alisevv
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| Tema: Wrapped Around His Finger. Capítulo 14 Dom Dic 06, 2009 1:49 pm | |
| Remus llevaba recorriendo el castillo alrededor de una hora, buscando infructuosamente a Sirius, cuando decidió dirigirse a las cocinas y preguntarles a los elfos domésticos. Acababa de alcanzar la planta baja cuando escuchó un grito de alegría que le sonó conocido, viniendo de las mazmorras. Giró en esa dirección justo en el momento en que se escucharon, al menos, otros tres gritos distintos.
Apresuró sus pasos mientras escuchaba otro grito, que sonó como si alguien hubiera escaldado a un gato, esperando que Sirius y Severus no se hubieran enzarzado en una pelea física. Acababa de doblar la esquina del pasillo que conducía a las mazmorras cuando se detuvo de repente, impactado al ver a Severus sentado en el suelo, un poco más allá del aula de Pociones. Estaba detrás de lo que parecía ser una hoja enorme, y había crema batida en su cabello y sobre su hombro. Estaba riendo tanto que las lágrimas corrían por su cara, haciendo que Remus se preguntara si alguien le habría maldecido.
Remus escuchó más gritos y sonoras carcajadas, mientras algo golpeaba el otro lado de la hoja con un húmedo plaf, y se acercó para mirar más allá de la hoja, que se había extendido por la pared, bloqueando la casi totalidad del pasillo.
Severus aferró la pernera de su pantalón, jalando mientras decía con voz entrecortada, en medio de un ataque de risa.
—¡Cuidado! ¡Van contra ti también!
Remus le miró como si estuviera loco y luego, cuidadosamente, observó sobre el borde de la hoja escudo, para quedar sencillamente impactado. Harry, Lee Jordan y uno de los gemelos Weasley se encontraban de espaldas a él, generosamente salpicados de crema batida. Se deslizaban y deslizaban alrededor, riendo y sacando lo que parecían tartas de crema de una caja a sus pies y lanzándolas pasillo abajo. Remus vio cómo otra tarta impactaba en la cadera de Harry antes de mirar hacia el final del pasillo, donde otras tres personas estaban definitivamente cubiertas de crema batida y lanzaban pasteles tan rápido como podían sacarlos de su caja.
Una de las personas en el otro extremo del pasillo lanzó un grito de alegría mientras otro chillaba.
—¡Remus!
Reconoció la voz en el momento que le lanzaba un pastel, haciendo que se agachara al verlo, con los ojos muy abiertos y riendo.
—Apenas les dejé unos minutos solos para ir al baño —explicó Severus, finalmente lo bastante controlado como para hablar con sentido. Estaba sonriéndole con más sinceridad de lo que había hecho desde que tenían doce años y Lily había teñido de rosa el cabello de Lucius—. No pensé que Harry y Sirius pudieran hacer tal desastre en mi oficina en cinco minutos. Todo lo que iban a hacer era enviarle a los gemelos bosta de unicornio a través de la red flu, pero éstos parecieron decidir que era mejor usar la chimenea para venir aquí, acompañados de Wood y Jordan.
Remus le miró fijamente, aturdido y risueño.
—¿Hicieron esto en cinco minutos?
—Bueno, no del todo —replicó el Slytherin con los ojos brillando de risa—. Ya pasó algún tiempo. Ha sido bastante divertido observarles.
—¡Cese al fuego, nuestra caja está vacía! —bramó alguien más allá de escudo, haciendo que Severus y Remus se miraran uno al otro, antes de levantarse para observar con recelo lo que sucedía al otro lado.
Las formas al final del corredor empezaron a limpiar sus rostros mientras el gemelo que estaba más cerca del final del pasillo chocaba su mano con la de Lee, riendo cuando sus manos se deslizaron una sobre otra y casi se cayeron en el piso sucio de crema. Harry voceó a los otros, animando y luciendo extremadamente complacido consigo mismo.
—¡Ganamos, Freddie, y tu equipo tiene que limpiar el desorden!
