadir a Remus para que se uniera a ellos. Eso había continuado sin demasiado éxito hasta que Severus, sorprendiéndoles a todos, había aceptado ser el réferi, dejando que el Director decidiera si lo permitiría o no. McGonagall había estado escuchando, murmurando que Severus y Harry serían la ruina de la escuela, antes de levantarse abruptamente mientras le recordaba a Dumbledore que era muy tarde y tenían que salir muy temprano en la mañana para cuatro semanas repletas de reuniones del Wizengamot.
Dumbledore le sonrió y se levantó para pararse a su lado mientras comentaba:
—Sí, Minerva. Estoy muy consciente de eso —miró al extremo más alejado de la mesa, donde Severus y Harry estaban sentados uno frente al otro, y entonces sacó de su túnica una pequeña caja de terciopelo, mientras proseguía—: Antes que nos vayamos, me gustaría entregarles los anillos de los que hablamos en la mañana. El hechizo final debe ser lanzado después que los tengan puestos, y dado que van a estar solos durante el verano, me sentiría mejor si me voy sabiendo que ya los tienen, por si los llegaran a necesitar.
—Por supuesto, Director —contestó Severus.
—¿Anillos? —preguntó Remus, sorprendido, mientras se giraba en su asiento al lado de Severus—. ¿Decidiste utilizar un hechizo de enlace, Harry?
Lee, Sirius y los gemelos miraron con curiosidad mientras Harry sonreía y abría la boca para contestar, pero Dumbledore se le adelantó.
—No precisamente, Remus. Ellos decidieron que el habitual enlace de Aprendiz era innecesario, y estoy de acuerdo. Estos anillos simplemente les permiten saber el paradero del otro y si está bien, además de protegerles de la mayoría de las maldiciones sencillas.
Sirius se movió en su sitio, situado entre Harry y Fred, y mirando a Dumbledore preguntó sagazmente:
—¿Y tú tendrás un tercer anillo para que puedas seguirles la pista?
Harry y Severus se miraron uno al otro con una creciente comprensión, mientras el Director lanzaba a Sirius una mirada perpleja.
—No como tal, pero dado que yo soy quien lanza los hechizos, sería capaz de encontrarles con mayor facilidad, sí.
Harry sonrió a Severus.
—Teníamos razón, él estaba planeando algo.
—Sí —contestó el aludido, mirando a Dumbledore con diversión—. ¿No te gustaría colocarnos un collar a cada uno también, Albus? ¿Quizás una campana?
Sirius, Fred, y George rieron mientras Dumbledore contestaba con una sonrisa benigna.
—No, Severus; no será necesario, muchas gracias.
Severus bufó suavemente.
—Eres tan amable, Albus.
De repente, Lee habló, preguntando:
—Entonces, ¿esto no calificaría para alguna clase de ceremonia de compromiso? —los gemelos le miraron, sorprendidos.
—¿Una qué? —indagó Severus, lanzando a Harry una mirada curiosa antes de regresar su atención a Lee, al ver que su pareja estaba tan ignorante como él mismo.
—Una ceremonia de compromiso —repitió Lee, ignorando las miradas que le estaban lanzando los demás—. Los homosexuales muggles las realizan con frecuencia, y puede ser ejecutada por cualquiera. Es algo así como un matrimonio, sólo que lo único que tienen que hacer para disolverla es aceptar el fin de la relación —las cejas de Severus se elevaron con sorpresa mientras Lee continuaba—. La mayoría hacen los habituales votos de amar, honrar y obedecer, y renunciar a todos los demás, cuando intercambian los anillos; como un matrimonio. Aunque algunos sólo prometen permanecer juntos viviendo como pareja.
—Estoy bastante seguro de que Severus no tiene eso en mente —comentó el Director, dando a Lee una sonrisa tolerante—, pero gracias por explicarle la idea, señor Jordan.
—Aunque la idea tiene algunos méritos, Albus —intervino Remus, mirando pensativo, primero a Harry y luego a Severus—. Quizás deberías dejarles decidir.
El anciano se encogió ligeramente de hombros, sonriendo.
—La decisión es de ellos, por supuesto, pero ya habían expresado su deseo de no casarse, y una ceremonia de compromiso suena muy similar.
