La Mazmorra del Snarry
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La Mazmorra del Snarry... El escondite favorito de la pareja más excitante de Hogwarts

 

 Hangover and other secondary effects. Capítulo 16. En trabajo de parto

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alisevv

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MensajeTema: Hangover and other secondary effects. Capítulo 16. En trabajo de parto   Hangover and other secondary effects. Capítulo 16. En trabajo de parto I_icon_minitimeDom Dic 06, 2009 11:58 am

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Severus se levantó del lugar donde había caído, ignorando el punzante dolor en su espalda. Necesitaba encontrar a Harry, y rápido. Su joven esposo no estaba en condiciones de andar corriendo por ahí en mitad de la noche, emocionalmente perturbado y con ocho meses de embarazo.

Alcanzando la puerta de la habitación, tomó consciencia de que no tenía idea de en qué dirección había desaparecido Harry. Giró hacia la izquierda, para revisar si estaba escondido en alguna de las aulas vacías de ese piso, pero encontró que el paso estaba bloqueado por una enorme pared de piedra. Sorprendido, se tambaleó hacia atrás. ¿Qué era todo eso? ¿Hogwarts estaba tratando de ayudarle, o estaba intentando separarle de su amado?

Sus reflexiones fueron contestadas cuando todas las luces se apagaron, quedando un solo corredor iluminado por algunas velas. Obviamente, el castillo estaba tratando de conducirle por ese camino. Una fría sensación se posó en el fondo de su estómago; algo tenía que estar muy mal cuando el castillo estaba cooperando para que encontrara más rápido a Harry. Algo estaba terriblemente mal, lo sabía. ¿Harry habría decidido enfrentar al Director? ¿Habría tratado de abandonar el castillo en mitad de la noche? ¿O quizás estaba herido? Este ultimo pensamiento le hizo estremecer.

Siguió la luz de las velas hasta las escaleras móviles que, sorprendentemente, en ese momento permanecían quietas. Cuando llegó al cuarto tramo de escalones se congeló; la visión de la inmóvil figura de su esposo, caído sobre el piso de piedra, convirtió su sangre en hielo. Parecía como si estuviera muerto. Su corazón perdió un latido. No sabía desde cuánta distancia habría caído Harry, pero aunque sólo hubiera sido un piso, podía estar severamente dañado.

Sintiendo que las lágrimas escocían en sus ojos y su garganta se apretaba, le llamó en voz alta.

—¡Harry!

Bajó prácticamente volando las escaleras que le faltaban y se agachó al lado del joven.

“¡Dulce Merlín, no, por favor, NO! Por favor, no te mueras. No puedo perderte ahora. ¡Te amo! ¡Vive, por favor!”, suplicaba en silencio mientras se inclinaba sobre su esposo herido.

Suprimiendo el impulso de tomar a la quieta figura en sus brazos, sacó su varita y lanzó un sencillo hechizo de diagnóstico sobre él. ¡Gracias a Merlín, todavía vivía! Tomando una rápida decisión, le levantó en sus brazos y le llevó a la enfermería.

Cuando iba a mitad del recorrido hacia la enfermería, el Barón Sangriento se cruzó en su camino.

—Rápido, ve y despierta a Madam Pomfrey, dile que estoy llegando con un paciente. Harry está herido. ¡Ahora, ve! —ordenó, y el sorprendido fantasma de la Casa Slytherin obedeció al instante.



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Cinco minutos más tarde, una muy enojada Poppy Pomfrey tenía a un todavía inconsciente Harry Potter acostado en una de las camas de la enfermería; estaba lanzando diversos hechizos sobre él cuando el Director arribó al lugar.

—Severus, Poppy, ¿qué sucedió? ¿Cuán graves son las heridas? Está… —comenzó Albus, pero fue interrumpido por un furioso profesor de Pociones, quien bloqueó su camino hacia la cama de Harry y dijo con voz helada:

—Director, creo que tenemos algo que discutir, y sugiero que lo hagamos fuera de aquí. No quiero disgustar a Harry aún más, probablemente despierte pronto.

Con esto, prácticamente empujó al anciano para que saliera por las grandes puertas de la enfermería.

Minerva estaba aguardando en el pasillo y levantó la vista sobresaltada al ver que el Director regresaba tan pronto, con un Severus visiblemente pálido pisándole los talones. Sin embargo, no tuvo oportunidad de preguntar nada, pues el Slytherin empezó a gritarle a Albus de inmediato.

>>¿Es cierto? ¿Es verdad lo que me dijo Harry? —sus ojos brillaban con un fuego peligroso y Minerva pensó que nunca le había visto tan fuera de control, su poder mágico radiando de su cuerpo en ondas casi palpables. Su voz era ácida mientras proseguía—. ¿Tú y esos dos que se dicen sus amigos son los responsables del artículo de El Profeta? ¿Llegaste tan lejos como para violar su privacidad y traicionar su confianza para obligarle a actuar de acuerdo con tus estúpidos planes?