Las tres personas cubiertas de crema batida al final del pasillo comenzaron a buscar sus varitas entre aquel desastre, discutiendo afablemente cómo limpiarían tal caos sin ellas. Remus y Severus rieron mientras Fred, Sirius y Oliver se resbalaban y caían, atrayendo la atención de los tres que estaban más cerca del final. George sonrió y palmeó el hombro de Lee, y luego empezaron a moverse cuidadosamente hacia el escudo, inclinándose uno sobre el otro para mantener el balance en el resbaladizo suelo de piedra. Harry no estaba de humor para ser cuidadoso y dio dos torpes pasos antes de deslizarse todo su camino hasta la pared más cercana, donde estaban Severus y Remus. Golpeó con un húmedo ruido sordo, salpicando a ambos con crema batida y trocitos de corteza.
—¡Eso fue muy divertido! —celebró Harry con entusiasmo mientras les sonreía radiante, estabilizando a Lee, quien seguía sus huellas y se deslizaba hacia la pared—. ¡Deberían haber participado! Salpicar a Sirius de pasteles ha valido la hora larga de baño que voy a necesitar para lavarme.
George rió, deslizándose contra Lee mientras añadía:
—Y la crema batida es algo muy divertido de limpiar —se inclinó para lamer la mejilla de Lee, haciendo que éste riera y tratara de empujarle con muy poco entusiasmo. Lee se deslizó a lo largo de la pared hasta impactar de nuevo contra Harry, y ambos rieron mientras George les sonreía y comentaba:
—Es agradable y resbaladiza.
Harry le observó sorprendido y miró de forma especulativa hacia Severus, quien le estaba observando de manera perversa. Regresó su sonrisa, sus ojos verdes un tanto oscurecidos mientras decía lentamente.
—Mmm, suena interesante…
George se apoyó en la pared para poder moverse hacia el escudo frondoso que él había lanzado para contener el desorden, sonriendo a Severus mientras decía:
—Hay una habitación de invitados en el siguiente pasillo, ¿verdad, señor?
El aludido parpadeó sorprendido y sus cejas se alzaron.
—El baño de Prefectos está poco después de los dormitorios de Slytherin, pero no sé de ninguna habitación de invitados.
—¿Está seguro, señor? —preguntó Lee, también sonriendo. Se inclinó sobre Harry, quien tenía un pie apoyado en un pequeño trozo de suelo limpio que había donde la pared y la barrera frondosa no se habían unido por completo—. Juraría que había una. En ella nos ocultamos de Filch una noche.
—¿Qué hacían merodeando por mis mazmorras de noche? —preguntó Severus, alzando una ceja.
Harry habló antes que George y Lee pudieran contestar, convencido de que era mejor que Severus no supiera qué habían estado haciendo allí.
—Quizás sea como el Salón de los Menesteres —Severus le lanzó una mirada interrogante así que el joven explicó—: Está en el séptimo piso, Sev, frente a Barrabás el Chiflado. Aparece y desaparece de acuerdo a cuánto necesitas entrar allí, y se llena mágicamente con todo lo que requieras en ese momento —sonrió—. Debes haberlo escuchado mencionar al profesor Dumbledore, él parece que siempre lo encuentra lleno de recipientes o estantes repletos de caramelos.
Sirius, Fred y Oliver comenzaron a deslizarse a lo largo del pasillo, hacia ellos, mientras Severus reía, ignorando las sorprendidas miradas que le lanzaron George y Lee.
—¿Supongo que se ve en ese mapa mágico tuyo?
Harry asintió, sonriendo.
—El cual, si mal no recuerdo, está de nuevo en tu escritorio. Atrapaste a Ginny con él hace tres meses, ¿no?
—Con toda seguridad, y si tienes intención de que te lo regrese, vas a decirme cómo se usa —replicó con una sonrisa—. Esta vez lo guardé muy bien en mi escritorio. Ni siquiera tú vas a poder conseguirlo.
—¡Sev, eso es hacer trampas! —exclamó Harry, haciendo un puchero evidentemente falso antes de preguntar—. ¿Si te digo cómo funciona prometes no volver a guardarlo bajo llave?
—¡Harry, no, no puedes! —exclamó George—. ¡El Mapa de los Merodeadores es una institución!