Todos miraron a Harry y a Severus, expectantes, pero el joven de ojos verdes estaba observando a Severus e ignorando a todos los demás. El maestro de Pociones encontró su mirada a través de la mesa, sonriendo ligeramente al darse cuenta que no le importaría estar oficialmente comprometido con Harry, además de ser su Maestro. El chico le miró en silencio por varios minutos mientras los demás pasaban la vista de uno al otro, hasta que finalmente el más joven dijo, suavemente:
—Es tu elección, Sev.
El hombre inclinó ligeramente la cabeza, preguntando:
—¿Te gustaría que formalizáramos más nuestra relación?
El otro sonrió.
—Yo seré tuyo hasta el día que muera si así lo deseas, con o sin juramentos públicos.
—Eso no es lo que te pregunté, Harry —dijo con calma, luciendo serio y prudente, e ignorando a la interesada audiencia.
—No quiero que mi respuesta influya sobre ti— contestó, su expresión volviéndose un poco más seria—. Quiero que, para variar, hagas lo que desees.
—¿Estás seguro? —insistió Severus, buscando en los ojos verdes alguna pista de lo que su dueño deseaba y encontrando únicamente amor y confianza en ellos.
Asintió, una sonrisa curvando nuevamente sus labios.
—Lo que tú desees, Sev.
Severus le miró largo rato antes de sonreír y decir con tranquilidad:
—Es mejor que vayas a la chimenea y llames a Granger y Thomas, antes que cualquiera de nosotros recobre la sensatez. Aunque esto no sea el matrimonio al que ella quería ser invitada, creo que está lo más cerca posible de lo que cualquiera de nosotros quiere o necesita,
Harry rió feliz, sus ojos verdes brillando aún más mientras daba un salto, rodeaba la esquina de la mesa, y deslizaba ambas manos en el cabello de Severus antes de darle un apasionado beso que el hombre devolvió calurosamente. Luego, el joven se alejó un poco, sonriendo radiante mientras susurraba:
—Te amo.
Los ojos negros brillaron con algo más que ligera diversión, en tanto contestaba quedamente:
—Como yo te amo a ti. Ahora, ve. Albus y Minerva necesitan descansar para mañana y puede que te demores un rato en comunicarte con tus amigos.
Harry asintió prontamente, todavía resplandeciendo.
—No tardaré —le dio a su pareja un rápido beso antes de dar media vuelta y correr hacia la puerta del personal, desapareciendo por ella y dejando a todos en silencio.
Dumbledore y McGonagall regresaron a sus asientos a esperar, ambos indudablemente complacidos de sí mismos. Severus sólo sonrió al frente mientras los gemelos se miraban, sorprendidos. George observó a Lee por un momento, y luego entrecerró los ojos ligeramente ante la mirada de suficiencia de su amigo. Abría la boca para hablar justo en el momento que Siruis dijo repentinamente:
—Gracias, Sev.
El gemelo hizo nota mental de averiguar más tarde lo que tenía entre manos Lee y regresó su atención a la mesa, observando como todos los demás. No quería perderse ni un detalle.
Severus levantó la vista de la mesa para mirar a Sirius.
—¿Por qué?
—Por hacerle tan feliz como nunca le vi —contestó, su expresión seria pero satisfecha—. Por estar permitiendo que se haga esto para él.
Severus rió suavemente al tiempo que sus ojos negros brillaban.
—Aunque haría cualquier cosa por Harry, esto es tanto por mí mismo como por él, Sirius. Contrario a la creencia popular, mi corazón no está hecho de piedra, y él ha logrado atraparlo completamente.
—¿Tú deseas un compromiso formal? —preguntó el animago, sorprendido—. Como algo más que su Maestro, quiero decir.
Severus sonrió con ironía.
—Puede haber escapado a tu atención, pero debo confesar que soy bastante tradicional —rió de repente, antes de añadir con una sonrisa traviesa—. Aunque nunca imaginé comprometerme con el virginal heredero de Gryffindor.
—¡Está bromeando! —exclamó George, mirándole asombrado.
Severus alzó una ceja, ignorando las expresiones de sorpresa de los demás mientras observaba al gemelo, obviamente divertido.
—Le aseguro, señor Weasley, que sigo la mayoría de las tradiciones.
—No eso —argumentó el pelirrojo, antes de siquiera darse cuenta de con quién estaba hablando—. Dado que ustedes dos están enamorados, yo estaba convencido de que estaban follando como conejos.