La expresión de completa sorpresa y culpa en los rostros de las otras dos personas contestó todas sus preguntas. Albus intentó hablar pero fue nuevamente interrumpido por el maestro de Pociones. Su paciencia con el Director era infinitamente pequeña, y tuvo que controlarse para no golpear al hombre que siempre había considerado como amigo y mentor.

>>¡Tú! ¡Tú eres el responsable de la condición en que está; eres el único responsable! —espetó—. Regresaba a nuestros aposentos después de dar un paseo por el castillo… —ante estas palabras, Albus se encogió visiblemente y Minerva cubrió su boca en un gesto de puro horror —…parecía estar muy disgustado por algo, pero no descubrí lo que era hasta que fue demasiado tarde. Está roto, Albus, tú le quebraste; tú y esos niños idiotas que se dicen sus amigos. Nunca antes le vi así, ni siquiera después de tener que derrotar a Voldemort.

Respiró profundamente y se giró, dándoles la espalda al Director y a Minerva por un momento. No podia soportar seguir viéndoles. Albus usó ese pequeño respiro para hablar.

—Severus, por favor, tranquilízate. Sé que estás preocupado por tu esposo, pero tu tono es innecesario. Yo estoy tan preocupado por la salud de Harry como tú —el Director tuvo la sangre fría de sonar herido.

Ante sus palabras, Severus casi perdió el control. Giró en redondo para enfrentar nuevamente al anciano.

—Nunca te preocupaste realmente por su bienestar. Ya has manipulado suficientemente nuestras vidas. No te voy a dar una nueva oportunidad de herirle. ¡Tus pequeños juegos tontos van a terminar aquí y ahora! —gritó furioso—. Harry ha dejado perfectamente claro que no desea volver a ver ni a ti ni a ninguno de sus llamados ‘amigos’. Hubiera abandonado el castillo en mitad de la noche si no hubiera sido por las malditas escaleras. Yo me encargaré de que consiga lo que desea. Si puedo convencerle de que yo desconocía tus lunáticos planes, y acepta mis disculpas por no hablarle de mis sospechas, haré todo lo que pueda por él. Si lo desea, me iré esta noche con él y no regresaré jamás. Quiero que sepas que Harry es la persona más importante en mi vida, y haré todo lo que tenga que hacer para no perderles, ni a él ni a Ebony. ¡Y mejor reza porque Poppy pueda curarle, porque si pierdo a alguno de los dos por esto, desearás que el Señor Oscuro me hubiera matado!



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Poppy había salido de la enfermería para decirle a Severus que bajara un poco la voz, pero se congeló frente a las grandes puertas que estaba a punto de abrir. Un escalofrío recorrió su espina dorsal al escuchar las palabras del profesor de Pociones. Severus podía ser un mago muy peligroso si quería y no debía ser subestimado, especialmente cuando estaba tan furioso.

Sin embargo, el dolor y el deseo de proteger que percibió en su voz le asombro, pues ella había sido testigo, mucho tiempo atrás, del momento en que Severus le había confesado a Harry que él era el padre de Ebony. Además, sabía cuán herido había estado y cuán culpable se había sentido.

Poppy dio la vuelta y se alejó de la puerta. Simplemente, dejaría a Severus estar. Después de lo que acababa de oír, el hombre estaba en su completo derecho, y Albus merecía cada palabra por entrometerse en sus vidas. Cuando regresó a la cama donde Harry estaba acostado, notó que se encontraba despierto.

—Veo que decidió regresar —comentó, empezando a revisarle nuevamente.

—¿Por qué estoy aquí? ¿Qué sucedió? —preguntó con voz débil. Su cuerpo nuevamente dolía como el demonio, y su cabeza punzaba con tanta fuerza que difícilmente era capaz de pensar.

—Usted, señor Potter, de alguna manera consiguió caerse de las escaleras móviles. ¡Ni se le ocurra pensar en intentar moverse antes de que acabe con usted! Tiene una concusión, y una pierna y dos costillas rotas que necesitan ser sanadas. Severus le trajo. Dijo que usted estaba muy excitado y se alejó corriendo de él a mitad de la noche.

Le lanzó un hechizo y, para gran alivio de Harry, la mayor parte del dolor cedió. Lentamente, los recuerdos regresaron a él. La conversación que había escuchado, la discusión con Severus, su fuga. Cerró los ojos y se giró lejos de la medibruja.

—No quiero verles… a ninguno de ellos —susurró.

Poppy bajó la vista hasta su joven paciente y suspiró.

—No se exactamente lo que te pasó esta noche, Harry, pero de lo que pude escuchar por casualidad, tienes todo el derecho para estar enojado. Pero no creo que deberías alejar también a Severus, Harry. Es muy protector contigo. Mantuvo al Director lejos de ti y en este momento le está diciendo unas cuantas cosas muy poco agradables. También dejó muy claro que tú eres lo más importante para él. Por favor, Harry, está muy preocupado por ti. Déjame ir a llamarle para que vea que tú y Ebony están bien, ¿está bien?