Severus levantó una ceja a George y luego lanzó a Harry una mirada expectante, sonriendo.
—Por supuesto que hago trampa, ya hemos pasado por esto, Harry. Me gusta ganar. Y no voy a prometer eso, los estudiantes no deberían tener libre acceso a ese mapa.
Tanto Severus como Harry ignoraron las miradas de incredulidad de George y Lee estaban lanzándole mientras el chico de ojos verdes profundizaba su puchero, cruzando los brazos en el pecho y luciendo como un niño de cinco años mientras declaraba:
—No estás siendo muy justo.
—¿Desde cuándo el ‘cretino grasiento’ ha sido justo? —preguntó Severus, haciendo reír a su joven pareja.
George y Lee se miraron por un instante antes de observar a Severus como si se hubiera vuelto loco.
>>Ambos sabemos que me lo dirás eventualmente, Harry. Puedes muy bien terminar con esto de una vez.
—Sabes muy bien que estás tomando ventaja sobre mí justo ahora —argumentó el joven, sonriendo de repente y apartándose de la pared para acercarse a Severus—. Así que tienes que hacer que valga la pena.
Severus levantó una ceja, sonriéndole, mientras se inclinaba contra la hoja, su rostro a sólo pulgadas del de el chico.
—Por supuesto que estoy tomando ventaja de ti, Harry. Lo haces tan divertido. ¿Qué sería exactamente lo que tendría que hacer para que valiera la pena para ti?
Harry se mostró pensativo un segundo, antes de sonreír y salir de la hoja, apartándola cuidadosamente.
—Tienes que venir a atraparme —Severus sonrió ampliamente y alcanzó su varita, pero el otro agregó rápidamente—: ¡Sin magia!
El profesor rió, sacudiendo la cabeza.
—¡Oh, no! No vas a lograr que yo te persiga a través de este desorden. ¡Olvídalo, Harry!
—Que así sea —Harry sonrió mientras daba media vuelta para empezar a correr por el pasillo, deslizándose y resbalándose mientras patinaba velozmente hacia Fred y Oliver, quienes estaban a diez pies de distancia—. Fred, Oliver, rápido, tirachinas.
Oliver pareció sorprendido antes que él y el gemelo se prepararan. Oliver tendió una mano a Harry en el momento que Severus pasaba la hoja protectora y decía con firmeza:
—Harry, no te atrevas a arriesgarte a salir lastimado por hacer una tontería en esta descomunal tarta de crema.
Harry le miró sobre el hombro, sonriéndole ampliamente, y luego atrapó la mano de Oliver. El otro le hizo pivotar con un grito de alegría, enviándole directo hacia Severus a una velocidad mucho mayor de la que había llegado, al tiempo que George y Lee se deslizaban fuera de su camino. Un momento después, golpeaba contra el profesor con un húmedo ruido sordo y le rodeaba con sus brazos, mientras ambos rebotaban contra la hoja protectora y caían al piso con un plaf, aterrizando de forma que Harry terminó acostado sobre su espalda con Severus tirado de forma poco elegante encima de él.
El hombre levantó la cabeza del hombro del Gryffindor y miró los brillantes ojos verdes, haciendo todo lo posible por mantener su rostro severo.
—Harry…
El chico rió con travesura y comentó.
—Bueno, al menos me atrapaste. En cierto modo.
Severus bufó en un intento por no echarse a reír.
—Podrías haber conseguido que ambos termináramos con la cabeza rota, como mínimo.
Harry levantó los brazos para rodear su cuello, llenando su cabello de crema batida mientras sonreía y comentaba:
—Los hechizos de almohadón son mis amigos. Los he estado haciendo sin varita por años.
Lee, Oliver y los gemelos miraron fijamente mientras Severus se echaba a reír, se inclinaba a dar un rápido beso a Harry y decía:
—Diablillo. Suéltame para que pueda levantarme.
El joven le sonrió y le dejó ir, cruzando sus brazos bajo su cabeza.
—Nunca vas a ser capaz de levantarte, sin ayuda, en medio de esta cosa.
—Ciertamente, puedo intentarlo —replicó secamente.