Severus bufó, lanzándole una mirada llana que era desmentida por la diversión de sus ojos.
—Hay mucho más en ‘estar enamorado’ de alguien que follar, señor Weasley.
—Pero Harry dijo que duermen juntos —intervino Sirius. Era obvio que estaba algo confundido.
—Lo hacemos —contestó Severus tranquilamente, girando la cabeza para mirarle a los ojos. Cuando vio la duda en ellos, tomó la decisión de explicarse -aunque no era algo que le importara a nadie- esperando alejar los miedos que le pudieran quedar a Sirius—. Sin embargo, la noche que Harry se mudó a mi cuarto le dije que no significaba que eso fuera a ocurrir. Él aceptó mis deseos.
—¿Por qué no quisiste? —indagó el animago, frunciendo ligeramente el ceño—. ¿Dudas de él o algo?
El Slytherin bufó, divertido.
—Dudaría antes del sol saliendo por el este cada mañana que de Harry o sus motivos.
—¿Por qué entonces? —el ceño de Sirius se profundizó.
Severus le miró por unos momentos, considerando si realmente deseaba compartir el porqué con el resto de la audiencia. Finalmente, decidió que Sirius merecía saberlo y explicó:
—La única relación prolongada que he tenido fue con Lucius, cuando éramos jóvenes, y comenzó y terminó debido a que era una relación sexual —hizo una pausa, eligiendo cuidadosamente sus siguientes palabras—. El amor que siento por Harry, con Harry, es muy diferente, pero aún así quiero darle un poco más de tiempo para que se desarrolle sin la distracción del sexo. Harry no puso objeción a la idea porque él, al igual que yo, ya es feliz con tener, finalmente, alguien en su vida con quien estar por el simple hecho de que nos elegimos mutuamente. No tengo idea de porqué me eligió, pero no pienso discutir su decisión. Deseo que sea tan feliz como sea humanamente posible. Es un inesperado pero bienvenido beneficio marginal que, al hacerle feliz a él, me aseguro ser más feliz de lo que he sido nunca antes.
Sirius le miró unos segundos antes de musitar:
—Deberías haberme maldecido por todo lo que dije sobre Harry y sobre ti.
Severus le lanzó una sonrisa divertida.
—Pude hacerlo, pero no estabas en tus cabales. Estuve muy cerca de perder la paciencia. Puede que en algún momento en el pasado distante hubiera demostrado las cosas que decías sobre mí, pero no podías estar más lejos de la verdad en lo que a Harry se refería.
Sirius pareció como si quisiera decir algo en respuesta pero el sonido de la puerta al abrirse le interrumpió.
Hermione y Ron entraron al Gran Comedor un momento después; era evidente que ambos acababan de ser arrastrados fuera de la cama. Hermione sonreía feliz y llevaba una desaliñada bata de estar por casa sobre un largo camisón, con su cabello incluso más denso que de costumbre. El cabello de Ron estaba parado en extraños montones sobre su cara de ojos muy abiertos, y tanto sus jeans como su camisa por fuera se veían decididamente arrugados. Apenas un momento después, fueron seguidos por Harry y Dean, quien estaba vestido como si acabara de regresar o estuviera a punto de ir de marcha. Dean caminaba con un brazo alrededor del cuello de Harry y se inclinaba para susurrarle algo al oído, que estaba haciendo reír al chico de ojos verdes, aunque había enrojecido fuertemente.
La mayoría de las personas sentadas en la mesa lanzaron rápidas miradas a Severus, esperando que estuviera molesto, y se sorprendieron al descubrir que no era así. El Slytherin sólo observaba a su Aprendiz con una sonrisa que hacía que sus ojos negros brillaran, mientras se preguntaba qué estaría diciéndole Dean para hacer que Harry estuviera tan ruborizado.
Dumbledore se levanto nuevamente, haciendo un gesto hacia la mesa.
—Por favor, señorita Granger, señor Weasley y señor Thomas, tomen asiento para que podamos proceder.
Severus se paró y caminó a lo largo de la mesa hacia Harry, deteniéndose sorprendido luego de unos pocos pasos, al ser interceptado por Hermione. Ella le sorprendió aún más al darle un rápido abrazo, antes de retroceder y sonreírle, radiante.