El joven la miró, confundido. ¿Severus defendiéndole? ¿Protegiéndole? ¿Por qué haría eso si tenía que haber sabido los planes del Director durante todo el tiempo? ¿Se sentiría culpable porque él se había caído por las escaleras luego de la pelea? Quizás realmente desconocía los planes de Dumbledore. Decidió que era inútil hacer suposiciones que posiblemente no podría constatar y prefirió preguntar a Severus sobre su extraño comportamiento. Después de eso, decidiría qué hacer.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando una extraña oleada de dolor atravesó la zona baja de su cuerpo y llegó hasta su espalda. No era que no hubiera sentido dolor hasta el momento, pero esto era más parecido a algo que le estuviera apretando, tratando de separarle internamente. No pudo contener un pequeño quejido de dolor.

Poppy le observó con sospecha.

>>¿Qué sucede, Harry? Ya me encargué de tus huesos rotos; están sanando muy bien, y la concusión debería desaparecer para el mediodía. No deberías estar demasiado dolorido.

Sacó su varita y estaba a punto de lanzar otra serie de hechizos de diagnóstico sobre él, cuando Harry sintió una sensación de hormigueo entre las piernas. Un momento después, otra extraña sensación le golpeó, y al sentir humedad entre las piernas, entró en pánico. Levantó su mirada hacia la medibruja, quien ya se había dado cuenta de lo que estaba pasando.

>>No te preocupes, Harry, sólo rompiste aguas. Lo que sientes es tu cuerpo preparándose para el parto. Parece que tu pequeña Ebony va a estar con nosotros muy pronto —movió su varita, y la humedad de las sábanas desapareció.

—¡Pero es demasiado pronto! —protestó el joven—. Sólo tengo ocho meses, ¡ella no está lista para nacer todavía! —parecía como si fuera a estallar en llanto en cualquier momento.

—No te preocupes. Todas las pruebas muestran que su peso y tamaño son satisfactorios, y es fuerte y saludable. Está lista para nacer y tendrá un buen inicio en su vida. Tú concéntrate en liberarla y déjame el resto a mí, ¿está bien?

—Vale —aceptó, justo antes que otra anda de dolor le golpeara. ¿Se suponía que fuera tan rápido?

Poppy palmeó su mano y declaró:

—Creo que debo ir a ver si Severus ya terminó con el Director —sus ojos brillaron sospechosamente, como si le agradara la idea de Severus lidiando con el anciano de una forma más directa de la habitual—. Voy a buscarle para que pueda estar aquí cuando nazca Ebony —terminó, dando media vuelta y encaminándose hacia la puerta.

Harry se acurrucó bajo las sabanas, tratando de conseguir una posición más cómoda pero sin mucha suerte. Estaba asustado. Asustado de tener que dar a luz, asustado de que algo saliera mal, asustado de no poder manejar el dolor al estar tan herido.

Otra oleada de dolor le azotó y reprimió un gemido. El área entre sus piernas, su entrepierna, se sentía extraña, y bajó la mano para tocarse. Casi se desmayó al notar que el hormigueo que había experimentado antes, había transformado sus ‘partes masculinas’ en una vagina, dándole posibilidad de dar a luz. Harry nunca había pensado en cómo iba a parir, pues siempre había asumido que Poppy haría alguna especie de cesárea. Aparentemente, se había precipitado en sus conclusiones. Sintió que el pánico le embargaba. ¿Y si sus partes masculinas no regresaban después que diera a luz?

Antes que pudiera seguir especulando sobre horrorosos escenarios, Poppy regresó, llevando a remolque a un muy preocupado Severus. Tan pronto como vio a su esposo acostado en la cama de la enfermería, pálido y dolorido, corrió a su lado y tomó su mano en la propia.

—Harry, ¿cómo te sientes? Poppy me dijo que entraste en labor. ¿Te duele? ¿Necesitas algo? ¿Ebony está bien?

Sintiendo el corazón ligero por el hecho de que Severus mostrara una preocupación real por él, Harry le sonrió con cariño. El hombre no estaba actuando como había esperado; después de todo, tenía derecho a estar furioso luego de cómo él se había comportado pocas horas antes, si es que realmente desconocía los planes de Dumbledore.

Como si hubiera leído su mente, Severus habló.

—Por favor, Harry, créeme, no tenía ni idea de que Dumbledore y tus ‘amigos’ fueran los responsables del artículo de El Profeta. No te hubiera traicionado de esa forma. Significas demasiado para mí para permitirme herirte. Por favor, dime que no crees realmente que traicioné tu confianza. Podemos abandonar el mundo mágico si lo deseas. Tú y Ebony son mi familia, y quiero que seas feliz. Estoy tan agradecido de no haberte perdido.

Y se inclinó para besar la cabeza de Harry.





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