Colocó ambas manos contra el resbaloso suelo, una a cada lado del cuerpo de Harry, y con cuidado se impulsó para tratar de colocar una rodilla bajo él. Estaba a punto de tener éxito cuando su mano izquierda se deslizó y cayó, aterrizando con un ruido acuoso al lado de Harry, quien todavía sonreía, mientras Sirius soltó una carcajada tan fuerte que también cayó, aterrizando sobre su trasero.
>>Lo estás disfrutando demasiado —comentó Severus, intentando no reír mientras se apoyaba en un codo para impulsarse hacia arriba y mirar a Harry.
—¡Oh, estoy disfrutando mucho esto! —exclamó el muchacho, riendo—. ¡Ni siquiera te atrevas, Señor Siéntate Y Ríete Mientras Las Vendedoras Arrullan Sobre El Trasero De Mi Aprendiz!
Fred, George, Lee y Remus rieron mientras Severus sonreía y replicaba:
—Bueno, ellas tenían mucha razón, tienes un lindo trasero.
—Vale, ¡sé qué es esto! —exclamó Oliver de repente, mirando con furia a Fred mientras el resto le observaban con sorpresa—. Colocaste esencia de la hierba con la que has estado trabajando en algunas de las tartas de nata, ¿verdad?
El otro pareció aturdido un segundo antes que una sonrisa verdaderamente diabólica cruzara lentamente su cara, y también la de George, al tiempo que los gemelos se miraban. Mientras Lee reía, George se acercó a Oliver y declaró:
—No, pero ahora lo hará, ya que le acabas de dar esa idea tan maravillosa.
Fred le aferró y le besó sonoramente, antes de sonreírle, radiante.
—¡Eres brillante, Ollie! ¡Si podemos lograr que esa idea funcione correctamente, nos haremos millonarios!
—Entonces, si no están drogados, ¡¿qué maldita cosa les pasa a Harry y Snape?! —preguntó Oliver, los ojos muy abiertos mientras empujaba a Fred y señalaba al chico de ojos verdes, quien había rodado para ocultar su rostro en el pecho de Severus, sus hombros sacudiéndose con la risa amortiguada mientras el Slytherin ocultaba una sonrisa en su cabello.
—Locura transitoria —contestó Sirius, intentando mantener el rostro serio en tanto Remus le miraba, sorprendido—. Estuvieron manejando demasiado tiempo las gríngolas de burro que Sev consiguió temprano y eso revolvió sus cerebros. Bueno, los cerebros que tenían.
—¡Ey! —se quejó Harry, riendo y rodando lejos de Severus para sentarse, tomar un puñado de tarta de crema del piso y arrojárselo a Sirius, quien se agachó a tiempo de dejar que se estrellara en la pared tras él—. Yo tengo mucho cerebro. Tuve EXTASIS con mayor nota que Hermione. ¡Prácticamente soy un genio!
Lee, Fred y George le miraron adecuadamente impresionados, mientras George tomaba nota mental de hacer todo lo posible por reclutar a Harry para que les ayudara en sus experimentos.
Severus rió, sentándose con mucho cuidado para mirar a su aprendiz y comentar:
—Ni siquiera cerca, Harry.
El chico se torció para mirarle, sorprendido.
—¿Qué quieres decir con ni siquiera cerca? ¡Conseguí el primer resultado perfecto que ha habido en Pociones después de ti!
—Sí, Harry, lo hiciste —confirmó el Slytherin con una sonrisa—, y por eso te convertiste en mi Aprendiz. Eso habla fuertemente a favor del argumento de que tu inteligencia es, de hecho, confusa.
Harry tomó otro puñado de pastel de crema para lanzárselo, golpeándolo en un cuadrado de la frente y logrando que todos, excepto Oliver, estallaran en renovadas ráfagas de risa.
—Si tomas por Aprendiz a alguien cuya inteligencia es confusa, ¿qué tal habla eso de ti?
Los demás intentaron tranquilizarse rápidamente, riendo entre dientes y escuchando para ver qué respondería Severus a eso, mientras le observaban limpiar la crema batida de su cara. El maestro dio a Harry una mirada tranquila, cuyo efecto era completamente dañado por el hecho de que sus ojos estaban brillando con risa contenida.