—¡Lo sabía! ¡Pude decirlo por la forma en que se miraban uno al otro! ¡Felicitaciones!
—Gracias —dijo Severus, desconcertado.
Ron tomó la mano de Hermione y la remolcó hacia un asiento vacío al final de la mesa.
—Sí, Hermione, tenías razón, lo sabemos. ¡Siéntate ya!
Dean le tendió la mano a Severus, sonriendo.
—Todavía digo que es un hombre afortunado, señor.
Severus estrechó su mano, sonriendo mientras contestaba:
—Y todavía estoy de acuerdo.
Dean se rió y fue a sentarse mientras Severus caminaba rápidamente hacia Harry, quien se acercó para tomar su mano, radiante. El mago mayor le sonrió, y luego ambos se giraron hacia Dumbledore, expectantes.
—Por lo que entiendo de las ceremonias de compromiso, lo único que tienen que hacer es decir los votos que deseen y colocarse los anillos, uno en la mano del otro —saco la cajita de terciopelo del bolsillo de su túnica, abriéndola y ofreciéndosela a Severus—. Luego, yo ejecutaré el hechizo final sobre los anillos, haciendo que funcionen siempre y cuando no sean removidos. Están encantados para ajustar su tamaño perfectamente todo el tiempo y no caerse accidentalmente, y no podrán ser retirados por nadie excepto el portador, así que nadie podrá romper el hechizo contra la voluntad de ustedes.
Severus tomó uno de los anillos de la pequeña caja y se giró hacia Harry, sonriéndole suavemente mientras le observaba tomar el otro anillo, para luego preguntar:
—¿Te gustaría que yo lo hiciera primero?
El joven asintió, sonriendo, y Severus tomó su mano, le miró a los ojos y, claramente, reflexionó unos momentos sobre lo que deseaba decir antes de hablar pausadamente.
—Harry, te amo más que a la vida misma —miró hacia abajo mientras deslizaba el anillo en su dedo, observando cómo se encogía para ajustarse a la perfección, y luego levantó la mirada para observar los brillantes ojos verdes una vez más—. Me comprometo contigo, Harry Potter, entregándote mi mente, mi cuerpo y mi corazón, y prometo amarte y cuidarte mientras viva.
Harry parpadeó repetidamente, sus ojos brillando un poco más de lo normal mientras bajaba la vista y tomaba la mano izquierda de Severus en la suya, para luego mirarle a los ojos y regalarle una feliz y amorosa sonrisa mientras decía simplemente:
—Eres mi dueño, Severus, de mi corazón y de mi alma —deslizó el anillo que sostenía en el dedo de Severus, antes de repetir lo que el hombre había dicho, con los ojos brillantes y la voz henchida de felicidad—. Me comprometo contigo, Severus Snape, entregándote mi mente, mi cuerpo y mi corazón, y prometo amarte y cuidarte mientras viva.
Severus sonrió y deslizó sus brazos alrededor de la cintura de Harry, besándole mientras el joven levantaba los brazos y enlazaba el fuerte cuello de su pareja y los demás aplaudían. Se besaron por varios minutos antes de separarse finalmente, sonriéndose uno al otro.
—¡Felicitaciones a ambos! —exclamó Dumbledore con alegría.
Severus se giró hacia el anciano, manteniendo su brazo alrededor de Harry mientras sonreía y replicaba:
—Muchas gracias, Albus.
Harry asintió rápidamente, sonriendo al tiempo que se reclinaba contra el costado de Severus.
—Sí, señor. Gracias, por todo.
—No necesitan agradecerme —desestimó Dumbledore, mientras tomaba su varita de un bolsillo oculto de su túnica—. Se está haciendo muy tarde, así que si unen las manos en que llevan sus anillos y me dan un momento, ejecutaré los hechizos y todos podremos retirarnos a descansar.
—Por supuesto —Severus retiró su brazo de alrededor de Harry y se alejó un paso de él para ofrecerle su mano izquierda, sonriendo ante el modo en que el joven resplandecía ante él.
Ambos observaron expectantes al anciano mientras sonreía y levantaba la varita para tocar sus manos enlazadas, recitando con claridad:
—Largitonis donum salubritas munimentis.
Los anillos se calentaron contra la piel de sus dueños y comenzaron a emitir un cálido brillo dorado, antes que Dumbledore recitara el segundo hechizo.