—Es bastante evidente que me has conducido a la locura muy bien —Harry rió y el mago mayor agregó, sonriendo—. Pero yo todavía sigo siendo un genio.
Harry devolvió la sonrisa y comentó:
—Lo que explica porqué yo ya no estoy durmiendo solo.
Severus se echó a reír, ignorando el modo en que le observaban los demás.
—Ésa sería una explicación, sí.
Oliver se acercó a Remus, eligiéndole porque parecía ser la persona más racional de los allí presentes.
—¿A Harry le golpeó una Bludger en la cabeza?
Remus se echó a reír.
—No, Oliver. No recientemente al menos.
—¿Entonces qué le pasa? —indagó, confundido.
Harry le sonrió, sus ojos verdes brillando divertidos.
—Me enamoré de mi profesor de Pociones favorito, y el pobre diablo parece ser que está muy interesado en mí. Eventualmente te acostumbrarás.
—¿Te enamoraste de Snape? —exclamó, luciendo impactado mientras Remus soltaba una risita y palmeaba su espalda.
—Buena demostración, Harry —comentó George, en tanto Fred y Lee se reían. Le sonrió perversamente y agregó—: Tú ya has tenido un buen efecto sobre él —Severus bufó, frunciendo los labios mientras lanzaba una divertida mirada al gemelo, quien continuó—: Y tienes suerte, él también tiene un lindo trasero.
Severus abrió ampliamente los ojos, observando a George, mientras Harry sonreía y comentaba:
—Lo sé —entonces recordó que las túnicas de Severus no permitían apreciar su trasero y levantó las cejas—. ¿Y tú cómo lo sabes?
George sonrió, alejándose de Severus.
—¿Con quién crees que probamos la Bomba para Exponer la Ropa Interior ?
—¡Sabía que habían sido ustedes dos! —exclamó Severus, luciendo enfadado por unos segundos antes de animarse y agregar—: Sin embargo, dado que yo fui el sacrificado conejillo de indias, considero que debo ser merecedor de la tradición que dictaría que yo pueda conseguir muestras gratis, ¿no?
George asintió, sorprendido, mientras Harry alargaba una mano, empujando el hombro de Severus.
—¿Para qué necesitas tú Bombas para Exponer la Ropa Interior?
El profesor le sonrió, luciendo decididamente malvado.
—Para terminar con las reuniones de profesores, de inicio y final de curso, por supuesto. Peeves estaría encantado de lanzarlas por mí, y estoy bastante convencido de que eso vaciaría la habitación. Incluso me atrevería a apostar que no se programarían nuevas reuniones durante un buen tiempo.
Sirius, George, Lee, Oliver y Remus rieron mientras Fred exclamaba:
—¿Harry, me encanta como piensa tu novio!
El aludido pareció sorprendido y se acercó a Severus, sonriendo.
—Nunca antes había podido decir que tuviera un novio…
Severus bufó, mostrándose divertido.
—Y tampoco puedes ahora —la expresión de Harry cambió a un puchero, antes que Severus agregara—: Soy demasiado viejo para ser llamado el novio de alguien, Harry. Tendrás que vivir con el hecho de llamarme tu Maestro o tu amante.
La sonrisa de Harry apareció de nuevo.
—Sólo que no ambos a la vez.
—Maldición, espero que no —contestó Severus, riendo.
—¿Qué, si puedo preguntar, está pasando aquí? —se escuchó de repente una voz muy conocida haciendo que todos miraran hacia la barrera de hoja. McGonagall estaba parada entre ésta y la pared de piedra del pasillo, mirándoles a todos con evidente desaprobación.
—Sólo probando un poquito nuestro producto más reciente —contestó George de inmediato—. Limpiaremos todo el desastre, Profesora.
—Eso espero —contestó la bruja, frunciendo los labios con indignación mientras su mirada se detenía en Harry y Severus—. Podía haber esperado que Harry, o incluso Sirius y Remus, participaran en algo así, pero no tú, Severus. Hubiera pensado que serías un mejor ejemplo para los estudiantes, pero veo que el señor Potter ya ha cambiado eso.