—Advocatis episcora perpiscenta susa um catenatum amatoris.
El resplandor rápidamente se extendió de las manos unidas hasta cubrir el resto de sus cuerpos, antes que apareciera un repentino destello entre ellos y el brillo se disipara completamente. Ambos parpadearon para aclarar los puntos de luz brillante que habían quedado en su visión mientras Dumbledore les sonreía y alejaba su varita.
—¡Ya esta hecho!
Severus le lanzó una mirada penetrante mientras comentaba bruscamente.
—Cambiaste los hechizos que acordamos, Albus. Yo tenía la impresión que habías dado tu palabra de que no serían de enlace.
Dumbledore le sonrió alegremente, en absoluto desanimado por la expresión de Severus ni por la forma repentinamente cautelosa con que Harry le estaba observando.
—No fueron de enlace, Severus, más allá de sus propios votos.
—Albus, puedo hablar latín muy bien —argumentó, luciendo un poco más severo—. El primer hechizo fue de protección y salud como acordamos, pero el segundo dijo claramente que ayudaría al conocimiento y localización de nuestro ‘amante enlazado’.
—Sí, Severus, pero como bien sabes, los hechizos no siempre tienen que entenderse literalmente —replicó Dumbledore, luciendo desacostumbradamente satisfecho consigo mismo—. La variación en el hechizo de localización que usé es una ideada para ser lanzada sobre los anillos de boda durante el enlace de una pareja, pero esto no está, por si mismo, enlazándoles. Sólo aumenta y refuerza cualquier voto que ustedes hayan realizado.
—Dijiste que no ibas a pedirnos que nos casáramos —declaró Harry de repente, mostrándose divertido—. Así que, esperaste a que alguien más sugiriera algo parecido para casarnos de todas formas.
Dumbledore parpadeó, luciendo sorprendido y más que un poco desconcertado.
Severus se echó a reír, mirando a su pareja mientras decía:
—Pienso que puede que tengas razón.
Harry le sonrió.
—Ocasionalmente la tengo, sí.
McGonagall se levantó con un suspiro, frunciendo los labios, y miró a Harry y Severus por unos momentos antes de sonreír ligeramente.
—Felicitaciones a ambos. Disfruten las próximas semanas, poca gente dispone de todo Hogwarts para su luna de miel.
Severus bufó suavemente, sonriendo, mientras Harry sonreía ampliamente y contestaba a McGonagall.
—Gracias, madam. Lo haremos.
La profesora asintió y luego miró a todos los sentados alrededor de la mesa.
—Ya pasó la hora en que todos deberíamos estar en la cama. Buenas noches.
Dumbledore rió entre dientes, asintiendo, y todos entendieron la indirecta mientras se levantaban para partir.
—Siéntanse libres de utilizar la red flu de la sala de profesores para irse a casa —el Director le ofreció el brazo a McGonagall e hizo un cordial movimiento de despedida con la mano—. Buenas noches a todos, disfruten su verano.
Se escucharon murmullos generales de despedida mientras los mayores abandonaban la habitación. Hermione se acercó a Harry y Severus, sonriéndoles mientras decía:
—¡Estoy tan feliz por ustedes! —dio un abrazó inmenso a Harry y besó su mejilla, para luego dar un abrazo rápido a Severus antes de volver a sonreír y agregar—: Felicitaciones. Sé que van a ser muy felices juntos.
Severus asintió, un tanto desconcertado por la actitud afectuosa de Hermione, mientras Harry sonreía a la chica y murmuraba:
—Gracias, Mione.
Ron se acercó a ellos, abrazó a Harry y luego ofreció su mano a Severus.
—Felicitaciones, señor.
—Ya no necesita llamarme señor, mi nombre es Severus —contestó mientras estrechaba su mano con una sonrisa—. Y gracias.
Ron asintió, acercándose a tomar la mano de Hermione mientras decía:
—Buenas noches a todos.
—Sí, buenas noches —repitió la chica, sonriendo feliz.
Los demás contestaron su despedida y ellos se marcharon al tiempo que Dean se acercaba para estrechar la mano de Severus, sonriendo con picardía.
—Es un hombre afortunado, Profesor.
Severus rió entre dientes y asintió.
—Sí, lo soy.