Severus se movió para sentarse con las piernas cruzadas sobre el piso cubierto de pastel de crema, levantando la vista hacia ella mientras declaraba con tranquilidad:
—Por el contrario, Minerva. Harry no ha cambiado mi actitud hacia los estudiantes en lo más mínimo.
—¿Entonces cómo explicas esto? —preguntó con incredulidad, haciendo un gesto de repugnancia hacia el pasillo—. ¡Esto luce como si una fábrica de pasteles hubiera explotado!
—Hoy no hay estudiantes en la escuela, por lo que yo sé —replicó, el brillo de sus ojos traicionaba la inexpresividad de su rostro—. Los profesores y sus invitados son libres de aprovechar el castillo durante el verano, como ya sabes.
Minerva frunció nuevamente sus labios y miró un momento a Severus, antes de decidir dejarlo de ese tamaño. Rara vez ganaba una discusión con el Slytherin y sentía que esa tampoco la ganaría.
—Albus me pidió que les recordara que no falten a la cena —levantó la mirada hacia Lee y los gemelos, y agregó—: Asegúrense de que esto quede limpio, chicos.
—Sí, madam —respondió George rápidamente—. Tendremos todo limpio en un soplo de viento, profesora McGonagall.
—Más vale que lo hagan —replicó con una mirada dura, para luego dirigirse a Oliver—. Felicitaciones, señor Wood. Buena suerte en las eliminatorias.
El aludido sonrió.
—¡Gracias, Profesora!
Minerva asintió y dio media vuelta, alejándose rápidamente por el pasillo. Todos permanecieron en silencio hasta que el ruido de sus pisadas hubo desaparecido, y entonces Fred preguntó repentinamente:
—George, ¿tienes tu varita? —todos le miraron mientras continuaba—. La mía esta perdida entre la crema batida.
El gemelo sacudió la cabeza, luciendo desconcertado, y Remus empezaba a buscar su propia varita cuando Harry extendió una mano visiblemente vacía hacia el fondo del pasillo y pronunció claramente:
—¡Accio varitas!
Tres varitas salieron de la crema batida al final del pasillo y empezaron a acercarse a ellos, y otras dos se elevaron de un sitio cercano y volaron hasta aterrizar en la palma de Harry. Severus bufó y murmuró:
—Fanfarrón.
—Lo aprendí de un profesional —replicó Harry, sonriéndole. Luego, miró a George mientras las otras tres varitas llegaban a su mano, ofreciéndole una de las primeras que había recuperado—. Aquí tienes.
El pelirrojo tomó su varita y preguntó con admiración:
—¿Cuánta magia sin varita puedes hacer, Harry?
Éste entregó sus varitas a Lee, Fred, Sirius y Oliver mientras sonreía y respondía:
—Un poco. Me ha mantenido vivo unas cuantas veces.
—¿Y cómo supiste cuál era la varita de cada uno? —interrogó Remus de repente, haciendo que el chico le mirara, sorprendido, en tanto Fred, Lee y George comenzaban a impactar el corredor con hechizos de limpieza, retirando franjas de crema batida—. No me sorprende que reconocieras la de Sirius ya que la has visto con frecuencia, pero ¿cómo hiciste con las demás?
—¿Tú no puedes separar las varitas? —preguntó el joven, sorprendido. Remus negó con la cabeza y Harry se encogió de hombros—. Siempre he podido hacerlo; una vez toco una varita sé de quien es, siempre y cuando conozca al propietario. Pensaba que todo el mundo podía hacerlo.
Severus se levantó en cuanto el piso que les rodeaba estuvo limpio, lanzándole a Harry una mirada divertida y ofreciéndole la mano.
—Harry, ¿recuerdas que hace un tiempo te dije que ni siquiera estabas consciente de las extraordinarias cosas que puedes hacer? —el joven le miró, asintiendo, mientras tomaba su mano, permitiendo que Severus le ayudara a levantar mientras continuaba, divertido—. Ésta sería una de ellas.
—Tú lo has hecho también —protestó Harry—. Te he visto.