Luego, Dean se acercó a Harry y le dio un rápido abrazo, susurrando algo a su oído que hizo que el chico de ojos verdes riera y le empujara, ruborizándose con fuerza.
—¡Eres muy malo! —Dean se limitó a sonreír y Harry no pudo evitar contestarle la sonrisa mientras añadía—: Vete a casa antes que me metas en problemas.
—Puedes meterte muy bien en problemas sin mi ayuda, espero —contestó con una sonrisa pícara, esquivando cuando su amigo intentó darle una colleja y encaminándose hacia la sala de profesores al tiempo que comentaba alegremente—: ¡Buenas noches a todos!
Los gemelos y Lee se acercaron entonces, estrechando las manos de Harry y Severus al menos tres veces mientras se movían de uno a otro y ofrecían reiteradas felicitaciones. Continuaron así hasta que los festejados se echaron a reír, y finalmente se despidieron y se dirigieron a la sala de profesores también, dejándoles a solas con Sirius y Remus.
—¿De verdad no querías casarte? —preguntó Sirius, mirando a su ahijado con curiosidad.
Mientras Severus reía, Harry sonrió a su padrino y contestó:
—El profesor Dumbledore dijo que no nos preguntaría cuando estuvimos conversando sobre enlaces y todo eso esta mañana. Yo nunca dije que no quisiera.
—Aunque tampoco dijiste que sí —le recordó Severus, lanzándole una mirada divertida.
Harry le sonrió y se acercó más para tomar su mano entre las propias.
—Yo te tengo. Todo lo demás es sólo azúcar glasé alrededor de un maravilloso pastel.
Severus rió entre dientes, con los ojos brillantes.
—La adulación te conseguirá todo, incluso si estás tan ciego como el proverbial murciélago.
—¿De verdad? —preguntó, alzando las cejas mientras su sonrisa se ensanchaba—. ¿Lo prometes?
Severus le sonrió.
—¿Necesito hacerlo?
Harry le miró por un momento, radiante, y luego se giró a Remus y Sirius.
—Se está haciendo tarde. Si no nos ven en un día, o diez, espero que comprendan.
Severus y Remus se echaron a reír y Sirius sonrió a su ahijado mientras informaba:
—Nosotros estamos planeando quedarnos en Londres por una semana o dos de todas formas, así que disfruten de ustedes mismos. Buenas noches.
De repente, Harry se separó de su pareja y se acercó a abrazar a su padrino.
—Gracias.
El animago le rodeó con sus brazos y le abrazó estrechamente, cerrando los ojos y sosteniéndole. Cuando finalmente le dejó ir, le sonrió y musitó suavemente:
—Gracias a ti, Harry, por tolerarme cuando me estaba comportando como un imbécil.
—No hay razón para agradecerme, Sirius. Eres mi familia, es mi trabajo preocuparme por ti cuando te vuelves majareta.
Todos rieron mientras Harry se acercaba a abrazar a Remus. Sirius y Severus se estrecharon las manos sonriendo, en tanto el animago comentaba:
—Se que le vas a cuidar bien, así que sólo te desearé buena suerte para mantenerle libre de problemas el nuevo curso.
Severus rió de nuevo y Harry se alejó de Remus y exclamó:
—¡Ey!
—Creo que puedo mantenerle lo bastante ocupado para que no se meta en problemas —replicó Severus, sonriendo.
—Me gusta como sonó eso —comentó el más joven, regresando al lado del profesor de Pociones.
Remus rió entre dientes y estrechó la mano del Slytherin.
—Diviértete, Sev.
El hombre asintió y Remus y Sirius dieron las buenas noches y se encaminaron hacia la sala de profesores.
El Gryffindor asió las dos manos de su pareja mientras la puerta se cerraba, tambaleándose más cerca y lanzándole una sonrisa traviesa.
—Por favor, dime que no vamos a seguir yendo lento.
Severus sonrió y se acercó a mordisquear suavemente el labio inferior del joven.
—¿Lento? ¿Qué es eso?
Harry lanzó un pequeño gruñido nasal y dio al maestro un rápido y hambriento beso antes de liberar una de sus manos y girarse para caminar rápidamente hacia la puerta. Severus le siguió apenas medio paso por detrás, tratando de llegar a sus habitaciones con la misma ansiedad que su pareja.
Última edición por alisevv el Miér Abr 13, 2016 7:33 pm, editado 2 veces | |
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