—Sí, lo he hecho, pero me llevó mucho tiempo desarrollar la habilidad —contestó con una risita mientras tomaba su propia varita—. No es tan difícil como la magia sin varita pero es muy rara —murmuró un rápido hechizo, limpiándose a sí mismo y a Harry antes de añadir—: Creo que tu primera asignación como mi Aprendiz será hacer una lista de todas las habilidades mágicas que posees y todo lo que sabes sobre ellas, para que yo tenga una pista de lo que necesitarás saber para utilizarlas en su máxima eficiencia.
Harry le lanzó una horrorizada mirada
—¿No puedo sólo decírtelo? —Severus negó con la cabeza, divertido, y Harry protestó—. Pero Sev, eso me llevará una eternidad.
El hombre sólo soltó una risita, logrando que Harry hiciera un puchero, mientras Oliver preguntaba:
—Recórcholis, Harry, ¿cuánto puedes hacer?
Continuó con su puchero a Severus mientras contestaba.
—Tanto como tenga que hacer.
Fred, George y Lee caminaban por el pasillo, ya limpio, para reunirse con ellos, mientras Sirius reía y pedía:
—¿Puedes ser un poco más específico, Harry?
George retiró rápidamente el hechizo de adhesión que unía la hoja al piso y pared, y luego la regresó al tamaño de su pulgar, guardándola en su bolsillo.
Harry miró a su padrino, encogiéndose ligeramente de hombros.
—No en realidad. Quiero decir, sé lo que puedo hacer, pero habitualmente no tengo idea de si es algo ordinario o no, excepto el hablar parsel. Bueno, eso y el hacer magia sin varita. Y ser capaz de decir hechizos para separar… Y Hermione dice que tengo mejor memoria para los hechizos que la mayoría —hizo una pausa, pensando, y agregó—: Y luego están todos esos sueños que solía tener, pero ya no están desde que Voldemort perdió la cabeza.
La mayoría se echó a reír mientras Severus bufaba suavemente, lanzándole una mirada divertida. Remus se mostró curioso mientras comentaba:
—He querido preguntártelo hace ya algún tiempo, Harry. ¿Cómo se te ocurrió usar la espada en lugar de tu varita?
Harry parpadeó, sorprendido.
—Bueno, imaginé que Lucius probablemente habría destruido mi varita, y Voldemort estaba durmiendo con la suya en la mano, así que no podía tomarla sin despertarle. De todas formas, no había tenido suerte para matarle con un trozo de madera en el pasado —Severus bufó de nuevo, y Harry le dio una pequeña sonrisa antes de enfocarse otra vez en Remus—. Él dormía en una habitación que tenía una armadura en una esquina, sosteniendo una infame espada, y Sev me había dicho una y otra vez que mi mejor arma era mi mente. Después de reflexionar un poco, pensé que podía comprobar si la espada podía hacer el truco. Nunca había escuchado que alguien intentara un ataque físico contra Voldemort, y pensé que lo peor que podía pasar si lo estropeaba era que me atrapara de nuevo.
Sirius se echó a reír.
—Eres mi ahijado.
Remus le miró, perplejo, mientras Severus sonreía y preguntaba:
—Sí, pero ¿eso es bueno o malo?
El otro contestó la sonrisa, con sus ojos azules brillando.
—A ti parece gustarte mucho él, así que yo diría que piensas que es algo bueno.
—Touché —contestó el Slytherin, colocando una mano en la espalda de Harry e instándole a avanzar por el pasillo mientras agregaba—: Deberíamos irnos. Creo que Minerva dijo que no perdiéramos la cena.
Harry dejó que Severus le guiara por el pasillo mientras los demás caminaban a su lado, ignorando las ocasionales miradas que Lee, Oliver y los gemelos seguían enviando hacia ellos, asombrados por la forma en que interactuaban juntos. Cuando llegaron a las escaleras, Remus preguntó a Harry sobre cómo hacía para identificar las varitas, distrayendo a los demás, quienes escucharon con interés mientras el joven comenzaba a tratar de explicarlo.
Última edición por alisevv el Mar Abr 12, 2016 6:29 pm, editado 2 veces | |
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